Desde 2014 Islandia no podía hacer promoción turística del
país en Europa porque la marca Islandia, en inglés (Iceland)
había sido registrada en exclusiva para la cadena de supermercados
británica Iceland. El gobierno de Islandia, sorprendido y
estupefacto, recurrió y la Oficina de la Propiedad Intelectual
europea le dio la razón, de forma que nuevamente, Islandia
podrá promocionarse turísticamente como Islandia desde el
2019. El ministerio de Asuntos Exteriores de Islandia y Promote
Iceland, el organismo encargado de la promoción turística
de la isla nórdica, habían aducido que “las empresas del país
no se puede promocionar en Europa asociados al país de origen
[Islandia], un lugar del que están orgullosas y ofrece una
marca nacional muy positiva.” El gobierno añadía lo obvio:
“Islandia es conocida como un enclave geográfico y nunca se
debió de haber aprobado su uso como marca comercial” por una
empresa.
Tras la decisión europea, el gobierno dijo que “esta ha sido
una gran victoria para el país, que se había quedado bloqueado
en Europa para vender sus productos como suyos, haciendo que
no pudiera figurar el país de origen” de los mismos. En un
momento dado, Iceland Food, la empresa que había registrado
la marca legalmente, había llegado a exigir que se prohibiera
al gobierno de Islandia el slogan turístico “Inspirado por
Islandia”. Ahora, con la decisión europea, el conflicto retorna
a la situación anterior a 2014, cuando se había registrado
la marca por la cadena británica. Iceland es una cadena de
supermercados presente en todo Gran Bretaña, especializada
en la venta de productos congelados –de ahí su asociación
con Islandia, país en el que el frío se asocia a su nombre–.
Unos meses después la isla volvió a ser noticía.
David Schwarzhans, un piloto de helicóptero que trabaja para
una compañía de excursiones, fotografió a docenas de ballenas
muertas en una playa aislada de Islandia a la que no se puede
llegar por carretera, concretamente unos 60 ejemplares de
ballenas piloto. Schwarzhans estaba visitando la zona en una
excursión con turistas estadounidenses cuando observó la terrible
escena y dio el aviso a la policía de la localidad más cercana
Stykkisholmur. No pudieron hacer nada para ayudarlas. En declaraciones
a la BBC, Schwarzhans explicó que “estábamos volando la zona
norte de la playa y entonces las vimos. Dimos vueltas sobre
ellas, pues no estábamos seguros de que fueran ballenas, focas
o delfines. Aterrizamos y contamos unas 60, pero deben haber
más porque habían algunas aletas saliendo de la arena. Fue
trágico y cuando salimos hacía olor. No fue algo bonito de
ver y muy chocante porque habían muchas”.
La bióloga marina Edda Elisabet Magnusdottir explicó a Iceland
Monitor que “muchos mamíferos tienden a desorientarse” cuando
entran en aguas poco profundas. Aunque no tiene explicación,
no es el primer caso en el que se encuentran a docenas de
ballenas muertas en circunstancias similares. En noviembre
de 2018 en una playa de Nueva Zelanda aparecieron 145 ballenas
piloto varadas. La mitad estaban muertas cuando las descubrieron
y la otra mitad tuvieron que ser sacrificadas pues no tenían
medios para devolverlas al mar al tratarse de una zona remota.
Las ballenas piloto, en su mayoría de color negro, no son
tan vistas como otras especies debido a que permanecen más
en aguas profundas. Entre sus características está su alto
nivel de inteligencia y generalmente forman grupos de más
de 100 ejemplares porque son mamíferos sociales.
Uno de los lugares preferidos por el turismo es el famoso
avión abandonado. En una tarde fría de 1973, mientras
Eyrún Sæmundsdóttir tejía un suéter de lana miró sorprendida
por la ventana un avión que caía precipitadamente desde el
cielo estrellándose en su granja en el sur de Islandia. La
escena era increíble. Bajó a donde estaba su esposo, Einar,
quien también estaba mirando fijamente a través del cristal
la impresionante escena. Fueron a inspeccionar, para eso recorrieron
unos 5 kilómetros hasta el lugar del accidente. Caminaron
lentamente hasta la playa Sólheimasandur. Hoy en día el avión
está todavía congelado en esa playa desolada de arena negra,
los restos abandonados del avión parecen pertenecer a una
escena de ciencia ficción. Rasgado por agujeros de balas y
azotados por los vientos polares durante décadas el avión
C-117 ha sobrevivido hasta nuestros días. 43 años después
del accidente, algo extraño está ocurriendo: personas de todas
partes del mundo están interesadas en ver los restos del avión
abandonado en Islandia.
RAZONES PARA IR A ISLANDIA
- Islandia Tierra de Hielo y Fuego.
- Islandia es un país de ensueño. Islandia
es tan increíble que parece que estás en otro planeta.
- El país más seguro del mundo. Naturaleza
pura y salvaje.
- Capital Cosmopolita. Paisajes de Película.
Singular gastronomía.
- Baños geotérmicos. Mínima contaminación.
- Aurora Boreal. Fauna accesible. Tierra
de duendes.
En Islandia se pueden vivir las 4 estaciones
del año en un solo día.
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A pesar de que hay más fotografías y videos del avión. Nadie
sabe porqué se estrelló y por qué lo abandonaron. La teoría
más popular es que el avión se estrelló porque se quedó sin
combustible. Aunque es conocido por ser “el naufragio del
DC-3 americano”, el avión es en realidad un antiguo C-117.
También la fecha está en debate. La mayoría de las fuentes
indican que el avión cayó el 24 de noviembre, pero un periódico
islandés informó que cayó varios días antes.
El 21 de noviembre de 1973, el capitán James Wicke volaba
una misión de rutina a través de Islandia, cuando el clima
cambió. La temperatura bajó a -10°C, las ráfagas de viento
eran de hasta 60mph (casi 100 km/h) y el carburador de su
C-117 comenzó a absorber el hielo. Después de luchar contra
una fuerte turbulencia, ambos motores se congelaron y dejaron
de funcionar. La niebla era tan espesa que ni siquiera podían
ver las alas del avión. El avión caía sobre Vatnajökull, el
glaciar más grande de Europa. Wicke hizó una llamada de emergencia
e intentó reiniciar los motores. Los hombres sabían que estaban
a punto de morir. En ese momento, el teniente Gregory Fletcher,
un piloto de 26 años, que sólo había volado 21 horas en un
C-117, tomó los controles y decidió virar al sur y abandonar
el avión en el océano. Él sabía que la hipotermia en el Atlántico
Norte los mataria en unos 15 segundos, pero chocar en la montaña
congelada los mataría al instante. ¿Acaso había alguna opción
más esperanzadora? Cuando el avión arrancó de las nubes a
2.500 pies, Fletcher se dio cuenta de que se deslizaban sobre
“algo que se parecía a la luna”. Bajó el avión, de modo que
quedó paralelo a la orilla, y utilizó la playa de arena negra
congelada como pista de aterrizaje. La hélices se doblaron,
las cubiertas del motor se hicieron pedazos, incluido los
tanques… pero Fletcher había salvado la vida de los tripulantes.
La tripulación abrió la escotilla y saltó. Sacaron el equipo
de supervivencia del avión y salieron lo más rápido que pudieron.
Una hora más tarde, un helicóptero de la Fuerza Aérea rescató
a los hombres en medio de la nada. La Armada dio a Fletcher
una estrella de bronce y un trago de whisky. Hoy, es una abogado
en Memphis, y conserva el timón del avión C-117 en
su poder.
Vatnajökull es el mayor glaciar de Islandia
y el segundo de Europa.
Cuando Einar y Eyrún finalmente llegaron al lugar del accidente,
la tripulación ya había sido rescatada y el ejército había
comenzado a desmantelar el avión. Sólo dejaron el cascarón.
