www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

20 - Noviembre - 2019
>>>> Paisajismo > Islandia II

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Desde 2014 Islandia no podía hacer promoción turística del país en Europa porque la marca Islandia, en inglés (Iceland) había sido registrada en exclusiva para la cadena de supermercados británica Iceland. El gobierno de Islandia, sorprendido y estupefacto, recurrió y la Oficina de la Propiedad Intelectual europea le dio la razón, de forma que nuevamente, Islandia podrá promocionarse turísticamente como Islandia desde el 2019. El ministerio de Asuntos Exteriores de Islandia y Promote Iceland, el organismo encargado de la promoción turística de la isla nórdica, habían aducido que “las empresas del país no se puede promocionar en Europa asociados al país de origen [Islandia], un lugar del que están orgullosas y ofrece una marca nacional muy positiva.” El gobierno añadía lo obvio: “Islandia es conocida como un enclave geográfico y nunca se debió de haber aprobado su uso como marca comercial” por una empresa.

Tras la decisión europea, el gobierno dijo que “esta ha sido una gran victoria para el país, que se había quedado bloqueado en Europa para vender sus productos como suyos, haciendo que no pudiera figurar el país de origen” de los mismos. En un momento dado, Iceland Food, la empresa que había registrado la marca legalmente, había llegado a exigir que se prohibiera al gobierno de Islandia el slogan turístico “Inspirado por Islandia”. Ahora, con la decisión europea, el conflicto retorna a la situación anterior a 2014, cuando se había registrado la marca por la cadena británica. Iceland es una cadena de supermercados presente en todo Gran Bretaña, especializada en la venta de productos congelados –de ahí su asociación con Islandia, país en el que el frío se asocia a su nombre–.

Unos meses después la isla volvió a ser noticía. David Schwarzhans, un piloto de helicóptero que trabaja para una compañía de excursiones, fotografió a docenas de ballenas muertas en una playa aislada de Islandia a la que no se puede llegar por carretera, concretamente unos 60 ejemplares de ballenas piloto. Schwarzhans estaba visitando la zona en una excursión con turistas estadounidenses cuando observó la terrible escena y dio el aviso a la policía de la localidad más cercana Stykkisholmur. No pudieron hacer nada para ayudarlas. En declaraciones a la BBC, Schwarzhans explicó que “estábamos volando la zona norte de la playa y entonces las vimos. Dimos vueltas sobre ellas, pues no estábamos seguros de que fueran ballenas, focas o delfines. Aterrizamos y contamos unas 60, pero deben haber más porque habían algunas aletas saliendo de la arena. Fue trágico y cuando salimos hacía olor. No fue algo bonito de ver y muy chocante porque habían muchas”.

La bióloga marina Edda Elisabet Magnusdottir explicó a Iceland Monitor que “muchos mamíferos tienden a desorientarse” cuando entran en aguas poco profundas. Aunque no tiene explicación, no es el primer caso en el que se encuentran a docenas de ballenas muertas en circunstancias similares. En noviembre de 2018 en una playa de Nueva Zelanda aparecieron 145 ballenas piloto varadas. La mitad estaban muertas cuando las descubrieron y la otra mitad tuvieron que ser sacrificadas pues no tenían medios para devolverlas al mar al tratarse de una zona remota. Las ballenas piloto, en su mayoría de color negro, no son tan vistas como otras especies debido a que permanecen más en aguas profundas. Entre sus características está su alto nivel de inteligencia y generalmente forman grupos de más de 100 ejemplares porque son mamíferos sociales.

Uno de los lugares preferidos por el turismo es el famoso avión abandonado. En una tarde fría de 1973, mientras Eyrún Sæmundsdóttir tejía un suéter de lana miró sorprendida por la ventana un avión que caía precipitadamente desde el cielo estrellándose en su granja en el sur de Islandia. La escena era increíble. Bajó a donde estaba su esposo, Einar, quien también estaba mirando fijamente a través del cristal la impresionante escena. Fueron a inspeccionar, para eso recorrieron unos 5 kilómetros hasta el lugar del accidente. Caminaron lentamente hasta la playa Sólheimasandur. Hoy en día el avión está todavía congelado en esa playa desolada de arena negra, los restos abandonados del avión parecen pertenecer a una escena de ciencia ficción. Rasgado por agujeros de balas y azotados por los vientos polares durante décadas el avión C-117 ha sobrevivido hasta nuestros días. 43 años después del accidente, algo extraño está ocurriendo: personas de todas partes del mundo están interesadas en ver los restos del avión abandonado en Islandia.

RAZONES PARA IR A ISLANDIA

- Islandia Tierra de Hielo y Fuego.

- Islandia es un país de ensueño. Islandia es tan increíble que parece que estás en otro planeta.

- El país más seguro del mundo. Naturaleza pura y salvaje.

- Capital Cosmopolita. Paisajes de Película. Singular gastronomía.

- Baños geotérmicos. Mínima contaminación.

- Aurora Boreal. Fauna accesible. Tierra de duendes.

En Islandia se pueden vivir las 4 estaciones del año en un solo día.

A pesar de que hay más fotografías y videos del avión. Nadie sabe porqué se estrelló y por qué lo abandonaron. La teoría más popular es que el avión se estrelló porque se quedó sin combustible. Aunque es conocido por ser “el naufragio del DC-3 americano”, el avión es en realidad un antiguo C-117. También la fecha está en debate. La mayoría de las fuentes indican que el avión cayó el 24 de noviembre, pero un periódico islandés informó que cayó varios días antes.

El 21 de noviembre de 1973, el capitán James Wicke volaba una misión de rutina a través de Islandia, cuando el clima cambió. La temperatura bajó a -10°C, las ráfagas de viento eran de hasta 60mph (casi 100 km/h) y el carburador de su C-117 comenzó a absorber el hielo. Después de luchar contra una fuerte turbulencia, ambos motores se congelaron y dejaron de funcionar. La niebla era tan espesa que ni siquiera podían ver las alas del avión. El avión caía sobre Vatnajökull, el glaciar más grande de Europa. Wicke hizó una llamada de emergencia e intentó reiniciar los motores. Los hombres sabían que estaban a punto de morir. En ese momento, el teniente Gregory Fletcher, un piloto de 26 años, que sólo había volado 21 horas en un C-117, tomó los controles y decidió virar al sur y abandonar el avión en el océano. Él sabía que la hipotermia en el Atlántico Norte los mataria en unos 15 segundos, pero chocar en la montaña congelada los mataría al instante. ¿Acaso había alguna opción más esperanzadora? Cuando el avión arrancó de las nubes a 2.500 pies, Fletcher se dio cuenta de que se deslizaban sobre “algo que se parecía a la luna”. Bajó el avión, de modo que quedó paralelo a la orilla, y utilizó la playa de arena negra congelada como pista de aterrizaje. La hélices se doblaron, las cubiertas del motor se hicieron pedazos, incluido los tanques… pero Fletcher había salvado la vida de los tripulantes. La tripulación abrió la escotilla y saltó. Sacaron el equipo de supervivencia del avión y salieron lo más rápido que pudieron. Una hora más tarde, un helicóptero de la Fuerza Aérea rescató a los hombres en medio de la nada. La Armada dio a Fletcher una estrella de bronce y un trago de whisky. Hoy, es una abogado en Memphis, y conserva el timón del avión C-117 en su poder.

Vatnajökull es el mayor glaciar de Islandia y el segundo de Europa.

