No podemos dejar de admitir que el gran arquitecto celestial,
para creyentes, debió haberse sentido particularmente
inspirado al diseñar Islandia, país que no se parece a ningún
otro lugar del planeta. Aquí, lo que creemos que no puede
ser, finalmente es. En la misma tierra en la que los glaciares
cubren una enorme porción de su superficie hay no menos de
doscientos volcanes, algunos de ellos exactamente debajo de
los glaciares. El agua hirviendo salta por los aires desde
las entrañas de la Tierra a pocos metros de capas de hielo
que alcanzan un kilómetro de espesor. Y si la naturaleza misma
tiene la autoria, bendita suerte.
Además, el sol brilla a medianoche. Y no importa lo que digan
los mapas: se puede tener un pie en Europa y otro en América,
ya que la geografía contradice las divisiones políticas y
en medio de la isla chocan las placas tectónicas Euroasiática
y Norteamericana. Los campos no son rasos de tierra y pasto,
sino de superficie irregular de lava y líquenes. Los caballos
son retacones, melenudos y amigables con los extraños. Hay
unos 85 mil domesticados al cuidado de 54 mil jinetes registrados.
Y está prohibido, por temas sanitarios, que ingrese un caballo
al país o que regrese alguno de los que alguna vez se fueron.
Al llegar al aeropuerto de Keflavik, puerta de entrada a
Reikiavik, puedes comprar El pequeño libro de los islandeses,
de Alda Sigmundsdóttir. La vendedora te anunciará su
utilidad, en perfecto inglés (no hay un sólo islandés que
no lo hable). Y cuanta razón.
Suele sostenerse que lo que podríamos definir como entorno,
atmósfera o clima cincela la conducta de los seres humanos.
Pues Islandia es la evidencia de este aserto, pero sólo en
parte. Acaso la conducta de sus habitantes escapa a cualquier
patrón conocido y sea tan rara como su naturaleza. Pero no
hay que avanzar mucho más. Chocaríamos con el frontón de nuestros
prejuicios si hiciéramos eso.
Adolescentes disfrutan del lago congelado en
la capital, cuando los días empiezan a extenderse. En verano
hay luz natural 24 horas al día.
Incorporar la condición insular para analizar la cuestión
es una tentación inevitable. Los países más cercanos son Groenlandia
y el Reino Unido y ninguno de ellos está a menos de unas dos
horas de avión. Permanece sumido en la oscuridad varios meses
al año. Los islandeses viven en los límites del mundo habitable.
Presumimos, pues, que se trata de personas herméticas o desconfiadas,
retraídas o ensimismadas. Sería un error. El optimismo es
consustancial a su naturaleza. Ellos apuestan a que todo mejorará.
Extremadamente solidarios, superaron juntos catástrofes de
erupciones y también las económicas. Tal vez haya sido su
propia historia la que les inculcó, como una estrategia, los
beneficios de no rendirse.
Formalmente, el país no es laico. La Iglesia Evangélica Luterana
de Islandia es la religión oficial del Estado. La abrumadora
mayoría de los islandeses está bautizada. La Navidad es la
fiesta colectiva más importante y pueden encontrarse iglesias
en cualquier sitio. Ayudados por la inexistencia de árboles,
quienes recorren el país verán las típicas siluetas de las
torres puntiagudas de pequeñas capillas, a veces rodeadas
por la nada misma.
Descontamos que todos o casi todos son muy devotos.
Otro error. Este año, la Asociación de ética Humana de Islandia
dio a conocer una encuesta que arrojó curiosos resultados.
Sólo el 4,4 % de los islandeses se autodefine como religioso,
es decir que además de creer en Dios van a misa y participan
de otras actividades eclesiásticas. El 77 % valida la teoría
del Big Bang como origen del mundo. Pero lo realmente extraordinario
fueron los resultados entre menores de 25 años. Ninguno de
ellos, es decir, el 0% manifestó creer que Dios creó el mundo.
No van contra ninguna religión, pero ya casi
no hay creyentes. Se creía que los terremotos o volcanes eran
castigos divinos, pero hoy saben cómo funcionan las cosas.
