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La censura en la Unión Soviética fue un fenómeno persuasivo de
presión ideológica estatal que tuvo vigencia a lo largo de toda
la historia de ese país (1922-1991), aunque con ciertos altibajos.
Tuvo dos períodos de relajamiento: el primero, después de la muerte
de Iósif Stalin en 1953 (desestalinización), y el segundo durante
la política de glásnost (“transparencia”) implementada por Mijaíl
Gorbachov en 1986.
La censura se realizaba de dos maneras principales:
La protección de los secretos estatales eran manejados por la Administración
Principal para la Salvaguarda de los Secretos de Estado en la Prensa
(más conocida por su sigloide Glavlit), la cual era la responsable
de censurar cualquier intento de publicación o transmisión de secretos
sensibles.
La censura, de acuerdo a los lineamientos ideológicos y políticos
impuestos por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS),
fue implementada a través de varios departamentos estatales especializados,
a saber:
- Goskomizdat censuraba todo lo relativo a material impreso: ficción,
poesía, etc.
- Goskinó, a cargo del control de la cinematografía.
- Gosteleradio, a cargo de las emisiones o transmisiones radiales
y televisivas.
- El Primer Departamento (en varias agencias e instituciones, como
el Comité Estatal de Estadísticas (Goskomstat)), era responsable
de asegurarse de que los secretos estatales y la información sensible
sólo alcanzasen las pocas manos autorizadas.
Un joven Putin a las ordenes del KGB.
Una vez asentado el nuevo régimen soviético, se implementó la destrucción
en masa de los libros y periódicos pre-revolucionarios y extranjeros,
los cuales prácticamente desaparecieron de las bibliotecas. Las
viejas “colecciones especiales” (en ruso transliterado spetsjrán
o spetskhran), las cuales contenían material prohibido y políticamente
incorrecto, solamente eran accesibles a través de un permiso especial
otorgado por los organismos de seguridad (como el KGB). Los libros
y periódicos eran retirados de la bibliotecas, según los cambios
oficiales -a veces contradictorios- que solían tener lugar dentro
de la historiografía oficial. Por ejemplo, luego del cisma ideológico
sino-soviético, la bibliografía oficial que había sabido ensalzar
la alianza de Iósif Stalin con el líder chino Mao Zedong comenzó
a desaparecer “misteriosamente” de las bibliotecas. Incluso algunos
ciudadanos prefirieron destruir el material “políticamente incorrecto”
que tenían en sus viviendas, ya que aquellas personas que eran sospechadas
de posesión del mismo eran frecuentemente perseguidas.
Luego del arresto y posterior fusilamiento de quien fuese la “mano
derecha” de Iósif Stalin, Lavrenti Beria, los suscriptores de la
segunda edición de la ideologizada Gran Enciclopedia Soviética (GES)
recibieron una página con una ampliación del vecino artículo sobre
Vitus Bering, para que la pegasen sobre la biografía del personaje
caído en desgracia. Las reimpresiones y nuevas ediciones de la GES
directamente ni siquiera mencionaban a Beria, como si éste nunca
hubiese existido. Por su parte, la propia GES definía a la censura
de la Unión Soviética en los siguientes términos:
“La Gran Revolución Socialista de Octubre” puso fin tanto a la
censura zarista como a la burguesa ... La censura en la Unión soviética
es de un carácter totalmente diferente a la censura en los Estados
burgueses [occidentales]” ”Es un órgano del Estado socialista, y
su propósito es evitar la que los secretos militares y estatales
aparezcan impresos y evitar la publicación de materiales sujetos
a dañar los intereses del pueblo trabajador [comunista]”.
Gran Enciclopedia Soviética.
No sólo las referencias a las personas incluidas en las listas
negras eran rutinariamente eliminadas de los textos, sino que también
sus fotografías y retratos eran eliminados.
Las pocas traducciones de obras occidentales, salvo que proviniesen
de autores comunistas extranjeros fiables, se hacían de una manera
truncada y con omisiones (resultando por lo tanto en un producto
final sesgado), acompañadas en todo caso de eventuales notas al
pie “correctivas” de la supuesta tendenciosidad de los autores “burgueses”.
Por ejemplo, la traducción soviética de 1976 de la “Historia de
la Segunda Guerra Mundial” de Basil Liddell Hart, no hace mención
a la purga estalinista de los oficiales del Ejército Rojo, al protocolo
o anexo secreto del Pacto Ribbentrop-Mólotov, la posterior invasión
soviética de Polonia del 17 de septiembre de 1939, muchos detalles
de la Guerra de Invierno de 1940 entre la Unión Soviética y Finlandia,
la anexión soviética de los estados bálticos de Estonia, Letonia
y Lituania, la ocupación soviética del norte de Bucovina y de Besarabia
(esta última básicamente corresponde al territorio de Moldavia,
la actual Moldova).
Se trata, no obstante de hechos históricos que efectivamente sucedieron
y que están muy bien documentados. En la traducción de ese libro
también fueron eliminados (es decir, censurados) otros contenidos
“ideológicamente comprometedores”: la ayuda aliada a la Unión Soviética
durante la Gran Guerra Patria (el Frente Oriental de la Segunda
Guerra Mundial), así como otros esfuerzos aliados (sobre todo en
el teatro de operaciones europeo occidental), los fracasos y errores
llevados a cabo por la dirigencia soviética, y las críticas en general
hacia la Unión Soviética.
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El primer tractor, de Vladímir Krijatzki.
El realismo socialista es una corriente artística cuyo propósito
es expandir la conciencia de clase y el conocimiento de los problemas
sociales y las vivencias de las personas. Fue la tendencia artística
impuesta oficialmente durante gran parte de la historia de la Unión
Soviética, particularmente durante el gobierno de Iósif Stalin,
en la República Popular China y, en general, en la mayoría de los
países socialistas.
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Absolutamente todos los medios dentro de la Unión Soviética estaban
estrictamente controlados por el Estado, ya se tratase de la radio,
la televisión, libros, revistas y periódicos. Esto se lograba mediante
la exclusiva propiedad estatal de todas las instalaciones dedicadas
a la producción, por lo que necesariamente sus miembros debían ser
empleados del Estado. Esto se extendía también hacia las bellas
artes, incluyendo el teatro, la ópera y el ballet. Los conciertos
de música y las exhibiciones de arte sólo podían realizarse en lugares
controlados y previamente autorizados por el Estado. En algunas
oportunidades, la censura hacia tal o cual autor que no contaba
con el beneplácito del régimen soviético era apoyada por campañas
contra su material “ofensivo” en los medios de comunicación (sobre
todo, en los periódicos).
Asimismo, se solían aplicar otras sanciones adicionales, como la
expulsión de las organizaciones profesionales respectivas (por ejemplo,
de los círculos de escritores oficiales). En el caso de la publicación
de libros, los manuscritos o redacciones a máquina originales de
los autores debían pasar por el filtro de la férrea censura ideológica.
Usualmente las editoriales estatales sólo publicaban las obras de
los autores plenamente identificados con el gobierno. Los libros
que contaban con el visto bueno oficial (por ejemplo, la colección
de discursos del líder Leonid Brézhnev) eran impresos en grandes
cantidades, mientras que otro material no tan “importante” era publicado
en números mucho menores y no era adecuadamente distribuido. Por
otro lado, la literatura popular “escapista”, como los principales
éxitos editoriales (best sellers) occidentales, como novelas de
romance y misterio eran virtualmente inexistentes dentro de la Unión
Soviética.