Cuando Einar y Eyrún finalmente llegaron al lugar del accidente, la tripulación ya había sido rescatada y el ejército había comenzado a desmantelar el avión. Sólo dejaron el cascarón. Islandia es considerada como “El Triángulo de las Bermudas“ para los aviones militares de Estados Unidos, esto es por los cambios tan volátiles de clima en el área. Desde 1941 a 1973, hubo 384 accidentes de aviones militares estadounidenses en Islandia, esto es un accidente cada 31 días durante 33 años consecutivos.

Parte de su historia tan interesante, los vikingos, arrasaron con los bosques, ¿podrá Islandia hacerlos crecer de nuevo? Con sus cajas de retoños y una herramienta roja de siembra, Jon Asgeir Jonsson es un soldado raso en la batalla para reforestar Islandia, un país que trabaja para generar nueva vida en los parajes de su territorio que, en su mayoría, permanecen yermos.

Jon Asgeir Jonsson, quien trabaja para una asociación forestal privada, cargando retoños de alerce en el oeste de Islandia.

El país perdió la mayor parte de sus árboles hace más de 1000 años, cuando los colonizadores vikingos llevaron sus hachas a los bosques que cubrían un cuarto de la tierra del país. Ahora a los islandeses les gustaría recuperar esos bosques para mejorar y estabilizar los suelos hostiles del país, ayudar a la agricultura y combatir el cambio climático.Sin embargo, recuperar siquiera parte de los que alguna vez fueron los vastos bosques de Islandia es una tarea lenta que parece no tener fin. A pesar de que se han plantado más de tres millones de árboles en los años recientes, la cantidad de terreno cubierto por bosques —calculado en cerca del uno por ciento a principios del siglo XX, cuando la reforestación se convirtió en una prioridad— apenas ha aumentado.

“Definitivamente es una lucha”, dijo Jonsson, un silvicultor que trabaja para la Asociación Forestal de Islandia, una organización privada, y planta retoños junto a voluntarios de varios grupos forestales locales de esta nación isleña con 350.000 habitantes. “Ganamos quizá 0,5 por ciento el siglo pasado”.

Incluso en un país pequeño como Islandia, unos cuantos millones de árboles al año es solo una gota en un vaso. Los parajes austeros y en gran medida sin árboles, interrumpidos por enormes glaciares y volcanes inhóspitos, han sido durante mucho tiempo escenarios favoritos de la industria fílmica. Las pintorescas vistas también han ayudado al auge turístico. Casi 1,8 millones de extranjeros visitaron el país en 2016. Sin embargo, esa belleza trae consigo un problema que los islandeses han enfrentado durante siglos. La falta de árboles, junto con las cenizas y los pedazos más grandes de rocas volcánicas arrojadas por las erupciones, han provocado una grave erosión del suelo. Con una vegetación incapaz de afianzarse, la agricultura y el pastoreo han sido prácticamente imposibles de realizar en muchas zonas del país. Además, la tierra suelta, combinada con los fuertes vientos de Islandia, provoca tormentas de arena que pueden dañar aún más la tierra, y hasta arrancar la pintura de los vehículos.

.

El esfuerzo de reforestación en Holasandur, al norte del país, es uno de los más grandes de Islandia.

Los agricultores islandeses han batallado con la erosión y las tierras arrasadas por el viento durante siglos. No obstante, en las décadas que siguieron a una tormenta de arena particularmente destructiva al este de la capital, Reikiavik, en 1882, el gobierno estableció esfuerzos de reforestación y conservación del suelo. Reforestar una mayor parte de las tierras de Islandia tendría beneficios más allá de ayudar a los agricultores y detener las tormentas de arena. Conforme el cambio climático se ha vuelto una preocupación mayor, los dirigentes de Islandia han visto la reforestación como una manera de ayudar al país a lograr sus metas climáticas. A pesar del uso extendido de las energías hidroeléctrica y geotérmica, Islandia tiene altas emisiones de gases de efecto invernadero per cápita, principalmente debido al transporte y las industrias pesadas, como la fundición de aluminio.

Un sitio de reforestación al sur de Islandia. Las porciones boscosas del territorio islandés todavía son muy pequeñas.

El gobierno trabaja en conjunto con la Unión Europea y Noruega para alcanzar una meta general de reducción del 40 por ciento en las emisiones para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Por otra parte, Islandia tiene su propio objetivo de una reducción de entre el 50 y el 75 por ciento para 2050. Al incorporar dióxido de carbono atmosférico a sus troncos, raíces y otros tejidos, los árboles pueden compensar algo de las emisiones del país. “Plantar árboles es algo que contribuye de manera importante a la política de mitigación de Islandia”, afirmó Gudmundur Halldorsson, coordinador de investigación del Servicio de Conservación del Suelo de Islandia. “Aquí es un gran debate”. Sin embargo, tal como lo muestra el trabajo de Jonsson, una vez que los árboles han desaparecido no es tarea fácil lograr que vuelvan a crecer.

Nuevos árboles en un invernadero a las afueras de Egilsstadir que serán plantados por el servicio forestal de Islandia.

Por lo general, el proceso comienza con hierbas leymus, que crecen rápido y pueden estabilizar el suelo. A menudo les siguen los lupinos, con sus puntiagudas flores color lila. Luego vienen los árboles. Por lo regular el trabajo de plantar retoños comienza con una evaluación del sitio específico. Para Jonsson, de la asociación forestal, eso significa ver qué vegetación está creciendo ahí. “Así puedes hacer una estimación de la riqueza del suelo”, explicó. Jonsson y sus voluntarios entonces plantan las especies adecuadas a esa tierra: abedul, pícea de Sitka, pino contorta, alerce siberiano u otras especies. “Nos encantaría sembrar álamos”, dijo. “Pero a las ovejas les encantan los álamos”. Para Saemundur Thorvaldsson, un guardabosques gubernamental que trabaja con grupos voluntarios y agricultores en la región Vestfirðir (fiordos occidentales), al norte de Islandia, el árbol “correcto” cerca del 30 por ciento de las veces es el abedul, la misma especie que prevalecía cuando se colonizó Islandia. Los abedules pueden tolerar suelos pobres, y aunque crecen con lentitud, llega un momento en el que brindan refugio a otras especies.

Desde la izquierda: abeto Sitka, pino lodgepole, alerce ruso, abeto rojo, abeto azul y abedul.

Nadie espera que un cuarto de Islandia quede cubierto de bosques otra vez. No obstante, dadas las tasas de crecimiento lentas y la enormidad de la tarea, incluso avances más modestos tomarán mucho tiempo, aseguró Thorvaldsson. “El objetivo ahora es que en los próximos 50 años podamos llegar al cinco por ciento”, comentó. “Pero al ritmo que vamos ahora, tardaríamos 150 años en hacer eso”.

Árboles trasplantados en el área de Westfjords. Anualmente en Islandia se plantan aproximadamente tres millones de árboles desde hace varios años.

En Islandia existen las fiestas típicas internacionales como la Navidad, la Semana Santa y el Día Nacional. Sin embargo, hay una que solamente se celebra aquí. Se trata del Primer Día de Verano o Sumardagurinn Fyrsti, una festividad que lleva celebrando desde el año 1971 y que alberga una historia de lo más curiosa. Este acontecimiento tiene lugar el primer jueves después del 18 de abril y siempre cae entre los días 19 y 25. Si lo pensamos bien, tiene sentido que los islandeses quieran celebrar la llegada del verano después de los largos meses de invierno, pero… ¿Por qué lo hacen en abril? ¿Cómo se originó esta tradición? ¿Y cómo se celebra hoy en día?

