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Octavio Paz

Octavio Irineo Paz Lozano (Ciudad de México, 31 de marzo de 1914-Ciudad de México, 19 de abril de 1998) fue un poeta, ensayista y diplomático mexicano, conocido por ganar el Premio Nobel de Literatura en 1990 y el Premio Cervantes en 1981. Se le considera uno de los más influyentes autores del siglo XX y uno de los más grandes poetas de todos los tiempos.

Octavio Paz nació durante la Revolución mexicana. Apenas unos meses después, al unirse su padre, Octavio Paz Solórzano, al ejército zapatista junto con Antonio Díaz Soto y Gama, su madre, Josefina Lozano, lo llevó a vivir a la casa del abuelo paterno, Ireneo Paz, en Mixcoac, entonces un poblado cercano a la Ciudad de México. Ahí radicaron hasta que Octavio Paz Solórzano tuvo que asilarse en Los Ángeles con la representación de Emiliano Zapata ante los Estados Unidos, cargo que mantuvo hasta el año del asesinato de Zapata (1919). En ese tiempo lo cuidaron su madre Josefina Lozano, su tía Amalia Paz Solórzano y su abuelo paterno, Ireneo Paz (1836-1924), un soldado retirado de las fuerzas de Porfirio Díaz, intelectual liberal y novelista. Su padre, Octavio Paz Solórzano (1883-1935), el menor de siete hermanos, trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata; estuvo involucrado en la reforma agraria que siguió a la Revolución, fue diputado y colaboró activamente en el movimiento vasconcelista. Todas estas actividades provocaron que el padre se ausentara de casa durante largos periodos.

Su educación se inició en los Estados Unidos, en donde su padre llegó en octubre de 1916 como representante de Zapata. La estancia en los Estados Unidos, de casi dos años, significó para Octavio Paz el enfrentamiento con la imposibilidad de comunicarse; según recuerda Paz, en Los Ángeles sus padres lo llevaron a un colegio, «y como no hablaba ni una sola palabra de inglés me costó mucho trabajo comunicarme con mis compañeros. El primer día hubo burlas y, claro, una pelea. Regresé a casa con el traje desgarrado, un ojo semicerrado y la boca rota. A los dos años volví a México y sufrí lo mismo entre mis compatriotas: otra vez burlas y puñetazos».

Queda deslumbrado por la lectura de The Waste Land de T. S. Eliot, traducido por Enrique Munguía como El páramo, y publicado en la revista Contemporáneos en 1930. Por eso, aunque mantuviese en sus actividades un prioritario interés en la poesía, atendía desde la prosa un panorama inevitable: "Literalmente, esta práctica dual fue para mí un juego de reflejos entre poesía y prosa".

En 1933, Octavio Paz publicó el poemario Luna Silvestre, editado por Miguel N. Lira, que revelaba ya cierta asimilación de temas románticos; como expresa Carlos H. Magis, «los poemas de Luna Silvestre tocan aspectos del espíritu romántico vigentes aún en la poesía moderna: el desprendimiento de la realidad puramente sensible, el misterio de la poesía, la verdad del sueño». Los siete poemas de Luna silvestre no tendrían cabida en la revisión que Paz hiciera posteriormente de su obra, pero revelan a pesar de ello un rigor en la palabra mecida en la sensualidad de sí misma, seducida por la presencia inasible de la mujer, de la naturaleza. El deseo y la pasión andan por los poemas como desprendidos del silencio y de la memoria, se recrean y se recuerdan, se fijan y se desvanecen en el pronunciamiento.

La Revolución mexicana fue un conflicto armado en México que se inició el 20 de noviembre de 1910 y terminó el 1 de diciembre de 1920. Los antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo la dictadura conocida como el porfiriato.

Pásate por JyV >> Fotografía >> Junio 2020.

