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El Wildlife Photographer of the Year presenta las 25 fotos en las
que el gran público es el juez ¡Ya puedes elegir tu fotografía de
naturaleza favorita del año! El Museo de Historia Natural de Londres
invita al gran público a elegir su foto favorita de entre estas
25 imágenes finalistas del prestigioso Wildlife Photographer of
the Year, uno de los certámenes de fotografía de naturaleza más
prestigiosos del mundo. Conoce a todas las finalistas.
A solo unos días de la reapertura del Museo de Historia Natural
de Londres el próximo 3 diciembre, la institución ha puesto a disposición
del gran público la elección de las 5 mejores imágenes del premio
People Choice Award que formarán parte de las imágenes ganadoras
de su famoso certamen Wildlife Photographer of the Year, y que uniéndose
a los finalistas de la quincuagésima sexta edición se darán a conocer
a principios de 2021.
“El premio People’s Choice Award brinda al público la oportunidad
de seleccionar las imágenes e historias del mundo natural que le
conmueven e intrigan" explica el propio director ejecutivo de ciencia
en el Museo de Historia Natural y miembro del panel de jueces, Tim
Littlewood. "La lista de finalistas de este año incluye una amplia
diversidad de fotografías de la vida silvestre en un planeta frágil.
Ya sea evaluando las relaciones entre los humanos y los animales,
o destacando la difícil situación de diversas especies cautivas,
¡el público se encontrará, como es el caso del jurado en cada certamen,
ante una difícil decisión", ha destacado. Las imágenes fueron preseleccionadas
por el Museo de Historia Natural entre más de 49.000 entradas entradas
procedentes de todo el mundo. La votación finaliza el 2 de febrero
de 2021, y tanto la fotografía ganadora como las finalistas se exhibirán
en la popular exposición que se celebrará en el Museo de Historia
Natural hasta el 4 de julio de 2021. Ya puedes votar tus favoritas.
Capturar un retrato familiar de mamá, papá y sus ocho polluelos
resultó complicado para Andrew: "nunca se juntaban para reunirse
lo 10. Los mochuelos excavadores, o mochuelos de madriguera de Ontario,
California, a menudo crían familias numerosas, por lo que sabía
que no sería fácil" Después de muchos días de espera, y cuando el
macho se ausentó de la vista de toda la bandada, mamá y su prole
de repente se volvieron con los ojos muy abiertos para mirar en
su dirección. Era la primera vez que los veía a todos juntos. Rápidamente
aprovechó el precioso momento y capturó esta fabulosa imagen.
Andrew Lee/ Wildlife Photographer of the Year 2020.
Nacida al abrigo de la célebre Residencia de Estudiantes
de Madrid, por la que pasaron Dalí, Lorca o Buñuel, la Residencia
de Señoritas compartía con la primera el objetivo de fomentar la
formación universitaria, solo que en este caso estaba únicamente
destinada a mujeres. El espíritu de modernización y democratización
de la enseñanza imperaba en la institución creada por María de Maeztu
en 1915. En sus instalaciones se ofrecía alojamiento, así como laboratorios
o instalaciones deportivas, pues la práctica del ejercicio físico
era una parte fundamental de la formación que recibían las alumnas.
Grandes figuras pasaron por sus aulas tanto como alumnas y como
profesoras, y también contó con la colaboración de intelectuales
del panorama internacional, pues las chicas de la residencia presenciaron
conferencias de Albert Einstein, Marie Curie, García Lorca, María
Montessori, Azorín, Pío Baroja ... La institución se vio obligada
a cerrar en 1939 con el inicio de la Dictadura franquista (1939-1975).
Tras una depuración de todas las personalidades enemigas
del régimen, la residencia reabrió en 1940 con Matilde Marquina,
miembro destacado de la Sección Femenina de la Falange Española,
al frente y dejando atrás cualquier cercanía con los principios
que habían regido la institución a principios del siglo XX. La imagen
sobre estas líneas corresponde a esta última etapa
Casa África convoca el Concurso Fotográfico "Objetivo
África", que premia las fotografías que mejor den a conocer los
aspectos positivos del continente africano.
Los Ocean Photography Awards ya tiene sus ganadores
del 2020, seis imágenes espectaculares, que reflejan lo desconocido
y fragil que es el océano y sus habitantes. De un total de 3.000
fotografías recibidas, el jurado del Ocean Photography Awards 2020
ha seleccionado seis ganadores en siete premios, incluido el fotógrafo
del año. Los premios Ocean Photography Awards también ayudan a recaudar
fondos para su protección al tiempo que muestran el trabajo de algunos
de los mejores fotógrafos del mundo. Este 2020 la ganadora indiscutible
ha sido fotógrafa especializada en vida salvaje Nadia Aly. Ha ganado
dos candidaturas, la de mejor fotógrafía del año, con una imagen
de mantas raya en Baja California, México; y la del mejor proyecto
para SeaLegacy Collective.
"La fotografía está perfectamente expuesta, es convincentemente
dramática y profundamente intrigante. Sé por experiencia que esta
imagen no fue fácil de crear. El reconocimiento como 'Fotógrafa
Oceánica del Año' es un reconocimiento no solo del poder y la singularidad
de sus imágenes, sino también a su viaje como fotógrafa. No se me
escapa que esta imagen ganadora fue hecha por una increíble mujer
de agua, lo que la hace especialmente alegre y personalmente inspiradora",
dijo sobre ella Cristina Mittermeier, cofounder de SeaLegacy y miembro
del jurado.
El ataque a Pearl Harbor fue una ofensiva militar
sorpresiva efectuada por la Armada Imperial Japonesa contra la base
naval de los Estados Unidos en Pearl Harbor (Hawái) en la mañana
del domingo 7 de diciembre de 1941. El ataque pretendía ser una
acción preventiva destinada a evitar la intervención de la Flota
del Pacífico de los Estados Unidos en las acciones militares que
el Imperio del Japón estaba planeando realizar en el Sureste Asiático
contra las posesiones ultramarinas del Reino Unido, Francia, Países
Bajos y Estados Unidos. Los japoneses hicieron coincidir esta ofensiva
con el ataque a las posesiones del Imperio Británico en Hong Kong,
Malasia y Singapur, las cuales estaban ya en su poder a mediados
de febrero de 1942. El ataque comenzó a las 7:48 a. m., hora local,
y fue llevado a cabo por 353 aeronaves japonesas que incluían cazas
de combate, bombarderos y torpederos que despegaron de seis portaaviones.
