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Se ha convertido en uno de los géneros más codiciados
entre las editoriales y agencias participantes en la reciente Feria
del Libro de Frankfurt. Sin embargo, aunque su arraigo literario
en el panorama internacional es firme, en España no ha sido hasta
estos últimos años cuando el cozy crime, algo así como "el crimen
acogedor", ha empezado a ganar adeptos y ha despertado el interés
de algunos de los sellos y colecciones de novela negra con más prestigio
de nuestro país. Pero ¿puede el crimen ser amable o, por lo menos,
ser narrado desde una perspectiva dulcificada y presidida por el
sentido del humor? Con Miss Marple y el bucólico pueblecito de Saint
Mary Mead, personaje y escenario criminal creados por Agatha Christie,
como referentes indiscutibles de la tendencia, el cozy crime ha
vuelto renovado a los escaparates de las librerías gracias a un
buen puñado de autores que han visto en la posibilidad de enfrentarse
con simpatía a las zonas más oscuras del ser humano un digno desafío
y lo han superado con creces.
Entre ellos, los británicos Richard Osman (Billericay,
1970) y S. J. Bennet (Richmond, Yorkshire, 1966), un presentador
televisivo y una exasesora estratégica que, en la estela de Agatha
Christie y algunos otros nombres de la sofisticada ficción criminal
de la primera mitad del siglo XX, como Dorothy L. Sayers, Josephine
Tey o Rex Stout, han incorporado a sus relatos de sangre y misterio
una buena cantidad de ironía, ternura y comedia.
"En Inglaterra todo parece tranquilo, correcto e idílico,
pero luego todos quieren matarse entre ellos… el mal está bajo la
superficie, oculto detrás de personajes adorables que toman el té".
Este es el punto de partida para Osman, quien con su ópera prima,
El club del crimen de los jueves (Espasa, 2021), una intriga protagonizada
por un grupo de ancianos que disfrutan resolviendo crímenes míticos
y terminan investigando un asesinato real, se convirtió en el autor
del tercer libro más vendido de la historia del Reino Unido desde
que hay registros, solo por detrás de Dan Brown y J. K. Rowling.
El escritor y presentador de televisión británico
Richard Osman, superventas gracias a sus novelas del género.
Con dos títulos más de la serie ya a la venta, El
jueves siguiente y el recién llegado El misterio de la bala perdida,
Osman hace hincapié en la seriedad de sus historias y el respeto
por las reglas del género pero, a la vez, se centra en la amabilidad
que transmiten sus personajes, "que sentimos muy cercanos, cómplices,
con una forma muy particular de interpretar el mundo al estar de
vuelta de todo; cándidos y, al mismo tiempo, sin un pelo de tontos".
Por su parte, S. J. Bennett no encontró la inspiración en una urbanización
para mayores, aunque sí en alguien de edad: la reina Isabel II de
Inglaterra, motor absoluto de El nudo Windsor (Salamandra, 2021),
que cuenta cómo, durante los festejos del noventa cumpleaños de
la monarca, uno de los invitados es hallado muerto y ella toma las
riendas de la investigación.
A pesar de todo, Bennett se muestra tajante ante la
posibilidad de otorgarle al crimen cierta calidez: "El crimen siempre
es traumático, por eso resulta un elemento interesantísimo a la
hora de escribir", explica. Lo que varía es el contexto, a qué partes
del paisaje decidimos prestarles atención. "Yo me muevo en el extremo
más agradable del noir, el de las relaciones de quienes quedan vivos
y los elementos del rompecabezas que hay que resolver para descubrir
al responsable del delito y, de esta manera, restaurar la sensación
de seguridad en la comunidad. Así es como, aunque la brutalidad
sigue presente, consigo expulsarla fuera de la página".
A El nudo Windsor le siguió Un caso de tres perros.