Es probable entonces que Islandia sea el país en tener la
primera generación totalmente atea del planeta. Eso sí, un
10% de los islandeses dice creer en la existencia de elfos,
troles y duendes.
RAZONES PARA IR A ISLANDIA
- Islandia Tierra de Hielo y Fuego.
- Islandia es un país de ensueño. Islandia
es tan increíble que parece que estás en otro planeta.
- El país más seguro del mundo. Naturaleza
pura y salvaje.
- Capital Cosmopolita. Paisajes de Película.
Singular gastronomía.
- Baños geotérmicos. Mínima contaminación.
- Aurora Boreal. Fauna accesible. Tierra
de duendes.
En Islandia se pueden vivir las 4 estaciones
del año en un solo día.
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A su vez, los islandeses son fanáticos de la
familia. Los espacios de sociabilidad son intraparientes.
Los bautismos, graduaciones, cumpleaños y aniversarios son
siempre motivo para reunirse. Y no es fácil integrarse a ese
grupo si alguien no está relacionado, aunque sea políticamente.
Son en ese sentido tremendamente tradicionales. A la vez,
y sin contradicción alguna, están a la cabeza de los nacimientos
fuera del matrimonio. El 67% de los niños islandeses son hijos
de madres solteras. Lo frecuente es que las jóvenes queden
embarazadas a muy temprana edad. Y esa realidad se toma de
manera absolutamente natural. Los niños crecen cuidados por
los padres con la ayuda de sus abuelos. Las familias son ensambladas:
los tuyos, los míos y los nuestros.
La capital islandesa es un perfecto ejemplo de que ciudad
y contaminación no siempre son sinónimos. Su casi completa
utilización de energías renovables, su alta actividad
geotérmica y su mínimo uso de combustibles fósiles en
el suministro de energía para la electricidad (0,1%),
así como la construcción de cientos de kilómetros de ciclovías
y la promoción exhaustiva del uso del transporte público,
entre otras cosas, le han otorgado en los últimos años
el título de la ciudad más verde del mundo. Todas sus
políticas apuntan a la emisión de cero de gases de efecto
invernadero para el año 2040. |
Otro dato curioso: la población, unos 320 mil
en total, cuenta con una aplicación, sólo para islandeses,
que puede ser bajada en sus moviles, llamada íslendingabók,
con la información genealógica de todos los habitantes y que
se remonta a 1200 años. Con ella, cualquiera puede constatar
el grado de parentesco que tiene con quien desea relacionarse.
Un país sin inmigración significativa y con una población
reducida que desciende de un puñado de vikingos asentados
en el S. IX mira a la endogamia como una amenaza. En qué momento
usan esa aplicación y cómo frenan sus pulsiones en caso de
alarma roja queda para la alcoba.
La isla está inmediatamente debajo del Círculo
Polar Ártico, el mayor atractivo de la zona para los visitantes.
Es uno de los países con mayor tasa de divorcios.
Sexualmente son muy liberales. Nos lo dice la escritora Alda
Sigmundsdóttir: si una chica y un chico se conocen puede que
vayan a tomar un helado. Probablemente regresen juntos a casa,
duerman juntos y al día siguiente estimen si de verdad se
gustan. Si ese es el caso, posiblemente vayan al cine y eventualmente
tengan un niño, empezarán a vivir juntos y tal vez se casen.
Probablemente, todo en ese orden.
No puede dejar de mencionarse que en Laugavegur,
la calle principal del centro de Reikiavik, en un importante
edificio funciona The Icelandic Phallological Museum (o Faloteca
Nacional de Islandia), es decir el único museo del mundo dedicado
íntegramente al pene, indistintamente de personas o animales.
La tienda de suvenires no tiene desperdicio.
El magnífico Museo Nacional permite disfrutar
de su extraordinaria colección de la historia de Islandia.
El índice de alfabetización alcanza al 99,05%
de sus habitantes. Y el 75% de la población adulta completó
sus estudios universitarios entre los 25 y los 28 años. La
mínima existencia de inmigrantes y la escasa población hace
que los trabajos más modestos sean muchas veces ejercidos
por profesionales.