Resultaron dañados los ocho acorazados estadounidenses atracados
en el puerto, y cuatro de ellos se hundieron. De estos ocho, dos
fueron reflotados y cuatro reparados, por lo que seis pudieron volver
a entrar en servicio más tarde, durante la guerra. El ataque japonés
también hundió o dañó tres cruceros, tres destructores, un buque
escuela y un minador. Los estadounidenses perdieron 188 aeronaves,
murieron 2403 estadounidenses y otros 1178 resultaron heridos de
diversa consideración.
Sin embargo, los japoneses no atacaron la central
eléctrica, el astillero, las instalaciones de mantenimiento, los
depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos y
el edificio del cuartel general y de la sección de inteligencia.
Los nipones perdieron 29 aeronaves y cinco minisubmarinos, además
de sufrir 65 bajas militares entre muertos y heridos. Asimismo,
un marino japonés fue capturado vivo. El ataque conmocionó profundamente
al pueblo estadounidense y llevó directamente a la entrada de Estados
Unidos en la Segunda Guerra Mundial, tanto en los teatros de guerra
de Europa como del Pacífico. Al día siguiente de esta ofensiva,
8 de diciembre, Estados Unidos le declaró la guerra al Imperio del
Japón.
Fotografía de Pearl Harbor tomada desde un avión japonés
al comienzo del ataque. Se ve la explosión de un torpedo en el West
Virginia.
El apoyo interno en Norteamérica a la no intervención
en el conflicto mundial, que había sido fuerte, desapareció, mientras
que la asistencia clandestina al Reino Unido fue reemplazada por
una alianza plena. La Alemania nazi y la Italia fascista declararon
la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre, en respuesta a las
operaciones puestas en marcha en contra de la potencia asiática
del Eje. La inexistencia de una declaración formal por parte nipona
mientras se llevaban a cabo negociaciones que parecían prosperar,
llevó al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a calificar
al 7 de diciembre de 1941 como «una fecha que vivirá en la infamia».
Debido a que esta ofensiva se llevó a cabo sin una declaración de
guerra previa y sin ningún aviso explícito, el ataque a Pearl Harbor
fue juzgado en los Juicios de Tokio como un crimen de guerra.
El acorazado USS Pennsylvania (al fondo) y los destructores
Cassin y Downes tras el ataque.
Campo de Manzanar, California.
Los campos de concentración para japoneses en Estados
Unidos alojaron a unas 120.000 personas, en su mayor parte de etnia
japonesa, más de la mitad de las cuales eran ciudadanos estadounidenses
y japoneses provenientes de Latinoamérica, principalmente de Brasil
y Perú, quienes fueron deportados bajo presión del gobierno estadounidense,
en establecimientos diseñados a ese efecto en el interior del país,
durante 1942 y 1948. El objetivo fue trasladarlos desde su residencia
habitual, mayoritariamente en la costa oeste, a instalaciones construidas
bajo medidas extremas de seguridad. Los campos estaban cerrados
con alambradas de espino, vigilados por guardias armados, y ubicados
en parajes alejados de cualquier centro poblacional. Los intentos
de abandono del campo en ocasiones resultaron en el abatimiento
de los reclusos. También hubo internamientos en campos de concentración
estadounidenses para ciudadanos de origen alemán e italiano, debido
a que estos dos países también declararon la guerra a Estados Unidos,
pero el número de ciudadanos afectados fue mínimo en comparación
con los de origen japonés.
En San Francisco, California, los soldados vigilan
mientras se carga el equipaje en un camión con destino a los campos
de internamiento japoneses el 29 de abril de 1942. Durante la Segunda
Guerra Mundial, Estados Unidos mantuvo cautivos a sus residentes
de ascendencia japonesa en estos campos. Muchos regresaron para
descubrir que lo habían perdido todo. Fotografía de Dorothea
Lange.
La medida fue tomada como reacción al ataque a Pearl
Harbor durante la Segunda Guerra Mundial, donde Estados Unidos se
incorporó tardíamente a los Aliados que luchaban contra las Fuerzas
del Eje, pero fueron mayoritariamente las personas de etnia japonesa
que vivían en la costa del Pacífico las que fueron sometidas a este
internamiento. El Teniente General John L. DeWitt, comandante de
la Defensa Oeste de los Estados Unidos, fue el encargado de internar
a los japoneses étnicos. Aunque DeWitt comandó en la evacuación
forzosa, inicialmente expresó su molestia por esta orden a un superior,
alegando que "Un ciudadano estadounidense es, después de todo,
un ciudadano estadounidense."
Nota de prensa, Marzo 2021:
En esta impresionante memoria gráfica, el actor, autor y
activista George Takei repasa la aterradora niñez que vivió
en los campos de concentración estadounidenses, cuando formó
parte de los 120.000 japoneses americanos que el gobierno
estadounidense mantuvo presos durante la Segunda Guerra Mundial.
Con esta fascinante lectura que habla del valor, de América,
de la lealtad y del amor vas a experimentar las fuerzas que
dieron forma a un icono estadounidenses —y a los Estados Unidos—.
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Un grupo de soldados del ejército británico hace cola
con los relojes en la mano preparados para sincronizar la hora.
Se encuentran en primera línea de uno de los frentes de la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) en los que la frase pronunciada tiempo
atrás por el rey Eduardo VII se había convertido en una de las principales
premisas a seguir. "La puntualidad ya no es una cortesía del rey,
si no la seguridad de los soldados." Todos los campos ingleses contaban
con un puesto en el que un reloj daba la hora y al que todas las
tropas debían acudir periódicamente para regular la exactitud de
sus relojes. Del mismo modo, el ejército francés hacía lo propio
con sus tropas. Era una operación de vital importancia, pues de
esta manera se podía actuar, obtener unanimidad de movimientos y
conseguir una cooperación perfecta a partir de la hora cero, el
nombre dado al instante preciso en el que se recibía un ataque.
Las condiciones de vida en los campos de refugiados de las playas
francesas cerca de la frontera española eran pésimas. La Guerra
Civil española había terminado en 1939 y todo aquel sospechoso de
colaborar o tener vínculos cercanos con el bando perdedor podía
estar en peligro. Por ello los espacios que el gobierno francés
había habilitado para los exiliados estaban totalmente sobrepasados:
no había condiciones mínimas de higiene, faltaba comida y la gente
tenía que instalarse en la propia arena congelada por el viento
marino invernal. Sobrevivir en aquellas condiciones era un reto,
pero lo era todavía más para un recién nacido y su madre. La Maternidad
de Elna, un edificio acondicionado por el equipo de la Ayuda Suiza
con Elisabeth Eindenbenz a la cabeza, ayudó a nacer a casi 600 bebés
entre 1939 y 1944. En la imagen se la puede ver (la segunda por
la izquierda en la fila de atrás) junto a otros miembros de su equipo.