De ambas novelas hemos podido disfrutar en España gracias a la labor
de la editorial Salamandra. Anik Lapointe, responsable de la colección
Salamandra Black, tiene claro "que el crimen es violento por naturaleza,
pero en la ficción el autor puede crear, a través del ambiente,
el entorno y los personajes, formas de matar que, al menos en apariencia,
se alejan de esa violencia. De esta manera el crimen se cuela suavemente
en nuestra vida cotidiana y el novelista siembra dudas sobre nuestro
propio confort: el mal está entre nosotros".
Lapointe, que en primavera publicará un cozy crime
japonés que mezcla la investigación y la cocina, está convencida
de que el lector español se inclina cada vez más hacia "una novela
entretenida, más ligera y menos brutal, pero sobre todo inteligente
y bien construida". Esta es la premisa que cumplen, por ejemplo,
los títulos de M. C. Beaton y su heroína, Agatha Raisin, que en
Agatha Raisin y la quiche letal (Salamandra, 2021) hace trampas
en un concurso y ve cómo uno de los miembros del jurado muere envenenado;
o de David Safier y su parodia de Angela Merkel en Miss Merkel.
El caso de la canciller jubilada (Seix Barral, 2021), donde la expolítica,
que no se acostumbra al exceso de tiempo libre tras su retiro rural,
decide indagar en los motivos de la muerte de un noble de la zona
en que reside.
Margaret Rutherford, legendaria Miss Marple del cine
clásico, el personaje de Agatha Christie que es referente del ’cozy
crime’.
Pero quizás, la prueba más flagrante del triunfo del
cozy crime dentro de nuestras fronteras sea la publicación de Los
casos de Clara Campoamor (Eunate, 2022), una serie de relatos encadenados
y basados en episodios reales en los que Clara Campoamor, bien como
periodista, bien como abogada, fue parte implicada y contribuyó
a la resolución del conflicto. Asesinatos, robos, fraudes, prostitución,
mujeres que lucharon por sus derechos… En esta obra de Isabel Lizarraga,
filóloga hispánica y experta en el estudio del feminismo español,
el ingenio y la rebeldía se dan la mano para adentrarse en los rincones
más oscuros de una parte de nuestro pasado no tan lejano desde la
aventura y la diversión, definitivamente uno de los mejores filtros
para enfrentarse a los temas más serios.
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Vender más de 100.000 libros en tres días está al
alcance de muy pocos. Es lo que consiguió Richard Osman en Reino
Unido con el lanzamiento de El jueves siguiente, la continuación
de El club del crimen de los jueves (editados aquí por Espasa),
uno de los mayores best sellers de 2020, también en España. Osman
suma en poco más de un año más de dos millones de ejemplares vendidos
tras convertir al grupo de ancianos que protagoniza sus libros en
grandes referentes del llamado cosy crime o cozy mysteries, todo
un fenómeno de ventas en gran parte de Europa y Estados Unidos.
Las señas de identidad más destacables de este subgénero surgen
por oposición al crudo realismo y la violencia explícita habituales
en la novela negra, para ofrecer misterios a la vieja usanza resueltos
por detectives aficionados. Una necesaria vuelta de tuerca al clásico
tablero del Cluedo y aquello de "fue el mayordomo en la biblioteca
con el veneno", con indudable tirón entre el público.
Aquí no hay sitio para la sordidez de los bajos fondos
urbanos ni para los policías a punto de jubilarse macerados en alcohol.
En su lugar encontramos a una cincuentona soltera que deja su empresa
de relaciones públicas para retirarse en un pueblecito de la campiña
inglesa o a la mismísima Isabel II desplegando toda su astucia para
resolver un posible caso de asesinato cometido en una de las habitaciones
del Palacio de Windsor. Hablamos de Agatha Raisin, la improbable
heroína de M.C. Beaton, considerada como la reina del cosy crime
con 30 entregas a sus espaldas, y de otra reina, en este caso la
de Inglaterra, protagonista de El nudo Windsor, de S.J. Bennett.
