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03-Agosto-2024

Nosotros es una novela distópica rusa escrita por Yevgueni Zamiatin en 1920 ambientada en una sociedad futura donde la vigilancia y represión por parte del Estado es total. No fue publicada en ruso hasta 1988, debido a problemas de censura. Es una de las primeras obras del subgénero de las distopías e inspiró, entre otras novelas, 1984 de George Orwell, quien, según el propio autor británico, había leído a Zamiatin en su traducción francesa, Nous autres.

Nosotros surge a partir de las vivencias del autor en la Rusia de antes y de después de la Revolución rusa de 1917. Había sido encarcelado primero por el régimen zarista, en 1906, y posteriormente por los bolcheviques en 1922. También recoge las experiencias de su trabajo como ingeniero naval en Newcastle, en los astilleros del río Tyne, durante la Primera Guerra Mundial. Respondiendo a la reseña que Orwell había escrito en 1946 sobre el libro para la revista Tribune, Gleb Struve, autor de 25 Years of Soviet Russian Literature (obra citada por Orwell) afirma que aunque la novela critica claramente el régimen soviético, puede que también haga referencia al fascismo de Mussolini.

Como la mayoría de los intelectuales rusos de fines del siglo XIX, Zamiatin tuvo una vida agitada y expuesta al peligro. Nacido en 1884, cursó estudios de ingeniería naval y en 1913 se unió a los bolcheviques. Tras su detención, fue enviado a la cárcel y al destierro en Siberia. Tras conseguir escapar, regresó a San Petersburgo, donde de nuevo fue apresado y mandado al exilio. De ese periodo, surgirán dos importantes novelas suyas El provinciano y En el fin del mundo. En 1917, se produjo la Revolución de Octubre, y Zamiatin estuvo, al igual que casi todos los escritores jóvenes rusos, entre sus sostenedores y defensores. En 1918, publicó una serie de relatos, entre los que destaca La cueva (obra cercana a El jinete del cubo de Kafka), la cual era considerada en la época como «la materialización de una pesadilla, la historia de la degradación y miseria de personas cuyo único objetivo es la obtención de comida y alimentación».

Hacia 1920, cuando escribió Nosotros, Zamiatin era ya un autor reconocido. En ese año, la situación económica y cultural de Rusia tocaba fondo. La guerra civil provocó el cierre de diferentes espacios de difusión, tales como escuelas, editoriales y universidades, entre muchos otros. Lo anterior causó que muchos de los escritores jóvenes se alistaran al Ejército Rojo y los más ancianos emigraron. No fue sino hasta el fin de la guerra civil cuando se volvió a retomar la cultura, donde el régimen apoyó campañas de alfabetización y superación.

Posteriormente, aparecieron innumerables tendencias literarias, siendo tres las principales: el LEF (acaudillado por Mayakovski), cuya consigna era barrer el pasado cultural y hacer del escritor el «escudo y lanza» de la Revolución; el Proletkult, que era similar al LEF, pero con la diferencia de que la nueva cultura solo podían engendrarla obreros y campesinos, quienes debían ponerse al servicio incondicional de la Revolución, y escribir bajo los intereses de esta; y la de los «Hermanos de Serapión» (que tomaron su nombre de un personaje de E. T. A. Hoffmann), quienes desde el inicio apoyaron la Revolución y que pelearon en las filas del Ejército Rojo. Desde el primer momento reivindicaron su derecho a escribir con libertad. Esta tendencia se manifestó por la experimentación formal en la literatura, con rupturas en el lenguaje, sintaxis e incorporación de los nuevos vocablos precedentes del folclore ruso. Zamiatin fue mentor de esta tendencia.

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Desde su publicación original en inglés y después de muchos años, en ruso, Nosotros causó controversias, provocando una violenta campaña en su contra. Se prohibieron los libros y obras de teatro del autor. En 1931, tras esta circunstancia, le enviará una carta a Stalin solicitando el permiso de emigrar de la URSS. Gracias a su amistad con el entonces patriarca de las letras soviéticas, Máximo Gorki, se le concedió dicha solicitud hasta el año 1932.

