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21-Julio-2021

La prehistoria de la isla de Cuba comprende desde alrededor del año 6000 a.C. con la llegada de los primeros aborígenes hasta la llegada de Cristóbal Colón en 1492. La historia escrita de la isla comienza con la colonización española que dio lugar a la Capitanía General de Cuba. Cuba se independizó de España después de la derrota de esta última en la Guerra hispano-estadounidense. Como resultado, la isla pasó a ser controlada por Estados Unidos, que tras una intervención militar, le da la forma de una República, aunque en los hechos haya seguido dependiendo de aquel país hasta la Revolución cubana. Durante la Guerra Fría, Cuba quedó sumamente dependiente de la Unión Soviética.

Durante el primer viaje de Cristóbal Colón, la primera isla visitada y conocida por los nativos como Guanahani fue bautizada con el nombre de San Salvador, la segunda con el nombre de "Santa María de la Concepción" (Rum Cay), la tercera la bautizó "Fernandina" (Isla Long) en honor a Fernando II de Aragón por su gran tamaño, y a la isla llamada "Samaet" por los nativos la bautizó como "Isabela" (Crooked Island) en honor a Isabel I de Castilla. Es en esta última isla el 21 de octubre de 1492 donde Colón escucha hablar a los nativos de la isla llamada "Colba" (Cuba) y de "Bohio" (La Española). Colón se entusiasmó, pues estaba convencido de que Colba era Cipango, incluso portaba cartas de los Reyes Católicos dirigidas al Gran Khan, pues el objetivo del viaje era precisamente viajar a las tierras de oriente en busca de perlas y oro.

Casi dos décadas después del primer viaje de Colón se inicia la conquista de la isla por España, como parte del proceso de ocupación que se irradiaba hacia diversas tierras del Caribe. A Diego Velázquez, uno de los colonos más ricos de La Española, le encargó el virrey Diego Colón sojuzgar el territorio cubano, lo cual inició en 1510 con una prolongada operación de reconocimiento y conquista, plagada de cruentos incidentes. Alertados acerca de las tropelías cometidas por los españoles en las islas vecinas, los aborígenes de la región oriental de Cuba resistieron la invasión hispana, dirigidos por Yahatuey o Hatuey, un cacique fugitivo de La Española, quien finalmente fue apresado y quemado vivo como escarmiento. Con la fundación de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa en 1511, los españoles emprendieron el establecimiento de ocho villas con el objetivo de controlar el territorio conquistado –San Juan de los Remedios (1513), San Salvador de Bayamo (1513), la Santísima Trinidad (1514), Santa María del Puerto del Príncipe (1514), Sancti Spíritus (1514) y San Cristóbal de la Habana (1515)– hasta concluir con Santiago de Cuba (1515), designada sede del gobierno.

Desde estos asentamientos, que en su mayoría cambiaron su primitiva ubicación, iniciaron los conquistadores la explotación de los recursos de la isla. Por aquellos días la industria fundamental en el territorio se limitó a una fallida búsqueda de oro, la ganadería y una incipiente agricultura.

Los aborígenes comenzaron a escasear como mano de obra debido a los abusos, matanzas y enfermedades llevadas por los europeos a la isla, por lo que se decidió traer esclavos que fueron comprados a Portugal. La trata adquirió proporciones enormes, enriqueciéndose principalmente con el infame tráfico decretado por Carlos V y continuado hasta mediados del siglo xvi por los traficantes flamencos de la corte de Carlos I, a quienes se les concedió el monopolio de la trata de esclavos a introducirse en las Antillas, mismo que luego se traspasó a los genoveses establecidos en Sevilla y finalmente pasó a manos de los traficantes españoles, esto ya para principios del siglo xvii. La relativa prosperidad de la isla provocó las incursiones de corsarios y piratas, principalmente franceses e ingleses. Ello ocurrió al ocupar nuevamente Rojas el gobierno y durante el mando de sus sucesores Juanes Dávila, Luján, Tejeda y Barnuevo, último gobernador de dicha Antilla en el siglo XVI. A Tejeda se le debió la construcción de los castillos de Morro y de la Punta; en su tiempo se concedió a La Habana el título de ciudad.

Bartolomé de las Casas bautizando indígenas cubanos hacia 1511.

El ascenso de la dinastía Borbón al trono español a principios del siglo xviii, trajo aparejada una modernización de las concepciones mercantilistas que presidían el comercio. Lejos de debilitarse, el monopolio se diversificó y se dejó sentir de diverso modo en la vida económica de las colonias. En el caso cubano, ello condujo a la instauración del estanco del tabaco, destinado a monopolizar en beneficio de la Corona la elaboración y comercio de la aromática hoja, convertida ya en el más productivo renglón económico de la isla. La medida fue resistida por comerciantes y cultivadores, lo que dio lugar a protestas y sublevaciones, la tercera de las cuales fue violentamente reprimida mediante la ejecución de once vegueros en Santiago de las Vegas, población próxima a la capital. Imposibilitados de vencer el monopolio, los más ricos habaneros decidieron participar de sus beneficios. Asociados con comerciantes peninsulares, lograron interesar al rey y obtener su favor para constituir una Real Compañía de Comercio de La Habana (1740), la cual monopolizó por más de dos décadas la actividad mercantil de Cuba.

Asedio del castillo del Morro en 1762 durante la guerra de los Siete Años.

El número de fábricas de azúcar se reduce de 1190 en el año 1878 a 500 en el año 1895, pero la producción de azúcar creció de 597 000 toneladas en 1878 a más de un millón en 1895, esto se explica por el hecho de que los pequeños y viejos ingenios se transformaron en grandes centrales azucareros con maquinarias y técnicas modernas, los nuevos centrales contribuyeron al desarrollo del transporte y las comunicaciones, lo que redujo el asilamiento localista. Los nuevos centrales necesitan más caña por lo que se incrementan los latifundios cañeros. Los hacendados de Las Villas, Camagüey y Oriente no pueden competir con los hacendados de Occidente que no habían sufrido pérdidas en la guerra por lo que se arruinan y venden sus fábricas y tierras y se convierten en colonos (arrendatarios). Fiestas a la virgen de Montserrat en la provincia de Matanzas (1871) Entre 1878 y 1895 los Estados Unidos hacen importantes inversiones en Cuba, principalmente en el azúcar, la minería y el tabaco. En 1895 sus inversiones ascendieron a 50 millones de pesos. También en esta etapa Estados Unidos intensificó su control comercial sobre Cuba. Como consecuencia de la guerra y de las transformaciones económicas que exigían mano de obra calificada, España decreta la abolición de la esclavitud en 1886. La abolición de la esclavitud provocó el aumento del proletariado nacional.