En este momento, prendido a una escritura de tipo intimista, Paz tendrá oportunidad de mostrar sus poemas a Rafael Alberti, quien le señalará una contradicción entre su ideal revolucionario de la poesía y de la política. Llegado a México en 1934, Rafael Alberti representaba la encarnación del poeta de los nuevos tiempos, el advenimiento de un lenguaje socialista congruente con la poesía: su presencia fue un acontecimiento que fascinó sobre todo a los más jóvenes, teniendo en ellos a sus mejores lectores. «Abanderado con el poema La toma del poder de Louis Aragón», según recordaba Efraín Huerta, Alberti venía como afiliado del Partido Comunista Español para dictar una serie de conferencias, después de las cuales se reunía con los jóvenes poetas, entre ellos Octavio Paz, quien recuerda que «Una noche, todos los que lo rodeábamos le leímos nuestros poemas... Todos éramos de izquierda pero ya desde entonces sentía cierta desconfianza ante la poesía política y la literatura que después se llamó 'comprometida'. En aquella época, en 1934, Alberti escribía una poesía política –es la época de Consignas–, aquel librito en el que había afirmado que la poesía debía estar al servicio del partido comunista, una posición muy semejante a la de Louis Aragón en Francia. Y cuando yo le enseñé mis poemas a Alberti, él me dijo: 'Bueno, esto no es poesía social' (al contrario, era una poesía intimista –una palabra horrible ésta, intimista, pero eso era: intimista–), 'no es una poesía revolucionaria en el sentido político', dijo Alberti, 'pero Octavio es el único poeta revolucionario entre todos ustedes, porque es el único en el cual hay una tentativa por transformar el lenguaje'».

Joaquín Soler Serrano entrevista al poeta mexicano en una edición de su programa literario.

La confrontación con la fatalidad provoca rebeldías: Octavio Paz, recogido en sí mismo, se enfrenta a sí mismo. La calidad de sus expresiones románticas empieza a cobrar verdadero sentido y empieza a realizar una lectura más atenta de San Juan de la Cruz, de Novalis, de Rilke y de D. H. Lawrence, en quienes encuentra el mismo interés por tender puentes entre la vida y la poesía, entre la realidad y el mito: develamiento de aquel punto de intersección que llamará «comunión». La redacción del diario íntimo que comenzará a expresar, solo conocerá la publicación hasta cuatro años después, en 1938, bajo el título de Vigilias: diario de un soñador, en la revista Taller, cuando hayan sucedido dos hechos trascendentales en su vida, su estancia en Yucatán y la guerra civil española. A fines de 1936, Octavio Paz escribiría la primera versión del libro de poemas Raíz del Hombre, que fue publicada en enero del siguiente año. El libro fue saludado por dos reseñas: una crítica y aguda, de Jorge Cuesta, la otra, despiadada e intranquila, de Bernardo Ortiz de Montellano; ambas, publicadas en el número dos de la revista Letras de México, reflejan la visión de un grupo forjado en los ataques y la incomprensión.

En junio de 1937, las actividades de Octavio Paz en Yucatán se vieron de pronto interrumpidas por una «carta de invitación al Congreso. La carta, me parece, la firmaban Pablo Neruda y Rafael Alberti».16? Se trataba del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura que había de celebrarse del 4 al 17 de julio de 1937 en Madrid, Barcelona y Valencia, ciudad esta última donde se encontraba la sede del gobierno republicano presidido por Juan Negrín. Al evento, mecido entre una tímida distancia crítica y una coronación del dogmatismo, asistiría más de un centenar de escritores, entre los que se encontraban André Malraux, Tristan Tzara y Julien Benda, de Francia; M. Koltszov y A. Tolstoi, de Rusia; W. H. Auden y Stephen Spender, de Inglaterra; Malcom Cowley, John Dos Passos y Ernest Hemingway, de Estados Unidos; Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y Juan Marinello, de Cuba; César Vallejo, de Perú; González Tuñón, de Argentina; Vicente Huidobro y Pablo Neruda, de Chile; José Bergamín, Antonio Machado y Rafael Alberti, de España; y de parte de México la delegación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, (LEAR): José Chávez Morado y Fernando Gamboa –quienes montarían la exposición Cien años de Grabados Políticos Mexicanos–, José Mancisidor, Juan de la Cabada, Silvestre Revueltas –quien a su regreso a México realizaría el Homenaje a García Lorca– y la pedagoga Ma. Luisa Vera. Invitado por Neruda y Alberti, asistiría también Carlos Pellicer, conocido por su catolicismo y franco antifascismo; él, al igual que Paz, eran los únicos mexicanos que no pertenecían a la LEAR aunque, a diferencia de este, no era mirado con tanta suspicacia y menos con la desaprobación de algunos grupos por su reticencia frente a la doctrina del realismo socialista; Paz viajaba así con la velada acusación de ser trotskista, sin serlo. Paz se había casado recientemente con Elena Garro con la que también viajó al congreso.

Cuadro de prensa sobre el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura y su participación internacional.