Como su nombre indica, este día marca la llegada del verano en Islandia. Su origen se remonta a los vikingos y al antiguo calendario nórdico, que se usó desde el asentamiento de Islandia en el siglo IX hasta el siglo XIX. De hecho, el calendario actual no irrumpió en el país hasta finales del siglo XVIII. Mientras tanto, el año se dividía en verano e invierno, y la gente contaba su edad no por años… ¡Sino por inviernos!

Según el calendario islandés, solo había dos estaciones: vetur (invierno) y sumar (verano). El verano empezaba a finales de abril y terminaba a finales de octubre, dando la bienvenida a los gélidos y largos meses de invierno. El Primer Día de Verano también coincide con el primer día de Harpa, el primero de los seis meses de verano del antiguo calendario islandés. Aunque no se conoce con certeza el origen de este concepto, tradicionalmente se ha interpretado como el nombre de una niña. Por este motivo, esta festividad siempre ha estado ligada a las chicas jóvenes. El primer día de Harpa (o el Primer Día de Verano) era conocido como el Día de las Chicas o de las Doncellas, donde se suponía que los chicos jóvenes daban la bienvenida a la “doncella” Harpa y tenían que ser especialmente corteses y amables con las chicas. Ellas devolvieron el trato haciendo lo mismo con ellos el primer día del mes Einmánudur y convirtiéndolo en el Día de los Chicos.

En el siglo XIX, se solían hacer regalos de verano de padres a hijos, de marido a mujer, o de amo a siervo, y se entregaban el Primer Día de Verano. Aunque no lo parezca, esta tradición tiene por lo menos 400 años más que la tradición de dar regalos en Navidad. Sin embargo, a día de hoy no es tan popular, y no es algo que todos los islandeses continúen haciendo. Durante la misma época, y aunque todavía no hacía tiempo de verano, los agricultores comenzaban “simbólicamente” la temporada esparciendo estiércol en los campos de cultivo. Otra de las costumbres de antaño es que en Islandia existía la tradición de hacer una misa el primer día de verano. No obstante, en el sigo XVIII, los inspectores daneses viajaron a Islandia a finales de abril y cuando vieron que había misa y que no se hacía más allá que en Islandia, la prohibieron. A día de hoy, una de las tradiciones locales que sí sigue vigente es la creencia de que, si la temperatura el día antes del Primer Día de Verano cae bajo cero, es señal de que el verano será largo y caluroso (dentro de lo que cabe). ¡Hay que ser optimista!

Aunque en su día esta festividad fue más importante que la Navidad en Islandia, hoy en día ha perdido relevancia con la llegada de las principales fiestas cristianas. Sin embargo, todavía se sigue celebrando con eventos varios, desfiles, música y actividades por todo el país. Cada pueblo en Islandia tiene su propia forma de celebrar este día, aunque muchos de los programas o actividades son parecidos. Eso sí, todos comparten una misma cosa: la ilusión de saber que el verano está a punto de llegar. Que sea el primer día de verano no significa que vaya a hacer buen tiempo, pero aún así, para los islandeses es motivo de celebración. Es la señal de que el largo invierno ha terminado y que, con un poco de suerte, ¡El tiempo de verano no queda tan lejos!

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

En pleno corazón de Reikiavik, en el lado derecho de la calle que muere en Hallgrímskirkja, existe una pequeña tienda de fotografía artística regentada por Ari Sigvaldason, quien hace unos años dejó el mundo de la prensa para montar su negocio y comercializar su manera personal de entender la fotografía: Ari es uno de los pocos fotógrafos islandeses más interesados en las personas que en los paisajes espectaculares y dramáticos de su tierra, y lleva dos décadas documentando la vida en Reikiavik a través de una mirada honesta, empática y cargada de humor.

Puedes disfrutar de una interesante entrevista al fotógrafo en

América y Europa se están distanciando, y sólo Islandia puede mantenerlos unidos. Es la frase un tanto socarrona del escritor Hallgrimur Helgason, que aparece en el también desenfadado libro Reykjavík rocks! Islandia se encuentra en plena falla que separa las placas tectónicas de Norteamérica y Euroasia. Ambas placas continentales se alejan a razón de 1 cm por lado y año, y Thingvellir, una explanada a 44 kms de Reykjavik en dirección este, es el principal lugar en la isla donde podemos contemplar los dramáticos efectos provocados en el paisaje por este continuo distanciamiento. También podemos ensimismarnos pensando que si en un instante estamos pisando continente americano, de repente nos desplazamos unos metros y andaremos de nuevo en el trozo de corteza terrestre que nos sitúa en Europa. Thingvellir (Þingvellir en islandés) es un emplazamiento mágico que consiste al mismo tiempo en un teatro de encuentros y desencuentros, un centro de energías telúricas que se adhieren a tu piel nada más llegas y te detienes a contemplar el vasto y enigmático espacio. De repente sientes que estás en un sitio de una energía especial, y tu boca enmudece. Impresiona contemplar las fracturas producidas por las fuerzas tectónicas, las cuales atraviesan Islandia transversalmente durante cientos de kms, pero que emergen a la superficie en Thingvellir de manera majestuosa. Es un paisaje duro y plácido de contemplar.

Thingvellir es también un lugar histórico de importancia capital para los islandeses, allí reside el alma de la isla y de su comunidad, se sienten profundamente conectados a este paraje y lo visitan varias veces al año ya sea para hacer trekking, scuba diving, practicar pesca o navegación en el lago Þingvallavatn, o simplemente para pasear e inspirarse contemplando un paisaje que una vez reunió a tantas generaciones de sus antepasados. Huelga decir que los islandeses se ven acompañados por decenas de autocares que descargan a diario miles de turistas que también se acercan hasta aquí en una ruta pomposamente llamada el Círculo de oro, y que comprende la visita de otros importantes puntos de interés de Islandia como son las enormes cascadas de Gullfoss y la contemplación de géiseres a escasos kilómetros.

Geisers en Islandia, en la ruta del Círculo de Oro.

La historia que atesora Thingvellir cala de una manera íntima y profunda, impregnada de una sencillez tan intensa como ajena a otras partes del mundo. Aquí fue donde los primeros vikingos noruegos que se asentaron en Islandia decidieron situar el emplazamiento para celebrar su parlamento anual (Alþingi), en el que acordaban las leyes y el gobierno para la isla durante el siguiente año. Ocurrió por primera vez en el 930, y miles de colonos recorrieron cientos de kilómetros en sus ponies islandeses para reunirse en este lugar por dos semanas, coincidiendo con el solsticio de verano. Ningún edificio los cobijaba y todas las asambleas, los parlamentos y la toma de decisiones se producían al aire libre. En Thingvellir se montaba un mercado ambulante a pocos metros del lugar en el que se llevaban a cabo las ejecuciones: los hombres que cometían los delitos más graves (los relacionados con el robo, puesto que para los asesinatos no se distinguía si eran en defensa propia o no) eran decapitados y las mujeres maniatadas, puestas en sacos y ahogadas. Aquí fue donde en el año 1000 Lögmaður Þorgeir Ljósvetningagoði proclamó el Cristianismo como religión oficial de Islandia, tras el acuerdo a que llegaron todos los representantes del pueblo, unidos ante el temor de una más que probable invasión evangelizadora por parte del reino cristiano de Noruega, que así evitaron. Y durante casi mil años, miles de islandeses siguieron reuniéndose en Thingvellir para decidir el devenir de la isla.

Primer parlamento de Althing, por William Gersham Collingwood.