Nosotros es considerada una de las obras más influyentes del género de las novelas distópicas. Entre las obras más citadas más directamente influidas por ella, se encuentra Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, y 1984 (1949), de George Orwell. El segundo autor planteó que Un mundo feliz debía estar, al menos en parte, inspirada por Nosotros. Sin embargo, Huxley afirmó que su novela era una reacción a las utopías de H. G. Wells y que lo había escrito mucho antes de conocer la obra de Zamiatin. Orwell comenzó a escribir 1984 unos meses después de haber leído Nosotros y mencionó que lo iba a utilizar como modelo para su próxima novela.

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El 4 de agosto de 1859, hace justo 165 años, nació el notabilísimo escritor noruego Knut Hamsun, quien vivió hasta 1952. Hamsun es reconocido como uno de los grandes autores escandinavos del siglo XX, siendo galardonado en 1920 con el Premio Nobel de Literatura. Su obra cumbre fue 'Hambre', escrita en 1890. Con esta novela consiguió su primer gran éxito, siendo considerada una de las más influyentes obras de finales del XIX, anticipando lo que sería las grandes novelas de años posteriores. 'Hambre' es un relato en primera persona, en donde el personaje ficticio, de nombre desconocido, narra la miseria en la cual se encuentra sumergido debido a la carencia de un trabajo estable, sumado a la difícil situación que se vive en la ciudad de Cristianía del siglo XIX. Otra obra célebre del autor nórdico es su 'Trilogía del vagabundo', compuesta por sus tres relatos autobiográficos más destacados: 'Bajo las estrellas del otoño', 'Un vagabundo con sordina' y 'La última alegría'. Políticamente, su simpatía y apoyo explícito hacia el régimen nazi y Adolf Hitler hizo que su sobresaliente obra quedase en la sombra a partir de la II Guerra Mundial. El periodista y escritor Juan Soto Ivars, uno de los grandes valedores de Hamsun actualmente en nuestro país, escribe sobre este autor: "Mi escritor favorito, Knut Hamsun, fue un noruego que terminó siendo nazi. Es un autor complicado y brutalmente bueno, un raro de la historia de la literatura. Pues bien, sus traducciones al español también están subvencionadas por Noruega. Olé por Noruega."

Hamsun no hizo como Céline o Eliade: no se había arrepentido. Escribió un obituario elogioso para Hitler y lo encerraron en un asilo. Depresivo y barbudo, perseveró en su error hasta el final y combatió a quienes intenten compasivamente demostrar que padece demencia senil.

El pasado Abril, uno de los escritores más reconocidos de la literatura rusa y universal, Mijaíl Bulgákov, dejó de poder ser celebrado o recordado en las calles de Kiev, su ciudad natal, después de que el Instituto Ucraniano para la Memoria Nacional concluyera que es un símbolo de imperialismo ruso que intenta someter a Ucrania. Nacido en 1891 en el seno de una familia rusa establecida en la capital ucraniana, el autor de clásicos prohibidos por las autoridades soviéticas como ‘El maestro y Margarita’ vivió en Kiev el convulso período de la guerra civil en el Imperio Ruso, que enfrentó a los bolcheviques, rusos blancos contrarrevolucionarios y nacionalistas ucranianos. De inclinaciones conservadoras y siempre escéptico de la utopía que proponía el comunismo, Bulgákov recreó ese Kiev en una de sus obras más celebradas, ‘La Guardia Blanca’, que contiene elementos autobiográficos y se caracteriza por la simpatía con la que presenta los motivos y el comportamiento de los oficiales blancos antibolcheviques. Las filias y fobias personales que se manifiestan en ‘La Guardia Blanca’ y en otros de sus trabajos le granjearon la hostilidad de las autoridades comunistas soviéticas hasta su muerte, y vuelven a traer hoy problemas para su legado en el contexto nuevamente convulso y trágico de la actual invasión militar rusa de Ucrania.

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Cercano a los ideólogos del putinismo, tras analizar sus elecciones vitales durante ese tiempo y algunas de las obras que escribió Bulgákov, el Instituto para la Memoria de Ucrania decretó a finales de marzo que el escritor tenía una visión del mundo definida por el imperialismo ruso que es comparable a la de “los ideólogos del putinismo” que justifican “el genocidio en Ucrania”. Este órgano, creado por las autoridades ucranianas para emitir dictámenes sobre personalidades susceptibles de ser prohibidas en virtud de la ley que declara ilegal promover el imperialismo ruso en los espacios públicos, también recrimina a Bulgákov haber simpatizado con el Ejército blanco y “aprobar la expansión del comunismo ruso”. Según el informe del instituto, en la obra del escritor no existe ningún personaje positivo de etnia ucraniana. Los ucranianos, continúa el dictamen, son a menudo parodiados y sometidos a escarnio, algo habitual en muchos productos culturales del Imperio Ruso, donde la ucraniana y otras minorías nacionales eran vistas como simplonas y vulgares.