La posesión de máquinas de escribir y, con más razón, de imprentas
era estrictamente controlada, para intentar prevenir la circulación
de las copias ilegales samizdat, ya se tratase de revistas o libros.
Por otro lado, las tecnologías “exóticas” como las de las fotocopiadoras
y las computadoras virtualmente no existían dentro del país. Tan
sólo unos pocos de esos aparatos electrónicos serían importados
durante los años de Mijaíl Gorbachov (1985-1991). La posesión de
una simple copia samizdat manuscrita, como alguno de los libros
de Andréi Siniavsky era considerada un delito “ideológico” serio,
que incluso podía costarle a alguien una desagradable visita por
parte de agentes del KGB. Otra cosa que disgustaba bastante a las
autoridades era la publicación de libros prohibidos en el extranjero.
Tal fue el caso de Archipiélago Gulag, escrito por el célebre disidente
Aleksandr Solzhenitsyn, el cual fue inicialmente publicado en Occidente
en 1973. Era una práctica relativamente común en las bibliotecas
soviéticas restringir el acceso a los diarios y periódicos que tuviesen
más de tres años de antigüedad.
Andréi Donátovich Siniavski fue un escritor, editor y disidente
soviético, sobreviviente de los campos de trabajos forzados del
sistema Gulag.
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La historiografía soviética es la forma cómo la historia fue escrita
por parte de los historiadores soviéticos durante la existencia
de la antigua Unión Soviética. Incluye también la práctica de historiadores
actuales que estudian el período desde la perspectiva de los historiadores
soviéticos. Se caracterizada por la alternancia de períodos de libertad
y de restricción impuestas por el Partido Comunista, así como, por
la lucha de los historiadores soviéticos para llevar a cabo sus
estudios a partir de sus propias estimaciones.
Las narraciones históricas deliberadamente falsas
eran con frecuencia usadas en conjunción con medidas represivas
y a veces usadas como pretendido fundamento de teorías jurídicas
emanadas de las cortes y organismos de seguridad de la URSS. Por
ejemplo, una de las supuestas razones de la eliminación sistemática
de los ministros estonios anteriores a la ocupación soviética de
1940 era la idea que el legítimo gobierno de Estonia posterior al
Imperio ruso había sido bolchevique, el cual había sido ilegalmente
derrocado por reaccionarios con el apoyo de algunos ejércitos extranjeros.
Sobre esa base, cualquiera que hubiese estado trabajando en una
oficina estatal o pública estonia antes de la ocupación soviética
de 1940 podía verse sujeto a ser condenado por supuestas “actividades
antisoviéticas”.
El drama oculto de las violaciones masivas durante
la caída de Berlín.
Un nuevo libro, publicado en Rusia durante 2006 y
titulado Historia moderna de Rusia: 1945-2006: Manual para maestros
de Historia recibió un significativo grado de atención, luego
de haber sido públicamente apoyado por el ex presidente (y posterior
primer ministro Vladímir Putin durante una conferencia para maestros
de historia. En esa ocasión, Putin afirmó que “no podemos permitir
que nadie nos imponga un sentimiento de culpabilidad sobre nosotros”
y que el nuevo manual ayuda a presentar una más balanceada o equilibrada
visión de la historia rusa que aquella promovida por Occidente.
El libro reconoce las represiones llevadas a cabo
por Iósif Stalin y por otros líderes soviéticos, pero argumenta
que “eran un mal necesario en respuesta a una Guerra Fría comenzada
por los Estados Unidos contra la Unión Soviética”. Por otro lado,
la obra también cita una entonces reciente encuesta de opinión realizada
en Rusia que le otorgó al fallecido dictador Iósif Stalin un índice
de aprobación del orden del 47%, además de afirmar que “La URSS
no era una democracia, pero fue un ejemplo para millones de personas
alrededor del mundo de la mejor y más justa sociedad”. La tradicional
revista especializada británica The Economist argumenta que el libro
está inspirado en la anterior historiografía soviética en lo que
respecta a su tratamiento de la pasada Guerra Fría, al afirmar que
fue iniciada por los [unos hostiles o agresivos] Estados Unidos
y que la Unión Soviética estaba actuando en [legítima] autodefensa,
además de que la URSS no perdió ese enfrentamiento bipolar indirecto
sino más bien que voluntariamente decidió ponerle fin.
Comunistas y fascistas solo unidos por la Dama Censura.
Según The Economist, un “rabioso antioccidentalismo
es el leitmotiv de la ideología [del libro]”. En 2009 el presidente
Dmitri Medvédev creó la denominada “Comisión de la Verdad Histórica”
con el propósito de contrarrestar propaganda antirrusa. Oficialmente
la misión de este organismo es “defender a Rusia contra los falsificadores
de la historia y aquellos que niegan la contribución soviética a
la victoria en la Segunda Guerra Mundial”. También, el partido Rusia
Unida (el de Putin y Medvédev) propuso un proyecto de ley con la
pretensión de imponer una pena de 3 a 5 años de prisión “para
cualquiera en la antigua Unión Soviética condenado por haber rehabilitado
el nazismo”. El 19 de febrero de 2013 el presidente Vladímir Putin
encargó la elaboración de unos manuales de historia únicos, que
contribuyan a "demostrar que el destino de Rusia se ha ido formando
por la unión de distintos pueblos, tradiciones y culturas".
El sistema soviético, con su práctica historiográfica
oficial de pretender escribir la historia de manera tendenciosa
y omisiva, le sirvió de inspiración al escritor británico George
Orwell para concebir el denominado Ministerio de la Verdad y otros
conceptos semejantes en su clásica novela distópica 1984 (1948)
y para otra de sus obras más conocidas, Rebelión en la granja (Animal
farm, 1945). En Rusia se ha acuñado la expresión jocosa "nuestro
pasado impredecible" para describir los tumbos que sigue dando la
historiografía patria.
Que '1984' (George Orwell, 1949) es una novela política
es una verdad como un templo. Su inesperado ascenso en 2017 a la
lista de los libros más vendidos en EEUU y en España, donde llegó
a ser el libro más vendido en Amazon.es, tras el triunfo de Donald
Trump. En efecto, 68 años después, conceptos orwellianos como "neolengua"
y "Ministerio de la Verdad" siguen funcionando como espejo de la
actualidad política. ¿Anticipó el gran clásico distópico
de Orwell rasgos del trumpismo? En la odisea vivida por '1984' para
ser publicado en España bajo el franquismo, contra todo pronóstico,
la censura no dio importancia al contenido político del libro, sino
al sexual. En efecto, hay que tener la mente muy calenturienta para
interpretar '1984' en clave de novela picante, pero así fue.
La editorial Destino solicitó a la Sección de Censura
la publicación de 2.500 ejemplares de '1984' en 1950. El contenido
político del libro no fue un problema, al contrario: aunque se puede
interpretar '1984' como un libro contra cualquier totalitarismo,
la censura franquista se sumó a las interpretaciones políticas canónicas
de la época (guerra fría): “La novela de Orwell parte de la ficción
de un mundo dividido en tres ‘supertotalitarismos’ al estilo comunista,
Oceanía, Eastasia y Eurasia, describiendo la vida infrahumana y
esclavitud absoluta de los ciudadanos de Oceanía (léase Norteamérica
e Inglaterra) de 1984”, escribió el censor.