Islandia es considerada como “El Triángulo de las Bermudas“
para los aviones militares de Estados Unidos, esto es por
los cambios tan volátiles de clima en el área. Desde 1941
a 1973, hubo 384 accidentes de aviones militares estadounidenses
en Islandia, esto es un accidente cada 31 días durante 33
años consecutivos.
Parte de su historia tan interesante, los vikingos, arrasaron
con los bosques, ¿podrá Islandia hacerlos crecer de nuevo?
Con sus cajas de retoños y una herramienta roja de siembra,
Jon Asgeir Jonsson es un soldado raso en la batalla para reforestar
Islandia, un país que trabaja para generar nueva vida en los
parajes de su territorio que, en su mayoría, permanecen yermos.
Jon Asgeir Jonsson, quien trabaja para una asociación
forestal privada, cargando retoños de alerce en el oeste de
Islandia.
El país perdió la mayor parte de sus árboles
hace más de 1000 años, cuando los colonizadores vikingos llevaron
sus hachas a los bosques que cubrían un cuarto de la tierra
del país. Ahora a los islandeses les gustaría recuperar esos
bosques para mejorar y estabilizar los suelos hostiles del
país, ayudar a la agricultura y combatir el cambio climático.Sin
embargo, recuperar siquiera parte de los que alguna vez fueron
los vastos bosques de Islandia es una tarea lenta que parece
no tener fin. A pesar de que se han plantado más de tres millones
de árboles en los años recientes, la cantidad de terreno cubierto
por bosques —calculado en cerca del uno por ciento a principios
del siglo XX, cuando la reforestación se convirtió en una
prioridad— apenas ha aumentado.
“Definitivamente es una lucha”, dijo Jonsson,
un silvicultor que trabaja para la Asociación Forestal de
Islandia, una organización privada, y planta retoños junto
a voluntarios de varios grupos forestales locales de esta
nación isleña con 350.000 habitantes. “Ganamos quizá 0,5 por
ciento el siglo pasado”.
Incluso en un país pequeño como Islandia, unos
cuantos millones de árboles al año es solo una gota en un
vaso. Los parajes austeros y en gran medida sin árboles, interrumpidos
por enormes glaciares y volcanes inhóspitos, han sido durante
mucho tiempo escenarios favoritos de la industria fílmica.
Las pintorescas vistas también han ayudado al auge turístico.
Casi 1,8 millones de extranjeros visitaron el país en 2016.
Sin embargo, esa belleza trae consigo un problema que los
islandeses han enfrentado durante siglos. La falta de árboles,
junto con las cenizas y los pedazos más grandes de rocas volcánicas
arrojadas por las erupciones, han provocado una grave erosión
del suelo. Con una vegetación incapaz de afianzarse, la agricultura
y el pastoreo han sido prácticamente imposibles de realizar
en muchas zonas del país. Además, la tierra suelta, combinada
con los fuertes vientos de Islandia, provoca tormentas de
arena que pueden dañar aún más la tierra, y hasta arrancar
la pintura de los vehículos.
.
El esfuerzo de reforestación en Holasandur,
al norte del país, es uno de los más grandes de Islandia.
Los agricultores islandeses han batallado con
la erosión y las tierras arrasadas por el viento durante siglos.
No obstante, en las décadas que siguieron a una tormenta de
arena particularmente destructiva al este de la capital, Reikiavik,
en 1882, el gobierno estableció esfuerzos de reforestación
y conservación del suelo. Reforestar una mayor parte de las
tierras de Islandia tendría beneficios más allá de ayudar
a los agricultores y detener las tormentas de arena. Conforme
el cambio climático se ha vuelto una preocupación mayor, los
dirigentes de Islandia han visto la reforestación como una
manera de ayudar al país a lograr sus metas climáticas. A
pesar del uso extendido de las energías hidroeléctrica y geotérmica,
Islandia tiene altas emisiones de gases de efecto invernadero
per cápita, principalmente debido al transporte y las industrias
pesadas, como la fundición de aluminio.
Un sitio de reforestación al sur de Islandia.
Las porciones boscosas del territorio islandés todavía son
muy pequeñas.
El gobierno trabaja en conjunto con la Unión
Europea y Noruega para alcanzar una meta general de reducción
del 40 por ciento en las emisiones para 2030 en comparación
con los niveles de 1990. Por otra parte, Islandia tiene su
propio objetivo de una reducción de entre el 50 y el 75 por
ciento para 2050. Al incorporar dióxido de carbono atmosférico
a sus troncos, raíces y otros tejidos, los árboles pueden
compensar algo de las emisiones del país. “Plantar árboles
es algo que contribuye de manera importante a la política
de mitigación de Islandia”, afirmó Gudmundur Halldorsson,
coordinador de investigación del Servicio de Conservación
del Suelo de Islandia. “Aquí es un gran debate”. Sin embargo,
tal como lo muestra el trabajo de Jonsson, una vez que los
árboles han desaparecido no es tarea fácil lograr que vuelvan
a crecer.
Nuevos árboles en un invernadero a las afueras
de Egilsstadir que serán plantados por el servicio forestal
de Islandia.
Por lo general, el proceso comienza con hierbas
leymus, que crecen rápido y pueden estabilizar el suelo. A
menudo les siguen los lupinos, con sus puntiagudas flores
color lila. Luego vienen los árboles. Por lo regular el trabajo
de plantar retoños comienza con una evaluación del sitio específico.
Para Jonsson, de la asociación forestal, eso significa ver
qué vegetación está creciendo ahí. “Así puedes hacer una estimación
de la riqueza del suelo”, explicó. Jonsson y sus voluntarios
entonces plantan las especies adecuadas a esa tierra: abedul,
pícea de Sitka, pino contorta, alerce siberiano u otras especies.
“Nos encantaría sembrar álamos”, dijo. “Pero a las ovejas
les encantan los álamos”. Para Saemundur Thorvaldsson, un
guardabosques gubernamental que trabaja con grupos voluntarios
y agricultores en la región Vestfirðir (fiordos occidentales),
al norte de Islandia, el árbol “correcto” cerca del 30 por
ciento de las veces es el abedul, la misma especie que prevalecía
cuando se colonizó Islandia. Los abedules pueden tolerar suelos
pobres, y aunque crecen con lentitud, llega un momento en
el que brindan refugio a otras especies.
Desde la izquierda: abeto Sitka, pino lodgepole,
alerce ruso, abeto rojo, abeto azul y abedul.
Nadie espera que un cuarto de Islandia quede
cubierto de bosques otra vez. No obstante, dadas las tasas
de crecimiento lentas y la enormidad de la tarea, incluso
avances más modestos tomarán mucho tiempo, aseguró Thorvaldsson.
“El objetivo ahora es que en los próximos 50 años podamos
llegar al cinco por ciento”, comentó. “Pero al ritmo que vamos
ahora, tardaríamos 150 años en hacer eso”.
Árboles trasplantados en el área de Westfjords.
Anualmente en Islandia se plantan aproximadamente tres millones
de árboles desde hace varios años.
En Islandia existen las fiestas típicas internacionales
como la Navidad, la Semana Santa y el Día Nacional. Sin embargo,
hay una que solamente se celebra aquí. Se trata del Primer
Día de Verano o Sumardagurinn Fyrsti, una festividad que lleva
celebrando desde el año 1971 y que alberga una historia de
lo más curiosa. Este acontecimiento tiene lugar el primer
jueves después del 18 de abril y siempre cae entre los días
19 y 25. Si lo pensamos bien, tiene sentido que los islandeses
quieran celebrar la llegada del verano después de los largos
meses de invierno, pero… ¿Por qué lo hacen en abril? ¿Cómo
se originó esta tradición? ¿Y cómo se celebra hoy en día?
