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La poetisa chilena conocida en todo el mundo con el nombre artístico
de Gabriela Mistral y que recibió el premio nobel de Literatura
en 1945 tuvo madre de ascendencia vasca, guipuzcoana. Esta última
se llamó Petronila Alcayaga Rojas, hija de Francisco Alcayaga y
Lucía Rojas. Fue modista y bordadora. Esta ascendencia llevó a la
escritora a definirse a sí misma como "la india vasca". Se dio a
conocer de tal modo cuando llegó a ser cónsul en Madrid entre 1933
y 1935. Diversos estudios ponen en valor la conexión de la americana
con lo vasco. Así, por ejemplo, un análisis de Carola Sepúlveda
en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Santiago
de Chile, pone el foco en la proximidad que Mistral sentía con el
pueblo español, su lengua y así como también su autodefinición como
india vasca. "Todo ello es fundamental a la hora de comprender su
relación con la guerra civil española, donde considero que a partir
de la unión de estos diferentes elementos, la autora consiguió pronunciarse
y desarrollar una forma de resistencia al dolor que le generó este
conflicto".
En ese sentido, la investigadora considera que la autodefinición
de vasca utilizada por Mistral representó una forma de expresión
de su compromiso intelectual, que entre otras cosas, le habría permitido
pronunciarse en relación a lo que fue calificando como las atrocidades
de la guerra civil. Al convertir esta autodefinición en declaración,
a juicio de Sepúlveda, Mistral le confirió una especie de autorización
simbólica a sus palabras, posibilitándole ensayar un lugar de identificación
desde el que "como mujer cónsul latinoamericana pudiese pronunciarse
como intelectual en la España de la época. Ejemplo de ello, fue
una carta enviada a Pío Baroja, donde Mistral le decía: "Usted perdone,
como vasco veraz, el descargo de esta india vasca".
Pero, ¿quién era Gabriela Mistral? Es el seudónimo de Lucila Godoy
Alcayaga, nacida en Vicuña el 7 de abril de 1889 y fallecida en
Nueva York, el 10 de enero de 1957. Fue poetisa, diplomática, profesora
y pedagoga chilena. Por su trabajo poético, recibió el Premio Nobel
de Literatura en 1945. Fue la primera mujer iberoamericana y la
segunda persona latinoamericana en recibir el galardón sueco tras
Carlos Saavedra Lamas.
La investigadora Palmira Oyanguren también ha estudiado la figura
de esta mujer tan significativa no solo en la literatura, sino en
el devenir político. "El 15 de noviembre de 1945, cuando la mujer
no votaba aún en nuestro país, Chile, Gabriela Mistral, se convirtió
en la primera poetisa y literata hispanoamericana galardonada con
el Premio Nobel de Literatura. En tanto, en 1951 Chile le concedió
el Premio Nacional de Literatura. Cinco años después". En palabras
de Oyanguren, Mistral encontró en su apellido materno un motivo
de adhesión al País Vasco. Sus vínculos con Euskadi y su simpatía
por las luchas del pueblo vasco hicieron que cediera los derechos
literarios de su obra de referencia Tala en beneficio de los niños
y niñas vascos víctimas de la Guerra Civil. "El carácter universal
de la obra de Mistral, no sólo es un patrimonio que enorgullece
a Chile y a América en general. Su ancestro guipuzcoano, genealógicamente
demostrado y la grandeza moral de su obra convierten a Gabriela
Mistral en un valor cultural de Euskadi", enfatiza y va mucho más
lejos en su aportación. "La misma poetisa, y biógrafa de Lucila,
Carmen Conde, la describe: "Gabriela tenía un andar reposado y la
estatura prócer de su ascendencia vasca y aymará, toda sonrisa blanca
sobre la tez dorada, con el alma en los ojos, unos ojos magníficos
a flor de agua profunda", subraya.
Al ofrendar los derechos de publicación, Mistral escribe: "Tomen
ellos el pobre libro de mano de Gabriela, que es mestiza de vasco,
y se lave Tala de su miseria esencial por este ademán de servir".
Agrega, "Es mi mayor asombro, podría decir también mi más aguda
vergüenza, ver a mi América española cruzada de brazos delante de
la tragedia de los niños vascos...". A su juicio, el océano no sirvió
como "desembarcadero para los pies de los niños errantes de la desgraciada
vasconia. Los vascos y medio vascos de la América hemos aceptado
el aventamiento de esas criaturas de nuestra sangre y hemos leído,
sin que el corazón se nos arrebate, los relatos desgarrantes del
regateo que hacían algunos países para recibir los barcos de fugitivos
o de huérfanos".