La película '1984' volvió en 2017 a los cines
de EE.UU. en protesta contra Trump Casi 200 cines independientes
en Estados Unidos proyectaron una de las versiones basada en la
novela de George Orwell '1984' sobre un futuro distópico, como protesta
contra el gobierno del presidente Donald Trump, dijeron los organizadores.
El libro volvió a las listas de más vendidos aquel año, retrata
un gobierno con un 'Gran Hermano' que espía a sus ciudadanos y los
obliga a aceptar versiones contradictorias de la verdad.
"No es extraño que la censura española interprete
la obra desde la perspectiva más favorecedora para el régimen franquista
y no pusiera reparos de tipo político", escribió Alberto
Lázaro en una investigación de la Universidad de Alcalá. Pero que
el libro de Orwell no fuera subversivo políticamente, no significó
su publicación: con la moral habíamos topado. "El censor encuentra
objeciones de tipo moral. En su opinión la acción gira 'alrededor
del tema del ‘crimen sexual’ cometido por un hombre y una mujer',
lo que implica 'una serie de descripciones exactamente gráficas'
que impide su autorización. Al ser muchas las tachaduras que recomienda
el censor -más de veinte-, honestamente considera que su supresión
afecta a la trama de la novela, por lo que aconseja que no se publique
en esas condiciones", escribe Lázaro.
Alberto Lázaro estudió Filología Inglesa
en la Universidad de Valladolid, licenciándose en 1981 con Premio
Extraordinario.
Lázaro es un experto investigador de la censura.
La editorial pidió la revisión del expediente censor
dos años después. Lo hizo de un modo cuando menos curioso: alabando
el anticomunismo del libro': “1984' constituye un formidable alegato
contra el régimen comunista, por lo cual está prohibida y es perseguida
en todos los países de influencia soviética". He aquí, por tanto,
todo un caramelito editorial para el régimen. De igual modo, Destino
se ofreció a purgar todas las referencias sexuales, dado que "no
afectan en nada al contenido esencial de la obra", sutil manera
de decir que la interpretación sexual hecha por la censura franquista
era un tanto rebuscada. "Un nuevo censor insiste en los pasajes
escabrosos de tipo sexual que hay que eliminar, pero autoriza su
publicación. En efecto, en 1952, Destino publica 1984, traducida
por Rafael Vázquez Zamora. Es una versión muy recortada que deja
fuera los pasajes escabrosos que la censura ha indicado En la mayoría
de los casos, se trata de referencias sexuales que surgen de la
relación entre Winston y Julia. El primer corte está ya en el primer
capítulo, cuando Winston se halla en uno de los Dos Minutos de Odio
característicos de Oceanía y siente un fuerte rechazo hacia Julia,
la muchacha que está junto a él", resume Lázaro en su estudio.
"Igualmente se censura la frase en la que Winston
afirma que Julia no es más que una rebelde de cintura para abajo.
A veces, los pasajes recortados son muy extensos, como el que narra
el primer encuentro amoroso entre Winston y Julia en el campo. Más
de cuarenta líneas con los detalles de cómo consigue Winston los
favores de la joven Julia, se transforman, por obra del censor,
en la escueta frase: 'Esta vez no hubo dificultad'", añade el investigador.
Y una maravillosa paradoja para rematar: la primera edición íntegra
de '1984' publicada en España en castellano data de 1984. Moraleja:
es muy fácil ver el totalitarismo ajeno y muy difícil ver el propio.
John Hurt en la adaptación de 1984, en 1984.
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“Todas las ediciones de 1984 de G. Orwell se retirarán
del mercado. El informe sobre la implementación se presentará a
más tardar el 19 de mayo”, dijo en 2021 la orden del gobierno de
Alexander Lukashenko, según publicó Nasha Niva. Se trata de uno
de los periódicos bielorrusos más antiguos, fundado en 1906, pionero
del periodismo en su país. Funcionó entre 1906 y 1915, y de 1991
a la actualidad. En 2017 se convirtió en el sitio web más visitado
en bielorruso. Nasha Niva es un medio abiertamente opositor a Lukashenko,
recibió enormes multas y fue excluido de la circulación estatal.
Los editores y periodistas fueron perseguidos en varias ocasiones
y también detenidos. El 27 de enero de 2022, el Ministerio del Interior
de Bielorrusia declaró a Nasha Niva “una formación extremista”.
Jahor Marcinovic, su editor, detenido; para organismos de derechos
humanos en Bielorrusia lo consideran un preso político. La opositora
Svetlana Tijanóvskaya, candidata a la presidencia de Bielorrusia
en 2020, escribió en Twitter que “no es casualidad que la pena de
muerte por ‘intento’ de terrorismo se introdujera el mismo día en
que supuestamente se prohibió en Bielorrusia el libro de Orwell
1984. El coagresor quiere engañarnos de que la guerra es la paz
y llama terrorismo a la disidencia. Pero veo pavor, no fuerza”.
La guerra desatada por Vladimir Putin entre Rusia y Ucrania es el
contexto de esta prohibición.
Vladimir Putin y su par bielorruso Alexander Lukashenko
en el Kremlin, 11 de marzo de 2022.
Efectivamente, Bielorrusia dictó en esas fechas un
decreto con la pena capital por “intento de acto de terrorismo”.
“El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, firmó la ley que
prevé la posibilidad de aplicar la pena de muerte por una tentativa
de acto de terrorismo”, publicó la agencia de noticias estatal rusa
Ria Novosti, mientras que hasta ahora sólo podían ser ejecutados
los que cometían un acto de este tipo. “Estas medidas son las de
un líder autoritario que se aferra al poder a través del miedo y
la intimidación”, dijo el secretario de Estado de los Estados Unidos,
Antony Blinken, en alusión a Lukashenko.
“El régimen ha impuesto políticamente cargos de ‘extremismo’
y ‘terrorismo’ contra muchos de los más de 1.100 presos políticos,
y ha utilizado estos cargos para arrestar a decenas de miles más”,
agregó. “Se trata de ciudadanos de Bielorrusia que quieren ejercer
sus libertades fundamentales: manifestantes pacíficos, miembros
de la sociedad civil, periodistas, opositores y aquellos que han
sido arrestados por su oposición a la guerra injustificada contra
Ucrania”, aseguró Blinken en un comunicado. Nasha Niva sostuvo que
el informe que recibieron “no lo publicamos por motivos de seguridad
de las personas que nos lo transmitieron. No sabemos cuántas librerías
y librerías han recibido tal pedido”.
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“1984", el clásico de Orwell, tendrá una nueva versión
en clave de género Tras una larga búsqueda, la familia Orwell encontró
a la persona “perfecta” para narrar “1984" desde el punto de vista
de Julia, el personaje femenino de la novela.
