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El MI5, servicio de inteligencia británico, que mantuvo más de
veinte años bajo vigilancia al escritor George Orwell, no llegó
a considerarle un comunista ortodoxo, según documentos del Archivo
Nacional publicados en 2007. El MI5 refutó un informe de la Sección
Especial de Scotland Yard (policía británica) según el cual el autor
de Rebelión en la Granja, tenía "opiniones comunistas muy avanzadas".
Al no considerarle un peligro para la seguridad nacional, el MI5
no puso objeciones cuando se autorizó a Orwell a trabajar en 1943
como corresponsal del dominical Sunday Observer en el cuartel general
aliado en el Norte de África. El archivo del MI5 contiene un informe
de la Sección Especial de Scotland Yard con fecha de enero de 1942
según el cual el escritor había sido visto con frecuencia en reuniones
comunistas. Y añadía: "Se viste de modo bohemio tanto en la oficina
como en sus horas de ocio". Pero a pesar de su forma de vestir y
sus inclinaciones izquierdistas, el MI5 no consideraba que Erich
Blair -nombre real de Orwell, por el que aparece siempre citado-
fuera un comunista ortodoxo. Un funcionario del contraespionaje
se refería en sus notas a su escrito El León y el Unicornio y su
contribución a un coloquio sobre La Traición de la Izquierda para
señalar las divergencias de puntos de vista entre el escritor y
el Partido Comunista. Otro informe del servicio especial de espionaje
fechado en 1929 señalaba a propósito del escritor: "Pasa tiempo
leyendo periódicos, entre ellos L' Humanité (el periódico del Partido
Comunista francés), pero hasta ahora no le hemos visto mezclarse
con comunistas en París". Otra entrada posterior en el dossier sobre
el escritor, fechada en 1942, describe a Orwell como "alguien que
tiene algo de anarquista y está en contacto con elementos extremistas".
Agrega que el autor de 1984 y Homenaje a Cataluña, tenía "claras
opiniones izquierdistas, pero no es ni con mucho un comunista ortodoxo".
En respuestas a un cuestionario de la revista Left, portavoz del
Partido Laborista Independiente, Orwell escribió que si la Unión
Soviética sobrevivía a la Segunda Guerra Mundial, establecería el
comunismo en vastas regiones de Europa.
La Fundación Andreu Nin regaló en 2019 a Richard
Blair una imagen de Agustí Centelles del escritor durante la guerra.
Apareció sin voluntad de protagonismo. Se situó prácticamente durante
toda la ceremonia en un segundo plano pero a pesar de eso concentró
muchas de las miradas. Richard Blair lleva en la sangre la herencia
de George Orwell, una de las figuras más relevantes de la historia
de la literatura y por ello su presencia no pasa desapercibida.
Ayer, además, tuvo una sorpresa inesperada. La Fundación Andreu
Nin quiso regalarle una fotografía de Agustí Centelles en la que
su padre aparecía junto a los militantes del POUM. El fotógrafo
valenciano «exilió» buena parte de su trabajo pero tras la muerte
del dictador Franco y el regreso de la democracia volvieron a España
buena parte de sus negativos. Al positivarlos, un amigo de Centelles
descubrió que en una de las fotografías sobresalía, al fondo, un
escuálido y larguirucho George Orwell. El hijo ya había visto la
fotografía en una exposición pero ayer la recibió de la hija de
Aurelio Quinto, Aurelia, también presente en la imagen. Se emocionó
y lo agradeció hasta la saciedad. Sobre la vigencia de la obra de
su padre, Blair adujo: «Toda la familia pensaba que tras el paso
de 1984 su obra perdería fuerza pero ha pasado todo lo contrario.
Está muy relacionado con la difusión de falsas verdades por parte
de Estados. Y en eso Trump es un gran ejemplo. '1984' es un espejo
de la sociedad actual». Blair desveló que la KGB le robó todas las
notas de la guerra a su padre. A pesar de ello pudo escribir «Homenaje
a Cataluña».
