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Drácula es una novela de fantasía gótica escrita
por Bram Stoker, publicada en 1897. Publicada en castellano
por Ediciones Hymsa bajo la colección La novela aventura en
1935, con portada de Juan Pablo Bocquet e ilustraciones de
Femenía. Drácula, fue elogiada por Arthur Conan Doyle y es
considerada como la novela de terror más hermosa jamás escrita.
Hasta el día de hoy no ha dejado de publicarse, ha sido traducida
a más de cincuenta idiomas y ha logrado vender alrededor de
doce millones de copias. Sin embargo, era mantenida en el
terreno marginal de la literatura sensacionalista y solo en
1983 fue incorporada entre los clásicos de la Universidad
de Oxford. Su personaje protagonista, el conde Drácula, se
volvió el arquetipo de vampiro occidental por antonomasia,
considerándole el más famoso de la cultura popular. La popularidad
de su personaje es tal que ha sido adaptado al cine, cómics,
teatro y/o televisión en innumerables ocasiones; siendo la
más fiel al libro y la más destacada la adaptación al cine
realizada por Francis Ford Coppola en 1992.
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Reseñas.
Una de las más que posibles grandes referencias
sobre todo lo que rodea a esta novela es el relato "El extraño
misterioso". Se trata de un cuento publicado en 1844 por el
escritor alemán Karl von Wachsmann. Aunque algunos aspectos
del personaje, están basados en Vlad III, el Empalador, príncipe
de Valaquia del siglo XV, en realidad la novela Drácula no
tiene relación histórica con la vida de Vlad el Empalador.
Se dice que el escritor se basó en las conversaciones que
mantuvo con el orientalista húngaro Ármin Vámbéry; quien le
habló de Vlad Tepes. También se dice que Bram Stoker se basó
en la figura de la condesa húngara Erzsébet Báthory. Para
describir los paisajes de Rumanía, Stoker se sirvió de dos
obras: una, de Emily Gerard, La tierra más allá de los bosques
(1888); y la otra, un Informe sobre los principados de Valaquia.
La novela; escrita de manera epistolar, consiste en la lectura
de una serie de documentos, que son, en su mayoría, los diarios
de los personajes y presenta temas como el papel de la mujer
en la época victoriana, la ciencia y la superstición, la sexualidad,
la inmigración, el colonialismo o el folclore.
La escritora estadounidense Anne Rice, que saltó
a la fama tras publicar en 1976 su novela Entrevista con el
vampiro, con una fantástica adaptación, falleció
en 2021 a los 80 años a causa de las complicaciones de un
derrame cerebral. Hablamos de su trabajo y de otros con vampiros
entre sus páginas dentro del monográfrico que
nuestra bilbiotecaria dedica a las sagas.
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La extraordinaria carta de amor del autor de
“Drácula”, Bram Stoker, a Walt Whitman.
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Forjador de uno de los mitos contemporáneos
que más han influido en la cultura popular –el vampiro conocido
como Drácula–, el irlandés Bram Stoker (1847-1912) está lejos
de ser el autor de una sola obra: junto a más de diez novelas,
poemas, adaptaciones teatrales, crónicas y artículos, Stoker
cultivó de manera exquisita y afortunada la narrativa breve,
aunque quedase sepultada por su mayor éxito. Publicó en vida
dos colecciones de cuentos –El País Bajo el Ocaso (1881) y
Atrapados en la nieve (1908)–, y su viuda dio a la imprenta
una tercera, El invitado de Drácula y otros relatos inquietantes
(1914), dos años después de su muerte. Pero, además, quedaron
dispersos o sin publicar casi una treintena de cuentos que
en 2018 se reunieron por primera vez en un volumen, y que
vienen a mostrar la diversidad temática y estilística –desde
lo fantástico a lo autorreferencial; desde las estampas más
realistas a la estructura de relatos engarzados– de un autor
fundamental en las letras anglosajonas.