El problema, es que todos se diploman, pero
no siempre en las carreras que el país necesita. No hay carpinteros
ni gente de servicio. Todos los estudiantes trabajan. Nadie
puede pensar en vacaciones en Tailandia. Islandia está a la
cabeza de cantidad de lectores en el mundo. El 85% de sus
habitantes lee y uno de cada diez ha publicado un libro. Además,
está primera en la lista de países con mayor porcentaje de
autores (escritores, músicos, etcétera). La industria editorial
tiene el récord mundial de producción de libros por habitante.
La literatura tiene aquí sus mayores devotos. Y los escritores
son adorados. Björk es el crédito islandés en el mundo por
su trascendencia en la música. Se crió en Reikiavik y muchos
la consideran la voz de Islandia. Otra celebridad es el campeón
mundial de ajedrez Bobby Fischer, a quien su país de nacimiento,
Estados Unidos, le quitó el pasaporte por cuentas pendientes
con la justicia. Islandia, donde murió a los 64 años, le había
otorgado la ciudadanía en agradecimiento por el encuentro
de 1972 con el ruso Boris Spassky, por el título mundial que
terminó ganando Fischer y que hizo mundialmente conocida a
Reikiavik.
Un inglés también es venerado aquí. En honor
a John Lennon, en 2007 se inauguró en la isla de Viðey la
Torre Imagina la Paz. Consiste en una torre de luz que se
enciende entre el 9 de octubre, día de su nacimiento y el
8 de diciembre, día en el que murió asesinado. La base del
monumento, de piedra blanca, tiene tallada la frase imagina
la paz en 24 idiomas.
Borges visitó tres veces la Isla y siempre exhibió
fascinación por las sagas, al punto que su viuda inscribió
en la piedra que marca su tumba la frase Hann tekr sverthit
Gram ok leggr í methal theiera bert (Tomó la espada Gram y
la colocó entre ellos desenvainada) que corresponde a la saga
Völsunga.
En el itinerario de doce días que puedes hacer por
la ruta que da vuelta por toda la isla y que se conoce
como Ring Road, un camino solitario, de pronto puedes
ver una casa con mesas afuera y un cartelito. Paras
y una señora de generosa sonrisa dice que sí, que podemos
tomar café. Hay una cafetera encendida. Ella señala
que podemos servirnos nosotros mismos. Mientras, nuestra
anfitriona teje mirando el paisaje a través de la ventana
y despreocupada por lo que hacemos nosotros. En el lugar
hay varios suéteres a la venta.
El café es en realidad parte de una granja en la que
se crían ovejas. Muchos alumnos de escuelas primarias
visitan el lugar, que se llama Bjarteyjarsandur, para
tomar contacto con lo que es un negocio en el campo.
Quizás te muestren el establo donde las ovejas
tienen a sus crías. Un verdadero salto en el programa
que los viajeros tienen sin previsión alguna y que resultan
los más estimulantes del viaje.
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Unos 25 kilómetros al norte de Husavic, Aðalgeir
Egilsson, que supera las 80 primaveras, habilitó en su propiedad
un museo costumbrista (el Mánárbakki Folk Museum) sobre épocas
islandesas ya pasadas. Transportó una casa de dos plantas
y la llenó de ropa, muebles y enseres del pasado. Lo mismo
hizo con dos pequeñas casas, esas de las llamadas turf houses,
construidas ahora, pero con técnicas antiguas. Su carácter
ayudó con su obsesión de coleccionista compulsivo. Cajas de
fósforos, máquinas de lavar antiguas, postales ...
Pasé ocasionalmente frente a la prisión de Litla-Hraun,
cerca de Eyarbakki en el sur de Islandia. Se supone que es
la prisión más grande del país. Sólo se veía un pabellón bien
mantenido y un gran patio cercado por alambre tejido. No hace
falta más. Es el país con menos cantidad de presos por habitante.
Una media de 147.
No es difícil sacar alguna conclusión del porqué.