Se podían contar hasta 22 nacionalidades entre todos los niños que
nacieron, pues también acudieron a ella madres judías y gitanas
que huían del nazismo, pero la mayoría eran hijos de exiliadas españolas.
Para hacer llegar los suministros financiados por la asociación
se utilizaban los corredores sanitarios habilitados para la Cruz
Roja, y un pequeño huerto proporcionaba productos frescos. La Maternidad
fue clausurada por los nazis en la primavera de 1944.
Conoce a los ganadores del certamen FotoAves 2020,
el concurso de fotografía organizado por SEO Birdlife en el que
aves y pájaros son los protagonistas. Un mirlo sobre un tejado,
un chorlitejo patinegro, una gaviota tridáctila, unos vencejos comunes
y una bandada de palomas bravías. Se trata de algunas de las mejores
imágenes de aves del 2020, ganadoras de la decimotercera edición
de FotoAves, uno de los certámenes de fotografía ornitológica de
referencia a nivel nacional organizado por SEO Birdlife. Las imágenes
ganadoras y una selección de las finalistas ilustran ya el calendario
solidario que cada año elabora la organización, y cuyos beneficios
estarán destinados a seguir protegiendo y concienciando sobre los
problemas que se ciernen sobre la impresionante avifauna de nuestros
cielos, la más rica y diversa de Europa.
A la fuga. Fotografía ganadora absoluta de la competición.
El deporte del ajedrez no era un ámbito en el que
las mujeres tuvieran apenas presencia a principios del siglo XX.
Sin embargo, la alemana Sonja Graf fue una excepción. Aprendió a
jugar al ajedrez en los cafés del barrio muniqués de Schwabing,
tratando de pasar el máximo tiempo posible fuera de casa alejada
de los maltratos físicos y psicológicos de su padre. En 1931, a
los 23 años, se había convertido en una jugadora de fama internacional,
y en 1936, cuando fue tomada la imagen sobre estas líneas en el
Café Utrecht donde que se enfrenta al campeón local, ya viajaba
por toda Europa participando en los torneos del circuito profesional.
Solía mostrarse en público ataviada con vestuario y aspecto masculinos
porque, según explicaba, le permitía moverse por el mundo con mayor
libertad. Jugó en varias ocasiones contra la rusa Vera Menchik,
la campeona del mundo, y estuvo a punto de arrebatarle el título
en 1939 en Buenos Aires. Allí le sorprendió el estallido de la Segunda
Guerra Mundial. Puesto que había expresado públicamente su oposición
al nacionalsocialismo de Hitler, desde el gobierno de Berlín se
emitió una orden que le prohibía jugar como representante alemana.
Tuvo que participar en el torneo argentino en condición de apátrida.
Tras el inicio de la contienda, nunca regresó a Alemania, permaneció
un tiempo en el país sudamericano y se trasladó finalmente a Estados
Unidos, donde formó una familia y se retiró de las competiciones.
Moviéndose entre los altos tallos de las plantas de
arroz, un oficial del ejército de Vietnam del Sur avanza seguido
de cerca por su operador de radio mientras desarrollan una misión
de búsqueda al sur de Phnom Penh, en Camboya, en noviembre de 1970.
Durante los casi veinte largos años que duró la Guerra de Vietnam
(1955-1975) y que enfrentó al sur del país contra el norte, en varias
ocasiones los enfrentamientos afectaron los territorios colindantes,
donde ambos ejércitos penetraban para esconderse o buscar al enemigo.
La participación de las grandes potencias mundiales como Estados
Unidos, apoyando al bando survietnamita, y China y la URSS, de parte
de el ejército del Vietcong, lo convirtió en uno de los escenarios
más sangrientos de la Guerra Fría.
Roald Amundsen se impuso al capitán Scott en la vertiginosa
carrera por alcanzar el polo Sur. Con una ambición desmedida pero
extremadamente metódico, el explorador noruego supo dominar las
situaciones más adversas para alcanzar la gesta.
"Martes, 12 de septiembre. Poca visibilidad. Brisa
desagradable del S. -52 °C. Los perros claramente afectados por
el frío. Los hombres, tiesos dentro de la ropa congelada, más o
menos satisfechos tras una noche en el hielo […]. Pocos visos de
un tiempo más clemente".
El autor de esta anotación de diario fue Roald Amundsen,
un explorador noruego que se había hecho un nombre cinco años antes
por ser el primero en navegar del Atlántico al Pacífico por el legendario
Paso del Noroeste. Ahora se hallaba al otro lado del globo, en el
Antártico, tratando de anotarse la hazaña más prestigiosa en el
mundo de la exploración: llegar al polo Sur. Planeada con la meticulosidad
que lo caracterizaba, aquella audaz iniciativa también era el resultado
de la casualidad. Dos años antes estaba proyectando completar su
exploración del océano Ártico y atravesar el polo Norte cuando recibió
la noticia (posteriormente puesta en duda) de que Robert Peary ya
había pisado el polo. En ese momento, recordaría posteriormente
Amundsen, "decidí dar media vuelta y mirar al sur". Calculaba que
si llegaba primero al polo Sur, tendría garantizadas la fama y la
financiación de exploraciones futuras. Aunque de cara a la galería
preparaba una expedición boreal, en secreto hacía planes para un
viaje austral.
El equipo británico (Robert Falcon Scott, en el centro)
vestía ropa de lana y cortavientos para arrastrar los trineos. Pero
hacía falta algo más para sobrevivir. «Una expedición […] sin pieles
está mal aviada», observó Amundsen.
No estaba nada claro, sin embargo, que lograse ser
el primero en poner un pie en el polo Sur. También se disponía a
intentarlo la publicitada Expedición Antártica Británica, al mando
del capitán Robert Falcon Scott. Atormentado ante la posibilidad
de que Scott se le adelantase, el noruego partió antes de que llegara
la primavera polar y el tiempo fuera soportable. Esa decisión se
saldó con la pérdida de valiosos perros y congelación en los pies
de sus hombres, que tardarían un mes en sanar. Mientras regresaban
precipitadamente a la base, Framheim (así llamada en alusión a su
barco, el famoso Fram, que en noruego significa «adelante»), Amundsen
abandonó a dos expedicionarios, que alcanzaron con dificultad el
campamento un día después que él. «Esto no merece llamarse expedición.