José Martí fue la figura cimera del siglo xix continental. Su ideario político–social trascendió las fronteras de su patria, marcando pautas que condujesen a América Latina a su “segunda independencia”. Con la creación del Partido Revolucionario Cubano, concebido como la organización única de todos los independentistas cubanos que debía conseguir los medios materiales y humanos para la nueva empresa emancipadora, y su labor como periodista, impulsó una labor de esclarecimiento y unificación, centrada en los núcleos de emigrados cubanos, principalmente en Estados Unidos, pero con repercusión en la isla. Martí impulsó una renovación dentro de las letras hispanas de fines de la centuria. El Partido Revolucionario Cubano o PRC fue una creación del ensayista, poeta José Martí en 1892. Exiliado de Cuba, se vio en la necesidad de reunir a los antiguos y retirados mambises cubanos para un nuevo alzamiento. Se promovieron ideas revolucionarias y alentaron a más cubanos a la lucha. Mientras, en Cuba, se reunieron fuerzas para el alzamiento.

Por su desarrollo cultural y literario, Matanzas es también conocida como «la Atenas de Cuba».

Finalmente, José Martí, héroe nacional en Cuba, inició el impulso final hacia la independencia en 1895. A esta guerra José Martí la nombró la Guerra Necesaria, la cual estalló el 24 de febrero de 1895 por orden directa de su organizador Martí. En los inicios de la guerra el Ejército Libertador sufre la pérdida de dos de los más importantes dirigentes de la guerra, Antonio Maceo, lugarteniente general y José Martí, el organizador de la guerra, secretario general del primer partido surgido para unir a los cubanos, el Partido Revolucionario de Cuba (PRC). En esta guerra los cubanos consiguen objetivos que en las anteriores no habían obtenido. Logran llevar la lucha armada a todo el país mediante el método de invasión. España pierde cada vez más plantaciones de caña en Cuba y sus riquezas se agotaban por lo que la situación del ejército español no era la más óptima.

El 20 de mayo de 1902 nace la República de Cuba siendo electo Tomás Estrada Palma como su primer presidente. El prestigio de Estrada Palma dentro de los círculos revolucionarios lo convirtió en uno de los candidatos favoritos entre amplios sectores de la población cubana. La desunión existente se acentúa al producirse el fracaso de la candidatura propuesta por Máximo Gómez, en la que Estrada Palma sería presidente y Bartolomé Masó, quien había sido el último presidente de la República en Armas, sería vicepresidente. A este primer gobierno correspondería la tarea de formalizar los vínculos de dependencia con Estados Unidos. A tal efecto, se firmaron bajo esta administración el Tratado de Reciprocidad Comercial de 1902, mediante el cual productos cubanos eran beneficiados a su entrada en Estados Unidos con rebajas arancelarias del 20 % mientras que productos estadounidenses eran beneficiados a su entrada en Cuba con rebajas arancelarias del 20 % al 40 %; el Tratado de arrendamiento de estaciones navales y carboneras (1903) en virtud del artículo 7 de la Enmienda Platt este concede a Estados Unidos el derecho de arrendar tierras para crear bases en Bahía Honda y Guantánamo.

El centro de detención de Guantánamo es una prisión militar de alta seguridad situada en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo, localizada en la isla de Cuba.

¿Cuánto y cómo paga EE.UU. a Cuba por el alquiler de Guantánamo?

El ascenso de Gerardo Machado a la presidencia en 1925 representa la alternativa de la oligarquía frente a la crisis latente. El nuevo régimen intenta conciliar en su programa económico los intereses de los distintos sectores de la burguesía nacional y el capital estadounidense, ofrece garantías de estabilidad a las capas medias y nuevos empleos a las clases populares, todo ello combinado con una selectiva pero feroz represión contra adversarios políticos y movimientos opositores. Su programa económico se concentraba en la reducción de inversiones, la política de reducción de zafra (para estimular los precios deprimidos del azúcar en el mercado mundial), la reforma arancelaria, cuyo objetivo era elevar los aranceles a productos extranjeros que se podían producir en Cuba y que se compraban en Estados Unidos como el café, arroz, huevos, carnes y otros, y el famoso Plan de obras públicas, mediante el cual se intenta reducir el desempleo creando puestos de trabajo en obras improductivas y temporales como el Capitolio, la escalinata universitaria, la Carretera Central, etc.

La mediación del embajador estadounidense Sumner Welles no pudo evitar la caída de Machado pero sí impidió el triunfo popular: Welles le sale al paso a la huelga e impone como presidente a Carlos Manuel de Céspedes (hijo) que gobernará del 13 de agosto de 1933 al 4 de septiembre de 1933. El 4 de septiembre de 1933 mediante un golpe de Estado, el sargento Fulgencio Batista destituye a Céspedes. Esta sublevación tiene el apoyo del Directorio Estudiantil y Batista se convierte en jefe del Ejército con el grado de coronel. Este golpe de Estado crea el Gobierno de la Pentarquía que durará apenas seis días, desde el 4 hasta 10 de septiembre de 1933. Bajo la autoridad del Directorio Estudiantil y Batista, la pentarquía se transformó en el gobierno de los Cien Días. Este gobierno de los Cien Días, encabezado por Ramón Grau como presidente y Antonio Guiteras como secretario de Gobernación, critica y se opone a la Enmienda Platt y toma medidas de marcado carácter popular (aplicación de la jornada laboral de 8 horas, reparto de tierras a los campesinos, legalización de los sindicatos, otorgamiento de la autonomía universitaria, rebaja de la tarifa eléctrica, intervención de la compañía eléctrica estadounidense, etc.)

Benjamín Sumner Welles fue un funcionario del gobierno estadounidense y diplomático en el Servicio Exterior. Fue asesor de política exterior del presidente Franklin Delano Roosevelt, y se desempeñó como subsecretario de Estado de 1937 a 1943, durante la presidencia del mismo.

Un periodo de operaciones oscuras.