Afectada de cáncer, Gabriela Mistral falleció el 10 de enero de
1957 en el Hospital General de Hampstead, en Nueva York. "Sus restos
fueron traídos a Chile el 19 de enero. Y actualmente, yace en el
pueblo de Montegrande, en la Región de Coquimbo", concluye Palmira
Oyanguren. Andoni de Soraluze, por su parte, recopila diferentes
dedicatorias al pueblo vasco, al de su madre nacida en Chile, pero
de ascendencia guipuzcoana. "A los hijos de Euzkadi, que vi en Londres.
Su hermana de raza, Gabriela Mistral". En otra apunta: "A Euzkadi,
donde se reza el mismo Padre Nuestro a Jesucristo Nuestro Señor
y a la concordia entre las almas libres". Y una tercera: "A la sombra
de nuestro árbol nos reuniremos cuando la libertad vetada vuelva
a nuestra tierra bendita de ángeles y de hombres". Andoni de Soraluze,
por todo ello, le acaba dedicando unas redondas palabras de reconocimiento:
"A quién honró a la tierra de sus progenitores, y la tuvo presente
en los aciagos momentos de la noche oscura y, con amor, luchó por
la justicia, es por lo que hoy le recordamos".
Santiago de Chile, 1930.
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La poetisa Gabriela Mistral (1889-1957), la única
mujer iberoamericana con el premio Nobel de Literatura, sigue más
vigente que nunca 77 años después de recibir el galardón y Chile,
que revisa continuamente su legado, la recuperó en el último año
como símbolo de la crisis social. Desde hace décadas, los chilenos
homenajean de diferentes formas a la escritora y pedagoga: su rostro,
de expresión ceñuda y labios apretados, figura en todos los billetes
de 5.000 pesos y son numerosas las escuelas, bibliotecas y museos
que llevan su nombre. Su imagen, de mujer adelantada a su tiempo
y defensora acérrima de la educación pública, ganó todavía más presencia
a partir de octubre de 2019, cuando se desató en Chile la ola de
protestas más grave en décadas y su rostro fue recuperado por los
jóvenes estudiantes y mujeres que protagonizaron las marchas. "A
principios del siglo XIX, Mistral ya lideraba algunas luchas que
siguen vigentes a día de hoy en nuestro país como la defensa de
la educación pública, la diversidad sexual, el feminismo y la igualdad",
señaló Felipe Mella, director del emblemático centro cultural Gabriela
Mistral (GAM), uno de los más importantes del país. La institución,
fundada y bautizada en homenaje a la poetisa durante el Gobierno
de Salvador Allende (1970-1973), fue intervenida durante el estallido
social por numerosos manifestantes que convirtieron su fachada en
un mural artístico de las demandas sociales. Entre todas las pinturas,
destaca una ilustración de la escritora, con pantalones vaqueros
en lugar de su habitual traje de chaqueta de dos piezas, y guiando
a un pelotón de mujeres que portan el pañuelo verde al cuello, símbolo
de la lucha por el aborto libre.
Pásate por Destacado >> Octubre 2020.
Pásate por Destacado >> Diciembre 2021.
Para Mella, Mistral -Premio Nacional de Literatura
en 1951 y máxima exponente de las letras en Chile-, hubiera sido
la "candidata constituyente perfecta" ahora que el país enfrenta
la redacción de una nueva Constitución para responder a los reclamos
por un modelo más igualitario que nacieron en las calles. "Ella
se hubiera involucrado hoy en todos los temas y su carácter mediador
y su mirada serían perfectos para canalizar las demandas ciudadanas",
aseveró. El próximo abril se escogerán los miembros de la asamblea
que redactará una nueva Carta Magna en sustitución a la actual,
heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y denostada
por un 80 % de los chilenos en un histórico referéndum. En la misma
línea, Karen Vergara, fundadora del colectivo literario "Mistralianas",
dedicado a la difusión de su obra, señaló que la poetisa hubiera
sido una figura "clave" en el proceso constituyente actual porque
"era una mujer que estaba en contacto con la realidad chilena" pero
que también gozaba de "reconocimiento en las altas esferas políticas
y diplomáticas".
