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Tras la caída de la isla de Guam en manos del ejército norteamericano,
Shoichi Yokoi, un sargento del Ejército Imperial Japonés, decidió
ocultarse en la selva para preservar su honor y no entregar las
armas al enemigo. Allí pasó casi tres décadas en completa soledad
hasta que fue encontrado en 1972 por unos cazadores. A su regreso
a Japón, Yokoi fue recibido con todos los honores y se convirtió
en un héroe nacional.
El poeta y escritor valenciano Ricardo Bellveser falleció ayer
a los 73 años tras una lucha incansable contra el cáncer de páncreas.
Periodista y docente, Bellveser estuvo implicado en gran parte de
las instituciones culturales valencianas, como socio, como miembro
de su comité o como dirigente.
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Dos lecturas enfrentadas.
Dictadura y Revolución (Dettadura e Rivoluzione), una respuesta
a la obra de Lenin, El Estado y la revolución.
Luigi Fabbri (1877–1935) Nacio el 23 de diciembre de 1877 en Fabriano,
(Italia) y murió el 23 de de junio de 1935 en Montevideo, (Uruguay),
Fue un militante anarquista italiano, escritor y educador, y durante
la Primera Guerra Mundial agitador y propagandista.
Queridísimo Fabbri: Sobre la cuestión que tanto te preocupa, la
de la dictadura del proletariado, me parece que estamos básicamente
de acuerdo. Se me ocurre pensar que sobre este asunto la opinión
de los anarquistas no puede ser dudosa y la verdad es que antes
de la revolución bolchevique nadie dudaba. Anarquía significa ?no
gobierno?, y por lo tanto con mayor razón ?no dictadura?, que es
el gobierno absoluto sin control y sin límites constitucionales.
Pero, cuando estalló la revolución bolchevique, algunos amigos nuestros
confundieron lo que era revolución contra el gobierno precedente
con lo que era un nuevo gobierno que venía a imponerse a la revolución
para frenarla y dirigirla a los fines particulares de un partido,
y casi se declararon bolcheviques ellos mismos. Ahora bien, los
bolcheviques son simplemente marxistas, que han permanecido honesta
y consecuentemente marxistas, a diferencia de sus maestros y modelos,
los Guesde, los Plejanov, los Hyndmann, los Scheidemann, los Noske,
etc., que han tenido el fin que tú sabes. Nosotros respetamos su
sinceridad, admiramos su energía, pero como no hemos estado nunca
de acuerdo con ellos en el terreno teórico, no sabríamos solidarizarnos
con ellos cuando de la teoría se pasa a la práctica [...]
Carta de Errico Malatesta a Luigi Fabbri.
'En los primeros meses de 1917 todavía los zares reinaban en Rusia,
en la finalización del año la dirección política del país estaba
en manos del bolcheviques transitando en la erradicación del capitalismo.
Nunca en la Historia hemos conocido un cambio tan radical en todo
un subcontinente. Coincidiendo con el centenario de la Revolución
Bolchevique los grandes medios de comunicación recurrirán a grandes
tópicos criminalizadores de la idea del comunismo para no analizar
lo más mínimo que ocurrió ahora hace un siglo. Para los marxistas
las revoluciones son la irrupción de las masas en su propio destino.
No sólo se acabó con el Zarismo sino que se incorporaron a la vida
política toda una generación de la mano de ideales de democracia
radical y socialismo. La Revolución demostró que era posible dirigir
la economía sin terratenientes, banqueros ni capitalistas. Gracias
a las ventajas colosales de la economía nacionalizada, la URSS hizo
notables avances en educación, ciencia, arte y cultura. Un territorio
donde grandes sectores de la población eran analfabetos antes de
Octubre, experimentó una revolución cultural'.
Lenin, revolucionario ruso, líder bolchevique, político comunista,
principal dirigente de la Revolución de Octubre y primer dirigente
de la Unión Soviética. El alias Lenin significa «el que pertenece
al río Lena», en contrapartida de Georgi Plejánov que era llamado
Volguin por el río Volga. Fue autor de un conjunto teórico y práctico
basado en el marxismo para la situación política, económica y social
de Rusia de principios del siglo XX conocido como leninismo y posteriormente
denominado marxismo-leninismo.
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Cuenta una leyenda que fueron cuatro los Reyes Magos.
Tras haber visto la estrella en Oriente, partieron juntos llevando
cada uno sus regalos de oro, incienso y mirra. El cuarto llevaba
vino y aceite en gran cantidad, cargado todo en los lomos de su
camello. Tras varios días de camino se internaron en el desierto.
Una noche les sorprendió una tormenta. Todos se bajaron de sus monturas
y, tapándose con sus grandes mantos de colores, trataron de soportar
el temporal refugiados detrás de los camellos, arrodillados sobre
la arena. El cuarto Rey buscó amparo junto a la choza de un pastor.
Por la mañana aclaró el tiempo y todos se prepararon para recomenzar
la marcha, pero los Magos habían quedado divididos y Artabán no
aparecía por ninguna parte. Mientras, nuestro cuarto Rey se encontraba
frente a un gran dilema al ser requerido por el anciano. Si ayudaba
al buen hombre con sus asuntos se retrasaría de la caravana y no
podría ya seguir con sus camaradas; él no conocía el camino y la
estrella no daba tiempo que perder. Pero, por otro lado, su buen
corazón le decía que no podía dejar así a aquel anciano pastor ¿Con
qué cara se presentaría al Mesías si no ayudaba a uno de sus hermanos?
El periodista y psicólogo Pepe Rodríguez explora
las celebraciones y los orígenes navideños en el libro 'Mitos y
tradiciones de la Navidad'.
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En enero de 2015 Chanel Miller fue violada por otro estudiante
detrás de unos contenedores tras una fiesta en la universidad de
Stanford. En el juicio fue tratada como una "mujer borracha e inconsciente".
Su brutal declaración en el juicio, que ella misma emitió de forma
anónima, fue seguida por millones de personas en Estados Unidos.
No pararás de leer hasta su última página.