El cónclave anual en el parlamento (Alþingi) se cerraba con la lectura oral por El Portavoz de las leyes y decisiones acordadas, cuando este que se situaba ritualmente en la roca –hoy señalada en un montículo con la bandera de Islandia– y las proclamaba en voz alta y a los cuatro vientos. Aquellas leyes eran tan liberales que cedían la responsabilidad de la ejecución de las sanciones a las propias partes en conflicto, que si eran humildes tenían que apoyarse necesariamente en alguien más poderoso para imponer la ley, dando lugar a que unas pocas familias llegaran a concentrar un enorme poder con el paso de los años, causa principal de la crisis y la posterior caída del sistema de la Comunidad Islandesa (año 1220). Por entonces haría aparición Haakon Haakonsson, el exultante rey de Noruega a quien los islandeses sí aceptarían esta vez como regente y que mantendría la costumbre de celebrar el parlamento en Thingvellir, aunque con poder de veto en las decisiones más trascendentes. Sin embargo, los islandeses siempre tuvieron a su gente en los puestos de decisión y mal que bien se las fueron ingeniando durante siglos para lograr un nivel de independencia bastante alto. Aquí también se proclamó muchos años después (en 1944) la constitución de la República de Islandia, y fue de nuevo a través de un mensaje solemne lanzado a los cuatro vientos. Así que, desde el 930 y hasta nuestros días, estaríamos hablando mismamente de la democracia más longeva del mundo.

Nos olvidamos por un momento de la historia y nos concentramos de nuevo en las sensaciones de pasear por Thingvellir: es recomendable disponer de entre dos a cuatro horas para disfrutar del lugar, pasear sin prisas por la zona de fallas y fijarnos en las heridas de la roca, e intentar imaginar esos procesos geológicos de fuerzas tan titánicas como lentas en su ejecución. Observar cómo el río Öxará serpentea por entre unas tierras cubiertas de musgo, y detenernos ante la humilde casa de verano del presidente de Islandia, para de nuevo comparar su sencillez con ostentaciones más sureñas.

Esta exploración calmada nos permitirá buscar los mejores encuadres y composiciones para fotografiar Thingvellir, en vez de volver con las típicas fotos tomadas desde los miradores.

La falla Almannagjá.

El hecho de que los antiguos islandeses escogieran justo el lugar que separa Norteamérica de Europa para celebrar sus parlamentos puede resultar enigmático, puesto que la teoría de la tectónica de placas que explica el fenómeno no se describió hasta 1960. Sin embargo, desde siempre se han sentido temblores y pequeños terremotos en este emplazamiento, ¿Sabían los antiguos de las propiedades especiales de Thingvellir?

Existe una teoría más o menos esotérica que afirma que los antiguos dividieron el Hemisferio norte en 7 zonas horizontales, desde el Ecuador terrestre al Polo Norte, y construyeron oráculos en el centro de cada una de ellas. Así, en la primera zona tendríamos Adén (Yemen), donde hay quien afirma que están enterrados Caín y Abel. En la segunda zona hablaríamos de Tebas (Egipto), importantísimo centro religioso de la Antigüedad. En la tercera, encontraríamos nada menos que a Delfos y su famoso oráculo. Habríamos de desplazarnos a Reino Unido para hallar el oráculo de la cuarta zona, el monumento megalítico de Avebury. Y ya por fin, en la quinta zona tendríamos casualmente a Thingvellir, mientras que para la sexta y séptima zonas no se han hallado de momento restos de ningún oráculo, ya que se sitúan en pleno Oceano Ártico. Intrigante y hermosa teoría con la que echar la imaginación a volar.

El parque nacional Hallormsstaðaskógur se encuentra en Fljótsdalur, al este de Islandia, a unos 25 kilómetros tierra adentro de la ciudad de Egilsstaðir . Es uno de los bosques más grandes de Islandia , abarca 740 hectáreas (ha) e incluye el único pueblo de Islandia que se encuentra en un bosque. Es un área de recreación en un paisaje variado. Hay más de 40 km de senderos marcados, así como un arboreto , dos campings, áreas de picnic, un hotel y alquiler de botes y caballos.

Los últimos abedules en la granja Hallormsstaður fueron protegidos en 1905 y, por lo tanto, se convirtieron en el primer bosque nacional de Islandia. Ahora cubren unas 350 ha dentro del área cercada original y se han plantado una variedad de especies arbóreas en otras 200 ha. Recientemente se anexaron grandes áreas al bosque, tanto al norte como al sur, y se plantaron o se les permitió regenerarse naturalmente con abedul. Se pueden encontrar un total de 85 especies de árboles en el bosque de más de 600 lugares de todo el mundo.

El bosque proporciona alimentos, sitios de anidación y protección contra depredadores para varias especies de aves. Los residentes durante todo el año incluyen acanthis, troglodítidos, reyezuelos, perdices y cuervos. En verano se llena el bosque con zorzales, snipes, bisbitas y lavanderas. Además de la observación de aves, el bosque ofrece oportunidades para botánica y recolección de bayas y hongos. Los hongos comestibles incluyen alerce, abedul y gato resbaladizo. Se pueden encontrar frambuesas y grosellas rojas en algunas partes del bosque. Los arroyos claros forman una parte característica del bosque y el agua en todos ellos es potable.

- The Part

(3 km-amarillo ): El sendero comienza en el aparcamiento junto al camino en el arroyo Hafursá y conduce por un camino de ripio, a lo largo de una línea eléctrica.

- The Knolls

( 5 km-azul): El sendero conduce desde la antigua escuela de economía doméstica (ahora una casa de huéspedes en verano), pasando por un afloramiento rocoso llamado la anciana y al norte a través del bosque. Atraviesa el bosque plano , que es un bosque de abedules alto (según los estándares islandeses) y desde allí a los acantilados Falcon, que ofrece una vista sobre el bosque. Luego, baja a través de un bosque de abetos hasta un área abierta que una vez fue la granja Ormsstaðir, desde donde el sendero lleva de regreso al inicio.

- Hallormsstaður Moors

( 7 km-naranja ): Un sendero fácil de seguir y de fácil acceso entre el bosque Hallormsstaður y la granja Geirólfsstaðir. El sendero es el mismo que el sendero azul para comenzar, luego se bifurca a lo largo de los viejos senderos de caballos debajo de los acantilados sobre el bosque y hasta los páramos. El sendero ofrece vistas a la montaña en un día despejado.

- Road Forest

( 2 km-marrón ): El sendero comienza en el extremo norte del campamento Höfðavík , debajo de la carretera principal y a lo largo de Lagarfljót (el gran lago) a través de un bosque de viejos abedules. Este es el bosque que estuvo aquí en 1905.

( 1,5 km-azul claro ): El sendero conduce a una pendiente pronunciada desde el campamento en Atlavík y a lo largo de un sendero hasta el arboreto . Desde el arboreto, un sendero conduce a la tienda por el camino. También puedes caminar por el campamento de Höfðavík hasta el sendero marrón.

- Hallormsstaður Cliffs

( 4 km-verde claro ): El sendero es el mismo que el sendero naranja hasta los acantilados, pero luego gira a la derecha en lugar de a la izquierda y pasa por debajo de los acantilados y de regreso. El sendero atraviesa el gran tobogán de roca en el que crece gran parte del bosque.

- The Strain

( 1,8 km-blanco ): Es un antiguo sendero sobre la montaña hasta el siguiente valle y se considera bastante difícil. El sendero comienza en el gimnasio y es bastante empinado para empezar. Conduce a los acantilados del cofre y luego a la cascada de 21 m de altura. Un poco más arriba de la corriente, se llega a una presa que proporcionó agua a una central hidroeléctrica que funcionó de 1936 a 1955. Se requiere precaución cuando el sendero pasa a lo largo del borde de un pequeño cañón.