Como su nombre indica, este día marca la llegada
del verano en Islandia. Su origen se remonta a los vikingos
y al antiguo calendario nórdico, que se usó desde el asentamiento
de Islandia en el siglo IX hasta el siglo XIX. De hecho, el
calendario actual no irrumpió en el país hasta finales del
siglo XVIII. Mientras tanto, el año se dividía en verano e
invierno, y la gente contaba su edad no por años… ¡Sino por
inviernos!
Según el calendario islandés, solo había dos
estaciones: vetur (invierno) y sumar (verano). El verano empezaba
a finales de abril y terminaba a finales de octubre, dando
la bienvenida a los gélidos y largos meses de invierno. El
Primer Día de Verano también coincide con el primer día de
Harpa, el primero de los seis meses de verano del antiguo
calendario islandés. Aunque no se conoce con certeza el origen
de este concepto, tradicionalmente se ha interpretado como
el nombre de una niña. Por este motivo, esta festividad siempre
ha estado ligada a las chicas jóvenes. El primer día de Harpa
(o el Primer Día de Verano) era conocido como el Día de las
Chicas o de las Doncellas, donde se suponía que los chicos
jóvenes daban la bienvenida a la “doncella” Harpa y tenían
que ser especialmente corteses y amables con las chicas. Ellas
devolvieron el trato haciendo lo mismo con ellos el primer
día del mes Einmánudur y convirtiéndolo en el Día de los Chicos.
En el siglo XIX, se solían hacer regalos de
verano de padres a hijos, de marido a mujer, o de amo a siervo,
y se entregaban el Primer Día de Verano. Aunque no lo parezca,
esta tradición tiene por lo menos 400 años más que la tradición
de dar regalos en Navidad. Sin embargo, a día de hoy no es
tan popular, y no es algo que todos los islandeses continúen
haciendo. Durante la misma época, y aunque todavía no hacía
tiempo de verano, los agricultores comenzaban “simbólicamente”
la temporada esparciendo estiércol en los campos de cultivo.
Otra de las costumbres de antaño es que en Islandia existía
la tradición de hacer una misa el primer día de verano. No
obstante, en el sigo XVIII, los inspectores daneses viajaron
a Islandia a finales de abril y cuando vieron que había misa
y que no se hacía más allá que en Islandia, la prohibieron.
A día de hoy, una de las tradiciones locales que sí sigue
vigente es la creencia de que, si la temperatura el día antes
del Primer Día de Verano cae bajo cero, es señal de que el
verano será largo y caluroso (dentro de lo que cabe). ¡Hay
que ser optimista!
Aunque en su día esta festividad fue más importante
que la Navidad en Islandia, hoy en día ha perdido relevancia
con la llegada de las principales fiestas cristianas. Sin
embargo, todavía se sigue celebrando con eventos varios, desfiles,
música y actividades por todo el país. Cada pueblo en Islandia
tiene su propia forma de celebrar este día, aunque muchos
de los programas o actividades son parecidos. Eso sí, todos
comparten una misma cosa: la ilusión de saber que el verano
está a punto de llegar. Que sea el primer día de verano no
significa que vaya a hacer buen tiempo, pero aún así, para
los islandeses es motivo de celebración. Es la señal de que
el largo invierno ha terminado y que, con un poco de suerte,
¡El tiempo de verano no queda tan lejos!
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En pleno corazón de Reikiavik, en el lado derecho
de la calle que muere en Hallgrímskirkja, existe una pequeña
tienda de fotografía artística regentada por Ari Sigvaldason,
quien hace unos años dejó el mundo de la prensa para montar
su negocio y comercializar su manera personal de entender
la fotografía: Ari es uno de los pocos fotógrafos islandeses
más interesados en las personas que en los paisajes espectaculares
y dramáticos de su tierra, y lleva dos décadas documentando
la vida en Reikiavik a través de una mirada honesta, empática
y cargada de humor.
Puedes disfrutar de una interesante entrevista
al fotógrafo en
América y Europa se están distanciando, y sólo
Islandia puede mantenerlos unidos. Es la frase un tanto socarrona
del escritor Hallgrimur Helgason, que aparece en el también
desenfadado libro Reykjavík rocks! Islandia se encuentra en
plena falla que separa las placas tectónicas de Norteamérica
y Euroasia. Ambas placas continentales se alejan a razón de
1 cm por lado y año, y Thingvellir, una explanada a 44 kms
de Reykjavik en dirección este, es el principal lugar en la
isla donde podemos contemplar los dramáticos efectos provocados
en el paisaje por este continuo distanciamiento. También podemos
ensimismarnos pensando que si en un instante estamos pisando
continente americano, de repente nos desplazamos unos metros
y andaremos de nuevo en el trozo de corteza terrestre que
nos sitúa en Europa. Thingvellir (Þingvellir en islandés)
es un emplazamiento mágico que consiste al mismo tiempo en
un teatro de encuentros y desencuentros, un centro de energías
telúricas que se adhieren a tu piel nada más llegas y te detienes
a contemplar el vasto y enigmático espacio. De repente sientes
que estás en un sitio de una energía especial, y tu boca enmudece.
Impresiona contemplar las fracturas producidas por las fuerzas
tectónicas, las cuales atraviesan Islandia transversalmente
durante cientos de kms, pero que emergen a la superficie en
Thingvellir de manera majestuosa. Es un paisaje duro y plácido
de contemplar.
Thingvellir es también un lugar histórico de
importancia capital para los islandeses, allí reside el alma
de la isla y de su comunidad, se sienten profundamente conectados
a este paraje y lo visitan varias veces al año ya sea para
hacer trekking, scuba diving, practicar pesca o navegación
en el lago Þingvallavatn, o simplemente para pasear e inspirarse
contemplando un paisaje que una vez reunió a tantas generaciones
de sus antepasados. Huelga decir que los islandeses se ven
acompañados por decenas de autocares que descargan a diario
miles de turistas que también se acercan hasta aquí en una
ruta pomposamente llamada el Círculo de oro, y que comprende
la visita de otros importantes puntos de interés de Islandia
como son las enormes cascadas de Gullfoss y la contemplación
de géiseres a escasos kilómetros.
Geisers en Islandia, en la ruta del Círculo
de Oro.
La historia que atesora Thingvellir cala de
una manera íntima y profunda, impregnada de una sencillez
tan intensa como ajena a otras partes del mundo. Aquí fue
donde los primeros vikingos noruegos que se asentaron en Islandia
decidieron situar el emplazamiento para celebrar su parlamento
anual (Alþingi), en el que acordaban las leyes y el gobierno
para la isla durante el siguiente año. Ocurrió por primera
vez en el 930, y miles de colonos recorrieron cientos de kilómetros
en sus ponies islandeses para reunirse en este lugar por dos
semanas, coincidiendo con el solsticio de verano. Ningún edificio
los cobijaba y todas las asambleas, los parlamentos y la toma
de decisiones se producían al aire libre. En Thingvellir se
montaba un mercado ambulante a pocos metros del lugar en el
que se llevaban a cabo las ejecuciones: los hombres que cometían
los delitos más graves (los relacionados con el robo, puesto
que para los asesinatos no se distinguía si eran en defensa
propia o no) eran decapitados y las mujeres maniatadas, puestas
en sacos y ahogadas. Aquí fue donde en el año 1000 Lögmaður
Þorgeir Ljósvetningagoði proclamó el Cristianismo como religión
oficial de Islandia, tras el acuerdo a que llegaron todos
los representantes del pueblo, unidos ante el temor de una
más que probable invasión evangelizadora por parte del reino
cristiano de Noruega, que así evitaron. Y durante casi mil
años, miles de islandeses siguieron reuniéndose en Thingvellir
para decidir el devenir de la isla.
Primer parlamento de Althing, por William Gersham
Collingwood.
El cónclave anual en el parlamento (Alþingi)
se cerraba con la lectura oral por El Portavoz de las leyes
y decisiones acordadas, cuando este que se situaba ritualmente
en la roca –hoy señalada en un montículo con la bandera de
Islandia– y las proclamaba en voz alta y a los cuatro vientos.