Es pánico», dijo a Amundsen el explorador polar más experimentado
del equipo, Hjalmar Johansen. La censura le costó el puesto en el
grupo, que finalmente partiría en busca del polo. Si merece la pena
demorarse en estos errores no es en desdoro de Amundsen, sino para
librarlo del sambenito que se le ha colgado: que su hazaña polar
fue una aséptica aplicación de pericia y fría ambición, y que el
propio Amundsen era un profesional gris y falto de pasión. Esta
caracterización contrasta de lleno con la imagen de Scott, quien,
con su osado equipo británico, hizo gala de agallas y coraje luchando
kilómetro a kilómetro, hasta morir trágicamente en el hielo.
Fredrik Hjalmar Johansen fue un explorador polar de
Noruega, que participó en dos de las más importantes expediciones
polares de todos los tiempos.
La salida fracasada de septiembre de 1911 es un recordatorio
de que, en la arriesgada aventura de la exploración polar, nada
más lejos de la realidad que los resultados infalibles. Metódico
y cuidadoso, Amundsen era también un hombre de ambición desmedida,
prisionero de los mismos sueños que llevan a todo explorador a arriesgar
su vida. La grandeza del noruego radica en su dominio de tales impulsos,
como atestigua su diario. A los cuatro días de partir, evaluó la
situación y decidió «regresar sin demora para esperar a la primavera.
Arriesgar hombres y animales obstinándome en seguir en camino es
algo que descarto por completo. Si pretendemos ganar la partida,
debemos mover las piezas adecuadamente; un movimiento en falso y
podría perderse todo». La capacidad de recobrar la perspectiva cuando
se va en pos de un sueño personal es una rara virtud. Al igual que
otros grandes exploradores, Amundsen sabía cuándo retroceder.
Enfundado en un anorak de piel de lobo como los de
los esquimales netsilik, Amundsen posa en la nieve con actitud heroica
cerca de su hogar noruego, en una de sus imágenes más divulgadas.
En su aventura austral, Roald Engelbregt Gravning
Amundsen dejó un historial deslumbrante. Nacido en 1872 en el seno
de una familia acomodada de marinos y armadores, se hizo a la mar
a los 25 años como segundo oficial del Belgica, en una expedición
científica al Antártico. Cuando el Belgica quedó atrapado en la
banquisa, la tripulación se ganó a su pesar el mérito de ser los
primeros humanos que pasaban el invierno en el Antártico. Desmoralizados
y enfermos, si los expedicionarios no se vinieron abajo fue gracias
al médico del barco, Frederick Cook, y a Amundsen, cuyo diario demuestra
que estaba en total contacto con su entorno. «En cuanto a la tienda,
en forma y tamaño es cómoda, pero se resiente demasiado ante el
viento», observó en febrero de 1898. Con los años introduciría ingeniosas
mejoras en la equipación polar.
Desde que leyera el episodio siendo un niño, Amundsen
había estado fascinado por la catastrófica búsqueda del Paso del
Noroeste por parte del inglés John Franklin. Así, aunque continuó
con su carrera marina, también comenzó a planificar una aventura
ártica. En 1903 zarpó rumbo al norte en el Gjøa con una tripulación
notablemente exigua de sólo seis hombres (Franklin había llevado
129) en busca del Paso del Noroeste y, quizá para que la gente le
reconociera cierta pátina científica, de la posición del polo norte
magnético. Durante tres inviernos Amundsen vivió y trabajó en
el Ártico, y al final logró navegar por una ruta que se abría paso
entre las islas, las barras de arena y el hielo del archipiélago
Ártico canadiense hasta los mares de Beaufort y de Bering: un
logro histórico. «Salvado el Paso del Noroeste –escribió Amundsen
en su diario el 26 de agosto de 1905–. El sueño de mi infancia estaba
cumplido. Una extraña sensación me llenó la garganta; estaba agotado
y extenuado, y (por una debilidad en mi carácter) noté que se me
humedecían los ojos.»
Roald Amundsen y su alegría desbordante.
La expedición del Gjøa valió a Amundsen algo más que
su primer éxito geográfico. En el transcurso de aquel viaje llegó
a conocer bien a los esquimales netsilik y su extraordinaria adaptación
a los rigores del mundo ártico. Pero él no fue el primer explorador
europeo que aprendió de los indígenas. El gran explorador polar
Fridtjof Nansen y otros ya habían descubierto cómo vestirse, desplazarse
y comer observando al pueblo sami del norte de Noruega. Posteriormente
Amundsen sumó a toda esta sabiduría una serie de herramientas de
supervivencia que había estudiado y conocido de primera mano: ropas
flojas de piel de reno que proporcionaban calor y ventilación, botas
de pelo de animal, trineos tirados por perros, raquetas de nieve,
cuevas de hielo, iglúes.
Noruegos capitaneados por Roald Amundsen arribaron
a la bahía de las Ballenas el 14 de enero de 1911. Con tiros de
perros, se dispusieron a adelantar a los británicos en la carrera
al polo Sur. El barco de Amundsen, el Fram, cedido por el explorador
ártico Fridtjof Nansen, era el no va más en buques polares.
«Nosotros solemos decir: “Los noruegos nacen con los
esquíes puestos” –dice el historiador polar Harald Jølle–, pero
olvidamos el resto de sus habilidades.» Cuando Roald Amundsen estableció
el campo base en la bahía de las Ballenas en enero de 1911, tenía
38 años y era un curtido veterano polar. Estaba en un territorio
totalmente ignoto, pero también en un paisaje de nieve y hielo que
conocía bien. Amundsen y sus hombres dedicaron los meses anteriores
al viaje polar a acumular depósitos de provisiones y a someter hasta
el último artículo de comida, vestido y equipación a un escrutinio
y un perfeccionamiento implacables. Se estudiaba cada detalle con
una seriedad absoluta, nacida del profundo respeto de Amundsen por
el entorno al que se enfrentaba. El viaje de 1.300 kilómetros se
emprendió por fin el 20 de octubre, con Amundsen y sus cuatro compañeros
sobre esquíes detrás de cuatro trineos, cada uno de ellos con una
carga de 400 kilos y tirado por 13 perros. Por delante, un arduo
camino por un territorio desconocido a través de (y a veces con
una caminata extenuante) grietas glaciares, bordeando los abismos
y el hielo de las montañas de la Reina Maud y ascendiendo a la meseta
polar, con una meteorología imprevisible. Pese a todo, los noruegos
llegaron a su destino según el programa y sin incidentes reseñables.
«Y así alcanzamos por fin nuestro destino –escribió Amundsen el
14 de diciembre de 1911–, y clavamos nuestra bandera en el polo
Sur geográfico, la meseta del rey Haakon VII. ¡Gracias a Dios!»
La fe de Amundsen en los perros se afianzó con el
tiempo. Los canes preferían los arneses en abanico utilizados en
Groenlandia a los de estilo alaskeño, un sistema que emparejaba
a los canes a lo largo de una guía central.