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Novela política de ficción distópica y gran crítica
al totalitarismo es como suele definirse a 1984 de George Orwell
—novelista, periodista, ensayista y crítico británico nacido en
la India—, un libro considerador un verdadero clásico de la literatura
del siglo XX. Escrito entre 1947 y 1948 y publicado el 8 de junio
de 1949, logró una gran popularidad por su concepto de Estado omnipresente
y vigilante, al que llamó Gran Hermano o Hermano Mayor. En la Unión
Soviética ha estado prohibido hasta 1987. La primera edición en
bielorruso se publicó en 1992, traducida por Serhiy Shupa. En 2020,
la editorial Yanushkevich volvió a publicar la novela, y al año
siguiente se hizo una edición volviéndose un éxito de ventas en
varias librerías, según escribe el periódico, y asegura que en la
red estatal Belkniga ocupó el cuarto lugar en la lista de los más
vendidos.
La novela de Orwell transcurre, como el título lo
indica, en 1984, pero fue escrita casi cuarenta años antes. Se desarrolla
en Londres, parte de una región llamada Franja Aérea 1, integrada
en un inmenso estado colectivista: Oceanía. Hay tres clases: los
miembros “externos” del Partido Único, los miembros del Consejo
dirigente y una masa de gente, los proles (proletarios), que vive
en la pobreza y bombardeada por entretenimiento para que no se rebele.
Los miembros “externos” constituyen la burocracia del aparato estatal
(de ahí la necesidad de la estricta vigilancia), viven sometidos
a un control asfixiante y a una propaganda alienante que los desmoraliza
y les impide pensar críticamente. El estado suprime todo derecho
y condena a una existencia poco más que miserable, con riesgo de
perder la vida o sufrir vejámenes espantosos.
Quien no demuestre suficiente fidelidad y adhesión
a la causa nacional, morirá. Las manifestaciones en las calles son
a favor del Partido, del status quo, y vociferan contra los supuestos
traidores. Hay que expresar fervor fanático, aunque no se lo sienta
realmente, par no ser detectado por la policía del pensamiento.
Hay cuatro ministerios: del Amor, de la Paz, de la Abundancia y
de la Verdad. Para muchos teóricos, la novela de Orwell mantiene
una enorme actualidad.
La traducción como arma propagandística censura de
Orwell, Abellio y Koestler en la España franquista. Tratando de
desentrañar el papel que desempeñó la traducción al servicio del
franquismo. Para ello, se realiza un estudio de tres obras caracterizadas
por un fuerte componente político y publicadas durante la dictadura:
La escritura invisible, de Koestler; 1984, de Orwell; y Los ojos
de Ezequiel están abiertos, de Abellio.
Arthur Koestler tiene el honor de haber sido censurado
por los dos bloques del conflicto mundial, escribió un libro sobre
el Plan Quinquenal soviético, pero no contó con la aprobación de
las autoridades soviéticas y nunca fue publicado en ruso. Solo la
versión alemana, fuertemente censurada, fue publicada en una edición
para ciudadanos soviéticos de habla alemana.
Grace Linn es una viuda de 100 años de un veterano
de la Segunda Guerra Mundial, abuela y artesana. El martes, habló
en una reunión de la junta escolar del condado de Martin, Florida,
para protestar por la eliminación de más de 80 libros de la biblioteca
escolar. Su declaración recibió mucha cobertura mediática y luego
fue entrevistada en MSNBC, Fox 35 y más. Esto es por una buena razón,
porque en un discurso que duró sólo unos minutos, demostró efectivamente
lo que se necesita para luchar contra la censura.
Las prohibiciones y desafíos de libros han aumentado
exponencialmente en los últimos años, liderados por grupos conservadores
que buscan sacar de las escuelas y bibliotecas públicas los libros
LGBTQ, las historias BIPOC y los libros de educación sexual. Book
Riot ha sido líder en la lucha contra esta ola de prohibiciones
de libros y en este libro describimos cómo puedes ayudar. Estos
consejos se aplican a todos los amantes de los libros, desde educadores
y bibliotecarios hasta miembros de clubes de lectura y lectores
de todo tipo. Si tomas algo de este libro, que sea esto: ¡no te
limites a leer o comprar libros prohibidos! Cómo luchar contra la
prohibición y la censura de libros proporciona un marco para involucrarse
de modo que todos puedan tener acceso a los libros que desean leer.
Es fácil desanimarse, pero necesitamos su voz para ayudar a defender
la libertad intelectual y la Primera Enmienda, y este libro ofrece
un punto de partida para unirse a la conversación. "Un recurso vital
para educadores y bibliotecarios, y para comunidades que ya han
tenido suficiente extremismo y quieren el contexto y las herramientas
para defender la libertad de expresión en nuestras escuelas y bibliotecas".
-- Alex London, autor de más de 25 libros para niños, adolescentes
y adultos.
Una de las preguntas que activistas y grupos anticensura
reciben con más frecuencia es: “¿Qué podemos hacer? ¿Cómo puedo
ayudar? Grace Linn muestra exactamente cómo hacerlo.
Erskine Preston Caldwell (Moreland, Georgia, 17 de
diciembre de 1903 - 11 de abril de 1987) fue un escritor estadounidense.
Sus primeros libros publicados fueron Bastardo (1929) y Poor Fool
(1930), pero los que realmente le consagraron fueron El camino del
tabaco (1932) y La parcela de Dios (1933). Su primera novela, Bastardo,
fue inmediatamente prohibida, quizás a causa únicamente de su título,
y las copias fueron retiradas del mercado. Más adelante, con la
publicación de La parcela de Dios, las autoridades fueron más allá,
e instigadas por la Sociedad Literaria de Nueva York, arrestaron
a Caldwell y secuestraron las copias de su obra durante una firma
de libros en Nueva York. El juicio posterior exculpó a Caldwell,
quien decidió entonces denunciar a sus acusadores por falso arresto
y denuncia maliciosa. De aquella novela se vendieron 10 millones
de ejemplares, 2 millones más que Lo que el viento se llevó.
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Nuestra bibliotecaria habla de Caldwell en la tercera página
de su selección de autores.
Publicada en 1933, un año después de El camino del tabaco, La parcela
de Dios fue censurada en Georgia, prohibida en Boston y llevada
a los tribunales en Nueva York, así que no es sorprendente que llegara
a vender más de diez millones de ejemplares. Pero este best seller
dista mucho de compartir nada con otros éxitos editoriales al uso;
elogiado por Faulkner, Bellow o Pound, Caldwell fue uno de los pocos
escritores capaces de dotar de aliento poético la más cruda de las
denuncias. Retrato descarnado y sin contemplaciones de un mundo
que agoniza -el Sur empobrecido y dejado de la mano de Dios de las
primeras décadas del siglo XX-, La parcela de Dios cuenta la patética
historia de los Walden, una familia blanca pobre de la Georgia rural.
Exhortados por el rijoso patriarca, Ty Ty, destrozan su granja excavando
descomunales agujeros con la descabellada idea de que, tarde o temprano,
encontrarán oro.
Descuidados los cultivos, sumidos en una miseria cada vez más lastimosa,
los Walden padecen, además, una fiebre tan peligrosa como la del
oro: un incontenible impulso sexual que conduce a una serie de traiciones,
engaños y, finalmente, un asesinato que supondrá la disolución definitiva
de la familia. En paralelo a esos sucesos, transcurre la historia
del yerno de Ty Ty, un obrero textil en una fábrica en huelga que
no correrá mejor suerte -si acaso más digna- que el resto de la
familia. Impregnada de un sentido del humor tan negro que bordea
el absurdo, La parcela de Dios refleja con mirada implacable -pero
extrañamente comprensiva con sus personajes- la explotación, la
hipocresía y el envilecimiento moral.