Esta edición –rigurosamente preparada por Antonio
Sanz Egea y con las nuevas traducciones del escritor Jon Bilbao–
no solo es la ocasión para reivindicar facetas desconocidas
de un gran creador, sino una oportunidad única para conocer
toda la producción cuentística de Stoker de manera ordenada
y con numerosa información, porque, a día de hoy, ni siquiera
en su lengua original se han reunido todos sus cuentos de
esta forma.
Para Bram Stoker (Irlanda, 1847-Londres, 1912),
Drácula nunca fue fundamental en su vida. No le hizo famoso,
no le dio demasiado dinero, al menos no tanto como luego sí
le daría a sus herederos, y además sepultó su faceta literaria
como cuentista. El escritor irlandés moriría en 1912 en la
bancarrota. Sus últimos años los pasaría pidiendo dinero a
amigos, enfermo –voces lenguaraces aseguran que de sífilis-,
y quemando la correspondencia de los últimos años, quizá por
miedo a lo que había en ella, ya que tuvo muy estrecha amistad,
y hay quien sostiene que incluso una relación de cariz sentimental,
con el actor Henry Irving, una de las superestrellas de su
tiempo, y con el escritor Oscar Wilde. Pobre, desahuciado
y temeroso en una época victoriana y reprimida. Nada que ver
con lo que se espera de uno de los autores más famosos del
mundo todavía hoy.
Este perfil lo ofrece Antonio Sanz Egea, experto
en la figura de Stoker y responsable de la edición de la colección
de cuentos completos del irlandés publicada ahora por el sello
Páginas de Espuma con la traducción de Jon Bilbao. Es la primera
vez que aparece una compilación semejante en la que una buena
parte de ellos –hasta el 40%- se pueden leer por primera vez
en español. Y como afirma Sanz Egea, a través de estos textos
se puede intuir la biografía del irlandés. Una vida un tanto
nebulosa que ya intentó esclarecer David J. Skal en el libro
'Algo en la sangre': la biografía secreta de Bram Stoker,
publicado el año pasado por Es Pop Ediciones, y donde ya aparecen
puntadas sobre su actitud frente al sexo y el papel de los
géneros, además de su relación con la enfermedad –fue un niño
enfermizo hasta los 10 años- y su crisis de fe –era protestante,
pero en los últimos años abandonó toda religiosidad.
El actor victoriano Henry Irving, biografiado
por Bram Stoker, en una fotografía de Samuel A. Walker, 1883.
En total, Stoker escribió tres libros de cuentos,
pero sólo dos de ellos llegaron a publicarse en vida: 'El
País bajo el ocaso' (1881) y 'Atrapados en la nieve' (1908).
El tercero, 'El invitado de Drácula y otros relatos inquietantes',
fue llevado a la editorial por su viuda Florence en 1914.
Ella se había convertido en su albacea y fue la primera que
vio el potencial –económico- que había en su marido, y que
él no había llegado nunca a vislumbrar ni a disfrutar. De
hecho, sumó a este tercer libro un cuento que dijo haber sido
extraído de Drácula, pero que había sido desestimado por el
editor al alargar demasiado la novela.
También dijo que algunos de los cuentos ya habían
sido publicados en prensa –nunca se supo cuántos ni cuáles-
y que esto era un proyecto que había pensado Stoker. Posiblemente,
toda una estrategia comercial que a Florence le salió muy
bien. Años después se encargaría además de que todas las adaptaciones
teatrales y cinematográficas de Drácula pasaran por la caja
de los derechos de autor. Incluso logró parar la distribución
de la película Nosferatu de Murnau en 1922. Si el filme ha
llegado a nuestros días es casi de casualidad.
Parece que la bahía de Cruden le inspiraba,
y, una vez encontró el tiempo, se puso a escribir y a recopilar
datos para Drácula desde esa pintoresca cala de acantilados
al nordeste de Escocia, coronada por el castillo de Slains.