Antes de abandonar Polheim (nombre que dieron los
hombres al campamento que levantaron en pleno polo), Amundsen dejó
una misiva para el rey de Noruega, Haakon VII, «y unas líneas para
Scott, quien presumo será el primero en llegar después de nosotros».
La carta garantizaba que se conocería su éxito si ocurriese una
desgracia y era un modo elegante de decir: «Scott, te he ganado».
Que Scott custodiase con honor la carta probaría el éxito de Amundsen.
De regreso, los hombres abandonaron las provisiones sobrantes (algunas
de las cuales recuperaría agradecido el equipo de Scott). Al igual
que se hizo durante toda la expedición, se sacrificaron perros que,
junto con los que morían, sirvieron de alimento tanto a los perros
supervivientes como a los hombres. A primera hora del 26 de enero
de 1912, los triunfadores polares llegaron a Framheim.
Abatidos por la derrota comprendieron que su esfuerzo
se había quedado, en palabras de Scott, «sin la recompensa de ser
los primeros».
El contraste entre lo que Apsley Cherry-Garrad, el
legendario cronista de la expedición británica, llamó la operación
«de eficacia infalible» de Amundsen y la «tragedia en toda regla»
de Scott es difícil de trazar, pero pone de relieve cuestiones que
todavía hoy siguen preocupando a aventureros y exploradores. Amundsen
usó perros; Scott, ponis y trineos motorizados. El noruego se movía
con esquíes, sobre los cuales tanto él como sus hombres eran unos
expertos; el inglés nunca fue un buen esquiador, por lo que él y
su equipo avanzaban a duras penas, empujando sus propios trineos.
Amundsen jalonó la ruta con tres veces más provisiones que Scott;
Scott pasó hambre y sufrió el escorbuto. Algunos de los errores
fatales de Scott son justificables a la luz de los precedentes del
momento: su compatriota y rival, Ernest Shackleton, había usado
ponis y a punto estuvo de llegar al polo. Y algunas de las tácticas
de Amundsen son inquietantes, como el sacrificio de perros que tenían
su propio nombre y eran tratados con afecto.
Para Scott, los perros robaban la «gloria» al viaje
en trineo. El ideal de exploración «sin asistencia» pasaba por que
los hombres acarrearan las provisiones, aunque eso no le impidió
probar trineos motorizados. Sin haber pasado suficientes pruebas
previas, éstos se averiaron.
A la hora de la verdad, sin embargo, la diferencia
entre Amundsen y Scott no radica en detalles de gestión, sino en
la perspectiva general: la del profesional frente a la del aficionado.
«Me inspira la forma en que Amundsen preparaba sus expediciones
–declara Børge Ousland, el explorador noruego que cruzó el Antártico
en solitario por primera vez–. Siempre procuraba aprender de los
demás. Identificaba el problema y a continuación se proponía solucionarlo.»
Amundsen gozó de fama hasta el fin de su vida, pero a diferencia
de su compatriota y mentor, el polifacético y carismático Nansen,
nunca alcanzó la seguridad económica que esperaba lograr con sus
libros y conferencias. En julio de 1918 regresó al Ártico para llevar
a cabo la labor científica que había prometido a Nansen: seguir
la deriva del hielo marino en su barco Maud. En la década de 1920,
deseando cosechar nuevos éxitos como pionero, Amundsen se volcó
en la aviación, con varios intentos frustrados de sobrevolar el
polo Norte. En 1926 capitaneó la aeronave Norge, pilotada por Umberto
Nobile, y fue el primero en cruzar el Ártico por vía aérea.
Por osadas que fuesen estas aventuras tardías, Amundsen
participaba más en calidad de pasajero que de líder, dejando el
control en manos ajenas. Sin financiación, fue amargándose, y arremetió
contra antiguos aliados. Con todo, en mayo de 1928, cuando la aeronave
del italiano Nobile desapareció sobre el Ártico, Amundsen se sumó
al equipo de rescate internacional, apremiando a sus amistades a
costear los gastos de un avión de rescate. Estaba a punto de casarse,
y la determinación con que insistió en participar en el rescate
sugiere que, como hombre solitario que era, huía de aquel compromiso.
También es evidente que añoraba la atención pública que antes le
habían reportado sus heroicidades. De igual modo que su éxito austral
se iniciara con atropello, la última misión de Amundsen contradice
la imagen de hombre de oficio que se le atribuía, revelando a una
persona muy humana. En Tromsø, por encima del círculo polar Ártico,
se embarcó en un Latham 47 equipado con flotadores proveniente de
Francia. Los pilotos llevaban volando tres días sin apenas dormir.
El avión, cargado hasta los topes, levantó el vuelo con dificultad.
No había viento, presagio de bancos de niebla estival y visibilidad
peligrosa hacia el norte. Visto hoy, el encadenamiento de errores
es ominoso. El avión despegó de Tromsø el 18 de junio, y a las 4
de la tarde fue visto por última vez sobrevolando Sommarøy, donde
la tierra montañosa se une con el mar. Era verano, y la tierra estaba
verde, pero Amundsen se dirigía al norte, hacia el hielo.
La expedición Amundsen fue la primera expedición en llegar
al Polo Sur, liderada por el explorador noruego Roald Amundsen.
Él, junto a cuatro de los miembros que integraron la expedición,
llegaron al Polo el 14 de diciembre de 1911, con cinco semanas
de antelación con respecto al grupo liderado por el inglés Robert
Falcon Scott, de la expedición Terra Nova. Amundsen y su equipo
regresaron sanos y salvos a su base, siendo informados, más
tarde, de que Scott, junto a cuatro compañeros más, habían muerto
en el viaje de regreso. |
Oscar Wisting, Sverre Hassel, Helmer Hanssen y Roald Amundsen (de
izquierda a derecha) en «Polheim», la tienda erigida en el Polo
Sur el 16 de diciembre de 1911. La bandera en lo alto es la de Noruega;
mientras que la de abajo lleva el nombre de «Fram». Fotografía de
Olav Bjaaland.
Santa, no sabemos si el verdadero, en un andén
de la línea A del metro de Nueva York, 1968.