Dentro de su obra, la novela corta está presente.
Con The Bastard, Caldwell acertó con su talento descriptivo.
Capturó un tiempo, un lugar y su gente. No es una lectura fácil.
Habría preferido cortarse la mano con una azada oxidada antes que
escribir una novela bonita y placentera, una que no cavara hasta
la médula del hueso, por así decirlo. En cuanto a las mujeres "golpeadas
y violadas", como señaló un crítico de The Vine en su sinopsis del
libro, si una mujer es maltratada en 'The Bastard', es maltratada
por otra mujer. Y, sin revelar sorpresas, en cuanto a una "joven"
violada en la cárcel, la joven era una prostituta travesti; El conocimiento
común sugiere que los travestis son extremadamente populares tras
las rejas entre la mayoría de los demás reclusos, e incluso entre
algunos guardias. La única escena de "violación" verdaderamente
memorable que menciona el autor es cuando una joven campesina fuerte
y hambrienta de sexo viola a un vendedor de la ciudad. Caldwell
tenía un sentido del humor tremendamente retorcido, lo que lo hace
tan entrañable para los sureños. Adentrarse en Caldwell es huir
de lo hipersensible y políticamente correcto. Es realismo y hoy
en día todavía es vigente. No sólo en los estados sureños
norteamericanos, sino en todo el mundo. La pregunta es ¿Puedes
lidiar con la verdad o simplemente negarla?
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Cuando la cirujana de nervios Susan Mackinnon necesitó
ayuda para terminar una operación, buscó, como suele hacer, un libro
de anatomía de mediados del siglo XX. Gracias a las complejas ilustraciones
dibujadas a mano, que muestran el cuerpo humano capa a capa, Mackinnon,
de la Universidad de Washington en St. Louis, pudo completar el
procedimiento. El libro que había usado, "La anatomía topográfica
del hombre de Pernkopf" -que suena inocuo-, es ampliamente considerado
como el mejor ejemplo de dibujos anatómicos del mundo. Es más rico
en detalles y más vívido en color que cualquier otro. La piel, los
músculos, los tendones, los nervios, los órganos y los huesos se
revelan con detalles gráficos. No es para gente que se impresione
fácilmente.
Una ilustración del atlas muestra la mejilla parcialmente
disecada de un hombre.
Pero el libro, a menudo denominado "El atlas de Pernkopf",
ya no se publica más y los volúmenes de segunda mano -de los cuales
hay varios- se venden por miles de dólares en línea. Sin embargo,
a pesar de su elevado precio, pocos lo exhiben con orgullo en su
clínica, biblioteca u hogar. Eso se debe a que los dibujos del libro
provienen de los cuerpos de cientos de personas asesinadas por los
nazis. Son sus cuerpos, cortados y disecados, los que se muestran
en miles de páginas. Los críticos dicen que el libro está contaminado
por su pasado oscuro y los científicos tienen que lidiar con las
cuestiones éticas involucradas en su uso. Mackinnon dice que se
siente incómoda con su origen, pero que usar el libro es una parte
crucial de ser un "cirujano ético", y que no podría hacer su trabajo
sin él. El rabino Joseph Polak, un sobreviviente del Holocausto
y profesor de derecho de la salud, cree que el libro es un "enigma
moral" porque se deriva de "la verdadera maldad, pero puede usarse
al servicio del bien".
Mackinnon durante una cirugía.
El libro fue un proyecto de 20 años de un destacado
nazi y médico, Eduard Pernkopf, que ascendió en las filas académicas
en Austria gracias a su apoyo al partido de Adolf Hitler. Sus colegas
lo describieron como un nacionalsocialista "ardiente" que, desde
1938, usaba un uniforme nazi para ir al trabajo todos los días.
Cuando fue nombrado decano de la escuela de medicina de la Universidad
de Viena, despidió a todos los miembros judíos de la facultad, incluidos
tres premios Nobel. En 1939, una nueva ley del Tercer Reich aseguró
que los cuerpos de todos los prisioneros ejecutados fueran enviados
inmediatamente al departamento de anatomía más cercano para fines
de investigación y enseñanza. Durante este período, Pernkopf trabajó
18 horas al día diseccionando cadáveres, mientras que un equipo
de artistas creaba imágenes para su libro. A veces el instituto
de anatomía estaba tan lleno de cadáveres que las ejecuciones debían
posponerse. La doctora Sabine Hildebrandt, de la Facultad de Medicina
de Harvard, dice que al menos la mitad de las 800 imágenes del atlas
provienen de presos políticos. Incluían hombres homosexuales y lesbianas,
gitanos, disidentes políticos y judíos.
La firma de Erich Lepier con una swastika en el centro.
En la primera edición del atlas, publicada en 1937,
las firmas de los ilustradores Erich Lepier y Karl Endtresser incluían
esvásticas y la insignia de doble rayo de las SS. Incluso la edición
en inglés de dos volúmenes de 1964 incluía las firmas originales,
incluidos los símbolos nazis. Ediciones posteriores sacaron con
aerógrafo la insignia nazi.
Miles de copias del atlas fueron vendidas en todo
el mundo y se tradujo a cinco idiomas. Los prefacios y las presentaciones
en los libros describen "dibujos pictóricamente impresionantes...
y piezas de arte sobresalientes" y evitan cualquier mención de su
pasado sangriento. Fue solo en la década de 1990 que los estudiantes
y académicos realmente comenzaron a cuestionarse quiénes eran las
personas en el atlas. Después de que se revelara la brutal historia,
el atlas dejó de publicarse en 1994. Mackinnon dice que nada más
"puede siquiera compararse" con la precisión y los detalles del
libro, y es particularmente útil para cirugías complejas porque
la ayuda a "descubrir cuál de los muchos nervios pequeños que recorren
nuestro cuerpo están potencialmente causando dolor". Pero ella dice
que se asegura de que todos los involucrados en la cirugía conozcan
los oscuros orígenes del libro. "Cuando me di cuenta del origen
contaminado y malvado de este atlas, comencé a mantenerlo bajo llave
en el casillero de mi sala de operaciones", dice.
La doctora Susan Mackinnon sigue usando el libro,
incluso después de conocer su historia.
El año pasado, el rabino Polak y el historiador médico
y psiquiatra, profesor Michael Grodin, prepararon un Responsum (una
respuesta académica basada en la ética médica judía) sobre si es
ético usar el atlas basado en la experiencia de la doctora Mackinnon.
Llegaron a la conclusión de que la mayoría de las autoridades judías
permitirían el uso de las imágenes para salvar vidas humanas, bajo
la condición de que se conociera la historia del atlas, para que
a las víctimas se les diera algo de la dignidad que se les debía.
"Mire a la doctora Mackinnon: no podía encontrar un nervio y es
la mejor en su campo. El paciente le dijo 'Quiero que me corten
la pierna si no puede encontrarlo' y nadie quiere que eso suceda",
le dijo el rabino Polak a la BBC. "Así que pidió que le trajeran
el atlas de Pernkopf. En minutos encontró el nervio gracias a esas
ilustraciones". "Ella me consultó sobre la situación. Y le dije
que si eso iba a curar a esta persona y devolverle la vida, entonces
no hay duda de que el atlas puede usarse"
.Pernkopf y sus ilustradores.