Aquellas leyes eran tan liberales que cedían la responsabilidad
de la ejecución de las sanciones a las propias partes en conflicto,
que si eran humildes tenían que apoyarse necesariamente en
alguien más poderoso para imponer la ley, dando lugar a que
unas pocas familias llegaran a concentrar un enorme poder
con el paso de los años, causa principal de la crisis y la
posterior caída del sistema de la Comunidad Islandesa (año
1220). Por entonces haría aparición Haakon Haakonsson, el
exultante rey de Noruega a quien los islandeses sí aceptarían
esta vez como regente y que mantendría la costumbre de celebrar
el parlamento en Thingvellir, aunque con poder de veto en
las decisiones más trascendentes. Sin embargo, los islandeses
siempre tuvieron a su gente en los puestos de decisión y mal
que bien se las fueron ingeniando durante siglos para lograr
un nivel de independencia bastante alto. Aquí también se proclamó
muchos años después (en 1944) la constitución de la República
de Islandia, y fue de nuevo a través de un mensaje solemne
lanzado a los cuatro vientos. Así que, desde el 930 y hasta
nuestros días, estaríamos hablando mismamente de la democracia
más longeva del mundo.
Nos olvidamos por un momento de la historia
y nos concentramos de nuevo en las sensaciones de pasear por
Thingvellir: es recomendable disponer de entre dos a cuatro
horas para disfrutar del lugar, pasear sin prisas por la zona
de fallas y fijarnos en las heridas de la roca, e intentar
imaginar esos procesos geológicos de fuerzas tan titánicas
como lentas en su ejecución. Observar cómo el río Öxará serpentea
por entre unas tierras cubiertas de musgo, y detenernos ante
la humilde casa de verano del presidente de Islandia, para
de nuevo comparar su sencillez con ostentaciones más sureñas.
Esta exploración calmada nos permitirá buscar
los mejores encuadres y composiciones para fotografiar Thingvellir,
en vez de volver con las típicas fotos tomadas desde los miradores.
La falla Almannagjá.
El hecho de que los antiguos islandeses escogieran
justo el lugar que separa Norteamérica de Europa para celebrar
sus parlamentos puede resultar enigmático, puesto que la teoría
de la tectónica de placas que explica el fenómeno no se describió
hasta 1960. Sin embargo, desde siempre se han sentido temblores
y pequeños terremotos en este emplazamiento, ¿Sabían los antiguos
de las propiedades especiales de Thingvellir?
Existe una teoría más o menos esotérica que
afirma que los antiguos dividieron el Hemisferio norte en
7 zonas horizontales, desde el Ecuador terrestre al Polo Norte,
y construyeron oráculos en el centro de cada una de ellas.
Así, en la primera zona tendríamos Adén (Yemen), donde hay
quien afirma que están enterrados Caín y Abel. En la segunda
zona hablaríamos de Tebas (Egipto), importantísimo centro
religioso de la Antigüedad. En la tercera, encontraríamos
nada menos que a Delfos y su famoso oráculo. Habríamos de
desplazarnos a Reino Unido para hallar el oráculo de la cuarta
zona, el monumento megalítico de Avebury. Y ya por fin, en
la quinta zona tendríamos casualmente a Thingvellir, mientras
que para la sexta y séptima zonas no se han hallado de momento
restos de ningún oráculo, ya que se sitúan en pleno Oceano
Ártico. Intrigante y hermosa teoría con la que echar la imaginación
a volar.
El parque nacional Hallormsstaðaskógur se encuentra
en Fljótsdalur, al este de Islandia, a unos 25 kilómetros
tierra adentro de la ciudad de Egilsstaðir . Es uno de los
bosques más grandes de Islandia , abarca 740 hectáreas (ha)
e incluye el único pueblo de Islandia que se encuentra en
un bosque. Es un área de recreación en un paisaje variado.
Hay más de 40 km de senderos marcados, así como un arboreto
, dos campings, áreas de picnic, un hotel y alquiler de botes
y caballos.
Los últimos abedules en la granja Hallormsstaður
fueron protegidos en 1905 y, por lo tanto, se convirtieron
en el primer bosque nacional de Islandia. Ahora cubren unas
350 ha dentro del área cercada original y se han plantado
una variedad de especies arbóreas en otras 200 ha. Recientemente
se anexaron grandes áreas al bosque, tanto al norte como al
sur, y se plantaron o se les permitió regenerarse naturalmente
con abedul. Se pueden encontrar un total de 85 especies de
árboles en el bosque de más de 600 lugares de todo el mundo.
El bosque proporciona alimentos, sitios de anidación
y protección contra depredadores para varias especies de aves.
Los residentes durante todo el año incluyen acanthis, troglodítidos,
reyezuelos, perdices y cuervos. En verano se llena el bosque
con zorzales, snipes, bisbitas y lavanderas. Además de la
observación de aves, el bosque ofrece oportunidades para botánica
y recolección de bayas y hongos. Los hongos comestibles incluyen
alerce, abedul y gato resbaladizo. Se pueden encontrar frambuesas
y grosellas rojas en algunas partes del bosque. Los arroyos
claros forman una parte característica del bosque y el agua
en todos ellos es potable.
- The Part
(3 km-amarillo ): El sendero comienza en el
aparcamiento junto al camino en el arroyo Hafursá y conduce
por un camino de ripio, a lo largo de una línea eléctrica.
- The Knolls
( 5 km-azul): El sendero conduce desde la antigua
escuela de economía doméstica (ahora una casa de huéspedes
en verano), pasando por un afloramiento rocoso llamado la
anciana y al norte a través del bosque. Atraviesa el bosque
plano , que es un bosque de abedules alto (según los estándares
islandeses) y desde allí a los acantilados Falcon, que ofrece
una vista sobre el bosque. Luego, baja a través de un bosque
de abetos hasta un área abierta que una vez fue la granja
Ormsstaðir, desde donde el sendero lleva de regreso al inicio.
- Hallormsstaður Moors
( 7 km-naranja ): Un sendero fácil de seguir
y de fácil acceso entre el bosque Hallormsstaður y la granja
Geirólfsstaðir. El sendero es el mismo que el sendero azul
para comenzar, luego se bifurca a lo largo de los viejos senderos
de caballos debajo de los acantilados sobre el bosque y hasta
los páramos. El sendero ofrece vistas a la montaña en un día
despejado.
- Road Forest
( 2 km-marrón ): El sendero comienza
en el extremo norte del campamento Höfðavík , debajo de la
carretera principal y a lo largo de Lagarfljót (el gran lago)
a través de un bosque de viejos abedules. Este es el bosque
que estuvo aquí en 1905.
( 1,5 km-azul claro ): El sendero conduce a
una pendiente pronunciada desde el campamento en Atlavík y
a lo largo de un sendero hasta el arboreto . Desde el arboreto,
un sendero conduce a la tienda por el camino. También puedes
caminar por el campamento de Höfðavík hasta el sendero marrón.
- Hallormsstaður Cliffs
( 4 km-verde claro ): El sendero es el mismo
que el sendero naranja hasta los acantilados, pero luego gira
a la derecha en lugar de a la izquierda y pasa por debajo
de los acantilados y de regreso. El sendero atraviesa el gran
tobogán de roca en el que crece gran parte del bosque.
- The Strain
( 1,8 km-blanco ): Es un antiguo sendero sobre
la montaña hasta el siguiente valle y se considera bastante
difícil. El sendero comienza en el gimnasio y es bastante
empinado para empezar. Conduce a los acantilados del cofre
y luego a la cascada de 21 m de altura. Un poco más arriba
de la corriente, se llega a una presa que proporcionó agua
a una central hidroeléctrica que funcionó de 1936 a 1955.