El Metro de Nueva York (en inglés, New York City Subway)
es el sistema de transporte ferroviario urbano más grande en los
Estados Unidos y uno de los más grandes del mundo, con entre 420
y 475 estaciones (dependiendo de cómo se contabilicen los puntos
de transbordo: la MTA usa 469 como número oficial de estaciones)
y 660 millas (1.062 km) de vías primarias en servicio. Si se cuentan
las vías secundarias en talleres y cocheras el total asciende a
846 millas (1.361 km). Este metro lo explota la Autoridad de Tránsito
de la Ciudad de Nueva York (New York City Transit Authority en el
original inglés), denominándose coloquialmente MTA New York City
Transit por parte de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Metropolitan
Transportation Authority en inglés, en adelante MTA) de la que es
una agencia afiliada. Ambas son agencias creadas por el legislativo
del Estado de Nueva York, en 1953 y 1968, respectivamente, para
explotar los transportes de titularidad pública de la ciudad de
Nueva York en el caso de MTA New York City Transit por un lado y
para supervisar el transporte público de masas en la Región de la
Ciudad de Nueva York en el caso de MTA.
MTA Subways es el futuro.
Aunque es conocido como the Subway (lo que implica
operaciones subterráneas), aproximadamente un cuarenta por ciento
del sistema circula sobre el terreno, en estructuras elevadas de
acero o, más raramente, de hierro forjado, viaductos de hormigón
armado, en trincheras cubiertas o a cielo abierto y -ocasionalmente-
sobre rutas en superficie. Todos estos modos de transporte están
completamente separados de la infraestructura vial.
Dos mujeres se abrazan y celebran su alegría en Buenos Aires después
de que la Cámara de Diputados de Argentina aprobara un proyecto
de ley que permite acceder libre y legalmente al aborto hasta la
semana 14 de gestación y que ahora deberá pasar al Senado para su
debate y eventual sanción definitiva.
SkyPixel es un concurso abierto a cualquier contenido
aéreo filmado con dron.
Un año que pasará a la historia por la pandemia de la Covid-19,
sin duda. No obstante, y más ahora que se acerca Navidad de este
2020, las imágenes de naturaleza nos ayudan a aparcar por un momento
de la triste realidad y soñar con viajes a la búsqueda de fenómenos
tan espectaculares como las auroras.
Puesto que viajar sigue siendo un placer difícil de llevar a cabo,
de momento debemos consolarnos con iniciativas como la de Capture
The Atlas, que ha seleccionado una magnífica colección de las que
considera las mejores fotografías de este tema en el 2020.
La Organización Mundial de la Fotografía es una plataforma global
para las iniciativas de fotografía. Trabajando en más de 60 países,
su objetivo es elevar el nivel de conversación en torno a la fotografía,
celebrando las mejores imágenes y fotógrafos del planeta. Se enorgullecen
por la construcción de relaciones duraderas tanto con fotógrafos
así como tambien con los socios líderes en la industria en todo
el mundo. Presentan un portafolio de eventos durante todo el año,
incluyendo: Sony World Photography Awards (la competencia de fotografía
más grande del mundo, que celebra su decimo aniversario en 2017),
diversas reuniones locales durante todo el año y ferias de arte
internacional dedicadas a la fotografía, con destinos en Shanghai
y San Francisco.
La competición cierra en dos semanas. Participa.
León es Photo y la Concejalía de Acción y Promoción Cultural del
Ayuntamiento de León promueven el I Certamen de Nueva Creación y
Exposición Fotográfica Expositivos 21, que nace del empeño en proveer
a los/as artistas de recursos adecuados para la edición, la producción,
la exposición y la difusión de sus proyectos. Organizado y respaldado
por profesionales de reconocido prestigio en el ámbito de la fotografía
y las artes visuales, Expositivos 21 pretende actuar como una plataforma
dedicada a potenciar y a promocionar el talento de artistas que
empleen el lenguaje fotográfico como medio para expresarse.
Expositivos 21 otorgará cuatro premios consistentes tanto en la
edición y en el respaldo curatorial, como en la producción íntegra
y en la exposición final de los proyectos galardonados; así como
en la concesión de las obras producidas a cada uno/a de sus respectivos/as
autores/as.
El Concurso Internacional de Fotografía Andrei Stenin
es un concurso anual para jóvenes fotoperiodistas de entre 18 y
33 años. Es la única plataforma de Rusia para descubrir nuevos fotoperiodistas
y permitirles hacerse un nombre en el escenario del fotoperiodismo
mundial. En 2020 se enviaron alrededor de 5000 entradas de 75 países.
Desde su inicio en 2014, el concurso ha estado exhibiendo en todo
el mundo, incluyendo Moscú, Ciudad del Cabo, Budapest, Madrid, Nueva
Delhi, San-Donato-Milanese, Nueva York, Ankara, Buenos Aires y otras
ciudades. El período de presentación anual comienza el 22 de diciembre.
La fecha marca el cumpleaños del fotoperiodista Andrei Stenin de
Rossiya Segodnya, quien murió mientras estaba en una misión y en
cuyo honor se nombra el concurso.
Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945),
Japón llevó a cabo una implacable política imperialista en Asia
y el Pacífico. Los duros enfrentamientos con China culminaron en
lo que se llamó la Guerra Sino-japonesa (1937-1945). En 1937 el
imperio nipón invadió China con la intención de apoderarse de su
capital, que por entonces estaba ubicada en Nankín, y precipitar
la rendición del gobierno chino. Sin embargo, el ejército chino
opuso resistencia y el conflicto se extendió en el tiempo, aunque
las victorias seguían cayendo del lado japonés. A finales de 1937
había caído gran parte del territorio norte de China, incluida la
ciudad de Shanghái. En la imagen se puede ver a una familia de refugiados
que abandona su casa tras los ataques japoneses, cuyas consecuencias
sufrieron especialmente las clases humildes. Con el apoyo de Alemania,
Japón continuó con su política expansionista y en 1941, cuando todavía
seguía vivo el conflicto sino-japonés, atacó las bases estadounidenses
del Pacífico, por lo que Estados Unidos le declaró la guerra. Una
guerra que los japoneses terminaron perdiendo en 1945.
La guerra fue el resultado de las consecuencias de
la primera guerra sino-japonesa de 1894-1895, así como de una política
imperialista japonesa que se extendió durante décadas destinada
a ampliar su influencia política y militar con el fin de garantizar
el acceso a las reservas de materias primas y otros recursos económicos
de la zona, en particular los alimentos y el trabajo, y comprometer
la guerra con otros en un contexto de política del militarismo agresivo
modernizado en la región Asia-Pacífico, particularmente con la Asociación
de Apoyo al Régimen Imperial del gabinete de Hideki Tojo y con el
orden del emperador Showa. Antes de 1937, China y Japón lucharon
en conflictos menores, localizados, los llamados «incidentes». En
1931, el incidente de Mukden precipitó la invasión japonesa de Manchuria
por el Ejército de Kwantung japonés. El último de estos incidentes
fue el incidente del Puente de Marco Polo de 1937, que marcó el
comienzo de la guerra total entre los dos países.