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La aceleración de cambios que produjo la covid-19 nos lleva indefectiblemente
a repensar un reinicio que conlleve nuevas soluciones. La economía
circular representa un novedoso paradigma en la gestión de los recursos
que puede ser la herramienta para impulsar la reactivación de la
economía pospandemia. Sin duda, esta visión será liderada por un
nuevo ser humano (Homo circularis), emergente de la retroalimentación
de una "trilogía circular": una sociedad consciente y colaborativa,
empresas responsables y un Estado emprendedor, dinámico e inclusivo.
La geopolítica y la diplomacia tambien hacen su aporte: distintos
países se encaminan a priorizar el crecimiento con una agenda ambiental
a raíz de la preexistente crisis climática. ¿Seremos mejores? Seguramente
seamos distintos ... Largas cuarentenas nos dieron mucho tiempo
para pensar. ¿Surgirán nuevas soluciones para viejos dilemas? ¿Esta
aceleración nos llevará a una "revolución circular".
El libro 'El velo del silencio', de Salvatore Cernuzio y publicado
por San Paolo, muestra casos de maltrato psicológico, verbal o mental,
presiones acoso y chantajes emocionales sufridos por estas mujeres
durante su vida consagrada y que prefieren mantener el anonimato
La subsecretaria del Sínodo de Obispos, Natalie Becquart, señala
en el prólogo que el libro "invita a mirar a la cara a la realidad"
e invita a tomar medidas para "prevenir estas posibles desviaciones"
Además del maltrato, el racismo es otro tema que emerge en este
libro, sobre todo, en el caso de las monjas jóvenes que proceden
de países de África o Asia Otro relato significativo es el de una
psicóloga que ha acompañado a cerca de quince monjas contemplativas
que habían presentado su renuncia y que sentían ganas de suicidarse.
"No mostraban signos de desequilibrio mental o de depresión severa.
Las causas estaban relacionadas más bien con el estilo de vida",
asegura.
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Fernando Marías (1958-2022) fue un escritor y guionista de cine
y televisión español nacido en Bilbao el 13 de junio de 1958. En
1975 se trasladó a Madrid para estudiar Cinematografía, escribiendo
sus primeros guiones para televisión, entre ellos los de los falsos
documentales Páginas ocultas de la historia. Su primera novela,
La luz prodigiosa, fue publicada en 1990. Fue ganar al año siguiente
el Premio Ciudad de Barbastro lo que le animó a seguir escribiendo.
Marías se alzó a lo largo de su trayectoria con algunos de los galardones
literarios españoles más importantes, destacando por encima de todos
el Premio Nadal de 2001, el Ateneo de Sevilla de 2005, el Dulce
Chacón de Narrativa de 2005, el Nacional de Literatura Infantil
y Juvenil de 2006, el Primavera de 2010 y el Biblioteca Breve de
2015. De su faceta como guionista cabe hacer mención de sus trabajos
El segundo nombre (2001) y La luz prodigiosa (2002). Por este último
recibió nominaciones a Mejor Guion Adaptado en los Premios Goya
y en el Círculo de Escritores Cinematográficos en 2003.
Marías falleció en Madrid hoy, 6 de febrero de 2022 a los 63 años.
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El autor del relato cuenta sus idílicos veranos de infancia antes
de los horrores de la Primera Guerra Mundial. De hecho, relata la
guerra grecoturca y la pérdida final de su patria.
En un lluvioso día de primavera, Miyu, una chica que vive sola
en la gran ciudad, encuentra un gato acurrucado en una caja de cartón
y se lo lleva a casa. A ella se le da mal expresar lo que siente.
Él observa de cerca sus torpezas y rutinas. Cada uno en su universo
propio, ambos dan el salto al mundo exterior, donde encontrarán
a otros con distintos problemas, unas veces grandes y otras, pequeños.
Reina, una chica que no reúne el suficiente valor para presentarse
a unas pruebas de acceso a la escuela de Bellas Artes, y Aoi otra
joven que vive atormentada por la muerte de su mejor amiga… Mientras
sus gatos las observan con cariño, entre todos nacerá un vínculo
especial, lleno de emociones. Ella y su gato supone la novelización
de una de las primeras obras del prestigioso director de animación
Makoto Shinkai. Son cuatro historias engarzadas que giran en torno
a gatos recogidos de la calle, repletas del encanto y la belleza
del mundo de este gran cineasta contemporáneo.
Isaac Rosa (Sevilla, 48 años) es el ganador del Premio Biblioteca
Breve de novela, dotado con 30.000 euros, convocado por Seix Barral
y que falló este lunes en Barcelona su 64 edición. Se lo adjudicó
por unanimidad con 'Lugar seguro' un reflejo de la picaresca del
siglo XXI que presentó bajo el seudónimo de Segismundo García. Así
se llaman el abuelo, el padre y el hijo que protagonizan el relato,
tres pillos obsesionados con el ascenso social. Los tres se estrellan
una y otra vez tratando de aprovecharse del miedo y la incertidumbre
en tiempos inciertos como los de la pandemia. «Es un retrato genial
de tres generaciones de granujas de una misma familia que se aprovechan
de las grietas del sistema en su propio beneficio», dijo en su fallo
el jurado que eligió 'Lugar seguro' entre los 858 aspirantes este
año al premio. Es una novela «que incomoda y refleja desde la ironía
y la controversia la incertidumbre de la sociedad actual», agregó
el jurado formado por Pere Gimferrer, Benjamín Prado, Elena Ramírez
Andrea Stefanoni y Juan Manuel Gil, ganador de la pasada edición.
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Alejandro Pedregosa es un poeta y narrador nacido en Granada en
1974. Estudió Filología hispánica y Teoría de la literatura. En
2018 recibió el Premio Andalucía de la Crítica por su libro de relatos
O (Cuadernos del Vigía, 2017, posteriormente traducido al portugués).