Pernkopf fue arrestado después de la guerra y despedido
de la universidad. Estuvo recluido en un campo de prisioneros de
guerra de los aliados durante 3 años, pero nunca fue acusado de
ningún delito. Después de su liberación, regresó a la universidad
y continuó su trabajo en el atlas, publicando un tercer volumen
en 1952. Murió en 1955, poco antes de la publicación de un cuarto
volumen.
La Biblioteca Británica conserva varias copias del
Atlas de Pernkopf.
Más de 60 años después, el atlas sigue siendo uno
de los mejores recursos para obtener información visual para trabajos
anatómicos y quirúrgicos detallados, según la doctora Hildebrandt,
quien enseña anatomía. "Aquellos de nosotros que hemos aprendido
a 'ver' con él lo usamos cuando tenemos dudas. En la cirugía de
nervios periféricos, algunos cirujanos consideran que es una fuente
de información única e insustituible", dice. "Yo personalmente no
uso las imágenes de Pernkopf en mi enseñanza de anatomía a menos
que tenga tiempo para hablar sobre su historia".
Sabine Hildebrandt ha escrito mucho sobre el atlas.
Jonathan Ives, un bioético de la Universidad de Bristol,
está de acuerdo en que el atlas es "increíblemente detallado", pero
dice que está contaminado por su "horrible pasado". "Si lo estamos
usando y cosechando los beneficios, implica que de alguna manera
somos cómplices", dice. "Pero también se podría argumentar que al
no usarlo, el atlas se perdería y no podría usarse como un recordatorio
de lo que sucedió". Para Mackinnon, sigue siendo una herramienta
vital, incluso si su pasado nunca pueda ser olvidado. "Como cirujano
ético, considero que debería usar cualquier recurso educativo que
creyera que me ayudaría a maximizar un resultado exitoso", dice,
"y mi paciente esperaría eso de mí". "En mi experiencia, sin estos
libros se retrasaría enormemente la cirugía de nervios detallada".
Considerado el mejor ejemplo de dibujos anatómicos
en el mundo, el Atlas de Anatomía Humana y Topografía Aplicada de
Eduard Pernkopf compendia unas 800 imágenes a color que describen
nervios, órganos, músculos, tendones y huesos de la cabeza, el tronco
y las extremidades humanas. Aunque es conocido como uno de los libros
ilustrados más precisos de la medicina, dejó de publicarse en 1994.
¿La causa? Sus modelos están basados en los cadáveres del genocidio
nazi. Había sido traducido a cinco idiomas por ser el libro más
rico en detalles y colores vivos que cualquier otro manual.
En 1973 el autor publicó Crash, una meditación
turbadora y explícita sobre la relación entre el deseo sexual y
los coches, y que provocó un tenso debate sobre los límites de la
censura contra la «obscenidad» cuando David Cronenberg la adaptó
al cine en 1996. La película Crash estuvo a punto de no poder ser
estrenada en Inglaterra.
Ella Scott y Alyssa Hoy solo estaban tratando de "salir
vivas" de la escuela secundaria hasta que encontraron su vocación:
defender el derecho a elegir qué libros leer. La madre de Hoy, una
maestra local, les contó en diciembre de 2021 que las autoridades
educativas en Leander, una ciudad en el estado de Texas, estaban
prohibiendo varios libros de instituciones académicas, alegando
que habían recibido "quejas" de los padres. La conversación estimuló
a las dos adolescentes a establecer un club de lectura de libros
prohibidos. Desde entonces, muchos más han surgido en todo Estados
Unidos en respuesta a la creciente censura de obras literarias en
escuelas y bibliotecas públicas.
"Definitivamente es desconcertante pensar que esto
está sucediendo en un lugar como EE.UU., donde tenemos esta cultura
de libertad". El club de lectura de Scott y Hoy comenzó con un grupo
de niñas de su clase y luego creció hasta incluir estudiantes de
la Vandergrift High School, una escuela estatal con 2.709 alumnos.
"Vienen personas de diferentes grados y orígenes. Es genial escuchar
las diversas conversaciones que surgen cuando hablamos de un tema
que nos afecta a todos", agrega Hoy, también de 17 años.
Ella Scott (izq) y Alyssa Hoy se han movilizado contra
la prohibición de libros en su ciudad.
Leander está lejos de ser un caso aislado en el que
las autoridades educativas han restringido el acceso a obras literarias
consideradas controvertidas. La Asociación de Bibliotecas de EE.UU.
(ALA, por sus siglas en inglés) informó en marzo que las solicitudes
para la retirada de libros de las bibliotecas escolares y públicas
en 2022 alcanzaron su mayor número desde que comenzaron los registros
hace 20 años. En su informe más reciente, que cubre el año escolar
2021-2022 en EE.UU., PEN America, una ONG con sede en Nueva York
que rastrea la censura literaria, informó que más de 2.500 prohibiciones
de libros fueron emitidas por distritos escolares en 32 estados.
PEN America estima que esas decisiones afectaron a 5.000 escuelas
y a casi cuatro millones de estudiantes.
Las acusaciones de "obscenidad" a menudo respaldan
las campañas para prohibir ciertos libros.
Texas, donde viven Scott y Hoy, tuvo el mayor número
de prohibiciones de libros (801), seguido de Florida (566) y Pensilvania
(457). Los números podrían aumentar aún más en todo EE.UU. A fines
de marzo, la Cámara de Representantes de mayoría republicana aprobó
una ley conocida como la Carta de Derechos de los Padres, que según
los críticos otorgaría a los padres derechos de veto sobre los libros
en el sistema escolar. El proyecto de ley aún no ha sido aprobado
por el Senado, que tiene una mayoría demócrata. "Es natural que
haya siempre alguien que se sienta incómodo con ciertos temas",
dice Scott. "Pero eso no es necesariamente motivo para retirar los
libros o quitarles la oportunidad a los demás de que formen su propia
opinión".
La mayoría de las solicitudes de prohibición involucran
obras que tratan sobre identidad racial y sexual. PEN America dice
que de los más de 1.600 títulos que sufrieron algún tipo de censura
de 2021 a 2022, más del 80% tenían personajes prominentes de la
comunidad LGBTQ+ o no blancos. Uno de estos libros fue "All Boys
Aren't Blue" de George M. Johnson, una memoria sobre la experiencia
de crecer como negro y queer, que se ha convertido en el tercer
título más prohibido por las autoridades escolares. "Cada vez que
escribes un libro en el que hablas sobre tu verdad, habrá personas
que querrán silenciarla", dijo Johnson en una entrevista de 2022
con la radio pública estadounidense NPR. El escritor y periodista,
que usa los pronombres neutros, cree que el plan de estudios que
se enseña en la mayoría de los sistemas escolares estadounidenses
todavía está fuertemente orientado hacia el adolescente heterosexual,
blanco y hombre, y que a las personas que toman tales decisiones
les queda difícil aceptar la diversidad. "Es como: '¡Oh, Dios mío,
cuán peligroso sería que los adolescentes blancos tuvieran que aprender
sobre las otras personas que existen en la sociedad?'".
Pero la censura también afecta a los textos básicos
que han sido leídos por estudiantes estadounidenses durante décadas.