Fidel Castro y un grupo de revolucionarios atacaron el 26 de julio de 1953 los cuarteles militares Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente. Esta acción fracasó, muchos de los asaltantes fueron asesinados por los soldados de Batista y otros fueron encarcelados, entre ellos Fidel, su hermano Raúl, Juan Almeida, entre otros. Debido a la presión popular y a la madre de Fidel Castro, que tenía relaciones de amistad con la entonces primera dama, y la intervención del entonces obispo de Santiago de Cuba, Batista ofrece una amnistía a los presos políticos en 1955. Fidel Castro y sus compañeros viajan a México donde se reorganizan bajo el nombre de Movimiento 26 de Julio. Fidel Castro, su hermano Raúl, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y 78 expedicionarios más zarpan sigilosamente de Santiago de la Peña, frente al puerto de Tuxpan de Rodríguez Cano, Veracruz, México; en los primeros minutos del 25 de noviembre de 1956 en el yate Granma para iniciar la Revolución cubana que derrocaría al presidente Fulgencio Batista. Después de siete días de viaje, llegaron a Cuba, muy cerca de la playa Las Coloradas, donde desembarcaron los 82 revolucionarios para dar inicio a una guerra de guerrillas que desencadenaría en el triunfo de la Revolución Cubana. El Granma fue adquirido en Tuxpan por Antonio "el Cuate" del Conde por encargo de Fidel Castro para transportar en él, a los hombres y las armas para derrocar a Batista. El 30 de noviembre de 1956 se produce el alzamiento de Santiago de Cuba organizado por Frank País. Al mismo tiempo debía desembarcar el yate Granma con 82 expedicionarios venidos de México, entre los que se encuentran Fidel Castro, Raúl Castro, Che Guevara, Camilo Cienfuegos y otros. Pero por las condiciones de mal tiempo los mismos se retrasan y llegaron el 2 de diciembre; desembarcando por la playa de Las Coloradas (Niquero), una zona rodeada de manglares situada muy cerca de la ciudad de Manzanillo. Son sorprendidos por el ejército de Batista en el Combate de Alegría de Pío y el grupo de revolucionarios es diezmado, siendo asesinados varios de los expedicionarios, logrando solo llegar a la Sierra Maestra un pequeño grupo donde desarrollan en una guerra de guerrillas, entre los combates se encontraron La Plata, El Hombrito y Arroyo del Infierno.

En las ciudades principalmente en La Habana y Santiago de Cuba se continúan las actividades clandestinas dirigidas por José Antonio Echeverría, Frank País y otros. El 13 de marzo de 1957 se produce el asalto al Palacio Presidencial y a la Emisora Radio Reloj, donde por instantes no fue ajusticiado Batista, cayendo en el combate José Antonio Echeverría, líder del Directorio Revolucionario y presidente de la Federación Estudiantil Universitaria. El periodista estadounidense Jules Dubois describió al régimen de Batista: “Batista regresó al poder el 10 de marzo de 1952 y empezó entonces la etapa más sangrienta de la historia cubana desde la guerra de independencia, casi un siglo antes. Las represalias de las fuerzas represivas de Batista costaron la vida a numerosos presos políticos. Por cada bomba que estallaba, sacaban a dos presos de la cárcel y los ejecutaban de modo sumario. Una noche en Marianao, un barrio de La Habana, se repartieron los cuerpos de 98 presos políticos por las calles, acribillados de balas”.

Ernesto Guevara (Rosario, Argentina, 14 de junio de 1928-La Higuera, Bolivia, 9 de octubre de 1967), conocido como «el Che Guevara» o simplemente «el Che», fue un médico, político, guerrillero, escritor, periodista y revolucionario comunista argentino nacionalizado cubano. Fue uno de los ideólogos y comandantes de la Revolución cubana. Guevara participó desde el alzamiento armado hasta 1965 en la organización del Estado cubano. Desempeñó varios altos cargos de su administración y de su Gobierno, sobre todo en el área económica. Fue presidente del Banco Nacional, director del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y ministro de Industria. En el área diplomática, actuó como responsable de varias misiones internacionales.

A finales de 1951, con tan solo veintitrés años, el joven Ernesto Guevara, aún lejos de convertirse en el legendario guerrillero que más tarde sería, emprendía junto con su amigo Alberto Granado un viaje que les llevaría a recorrer gran parte de América Latina en motocicleta. En las notas que escribió sobre su aventura se deja entrever la personalidad del joven Che, su determinación y sus ansias de explorar el mundo, así como una incipiente conciencia social, todos ellos rasgos esenciales de la personalidad del célebre líder revolucionario.

"Creo que hay una gigantesca mentira alrededor del Che": Jacobo Machover, el escritor cubano que califica de asesino a Ernesto Guevara a 50 años de su muerte.

Lo cierto es que el tiempo a desvelado detalles oscuros del mitificado personaje, como este extracto.

Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han visto invadidos sus reales por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués. El desprecio y la pobreza los une en la lucha cotidiana, pero el diferente modo de encarar la vida los separa completamente; el negro indolente y soñador, se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en 'pegar unos palos' (emborracharse), el europeo tiene una tradición de trabajo y de ahorro que lo persigue hasta este rincón de América y lo impulsa a progresar, aún independientemente de sus propias aspiraciones individuales.

Diarios de motocicleta: notas de un viaje por América Latina.

El 17 de mayo de 1959 Fidel Castro firmó la ley de reforma agraria, que daba continuidad a la del 10 de octubre de 1958, expedida en la propia Sierra Maestra. Para realizar esta reforma, se creó el INRA que se convertiría en el centro del poder revolucionario de entonces. En las ciudades, la "ley de alquileres" y la "ley de terrenos baldíos", indujeron rápidamente una reforma urbana, ideada para resolver el problema de la vivienda popular. Se abrió entonces un proceso de expropiaciones, nacionalizaciones y confiscaciones que afectaron fuertemente a la clase alta y a algunas empresas extranjeras, principalmente estadounidenses.

Antes de su victoria, Fidel Castro y los líderes de otros movimientos revolucionarios, redactaron el Manifiesto de la Sierra Maestra en el que se comprometieron a «celebrar elecciones generales para todos los cargos del Estado, las provincias y los municipios en el término de un año bajo las normas de la Constitución del 40 y el Código Electoral del 43 y entregarle el poder inmediatamente al candidato que resulte electo». A pesar de haberse comprometido a celebrar elecciones dentro de 18 meses, el gobierno descartaría cumplir con ese compromiso luego del triunfo de la Revolución. Planteando que los gobiernos anteriores habían sido perjudiciales, corruptos, para el pueblo de Cuba, imperando la corrupción y otros males, además de ser sumisos a los interés de los Estados Unidos que intentaría manipular las elecciones. No fue hasta el 30 de junio de 1974 que se celebraron las primeras elecciones en Cuba, aunque fueron del tipo comunista como establece la ley cubana actual. Este tipo de elecciones se siguen celebrando hasta los días actuales y son consideradas por las personas contrarias al gobierno como fraudulentas, puesto que, entre otros factores, el presidente de la República no se elige por voto popular directo, sino a través del parlamento del partido único.

