La obra de Rosalía de Castro, la gran maestra
de las letras gallegas que murió el 15 de julio de 1885
a los 48 años víctima de un cáncer uterino, rezuma ansiedad
y angustia ante extraños presentimientos. Rosalía de Castro,
poseedora asimismo de una sensibilidad desgarradora, describe
de un modo inigualable el paisaje gallego, al que muestra
como una naturaleza misteriosa rodeada de un halo de indefinible
tristeza y melancolía.
Muchos describen a Rosalía de Castro como
una persona infeliz y desconfiada en muchos aspectos. Maximino
Teijeiro, su médico de cabecera, la llegó a llamar cariñosamente:
"Mi eterna enferma". En algunas de las cartas que Rosalía
envió a su marido, Manuel Murguía, ella misma contaba cómo
sus males le hacían muy difícil el hecho de mantener una
actitud positiva frente a la vida.
Nacida en Camino Novo, un arrabal de Santiago
de Compostela, el 24 febrero de 1837, Rosalía fue hija natural
de Teresa de Castro, una hidalga venida a menos, y de un
sacerdote, José Martínez Viojo. Bautizada con el nombre
de María Rosalía Rita, se libró de entrar en la inclusa
gracias a que su madrina y sirvienta de su madre, María
Francisca Martínez, se hizo cargo de ella. Hasta que cumplió
los ocho años, Rosalía estuvo bajo la protección de su tía
paterna, Teresa Martínez Viojo, que se trasladó a Padrón
y a Santiago, hasta que los rumores y las historias que
se contaban acerca de su familia y sobre su nacimiento se
fueron olvidando. Entonces su madre y su familia materna
se hicieron cargo de ella.
Se conoce muy poco sobre la etapa escolar
de la joven Rosalía, pero se sabe que recibió las primeras
lecciones de música y dibujo en la Sociedad Económica de
Amigos del País, aunque es muy posible que en algunos casos
su aprendizaje fuera autodidacta. Rosalía debutó a los quince
años como actriz en el Liceo de la Juventud de Santiago
en una obra teatral de Gil y Zárate titulada Rosamunda.
En 1856, se trasladó a Madrid donde se instaló
en casa de una amiga de su madre y fue allí donde conoció
a su futuro marido: Manuel Murguía. Murguía era un brillante
periodista que tuvo un papel muy destacado en el Rexurdimiento
cultural galego, pero también fue una persona acomplejada
por su físico, ya que era extremadamente bajo. Las malas
lenguas decían también que era un hombre irascible y profundamente
antisemita. Rosalía de Castro publicó un folleto de poesías
en castellano titulado La Flor, que él reseñó apasionadamente
en el periódico La Iberia.
En octubre de 1858, Rosalía y Manuel se casaron,
pero al parecer el matrimonio pasó al principio por ciertas
estrecheces económicas. A pesar de todo, y aunque Rosalía
nunca cambió su carácter melancólico y su escepticismo ante
el amor, la poeta quiso mucho a su marido, con el que tuvo
seis hijos. Manuel estimuló la capacidad literaria de se
mujer, hasta hacer posible la publicación de su obra más
famosa, Cantares Galegos, obra que se ha convertido en la
pieza angular del resurgimiento de la literatura gallega
del siglo XIX. De hecho, se ha llegado a decir que si Rosalía
escribió esta obra es por que su marido la animó a ello.
Gracias a él, aquel "poemario" se convirtió en la primera
gran obra de la literatura en gallego, una lengua que hasta
ese momento sólo se asociaba a las clases más bajas de la
sociedad, la ignorancia y el atraso.
El Pazo de Meirás, también conocido como las
Torres de Meirás, es un pazo señorial situado en el término
municipal español de Sada, en la provincia de La Coruña.
Lo mandó construir la escritora, que residía allí varios
meses al año. En 2008 fue declarado bien de interés cultural.
En 1859, Rosalía publicó su primera obra narrativa:
La hija del mar. Una novela romántica que la escritora dedicó
a su marido: "A ti, que eres la persona que más amo dedico
este libro, cariñoso recuerdo de algunos días de felicidad,
que, como yo, querrás recordar siempre". En 1862, poco antes
de morir, su madre le confesó quien era su padre y a raíz
de ello Rosalía escribió una colección de poemas en castellano
que tituló: A mi madre. Años más tarde, un poco antes de
encontrarse con Gustavo Adolfo Bécquer, la autora escribió
su famoso poemario y la novela El caballero de las botas
azules.
Desde 1871, y con el nombramiento de su marido
como director del Archivo de Galicia y de la Biblioteca
Universitaria de Santiago, Rosalía ya no se movería de su
Galicia natal. Profesionalmente aquellos fueron unos años
tranquilos, aunque en lo personal la tragedia se cebó en
su familia: Adriano, su hijo pequeño, murió en 1876 a causa
de una mala caída, hecho que la autora plasmó en su obra
En las orillas del Sar, y, más tarde, su última hija,Valentina,
nació muerta.
En las rutas de senderismo recomendadas, Galicia,
es fundamental.
En una proyección social y solidaria hacia
las mujeres, Rosalía escribió Follas Novas en 1880. Esta
obra marcaría un nuevo giro literario de la escritora, tal
como ella misma manifestó en el prólogo: "Lo que siempre
me conmovió fue las innumerables cuitas de nuestras mujeres,
amorosas criaturas con propios y extraños, llenas de sentimiento,
tan esforzadas de cuerpo como blandas de corazón y también
tan desdichadas que se dijeran nacidas sólo para soportar
cuantas fatigas puedan afligir a la parte más débil y sencilla
de la humanidad". Sus críticas a ciertas tradiciones gallegas,
así como al machismo imperante en la época, publicadas en
el diario El Imparcial en 1881 fueron objeto de más de una
respuesta salida de tono a lo que ella, sin inmutarse, llegó
a responder: "Yo por mi parte, añadiré que soy vieja para
recibir lecciones de un maestro de escuela y por lo tanto
que me atengo a lo que mi decencia me dicta, que en esto
es el mejor juez que puede hablar" .
Sus últimas palabras, antes de morir de un
cáncer de útero se las dijo a su hija el 15 de julio de
1885: "Abre la ventana, que quiero ver el mar". Después
de ser enterrada en el cementerio de Adina, el 15 de mayo
de 1891 su cadáver fue exhumado para ser trasladado a Santiago
de Compostela, donde fue nuevamente sepultado en un mausoleo
diseñado específicamente para ella por el escultor Jesús
Landeira y que está situado en la capilla de la Visitación
del Convento de Santo Domingo de Bonaval. Sin embargo, la
verdadera valoración de la obra de Rosalía de Castro no
llegaría hasta la aparición de los modernistas y la Generación
del 98. Fue entonces cuando se reconoció a Rosalía como
una creadora afín a su espíritu. Su importancia como escritora
no sólo tiene que ver con su obra, sino con su forma de
enfrentarse a la vida. Incluso ha llegado a ser considerada
como el alma de Galicia. El escritor gallego Manuel Curros
Enríquez, contemporáneo de la poeta, dijo de ella: "Rosalía
es Galicia que pasa rumiando su tristeza de siglos".
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