Ambas, herederas de la Miss Marple de Agatha Christie y la Jessica
Fletcher de Se ha escrito un crimen, han llegado a las librerías
españolas en los últimos meses de la mano de Ediciones Salamandra.
Su editora, Anik Lapointe, ofrece algunas claves para entender por
qué las palabras cosy crime (cosy significa acogedor, cómodo o amigable)
no son un oxímoron : "es el subgénero más simpático de la ficción
criminal. Nos habla de las relaciones personales de la gente, busca
el mal en los hechos cotidianos, donde menos se espera. Suele haber
tantas pistas buenas como falsas, porque uno de los placeres de
estas novelas consiste en descubrir el misterio".
En todas partes cuecen habas ...
En las últimas semanas a esta lista se ha sumado otro
título, Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada (Seix Barral),
en el que David Safierahonda en esta creciente tendencia de convertir
a personajes públicos en detectives aficionados. Si la idea de poner
a la canciller alemana a investigar un caso en la Alemania rural
tras abandonar la política no fuera ya lo suficientemente sugerente,
el humor con el que Safier impregna cada página se encarga del resto.
¿Se imaginan a Angela Merkel llamando "bizcochito" a su marido?
Pues ese es solo uno de los detalles de unas aventuras que, según
ha asegurado el propio Safier, tendrán continuidad en breve, después
de vender cerca de 300.000 ejemplares en Alemania en seis meses.
Tirando de estereotipo con cierto tufo machista, se podría pensar
que es un género cuyo público objetivo son mujeres de mediana edad
que toman el té, participan en cursos de cocina y conviven con uno
o más gatos. Prejuicios aparte, adentrarse en las páginas de Agatha
Raisin y la quiche letal o en El club del crimen de los jueves supone
descubrir un agudo retrato de caracteres, atractivo para todo tipo
de lectores, con oleadas de sarcasmo típicamente británico afilando
cada página.
Es un homenaje a los clásicos que evita caer en la
parodia y actualiza algunos de los tropos de las novelas de misterio
que triunfaban en los años 40 y 50. Además, nada es tan idílico
como parece. Si Raisin es una "experta chantajista emocional" que
hace frente a los pueblerinos de los Cotswolds con grandes dosis
de cáustica ironía, los villanos de las novelas de Osman son retratados
con despiadada mordacidad. Por su parte, la Isabel II nonagenaria
de El nudo Windsor aporta su punto de vista incisivo con respecto
a los que la rodean. Una de sus ayudantes la presenta como alguien
con "ojos de lince, olfato para las sandeces y una memoria prodigiosa",
algo que demuestra con creces en varios momentos de la trama. La
Miss Merkel de Safier tampoco se queda atrás: saca su a relucir
su afilada visión del género humano al analizar a los seis sospechosos
de la muerte de un aristócrata que ha aparecido muerto en la mazmorra
de su castillo ataviado con una armadura medieval. La popularidad
del cosy crime en el panorama cultural actual parece algo inesperado,
un eco de tiempos pasados, quizá más ingenuos que este siglo XXI
tan de vuelta de todo. Pero conviene ver más allá y darse cuenta
de que detrás del nordic noir, los regueros de sangre en la nieve
y el lenguaje de las autopsias y los interrogatorios policiales,
el género negro es mucho más diverso de lo que parece. Estos rompecabezas
amables no son el antídoto del 'true crime' o de la abundancia de
"thrillers violentos, adictivos y trepidantes, como dicen tan bien
las fajas", según Anik Lapointe. Ella misma da con la respuesta
a través de una pregunta, como suelen hacer los buenos detectives:
"¿qué mejor refugio para los traumas de la realidad que un mundo
de postal donde se hace justicia, se vence a los villanos y todo
acaba bien?".
Las 20 mejores ciudades y pueblos rurales para mudarse
en el Reino Unido.