Entre sus poemarios destacan Los labios celestes (Premio Arcipreste
de Hita, Pre-Textos, 2007) o Pequeña biografía de la luz (Esdrújula
Ediciones, 2019). Con su primer libro de poesía infantil, Álbum
de familia (2020), ganó el Premio Ciudad de Orihuela. En 2004 un
jurado presidido por Josefina Aldecoa le otorgó el Premio de Novela
Corta José Saramago por Paisaje quebrado. Su última novela hasta
la fecha es Hotel Mediterráneo (2015). Barro es su último libro
de poesía, publicado por Sonámbulos Ediciones. Una obra marcada
por la cicatriz que deja la pérdida, que funciona como una suerte
de cobijo desde el que observar otras vidas posibles. Una casa edificada
sobre poemas a través de los que el autor se pregunta cómo podemos
seguir viviendo, y cuyos textos no ofrecen respuesta, pero sí consuelo.
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Cuando era una joven aspirante a escritora, Carmen Maria Machado
conoció a una chica menuda, rubia, de clase alta, licenciada en
Harvard, sofisticada y fascinante con la que inició su primera relación
lésbica, después de varias experiencias sexuales con hombres. La
chica poseía una idílica cabaña en Bloomington, Virginia: la casa
de los sueños del título. Pero los sueños se convirtieron en pesadillas
cuando la novia de Machado empezó a mostrarse celosa, controladora
y paranoica, para luego acusarla de engañarla con todo el mundo
y acabar agrediéndola verbal e incluso físicamente.
Este libro es el testimonio de una relación tóxica, que en este
caso no tiene como agresor a un varón heterosexual de mentalidad
patriarcal y machista, sino a una lesbiana. Y este es un primer
elemento que da valor al texto: la denuncia de la violencia en la
pareja dentro de la comunidad queer. Pero la calidad excepcional
de la propuesta de Machado va más allá: en lugar de quedarse en
un mero ejercicio de testimonio personal, utiliza la historia vivida
–y sufrida– para explorar más a fondo el tema, jugando literariamente
con él. Y lo hace mediante la manipulación de los géneros narrativos
–la novela romántica, la erótica, la de iniciación, la de terror...–,
lo cual le permite contar su historia y reflexionar a la vez sobre
cómo contamos todos las nuestras.
El resultado: una nueva muestra del talento inmenso y transgresor
de Carmen Maria Machado, una de las voces femeninas más radicales
y lúcidas del panorama literario contemporáneo, capaz de combinar
la exploración formal con una transparencia absoluta en el relato
de la experiencia vivida y la sexualidad. El libro es una pirueta
literaria brillantísima y seductora, así como un testimonio de una
sinceridad arrolladora sobre los abusos emocionales y físicos.
No hay prácticamente ningún caso de autor nuevo, joven o no, estadounidense
que publique cuatro o cinco libros en editoriales de Wisconsin antes
de que le fiche Farrar Strauss o Knopf y de pronto lo descubramos
en Europa. La cosa en Estados Unidos funciona así: con tu primera
novela vendes decenas de miles de ejemplares, con tu segunda, cientos
de miles, y con la tercera empieza tu decadencia y eventual desaparición.
Marcharse a escribir a una granja en el campo, que es lo que han
hecho todos los grandes escritores americanos desde Lillian Hellman
a Philip Roth es una opción. Cuando ya la has liado gorda
en Nueva York, te vas a una cabaña (léase, mansión, finca) en los
Hamptons (Colson Whitehead), Massachusetts (Roth) o Claremont (Foster
Wallace). Y ahí te mueres.
El superávit de narradoras jóvenes de Argentina, Colombia o México
tiene lo que todos los superávits: que cansa. Pero Carmen Maria
Machado es estadounidense, de modo que tenemos que cambiar de prejuicios.
«Un libro deslumbrante, emocionalmente profundo y escrito con suma
elegancia» (Julia M. Klein, The Boston Globe).
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El Festival de Poesía Valenciana, que se celebrará entre el 22
de febrero y el 6 de marzo, pasará por el Centre del Carme de Cultura
Contemporània (CCCC), la Sala Carme Teatre, la Biblioteca Pública
de València y la Fundación Cañada Blanch y la Sociedad Coral El
Micalet. Su programación, como viene siendo habitual en pasadas
ediciones, ofrecerá todo tipo de formatos desde presentaciones de
libros, conferencias, lecturas de poesía, performances, recitales
escénicos, conciertos, proyecciones y exposiciones, con un claro
afán integrador de estéticas y modos de entender lo poético.
En pleno reparto del territorio africano por parte de las potencias
coloniales europeas, las etnias herero y nama de Namibia fueron
sometidas a abusos y masacradas por el ejército imperial alemán
entre 1904 y 1908. Más de cien años después de aquellos hechos,
el gobierno alemán pidió oficialmente perdón los excesos cometidos
en el país africano durante la ocupación colonial y reconoció
el genocidio que sufrieron estos pueblos.
“Van cuatro meses que estoy internada en el Pirovano. Hace cuatro
meses intenté morir ingiriendo pastillas. Hace un mes, quise envenenarme
con gas”, confesó una cruda y devastada Alejandra Pizarnik en octubre
de 1971. No hubo un tercer intento. Cincuenta pastillas de Seconal
sódico, ese fue el precio a pagar. Entre sus últimos papeles de
trabajo una inquietante frase: “No quiero ir nada más que hasta
el fondo”. Era la madrugada del 25 de septiembre de 1972 y todo
se había terminado, “a pesar de la vigilia atenta de quienes tanto
la querían”, escriben sus biógrafas Cristina Piña y Patricia Venti.
Esa noche cuando, quién sabe si arrepentida, la poeta llamó, nadie
contestó al otro lado.
Las mariposas se están extinguiendo. Son pocos los que aún recuerdan
los días en que las praderas estaban repletas de flores con infinidad
de mariposas revoloteando por encima de ellas. Pero el deterioro
de los hábitats por el uso de pesticidas, la sobrefertilización
y los monocultivos han provocado un descenso de cerca del 80 % de
la población de estos insectos en los últimos cincuenta años y la
amenaza de su total desaparición es cada vez más real. En "La desaparición
de las mariposas", el reconocido biólogo Joseph H. Reichholf nos
lleva de paseo por el fascinante mundo de los lepidópteros a la
vez que nos advierte de la catástrofe ecológica que se cierne sobre
nosotros ante su alarmante declive. Este libro es también una súplica
a la protección de estas mágicas criaturas que apela a la responsabilidad
de preservar la biodiversidad que todos tenemos para con el planeta
y las generaciones futuras.