Bram no tenía tanto esa visión de su obra. “Nunca
se vio a sí mismo como un escritor de primera”, asegura Sanz
Egea. Escribía sus cuentos, pero lo que más le satisfacía
era trabajar como secretario para Henry Irving, de quien se
había quedado prendado cuando le vio por primera vez actuar
en 1867. También administró durante tres décadas un teatro
que ambos tuvieron en Londres. Vivía por y para ello como
había hecho durante su juventud con el deporte. Fue uno de
los grandes atletas de su época ganando numerosas medallas
en atletismo o remo, lo que también algo dice sobre la pasión
que sentía por el cuerpo. La literatura estaba ahí como lo
estaba su faceta como crítico teatral y periodista. Y aunque
haya sido mundialmente conocido por su vampiro de Transilvania,
el escritor no siempre jugó con el género del terror. Su primer
libro de cuentos , 'El país bajo el ocas'o, está más cercano
a la fantasía y se nutre de hadas, ángeles, trolls y castillos.
En él se advierte la figura de su madre Charlotte, la matriarca
de la familia y una presencia fundamental en su vida por su
fuerte temperamento. Fue ella la que le contó muchas historias
en las que aparecían muchos de estos personajes del reino
de la fantasía.
Londres rico, Londres pobre. Londres en los
1800.
El segundo, 'Atrapados en la nieve', lo publicó
una vez muerto Irving y es un homenaje a su figura y un acto
de amor, puesto que son relatos a partir de la gira teatral
que la compañía emprendió por Inglaterra. El tercero ya sí
coquetea con lo gótico y lo terrorífico. No hay que olvidar
que Drácula lo había publicado en 1897 y los lectores si algo
querían leer de Stoker era su faceta más vampírica. Su viuda
Florecen bien lo sabía: las modas literarias han existido
siempre. Durante mucho tiempo, el escritor también publicó
en prensa relatos desperdigados que se han reunido en esta
colección con bastante esfuerzo –algunos gracias a la digitalización
de los periódicos-, puesto que como señala Sanz Egea nunca
interesó demasiado su recopilación. “Al final, Drácula eclipsó
toda su obra, y aunque hubo recopilaciones en los años ochenta
muchos estaban mal etiquetados y no estaba claro que fueran
de él”, admite el editor. Por otra parte, Stoker muchas veces
enviaba sus cuentos a periódicos de Estados Unidos y Australia,
antes que a los de Reino Unido, que nunca más se volvieron
a publicar y de los que el escritor no guardó ninguna copia.
Stoker fue, en palabras de Clive Leatherdale,
“un escritor con una trayectoria vulgar que solo encontró
la inspiración en una obra”. Pero menuda inspiración. ¿Cómo
escribió esta maravilla? ¿De dónde sacó Stoker a su personaje
inmortal?
Para abordar este tema se reúnen varios elementos:
el folclore de Irlanda, la literatura gótica y romántica,
el escritor Hall Caine, Macbeth, de William Shakespeare, y
las creencias e inspiración de la bahía de Cruden. Sin duda,
la superstición europea da para muchas líneas de texto, pero
bastará, esta vez, con decir que toda esa masa de creencias
y mitología no llegó a Irlanda de la misma forma, sino que
se mezcló con las tradiciones folclóricas de los indígenas
irlandeses, que nunca fueron conquistados por Roma. El resultado
sería una superstición gaélica rica y diversa, que inspiró
y sigue inspirando a muchos autores.
Nosferatu, una sinfonía del horror y una obra
maestra del impresionismo.
Stoker también conocía muy bien la literatura
gótica y romántica. Está presente en Drácula el mito de Fausto,
e, igualmente, se puede apreciar también la influencia de
clásicos como El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El
retrato de Dorian Gray y, sobre todo, La dama de blanco, de
Wilkie Collins, que pudo dejar huella en Stoker, con su estilo
epistolar, y en la construcción de los personajes. Sobre todo,
en la del villano, que en ambas obras es un conde. Por su
parte, Hall Caine era un amigo de Stoker y constante fuente
de estímulo. Fue un escritor bastante popular en la época,
y Stoker trataba con él de temas sobrenaturales. A Hall Caine,
precisamente, le dedicó su obra.