Stalin y su hija Svetlana, 1935.

La decisión del Instituto de la Memoria podría cambiar en corto plazo la fisonomía de una de las zonas más emblemáticas de Kiev. A los pies de la iglesia azul pastel barroca de San Andrés se extiende en curva la cuesta empedrada de Andrivski, que conecta el vibrante barrio de Podil con el paseo desde el que los kievitas se asoman a la inmensidad del río Dnipró. Bulgákov vivió en el número trece de esa calle empinada, en una casa de dos alturas y fachada amarilla que hoy alberga un museo dedicado a su legado. Una placa metálica en relieve recuerda al ilustre inquilino. La placa está manchada con la pintura roja que alguien arrojó para mostrar su rechazo al prorruso Bulgákov. Justo al lado de la casa podía verse una estatua de bronce a tamaño natural de Bulgákov con la piernas y los brazos cruzados. La escultura está tapada con sacos de tierra que la protegen tanto de los fragmentos de los drones y de misiles rusos como de los muchos detractores que la guerra le ha granjeado al escritor en Ucrania.

El monumento a Mikhail Bulgakov, los activistas colocaron citas de sus obras, que reflejan sentimientos ucranófobos. Junto con extractos de la novela "La Guardia Blanca", el monumento contiene "Saquen al chovinista ruso de Kiev", que también tiene un código QR sobre una petición para la demolición del monumento.

Consciente de que la cancelación de Bulgákov podría obligarle a echar el cierre, la dirección del museo dedicado al escritor ha criticado duramente el dictamen del Instituto por sesgado y poco riguroso. “Seguiremos revelando y explicando el trabajo de Bulgákov en el contexto ucraniano, trabajando para que se entienda el significado del destino del autor y de sus personajes para Ucrania, para el mundo e incluso para Rusia, exponiendo todos los aspectos positivos y negativos”, ha declarado la dirección del museo. Más allá de círculos intelectuales, en los que sí surgen debates sobre la política de desrusificación cultural que está llevando a cabo Ucrania, la polémica no está teniendo repercusión en la sociedad. Los ucranianos parecen tener problemas más urgentes que atender cuando se visten cada día tras otra noche en vela por el ruido de las sirenas antiaéreas y las explosiones.

Un 24 de mayo, pero de 1940, nacía el poeta y ensayista Iosif Aleksandrovich Brodsky, quien muchos años después se exiliaría en Estados Unidos y sería conocido como Joseph Brodsky. Vino al mundo en la región del actual San Petersburgo en el seno de una familia judía, en tiempos aciagos como lo fueron los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania -transgrediendo el acuerdo Molotov-Ribbentrop-, invadió con doscientas unidades militares una superficie considerable de la entonces Unión Soviética. El pequeño Iosif contaba apenas dieciséis meses de vida cuando comenzó el asedio de Lelingrado, que terminó cuando el futuro poeta ya contaba cuarenta y dos meses de maduración extrauterina en un entorno de hambre y desesperanza que por poco fulminaba a sus padres, de por sí pertenecientes a un grupo social marginado.

El poeta ruso Joseph Brodsky en 1988.

Tras una pubertad y adolesencia de fricciones con autoridades escolares soviéticas, Iosef desarrolló habilidades como técnico de mantenimiento de máquinas fresadoras, diseñadas para la extracción de diversos tipos de viruta de materiales como la madera y el acero. Más adelante, se empleó como embalsamador en una prisión que funcionaba en las instalaciones de lo que antes había sido una destilería de vinos. En sus horarios libres, Iosif estudiaba por su cuenta polaco y checo, encaprichado por embarcarse en la traducción de Czeslaw Milosz y John Donne, respectivamente.

A los quince años comenzó a la escritura y publicación de sus primeros poemas, que circuló en publicaciones clandestinas que en términos contemporáneos podríamos identificar como ‘fanzines’, es decir, publicaciones periódicas de factura artesanal, no solo desamparadas sino vistas con malos ojos por los órganos oficialistas de la Cultura, como en este caso era la Goskomizdat o Comité Estatal de Publicaciones.