Se requiere precaución cuando el sendero pasa a lo largo del
borde de un pequeño cañón.
- Atlavík Corral
( 1,5 km-rojo ): El sendero comienza en la carretera
principal, conduce a través de un bosque de alerce plantado
en 1937 con árboles de 20 m de altura y más allá de las ruinas
de un corral de caballos de la época vikinga . El sendero
pasa a través de rodales de árboles antiguos, incluido el
pino lodgepole y el abeto douglas, plantados en 1940. El sendero
se enruta a través del bosque y finalmente baja a la carretera
que cruza el arboreto.
- Glacier Stream
( 200 m-marrón ): Un sendero corto desde
la carretera principal hasta un mini arboreto que incluye
abeto de Noruega y pino de montaña plantados en 1908 y una
variedad de especies plantadas en 1963, que incluyen: abeto
subalpino, abeto Engelmann, cicuta occidental, abeto blanco,
abeto douglas, abeto dragón, pino lodgepole y cedro rojo occidental
. Inusualmente bueno (para Islandia) el pino silvestre crece
a lo largo del camino.
- Light River Slope
( 850 m-amarillo ): El sendero conduce por un
camino forestal, a través de rodales de pino de piedra, pino
lodgepole y abeto blanco, hasta la cascada de Ljósárfoss,
de 16 m de altura. En el lado norte del sendero se encuentran
algunos de los alerces en crecimiento más rectos del bosque.
Algunos datos que posiblemente no sabías de
Islandia.
- Islandia, en su propia lengua, es Island, que significa
"tierra de hielo". Su nombre describe de una manera
clara el clima de la isla —que está clasificado como
'subpolar oceánico', con inviernos largos pero relativamente
suaves y veranos breves y frescos—. De acuerdo con los
datos arqueológicos, los primeros habitantes de la isla
fueron monjes de origen celta, que vivieron en la zona
entre los siglos VIII y IX. En la misma época, los primeros
vikingos arribaron a sus costas. El primer nórdico que
estableció un asentamiento permanente en Islandia fue
Ingólfur Arnarson. En 874, el guerrero fundó una ciudad
a la que llamó Reikiavik. El año 930 marcó otro logro
importante para el país al crearse el primer parlamento
islandés, llamado Althing —literalmente, 'todos los
things', o 'todas las asambleas de las tribus'—. Este
hecho convirtió a Islandia en una de las primeras democracias
representativas del mundo.
- En 1262 la isla pasó a formar parte del Reino de
Noruega. Tres siglos después —en 1536— se incorporó
al Reino de Dinamarca y Noruega pero tras la disolución
del reino escandinavo, en 1814, permaneció como una
posesión danesa más.
- Islandia estuvo bajo el dominio de Dinamarca hasta
el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1944, los
islandeses votaron a favor de la independencia de su
país respecto a Copenhague y proclamaron la República
de Islandia.
- Sí, Islandia casi no tiene bosques. Existe solo un
bosque relativamente grande —de 7,4 kilómetros cuadrados—,
que se llama Hallormsstaðaskógur y está protegido por
el estatus de parque nacional.
- Cuando los primeros colonos llegaron a la isla, había
un montón de bosques que se extendían "desde las montañas
hasta las costas", según afirman algunos testimonios
de la época, pero la tala salvaje causó la deforestación
casi completa del territorio. Actualmente se están realizando
trabajos de reforestación en todas las partes de la
isla, pero la superficie cubierta por nuevas masas forestales
es incomparable con la de épocas anteriores.
- El idioma islandés pertenece a la familia de las
lenguas germánicas y tiene lazos comunes con el inglés,
el sueco, el danés o el alemán.
- El idioma de la isla es una lengua 'conservadora'
que mantiene muchos rasgos del antiguo idioma nórdico.
La característica distintiva de esta lengua es su 'pureza',
ya que el islandés casi siempre tiene palabras propias
para referirse a conceptos modernos, en vez de utilizar
préstamos lingüísticos de otros idiomas. Por ejemplo,
la palabra 'sími', que anteriormente significaba 'hilo
largo', actualmente se traduce como 'teléfono'. Otro
rasgo interesante de su lengua es que varias palabras
se pronuncian al aspirar el aire. La frase 'Já' o 'Jæja'
—que significa 'Sí' o 'Bien'— se pronuncia solo durante
la inhalación y nunca al revés.
- La minoría étnica principal de Islandia está compuesta
por polacos, que son casi el 3% de la población y representan
una mano de obra barata para este país europeo. Las
personas provenientes de Polonia se cifran en 10.000
y son casi la mitad del total de extranjeros que viven
en la isla.
- Los islandeses comen una carne seca de tiburón llamada
hákarl. En la cocina local, se usa la carne de tiburón
peregrino o tiburón de Groenlandia, que se considera
muy tóxica debido a su alto contenido en urea. La carne
tiene que ser tratada para eliminar el ácido úrico.
El largo proceso dura varios meses: primero, se entierra
para que pierda su fuerte olor y después se seca en
un sitio oscuro y bien ventilado.
- Durante la celebración de la Eurocopa 2016 en Francia,
Islandia —que participó en el torneo por primera
vez en su historia— logró clasificarse, contra
todo pronóstico, para los cuartos de final tras empatar
con Portugal y ganar a Inglaterra.
- Uno de los chistes nacionales es que "Islandia es
el mejor país en cualquier cosa que se mire per cápita",
ya que al estudiar varios logros de la economía, la
cultura o el deporte nacionales en relación con la población
del país, resulta que es una nación muy rica. Los islandeses
tienen muchos motivos para sentirse orgullosos: más
auroras boreales per cápita, más bandas musicales per
cápita, los muchachos más fuertes del planeta y las
chicas más guapas del mundo —las modelos islandesas
han ganado cuatro veces el concurso de belleza Miss
Mundo—.
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Cuando los primeros escandinavos pisaron tierra en Islandia
alrededor del año 871, se encontraron con una isla que parecía
estar lista para ser cultivada. Pero solo cuando llegaron
en números considerables, hacia el año 1000, comenzaron a
caer en la cuenta de que el bosque que cubría la isla y que
habían talado para hacer sus casas y sus canoas, no iba a
volver a crecer, especialmente porque sus ovejas se comían
las semillas y las hojas.
Y sin árboles, el suelo comenzó a erosionarse. Además, estaban
lejos de la Europa continental para importar alimentos, así
que la sociedad islandesa se desarrolló en un estado de hambruna
casi constante, lo que los obligó a comer lo que fuera y a
utilizar abono, a falta de madera, para hacer fuego y cocinar
los alimentos. "Supongamos que hay una tormenta en medio de
esta situación. Y aparece una ballena muerta en la costa,
que tras cierto tiempo explota debido a los gases que lleva
dentro y deja regada la playa de pedazos de carne, ¿qué haces?
Pues primero te matas con los otros para conseguir los pedazos
y después te consigues varios barriles de suero amargo y los
llenas con pedazos de ballena", le dijo a la BBC Jesse Byock,
profesor de la Universidad de California y autor del libro
"La edad de los vikingos en Islandia". Los primeros islandeses
fueron rudos, pero no fueron vikingos. Fueron granjeros hambrientos
que hacían lo que fuera necesario para sobrevivir.
El terreno de la isla resultó árido para los
primeros pobladores de Islandia.
Lo cierto es que los islandeses ya no comen ballena de playa,
pero esa visión de la comida es el origen del hákarl, una
versión más suave. Aunque la carne del tiburón de Groenlandia
es tóxica para el consumo humano —tiene un alto contenido
de urea que puede producir efectos nocivos en la piel, los
ojos y el aparato respiratorio—, una vez se le deja pudrir
por un tiempo se convierte en una valiosa fuente de proteínas.
Las rayas y otros tiburones son igualmente tóxicos, pero igual
de comestibles cuando se los deja fermentar o pudrir.