En 1943 recibió la Beca Guggenheim e inició sus estudios en la Universidad de California, Berkeley en los Estados Unidos. Dos años después comenzó a servir como diplomático mexicano, y fue destinado a Francia donde permaneció hasta 1951 y donde conoció a los surrealistas, que le influyeron, y colaboró en la revista Esprit. Durante esa estancia, en 1950, publicó El laberinto de la soledad, un innovador ensayo antropológico sobre los pensamientos y la identidad mexicanos. De enero a marzo de 1952 trabaja en la embajada mexicana en la India y después, hasta enero de 1953, en Japón. Regresa a la Ciudad de México a dirigir la oficina de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En 1954, Paz tuvo «una participación muy estrecha en la fundación de la Revista Mexicana de Literatura, influenciada «políticamente con la idea de la llamada 'tercera vía', que significaba ni con la izquierda, ni con la derecha. Esta idea venía de París, con León Blum». El primer número fue el de septiembre-octubre de 1955, y contó con el apoyo de Paz hasta que 4 años más tarde este regresó a Europa. En 1955 contribuyó en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En 1956, participó en Poesía en voz alta. En 1959 regresó a París y tres años más tarde fue designado embajador en la India. En 1964 conocería a la francesa Marie-José Tramini, que se convertiría en su última esposa. En 1968, estaba en Nueva Delhi cuando tuvo lugar la masacre de Tlatelolco como parte del Movimiento de 1968 en México el 2 de octubre. En señal de protesta contra estos lamentables sucesos, que empañaron la celebración de los Juegos Olímpicos, renunció a su cargo de embajador, dejando patentes sus diferencias con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Fue el único que se atrevió a hacerlo. Trabajará los próximos años enseñando en diversas universidades estadounidenses, como las de Texas, Austin, Pittsburgh, Pensilvania, Harvard.

Tres años más tarde, en octubre de 1971, ya bajo la presidencia de Luis Echeverría, «un poco con esa idea de redescubrir los valores liberales y democráticos en la sociedad mexicana», fundaría la revista Plural, «elegante fusión de literatura y política», y que dirigiría hasta su desaparición en 1976 el mismo Paz. A diferencia de otros escritores e intelectuales mexicanos, Paz no tardó en retirarle su apoyo al presidente Echeverría, una vez que este demostró su escasa voluntad de aclarar las matanzas de Tlatelolco, en 1968, y en San Cosme, el llamado Jueves de Corpus, en 1971, en donde hubo una represión brutal contra una protesta estudiantil. Tanto en esa revista como en Vuelta —fundada ese mismo año de 1976 y donde «la influencia del liberalismo sería fundamental», reflejando la «reconciliación» del escritor con esta corriente de pensamiento— Paz denunció las violaciones a los derechos humanos de los regímenes comunistas. Esto le trajo mucha animosidad de parte de la izquierda latinoamericana y algunos estudiantes universitarios.

Muchas de las casas históricas de la Ciudad de México son propiedades privadas a las que es muy difícil tener acceso, por eso, es una suerte que la casa en la que vivió un Premio Nobel se haya transformado en un espacio cultural abierto a todo el público. Hablamos de la Casa Alvarado, en la que Octavio Paz falleció en 1998 y que hoy es la sede de la Fonoteca Nacional.

El 19 de abril de 1998 Octavio Paz a sus 84 años de edad, murió en la Casa de Alvarado, ubicada en la calle Francisco Sosa del barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México. El escritor había sido trasladado por la presidencia de la República en enero de 1997, ya enfermo, luego de que un incendio destruyó su departamento (en Río Guadalquivir 109 esquina con Paseo de la Reforma, a una cuadra del "Ángel" de la Independencia) y parte de su biblioteca, el domingo 22 de diciembre de 1996. Durante un tiempo, la Casa Alvarado fue sede de la Fundación Octavio Paz y ahora lo es de la Fonoteca Nacional.

Experimentación e inconformismo pueden ser dos de las palabras que mejor definen su labor poética. Con todo, Paz es un poeta difícil de encasillar. Ninguna de las etiquetas adjudicadas por los críticos encaja con su poesía: poeta neomodernista en sus comienzos; más tarde, poeta existencial; y, en ocasiones, poeta con tintes de surrealismo. Ninguna etiqueta le cuadra y ninguna le sobra, aunque el mismo Paz reconoció que en su formación «fundamentales fueron los surrealistas, con quienes hice amistad en el año 46 o 47, que en esa época estaban más cerca de los libertarios».

Mixcoac, un referente en la infancia de Octavio Paz.