El Che Guevara se entrevista con los intelectuales franceses Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre.

Después de la caída de la Unión Soviética a finales de 1991, la economía de Cuba sufrió una crisis, dejándola esencialmente paralizada porque las estrechas bases económicas de esta nación se concentraban en unos pocos productos con pocos compradores. La pérdida de casi 5000 millones de dólares que el gobierno de la URSS proveía a Cuba como ayuda, en forma de exportaciones garantizadas para el mercado cubano del azúcar y la obtención de petróleo barato, generó un impacto severo para la economía cubana. En este contexto, se celebró en octubre de 1991 el IV Congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba para analizar la delicada situación del país. En 1993 la situación se agravó mucho más. La agricultura y la ganadería, productoras de alimentos, se fueron reduciendo hasta quedar con pocos suministros para la población. El comercio de Cuba disminuyó en un 80 %, y las condiciones de vida empeoraron. Esta situación hizo que se intensificara el flujo migratorio de Cuba hacia los Estados Unidos. En particular se popularizó una peligrosa forma de emigración ilegal con los llamados balseros, quienes, fruto de la desesperación, se lanzaban a cruzar el estrecho de La Florida en endebles embarcaciones artesanales. Se declaró un periodo especial, que incluía recortes en el transporte y la electricidad, e incluso racionamiento de comida. En respuesta a estos acontecimientos, Estados Unidos endureció el embargo económico, comercial y financiero esperando que esto llevara a la caída del estado socialista. No obstante, el gobierno abrió el país al turismo internacional, realizando tratos con compañías extranjeras de proyectos turísticos, industriales y agrícolas. Como resultado, el uso del dólar estadounidense se legalizó en 1993, abriéndose tiendas especiales que vendían exclusivamente en dólares.

Había entonces dos economías separadas: la economía del dólar y la economía del peso. Extremos periodos de escasez de comida y otros bienes, así como apagones eléctricos, dieron origen a un breve periodo de malestar, incluyendo numerosas protestas por la mala situación (siendo la más notoria de ellas el “Maleconazo” el 5 de agosto de 1994) y un incremento en el crimen y la corrupción. En respuesta, el Partido Comunista de Cuba formó cientos de “brigadas de acción rápida” para evitar males mayores. En 1995 se tomaron nuevas medidas para aliviar la situación del país. Se fomentó la inversión extranjera y se permitieron algunas muy limitadas formas de iniciativa privada. Esto hizo que poco a poco mejorase algo la economía cubana. En 1997 se celebró el V Congreso del partido gobernante. En 1998 el papa Juan Pablo II hizo una histórica visita a Cuba, en la cual se pidió algo más de flexibilidad a la sociedad cubana, así como al resto del mundo, pidiendo apertura de ambas partes.

Fidel Castro recibió condecoraciones nacionales y extranjeras. Debido a su gestión y a las características controvertidas de sus políticas, se ha generado un polémico e intenso debate de trasfondo ideológico. Falleció en La Habana el 25 de noviembre de 2016 a la edad de 90 años. Su hermano, Raúl Modesto Castro Ruz, lo sucedió primero como presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros (y, por tanto, como presidente de Cuba), desde el 31 de julio de 2006 de manera interina, y desde el 24 de febrero de 2008 hasta el 18 de abril de 2018 de forma oficial; y luego, como primer secretario del Partido Comunista de Cuba, desde abril de 2011.

El 25 de noviembre de 2016, coincidiendo con el 60º aniversario de la salida del yate Granma desde México hacia Cuba, falleció Fidel Castro por causas naturales, a los noventa años de edad. Los días posteriores marcaron la procesión de sus cenizas por toda la isla, desde la plaza de la Revolución de La Habana hasta el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, al otro extremo del país, en donde pasaron a reposar sus cenizas. Numerosos gobiernos y organizaciones en el mundo entero enviaron mensajes de condolencias al gobierno y pueblo de Cuba. Durante los funerales del líder cubano se escucharon discursos de presidentes como Nicolás Maduro de Venezuela, Daniel Ortega de Nicaragua, Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador, entre otros.

El 19 de abril de 2018, fue elegido presidente Miguel Díaz Canel.

Raúl Castro y Barack Obama en 2015 durante la VII Cumbre de las Américas.

La primera obra literaria escrita en la Isla data del Siglo XVII, cuando en 1608, Silvestre de Balboa y Troya de Quesada escribe Espejo de Paciencia, un poema épico-histórico en octavas reales, que narra el secuestro del Obispo Fray Juan de las Cabezas Altamirano por el pirata Gilberto Girón y su posterior rescate por los vecinos de Bayamo.

En 2004, a la muerte de su mujer, Iván, aspirante a escritor y ahora responsable de un paupérrimo gabinete veterinario de La Habana, vuelve los ojos hacia un episodio de su vida, ocurrido en 1977, cuando conoció a un enigmático hombre que paseaba por la playa en compañía de dos hermosos galgos rusos. Tras varios encuentros, «el hombre que amaba a los perros» comenzó a hacerlo depositario de unas singulares confidencias que van centrándose en la figura del asesino de Trotski, Ramón Mercader, incidente del que hablamos en nuestra biblioteca, Febrero 2020.

Gracias a esas confidencias, Iván puede reconstruir las trayectorias vitales de Liev Davídovich Bronstein, también llamado Trotski, y de Ramón Mercader, también conocido como Jacques Mornard, y cómo se convierten en víctima y verdugo de uno de los crímenes más reveladores del siglo xx. Desde el destierro impuesto por Stalin a Trotski en 1929, y desde la infancia de Mercader en la Barcelona burguesa, sus amores y peripecias durante la Guerra Civil, o más adelante en Moscú y París, las vidas de ambos se entrelazan hasta confluir en México. Ambas historias completan su sentido cuando sobre ellas proyecta Iván sus avatares vitales e intelectuales en la Cuba contemporánea y su destructiva relación con el hombre que amaba a los perros.