La carne de cordero es muy apetecible en Islandia.
Y como ya todo está podrido, se conserva bastante bien. Así
que, por siglos, este sabor desagradable marcó la diferencia
entre la vida y la muerte. La habilidad de los islandeses
para lidiar con este horrible sabor fue tan importante para
el presente exitoso de Islandia como la habilidad de los vikingos
para la guerra y los viajes fue para el territorio escandinavo.
Con dos millones de turistas al año, la dieta nacional ha
ido cambiando en las últimas tres décadas para inclinarse
más hacia la pizza, las hamburguesas y la pasta.
El Hákarl es carne de tiburón de Groenlandia
podrido, que es una de las delicias de los islandeses.
Pero aún es una pequeña nación, con solo 330.000 habitantes,
y sus tradiciones no solo son atracciones turísticas: son
la manera en que se conectan con su pasado escandinavo y entre
ellos mismos. Cada Navidad y cada Porr —el mes tradicional
islandés que coincide con el final de enero y el comienzo
de febrero— hay banquetes de todas las comidas tradicionales,
que además del pescado crudo incluyen testículos de carnero
(súrsaðir hrútspungar), cabezas hervidas de oveja (svið),
cordero ahumado, aletas de foca y grasa de ballena curada
en leche amarga (súr hvalur).
La clave de la comida típica islandesa es el
proceso con el que algunos alimentos se pudren.
En Islandia uno puede visitar la famosa laguna azul o los
campos de hielo que cubren la isla, pero no tenemos otro país
cuya historia, evolución y supervivencia estén tan conscientemente
entrelazadas y celebradas a través de su comida. Y para ser
honesto, la carne de la cabeza del cordero está bastante buena.
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¿Nos ponemos en situación?
Si se piensa en Islandia en invierno, la mente
se va inmediatamente a paisajes helados, rutas indómitas,
situaciones poco confortables y mucho frío. Ahora bien, si
el viajero cierra el foco y se centra únicamente en su capital,
Reikiavik, una escapada invernal es totalmente factible. Eso
sí, el factor del frío no puede sacarse de la ecuación inicial.
La ciudad de Reikiavik, por su tamaño y población, podría
considerarse casi como un pueblo desde los estándares occidentales.
Pero si se juzga por su actividad cultural, su poder innovador,
su papel en las vanguardias y su fuerza alternativa, estaría
en la misma liga que las grandes metrópolis.
Esto es lo que más sorprende al viajero que
visita la capital de Islandia por primera vez. Paseando por
callejuelas pintadas de colores, con fachadas que parecen
cuentos de hadas, flores y decoraciones, parece que se está
en un pueblecito encantador y pintoresco. Pero cuando el visitante
se acerca a aquella fachada, descubre que es una librería
repleta de libros de editoriales e idiomas de todo el mundo,
con sillones donde leer y café en cada esquina. O aquella
otra fachada resulta ser una tienda de discos donde, además
de escuchar la música antes de comprarla, te puedes cortar
el pelo. O aquella que parece la casa de la “tía Molly” y
es en realidad una oficina para comprar tickets de los conciertos
más underground que te puedas imaginar …
Una casa de colores en el centro de Reikiavik.
El centro histórico es muy compacto. Dos monumentos
presiden la ciudad. El primero es la inmensa iglesia visible
desde 20 kilómetros de distancia. Completamente construida
en hormigón, tiene una forma piramidal muy característica.
Se puede subir en ascensor hasta la torre, de 75 metros de
altura, y disfrutar de las vistas. La forma de esta iglesia,
Hallgrímskirkja, recuerda las columnas de basalto volcánico
que se pueden admirar por todo el país.
El segundo edificio emblemático es el centro
Harpa, un auditorio y espacio cultural con una arquitectura
vanguardista. Toda la fachada está formada por una celosía
de paneles de cristal cóncavos y convexos que reflejan la
luz del día o las luces de la noche como un caleidoscopio.
En su interior acoge exposiciones, conciertos, eventos y tiene
una tienda donde comprar algunos de los productos del diseño
islandés más destacados.
El edificio Harpa iluminado durante la 'hora
azul' invernal.
El puerto viejo y el céntrico lago de Tjörnin
son escenarios de paseantes y de algunas de las más de 40
especies de aves que pasan por allí. En invierno el lago suele
estar helado y repleto de patinadores al aire libre. La ciudad
cuenta con muchas galerías de arte, que acompañan los diversos
museos dedicados a la escultura, el arte contemporáneo o la
fotografía, y que también se mezclan con las leyendas islandesas
de los espíritus del bosque y los trols. En el subsuelo se
han hallado restos arqueológicos vikingos y en varios museos
se muestra la historia de Reikiavik, que nació como una aldea
de granjas, pasó por una inmensa pobreza y luego se desarrolló
floreciente a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando
abasteció a las tropas estadounidenses y británicas.
Vista nocturna de Tjörnin.
Los años de riqueza se romperían de repente
con la grave crisis de 2008, que provocó, literalmente, la
bancarrota del país entero y el escándalo político y económico,
con dimisión del primer ministro incluida. Actualmente, Islandia
se ha recuperado apoyándose en una política económica a favor
de los ciudadanos y no de los bancos, y el turismo es uno
de sus principales motores. Uno de los máximos alicientes
a la hora de visitar la isla durante el invierno es poder
encontrarse con la aurora boreal. Si se deja ver, es uno de
los espectáculos naturales más especiales. Durante los meses
de frío, los operadores turísticos ofrecen excursiones a las
afueras de la ciudad, por la noche, para huir de la contaminación
lumínica y poder ver este fenómeno, si hay suerte. Como no
hay garantía de contemplarlas, además de estas excursiones,
que suelen durar cuatro horas, se recomienda también una escapada
de una o dos noches al campo. Muchos hoteles rurales tienen
un servicio especial de despertador que avisa al turista si
hay auroras boreales visibles. Si el visitante se queda en
la capital y no consigue verlas, siempre puede hacer como
los islandeses y entregarse a una vida nocturna animada, con
mucha música y mucho alcohol, en cualquiera de sus múltiples
bares y salas de fiesta.
Un caminante frente a una aurora boreal en el
monte Kirkjufell.
La vida social, y sobre todo en invierno, está
en las numerosas fuentes geotermales naturales. La influencia
volcánica mantiene la temperatura del agua a 29 grados y,
además, están los heitir pottar, unos jacuzzis naturales entre
37 y 42 grados. Allí van los islandeses a charlar, a pasar
el rato, y a calentarse mientras afuera nieva y sopla la ventisca.
No hay que olvidar que el significado de la palabra “Reikiavik”
es “bahía de aguas humeantes”.
Hay varias de estas piscinas termales por toda
la ciudad. La más famosa es Laugardalslaug, la más grande
del país y con mejores instalaciones. Tiene una piscina olímpica
interior, una al aire libre, un gran tobogán y diversos jacuzzis
y baños de vapor. Es importante saber que, al ser piscinas
naturales, no se usan tratamientos químicos para tratar las
aguas. Eso implica que el para acceder a ellas sean muy estrictos
con la higiene y obliguen a lavarse bien, sin el bañador,
antes de meterse en el agua. Otra laguna geotermal muy famosa,
en las afueras de la ciudad, es la Laguna Azul. Muy grande
y muy turística, cuenta con unas aguas azul turquesa con altas
propiedades exfoliantes y efecto acondicionador. Su diseño
futurista recuerda a otro planeta.
La laguna azul.
Desde Reikiavik se pueden realizar salidas de
un día para admirar la naturaleza imponente del país. En invierno
es recomendable hacerlo con una excusión organizada en un
autocar o 4x4 -conducir con hielo puede ser peligroso- al
llamado Círculo Dorado, que incluye tres sitios turísticos
muy famosos. El Geysir es, como su nombre indica, la explanada
con géiseres más famosa del mundo. Geysir es el chorro de
agua caliente original que dio nombre a todos los géiseres
del mundo. Cada 5 o 10 minutos, como un reloj, alguna de estas
fuentes lanza agua a una altura de entre 15 y 30 metros (antiguamente
llegaba a los 80), para luego desaparecer. Es un espectáculo
natural impresionante.