Iosef Brodsky no era team Goskomizdat. Iosef Brodsky y sus amigos eran team Samizdat, es decir,team ‘hágalo usted mismo‘, a mano, sin utilizar los dispositivos mecánicos de imprenta que los capataces de la cultura oficial han ordenado empadronar para poder fiscalizar Matrices Ideológicas No Alineadas Para Donde Se Tienen Que Alinear. ¡Poetas y prosistas del mundo, alineaos! No sea que os tengamos que alinear por Arkhangelsk.

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Por cierto que, en teoría, Dmitry Bobyshev, que era otro joven poeta del cónclave, era también de los escritores Samizdat. Pero en cuanto se decidió a cortejar a la pintora Marina Basmanova, quien por aquel entonces se entendía en ternuras con Iosef Brodsky, la Gozkomizdat localizó a Brodsky y comenzó su fiscalización, que produjo al menos dos internamientos psiquiátricos, un arresto, un juicio bastante kafkiano, y su sentencia a un lustro de trabajos forzados en un centro de adoctrinamiento en los Hielos Eternos de Arkhangelsk. ¡Las asperezas del amor juvenil!

Algunas circunstancias adversas pueden no parecerlo tanto cuando se proviene de asperezas peores; esa es tal vez la única ventaja, la única compensación de tener por todo antecedente un camino de miserias. Norinskaya es una comunidad rural ártica que en 2010 ya contaba con 7 habitantes. Fue ahí donde Brodsky fue remitido a purgar su condena por ser “un parásito social disfrazado de poeta«, según sentenció un juez que seguramente tenía un alcance de miras similar a los comités de censura que en este momento operan en Estados Unidos para expurgar las bibliotecas y listas de bibliográficas escolares de cualquier libro que escueza la visión mojigata del mundo que caracteriza al evangelicanismo estadounidense.

Joseph Brodsky, Leningrado, 1964.

En su covacha rústica, sin chimenea ni mayor comodidad que su aislamiento, Brodsky pudo sumergirse en el estudio del trabajo poético de W. H. Auden y Robert Frost. Brodsky estudiaba y estudiaba, mientras que la plana mayor de la intelectualidad soviética, con las voces notables de Evgeny Evutshenko, Ana Akhmatova y Dmitry Shostakovich en las notas principales del coro indignado. Así, se consiguió diluir la condena del joven poeta a 18 meses, tras los cuales pudo retornar a Leningrado, ya arropado bajo un manto internacional de celebridad. Buena parte de ese manto se tejió en Estados Unidos, ese imperio cuyas academias se preocupan tanto por la censura que se ejerce fuera de su país, en especial a quienes sus Órganos de Inteligencia identifican como Enemigos de Sus Enemigos.

Siete años permaneció Brodsky en su tierra natal y cuando casi cae nuevamente en la camisa de fuerza de la psiquiatría soviética, consiguió trascender la Cortina de Hierro y migrar, con las gestiones del editor Carl Ray Proffer y el poeta W. H. Auden, a la Unión Americana, donde se asentó en la ciudad de Ann Arbor, en Michigan. La «I» de «Iosif» no tardó en consonantizarse a una africada postalveolar sonora, ni la «f» en americanizarse a una «ph»‘ : era ahora Joseph Brodsky, el académico sobreviviente a varios círculos del infierno que había cruzado el Atlántico para impartir cátedras en las aulas mayores de la Tierra de la Libertad. Finalmente, todas las piezas del rompecabezas identitario de Joseph se alineaban bajo signo propicio. Tras recibir el premio Nóbel en 1987, declaraba en entrevista: «Soy judío, soy un poeta ruso, un ensayista inglés y, por supuesto, un ciudadano americano».

En su discurso de recepcion del Premio Nóbel, declaró:

Para alguien reservado a su privacidad, para alguien que toda su vida ha preferido su condición privada a cualquier rol de peso social, y que ha llegado lejos en esta preferencia -lejos de su tierra madre, para decir lo menos, puesto que es mejor ser un fracaso en democracia que un mártir de la crema y nata en tiranía -para tal persona, encontrarse súbitamente en esta tribuna es una experiencia incómoda y retadora».

Joseph Brodsky, 1987.