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Después de chillarle a mi hija de seis años hasta el punto de que
se arrojó sobre la cama y se echó a llorar, sentí la necesidad de
salir de casa e ir a ver a mi madre. Ella estaba muerta y en el
cielo, pero por una cuestión de conveniencia quedamos en la puerta
de la pollería que hay al final de Ladbroke Grove. En ese momento
fue el lugar más negro que se me ocurrió. Nos sentamos juntas en
los escalones del Golden Dragon. Chicos y chicas pasaban por delante
de nosotras en busca de sus salteados y su salsa sichuán. Mi madre
y yo nos miramos. Para estar muerta se la veía fantástica. La muerte
no podía marchitarla. Era tan sólo una en la larga lista de las
cosas que no podían marchitarla. Llevaba sus rastas envueltas a
la perfección en un recogido alto e imponente. Nunca cenicienta,
su piel oscura resplandecía. Era la viva imagen de la reina Nana
en el billete de quinientos dólares jamaicanos.
Relatos que van desde lo histórico y lo actual hasta la más absoluta
distopía, y componen una reflexión estimulante sobre el tiempo y
el espacio, la identidad y el renacimiento. Zadie Smith convierte
todo lo que toca en algo fresco y relevante. Zenda publica uno de
estos relatos, el que da nombre al título de la obra.
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La Fundación Lara, Anagrama y Lumen mantienen viva la memoria de
tres autores imprescindibles a través de la publicación de sus biografías.
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La poeta y ensayista Alicia Genovese logra en su reciente
obra Oro en la lejanía generar un diálogo con su nouvelle Allí lejos
todavía repensando lo que se considera lejano en el tiempo, en el
territorio y en la experiencia, como si esos dos géneros condensaran
de manera distinta lo inasible, lo que se volvió distante o se convirtió
en un asunto de la memoria. Las migraciones y los desplazamientos
ocupan los universos de los poemas del libro editado por Gog & Magog
en el que la mirada de Genovese (Llavallol, 1953) se dedica a detenciones
en aeropuertos, escapes al Delta o la mudanza de una hija para condensar
lo fugitivo de los tiempos veloces y resignificarlo.
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Reyes Vila-Belda recoge en Ellas cuentan la guerra.
Las poetas españolas y la guerra civil algunos de los poemas más
importantes de las escritoras que fueron olvidadas, ocultadas y
censuradas.
Ángela Figuera, Carmen Conde, Gloria Fuertes o María
Beneyto que permanecieron en España, junto a Rosa Chacel, Concha
Méndez, Ernestina de Champourcin o Concha Zardoya entre otras, que
marcharon al exilio. Estas son algunas de las voces recogidas en
el nuevo libro de Reyes Vila-Belda llamado Ellas cuentan la guerra.
Las poetas españolas y la guerra civil (Editorial Renacimiento).
Esta recopilación de poemas es un paso más en la recuperación
de muchas figuras y escritoras españolas olvidadas en el siglo XX.
En esta obra, algunas de ellas se reúnen con un tema central: la
contienda. Rompiendo con la concepción paternalista que afirmaba
que escribir sobre la guerra era un asunto exclusivamente masculino.
La autora lleva dedicándose a la investigación literaria
desde hace muchos años. Reyes Vila-Belda es catedrática de Literatura
Española, especializada en Poesía Contemporánea en Indiana University,
Estados Unidos. Ha publicado otros dos libros: Antonio Machado,
poeta de lo nimio (Visor 2004) y Gloria Fuertes: poesía contra el
silencio. Literatura, censura y mercado editorial (1954-1962) (Iberoamericana
2017). Hablamos con ella para enfatizar la importancia de dar visibilidad
a la obra de estas artistas españolas ocultas tras las sombras del
franquismo y el patriarcadio.
Este proyecto empezó como un curso graduado que impartió
en Indiana University en el 2016. En ese curso se leyeron obras
de escritoras españolas de distintos géneros literarios: novelas,
memorias, poesía; que escribieron sobre la guerra civil. Desde La
plaza del diamante, de Merçé Rodoreda, a El cuarto de atrás de Carmen
Martín Gaite, las memorias de Constancia de la Mora o poesía de
Ernestina de Champourcin o de Gloria Fuertes, entre otras. El interés
y los comentarios de los alumnos fueron estupendos.
El Departamento de Euskera, Cultura y Deporte de la
Diputación Foral de Álava convoca el certamen de Poesía “Ernestina
de Champourcin”.
Al investigar sobre las poetas y la guerra encontró
un vacío enorme. Poco después dos colegas, Maryellen Bider y Roberta
Johnson, hispanistas de mucho prestigio, la invitaron a contribuir
con un capítulo en su colección Spanish Women Writers and Spain’s
Civil War sobre escritoras españolas y la guerra civil. Escogió
escribir sobre Gloria Fuertes. A partir de ahí, se puso a trabajar
a fondo en este proyecto.
Desde hace años se está haciendo una importante labor
investigadora, tanto en España como en el extranjero, para recuperar
la producción literaria de muchas escritoras españolas que escribieron
tanto en la Edad de Plata, el período que va desde comienzos del
siglo XX hasta la guerra civil, como después durante el Franquismo,
especialmente durante las primeras décadas de la posguerra. Pero
si consultamos las historias de la literatura, todavía da la impresión
de que, en esos períodos, no hubo apenas escritoras.
Durante los años veinte y treinta, las poetas lucharon
contra la sociedad de la época por defender su vocación de autoras,
publicar y ser reconocidas en su campo cultural. Es el caso por
ejemplo de Ernestina de Champourcin o Concha Méndez entre otras,
que llegaron a ser conocidas, a pesar de que eran ignoradas por
la misoginia de algunos poetas consagrados.
La guerra supuso un enorme cambio para la mujer española.