Una sociedad con escasas tensiones sociales gracias a sus
índices igualitarios. El 97% de la población se considera
a sí misma como de clase media. Hasta 1989, la ley seca que
regía en Islandia prohibía el consumo de cerveza. Hoy el alcohol
no está prohibido, pero es carísimo, razón por la cual en
el Aeropuerto Internacional de Reikiavik, donde se vende alcohol
sin impuestos, las góndolas con botellas son interminables.
Tampoco es posible comprar alcohol en otro lugar que no sea
la cadena estatal llamada Vínbúðin, y para eso hay que tener
más de 20 años. De todas maneras, no es difícil ver, particularmente
los fines de semana, gente tomando copas, aunque raramente
provocando disturbios.
Es también el país de mayor consumo de marihuana
per cápita. De los 320 mil habitantes, 55 mil fuman cannabis.
Detrás vienen Nueva Zelanda, Canadá, Holanda y los Estados
Unidos. No es legal, pero quienes cultivan marihuana sólo
son multados. Nadie va a prisión por eso, salvo que exceda
los límites del consumo y alcance una escala de negocio.
Absolutamente blanca es la imagen que arroja
una foto satelital de Islandia tomada durante el invierno.
El hielo y la nieve lo cubren todo. Apenas una mínima extensión
de tierra en el Sur, en los alrededores de Reikiavik, se salva
del manto blanco. Claro, la isla está inmediatamente debajo
del Círculo Polar Ártico. Sin embargo, no es tan frío como
parece. El secreto es que la alcanza la corriente del Golfo
(alimentada por las corrientes de Florida, Yucatán y la corriente
atlántica del Golfo de México), lo que le confiere un clima
oceánico, es decir templado.
Cuando el avión aterriza en Keflavik, es normal
pensar que Islandia está sobrevalorada. Hay que recorrer 50
km por un extraño secarral hasta alcanzar Reikiavik, una capital
a simple vista bastante pueblerina. El viajero puede llegar
a pensar que se ha equivocado de destino. Aunque se encuentre
con uno de los 22 días soleados que se dan cada año, cuesta
entender por qué John Carlin cree que Islandia es El mejor
país del mundo. Pero la primera impresión dura poco. Enseguida
habrá que echar mano de nuestros mejores calificativos porque
los vamos va a necesitar todos. Quien viaja a Islandia no
puede parar de repetir maravilloso, increíble, grandioso,
alucinante …
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Por comparar, Islandia tiene una superficie
equivalente a Andalucía más la Comunidad Valenciana, aproximadamente,
pero parece inabarcable porque es muy montañosa y su litoral
de 5.000 km con puntillas resulta lento de recorrer. El 14
por ciento de la isla está ocupado por glaciares, entre ellos
el más grande de Europa, el Vatnajökull, de 150 km de ancho
por unos 100 km de largo (mirándolo de sur a norte). Un glaciar
es algo que algunos no vemos todos los días, espectacular.
Solo el 23 por ciento de Islandia tiene vegetación. Esto hace
que, a primera vista, parezca un lugar desolado si no se tienen
en cuenta las praderas verdes con muchas ovejas, bastantes
caballos y algunas vacas.
Una vez aceptado que la belleza no solo está
en los bosques, es fácil no echarlos de menos porque todo
es prodigioso en esta isla volcánica: cada montaña, valle,
campo de lava, acantilado, fiordo, playa… y también esas cascadas
que nunca se acaban.
“Todo el mundo tiene un libro en su estómago”,
dicen los islandeses. Y, desde luego, ellos lo tienen: son
el país con más escritores del mundo, con más libros publicados
y más libros leídos (en las medias por habitante). En este
país, el de las sagas medievales, la literatura no es cualquier
cosa. Aquí los escritores reciben un sueldo del Estado para
que escriban tranquilamente. Y se calcula que una de cada
diez personas publicará algo a lo largo de su vida. El 93%
de la población lee al menos un libro al año, y más de la
mitad compra al menos ocho títulos, lo que hace que las ventas
proporcionales –sobre todo, las de novela negra– sean mucho
más altas que las de sus vecinos escandinavos.