A pesar de su corta obra, Witold Gombrowicz es uno de los escritores vanguardistas más importantes del siglo XX y ha sido comparado con Joyce y Kafka. Corrosivo y tragicómico, siempre fue crítico con toda forma de identidad colectiva, que veía como una imposición injusta - aunque inevitable - sobre el individuo y su libertad. Así, la identidad nacional resultó uno de sus principales enemigos y atacó satíricamente las tradiciones polacas, la historia del país y su literatura. Sin embargo, es este mismo conflicto con sus orígenes lo que constituye el punto de inicio de sus historias, que a la vez que ineludiblemente modernas permanecen así enraizadas en la tradición y la historia polacas.

Sus novelas y obras de teatro fueron censuradas en la Polonia comunista hasta finales de los años 1970; sin embargo, fueron publicadas en polaco por su amigo Jerzy Giedroyc, quien había creado en París, en 1950, una editorial llamada Kultura. Ya que muchos de los libros publicados por Kultura fueron objeto de contrabando dentro de Polonia, las obras de Gombrowicz llegaron a ser bien conocidas allí.

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Peter Camenzind, la primera novela de Hermann Hesse, le sacó del anonimato de las publicaciones en revistas y también de su empleo de siempre como librero. Pero eso fue mucho después de que estuviera a punto de suicidarse en su adolescencia. Por el intento fallido (quería ser poeta a toda costa y sus padres no le dejaban) le internaron en un seminario del que solo le gustaban el latín y el griego. Todos estos avatares iniciales configuraron una personalidad indefinible que se fue desarrollando con el tiempo en el arte, como si todos esos agujeros del alma los hubiese utilizado para hacer entrar toda la belleza posible que luego devolvió «esculpida» en sus libros e incluso en sus pinturas.

Hesse fue un individuo excepcional, un artista sublime que retrató la naturaleza humana desde la superficie hasta las más hondas profundidades en las que él mismo se sumergió. Con 15 años abandonó los estudios y comenzó a trabajar en una librería cuyos objetos colocaba en las estanterías y en su alma. Era el lobo estepario de su librería, encerrado entre volúmenes y asomándose entre los primeros poemas, cuyas primeras compilaciones publicó a los 20 años hecho un romántico huidizo que soñaba entre tapas y páginas ser como Goethe o Novalis. Paseante y viajante fue construyéndose por dentro, siempre en soledad, sin distracciones.

Tenía 24 años cuando escribió Peter Camenzind, de la que se cumplen 120 años, la consagración después de la formación autodidacta, única. Después del éxito abandonó la profesión de librero y se casó. Había pasado a una nueva etapa artística y personal cuyos tiempos parecían perfectamente diseñados desde su feliz, sabia y precoz escapada de las ataduras del sistema al que su familia le abocaba. Encastillado en la libertad, su antinacionalismo alemán empezó con la Gran Guerra y se extendió entre críticas y ataques de sus compatriotas por no compartir el fervor masificado, que alcanzaron su cumbre con la llegada al poder de Hitler. Los nazis ocultaron y destruyeron su obra y su figura.

Por entonces ya no era alemán sino suizo (desde 1923) y ya se habían publicado todos sus grandes hitos, desde Demian a Siddharta o El lobo estepario, por citar los más conocidos: el canto a la belleza y al arte y a la vida extraordinarios, escrito en medio de una depresión; la vida del príncipe Siddharta, el Buda ideal, el libro de una estrella mundial y casi californiana, y la fantasía y la realidad mágicas de El lobo estepario, reflejo del El Grito de Munch y de la sociedad interior occidental escrito en los tiempos extraños junto a su segunda mujer, con la que no llegó a consumar el matrimonio. Aquello fue una recesión existencial y al mismo tiempo un nuevo impulso para terminar de conformar al gran hombre, al gran poeta, al gran escritor henchido y dador de delicadeza que fue el autor más leído en Estados Unidos en los 60.

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Johannes Angelos (traducida en España con el título de El ángel sombrío, en alusión al ángel de la muerte). Es la historia de Juan Angelos, hombre cultivado y de gran sensibilidad que llega a Constantinopla para participar en su defensa contra los ejércitos del sultán otomano Mehmed II. Esta narración culmina con la toma de la ciudad, considerada el fin de la Edad Media (1453). Al reeditarse la novela e incluir pasajes que fueron censurados en la edición de 1975, el título de la obra en español se cambió a El sitio de Constantinopla: la caída del Imperio bizantino.

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