En realidad, se trata de un poeta que no echó raíces en ningún movimiento porque siempre estuvo alerta ante los cambios que se iban produciendo en el campo de la poesía y siempre estuvo experimentando, de modo que su poesía, como toda poesía profunda, acabó por convertirse en una manifestación muy personal y original. Además, se trata de un poeta de gran lirismo cuyos versos contienen imágenes de gran belleza. Después de la preocupación social, presente en sus primeros libros, comenzó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad y la incomunicación. Una de las obsesiones más frecuentes en sus poemas es el deseo de huir del tiempo, lo que lo llevó a la creación de una poesía espacial cuyos poemas fueron bautizados por el propio autor con el nombre de topoemas (de topos + poema). Esto es lo que significa poesía espacial: poesía opuesta a la típica poesía temporal y discursiva. Se trata de una poesía intelectual y minoritaria, casi metafísica, en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. En los topoemas, igual que ocurría en la poesía de los movimientos de vanguardia, se le da importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas. No cabe duda de que en la última poesía de Paz hay bastante esoterismo, pero, al margen de ello, toda su poesía anterior destaca por su lirismo y por el sentido de transubstanciación que el autor da a las palabras.

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México no sólo fue el principal país iberoamericano que acogió a los exiliados españoles al término de la Guerra Civil española (1936-1939), sino que también se implicó durante la contienda con la visita de una delegación de escritores cuyo rastro documental ha aflorado en el Archivo de Salamanca. Un jovencísimo Octavio Paz, con apenas 23 años, cruzó la frontera franco-española en Port-Bou (Gerona) el 4 de julio de 1937 junto a un grupo de literatos mexicanos, para asistir en Valencia al Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, organizado por la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al frente de la delegación mexicana figuraba el historiador y político José Mancisidor (1894-1956), y de la misma formaban parte los escritores de ese país Elena Garro -esposa de Octavio Paz-, Juan Pellicer, María Luisa Vera y Juan de la Cavada, así como el artista plástico José Chávez y el compositor y director de orquesta Silvestre Revueltas. Les acompañaba también Fernando Gamboa, pionero de la museografía en México y que, una vez finalizada la Guerra Civil, gestionó la evacuación a su país de prisioneros del bando vencedor recluidos en campos de concentración franceses.

El II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura tuvo lugar entre el 4 y el 17 de julio de 1937, durante la guerra civil española, en tres ciudades de la España republicana (Valencia, Madrid y Barcelona) y en París, con el apoyo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

Octavio Paz pronunció el controvertido discurso inaugural de la reunión de 1987. Fue muy criticado, entre otros, por Manuel Vázquez Montalbán.

Del paso por España de todos ellos dan fe sendos oficios expedidos por la División de Fronteras de la Dirección General de Seguridad, en el caso de la entrada, y de la Comisaría General de Fronteras y Puertos de Valencia, en el de salida el 28 de septiembre de 1937, por el puesto fronterizo de La Junquera (Gerona). En todos los casos se indica la nacionalidad, número de pasaporte, autoridad que lo expide, fecha del sello, lugar de estampación y medio por el que salieron de españa, ha explicado hoy a Efe el historiador Policarpo Sánchez, presidente de la Asociación Salvar el Archivo de Salamanca, donde se encuentra toda esta documentación. El Congreso Internacional de Escritores se celebró en Valencia del 4 al 11 de julio de 1937, aunque también organizó sesiones en el Madrid sitiado y en Barcelona. La documentación hallada y clasificada por Sánchez registra además el conocido paso por España, en las mismas fechas y también camino de Valencia, del escritor chileno Pablo Neruda; y de los cubanos Félix Pita, Delia del Carril, Nicolás Guillén, Leonardo Fernández, Juan Marinello y Alejo Carpentier, quienes entraron en el mismo grupo de los mexicanos. Otros papeles ordenados por Policarpo Sánchez y ahora divulgados se refieren a diversos actos protagonizados por Octavio Paz ya en Madrid, una vez finalizado el congreso de Valencia, como su intervención ante los micrófonos de Unión Radio, la tarde del 9 de septiembre de 1937, para ofrecer sus impresiones del viaje que protagonizó por España durante casi tres meses.

Una semana más tarde, el 16 de septiembre, leyó en Unión Radio su poema 'Elegía a un joven muerto en el frente', dentro de una alocución cuyo permiso concedido por la Oficina de Censura de Prensa Extranjera también se encuentra en el Archivo de Salamanca, al igual que las solicitudes para la emisión, el 19 de septiembre, de un acto protagonizado en el Teatro de la Comedia por Paz y otros escritores mexicanos, en ambos casos inéditos. Son "nuevos tesoros" sobre episodios conocidos que, a juicio de Policarpo Sánchez, "justifican una exposición permanente en el Centro Documental de la Memoria Histórica", con sede en Salamanca y donde se conserva el antiguo archivo de la Guerra Civil, nutrido con fondos incautados por las tropas franquistas a sus enemigos políticos, sociales, sindicales y militares, con fines represivos y que popularmente es conocido como el Archivo de Salamanca.

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