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George Orwell, que murió el 21 de enero de 1950 hace hoy setenta
años, consiguió una hazaña extraordinaria: convertirse en un intelectual
respetado tanto por la mayoría de la izquierda (con la excepción
de los comunistas) como de la derecha (con la salvedad de su facción
más extrema). Visto con perspectiva, tiene sentido: Orwell fue sin
duda un socialista, pero se opuso con vigor al delirio estalinista;
en la guerra civil española luchó del lado republicano, pero enseguida
denunció la tendencia autoritaria de una parte de este. Pertenecía
a las clases sociales inglesas que colonizaron buena parte del mundo,
y participó en esa colonización al ejercer como policía en la actual
Birmania, pero denunció al Imperio británico y su brutalidad.
Al mismo tiempo, Orwell tenía fuertes instintos conservadores:
consideraba que el pueblo solía ser más decente que las élites,
adoraba las tradiciones inglesas, la vida de los pubs -le parecía
imprescindible que su decoración fuera victoriana- y la Inglaterra
rural. Incluso admiraba a Winston Churchill por su arrojo y decisión
en la Segunda Guerra Mundial.
Su legado intelectual tras su muerte ha sido asombroso. Dos de
sus novelas, 'Rebelión en la granja' (1945) y '1984' (1949) se han
convertido en dos de las denuncias literarias más importantes de
los sistemas totalitarios del siglo XX. Su artículo 'La política
y el idioma inglés' (1946) es una lección sobre cómo la escritura
alambicada, barroca y difícil de entender es, muchas veces, una
manera de intentar colar mentiras e ideas autoritarias a los lectores.
Y 'Homenaje a Cataluña' (1938), un reportaje sobre su participación
en la Guerra Civil, es un clásico del periodismo que los españoles
hemos seguido leyendo para entender nuestra gran catástrofe. Pero
además escribió innumerables artículos de periódico, reseñas de
libros y trabajó en la sección radiofónica de la BBC. Lionel Trilling,
uno de los hombres de letras más ilustres de la izquierda estadounidense
de mediados del siglo XX, dijo que Orwell representaba “la virtud
de no ser un genio, de enfrentarse al mundo únicamente con su inteligencia
simple, directa y desengañada y el respeto por las propias capacidades,
el trabajo que uno decide llevar a cabo”.
Pero, ¿qué queda de Orwell hoy? Ante la llegada de Trump al poder,
'1984' se convirtió en un superventas, y en la era de las “fake
news” las referencias a esta novela son continuas: su protagonista,
Winston Smith, trabaja en el Ministerio de la Verdad decidiendo
lo que es cierto y lo que es mentira, porque en el mundo distópico
de Orwell eso no lo deciden los ciudadanos, los periodistas o los
académicos, sino un Estado autoritario. Sigue siendo útil releer
'Rebelión en la granja' cada vez que alguien nos promete una revolución:
lo más probable es que acabe comportándose como Napoleón, el jefe
de los cerdos rebeldes, que una vez instalado en el poder lo ejerce
con mayor autoritarismo y tiranía que el humano al que sustituyó,
y después de prometer la liberación definitiva de los animales les
obliga a trabajar también los domingos. En un ensayo de 1940 advirtió
contra “los intelectuales de izquierdas que son tan ilustrados que
no son capaces de entender las emociones más comunes”. En otro,
de 1946, explicó que “todos somos capaces de creer cosas que sabemos
que no son ciertas, y luego, cuando finalmente se demuestra que
estamos equivocados, manipular descaradamente los hechos para demostrar
que teníamos razón”. ¿Hay acaso lecciones más actuales?
Orwell no fue un santo. Su admirador Christopher Hitchens cuenta
en el muy recomendable librito 'Por qué es importante Orwell' (publicado
en español por la editorial Página Indómita) que “lo primero que
sorprende a cualquier estudioso de la obra y la vida de Orwell es
su independencia […] Se ganó la vida a su manera y jamás tuvo que
llamar amo a ningún hombre. Nunca tuvo ingresos estables ni grandes
perspectivas comerciales para sus escritos […] Se enfrentó a las
distintas ortodoxias y despotismos de su época con poco más que
una destartalada máquina de escribir y una personalidad tenaz”.
Pero tenía fallas morales importantes. Sentía un rechazo instintivo
por los pobres, por las razas que colonizaban su país, y desconfiaba
de los judíos. Fue corrigiendo todos esos prejuicios -incluso escribió
algún libro para intentar comprender qué le producía ese repudio;
por ejemplo, la clase obrera que retrató en 'El camino de Wigan
Pier'-, de los que era consciente. Aunque es muy probable que nunca
dejara de recelar de los homosexuales y fue extremadamente torpe
con las mujeres.