Un ejemplo es "Matar a un ruiseñor", la novela ganadora del Premio
Pulitzer de Harper Lee publicada en 1960 que analiza la injusticia
racial en EE.UU. Fue prohibido por los distritos escolares de Oklahoma
y Carolina del Norte en 2021. Las organizaciones de libertad de
expresión argumentan que la frecuencia y el volumen de objeciones
se han intensificado debido a la polarización política desatada
después de las amargamente disputadas elecciones presidenciales
estadounidenses de 2016 y 2020. PEN America dice que ha identificado
al menos 50 grupos que abogan por prohibiciones a nivel local, estatal
y nacional. La mayoría, dice la ONG, parece haberse formado en 2021.
"Los padres y los miembros de la comunidad juegan un papel importante
en la configuración de lo que los estudiantes aprenden en la escuela",
dijo Suzanne Nossel, directora ejecutiva de PEN America, en un comunicado.
"Pero esto va mucho más allá de las expresiones orgánicas de preocupación
o el intercambio normal entre padres y educadores en un ambiente
escolar saludable".
Además, las reglas sobre quién puede cuestionar un
determinado libro varían en cada distrito escolar. Algunos incluso
permiten que las personas que no son padres de estudiantes expresen
sus preocupaciones.
Scott y Hoy quieren que su voz se escuche en este
debate. Uno de los libros discutidos recientemente en la reunión
de su club es otro título frecuentemente prohibido, "Fuera de la
oscuridad", de Ashley Hope Pérez, una novela centrada en una historia
de amor entre una adolescente mexicano-estadounidense y un adolescente
afroestadounidense en la década de 1930 en Texas. "Es tan extraño
que en una sociedad tan individualista como EE.UU. haya algunas
personas tratando de eliminar historias que muestran diferentes
individualidades", señala Hoy. "Eso crea un tipo de persona 'ideal'
que se supone que debes ser. Da miedo crecer en tiempos como estos".
Las adolescentes texanas son parte de un movimiento de base que
está haciendo más que desafiar las prohibiciones de libros leyéndolos.
En el estado de Missouri, dos estudiantes llevaron al distrito escolar
de Wentzville a los tribunales el año pasado por la decisión de
eliminar ocho libros considerados "obscenos", incluido "Ojos azules"
de Toni Morrison, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993.
Siete títulos fueron devueltos voluntariamente a las bibliotecas
escolares por las autoridades educativas. Otro caso que llegó a
los titulares en EE.UU. fue una larga protesta de estudiantes de
secundaria en Pensilvania en 2021 por la decisión de restringir
el acceso a más de 300 libros, películas y artículos vinculados
principalmente a autores negros y latinos. Las campañas para facilitar
el acceso a obras específicas también forman parte de este movimiento.
En Florida, el activista y poeta Adam Tritt creó la Fundación 451,
que compra libros prohibidos y los distribuye en lugares públicos,
como cafeterías y heladerías.
La Fundación 451 promueve la distribución de libros
prohibidos en Florida.
"Hemos distribuido casi 3.000 de esos libros a niños
y jóvenes, y mi sueño es recaudar más fondos para hacer lo mismo
en todo el país", le dijo Tritt, de 58 años, a la BBC. Tritt, un
profesor de inglés en una escuela secundaria en la ciudad de Palm
Bay, comenzó la campaña en mayo del año pasado después de recibir
un mensaje de las autoridades educativas locales solicitando la
eliminación de dos libros de su clase -"Cometas en el cielo" de
Khaled Hosseini y "Matadero cinco" de Kurt Vonnegut- porque las
obras eran consideradas "pornográficas" y "anticristianas". "Las
alarmas sonaron en mi cabeza y, de inmediato, supe que era necesario
actuar". Tritt dice que su campaña provoca dos tipos de reacciones:
por un lado, el agradecimiento de jóvenes, algunos de la comunidad
LGBTQ+, y de sus padres. Por el otro, intercambios airados con personas
que se oponen a la iniciativa. "Me insultan y me acusan de ser pedófilo.
Y a menudo recibo amenazas de muerte", agrega el maestro. Él dice
que es importante crear conciencia sobre una causa que, irónicamente,
la mayoría de los estadounidenses apoyan en principio. Las encuestas
nacionales muestran que la mayoría de las personas de todas las
tendencias políticas se oponen a las prohibiciones. El problema,
cree Tritt, es que esta mayoría no está involucrada en el debate.
"Por eso es importante ver a los jóvenes protestando. Puede que
todavía sean demasiado jóvenes para votar y cambiar la ley, pero
ya están luchando".
Eso es música para los oídos de las estudiantes Ella
Scott y Alyssa Hoy en Texas y su Club de Lectura Prohibida. "Estamos
defendiendo una posición sobre un debate que creemos que está ocurriendo
principalmente en las reuniones de la junta educativa y que está
siendo planteado por padres que no quieren que sus hijos lean un
determinado libro", dice Scott. "Está bien sentirse incómodo y no
leer un libro. Pero quitárselo a todos los demás no es justo", añade
Hoy.
En tierras bajas (título original en alemán: Niederungen)
es la primera obra de la novelista, poetisa y ensayista rumano-alemana
Herta Müller, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2009. Se
trata de una colección de relatos, narrados por una niña, que describen
la vida cotidiana de un pueblo del Banato rumano durante la dictadura
de Nicolae Ceausescu.
El manuscrito de la obra reposó cuatro años en la
editorial Kriterion de Bucarest antes de ser publicado en 1982,
aunque en versión censurada, como muchas otras obras de esos momentos.
La autora pasó el manuscrito original clandestinamente desde Rumanía
a Alemania Occidental. En 1984 se publicó una versión modificada
en la editorial Rotbuch de Berlín oeste. En esta edición se incluyen
también relatos de Drückender Tango, publicado en Rumanía en el
mismo año. En tierras bajas despertó mucho interés en Alemania y
en Austria, y fue muy bien recibido por la crítica, que elogió el
lenguaje y el estilo de la autora, su sensible poética y su capacidad
de observación. Herta Müller recibió por él dos premios: el Debütpreis
des rumänischen Schriftstellerverbans y el Literaturpreis des Kommunistischen
Jungendbundes Rumänien. En el Banato rumano, en cambio, no fue bien
acogido. En 1981, el relato El baño suabo, que forma parte del libro,
había aparecido publicado en el periódico regional Neuen Banater
Zeitung y había recibido fuertes críticas por parte de los lectores
de la comunidad suaba, que lo consideraron una “denigración de la
patria”. En 2010 se ha publicado en Alemania una versión revisada
por la autora en la que añade cuatro relatos más de los que se publicaron
en 1984, e incluso algunos fragmentos que se habían suprimido en
aquella edición.
Al dictador Primo de Rivera nunca llegó a llamarlo
Miguel, sino “Miguelito”, además de “ganso real”, “fantoche” o “chulesco
gobernador militar”. Para referirse al monarca Alfonso XIII, citaba
a “Fernando VII y pico”, un personaje “falso desde la corona hasta
las botas de montar”. Y no fue más indulgente con el militar que
completaba el “trío dictatorial” de aquella España de 1923 a 1930:
a Severiano Martínez Anido le colgó el sambenito de “verdugo mayor”
del país, cuando no lo tildó directamente de “cerdo epiléptico”
o lo asociaba a lindezas similares.