Como recuerda Mary Nash, muchas salieron por primera vez del espacio
doméstico para trabajar en la esfera pública. Algunas de las poetas
recogidas en la antología desempeñaron distintos trabajos: unas
como enfermeras; otra fue editora de revistas culturales; otra trabajaba
como contable empleada en una fábrica de material de guerra; y otra
ocupó cargos en la administración. La mujer adquirió autonomía,
libertad y una independencia que no había gozado hasta entonces.
Pilar Primo de Rivera y su Sección Femenina marcaron
marcialmente el rol para relegar a las mujeres al hogar en el franquismo.
Pero la situación cambió para todas al acabar la guerra.
Algunas tuvieron que marchar al exilio y sus nombres cayeron en
el olvido. Mientras que las poetas que permanecieron en España fueron
ignoradas porque el franquismo consideraba que la cultura no era
propia para la mujer. A excepción de Carmen Conde, la primera académica
de la RAE, da la impresión de que en las primeras décadas de la
posguerra no hubo poetas. Hoy se ha recuperado sus nombres y sus
obras, como es el caso de Ángela Figuera, María Beneyto, Gloria
Fuertes y otras más, o se sigue trabajando por rescatarlas. Su contribución
ha sido recopilar y difundir lo que unas y otras escribieron sobre
la guerra.
Las mujeres no participaron en el frente, pero desde
la retaguardia también experimentaron la guerra y fueron testigos
de sus horrores. Ellas no narran batallas ni acontecimientos heroicos.
Pero cuentan sus emociones y experiencias, como la muerte de sus
seres queridos, ya sean maridos, padres, hermanos, hijos, novios,
amantes... Así como la pérdida de la infancia o de la juventud,
el miedo ante los bombardeos o los fusilamientos, y sobre todo fueron
testigos de la violencia y el terror. Por medio de sus emociones
individuales conectan con lo que les ha ocurrido a otros, con lo
que sintió la comunidad. Esa conexión despierta empatía, establece
un sentimiento de solidaridad y estimula a la reflexión.
Estos poemas nos ayudan a entender cómo vivieron la
guerra los que no estaban en el frente, especialmente las mujeres.
Ellas narran sus experiencias desde un punto de vista femenino y
ginocrítico, es decir, cuentan lo que sintieron y experimentaron
como mujeres, pero también lo que vieron como testigos. Son memorias
individuales, que forman parte de la memoria colectiva de la nación.
Esas memorias a veces son transgresoras porque contradicen otros
relatos.
Las poetas que tuvieron que expatriarse forzosamente
o las que escogieron el exilio de forma voluntaria, vivieron el
desarraigo de la tierra natal, la separación de los seres queridos,
el ansia de volver, el alejamiento de un mundo conocido y la adaptación
a uno nuevo, así como la pérdida de su identidad como autoras. Mientras
que las que permanecieron en España tuvieron que hacer frente a
otros problemas: sufrieron hambre, escasez y penuria. Algunas no
podían firmar con su nombre puesto que durante la guerra habían
colaborado con publicaciones del bando republicano y tuvieron que
usar pseudónimos. Otras fueron represaliadas, perdieron sus títulos
universitarios y sus puestos de trabajo, o se les imponía trabas
para conseguir puestos. Varias optaron por publicar sus versos más
comprometidos en el extranjero para evitar la garra de la censura,
con lo cual sus obras fueron prácticamente desconocidas en España
durante años.
Algunas colecciones hoy se pueden conseguir porque
sus versos se han recogido en obras completas o se han reeditado.
Otras obras, en cambio, se publicaron hace muchos años y están agotadas.
Tuvo que hacer una enorme labor de rastreo, recurrir a patronatos
o fundaciones, así como a la Biblioteca Nacional. El servicio de
préstamo de su universidad ayudó mucho, especialmente durante la
pandemia, cuando las bibliotecas estaban cerradas al público. Los
criterios de selección han sido muy claros. Limitado a escoger poemas
que tratan sobre la guerra o sus consecuencias, en lugar de ofrecer
una selección representativa de la poesía de cada autora. Asimismo,
no incluyó a poetas que escribieron en esa época pero no
trataron el tema de la guerra.
Generación del 27.
El grupo poético del 27 se ha presentado muchas veces
como un club cerrado en el que siempre se citan los mismos nombres:
Cernuda, García Lorca, Guillén, Salinas, Alberti... Pero en la realidad,
la mítica generación que revolucionó la poesía, la vanguardia y
la crítica literaria en España justo antes de la llegada de la República
-y que sufrió como ninguna los rigores de la guerra civil y el exilio-
era un colectivo mucho más amplio que se extendía incluso a otras
artes, como el cine (Buñuel) o la pintura (Remedios Varo), siempre
bajo la innegable influencia del surrealismo. Y de la misma manera
en que era una generación heterogénea, también lo fue diversa: un
grupo notable de mujeres que frecuentaba el Liceo Francés de Madrid
también aportó un aliento literario profundo y significativo al
grupo del 27, las llamadas Sinsombrero -chicas respondonas y modernas
que no querían verse atadas a las normas de cortesía acartonadas
de la época, con una envidiable formación intelectual-, de la que
fue figura preeminente Ernestina de Champourcin.
Muchas voces autorizadas en la crítica literaria y
el comentario cultural de la España del siglo XX dirán también que
no hay que tener en lugar menor a María Zambrano. Eran, sin embargo,
perfiles distintos: Zambrano fue excelente en el ensayo, y Champourcin
en la poesía. Su lírica era de un tinte profundo, trascendental
y casi místico. Sus versos estaban dotados de una cualidad sencilla
a la vez que profunda que cautivó a los poetas más espirituales
de la generación del 27 -Salinas sobre todo, que la incluyó en la
antología que publicó en 1934- y el precedente justamente anterior
de ese aliento poético, Juan Ramón Jiménez, que fue casi como una
figura protectora de Ernestina durante sus años de formación, y
un amigo cercano cuando ambos tuvieron que marchar al exilio.