Si bien, como apunta el pintor y novelista Hallgrímur
Helgason (Reikiavik, 1959) –autor de 101 Reikiavik (RBA) y
La mujer a mil grados (Lumen/62)– “tenemos muchas horas de
oscuridad –en enero algunas zonas cuentan con solo tres horas
de sol–, afuera hace mucho frío y algo hay que hacer” , existen
muchas causas que explican el papel central de la lectura
en la cultura islandesa.
Los dos libreros de Bókin en su mítico establecimiento
de Reikiavik, donde el desorden es sólo aparente.
Jón Kalman Stefánsson (Reikiavik, 1963) publicó
El corazón del hombre (Salamandra), novela que cierra su llamada
Trilogía del muchacho, protagonizada por un personaje innominado,
“el muchacho”, que se deslumbra ante las bibliotecas llenas
de libros de las casas de los ricos e identifica no solo la
sabiduría, sino la riqueza, con la presencia de libros. Jón
Kalman (en Islandia no hay apellidos, sino patronímicos, es
decir, Stefánsson solo nos dice cómo se llamaba su padre)
apunta, asimismo, que vive en nosotros, desde tiempos remotos,
la creencia en el poder de la palabra. Hoy vivimos inundados
de palabras y, de entre todo ese alud, debemos esforzarnos
por distinguir aquellas que realmente dicen algo. Estamos
convencidos de que, sin la palabra, no existiría siquiera
la vida. En el Génesis, Dios tuvo que usar palabras para que
se hiciera la luz. Puedes pasar de ser feliz a infeliz solo
por palabras. Aquellos que escriben deben tener fe en el poder
antiguo de las palabras, sobreponerse a las dudas que a todos
nos atraviesan a veces.
En estos momentos, unos 70 escritores islandeses
están cobrando un sueldo, por un período que puede ser de
tres, seis, nueve meses o un año y en algunos casos excepcionales
alargarse hasta los dos años. De esos 70, solamente quince
lo cobran durante un año o más. Cuando las ayudas empezaron,
a mediados de los años setenta, se equipararon al salario
de un profesor universitario, pero ahora equivalen al de un
camarero, según los estándares del país: son 3.230 euros brutos,
que se quedan –tras el pago de los elevados impuestos– en
unos 2.400 euros netos. Sus perceptores no son estudiantes
o aprendices, sino escritores profesionales “que suman a este
dinero los ingresos por sus derechos de autor”, aclara Ragnheidur
Tryggvadottir, secretaria de la Asociación de Escritores,
que añade: “Es la base que permite su profesionalización”.
Prácticamente todos los escritores del país –salvo el superventas
internacional Arnaldur Indriðason, que ha vendido millones
de ejemplares de sus traducciones– lo han disfrutado en alguna
ocasión.
Audur Ava Ólafsdóttir en la terraza del Café
Haití de Reikiavik, junto a un ejemplar de su novela, 'Cicatriz'.
La explicación es que es imposible subsistir
viviendo solo de las ventas de tus libros en un país de 320.000
habitantes. Arnaldur, el número 1, es el único que alcanza
los 20.000 ejemplares vendidos. Los autores cobran, en todo
el mundo, un 10% del precio de cada libro. Aquí, un título
de gran éxito es el que llega a las 3.000 copias –el equivalente
a 460.000 en España–. Si el libro cuesta, pongamos, 20 euros,
el autor solamente ingresaría 6.000 euros –menos los elevados
impuestos– por el trabajo de varios años. “Se hace imprescindible
la ayuda estatal”, opina Guðrún Vilmundardóttir, la editora
de Jón Kalman y Auður Ava Olafsdóttir en Benedikt, uno de
los nuevos sellos que han nacido últimamente, en este caso
como una escisión de Bjartur-Veröld, la segunda editorial
del país. “Sin ayudas, solo podrían vivir dos autores, a lo
sumo tres”, aclara a su vez Úa Matthíasdóttir, directora literaria
de Forlagið, la primera editorial en tamaño, para quien “la
identidad islandesa está muy ligada a la literatura y la lengua
y, si queremos conservarla, hemos de producir libros islandeses
interesantes”. “¡Necesitamos poetas, ensayistas, narradores!”,
clama Ragnheidur.