Las similitudes entre Drácula y Macbeth darían
para otro artículo. Ambas obras giran en torno a un castillo
solitario al que llega un forastero ingenuo, que recibe visitas
durante el sueño, y en ambas el tema principal es la personificación
del mal. El nordeste de Escocia es un yacimiento de creencias
paganas. Es cierto que Stoker se nutrió del folclore y los
datos que pudo recopilar también en los emplazamientos ingleses
que menciona en la novela. Libreta en mano, Stoker apuntó
inscripciones reales de lápidas de Whitby, en el noroeste
de Inglaterra, tomó nombres de estas tumbas para sus personajes
y supo del naufragio de una goleta rusa llamada Dimetry, que
no dudó en reproducir en su novela, cambiando el nombre del
barco por Demeter.
En 1970 se descubrieron en Filadelfia las anotaciones
que Stoker había ido recogiendo para escribir Drácula. Están
fechadas entre 1890 y 1896, de modo que la novela tardó siete
años en aparecer de forma definitiva. Hay que tener en cuenta
que Stoker era un escritor a tiempo parcial, no vivía de ello.
Estas notas dejan claro que Stoker leyó un artículo
de Emily Gerard sobre supersticiones de Transilvania. De ahí
extrajo ideas sobre las creencias locales de vampiros y ahí
descubrió la palabra “nosferatu”, que no significa “no muerto”.
En realidad, no significaba nada en rumano: parece que es
una mala traducción, pero ahí se ha quedado el término para
siempre, con el apoyo de la película de 1922 dirigida por
Friedrich Wilhelm Murnau.
La condesa sangrienta Erzsébet Báthory.
Es más, es posible que Stoker pudiera haberse
inspirado en una mujer vampiro histórica, Erzsébet Báthory.
El irlandés pudo leer una mención a esta condesa sangrienta
al consultar otra de las fuentes que conocemos por sus notas,
The Book of Werewolves, de Sabine Baring-Gould.
¿De dónde viene esa relación del Drácula ficticio
con el Vlad Tepes histórico? Muy sencillo: del interés político
y económico del ser humano. Como es lógico, a los rumanos
les interesó explotar el potencial turístico de Drácula y
unirlo a Vlad Tepes como símbolo nacional. Que en vez de
ser un empalador despiadado se ha reconstruido como un cruzado
contra el invasor otomano. Así, pueden desvalijar a los turistas
que son llevados al castillo de Bran y la fortaleza de Poenari,
que nada tienen que ver con Drácula. Y les da igual mezclar
Transilvania con Valaquia o lo que haga falta. Igual ocurre
en Gran Bretaña, donde se han aprovechado de este turismo
literario, haciendo de los lugares ingleses mencionados en
la novela una amalgama de tiendas de souvenirs y desfase pop.
De hecho, es posible rastrear la primera vez
que equipararon al Drácula ficticio con el histórico. Fue,
curiosamente, en Turquía, donde se plagió descaradamente la
novela de Bram Stoker en 1928. Ali Riza Seyfi se presentó
como el autor de un texto original titulado Kazikli Voyvoda,
es decir, "El voivoda empalador". Seyfi convirtió a todos
los personajes en turcos que sufrían la maldad de Vlad el
Empalador. Por lo demás, la historia es la misma, e incluso
sirvió para hacer la primera película de terror del cine turco,
Drakula Istanbul’da, de 1953.
Vlad III de Valaquia, conocido como Vlad el
Empalador o Vlad Drácula, fue príncipe de Valaquia entre 1456
y 1462. Está considerado uno de los gobernantes más importantes
de la historia de Valaquia y héroe nacional de Rumanía. Fue
el segundo hijo del príncipe Vlad II Dracul de Valaquia.
Aunque toda su obra diga algo de la biografía
del personaje, ésta sigue siendo un tanto oscura. Hoy se sabe
que Stoker mintió con su currículo ya que nunca fue licenciado
cum laude por el Trinity College en Matemáticas. Falseó sus
notas de mal estudiante. En esto nunca habrá un primero ni
un último que lo haga. Pero lo que no se sabe es, por ejemplo,
qué relación llegó a mantener con Oscar Wilde. Florence había
sido primero novia del autor del 'El retrato de Dorian Gray'
y ambos eran muy amigos. ¿Qué ocurrió entre ellos? Stoker
quemó todas las cartas. En su vida siempre estuvo latente
ese juego sexual que también está en Drácula, ese vampiro
al que se le teme y a la vez se le desea. Stoker no solo creó
un mito sino también dio rienda suelta a una de las grandes
parafilias humanas. En eso, quizás, se resume su propia vida.