- Atlavík Corral

( 1,5 km-rojo ): El sendero comienza en la carretera principal, conduce a través de un bosque de alerce plantado en 1937 con árboles de 20 m de altura y más allá de las ruinas de un corral de caballos de la época vikinga . El sendero pasa a través de rodales de árboles antiguos, incluido el pino lodgepole y el abeto douglas, plantados en 1940. El sendero se enruta a través del bosque y finalmente baja a la carretera que cruza el arboreto.

- Glacier Stream

( 200 m-marrón ): Un sendero corto desde la carretera principal hasta un mini arboreto que incluye abeto de Noruega y pino de montaña plantados en 1908 y una variedad de especies plantadas en 1963, que incluyen: abeto subalpino, abeto Engelmann, cicuta occidental, abeto blanco, abeto douglas, abeto dragón, pino lodgepole y cedro rojo occidental . Inusualmente bueno (para Islandia) el pino silvestre crece a lo largo del camino.

- Light River Slope

( 850 m-amarillo ): El sendero conduce por un camino forestal, a través de rodales de pino de piedra, pino lodgepole y abeto blanco, hasta la cascada de Ljósárfoss, de 16 m de altura. En el lado norte del sendero se encuentran algunos de los alerces en crecimiento más rectos del bosque.

Algunos datos que posiblemente no sabías de Islandia.

- Islandia, en su propia lengua, es Island, que significa "tierra de hielo". Su nombre describe de una manera clara el clima de la isla —que está clasificado como 'subpolar oceánico', con inviernos largos pero relativamente suaves y veranos breves y frescos—. De acuerdo con los datos arqueológicos, los primeros habitantes de la isla fueron monjes de origen celta, que vivieron en la zona entre los siglos VIII y IX. En la misma época, los primeros vikingos arribaron a sus costas. El primer nórdico que estableció un asentamiento permanente en Islandia fue Ingólfur Arnarson. En 874, el guerrero fundó una ciudad a la que llamó Reikiavik. El año 930 marcó otro logro importante para el país al crearse el primer parlamento islandés, llamado Althing —literalmente, 'todos los things', o 'todas las asambleas de las tribus'—. Este hecho convirtió a Islandia en una de las primeras democracias representativas del mundo.

- En 1262 la isla pasó a formar parte del Reino de Noruega. Tres siglos después —en 1536— se incorporó al Reino de Dinamarca y Noruega pero tras la disolución del reino escandinavo, en 1814, permaneció como una posesión danesa más.

- Islandia estuvo bajo el dominio de Dinamarca hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1944, los islandeses votaron a favor de la independencia de su país respecto a Copenhague y proclamaron la República de Islandia.

- Sí, Islandia casi no tiene bosques. Existe solo un bosque relativamente grande —de 7,4 kilómetros cuadrados—, que se llama Hallormsstaðaskógur y está protegido por el estatus de parque nacional.

- Cuando los primeros colonos llegaron a la isla, había un montón de bosques que se extendían "desde las montañas hasta las costas", según afirman algunos testimonios de la época, pero la tala salvaje causó la deforestación casi completa del territorio. Actualmente se están realizando trabajos de reforestación en todas las partes de la isla, pero la superficie cubierta por nuevas masas forestales es incomparable con la de épocas anteriores.

- El idioma islandés pertenece a la familia de las lenguas germánicas y tiene lazos comunes con el inglés, el sueco, el danés o el alemán.

- El idioma de la isla es una lengua 'conservadora' que mantiene muchos rasgos del antiguo idioma nórdico. La característica distintiva de esta lengua es su 'pureza', ya que el islandés casi siempre tiene palabras propias para referirse a conceptos modernos, en vez de utilizar préstamos lingüísticos de otros idiomas. Por ejemplo, la palabra 'sími', que anteriormente significaba 'hilo largo', actualmente se traduce como 'teléfono'. Otro rasgo interesante de su lengua es que varias palabras se pronuncian al aspirar el aire. La frase 'Já' o 'Jæja' —que significa 'Sí' o 'Bien'— se pronuncia solo durante la inhalación y nunca al revés.

- La minoría étnica principal de Islandia está compuesta por polacos, que son casi el 3% de la población y representan una mano de obra barata para este país europeo. Las personas provenientes de Polonia se cifran en 10.000 y son casi la mitad del total de extranjeros que viven en la isla.

- Los islandeses comen una carne seca de tiburón llamada hákarl. En la cocina local, se usa la carne de tiburón peregrino o tiburón de Groenlandia, que se considera muy tóxica debido a su alto contenido en urea. La carne tiene que ser tratada para eliminar el ácido úrico. El largo proceso dura varios meses: primero, se entierra para que pierda su fuerte olor y después se seca en un sitio oscuro y bien ventilado.

- Durante la celebración de la Eurocopa 2016 en Francia, Islandia —que participó en el torneo por primera vez en su historia— logró clasificarse, contra todo pronóstico, para los cuartos de final tras empatar con Portugal y ganar a Inglaterra.

- Uno de los chistes nacionales es que "Islandia es el mejor país en cualquier cosa que se mire per cápita", ya que al estudiar varios logros de la economía, la cultura o el deporte nacionales en relación con la población del país, resulta que es una nación muy rica. Los islandeses tienen muchos motivos para sentirse orgullosos: más auroras boreales per cápita, más bandas musicales per cápita, los muchachos más fuertes del planeta y las chicas más guapas del mundo —las modelos islandesas han ganado cuatro veces el concurso de belleza Miss Mundo—.

Cuando los primeros escandinavos pisaron tierra en Islandia alrededor del año 871, se encontraron con una isla que parecía estar lista para ser cultivada. Pero solo cuando llegaron en números considerables, hacia el año 1000, comenzaron a caer en la cuenta de que el bosque que cubría la isla y que habían talado para hacer sus casas y sus canoas, no iba a volver a crecer, especialmente porque sus ovejas se comían las semillas y las hojas.

Y sin árboles, el suelo comenzó a erosionarse. Además, estaban lejos de la Europa continental para importar alimentos, así que la sociedad islandesa se desarrolló en un estado de hambruna casi constante, lo que los obligó a comer lo que fuera y a utilizar abono, a falta de madera, para hacer fuego y cocinar los alimentos. "Supongamos que hay una tormenta en medio de esta situación. Y aparece una ballena muerta en la costa, que tras cierto tiempo explota debido a los gases que lleva dentro y deja regada la playa de pedazos de carne, ¿qué haces? Pues primero te matas con los otros para conseguir los pedazos y después te consigues varios barriles de suero amargo y los llenas con pedazos de ballena", le dijo a la BBC Jesse Byock, profesor de la Universidad de California y autor del libro "La edad de los vikingos en Islandia". Los primeros islandeses fueron rudos, pero no fueron vikingos. Fueron granjeros hambrientos que hacían lo que fuera necesario para sobrevivir.

El terreno de la isla resultó árido para los primeros pobladores de Islandia.

Lo cierto es que los islandeses ya no comen ballena de playa, pero esa visión de la comida es el origen del hákarl, una versión más suave. Aunque la carne del tiburón de Groenlandia es tóxica para el consumo humano —tiene un alto contenido de urea que puede producir efectos nocivos en la piel, los ojos y el aparato respiratorio—, una vez se le deja pudrir por un tiempo se convierte en una valiosa fuente de proteínas. Las rayas y otros tiburones son igualmente tóxicos, pero igual de comestibles cuando se los deja fermentar o pudrir.