Esta edición especial conmemora el 50.º aniversario de Tusquets Editores.

Solitario hasta el punto de que un fotógrafo extranjero lo considera el último habitante de una ciudad de la que todos se han fugado, el narrador de este libro se propone contar cómo ha vuelto a La Habana, después de veinticinco años de prohibición, la fiesta. O, dicho más exactamente, su remedo.

Hurga con ese fin en lo que él denomina «caja negra de la fiesta». Sus asuntos, mientras tanto, no marchan del mejor modo: las autoridades políticas han dictado contra él orden de censura, y verá denegado cada intento suyo de salir del país. Lo acusan, entre otras cosas, de recibir dinero de una agencia extranjera de inteligencia. No es casual, entonces, que él eche mano de una historia de la Guerra Fría -Our Man in Havana-, donde Graham Greene narraba las peripecias de un falso espía y de una red de espías falsos. Por la fiesta de estas páginas cruzan Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Dizzie Gillespie y la Orquesta Aragón, Edith Wharton y Ernesto Guevara, John Lennon y Ernest Hemingway, Compay Segundo y Ry Cooder, un perro disecado y un doble de Gene Hackman. Junto a una multitud de seres sin nombre: prostitutas, gente de cabaret, escritores exiliados y suicidas, funcionarios estatales... La narración avanza no en el estilo barroco que supondría un carnaval así, sino mediante una prosa irónica y austera. Piezas disímiles se combinan para conducir al final de toda fiesta de disfraces: el momento de abandonar las máscaras.

La Habana de hoy es recorrida en paseos reflexivos (se incluye una «teoría de la ruinas») que terminan en el Museo del Ministerio del Interior. Llegado allí, el narrador solicita un expediente secreto, pregunta por las pruebas de su culpabilidad. Búsqueda de ascendencia kafkiana, la suya resulta atemperada por el ejemplo de otra criatura literaria ante el absurdo: la Alicia que, en el País de las Maravillas, echa en cara a quienes la juzgan que no son más que un mazo de naipes. Sólo que, a diferencia de Alicia, el narrador de La fiesta vigilada no tiene la ventaja de haber crecido por encima de sus jueces.

Antonio José Ponte nació en Matanzas, Cuba, en 1964, y reside en La Habana desde 1980. Ingeniero hidraúlico durante algunos años, abandonó el ejercicio de esa profesión para dedicarse a escribir. Poeta, narrador y ensayista, en 1997 publicó Las comidas profundas, traducida luego al francés como Les Nourritures lointaines. City Lights Books publicó, en 2000 y 2002, la traducción al inglés de dos volúmenes de cuentos recogidos más tarde en un solo volumen: Un arte de hacer ruinas y otros cuentos, que publicó en 2005 el Fondo de Cultura Económica. Es autor de libro de poemas Asiento en las ruinas (Renacimiento, Sevilla, 2005) y de la novela Contrabando de sombras (Mondadori, 2002).

Informe contra mí mismo es un libro a favor de lo que amo: mi familia, los amigos, la isla entera. No me propuse una memoria de la historia sino una primera historia de mi memoria. Preciso: la emocionante memoria de los míos. Sobre la experiencia de la Revolución cubana se ha debatido casi siempre en defensa de posiciones extremas. A quemarropa. La razón dicta. La pasión ciega. Sólo la emoción conmueve, porque la emoción es, a fin de cuentas, la única razón de la pasión. ¿Será cierto que la mejor defensa es el ataque? Lo dudo. José Martí nos llamó a una guerra necesaria, sin odios, para alcanzar la independencia, pienso que ahora los cubanos debemos convocarnos a una «paz necesaria», también sin odios, para lograr la concordia nacional. Sé que la publicación de este libro puede molestar a muchos en la isla o en el exilio, las dos orillas del conflicto. En todo caso, pienso que tendrán la opción de no leerlo. Yo tuve la necesidad de escribirlo. Si algún compatriota, en cualquier agujero del mundo, se reconoce en una de estas paginas y se recuerda en mis recuerdos, me sentiré acompañado. Lo único imperdonable es el olvido. Tarde o temprano, los cubanos nos volveremos a encontrar, bajo la sombra isleña de una nube. Hay que estar atentos: el toque de una clave se escucha desde lejos.

Seis años después de la muerte del autor, se publicaba su obra inédita que prolonga con cartas y recuerdos la novela que su padre, el poeta Eliseo Diego, dejó sin terminar.

Nadie quería más a Cuba que él, decía Eliseo Alberto, Lichi, muerto en 2011, a los 60, en el exilio de México. Había nacido en una familia de artistas, cuyo patrón era Eliseo Diego, uno de los grandes poetas del siglo XX hispanoamericano.

El 7 de diciembre de 1990 el escritor cubano Reinaldo Arenas, en fase terminal del SIDA, se suicidaba en Nueva York dejando este estremecedor testimonio personal y político, que terminó apenas unos días antes de poner fin a su vida. Arenas, en efecto, reunía las tres condiciones más idóneas para convertirse en uno de los muchos parias engendrados por el infierno inquisitorial y carcelario de la Cuba castrista: ser escritor, homosexual y disidente. Silencien o no la presencia de este libro los interesados en perpetuar el engaño, deseamos que sean cada vez menos los que aún digan que ignoran qué encubría, y encubre, el célebre "paraíso caribeño" del patriarca Fidel Castro.

Dirigida por Julian Schnabel y con guion de Cunningham O'Keefe y Lazaro Gomez Carriles, se adaptó a la pantalla grande y nos ayuda a conocer más de cerca la vida de Reinaldo Arenas (Javier Bardem), un brillante autor cubano que tenía un gran afán de libertad artística, política y sexual. El retrato de este hombre comienza desde su infancia, que se desarrolló en un ambiente rural, y pasa por su participación temprana en la Revolución, hasta llegar a la persecución personal que viviría más tarde como escritor y como homosexual en Cuba. Finalmente, tuvo que huir a Nueva York, donde se exilió, pero Arenas representa un ejemplo de desafío a la pobreza, censura, persecución, exilio e, incluso, la muerte. Completan el reparto Olivier Martinez ('S.W.A.T', 'Semana Santa'), Johnny Depp ('Los diarios del ron', 'Alicia en el País de las Maravillas') y Sean Penn ('Mystic River', 'Milk').