Ernestina de Champourcin provenía de una familia aristocrática
vasca. Su padre, el barón de Champourcin, era un monárquico inflexible
de ideología, sin embargo, más cercana a los planteamientos liberales
que se alumbraron en el siglo XIX que a los tradicionales-conservadores
del carlismo, razón por la cual le dio a su hija una educación que,
en la época, podría considerarse de progresista: hablaba con fluidez
inglés y francés, tuvo una formación humanística y artística amplia,
y esos conocimientos, así como una sensibilidad interior muy trabajada,
fueron las que empezaron a aparecer en su poesía, que comenzó a
publicar a partir de 1923. Sus versos casi nunca fueron más allá
de los círculos especializados -mucho más amplios de lo que son
en la actualidad, todo sea dicho-, pero gozaron de respeto y prestigio.
Juan Ramón Jiménez la vio como una hija literaria, y ella entendió
su labor poética como un proyecto de liberación intelectual y espiritual.
En los últimos tiempos se ha querido presentar a Ernestina de Champourcin
como una pionera del primer feminismo en España. No lo fue como
tal -en el sentido en que se entendía en la época de las sufragistas
en Europa-, pero sí que cultivó una sensibilidad profundamente femenina
que transmitía ideas y emociones emancipadoras. Su poesía era una
llamada a la individualidad, la libertad y la experiencia propia,
ya fuera en la consciencia o en los actos, y sin duda puede tomarse
como un referente feminista si se entiende en ese marco concreto.
Para ella, la literatura -como acto creativo, experiencia y arte-
era superior a la política, un terreno en el que no quiso entrar.
Consideraba que sus virtudes literarias eran suficientes para abrirle
un hueco en la historia de la literatura española. Sin embargo,
su figura ha permanecido opacada durante década por varios factores.
El primero, el drama personal que vivió durante la guerra, y su
alejamiento temprano de España y de sus círculos de influencia.
Fue una republicana convencida y contrajo matrimonio con Juan José
Domenchina, también hombre de letras y secretario personal de Manuel
Azaña. Se casaron a finales de 1936, cuando ya había estallado la
guerra: fue un compromiso que iba más allá de los votos religiosos,
pues implicaba unir sus destinos inciertos en tiempos bélicos, y
sin posibilidad de enmienda.
Nos dejaba el 27 de marzo de 1999.
En 1939 tomaron el camino del exilio, como Antonio
Machado o el propio Azaña: acabó en México, donde vivió durante
varias décadas dedicándose a la poesía -sus años mexicanos son los
más fecundos y personales de su carrera, con sus versos más limpios
y espirituales-, pero también a la traducción, tarea que tenía que
desempeñar para generar ingresos que, por lo demás, le eran muy
necesarios, pues su marido enfermó y durante una larga etapa, hasta
la muerte de él, tuvo que proporcionarle cuidados constantes. En
esta época legó traducciones de Edgar Allan Poe, Emily Dickinson
o Anaïs Nin, muchas de ellas aún localizables, aunque no todas canónicas.
En 1972 regresó a España, ya viuda, pero no tuvo una
adaptación fácil, hasta el punto de que vivió su vuelta a Madrid
como un segundo exilio. Había sido olvidada en la escena literaria
-que en ese momento estaba en una fase completamente distinta a
la que proponía la vieja generación del 27-, y aunque hubo algunos
esfuerzos por reeditar parte de su obra en forma de antología, sobre
todo de la mano de la fundación creada por Juan Ramón Jiménez y
su viuda, Zenobia Camprubí, los libros que aparecieron no traspasaron
los límites cerrados del mundo académico. Sigue sucediendo a día
de hoy: poco leída, casi olvidada, pero emocionante cuando se descubren
sus poemas de luz en alguna de las pocas antologías o reediciones
modernas, como la que publicó hace unos años la Fundación Banco
de Santander, Ernestina de Champourcin -que falleció en 1999, ya
hace más de 20 años- es todavía una joya por descubrir de la más
honda poesía española.
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Lumen, coincidiendo con los cien años de la muerte
del narrador, publica los legendarios "setenta y cinco folios" inéditos
de 'En busca del tiempo perdido', considerados el embrión de la
obra. Desde mediados de los años 50 los estudiosos de la obra de
Marcel Proust (1871-1922) se preguntaban por los legendarios “setenta
y cinco folios” que encerrarían las primeras huellas de En busca
del tiempo perdido. Rastrear la génesis de una novela, excavar en
el material de ficción para hallar estratos de la realidad es una
práctica habitual de los investigadores literarios, pero también
del público lector que desea saber qué hay de verdad en determinada
historia.
Para muchos historiadores y críticos «En busca del
tiempo perdido» no sólo es una obra cumbre de las letras francesas
del siglo XX, sino también una de las más grandes creaciones literarias
de todas las épocas, en la que la trasposición en el relato de la
vida de Marcel Proust (1871-1922), así como de personajes y ambientes
sociales de su tiempo, dio forma a un nuevo y fecundo camino en
el campo de la novela. Se incluyen en este estuche, repartidos en
tres volúmenes, los siete títulos que componen la serie completa:
«Por el camino de Swann», «A la sombra de las muchachas en flor»,
«El mundo de Guermantes», «Sodoma y Gomorra», «La prisionera», «La
fugitiva» y «El tiempo recobrado». Para muchos historiadores y críticos
«En busca del tiempo perdido» no sólo es una obra cumbre de las
letras francesas del siglo XX, sino también una de las más grandes
creaciones literarias de todas las épocas, en la que la trasposición
en el relato de la vida de Marcel Proust (1871-1922), así como de
personajes y ambientes sociales de su tiempo, dio forma a un nuevo
y fecundo camino en el campo de la novela. Se incluyen en este estuche,
repartidos en tres volúmenes, los siete títulos que componen la
serie completa: «Por el camino de Swann», «A la sombra de las muchachas
en flor», «El mundo de Guermantes», «Sodoma y Gomorra», «La prisionera»,
«La fugitiva» y «El tiempo recobrado».