Tal vez se equivocara al pensar que el lenguaje oscuro y enrevesado
era el mecanismo que los tiranos utilizarían para llegar al poder
y ocuparlo de manera indefinida. Los populistas de nuestra época,
decía Kuper, hablan muy claro; quizá sean unos mentirosos, pero
lo que dicen se entiende. El problema es más bien otro: que sus
mentiras resultan seductoras y eficaces en los tiempos democráticos
actuales, tan distintos de los años treinta del siglo pasado, aunque
nos guste establecer analogías entre unos y otros. Orwell fue un
héroe modesto, perteneciente a la clase alta contra la que se rebeló
y, al mismo tiempo, un escritor de la clase más baja, que necesitó
escribir a lo largo de su carrera más de dos millones de palabras
tanto para ganarse la vida como para mostrar su rebeldía. El novelista
Anthony Powell dijo de él que “como la mayoría de los rebeldes,
Orwell estaba medio enamorado de las cosas contra las que se rebelaba”.
Tal vez su mayor virtud fue la de no ser un genio ni un santo, sino
un hombre decente que acertó en muchas más ocasiones de las que
se equivocó -aunque sin duda se equivocó- y cuyas lecciones nos
siguen resultando útiles.
Los días de Birmania, también titulada La Marca es una novela del
escritor británico George Orwell. Se publicó en 1934, y estaba vagamente
basada en los cinco años que Orwell había pasado como policía en
Birmania.
Recientemente en la sección dedicada al séptimo arte,
hablamos del Estado soberano del Sudeste Asiático.
George Orwell es conocido por todos por sus innumerables obras.
En ellas trató de transmitir sus ideas anticolonialistas y totalitaristas.
Hace 70 años, el escritor de 46 años murió a causa de su tuberculosis
logrando algo que pocos autores consiguen: ser admirado por la derecha
y por la izquierda. Su verdadero nombre es Eric Arthur Blair y nació
en Motihari, la India, cuando ésta aún estaba bajo dominio británico.
Tal fue su influencia que el concepto de “orwelliano” aparece en
el diccionario inglés: “Característica de los escritos de George
Orwell, sobre todo con referencia a su relato distópico de un futuro
estado totalitario en 1984”. El pseudónimo de George Orwell lo adoptaría
en 1933. Antes de ser escritor fue miembro de la Policía Imperial
India en Birmania durante cinco años, hasta que se cansó y decidiese
abandonar el cuerpo. Tras su paso por la Policía desarrolló un fuerte
odio al imperialismo, elemento clave en gran parte de sus escritos.
También trabajó como profesor, como librero y en París lograría
ser lavaplatos de un hotel de lujo. Ya en esta época comenzaría
a escribir.
Su primer libro fue “Sin blanca en París y Londres”, un libro semibiográfico
que decide firmar con otro nombre para no incomodar a sus padres.
Surge así el nombre que todos conocemos, una mezcla de George, nombre
de gran tradición en la Inglaterra, y Orwell, escogido porque un
apellido empezado por O le daría mejor posición en los estantes
de las librerías.
Durante la Guerra Civil española (1936-1939), Orwell combatió codo
con codo con los defensores de la República. dado su carácter izquierdista,
anti imperialista y anti nacionalista. Sus enemigos eran los fascistas,
a los que había que eliminar. la participación en la guerra fue
algo que le marcó para siempre. El escritor ya tenía pensado ir
desde la Navidad de 1936, cuando coincidió en París con el también
escritor Henry Miller, al que le confesó que tenía que viajar a
España para matar fascistas porque alguien debía hacerlo.
De este periodo sobresale “Homenaje a Cataluña”, un libro que narra
sus días como soldado en el frente de Cataluña y Aragón, entre 1936
y 1937. Tuvo que retirarse cuando el partido político en el que
se encontraba, el POUM, un partido comunista pero antiestalinista,
fue declarado ilegal y perseguido. A esto se suma que fue herido
de gravedad por un disparo en la garganta. Es por esta participación
que se ganó el respeto de gran parte del sector de izquierda, pero
su crítica al estalinismo, así como al carácter autoritario que
parecía mostrar la República le hizo perder adeptos. Por otro lado,
Orwell mostraba fuertes instintos conservadores, patentes en el
gran amor que sentía Orwell por las tradiciones inglesas o la admiración
que mostró a Winston Churchill por su arrojo en la Segunda Guerra
Mundial.