La carne de cordero es muy apetecible en Islandia.

Y como ya todo está podrido, se conserva bastante bien. Así que, por siglos, este sabor desagradable marcó la diferencia entre la vida y la muerte. La habilidad de los islandeses para lidiar con este horrible sabor fue tan importante para el presente exitoso de Islandia como la habilidad de los vikingos para la guerra y los viajes fue para el territorio escandinavo.

Con dos millones de turistas al año, la dieta nacional ha ido cambiando en las últimas tres décadas para inclinarse más hacia la pizza, las hamburguesas y la pasta.

El Hákarl es carne de tiburón de Groenlandia podrido, que es una de las delicias de los islandeses.

Pero aún es una pequeña nación, con solo 330.000 habitantes, y sus tradiciones no solo son atracciones turísticas: son la manera en que se conectan con su pasado escandinavo y entre ellos mismos. Cada Navidad y cada Porr —el mes tradicional islandés que coincide con el final de enero y el comienzo de febrero— hay banquetes de todas las comidas tradicionales, que además del pescado crudo incluyen testículos de carnero (súrsaðir hrútspungar), cabezas hervidas de oveja (svið), cordero ahumado, aletas de foca y grasa de ballena curada en leche amarga (súr hvalur).

La clave de la comida típica islandesa es el proceso con el que algunos alimentos se pudren.

En Islandia uno puede visitar la famosa laguna azul o los campos de hielo que cubren la isla, pero no tenemos otro país cuya historia, evolución y supervivencia estén tan conscientemente entrelazadas y celebradas a través de su comida. Y para ser honesto, la carne de la cabeza del cordero está bastante buena.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¿Nos ponemos en situación?

Si se piensa en Islandia en invierno, la mente se va inmediatamente a paisajes helados, rutas indómitas, situaciones poco confortables y mucho frío. Ahora bien, si el viajero cierra el foco y se centra únicamente en su capital, Reikiavik, una escapada invernal es totalmente factible. Eso sí, el factor del frío no puede sacarse de la ecuación inicial. La ciudad de Reikiavik, por su tamaño y población, podría considerarse casi como un pueblo desde los estándares occidentales. Pero si se juzga por su actividad cultural, su poder innovador, su papel en las vanguardias y su fuerza alternativa, estaría en la misma liga que las grandes metrópolis.

Esto es lo que más sorprende al viajero que visita la capital de Islandia por primera vez. Paseando por callejuelas pintadas de colores, con fachadas que parecen cuentos de hadas, flores y decoraciones, parece que se está en un pueblecito encantador y pintoresco. Pero cuando el visitante se acerca a aquella fachada, descubre que es una librería repleta de libros de editoriales e idiomas de todo el mundo, con sillones donde leer y café en cada esquina. O aquella otra fachada resulta ser una tienda de discos donde, además de escuchar la música antes de comprarla, te puedes cortar el pelo. O aquella que parece la casa de la “tía Molly” y es en realidad una oficina para comprar tickets de los conciertos más underground que te puedas imaginar …

Una casa de colores en el centro de Reikiavik.

El centro histórico es muy compacto. Dos monumentos presiden la ciudad. El primero es la inmensa iglesia visible desde 20 kilómetros de distancia. Completamente construida en hormigón, tiene una forma piramidal muy característica. Se puede subir en ascensor hasta la torre, de 75 metros de altura, y disfrutar de las vistas. La forma de esta iglesia, Hallgrímskirkja, recuerda las columnas de basalto volcánico que se pueden admirar por todo el país.

El segundo edificio emblemático es el centro Harpa, un auditorio y espacio cultural con una arquitectura vanguardista. Toda la fachada está formada por una celosía de paneles de cristal cóncavos y convexos que reflejan la luz del día o las luces de la noche como un caleidoscopio. En su interior acoge exposiciones, conciertos, eventos y tiene una tienda donde comprar algunos de los productos del diseño islandés más destacados.

El edificio Harpa iluminado durante la 'hora azul' invernal.

El puerto viejo y el céntrico lago de Tjörnin son escenarios de paseantes y de algunas de las más de 40 especies de aves que pasan por allí. En invierno el lago suele estar helado y repleto de patinadores al aire libre. La ciudad cuenta con muchas galerías de arte, que acompañan los diversos museos dedicados a la escultura, el arte contemporáneo o la fotografía, y que también se mezclan con las leyendas islandesas de los espíritus del bosque y los trols. En el subsuelo se han hallado restos arqueológicos vikingos y en varios museos se muestra la historia de Reikiavik, que nació como una aldea de granjas, pasó por una inmensa pobreza y luego se desarrolló floreciente a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando abasteció a las tropas estadounidenses y británicas.

Vista nocturna de Tjörnin.

Los años de riqueza se romperían de repente con la grave crisis de 2008, que provocó, literalmente, la bancarrota del país entero y el escándalo político y económico, con dimisión del primer ministro incluida. Actualmente, Islandia se ha recuperado apoyándose en una política económica a favor de los ciudadanos y no de los bancos, y el turismo es uno de sus principales motores. Uno de los máximos alicientes a la hora de visitar la isla durante el invierno es poder encontrarse con la aurora boreal. Si se deja ver, es uno de los espectáculos naturales más especiales. Durante los meses de frío, los operadores turísticos ofrecen excursiones a las afueras de la ciudad, por la noche, para huir de la contaminación lumínica y poder ver este fenómeno, si hay suerte. Como no hay garantía de contemplarlas, además de estas excursiones, que suelen durar cuatro horas, se recomienda también una escapada de una o dos noches al campo. Muchos hoteles rurales tienen un servicio especial de despertador que avisa al turista si hay auroras boreales visibles. Si el visitante se queda en la capital y no consigue verlas, siempre puede hacer como los islandeses y entregarse a una vida nocturna animada, con mucha música y mucho alcohol, en cualquiera de sus múltiples bares y salas de fiesta.

Un caminante frente a una aurora boreal en el monte Kirkjufell.

La vida social, y sobre todo en invierno, está en las numerosas fuentes geotermales naturales. La influencia volcánica mantiene la temperatura del agua a 29 grados y, además, están los heitir pottar, unos jacuzzis naturales entre 37 y 42 grados. Allí van los islandeses a charlar, a pasar el rato, y a calentarse mientras afuera nieva y sopla la ventisca. No hay que olvidar que el significado de la palabra “Reikiavik” es “bahía de aguas humeantes”.

Hay varias de estas piscinas termales por toda la ciudad. La más famosa es Laugardalslaug, la más grande del país y con mejores instalaciones. Tiene una piscina olímpica interior, una al aire libre, un gran tobogán y diversos jacuzzis y baños de vapor. Es importante saber que, al ser piscinas naturales, no se usan tratamientos químicos para tratar las aguas. Eso implica que el para acceder a ellas sean muy estrictos con la higiene y obliguen a lavarse bien, sin el bañador, antes de meterse en el agua. Otra laguna geotermal muy famosa, en las afueras de la ciudad, es la Laguna Azul. Muy grande y muy turística, cuenta con unas aguas azul turquesa con altas propiedades exfoliantes y efecto acondicionador. Su diseño futurista recuerda a otro planeta.

La laguna azul.

Desde Reikiavik se pueden realizar salidas de un día para admirar la naturaleza imponente del país. En invierno es recomendable hacerlo con una excusión organizada en un autocar o 4x4 -conducir con hielo puede ser peligroso- al llamado Círculo Dorado, que incluye tres sitios turísticos muy famosos. El Geysir es, como su nombre indica, la explanada con géiseres más famosa del mundo. Geysir es el chorro de agua caliente original que dio nombre a todos los géiseres del mundo. Cada 5 o 10 minutos, como un reloj, alguna de estas fuentes lanza agua a una altura de entre 15 y 30 metros (antiguamente llegaba a los 80), para luego desaparecer. Es un espectáculo natural impresionante.