La famosa Geysir al atardecer.
Gullfoss es una gran cascada, un salto doble
con una altura de 32 metros. Si en verano es cuna de arcos
iris constantes, en invierno puede estar totalmente blanca
y congelada, repleta de estalactitas de hielo. Por último,
Thingvellir es un parque nacional declarado patrimonio mundial
por la Unesco en 2004. Allí se alzaba la sede del primer Parlamento
democrático del mundo, el establecido por las diferentes sagas
vikingas del país. El visitante puede admirar el lugar donde
se sentaban, en un enclave natural excepcional. Además, en
Thingvellir se puede ver el punto de encuentro de las placas
tectónicas norteamericana y europea, e incluso se puede cruzar
una de las fisuras por un puente en el que, a medio camino,
el caminante se encuentra en un punto continental o en otro.
Camino de piedra por el Parque Nacional Thingvellir.
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Svikaskáld o Poetas Impostoras, es un colectivo
de escritoras con sede en Reykjavík, Islandia. Se trata de
Frida Isberg, Melkorka Olafsdottir, Ragnheidur Harpa Leifsdottir,
Sunna Dis Masdottir, Thora Hjorleifsdottir y Thordis Helgadottir.
El colectivo se formó a principios de 2017 y desde entonces
ha publicado tres colecciones de poesía colectivas, dos colecciones
de poesía individuales, ha organizado varios eventos, talleres
de escritura y seminarios para mayores y jóvenes por igual.
Desde hace dos años organizan el ciclo de lectura de poesía
Svikakvöld, Imposter Nights, cada tercer jueves de cada mes
en el centro literario Gröndalshús.
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El ex primer ministro islandés Geir H. Haarde
afrontó en 2011 el inicio del juicio en el que se le
acusaba de negligencia por su actuación en la crisis causada
por el colapso bancario del país en octubre de 2008. En la
audiencia preliminar, el conservador Haarde rechazó que violara
la ley sobre responsabilidad de los ministros, desoyera las
advertencias que recibió sobre una inminente crisis de los
principales bancos islandeses y no actuara en consecuencia,
como aseguraba el fiscal en la acusación, y pidió la suspensión
del juicio. Entendia que se trataba de una "farsa" y del "primer
proceso político" en la historia de Islandia.
Se hablaba de una pena de dos años cárcel, después
de que el Parlamento islandés (Althingi) diera luz verde al
proceso, siguiendo el consejo del informe de una comisión
investigadora creada para determinar las responsabilidades
en la crisis. En esa misma votación, el Parlamento exculpó
a tres exaltos cargos de su Gobierno, un conservador y dos
socialdemócratas, en contra del parecer de la comisión investigadora.
Haarde fue juzgado por el Landsdómur, un tribunal especial
que nunca antes había actuado desde su creación en 1905. El
colapso económico en octubre de 2008, que obligó al Gobierno
a nacionalizar los principales bancos del país, colocó a Islandia,
que recibió ayuda del Fondo Monetario Internacional
(FMI), en la peor crisis de su historia reciente.
Ninguno de los 40 testigos de la élite política
y económica islandesa que declararon durante el juicio culpó
directamente a Haarde de la crisis. En sus conclusiones, la
fiscal no pidió tampoco una pena concreta para Haarde, si
bien consideró que es culpable de no haber reducido las consecuencias
de la crisis, ni escuchado a las señales de advertencia, ni
haber hecho lo suficiente para obligar a los bancos a reducir
su tamaño o a trasladar a otros países sus filiales más problemáticas.
Finalmente, en 2012, el tribunal declaró
inocente al político de tres de los cuatro cargos a los que
se enfrentaba, aunque no tuvo que asumir ninguna pena y las
costas del juicio fueron pagadas por el contribuyente. El
conservador Haarde, de 61 años y que fue jefe de Gobierno
entre 2006 y 2009, solo fue encontrado culpable de no llevar
a cabo reuniones específicas de gabinete antes de la crisis,
cargo que no acarreó ninguna pena.
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Comúnmente se dice que en Islandia viven más
ovejas que personas. Una vez que se comprueban las cifras
(460.000 cabezas de ganado contra 350.000 islandeses), es
posible afirmar que la broma va muy en serio y que, en efecto,
Islandia es un país tan fascinante y maravilloso como escasamente
habitado, al menos en lo que a densidad de población se refiere.
Por lo tanto, no es de extrañar que en numerosas ocasiones
se destaque que Islandia cuenta con pocas ciudades propiamente
dichas (al menos atendiendo a los estándares occidentales):
Reikiavik, la capital, Hafnarfjörður, Kópavogur... Y, por
supuesto, Akureyri.
Akureyri se ubica en el flanco oeste del Eyjafjörður,
el fiordo más largo de Islandia, así como a orillas del río
Glerá. Esto, sumado al hecho de estar rodeada de montañas
que superan los 1.000 metros sobre el nivel del mar, han permitido
que, a pesar de su ubicación en la parte más septentrional
del país, la urbe goce de un clima relativamente suave (con
ocho grados bajo cero de media en invierno) lo que posibilita
que sea la ciudad con mayor y mejor oferta de ocio del país,
tan solo por detrás de la capitalina y sureña Reikiavik.
Akureyri no es solo la ciudad más grande y poblada
del norte del país, sino que, de forma extraoficial, está
considerada también como la segunda capital de Islandia o,
más concretamente, la capital en el norte. Apenas llega a
los 20.000 habitantes, pero este municipio en pleno Círculo
Polar Ártico se ha ganado dicho sobrenombre gracias a su sorprendente
oferta cultural, gran cantidad de servicios, pintorescas y
coloridas calles e interesante ocio.
Arte urbano en el centro de Akureyri.
Otro factor que le otorga este estatus de capital
septentrional es su ubicación, que convierte a Akureyri como
el emplazamiento ideal para levantar (de forma figurada) el
campamento base para visitar otros rincones fascinantes del
norte islandés, como la Península de Tröllaskagi o el espectacular
Círculo del Diamante. El hecho de estar en el medio de todos
estos atractivos turísticos, sumado a su interesante oferta
hotelera (¡y gastronómica!) y su gran puerto han logrado que
Akureyri sea una de las localidades con mayor afluencia de
turistas de todo el país.
A pesar de que sus principales atracciones tienen
que ver con la naturaleza y, por tanto, se encuentran en sus
alrededores, Akureyri también cuenta con atractivos turísticos
que bien valen una visita. El primero de ellos es la Akureyrarkirkja,
el principal templo luterano del municipio. Fue construida
en 1940 y diseñada por Guðjón Samúelsson, el mismo arquitecto
que levantó la curiosa Hallgrímskirkja de Reikiavik. De interior
austero, donde destaca una vidriera que en su día adornaba
la catedral de Coventry, la Akureyrarkirkja se ubica en una
de las colinas de la urbe, regalando así una de las mejores
vistas panorámicas de Akureyri.
No muy lejos de la Akureyrarkirkja se encuentra
Lystigarðurinn, el Jardín Botánico de la localidad. Este recinto,
con un amplio abanico de plantas autóctonas y foráneas, cuenta
con el honor de ser el jardín botánico más septentrional del
mundo. Si sobra tiempo y no faltan ganas, la ciudad cuenta
también con dos museos modestos pero interesantes: el Museo
de Arte de Akureyri, con exposiciones rompedoras de obras
contemporáneas, y el Museo de Akureyri, con objetos históricos
que permiten conocer en profundidad la historia del municipio.