El jueves siguiente.Richard Osman. A la vejez, casos
de asesinato. Cuatro octogenarios afrontan una segunda investigación
en la que están implicados un viejo amigo, unos diamantes robados
y la mafia. El nudo Windsor.S.J. Bennett. Un híbrido entre The Crown
y las historias de Miss Marple en el que Isabel II revela unas dotes
de observación y deducción dignas de Sherlock Holmes. Agatha Raisin
y el veterinario cruel.M.C. Beaton. La segunda entrega de la serie
nos devuelve al idílico pueblo de Carsely y a sus no tan idílicos
habitantes. Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada. David
Safier. En 2022, solo unos meses después de dejar su cargo, Angela
Merkel descubre una vocación desconocida: investigar crímenes. El
truco de los espejos.Agatha Christie. Las reediciones de la "madre"
del cozy crime nos devuelven joyas como esta, ambientada en una
mansión en la que conviven una extraña familia y un reformatorio
para jóvenes criminales.
En Europa, la eclosión de esta modalidad de “crímenes
amables” –esa es su verdadera traducción— fue en Reino Unido, lugar
de nacimiento de Marple y Sherlock Holmes, y donde, pese a ser estadounidense,
triunfó la figura de Jessica Fletcher, protagonista de la ficción
televisiva Se ha escrito un crimen, que llegó un tiempo después
a España causando la misma admiración. Sin embargo, esa misma devoción
literaria no se había visto hasta la llegada de la pandemia. ¿El
motivo? Lapointe lo tiene claro: “Hemos visto que el lector buscaba
más que antes una novela entretenida, más ligera y menos violenta,
aunque inteligente y bien construida y con personajes entrañables.
Un libro que permita evadirnos de estos tiempos que corren”.
Diferentes adaptaciones del sesudo detective, sin
olvidar la serie de dibujos animados de Hayao Miyazaki y Kyosuke
Mikuriya, un clásico de los ochenta. El Miyazaki de Studio Ghibli.
Y es que sin duda, esta opción es mucho más “agradable”
– pese a que esto resulte un oxímoron– que, por ejemplo, el nordic
noir, uno de los géneros literarios de ficción policíaca más sangrientos.
“El enigma acaba resuelto y la vida sigue hasta el próximo caso”.
Además, apunta, “algunos de estos pueblos idílicos tienen una tasa
de crimen vertiginosamente alta”, por lo que los autores aprovechan
esta singularidad y la potencian para ambientar allí sus historias.
También lo ve así la editora Rocío Fernández, de Seix Barral, que
asegura que “cuando hay incertidumbre o la realidad es amenazante,
leer este tipo de historias es casi un refugio en el que hay poca
o ninguna violencia y en la mayoría de los casos, un final feliz”.
Ambas editoras confirman que el triunfo de este tipo
de novelas es “una tendencia generalizada del mercado europeo” y
recuerdan que muchas veces el acompañante de estos detectives aficionados
es un animal. “Las hay que casi ejercen de Watson, indicando o descubriendo
pistas. En otras ocasiones son el motor que pone en marcha muchos
de los momentos más divertidos de una novela, sobre todo por su
observación (y si se tercia, por su valoración o incluso mofa) del
extravagante comportamiento de los humanos que les rodean, como
ocurre con Putin, el inseparable perrito de Miss Merkel, el personaje
que ha creado David Safier”, apunta Fernández. En cuanto al público
lector, concluyen, “no es exclusivamente femenino”, como sí ocurría
años atrás. “El fenómeno británico reciente de Richard Osman o nuevas
series de televisión como Solo asesinatos en el edificio —disponible
en Disney + y protagonizada por Steve Martin, Martin Short y Selena
Gomez — muestran que hay un lector o espectador de este tipo de
historias cada vez más global, más allá de su género o edad”.
Los vecinos del Upper West Side, Charles, Oliver y
Mabel, comparten su amor por el crimen real. Cuando un vecino muere
en su edificio, el trío decide resolver el misterio y grabar un
podcast al respecto.
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