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En el 80 aniversario de su muerte, se publicó
una provocadora incitación a la lectura. Entre los grandes colaboradores
que tuvo desde su creación en 1902 el Times Literary Supplement,
considerado como el medio literario más respetable de la epoca según
T. S. Eliot, figuraban nombres como los del propio Eliot o Henry
James, pero, según su director, la joya de la corona fue sin duda
Virginia Woolf, quien publicó ensayos extraordinarios desde los
veintitres años hasta su muerte en 1941. En estos textos fue capaz
de arrojar nueva luz sobre escritores ya conocidos o de construir
manifiestos provocadores acerca del futuro del genero de la novela;
y, gracias a ellos, disfrutó por primera vez de independencia económica.
Tras su atenta lectura de autores que conformaron su canon literario
como Charlotte Brontë, George Eliot, Elizabeth Barrett y Joseph
Conrad, se vislumbra el pensamiento que iluminó su producción narrativa
y su espíritu inquisitivo y feminista.
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El periodista Vicente Vallés ha ganado el Premio Primavera
con la novela “Operación Kazán”, una trama de espionaje que recorre
gran parte del siglo XX y el XXI, y en el que están implicados el
KGB, la CIA y el CNI. El argumento arranca en 1922, en la ciudad
de Nueva York. Ese año nace un niño que los servicios de inteligencia
soviéticos consideran una oportunidad para ellos. La vida de ese
muchacho recorrerá el periodo de entreguerras, la Segunda Guerra
Mundial, la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y llegará hasta
el colapso de los regímenes comunistas en la década de los noventa
de la centuria pasada y la actual injerencia rusa en las democracias
occidentales.
No es la primera vez que Marisa Pascual publica un
libro, pero sí la primera que lo hace de una forma tan personal,
no solo por recurrir al crowfunding y la autoedición, sino también
por el contenido. Licenciada en Historia del Arte, Biblioteconomía
y Documentación, el nuevo proyecto literario de Marisa se llama
Arigato y, tras meses de retraso por la pandemia, verá la luz en
este 2022.
“El libro surge en una etapa de reflexión e introspección”,
señala la autora, quien explica que eligió la figura de los gatos,
“porque además de encantarme, me dan sensación de libertad y hogar
al mismo tiempo”, razón que le ha llevado a ilustrar sus poemas
con una veintena de fotos de los mininos. “Son reales, de amigos”,
dice, “no sacadas de un banco de imágenes, y cada gato está relacionado
con su poema”. Cuenta que “escogí el título de Arigato por el evidente
juego de palabras y porque en japonés quiere decir gracias. Y yo
estoy muy agradecida, primero a mi madre, luego a todos los que
aportaron sus gatos, los que creyeron en mi proyecto y se sumaron
al crowfunding, que son unas veinte personas, y a todos cuantos
me animaron a que lo escribiera”. Recuerda que el proyecto tiene
más de 5 años, “pero hubo muchas correcciones, añadidos, variaciones....,
aparte de la pandemia”. Vinculada profesionalmente a la Fundación
Camilo José Cela hace años, donde fue responsable de la biblioteca,
Marisa reconoce que le aportó “mucho, tanto a nivel laboral como
personal”, y recuerda momentos muy entrañables junto al Premio Nobel.
“Tuvimos unas larga charlas muy enriquecedoras para mí y lo recuerdo
con mucho afecto”. Además, gran parte de su producción literaria
está ligada al escritor. “Primero se me encargó el glosario de Madera
de boj, luego un libro que se llamó Las dedicatorias de Camilo José
Cela, que son muy curiosas, y del que yo escribí el prólogo, y también
recopilé información para uno sobre Nicasio Pajares, autor padronés
cuasi desconocido”.
“Por otra parte”, señala, “cuando escribí mi primera
novela, Para Meigo, Camilo José Cela me hizo un prólogo, algo que
me emocionó mucho y que llevó en el corazón”. Y precisamente para
este poemario cuenta Marisa que “he tenido el honor de contar con
Camilo José Cela Conde para el prólogo y con Esperanza Robles Sastre,
profesora de lengua y literatura para el epílogo, con lo que mi
libro está muy bien arropado”. Además y como complemento, va acompañado
por un código QR al final, en la contraportada, que lleva a un video
de Youtube que “va que ni pintado”, dice, La autora viguesa explica
que “se publicará próximamente y la manera de adquirirlo es solicitándolo
vía mail a través de mpbaronha@gmail.com.
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Trilce, el título del segundo poemario del escritor
César Vallejo, no significaba nada, tal y como le refirió él mismo
al periodista español César González Ruano en una entrevista que
su tocayo le hizo después de que el libro se publicara en España
en 1930. En Lima (Perú), se había publicado ocho años antes, y la
crítica fue tan tibia con él, que aquel adelanto de todas las Vanguardias,
escrito desde la cárcel, había pasado inadvertido en un país del
que Vallejo se marchó en 1923 para no volver jamás. Sin embargo,
al margen del título, los 77 poemas que conformaban aquel libro
editado por los Talleres de la Penitenciaría de Lima sí significaron
mucho, porque aquellos textos llevaron la lengua española a límites
insospechados que empezaron a sospecharse después: la posibilidad
de que un poeta inventara palabras, de que hiciera más fuerza con
la sintaxis que con su musculatura, que usara esa suerte de escribir
sin pensar que iba a llamarse escritura automática y, en fin, toda
esas innovaciones lingüísticas de las que poco después presumiría
el movimiento Dadá y el propio Surrealismo sin reparar en que Vallejo
lo había inventado todo desde la penumbra de una cárcel en la que
estuvo injustamente 112 días con todas sus noches.
Pásate por La bibliotecaria >> Perú.
Pásate por La bibliotecaria >> Trilce.
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Aquel libro, del que ahora se cumple un siglo de su
primera publicación, significó mucho para Vallejo y también para
la poesía en lengua española, entre otras razones porque había sido
concebido en 1918, el año en el que iba a terminar la primera de
las grandes y vergonzosas guerras de la humanidad y en el que César
Vallejo estuvo incluso a punto de suicidarse por más de una razón.
Fallece la última hablante nativa del idioma indígena
yagán. Cantante, etnógrafa y escritora, Cristina Calderón dedicó
gran parte de su vida a preservar la cultura yagán, ocupándose de
la difusión de la lengua, de cuentos y leyendas ancestrales de su
pueblo. Con su muerte, la lengua más austral de mundo se terminó
de extinguir, quedando como única referencia un diccionario del
yagán al español que Calderón creó junto a su nieta antes de morir.
