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Los medios de comunicación franceses han despedido al inglés Edward
Bond, fallecido el 3 de marzo a los 89 años en Cambridge, con los
honores debidos a un dramaturgo francófono. El autor de Saved (Salvados),
Early Morning y Bingo, obras que sacudieron la escena londinense
entre los últimos años 60 y los primeros 70, tuvo a partir de la
década siguiente una serie de desencuentros irresolubles con los
teatros estatales de la capital británica. En 1985 dejó la dirección
de The War Plays (Piezas de guerra), producción de la Royal Shakespeare
Company, y acusó a la compañía de “coquetear con el sector turístico”.
Posteriormente abandonó el patio de butacas durante sendos reestrenos
de The Sea (uno de ellos dirigido por Sam Mendes en el National
Theatre), porque ambos le parecieron un aburrimiento. “El teatro
inglés se ha vuelto pueril, solo apela a las emociones (..) Se nos
trata como si fuéramos niños”, se quejó en una entrevista. Hijo
de labradores que hubieron de emigrar a Londres durante la Gran
Depresión, Bond se aficionó al teatro porque su colegio le llevó
a ver un Macbeth, recién finalizada la Segunda Guerra Mundial. Trabajó
como mezclador de pinturas, fue montador en una fábrica de automóviles
e hizo la mili en la Viena ocupada.
Edward Bond, en 1981 en el exterior del Royal Court Theatre.
Con 21 años, entró en el círculo de jóvenes escritores del Royal
Court de Londres, donde estrenó Las bodas del Papa (1962). En 1965,
Bond se disponía a estrenar Saved en este mismo teatro, pero Lord
Charberlain, censor de la Casa Real, se negó a dar su visto bueno
si no cambiaba una escena. El autor se negó en redondo y su gesto
inédito desencadenó una campaña de protestas que consiguieron liquidar,
tres años después, el requisito de censura previa, vigente desde
hace más de dos siglos. Durante el período en el que estuvo prohibida,
Saved fue el mayor éxito internacional del teatro británico del
momento: sumó una treintena de producciones en el extranjero.
En la escena que resultaba inadmisible para el censor, un grupo
de jóvenes de la periferia londinense apedreaba al bebé de uno de
ellos. Más dura le pareció a la crítica una escena anterior donde
el pequeño lloraba a moco tendido mientras su familia le ignoraba.
Con el triángulo protagonista formado por Led, Pam y el padre de
la criatura, Bond puso en evidencia la penuria, la ausencia de horizontes
y el embrutecimiento a los que se veían abocados los jóvenes de
clase obrera, como el propio autor. “Escribir sobre la violencia
me resulta tan natural como a Jane Austen escribir sobre modales”,
dijo en cierta ocasión. A partir de Saved, Bond enhebró de seguido
un quinteto de obras que lo consagran como autor sobresaliente del
teatro universal de la segunda mitad del siglo XX: Early Morning,
sátira grotesca de la corte victoriana; El angosto camino hacia
el profundo norte, escrita al estilo del teatro no; Lear, una puesta
al día radical de la pieza homónima isabelina; The Sea, y Bingo
(1973), retrato de un Shakespeare que, ya anciano, se ha convertido
en un terrateniente cómplice de la tipificación penal de la pobreza,
a sabiendas de que la nueva ley llevará a los mendigos a la horca.
Las influencias brechtianas en el teatro de Edward Bond. Brecht
propone la teoría del distanciamiento o extrañamiento para organizar
su propuesta dramatúrgica. Impide al espectador identificarse instintivamente
y confundir el drama con la realidad. En la medida en que reconozca
como histórica una situación, el mundo parecerá capaz de ser transformado.
Eugen Berthold Friedrich Brecht, conocido como Bertolt Brecht fue
un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo
XX, creador del teatro épico, también denominado teatro dialéctico.
De ambos hablamos en la séptimo página del monográfico
dedicado a la censura de nuestra bibliotecaria.
En muchas obras de Bond aparece un bebé abandonado a su suerte.
El narrador de la primera de sus Piezas de guerra (tríptico de siete
horas montado exitosamente por Alain Françon en el Festival de Aviñón
de 1994) es un no nacido calcinado en el vientre materno durante
una explosión nuclear. “Soy ciudadano de Auschwitz y de Hiroshima”,
afirma Bond en uno de sus poemas. En su teatro hay siempre un antagonismo
lacerante entre unos sujetos sin escrúpulos y otros que caminan
hacia la luz a trompicones. La peripecia de sus personajes es extremada,
como la de los héroes trágicos griegos, porque, dice, “solo abordando
lo extremo se comprende la realidad”. Es, sin embargo, un autor
optimista: confía en que el teatro incisivo puede cambiar la realidad.
No le parece que la escena londinense esté en esa línea: “El National
Theatre es una cloaca en Technicolor”, llegó a decir.
La labor de Bond ha influido sobre autores como Sarah Kane, a la
que apoyó, Mark Ravenhill o el irlandés Martin McDonagh. En España
se le ha escenificado poco y se le ha editado menos. Son excepciones
el montaje de Saved (Salvats) protagonizado por Julio Manrique y
Ariadna Gil, que dirigió Josep Maria Mestres en 1998 en el Lliure;
el estreno de Summer (Estiu) en el TNC, con Julieta Serrano y Mercedes
Sampietro dirigidas por Manel Dueso, en 2001; o el de Have I None
(Otro no tengo), con puesta en escena de Carlos Aladro, en 2013
en el Círculo de Bellas Artes.
Never Mind the Bollocks, Here's the Sex Pistols o
simplemente conocido como Never Mind the Bollocks es el primer y
único álbum de estudio de la banda británica de punk Sex Pistols.
Pásate por Clave de Fa >> Reseñas.
Desde 1985, el autor de Café (drama sobre la masacre de decenas
de miles de judíos, pero también de prisioneros de guerra soviéticos,
gitanos, partisanos y militantes comunistas, en el barranco ucraniano
de Babi Yar, durante la II Guerra Mundial) escribe obras por encargo
de la compañía Big Brum, de Birmingham, que las representa en colegios
para alumnos de entre 9 y 12 años. Varias de ellas están ambientadas
en un apocalíptico año 2077. En Granada, su amigo César Villa, Fundador
de la Asociación Patio Edward Bond de la Juventud, intenta hacer
una labor similar. Bond compuso también libretos de ópera y guiones
cinematográficos, entre ellos el de Blow-Up, nominado al Oscar de
1966. En su opinión, al teatro griego le competía hablar de la justicia,
porque la ley era injusta. Dea (2016), última obra que dirigió en
Inglaterra, es una relectura radical de Medea. Se estrenará en Francia
en octubre en el Théâtre-Studio de Alfortville, en las afueras de
París, por iniciativa de Christian Benedeti, otro gran valedor del
autor británico.
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