Por cierto, la condesa ...
Erzsébet Báthory es considerada la más devastadora
asesina en serie de la historia. Seiscientas veintisiete doncellas
fueron masacradas por su propia mano, con ayuda de una engrasada
maquinaria letal: una jaula con puñales automáticos, “la dama
de hierro”, traída desde Venecia a su castillo de Csejthe.
Las Notas sobre el proceso contra Erzsébet Báthory de Mihail
Baffy, versión española de Losada explican bien la cuestión.
Para el heraldismo, los Báthory representan un manantial de
agua pura del señorío austro-húngaro, sin embargo, para la
Historia centroeuropea, esa heráldica se tiñe de rojo al estallar
el proceso contra Erzsébet (1610-1614) y dictarse su espantosa
condena. Desde entonces representan un linaje relacionado
con la belleza torturada. Alejandra Pizarnik (Aquarius Ediciones)
tiene un excelente ensayo que enlaza con La comtesse sanglante
de Valentine Penrose, en español La condesa sangrienta (Siruela).
Este relato se instala en la leyenda de Csejthe —Cachtice
según los rumanos—, nombre del castillo fortificado donde
se cometieron atrocidades contra jóvenes campesinas. Su marido
era el conde Ferendzi, conocido por su refinada crueldad en
el campo de batalla, que al regresar a Csejthe humillaba a
Erzsébet de tal forma que algunos investigadores le consideran
causa directa de las abominables actividades a las que esta
se dejaba ir cuando él regresaba al santuario de la guerra.
El primer crimen desató una jauría humana. La
mañana del 12 de julio de 1604, una peinadora de Budapest,
de paso por Csejthe, tuvo la mala suerte, mientras arreglaba
el tocado de la señora del castillo, de arrancarle un mechón
de la cabellera. Erzsébet se alzó furiosa del peinador y le
propinó un manotazo en la nariz a la infortunada, de la que
brotaron goterones de sangre que salpicaron mejillas, cuello
y manos de la alucinada aristócrata, que, de repente, sintió
cómo se estiraban las estrías que blasonaban sus níveas mejillas,
leves estrías que se transformaban día a día en profundas
arrugas. Aquella sesión marcó el inicio de una masacre sistemática
que duró de 1604 a 1610; murieron más de seiscientas veinte
doncellas, las más bellas y mejor alimentadas de la zona,
la mayoría campesinas que trabajaban a destajo en las tierras
circundantes a Csejthe. Un día de junio de 1610 una de las
doncellas que iba a ser inmolada consiguió fugarse y en la
aldea más cercana contó lo que había visto dentro del castillo.
Lo hizo ante una autoridad civil de la zona, impulsada por
un sacerdote local que a su vez había descubierto varios cadáveres
mutilados en los alrededores de su parroquia. Iglesia y pueblo
llano expusieron el caso ante el rey Matías de Hungría, primo
de Erzsébet, quien ordenó invadir los señoríos de la condesa
Báthory.
Cuando los oficiales la capturaron se estaba
empleando a fondo con tres doncellas. Erzsébet tuvo que abrir
el portón trasero que comunicaba con los pasadizos interiores.
La visión superó todo lo imaginable: decenas de cadáveres
descuartizados yacían apilados unos sobre otros mientras una
veintena de mujeres, atadas con gruesas sogas, esperaban su
turno, desangrándose, porque habían sido torturadas previamente.
Erzsébet Báthory sería emparedada en una habitación sellada,
a oscuras, donde se le alimentaría a través de una estrecha
ranura inferior, como a una bestia, hasta el 21 de agosto
de 1614, día en que apareció tendida en el suelo, boca arriba
y con los ojos abiertos; la expresión de su rostro era aterradora
y su cadáver yacía sobre un charco de sangre.
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