La secretaria de la Asociación de Escritores
puntualiza que “muchas de las peticiones, la mayoría, son
rechazadas”. El comité que decide a quién se destinan los
fondos está formado por tres académicos de la universidad,
que a su vez escogen a otras tres personas. “Antes había miembros
de la asociación directamente, pero hubo críticas porque en
ocasiones miembros de la junta solicitaban las ayudas para
sí mismos, y hace un año cambiamos el sistema. No se hacen
público los nombres del jurado hasta que no han emitido su
veredicto”. En su solicitud, cada escritor debe explicar razonadamente
el proyecto en el que está trabajando, el tiempo que necesita
para finalizarlo y otros detalles. Es un sistema radicalmente
diferente al fenecido suport genèric que hubo en su día en
Catalunya, que consistía en que el Govern compraba ejemplares
de los libros publicados en catalán, lo que no distinguía
entre buenos y malos proyectos.
Ragnheidur Tryggvadottir, secretaria de la Asociación
de Escritores Islandeses, en la sede de la institución, que
participa en la concesión de ayudas a los creadores.
Al principio, existía un consenso social sobre
la necesidad de subvencionar a los escritores. Sin embargo,
la crisis económica del 2008 hizo que cerraran muchas editoriales
y que brotaran algunas críticas –“sobre todo en la prensa
sensacionalista”, apunta Guðrún– y “algunas personas se preguntaron
en público por qué los escritores debían cobrar un sueldo,
es un tema fácilmente manipulable, se dice que hay problemas
con las residencias de ancianos y que el dinero va a los escritores,
pero es falso porque son cantidades muy distintas”, explica
Úa. Incluso hubo algún escritor, como el guionista Stefán
Máni, que se opuso públicamente al mecanismo. Las encuestas
más recientes señalan que un 54% de los islandeses todavía
apoya este sistema único en el mundo, aunque los que se oponen
superan el 40%. Por partidos, solo los votantes del derechista
Partido de la Independencia y los liberales del Partido Progresista
preferirían acabar con estas subvenciones –aunque la cúpula
del primero, hoy en el gobierno, no está por la labor– mientras
que en los otros cuatro partidos del parlamento –socialdemócratas,
verdes, Futuro Luminoso y Partido Pirata– hay una amplísima
mayoría a favor del sueldo por escribir.
Helgason, de hecho, tilda de “thatcheristas”
a los que critican estos salarios temporales. Y los editores
extranjeros se preguntan: ¿sería posible un sistema similar
en un país más grande?
La riqueza de la literatura que viene de Islandia
es difícilmente cuestionable. Junto a autores de novela negra
comercial –como Arnaldur o Yrsa Sigurðardóttir– encontramos,
entre los traducidos al español y catalán, la revisión entre
lírica y épica de los relatos de marineros que realiza Jón
Kalman, una suerte de realismo mágico isleño; o los personajes
rabiosamente contemporáneos de Auður Ava –hombres sensibles,
nuevas familias, mujeres que encaran naufragios sentimentales–
; las singulares visiones histórico-vanguardistas de Sjón
–también letrista de Björk–; o a todo un clásico en vida como
Guðbergur Bergsson (Grindavík, 1932) , que obtuvo en el 2004
el premio escandinavo de la Academia Sueca, considerado el
pequeño Nobel. En su piso frente al impresionante y gélido
mar de la capital, el siempre punzante Guðbergur nos dice
que la literatura islandesa actual “no me interesa en especial,
no son escritores muy originales, es como un remake de autores
que ya existieron, los hay que siguen en el siglo XIX con
la dura vida de los pescadores”. Bergsson recuerda la década
de los ochenta en España, donde vivía junto a su pareja, el
editor Jaime Salinas, y dice que “también el gobierno español
había tenido ayudas a la creación, es algo normal. Esto empezó
en Escandinavia para que los escritores vivieran decentemente.
En el siglo XIX, el mismo Hans Christian Andersen recibió
una subvención del rey que le permitió iniciar sus viajes
por Europa”.