Este libro es un viaje inolvidable al interior de la revolución cubana. Carlos Pérez Cifredo se enfrenta al «cuentametuvida», la planilla en blanco que deberá rellenar para que sus compañeros decidan en asamblea si merece o no la condición de «trabajador ejemplar». A través de una extraordinaria fusión de lenguajes -coloquiales, musicales, cinematográficos, políticos e incluso los correspondientes al cómic-, el lector acompañará al protagonista en la rememoración de sus peripecias a veces hilarantes, otras dolorosas, pero siempre intensísimas, que culminan en la asamblea donde su existencia será juzgada. Esta primera novela de Jesús Díaz estuvo prohibida por las autoridades cubanas durante doce años. Cuando finalmente llegó a publicarse en Madrid y La Habana, en 1987, fue aclamada como la gran novela crítica de la revolución cubana, mereció varias reediciones, se tradujo al alemán, francés, sueco y griego, y consagró de inmediato a su autor.

«Un libro sorprendente, sólido, apasionante, que se lee con una mezcla de fascinación y vértigo» (Rafael Conte, El País).

«Las iniciales de la tierra es una novela llena de invenciones verbales, de colores y de músicas: con un dominio perfecto del matiz, gracias al cual las palabras, las cosas y las gentes son miradas a la vez por dentro y por fuera» (Françoise Barthélémy, Le Monde Diplomatique).

«Apasionada, blasfema, satírica. Una gran tormenta literaria» (Erich Hackl, Die Zeit).

Jesús Díaz (La Habana, 1941) es uno de los gran­des escritores de la Cuba de hoy. En 1966 ganó el Premio Casa de las Américas con el libro de rela­tos Los años duros. Fundó y dirigió el magazine cultural El Caimán Barbudo. Fue profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y coeditor de la revista de ciencias sociales Pensamiento Crítico, hasta que ambas instituciones fueron acusadas de «diversionismo ideológico» y clausuradas por las autoridades cubanas en 1971. Escribió y dirigió varios filmes en Cuba. Ha trabajado como guionista en México, Colombia, Alemania y España.

En 1992 dio a conocer en Zurich el ensayo «Los anillos de la serpiente», reproducido en muchos periódicos de Europa y América, que le valió una carta brutal del ministro cubano de cultura condenándolo al exilio. Sus libros han sido traducidos al alemán, francés, sueco, holandés, griego y ruso.

Medio siglo después del estallido de una Revolución, que destruyó el orden republicano, desató la guerra civil y propició un cuantioso exilio, la cultura cubana revive sus dramas a través de la memoria. Entre la isla y el exilio se entabla una feroz disputa por el legado nacional. Los herederos de uno y otro bando forcejean por la posesión parcial o total de un patrimonio común. La discordia del país se ha desplazado a la esfera de los símbolos. ¿De quién son los muertos de una guerra civil? ¿Cómo se edifican los panteones culturales en cada orilla del conflicto? ¿Cuánto debe recordarse? ¿Cuánto olvidarse? ¿Cómo juzgar el pasado? Tras la desaparición de sus clásicos (Lezama, Pinera, Carpentier, Guillen, Arenas, Sarduy, Cabrera Infante), la cultura cubana experimenta una «sensación de cementerio».

La melancolía del heredero y el duelo del sobreviviente son los temas de este libro. Tumbas sin sosiego describe las costumbres funerarias de una cultura desgarrada por la revolución, la disidencia y el exilio, y, al mismo tiempo, narra una breve historia intelectual de Cuba. Aquí se reconstruyen los grandes debates cubanos del último medio siglo y se ofrecen semblanzas de sus protagonistas: Manuel Moreno Fraginals, Cintio Vitier, Roberto Fernández Retamar, Heberto Padilla, Jesús Díaz, Raúl Rivera...

Excelente trabajo del crítico de arte y ensayista de origen cubano Iván de la Nuez. Director de exposiciones del Palacio de La Virreina de Barcelona. Es un pensador nacido ya en la Revolución que salió de Cuba en busca de nuevas respuestas políticas, desde la izquierda, que no convalidaran la falta de libertad. El sugerente título de este ensayo abre, sin lugar a dudas, el marco político filosófico en que se mueve este análisis. Su autor pretende encontrar un sentido al imaginario colectivo de un grupo de intelectuales de izquierdas que, en algún momento de sus vidas, se plegaron a una fascinación, fundamentalmente acrítica y despegada, por el modelo de revolución cubana. Analiza los procesos mentales que pudieron llevar a intelectuales, orgánicos o no, a creer y crear una mitología externa de la Revolución, una mitología de palabra, obra e imagen.

Para entender el presente también hay que bucear en el pasado. El académico Marrero ha trazado una historia colonial de Cuba a través de sus documentos. Desde cartas personales hasta mapas, pasando por documentos oficiales o listas de inversores, que nos revelan los acontecimientos de la isla desde su descubrimiento y su pasado azucarero a la caída de la prosperidad, cuando perdió el monopolio de este producto en favor de Haití.

Leví Marrero fue uno de los grandes intelectuales cubanos que sufrieron la oprobiosa atomización y estigmatización a la que fueron sometidos muchos de los que pertenecían por derecho a ese círculo selecto, al serles aplicada la discriminatoria política cultural gubernamental en Cuba.

Los verdaderos personajes de Tres tristes tigres (el título viene de un trabalenguas infantil cubano) son la nostalgia, la literatura, la ciudad, la música y la noche habanera, que al final comienza a amanecer, lenta y reveladora, y también esa forma actual de arte que parece reunirlas en una sola cosa: el cine.

Guillermo Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 22 de abril de 1929 - Londres, 21 de febrero de 2005) fue un escritor y guionista cubano, que después de exiliarse de su país obtuvo la ciudadanía británica. Obtuvo el Premio Cervantes 1997. En 1952 los censores del régimen de Fulgencio Batista encontraron a Cabrera culpable de incorporar obscenidades en un cuento que había escrito ese año. Como castigo, se le prohibió publicar con su nombre, asunto que fue resuelto mediante el uso del seudónimo G. Caín, una contracción de sus apellidos. En 1954, se convirtió en crítico cinematográfico de la revista Carteles en la que firmaba con su seudónimo (que utilizaría posteriormente en algunos de sus guiones) y con la que colaboraría hasta 1960. En las postrimerías de la década del cincuenta, Cabrera Infante escribió la mayor parte de las historias que serían compiladas más tarde en Así en la paz, como en la guerra.