Bombardeo japonés de la localidad de Wanping, cerca
a Pekín, durante el incidente del Puente de Marco Polo, que marcó
el comienzo de la guerra.
A principios de 1938, los japoneses emprendieron una
operación de pinza para adueñarse de Wuhan, rodeándola por el norte
y el este. Para ello tenían que tomar la ciudad de Taierzhuang y
el estratégico nudo ferroviario de Xuzhou. La toma de este permitiría
además establecer contacto entre los ejércitos japoneses desplegados
en el norte de China y los que combatían en el centro; los japoneses
esperaban conectar la antigua capital, Pekín, con la nueva, Nankín,
ambas ya en sus manos. A mediados de ese año se produjo la mayor
batalla de los primeros quince meses de combates, la de Wuhan, la
última gran ciudad industrial que no se hallaba ya bajo control
japonés. Un ejército japonés de cuatrocientos mil hombres al mando
de príncipe Kan'in Kotohito atacó la estratégica urbe a orillas
del río Yangtsé.
Soldados atravesando un terreno inundado por la voladura
de los diques del Yangtsé. La acción permitió detener durante varias
semanas el avance japonés, pero afectó a millones de personas.
Mientras se libraban los combates por el dominio de
Wuhan, terminaba la estrecha relación del Gobierno chino con Alemania;
Chiang Kai-shek, el entonces presidente de la República de China
llegó a felicitar a Hitler por el Anschluss, la anexión de
Austria a la Alemania nazi, pero Berlín, con un nuevo ministro de
Asuntos Exteriores claramente filojaponés, Von Ribbentrop, reconoció
la independencia de Manchukuo, cesó la exportación de armamento
a China y retiró a su embajador y a sus asesores militares en junio.
La incapacidad de las partes para poner fin a la guerra
hasta 1945 no impidió que los contactos entre ellas fuesen continuos.
Se conocen al menos veinte negociaciones diferentes entre chinos
y japoneses, que tuvieron lugar a lo largo de toda la contienda,
si bien la mayoría se concentraron en los años 1937-1940. La actitud
china en estos contactos se caracterizó por la continua negativa
a reconocer la independencia de Manchukuo y a ceder a los intereses
japoneses en el norte de China. Los japoneses variaron sus exigencias
siguiendo la suerte de la guerra. En el 1940, exigieron el reconocimiento
de Manchukuo, el fin de la resistencia china, la persecución conjunta
de los comunistas, el despliegue de tropas en el norte de China
y Mongolia Interior, la aceptación china de asesores militares y
económicos y la colaboración del Gobierno de Chongqing con Wang
Jingwei. El rechazo chino a permitir la presencia de tropas niponas
en su territorio frustró la negociación.
Para cerca de doscientos millones de chinos, la guerra
supuso entre seis años y medio y ocho años de ocupación japonesa.
Tan solo en la rica región del bajo Yangtsé aguas abajo de Wuhan
y en el triángulo formado por las urbes de Shanghái, Nankín y Hangzhou
vivían más de cien millones de personas.
El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joachim
von Ribbentrop, firma el Pacto Ribbentrop-Mólotov ante Stalin y
su homólogo soviético, Viacheslav Mólotov, en agosto de 1939. El
acuerdo hizo que disminuyese progresivamente la ayuda soviética
a China.
La situación de la guerra mundial tampoco favoreció
a los chinos: los Estados Unidos seguían sin entrar en guerra con
Japón y en junio de 1940, Francia se rindió a Alemania. Los franceses
cortaron el ferrocarril que unía Indochina con Yunnan cuando los
japoneses entraron en el norte de la región, también en junio de
ese año. El Reino Unido, que deseaba evitar toda provocación a Japón
en un momento de gran debilidad en Europa tras la derrota francesa,
cerró durante tres meses la carretera de Birmania a partir de julio.
El efecto inmediato del ataque a Pearl Harbor fue
la invasión japonesa de las concesiones internacionales en China.
Las de Shanghái fueron ocupadas el mismo 8 de diciembre. En Hong
Kong, los británicos resistieron encarnizadamente hasta el 25 de
diciembre cuando, reducidos a algunos lugares de la isla homónima,
se rindieron. La rendición desencadenó la huida del enclave de cerca
de un millón de chinos en condiciones abominables. La entrada de
los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial a finales de 1941
frenó el avance japonés en China. Al igual que en China, la esperanza
japonesa de una victoria rápida sobre los Estados Unidos no se concretó,
y la llegada al océano Pacífico de tropas estadounidenses convirtió
a la guerra con China en una carga para Japón. Si bien la presencia
de tropas japonesas en China limitó el alcance de los bombardeos
estadounidenses, se tuvo que mantener una gran guarnición de soldados
para controlar a la incontable población china, soldados que sin
ninguna duda hubieran sido de ayuda en Birmania o Guadalcanal.
Nube de humo originada por el bombardeo atómico de
Hirosima del 6 de agosto de 1945. Este y el de Nagasaki, acaecido
tres días después, precipitaron la rendición del Japón.
La guerra, que había durado más de ocho años, causó
una enorme destrucción y unos veinte millones de muertos, la gran
mayoría, civiles. Los ejércitos gubernamentales chinos quizá perdieron
un millón de soldados. China se hallaba arrasada por la larga contienda.
Extensas zonas rurales quedaron dominadas por los comunistas, en
especial en el norte del país. Otras estaban en poder de unidades
militares a menudo ligadas a los desaparecidos Gobiernos títeres
chinos. El Gobierno nacionalista, deseoso de recuperar el control
del mayor territorio posible, de que este no cayese en manos de
los rivales comunistas y de aumentar sus fuerzas, aceptó en general
la inclusión en el Ejército de estas unidades. Aunque algunas de
estas se integraron en el ejército comunista, el grueso engrosó
las filas del Gobierno del Kuomintang. A diferencia de los mandos
militares filojaponeses, que no sufrieron en general castigo alguno
de los vencedores, los políticos que habían colaborado con los nipones
sí sufrieron duras represalias, primordialmente porque no resultaban
necesarios en la posguerra, en contraste con los militares.
Tanto nacionalistas como comunistas se apresuraron
a apoderarse de todo el territorio y armamento posibles, señal de
la rivalidad entre los dos grupos que más tarde se tornaría en guerra
civil.