La famosa Geysir al atardecer.

Gullfoss es una gran cascada, un salto doble con una altura de 32 metros. Si en verano es cuna de arcos iris constantes, en invierno puede estar totalmente blanca y congelada, repleta de estalactitas de hielo. Por último, Thingvellir es un parque nacional declarado patrimonio mundial por la Unesco en 2004. Allí se alzaba la sede del primer Parlamento democrático del mundo, el establecido por las diferentes sagas vikingas del país. El visitante puede admirar el lugar donde se sentaban, en un enclave natural excepcional. Además, en Thingvellir se puede ver el punto de encuentro de las placas tectónicas norteamericana y europea, e incluso se puede cruzar una de las fisuras por un puente en el que, a medio camino, el caminante se encuentra en un punto continental o en otro.

Camino de piedra por el Parque Nacional Thingvellir.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Svikaskáld o Poetas Impostoras, es un colectivo de escritoras con sede en Reykjavík, Islandia. Se trata de Frida Isberg, Melkorka Olafsdottir, Ragnheidur Harpa Leifsdottir, Sunna Dis Masdottir, Thora Hjorleifsdottir y Thordis Helgadottir. El colectivo se formó a principios de 2017 y desde entonces ha publicado tres colecciones de poesía colectivas, dos colecciones de poesía individuales, ha organizado varios eventos, talleres de escritura y seminarios para mayores y jóvenes por igual. Desde hace dos años organizan el ciclo de lectura de poesía Svikakvöld, Imposter Nights, cada tercer jueves de cada mes en el centro literario Gröndalshús.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El ex primer ministro islandés Geir H. Haarde afrontó en 2011 el inicio del juicio en el que se le acusaba de negligencia por su actuación en la crisis causada por el colapso bancario del país en octubre de 2008. En la audiencia preliminar, el conservador Haarde rechazó que violara la ley sobre responsabilidad de los ministros, desoyera las advertencias que recibió sobre una inminente crisis de los principales bancos islandeses y no actuara en consecuencia, como aseguraba el fiscal en la acusación, y pidió la suspensión del juicio. Entendia que se trataba de una "farsa" y del "primer proceso político" en la historia de Islandia.

Se hablaba de una pena de dos años cárcel, después de que el Parlamento islandés (Althingi) diera luz verde al proceso, siguiendo el consejo del informe de una comisión investigadora creada para determinar las responsabilidades en la crisis. En esa misma votación, el Parlamento exculpó a tres exaltos cargos de su Gobierno, un conservador y dos socialdemócratas, en contra del parecer de la comisión investigadora. Haarde fue juzgado por el Landsdómur, un tribunal especial que nunca antes había actuado desde su creación en 1905. El colapso económico en octubre de 2008, que obligó al Gobierno a nacionalizar los principales bancos del país, colocó a Islandia, que recibió ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), en la peor crisis de su historia reciente.

Ninguno de los 40 testigos de la élite política y económica islandesa que declararon durante el juicio culpó directamente a Haarde de la crisis. En sus conclusiones, la fiscal no pidió tampoco una pena concreta para Haarde, si bien consideró que es culpable de no haber reducido las consecuencias de la crisis, ni escuchado a las señales de advertencia, ni haber hecho lo suficiente para obligar a los bancos a reducir su tamaño o a trasladar a otros países sus filiales más problemáticas.

Finalmente, en 2012, el tribunal declaró inocente al político de tres de los cuatro cargos a los que se enfrentaba, aunque no tuvo que asumir ninguna pena y las costas del juicio fueron pagadas por el contribuyente. El conservador Haarde, de 61 años y que fue jefe de Gobierno entre 2006 y 2009, solo fue encontrado culpable de no llevar a cabo reuniones específicas de gabinete antes de la crisis, cargo que no acarreó ninguna pena.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Comúnmente se dice que en Islandia viven más ovejas que personas. Una vez que se comprueban las cifras (460.000 cabezas de ganado contra 350.000 islandeses), es posible afirmar que la broma va muy en serio y que, en efecto, Islandia es un país tan fascinante y maravilloso como escasamente habitado, al menos en lo que a densidad de población se refiere. Por lo tanto, no es de extrañar que en numerosas ocasiones se destaque que Islandia cuenta con pocas ciudades propiamente dichas (al menos atendiendo a los estándares occidentales): Reikiavik, la capital, Hafnarfjörður, Kópavogur... Y, por supuesto, Akureyri.

Akureyri se ubica en el flanco oeste del Eyjafjörður, el fiordo más largo de Islandia, así como a orillas del río Glerá. Esto, sumado al hecho de estar rodeada de montañas que superan los 1.000 metros sobre el nivel del mar, han permitido que, a pesar de su ubicación en la parte más septentrional del país, la urbe goce de un clima relativamente suave (con ocho grados bajo cero de media en invierno) lo que posibilita que sea la ciudad con mayor y mejor oferta de ocio del país, tan solo por detrás de la capitalina y sureña Reikiavik.

Akureyri no es solo la ciudad más grande y poblada del norte del país, sino que, de forma extraoficial, está considerada también como la segunda capital de Islandia o, más concretamente, la capital en el norte. Apenas llega a los 20.000 habitantes, pero este municipio en pleno Círculo Polar Ártico se ha ganado dicho sobrenombre gracias a su sorprendente oferta cultural, gran cantidad de servicios, pintorescas y coloridas calles e interesante ocio.

Arte urbano en el centro de Akureyri.

Otro factor que le otorga este estatus de capital septentrional es su ubicación, que convierte a Akureyri como el emplazamiento ideal para levantar (de forma figurada) el campamento base para visitar otros rincones fascinantes del norte islandés, como la Península de Tröllaskagi o el espectacular Círculo del Diamante. El hecho de estar en el medio de todos estos atractivos turísticos, sumado a su interesante oferta hotelera (¡y gastronómica!) y su gran puerto han logrado que Akureyri sea una de las localidades con mayor afluencia de turistas de todo el país.

A pesar de que sus principales atracciones tienen que ver con la naturaleza y, por tanto, se encuentran en sus alrededores, Akureyri también cuenta con atractivos turísticos que bien valen una visita. El primero de ellos es la Akureyrarkirkja, el principal templo luterano del municipio. Fue construida en 1940 y diseñada por Guðjón Samúelsson, el mismo arquitecto que levantó la curiosa Hallgrímskirkja de Reikiavik. De interior austero, donde destaca una vidriera que en su día adornaba la catedral de Coventry, la Akureyrarkirkja se ubica en una de las colinas de la urbe, regalando así una de las mejores vistas panorámicas de Akureyri.

No muy lejos de la Akureyrarkirkja se encuentra Lystigarðurinn, el Jardín Botánico de la localidad. Este recinto, con un amplio abanico de plantas autóctonas y foráneas, cuenta con el honor de ser el jardín botánico más septentrional del mundo. Si sobra tiempo y no faltan ganas, la ciudad cuenta también con dos museos modestos pero interesantes: el Museo de Arte de Akureyri, con exposiciones rompedoras de obras contemporáneas, y el Museo de Akureyri, con objetos históricos que permiten conocer en profundidad la historia del municipio.