El amor al igual que ocurre con todos los grandes artistas tuvo
un papel importante en la vida del escritor. Estuvo casado dos veces:
el primer matrimonio fue con Eileen O`Shaughnessy (1936-1945) y
el segundo con Sonia Orwell (1949-1950). Sin embargo, siempre se
dijo que había una tercera mujer, una amante, con la que Orwell
habría estado mientras estaba casado con Eileen. Su nombre era Brenda
Salkeld y poco se sabe de ella, más allá de que se conocieron en
1933. En una carta, George afirmó que su mujer le permitía acostarse
con Brenda una o dos veces al año para mantenerse feliz. Siguieron
en contacto hasta 1949.
Winston Churchill ¿héroe o villano? Reino Unido sopesa el legado
de su líder en tiempos de guerra:
En 1947, George Orwell tiene en mente publicar un libro, aunque
no se decide con el nombre. Duda entre dos títulos: El último hombre
de Europa o 1984. Evidentemente, ganó la segunda opción, seguramente
siendo una vuelta a la fecha en la que se escribió el libro, 1948.
La obra la escribió cuando nuestro protagonista se encontraba atravesando
la tuberculosis. De esta obra surgieron muchos conceptos con los
que convivimos hoy en día. Surgió la idea del Gran Hermano, convertido
en un reality show en la actualidad; la policía del Pensamiento,
sobre como un cuerpo especial de la Policía podía detenerte si pensabas
contrario a las ideas que proponía el partido único presente en
la obra, o la “habitación 101”. Ideas que a día de hoy siguen en
pie.
Él mismo se definía como un hombre de izquierda crítico. Por ello,
no resulta extraño que apoyase la Revolución Rusa de 1917. Sin embargo,
mostró su disconformidad con el estalinismo. Para Orwell no era
más que un régmien totalitario como lo era el fascismo.
Bajo esta idea, publicó en 1945 “Rebelión en la granja”, una novela
satírica en la que habla sobre como el régimen de Stalin corrompió
el socialismo. En la novela, un grupo de animales expulsa a los
humanos de la granja creando un gobierno propio que acaba convirtiéndose
en tiranía. En EE. UU el libro se acabó utilizando como propaganda
anti comunista y no anti totalitarismos como Orwell quiso. Son muchas
las anécdotas que nos podría dejar George Orwell a lo largo de su
carrera. Muchos decían que sentía rechazo instintivo por los pobres
(él provenía de clase alta), por las razas que colonizaban su país
y desconfiaba de los judíos. De cualquier forma, es un autor que
sigue creando seguidores. Mismamente, previo a la elección de Donald
Trump como presidente de Estados Unidos, su libro “1984” se convirtió
en uno de los más vendidos. Pasado 70 años de su muerte sigue siendo
uno de los escritores más laureados de la Historia, con temas que,
aunque escritos hace décadas, siguen manteniéndose vigentes en la
actualidad.
Si algo significa la libertad es el derecho a decirle
a la gente lo que no quiere oír.
Además de cronista, crítico de literatura y novelista, es uno de
los ensayistas en lengua inglesa más destacados de las décadas de
1930 y de 1940. Sin embargo, es más conocido por sus críticas al
totalitarismo en su novela corta alegórica Rebelión en la granja
(1945) y su novela distópica 1984 (1949), escrita en sus últimos
años de vida y publicada poco antes de su fallecimiento, y en la
que crea el concepto de «Gran Hermano», que desde entonces pasó
al lenguaje común de la crítica de las técnicas modernas de vigilancia.
Ambas son recomendadas por nuestra bibliotecaria en la sección
de distópicas.
En 2008 figuraba en el puesto número dos del listado de los cincuenta
escritores británicos de mayor relevancia desde 1945, elaborado
por The Times. El adjetivo «orwelliano» es frecuentemente utilizado
en referencia al distópico universo totalitario imaginado por el
escritor británico.
Nota de prensa, Febrero 2023:
La Asociación Colectivo Ciudadano y la Orwell Society han iniciado
una campaña de recogida de fondos para instalar una escultura pública
en la ciudad de Huesca.
Nota de prensa, Mayo 2024:
George Orwell cumple su deseo (87 años después) de tomar un café
en Huesca.
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