En 2009 aparecieron los primeros signos de una reconcilación de Cuba con el escritor, después de que los periodistas Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco ganaran ese año el premio de ensayo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas, cuya editorial publicó el texto —más de 300 páginas sobre la vida y trayectoria de Cabrera Infante desde su infancia en Gibara hasta que abandonó definitivamente la isla en 1965— en 2011. Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura, opina al respecto "que el libro tiene valor entre otras razones porque 'es bueno que cada vez haya menos adentros y afueras' en la literatura cubana". Leonardo Padura sostiene, por su parte, que Cabrera Infante "es un indispensable de la cultura cubana", pues "tiene el gran mérito de haber convertido el lenguaje del habanero en lenguaje literario"; con independencia de las revelaciones que haga el ensayo en cuestión, el mero hecho de haber obtenido un premio oficial y ser publicado es un signo "positivo y reflejo de que poco a poco se vuelve a la normalidad".

Pero para el filósofo y narrador Fernando Savater, "esta publicación no es más que la típica jugada de los burócratas de las dictaduras moribundas, que intentan echar el lazo a escritores y artistas relevantes de la disidencia" y "fingen un reconocimiento tardío a sus méritos ensalzando sus logros creativos para mejor difuminar su oposición al régimen, que queda soslayado como algo circunstancial y menor".

El triunfo de la Revolución cubana culminó en 1959 con la entrada en La Habana de la guerrilla victoriosa. Tres comandantes encabezaban la marcha: Fidel Castro, flanqueado por Camilo Cienfuegos y Huber Matos. Nueve meses más tarde, este último caía en desgracia y, tras un juicio sumario, era condenado a veinte años de cárcel, que cumplió íntegramente. Cómo llegó la noche, de un «indiscutible valor testimonial» según el jurado, obtuvo el XIV Premio Comillas de biografía, autobiografía y memorias. Tusquets Editores ofreció la oportunidad de dar la palabra a un testigo privilegiado de uno de los acontecimientos más controvertidos y mitificados del siglo XX, cuya voz disidente quedó injustamente silenciada. Muerto Cienfuegos en un accidente de aviación nunca esclarecido, de la célebre fotografía triunfal sólo Castro quedaba en la isla, en el momento de la edición, en el poder desde hace más de cuarenta años...

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Novela autobiográfica que lanzó a la fama a Roberto Ampuero. Uno de los testimonios más contundentes sobre el desencanto político de una revolución que marcó el siglo XX.

El protagonista de esta novela autobiográfica abandona el Chile de la Junta Militar en 1974 para buscar refugio en Alemania Oriental. Allí se enamora de Margarita, la hija del comandante Cienfuegos, el poderoso embajador de Fidel Castro en Moscú. El matrimonio se celebra pocos meses después en la «isla de la Libertad», sin que el joven veinteañero de entonces intuyera que todas las ilusiones se derrumbarían una tras otra en la medida en que la Revolución cubana mostrara su otra cara. Nuestros años verde olivo es uno de los testimonios más contundentes sobre el desencanto político de una revolución que marcó el siglo XX. Y es a la vez la comprobación de que solo la literatura es capaz de narrar lo inenarrable.

En la Habana del siglo XIX, una mujer decide tomar las riendas de su vida y forjarse su propio destino.1858. Cuando Valentina zarpó desde España hacia la colonia de Cuba en pasaje de tercera clase, tenía un joven marido a su lado y el corazón repleto de ilusiones. A su llegada a la isla, sin embargo, sus sueños se resquebrajan: su esposo ha muerto durante la agotadora travesía y el lugar, de pronto, se revela como un entorno hostil.Solo Tomás Mendoza, un atractivo médico que viajaba en el mismo barco que ella, intenta ayudarla proponiéndole matrimonio. Pero Valentina le rechaza por orgullo, pues no está dispuesta a inspirar lástima, aunque eso signifique tener que vender su cuerpo en un refinado prostíbulo caribeño.

Lo que no sospecha es que hay hombres que no se conforman con unas horas de lujuria comprada y que algunos, como el rico y apuesto Leopoldo Bazán, bajo sus caballerosas formas esconden la más abyecta crueldad.Con el pulso firme y sagaz de los grandes novelistas, Carmen Santos ha tejido una historia inolvidable que tiene mucho de las grandes sagas. De las calles habaneras al prostíbulo y de allí a los fastuosos salones de la alta sociedad isleña, enriquecida hasta lo inimaginable con el cultivo de la caña de azúcar, El sueño de las Antillas nos cuenta la historia de una mujer fuerte, valiente y carismática que, en una época de intrigas políticas por la independencia de Cuba y por la abolición de la esclavitud, se debate entre la ambición, la venganza y el amor verdadero.

En 1830, un velero arriba frente al puerto de La Habana; lleva en sus bodegas el máximo de lo que le permite su capacidad de carga; una mercancía muy apreciada para la colonia española. Es un cargamento de esclavos recién capturados en la costa occidental africana que serán vendidos y pasarán a ser propiedad de los ricos hacendados que necesitan de esa mano de obra para cubrir sus necesidades, fundamentalmente como braceros de sus vastas plantaciones. Desde el primer momento que los esclavos tomaron contacto con su nueva forma de vida, en sus mentes, y sobre todo en las de su numerosa descendencia, pronto surgirá un imparable deseo de libertad que les llevará a mantener una lucha encarnizada y muy prolongada en el tiempo, contra las tropas coloniales españolas.Mientras se producen los primeros combates sobre suelo cubano, siempre encaminados a la consecución de la independencia nacional, al otro lado del océano, una familia gaditana que tradicionalmente se dedica al comercio negrero, comienza a sentirse amenazada ante el aumento de la presión internacional empeñada en erradicar definitivamente este tipo de negocios. Por ello, decide hacer los preparativos necesarios para liquidar su patrimonio y emigrar lo antes posible a Cuba; lugar donde mantiene magníficas propiedades e importantes contactos que con toda seguridad podrán ayudarle.

Espiridiona Cenda, una joven cubana de solo veintiséis pulgadas de estatura, llega a la Nueva York de fines del siglo XIX con el deseo de triunfar como bailarina y cantante. Chiquita fue galardonada con el Premio Alfaguara de novela de 2008.