El final de la guerra supuso la salida definitiva
de Japón del territorio chino. Todo el territorio ocupado, así como
Manchuria y Taiwán, volvían a estar bajo soberanía nominal china,
y Chiang Kai-shek restablecía el gobierno de Nankín. Sin embargo,
las fuerzas comunistas de Yan'an, muy fortalecidas por los años
de guerra y por la intervención soviética en Manchuria, aumentaban
su influencia sobre numerosas zonas de la China rural. La salida
de los japoneses daba paso así a una guerra civil abierta entre
el KMT de Chiang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong. Corea
dejó de ser japonesa y se dividió en dos partes: Corea del Norte,
la parte apoyada por los soviéticos y Corea del Sur apoyada por
Estados Unidos. La escalada de tensión entre ambas degeneró en una
guerra abierta cuando Corea del Norte invadió Corea del Sur el 25
de junio de 1950, comenzando la guerra de Corea, que supuso el primer
conflicto armado serio de la Guerra Fría. Y seguimos batallando
...
Ni las terribles circunstancias por las que estamos
atravesando han impedido que un año más el Nature Photographer of
the Year, el certamen de fotografía organizado por la organización
Nature Talks con sede en los Países Bajos y enfocado exclusivamente
en la naturaleza, haya batido un nuevo récord de participación.
Las 12 categorías del concurso, que este año celebra
su cuarta edición telemáticamente, ha contado más de 19.500 imágenes
de fotógrafos procedentes de más de 95 países distintos. El trabajo
de los jueces se ha presumido titánico, pero al final ha sido la
fotografía de una jirafa en Parque Nacional Nakuru, en Kenia, la
que le ha valido al fotógrafo italiano Roberto Marchegiani el gran
premio de la competición.
Poco antes de la puesta del sol, Marchegiani y sus
amigos localizaron a un grupo de jirafas que pasaban frente al bosque.
Con una lente de enfoque largo de 600 mm, el fotógrafo encontró
una magnífica vista del bosque que le conmovió. En lugar de tomar
fotografías de las jirafas que pasaban, mantuvo el encuadre en un
punto específico del bosque y esperó a que estas se cruzaran. El
ángulo era estrecho y había mucha vegetación en primer plano, por
lo que empleó la máxima apertura para difuminar la vegetación tanto
como le fuera posible. "Al final, fui recompensado por mi terquedad:
las jirafas pasaron exactamente por el lugar correcto. La escena
me recordó a un paisaje jurásico, con un dinosaurio herbívoro en
la misma posición que la jirafa”, cuenta el autor. No obstante,
la fecunda edición de este año nos ha regalado auténticas joyas
del mundo natural en forma de imagen.
Las mostramos todas en esta galería fotográfica:
El Parque Nacional Lago Nakuru es un parque nacional situado
en Kenia, ubicado a 157 km de Nairobi, cerca del municipio
de Nakuru, en el condado del mismo nombre. Dentro de su perímetro
se encuentra el lago Nakuru, conocido por su antigüedad geológica
y por su alcalinidad. La zona del lago es refugio de aves
migratorias, particularmente de flamencos. El ornitólogo Roger
Tory Peterson dijo que cuando se reúnen varios millones de
flamencos forman El más grande espectáculo del mundo. La palabra
Nakuru significa "polvoriento" en maasai. Las aguas del lago
son muy alcalinas y solo son habitadas por algunas especies
de algas y zooplanctons, en gran abundancia. El parque tiene
tres campamentos, en las cercanías hay un refugio juvenil
y bastantes hoteles. También hay instalaciones para alojamiento
y laboratorio para investigadores que trabajan en el parque
en diferentes proyectos.
Un disparo de Steffen Foerster.
Se trata de un parque nacional de talla mundial con fuertes
ecos de Memorias de África, dominado por uno de los lagos
más bonitos del Valle del Rift. Las aguas están alineadas
a un lado por un abrupto desnivel y la orilla recibe a veces
el color y la textura de las masas de aves. Pero el lago Nakuru
es además un refugio natural para leones trepadores, leopardos,
jirafas de Rothschild (en altísimo peligro de extinción),
cebras, búfalos, varias especies de primates y algunos rinocerontes.
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La temporada de auroras abarca los meses de septiembre a abril
en el hemisferio norte; y de marzo a septiembre en el hemisferio
sur. Debido a la orientación del eje de nuestro planeta los mejores
momentos para observar y fotografíar el que es uno de los mayores
espectáculos de la naturaleza son los equinoccios de otoño y primavera
respectivamente. Pero además de acotarnos a unas fechas tan concretas,
otro requisito a tener en cuenta es la oscuridad del cielo. Las
mejores condiciones para contemplar auroras en todo su esplendor
se producen en las zonas alejadas de la luz de las grandes ciudades,
sin embargo, los grandes despliegues visuales de algunas auroras
son visibles al ojo humano incluso desde zonas afectadas por la
contaminación lumínica.
Glugafoss, Islandia.
Dan Zafra, editor del blog de viajes y fotografía Capture the Atlas,
recopila y selecciona las mejores instantáneas de auroras boreales
tomadas durante todo el año, y no solo por algunos de los mejores
fotógrafos del mundo, si no también por los nuevos talentos que
se adentran en este mundo de fantásticas y fantasmagóricas luces,
así como de lugares desde donde las auroras nunca antes hubieran
sido fotografíadas. El resultado del trabajo de Zafra es un blog
que, con un carácter didáctico, está enfocado en los viajes, la
fotografía de paisaje y la astrofotografía.
Fruto de todo ello nació Northern Lights Photographer of the Year,
que cada año, en diciembre, coincidiendo con la temporada de auroras
boreales, nos ofrece las mejores imágenes del año en esta especial
categoría.
Fotografiar la Vía Láctea es una de las experiencias más desafiantes
pero gratificantes. Requiere una gran planificación y siempre hay
algunos aspectos técnicos a considerar. Sin embargo, ver la galaxia
capturada en la pantalla de tu cámara es una emoción difícil de
describir. Cualquier gran fotografía de la Vía Láctea siempre va
más allá de los pasos técnicos; hay un momento, una historia y una
semilla que ha ido creciendo en la mente del fotógrafo durante algún
tiempo hasta que todos los elementos se alinean para crear la imagen.
Para ayudarlo a encontrar inspiración para planificar y ejecutar
sus fotografías de la Vía Láctea, han recopilado las mejores imágenes
de la Vía Láctea tomadas en todo el mundo, como lo hacen todos los
años.
Abróchate el cinturón porque este viaje te llevará desde el lejano
oeste americano hasta los paisajes desconocidos de la Antártida,
pasando por espectaculares desiertos, glaciares, montañas, playas…
siempre con la Vía Láctea brillando en el cielo.
Los Museos Arqueológicos de Gijón/Xixón, con la colaboración del
Diario El Comercio y la empresa OLYMPUS, organizan el concurso fotográfico
Arqueofoto Gijón/Xixón 2019 con el objetivo de difundir el patrimonio
arqueológico.
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