Con sus 60 kilómetros de longitud Eyjafjörður no es solo el fiordo más largo del país, sino que también es uno de los más sorprendentes tanto a nivel paisajístico como geológico. Bajo sus gélidas aguas se encuentra uno de los fenómenos naturales más impactantes del país: el Strýtan, o lo que es lo mismo, una especie de volcán submarino de más de cincuenta metros de altura que expulsa grandes chorros de agua hirviendo.

Eyjafjörður, el fiordo más largo de Islandia.

Lo más extraño de este lugar no es la chimenea en sí, sino el hecho de que se ubique a poco más de 10 metros de profundidad cuando normalmente estas formaciones solo surgen a dos kilómetros bajo el nivel del agua. De esta manera, la ciudad de Akureyri se convierte en un destino ideal para todos aquellos amantes del submarinismo que buscan nuevos retos, ya que el paisaje y la técnica nada tiene que ver con bucear en las soleadas costas de Tailandia, Malta o Filipinas. Existen diversos centros especializados en submarinismo tanto en Akureyri como en su periferia que permiten a todos aquellos aventureros apasionados del mundo subacuático disfrutar de un paisaje único en todo el mundo.

El Círculo del Diamante de Islandia se compone por las ciudades de Akureyri y Húsavik, así como por el Lago Myvatn. No recibe tantos turistas como el Círculo de Oro, que se encuentra a tiro de piedra de Reikiavik, pero sí que logra enamorar al menos en la misma medida a todo aquel que organiza una excursión al norte de Islandia gracias a la espectacularidad y variedad de sus paisajes.

Húsavik es una pequeña población de apenas dos millares de habitantes en la bahía de Skjálfandi, 80 kilómetros al nordeste de Akureyri. La principal razón de que esta minúscula localidad se encuentre en cualquier itinerario que se precie por el norte del territorio islandés es tan simple como hermosa: Húsavik es uno de los mejores lugares de Islandia para ver frailecillos (o puffins) y ballenas. En sus aguas pueden distinguirse más de una decena de especies de cetáceos distintas. Por otra parte, el Lago Myvatn (al cual hay que dedicarle como mínimo un día para disfrutarlo tal y como merece) es una de las zonas con mayor actividad volcánica de toda Islandia.

Géiseres, cuevas con agua a cincuenta grados centígrados (como Grjótagjá, donde se rodó una de las escenas más románticas de Juego de Tronos), baños termales o campos de lava y rocas volcánicas con formas dispares son algunas de las atracciones de este punto en el lado este del Círculo del Diamante.

El lago Myvatn ha sido escenario del rodaje de series de televisión.

Islandia es una gran isla de más de 100.000 kilómetros cuadrados de superficie, pero aparte de este territorio insular, el país cuenta también con una serie de pequeñas islas alrededor. De todas estas, la segunda más grande es Hrísey (por detrás de Heimaey, al sur del país), y se encuentra en Eyjafjörður, el enorme fiordo que baña la ciudad de Akureyri. A pesar de su escasísima población (el censo actualizado no llega a los dos centenares de personas), Hrísey es una excursión muy interesante para aquellos que tengan Akureyri como campamento base, especialmente para los amantes de la naturaleza. En esta pequeña gran isla se pueden hacer algunas maravillosas rutas de senderismo para disfrutar de la fauna local, donde destacan las colonias de charranes árticos o perdices nivales. Además, si se apuesta por un entretenimiento más variopinto, es posible recorrer Hrísey de cabo a rabo acompañado de un guía local… ¡Subidos en un tractor!

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Nota de prensa Mayo 2020:

Resulta improbable que se te olviden las fantásticas mascarillas babeantes de Ýrúrarí Jóhannsdóttir una vez las has visto. Esta diseñadora islandesa de prendas de punto ha estado produciendo mascarillas con lenguas en 3D en serie, entre ellas un modelo similar a un pasamontañas (con una cinta para la cabeza acompañando la mascarilla) del que salen largas lenguas que se curvan. Otro es una boca roja enorme con ortodoncia (de punto) incluida, además de espacios entre los dientes, que va de oreja a oreja. En lo más extremo del espectro (¡sí, lo hay más extremo!), en una los labios cubren toda la parte inferior de la cara para revelar una enorme lengua rosa monstruosa que se extiende hasta el pecho, completa con pequeñas lenguas que parecen estar creciendo de ella. Son flipantes y reconfortantes a partes iguales.

Jóhannsdóttir, de 27 años, lleva casi 2 años utilizando lenguas en sus diseños. La diseñadora afincada en Reikiavik empezó a hacer punto mientras estudiaba moda en la Escuela de Arte de Glasgow en Escocia. “Me encanta utilizar la máquina de coser, pero también me encanta tejer con mis manos, y siempre acabo volviendo a las caras extrañas”, dice. Antes de las mascarillas, Jóhannsdóttir se había centrado principalmente en la ropa, con prendas como jerséis de corte ancho con lenguas en 3D, o camisetas de manga larga adornadas con dientes y bocas de mentira. Algunas de sus prendas más extremas han sido expuestas en la galería Gallery Port de Islandia, entre ellas un jersey tradicional islandés con un estampado lopapeysa con una boca abierta repleta de dientes en el medio, además de dos manos desplomadas saliéndose de ella. Y aunque Jóhannsdóttir ha experimentado con otras partes del cuerpo y apéndices en sus prendas de punto, las lenguas siguen siendo su principal obsesión. “Quizás porque son en cierto modo groseras, pegajosas y extrañas”, dice la diseñadora. Sus creaciones han llamado la atención de Erykah Badu: la música compró personalmente varios de los jerséis de Jóhannsdóttir el pasado enero.

Jóhannsdóttir empezó a trasladar su afición por las lenguas a las mascarillas cuando la COVID-19 empezó a manifestarse en Islandia. De momento no se ha dado la orden de utilizar mascarillas por parte del gobierno, pero los ciudadanos siguen cubriéndose la cara por precaución. “El gobierno sólo nos ha dicho que nos lavemos [las manos] bien, que mantengamos la distancia y que llevemos guantes en el supermercado”, nos cuenta. “Alguna gente ha estado utilizando mascarillas, eso sí”. Le tomó cerca de dos días crear su primera mascarilla, una boca de punto de estilo simple con una única lengua sobresaliendo, que promocionó como añadido descarado para una mascarilla ordinaria.

A medida que fue pasando el tiempo, las mascarillas de punto de Jóhannsdóttir se fueron haciendo más extravagantes, como la boca como de dibujos animados de monstruo verde con los dientes puntiagudos, o una mascarilla torcida con una lengua garrapatosa que recorre toda la cara y llega a tocar el ojo. Al principio recibió mensajes diciéndole que sus mascarillas no eran seguras, pero Jóhannsdóttir ve sus mascarillas descaradamente grotescas únicamente como proyecto artístico (más una escultura que una prenda de ropa) que nos anima a usar mascarilla y a expresarnos con ellas. Hasta el momento ha recibido mensajes de ánimo de gente desde México, Bolivia, Brasil, Londres y los Estados Unidos. Aunque el mensaje de las mascarillas se supone que tiene que ser divertido, el sentido último de sus creaciones es el de ser una interpretación graciosa del lenguaje corporal maleducado: es decir, del acto de sacar la lengua. “Las mascarillas se han utilizado para promover la idea de que usar mascarillas puede ser divertido, y me hace muy feliz que se estén utilizando para concienciar”, dice. “Todo lo que nos podemos puede ser divertido si así lo queremos, y hacer que la gente sonría también es importante en momentos como el que estamos viviendo”.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

LIBRERÍA

RELACIONADA

FILMOGRAFÍA

RELACIONADA

NOVEDADES EDITORIALES