Esta biografía imaginaria de un personaje real recrea con libertad y una fabulación ilimitada las aventuras y desventuras de Chiquita, una mujer seductora e independiente que llegó a convertirse en una de las celebridades mejor pagadas de los teatros de vaudeville y las ferias de su tiempo. Elegante, humorística y llena de peripecias, la novela es un ambicioso fresco de una época pródiga en transformaciones sociales y milagros tecnológicos, en que las potencias se disputaban territorios, las cofradías secretas no habían perdido la esperanza de convertir el mundo en una gran Arcadia y las "curiosidades humanas" ejercían una extraña atracción sobre las multitudes.

La experiencia del autor en La Habana como representante del gobierno de Salvador Allende en 1971. Jorge Edwards fue el primer escritor latinoamericano en notar que algo iba irremediablemente mal en la Revolución cubana. Las ilusiones románticas de la primera etapa, que despertaron la esperanza de las masas latinoamericanas y de los intelectuales de izquierda a nivel mundial, comenzaban a resquebrajarse. En Persona non grata el autor narra con agudeza su experiencia en La Habana como representante del gobierno de Salvador Allende, adonde llegó en 1971 con la misión de reanudar las relaciones diplomáticas entre ambos países. Tres meses después debió partir prácticamente expulsado por el régimen castrista.

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Concluye aquí el ciclo dedicado por Carme Riera a los judíos conversos mallorquines, iniciado con su anterior novela, En el último azul. Los protagonistas de esta historia descienden de Isabel Tarongí, muerta en el brasero inquisitorial en 1691. La acción transcurre a mediados del siglo XIX en la isla de Cuba, adonde emigran dos ramas de la familia Forteza. En La Habana, cuando empiezan a respirarse los primeros aires independentistas contra la corona española, unos hermanos se juegan a las cartas a cuál de los dos le corresponderá el sacrificio de casarse, y poco más tarde será el destino quien se encargue de escoger una víctima propiciatoria: María de Fortaleza. Por el cielo y más allá, una narración que combina el relato psicológico y la novela histórica, es a la vez un retablo de vida bullente, animada por variopintos personajes, galanteos refinados, muertes violentas y convulsiones sociales y polóticas tan decisivas para la historia de España y Cuba como para la protagonista.

Artemisa, capital de la trocha y de la guarnición militar de Pinar del Río, Cuba, 1896: un imperio se resquebraja, y con él los militares que lo defienden. El misterioso e instruido Juan Vives, el inocente Martínez Calonge y -sobre todo- el escritor Manuel Ciges Aparicio, que no duda entre su deber ante la patria y su derecho a la libertad, nos mostrarán sus penurias y deseos en una novela sobre la capacidad humana no ya para sobrevivir, sino para resistir ante el horror. En Las guerras de Artemisa, su obra más ambiciosa, Andrés Sorel aborda -por primera vez en nuestra literatura- la reconcentración en la Guerra de Cuba, que ordenó el general Valeriano Weyler cuarenta años antes de los campos nazis. Sexo y violencia, paisajes físicos y humanos, historias íntimas y dramas colectivos con los que Sorel narra el acontecimiento que cambió nuestra historia.

«Andrés Sorel defiende el compromiso del escritor con sus propias convicciones, al margen del mercado, el consumismo y el poder corrupto.» El País

Finales del siglo XIX, España está a punto de perder Cuba como colonia. Mientras en tierras cubanas se libra una guerra sangrienta, en España, sin embrago, la mayoría de los españoles no se percata de lo que está ocurriendo. Gabriel y Tam, dos muchachos cubanos de trece años, están dispuestos a luchar como sus padres, sin ser conscientes del riesgo que conlleva y de que todavía son demasiado jóvenes para ello. Paralelamente, en Jerez de la Frontera, Pedro, un muchacho español que sirve en casa de una familia adinerada, sufre por su hermano Juan, que ha sido enviado a la guerra a Cuba. Una historia de amistad y de esperanza, en la que asistimos al conflicto bélico visto desde las dos orillas.

El día comienza mal para Adela, joven neoyorquina de ascendencia cubana, cuando recibe la llamada de su madre. Llevan enfadadas más de un año, porque Adela no solo se ha trasladado a Miami, sino que vive con Marcos, un joven habanero recién llegado a Estados Unidos que la ha seducido por completo y al cual, por su origen, su madre rechaza. Marcos le cuenta a Adela historias de su infancia en la isla, arropado por un grupo de amigos de sus padres, llamado el Clan, y le muestra una foto de la última comida en que, siendo él niño, estuvieron juntos veinticinco años atrás. Adela, que presentía que el día se iba a torcer, descubre entre los rostros a alguien familiar. Y un abismo se abre bajo sus pies. Como polvo en el viento es la historia de un grupo de amigos que ha sobrevivido a un destino de exilio y dispersión, en Barcelona, en el extremo noroeste de Estados Unidos, en Madrid, en Puerto Rico, en Buenos Aires ...

¿Qué ha hecho la vida con ellos, que se habían querido tanto? ¿Qué ha pasado con los que se fueron y con los que decidieron quedarse? ¿Cómo les ha cambiado el tiempo? ¿Volverá a reunirlos el magnetismo del sentimiento de pertenencia, la fuerza de los afectos? ¿O sus vidas son ya polvo en el viento? En el trauma de la diáspora y la desintegración de los vínculos, esta novela es también un canto a la amistad, a los invisibles y poderosos hilos del amor y las viejas lealtades. Una novela deslumbrante, un retrato humano conmovedor, otra obra cumbre de Leonardo Padura.

Leonardo Padura (La Habana, 1955), antes de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 por el conjunto de su obra, había logrado el reconocimiento internacional con sus novelas policiacas protagonizadas por Mario Conde: Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño, Adiós, Hemingway, La neblina del ayer, La cola de la serpiente y La transparencia del tiempo, traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón, el Dashiell Hammett, el Premio de las Islas 2000, el Brigada 21 o el Premio de Novela Histórica Barcino. Las primeras han dado origen a la serie televisiva Vientos de La Habana (Premio Platino). También es autor de La novela de mi vida, El hombre que amaba a los perros (Premio de la Crítica en Cuba, premio Francesco Gelmi di Caporiacco, Carbet del Caribe, Prix Initiales y Prix Roger Caillois), Herejes (Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza), Como polvo en el viento, del libro de relatos Aquello estaba deseando ocurrir, y de la novelización de Regreso a Ítaca, así como de los ensayos reunidos en Agua por todas partes y del reportaje sobre la música latina Los rostros de la salsa.

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