Con sus 60 kilómetros de longitud Eyjafjörður
no es solo el fiordo más largo del país, sino que también
es uno de los más sorprendentes tanto a nivel paisajístico
como geológico. Bajo sus gélidas aguas se encuentra uno de
los fenómenos naturales más impactantes del país: el Strýtan,
o lo que es lo mismo, una especie de volcán submarino de más
de cincuenta metros de altura que expulsa grandes chorros
de agua hirviendo.
Eyjafjörður, el fiordo más largo de Islandia.
Lo más extraño de este lugar no es la chimenea
en sí, sino el hecho de que se ubique a poco más de 10 metros
de profundidad cuando normalmente estas formaciones solo surgen
a dos kilómetros bajo el nivel del agua. De esta manera, la
ciudad de Akureyri se convierte en un destino ideal para todos
aquellos amantes del submarinismo que buscan nuevos retos,
ya que el paisaje y la técnica nada tiene que ver con bucear
en las soleadas costas de Tailandia, Malta o Filipinas. Existen
diversos centros especializados en submarinismo tanto en Akureyri
como en su periferia que permiten a todos aquellos aventureros
apasionados del mundo subacuático disfrutar de un paisaje
único en todo el mundo.
El Círculo del Diamante de Islandia se compone
por las ciudades de Akureyri y Húsavik, así como por el Lago
Myvatn. No recibe tantos turistas como el Círculo de Oro,
que se encuentra a tiro de piedra de Reikiavik, pero sí que
logra enamorar al menos en la misma medida a todo aquel que
organiza una excursión al norte de Islandia gracias a la espectacularidad
y variedad de sus paisajes.
Húsavik es una pequeña población de apenas dos
millares de habitantes en la bahía de Skjálfandi, 80 kilómetros
al nordeste de Akureyri. La principal razón de que esta minúscula
localidad se encuentre en cualquier itinerario que se precie
por el norte del territorio islandés es tan simple como hermosa:
Húsavik es uno de los mejores lugares de Islandia para ver
frailecillos (o puffins) y ballenas. En sus aguas pueden distinguirse
más de una decena de especies de cetáceos distintas. Por otra
parte, el Lago Myvatn (al cual hay que dedicarle como mínimo
un día para disfrutarlo tal y como merece) es una de las zonas
con mayor actividad volcánica de toda Islandia.
Géiseres, cuevas con agua a cincuenta grados
centígrados (como Grjótagjá, donde se rodó una de las escenas
más románticas de Juego de Tronos), baños termales o campos
de lava y rocas volcánicas con formas dispares son algunas
de las atracciones de este punto en el lado este del Círculo
del Diamante.
El lago Myvatn ha sido escenario del rodaje
de series de televisión.
Islandia es una gran isla de más de 100.000
kilómetros cuadrados de superficie, pero aparte de este territorio
insular, el país cuenta también con una serie de pequeñas
islas alrededor. De todas estas, la segunda más grande es
Hrísey (por detrás de Heimaey, al sur del país), y se encuentra
en Eyjafjörður, el enorme fiordo que baña la ciudad de Akureyri.
A pesar de su escasísima población (el censo actualizado no
llega a los dos centenares de personas), Hrísey es una excursión
muy interesante para aquellos que tengan Akureyri como campamento
base, especialmente para los amantes de la naturaleza. En
esta pequeña gran isla se pueden hacer algunas maravillosas
rutas de senderismo para disfrutar de la fauna local, donde
destacan las colonias de charranes árticos o perdices nivales.
Además, si se apuesta por un entretenimiento más variopinto,
es posible recorrer Hrísey de cabo a rabo acompañado de un
guía local… ¡Subidos en un tractor!
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Nota de prensa Mayo 2020:
Resulta improbable que se te olviden las fantásticas
mascarillas babeantes de Ýrúrarí Jóhannsdóttir una vez
las has visto. Esta diseñadora islandesa de prendas
de punto ha estado produciendo mascarillas con lenguas
en 3D en serie, entre ellas un modelo similar a un pasamontañas
(con una cinta para la cabeza acompañando la mascarilla)
del que salen largas lenguas que se curvan. Otro es
una boca roja enorme con ortodoncia (de punto) incluida,
además de espacios entre los dientes, que va de oreja
a oreja. En lo más extremo del espectro (¡sí, lo hay
más extremo!), en una los labios cubren toda la parte
inferior de la cara para revelar una enorme lengua rosa
monstruosa que se extiende hasta el pecho, completa
con pequeñas lenguas que parecen estar creciendo de
ella. Son flipantes y reconfortantes a partes iguales.
Jóhannsdóttir, de 27 años, lleva casi 2 años utilizando
lenguas en sus diseños. La diseñadora afincada en Reikiavik
empezó a hacer punto mientras estudiaba moda en la Escuela
de Arte de Glasgow en Escocia. “Me encanta utilizar
la máquina de coser, pero también me encanta tejer con
mis manos, y siempre acabo volviendo a las caras extrañas”,
dice. Antes de las mascarillas, Jóhannsdóttir se había
centrado principalmente en la ropa, con prendas como
jerséis de corte ancho con lenguas en 3D, o camisetas
de manga larga adornadas con dientes y bocas de mentira.
Algunas de sus prendas más extremas han sido expuestas
en la galería Gallery Port de Islandia, entre ellas
un jersey tradicional islandés con un estampado lopapeysa
con una boca abierta repleta de dientes en el medio,
además de dos manos desplomadas saliéndose de ella.
Y aunque Jóhannsdóttir ha experimentado con otras partes
del cuerpo y apéndices en sus prendas de punto, las
lenguas siguen siendo su principal obsesión. “Quizás
porque son en cierto modo groseras, pegajosas y extrañas”,
dice la diseñadora. Sus creaciones han llamado la atención
de Erykah Badu: la música compró personalmente varios
de los jerséis de Jóhannsdóttir el pasado enero.
Jóhannsdóttir empezó a trasladar su afición por las
lenguas a las mascarillas cuando la COVID-19 empezó
a manifestarse en Islandia. De momento no se ha dado
la orden de utilizar mascarillas por parte del gobierno,
pero los ciudadanos siguen cubriéndose la cara por precaución.
“El gobierno sólo nos ha dicho que nos lavemos [las
manos] bien, que mantengamos la distancia y que llevemos
guantes en el supermercado”, nos cuenta. “Alguna gente
ha estado utilizando mascarillas, eso sí”. Le tomó cerca
de dos días crear su primera mascarilla, una boca de
punto de estilo simple con una única lengua sobresaliendo,
que promocionó como añadido descarado para una mascarilla
ordinaria.
A medida que fue pasando el tiempo, las mascarillas
de punto de Jóhannsdóttir se fueron haciendo más extravagantes,
como la boca como de dibujos animados de monstruo verde
con los dientes puntiagudos, o una mascarilla torcida
con una lengua garrapatosa que recorre toda la cara
y llega a tocar el ojo. Al principio recibió mensajes
diciéndole que sus mascarillas no eran seguras, pero
Jóhannsdóttir ve sus mascarillas descaradamente grotescas
únicamente como proyecto artístico (más una escultura
que una prenda de ropa) que nos anima a usar mascarilla
y a expresarnos con ellas. Hasta el momento ha recibido
mensajes de ánimo de gente desde México, Bolivia, Brasil,
Londres y los Estados Unidos. Aunque el mensaje de las
mascarillas se supone que tiene que ser divertido, el
sentido último de sus creaciones es el de ser una interpretación
graciosa del lenguaje corporal maleducado: es decir,
del acto de sacar la lengua. “Las mascarillas se han
utilizado para promover la idea de que usar mascarillas
puede ser divertido, y me hace muy feliz que se estén
utilizando para concienciar”, dice. “Todo lo que nos
podemos puede ser divertido si así lo queremos, y hacer
que la gente sonría también es importante en momentos
como el que estamos viviendo”.
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