El potente movimiento feminista chileno se ha encargado
recientemente de resignificar su figura, a menudo encorsetada en
su rol de educadora y defensora de la maternidad. "Nosotras valoramos
su faceta de mujer que no estaba sometida a nada, que viajó sola
por todo el mundo y que se acompañó de otras mujeres amantes sin
importarle lo que decían los demás".. La poetisa -que nació con
el nombre de Lucila Godoy, pero pasó a la historia con su seudónimo
literario-, defendió los derechos de la infancia, se desempeñó toda
su vida como profesora de primaria y reivindicó el rol de la educación
pública llegando a liderar la reforma escolar en México. Pero, además
de su labor pedagógica y poética, también ha dejado un legado "político"
y "subversivo" y es vista a día de hoy como "icono lésbico" y procausa
de género. Pese a que nunca hizo pública su homosexualidad, la autora
de las reconocidas obras como "Desolación", "Tala" y "Lagar", fue
vista en numerosas ocasiones con compañeras mujeres, como la escritora
estadounidense Doris Dana o la joven maestra Laura Rodig, con quienes
se especula que tuvo duraderos romances. Para el director de la
Escuela de Lenguaje y Comunicación de la Universidad San Sebastián,
César Díaz Cid, Mistral fue "víctima del patriarcado de su época",
circunstancia que ha llevado a que su obra todavía "no esté lo suficientemente
estudiada". Pese a sus orígenes humildes, la escritora dio la vuelta
al mundo con su poesía, se desempeñó como cónsul en varias ciudades
de Europa y América y llegó a ser mentora de otros poetas como Octavio
Paz o incluso Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura en 1971.
"Mistral era una escritora fuera de lo común, que destacó por su
amplísimo conocimiento literario desde muy joven pese a ser autodidacta
y todavía a día de hoy sus ensayos tienen mucho que enseñarnos",
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Un día el llanto de una madre hizo que todo un lenguaje,
entonces desdeñado en la buena sociedad, redescubriera su nobleza
y ganara gloria por el poder de su poesía. Empezaba así el
discurso de presentación de Hjalmar Gullberg, Miembro de la Academia
Sueca , el 10 de diciembre de 1945.
En las plazas –y hasta el billete de 5.000 pesos chilenos–
Mistral es la mujer con los labios apretados y el ceño fruncido,
vistiendo un traje de dos piezas y el pelo recogido en un moño.
Y en el ámbito literario, los mistralistas tradicionales han llegado
a llamarle "la divina" o "la santa", alimentando esta imagen unidimensional
y distante de la escritora, diplomática e intelectual más importante
de la historia de Chile.
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El domingo 7 de abril de 1889 nació Gabriela
Mistral, en el poblado de Vicuña, en los Andes chilenos. 133
años después la poesía de esta maestra de escuela y premio
Nobel de Literatura sigue vigente y revitalizada: “Es la mujer
cuya escritura no traduce sino teje a contrapunto una vida
llena de pasión trágica; de amores que no conocen fronteras;
de experiencias vitales límite; de compromiso radical con
su tierra matria y con el sueño de América”. Es el acertado
retrato que la Real Academia Española y la Asociación de Academias
de la Lengua hicieron de Mistral en la edición conmemorativa
que reunió su obra en Gabriela Mistral en verso y prosa (Alfaguara).
El libro se hizo con motivo del V Congreso Internacional de
la Lengua Española, previsto en Valparaíso (Chile) pero que
un terremoto suspendió. El Nobel le fue otorgado en 1945,
según el acta de la Academia sueca, “por su poesía lírica
que, inspirada en emociones poderosas, ha hecho de su nombre
un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo
latinoamericano”.
Aunque Gabriela Mistral tiene unas señas y marcas
muy claras, su poesía procede del modernismo, de Amado Nervo
o Rubén Darío. Es un camino marcado por las penas, por la
sensación de abandono y de orfandad física, por el partida
del padre, y de sentimientos no correspondidos o secretos.
Viajó por medio mundo, de Estados Unidos a Europa, en su condición
de profesora ejemplar y de poeta reconocida. La naturaleza,
la maternidad, la infancia y las personas más necesitadas
quedaron reflejadas en su obra.
Discurso de Gabriela Mistral, cuando arriba
al puerto de Valparaíso, Chile, en 1954.
Desolación, el primer libro de Gabriela Mistral,
es una de las obras cumbres de la literatura latinoamericana.
En este libro el lector encontrará la sobriedad del dolor
en estado puro. Inolvidables son los “Sonetos de la muerte”,
parte medular de Desolación, un poemario cuyo mensaje espiritual
y fuerza desgarradora se beben la tierra llegando a convertirse
en eternidad.
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