Así, a base de insultos, de una lucha dialéctica “despiadada”,
fue como Miguel de Unamuno —filósofo, escritor y una de las referencias
intelectuales más importantes del siglo XX en nuestro país— se convirtió
en “representante de la oposición a la tiranía” durante la dictadura
de Miguel Primo de Rivera, un régimen a cuya caída contribuyó con
la colaboración necesaria de otros resistentes, tal es el caso del
escritor y político republicano Vicente Blasco Ibáñez.
Esta novedosa cara política, combativa, comprometida
y solidaria es la que revela el matrimonio de Jean Claude y Colette
Rabaté, dos profesores franceses expertos en la figura del exrector
de la Universidad de Salamanca, que acaban de publicar Unamuno contra
Miguel Primo de Rivera. Un incesante desafío a la tiranía (Galaxia
Gutemberg), con la ayuda de los investigadores Valentín del Arco
y Genoveva Queipo de Llano.
“Unamuno actuaba ferozmente en contra de la dictadura
porque no permitía la libertad de conciencia, de reunión o de escribir,
y él fue víctima de esta forma de represión”, relata Colette Rabaté,
profesora honoraria de la Universidad François Rabelais de Tours
(Francia). Cuando Colette dice “ferozmente” se refiere al violento
lenguaje empleado por el catedrático, quien recurre con frecuencia
al menosprecio y a la vulgaridad para “despertar la conciencia”
de una España socialmente anestesiada. “El insulto es algo que puede
llamar la atención, y él reclamó el derecho a insultar”, sostiene
Colette, quien matiza que, pese a todo, la incesante batalla de
las palabras malsonantes dejaría un poso amargo, de remordimiento,
en el autor de Niebla.
Jean Claude y Colette Rabaté, expertos en la figura
de Unamuno.
Ya antes de la dictadura —implantada en septiembre
de 1923 con el golpe de Estado de Primo de Rivera—, Unamuno había
comenzado a coleccionar un castigo tras otro por su locuacidad,
que chocaba frontalmente contra la figura de los tribunales militares,
encargados de juzgar los delitos de opinión. Críticas subidas de
tono hacia la Iglesia, por su “catolicismo totalmente anticuado”;
al papel del ejército, lastrado por el desastre colonial del 98
y la terrible derrota de Annual en el marroquí valle del Rif, y
la connivencia del rey Alfonso XIII con el régimen dictatorial de
Primo de Rivera. “Unamuno defiende una España más tolerante; sus
valores son los de la Revolución francesa: la libertad, la igualdad
y la fraternidad”, expone Jean Claude Rabaté, catedrático emérito
de la Universidad Sorbonne-Nouvelle de París, en referencia a unos
principios que “no eran representados ni por la monarquía ni por
el ejército, cuyo papel radicaba únicamente en mantener el orden
en España”.
El matrimonio Rabaté desvela la versión más política
de Miguel de Unamuno, pero reconoce que el filósofo “no tenía un
programa político”. “Defiende la libertad de expresión y el liberalismo
abierto, y está en contra de una España excluyente”, le atribuye
Jean-Claude. En este sentido, los autores del trabajo hacen hincapié
en la ofensiva del filósofo contra un ejército obcecado con el desquite
tras la guerra hispano-estadounidense del 98. Dos décadas más tarde,
“cuando se produce el desastre de Annual, en 1921, Unamuno emprende
una campaña para que se asuman responsabilidades por la tragedia
(murieron entre 8.000 y 13.000 militares españoles) y evitar así
el borrón y cuenta nueva, y eso es lo que le hace chocar con Primo
de Rivera”, añade el especialista.
Miguel de Unamuno y Jugo fue un escritor y filósofo
español perteneciente a la llamada generación del 98 como el mayor
de sus integrantes y, en cierta medida, su maestro. Cultivó todos
los géneros literarios: ensayo, novela, poesía, periodismo y teatro.
Iniciada la dictadura, el ex rector de la Universidad
de Salamanca estrecha el cerco de sus críticas sobre tres personajes.
“Lo interesante de los insultos de Unamuno es ver cómo, en sus escritos
(más de 4.000 artículos publicados), establecía una jerarquía”,
precisa Colette Rabaté. Dentro de ese “trío dictatorial” que estaba
al mando del país, “hemos apreciado que el personaje contra el que
dirige el látigo no es Primo de Rivera, sino el rey Alfonso XIII,
quien actúa entre bastidores junto a Severiano Martínez Anido”,
especifica la investigadora. Para los autores del libro, Unamuno
estaba convencido de que el monarca era quien había obtenido un
mayor provecho de la situación del golpe de Estado.
Lo más llamativo es que no siempre fue así. Cuentan
Jean-Claude y Colette que, en una primera época, se tejieron buenas
relaciones entre el pensador y el rey. Pero el desastre de Annual
lo cambió todo. “Unamuno pensaba que Alfonso XIII fue el máximo
responsable de los sucesos de Marruecos y nunca le perdonaría que
no tomara ninguna decisión, mientras que el rey, que no sabía muy
bien cómo plantarle cara, trató incluso de volver a atraerlo hacía
sí halagando su obra; Unamuno siempre se negó”, sostienen los investigadores.
Colette y Jean-Claude han accedido a las notas oficiosas
de Miguel Primo de Rivera, que describen cómo el dictador nunca
perdió de vista a Unamuno, sus numerosos artículos en publicaciones
como El Mercantil Valenciano, así como sus relaciones con otros
españoles que, desde la vecina Francia, comenzaron a tejer las redes
de una resistencia que preludiaba la llegada de la II República.
Por su parte, el escritor se enfrentó a un duro rival que no le
pondría fácil el objetivo de desacreditarlo. “Los dos pilares del
régimen de Primo de Rivera eran la censura feroz y el soborno a
la prensa extranjera para proyectar una buena imagen de sí mismo”,
destaca Colette. Y ante esa potente campaña de propaganda, Miguel
de Unamuno se verá obligado a hacer una más modesta, artículo a
artículo, para demoler la imagen pública del dictador. ¿Logró ese
anhelado objetivo de despertar conciencias en la España de la dictadura?
“Lo consiguió en cierta medida, poco a poco, en parte gracias a
la rebeldía de los estudiantes contra el régimen en 1929, dado que
era un hombre muy escuchado por los intelectuales”, añade Colette
Rabaté.
De la publicación Unamuno contra Miguel Primo de Rivera
se extrae, además, un segundo hallazgo, más allá del perfil político
del pensador español. Se trata de su vertiente más solidaria y comprometida,
que se opone a la imagen de personaje encerrado en sí mismo con
la que la figura de Unamuno ha tenido que cargar históricamente.
“Se le tacha de individualista, pero, en realidad, es una época
en la que trabaja y se compromete con otros españoles”, aclaran
los historiadores. De ahí su colaboración en Francia con la Liga
de los Derechos del Hombre —llegó a presidir la asociación en España—
y la estrecha cooperación con personajes que trabajaron desde la
clandestinidad, atentamente vigilados por Primo de Rivera, como
el citado Vicente Blasco Ibáñez o Eduardo Ortega y Gasset, este
último, “un gran olvidado”, según el matrimonio Colette, que merece
“una investigación que está pendiente”.
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