Calderón, que deja siete hijos y 14 nietos que no
tienen al yagán como su lengua materna, era reconocida como un “tesoro
humano vivo” por el Gobierno de Chile y la Unesco. La mujer, considerada
también una guardiana de su cultura, fue además destacada como una
de las 50 mujeres protagonistas del Bicentenario de la República
de Chile en 2010. Su muerte fue anunciada por su hija menor, Lidia
Gonzáles Calderón, quien es una de las integrantes de la Convención
Constituyente que actualmente redacta la nueva Constitución chilena.
“Madre, para los yagán, tu partida genera un vacío irremplazable
desde lo cultural, humano y afectivo. Y nos plantea la tarea de
preservar tu memoria y con ella la de nuestro pueblo”, señaló. El
fallecimiento de Calderón también ha sido lamentado por el presidente
de Chile, Gabriel Boric, quien señaló que sus enseñanzas y luchas
“seguirán vivas por siempre”.
Los yagán, el pueblo indígena más austral del planeta,
habitan en el extremo sur de Chile y según el último censo su población
es de unas 1.600 personas. Antiguamente, solían poblar los archipiélagos
del extremo sur americano, por la costa meridional de Tierra del
Fuego y entre el canal Beagle y el Cabo de Hornos Su lengua, el
yagán, tenía 32.400 vocablos, una enormidad si se le compara con
las 5.000 palabras que maneja cualquier persona al hablar el idioma
español habitualmente. Sin embargo, era considerado un idioma en
vías de extinción desde hace décadas ya que el mestizaje, la evangelización
y las presiones culturales derivadas de la colonización rompieron
con la cadena de transmisión oral. La lengua, además, era “aislada”
o “no clasificada” porque no formaba parte de una familia lingüística
ni tenía vínculos con ninguna otra lengua viva, como el español
que procede del latín. Esto hacía más difícil descubrir el origen
de las palabras, estructura o gramática de la lengua cuyo vocabulario
estaba relacionado con la naturaleza austral, según el Museo Chileno
de Arte Precolombino. En 2003, cuando murió Úrsula, la hermana de
Cristina Calderón, esta dijo que se había quedado sola y que no
tendría con quién hablar, lo que la motivó a dejar un legado palpable.
Así, creó un diccionario del yagán al español junto a su nieta y
editaron juntas una compilación de cuentos y relatos yaganes titulado
Hai Kur Mamašu Shis (Quiero contarte un cuento). Hoy este material
probablemente sea el punto de partida para rescatar y sistematizar
el idioma yagán, una posibilidad que no ha descartado impulsar su
hija Lidia Gonzáles Calderón.
Pásate por la selección fotográfica
de Septiembre 2020.
El Instituto Cervantes deposita hoy en la Caja de
las Letras un legado “in memoriam” del escritor José Hierro , referente
de la poesía social.
La obra de José Hierro fue eso: su propia vida. Sus
causas y sus consecuencias. Sus vivencias y exigencias. Pues, escribiría
«Alegría», «llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor
que el alma existe. / Por el dolor, allá en mi reino triste, / un
misterioso sol amanecía». A través de un existencialismo para cuya
libertad se apoyaba en las letras y los versos de métrica diversa
–desde el soneto hasta el verso libre–, el autor buscaba con sus
poemas darle respuesta a sus preguntas. Y aunque a veces no hallaba
en las soluciones satisfacción alguna, sí la inspiraba a quienes
leían –o siguen leyendo– sus versos. Por algo se le consideró como
un referente en la poesía social.
Pertenece a la llamada primera generación de la posguerra
dentro de la llamada poesía desarraigada.
Su obra continúa más viva que nunca. Y no solo porque
se alzara con el Premio Miguel de Cervantes de 1998, con el Adonáis
en 1947, el Príncipe de Asturias de las Letras en 1981, el Nacional
de las Letras Españolas en 1990 o el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana
en 1995, sino porque sus exploraciones supieron romper con cualquier
esquema espacio-temporal. Porque sus versos continúan ahí, flotando,
observándonos desde arriba por si en algún momento nos perdemos
de vista. Tal es la inmortalidad de su obra que, también a modo
de homenaje de su nacimiento, hoy el Instituto Cervantes recibe
un legado «in memoriam» del autor de «Cuaderno de Nueva York». En
la caja de seguridad número 1936 hallada en la sede que se erige
en pleno centro de Madrid, se aludirá a Hierro como un referente
del género poético en nuestro país.
La señora March está casada con George March,
un escritor de renombre que, aparentemente basa el personaje
de su última novela en su mujer. Johanna, es una prostituta
vulgar creada por George, que además de trabajar en los bajos
fondos, es un personaje rastrero. De fondo, una desaparición
y un asesinato que serán el punto de partida hacia este thriller
psicológico tan particular. Con su primera novela, la escritora
madrileña sorprende al mundo convirtiéndose en todo un éxito
de ventas en los Estados Unidos. Bombo y marketing aparte,
caen por su propio peso dos preguntas fundamentales: ¿Está
justificado el éxito suscitado por la novela? Hasta cierto
punto sí, la señora March es un personaje muy logrado y trabajado,
su cometido es agotarnos y lo logrará sin esfuerzo alguno.
La neurosis del personaje nos sumergirá en unos escenarios
en los que la realidad y la paranoia se mezclan constantemente,
atravesando la vida de la señora March. La originalidad descriptiva
de los distintos ambientes por los que transita la novela,
también es un punto a destacar. ¿Es una novela completa? No
del todo, al estar la obra tan centrada en la señora March,
el resto de personajes carecen de una profundidad interesante,
limitándose a ser simples marionetas de la trama sobre la
que se abre paso la señora March. Pese a que la obra no decae
a medida que avanzas, el final es el esperado si te has metido
de lleno en el thriller. Una novela singular y entretenida,
recomendada para aquellos que quieran leer algo diferente.
Mauro Lahore.
Libreria Imperio. ( Valencia-España ).
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