Úa-Hólmfríður Matthíasdóttir, directora literaria
de Forlagid, la principal editorial del país, en la sede de
su empresa en el centro de Reikiavik.
Auður Ava Ólafsdóttir (Reikiavic, 1958), autora
de éxito internacional con obras como Rosa candida, La mujer
es una isla o Excepción (todas en Alfaguara) también se beneficia
de las ayudas. “En mi caso, trabajaba como profesora en la
universidad, y lo he dejado después de veinte años para lanzarme
al vacío, para ser escritora a tiempo completo. Es una ayuda
que sirve para que la gente se atreva a tomar esos pasos.
Nuestro mercado es muy pequeño. La sociedad recibe luego diez
veces más de lo que ha dado”. Un estudio del profesor Ágúst
Einarsson, de la universidad de Bifröst, estima que la industria
editorial supone el 1,5% de la economía nacional, según datos
del 2014. En cualquier caso, desde que el país se independizó
de Dinamarca en 1944, la lengua islandesa –frente a la danesa
y el inglés, que hoy todos hablan– es el eje de la identidad
nacional, y el premio Nobel a Halldór Laxness en 1955 disparó
la autoestima literaria del joven Estado.
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Algunos estudios apuntan la posibilidad de que
el islandés acabe extinguiéndose. Contra esa posibilidad se
erigen también las subvenciones. La editora Úa revela que
“muchos niños islandeses están leyendo en inglés porque, por
ejemplo, no pueden esperar a que se traduzca el nuevo Harry
Potter. Nuestra obligación es que con los libros no acabe
sucediendo como con los videojuegos”.
La sede de la asociación de escritores en Reikiavik
es la antigua casa del escritor Gunnar Gunnarsson, fallecido
en 1975. Allí, encima del sótano donde se alojan escritores
de otros países –que vienen becados a escribir libros sobre
Islandia– Ragnheidur detalla la historia“del apoyo a los escritores:
“En los años 70, el parlamento aprobó una ley sobre subvenciones.
Durante muchos años hubo fuertes presiones de otros artistas
para poder tener también salarios y, finalmente, en 1992,
se aprobó la ley todavía vigente, que extiende esos sueldos
a otras categorías de creadores. Originalmente eran tres:
escritores, artistas plásticos y compositores. Más tarde se
le añadieron fotógrafos, músicos y diseñadores, y esas son
las seis categorías actuales. Las condiciones varían en cada
caso: para los escritores tenemos un total de 555 mensualidades,
a distribuir entre todos ellos, en períodos que van de los
tres meses a los dos años”. ¿Se exige a los escritores subvencionados
que presenten luego el libro que hayan escrito? “No. No se
les paga por un libro, sino para que trabajen, al finalizar
deben presentar una declaración detallada donde explican lo
que han estado haciendo y, si no la presentan, no pueden solicitar
jamás un nuevo salario”.
Típica casa de turba islandesa con un ‘gafli’
de madera.
Antiguos cuentos populares hablan de los álfar
y los huldufólk - dos términos que significan respectivamente
“elfos” y “gente oculta”, y que se utilizan de forma más o
menos indistinta. Se refieren a un mismo tipo de seres: criaturas
que viven ocultas en un mundo paralelo al de los mortales,
y casi siempre invisibles a nuestros ojos. Para los extranjeros,
el término “elfos” probablemente evoca una imagen muy diferente
de la que tienen en mente los islandeses cuando oyen hablar
de los “álfar”: cierta especie de ser diminuto de orejas puntiagudas,
que puede ser verde o de otro color. Los álfar del folklore
islandés, sin embargo, presentan un aspecto bastante diferente:
altos y regios, visten finas ropas, y sus hogares son opulentos
y están llenos de tapices y ornamentos de oro y plata. Son
similares a los elfos de la Tierra Media de Tolkien, aunque
no tienen las orejas puntiagudas. Los álfar poseían asimismo
grandes poderes. La gente oculta se aparece con frecuencia
a los humanos en sueños, a menudo cuando necesitan su ayuda.
Muchos relatos nos hablan de mujeres de la “gente oculta”
que se ponen de parto y reciben la asistencia de una mujer
mortal al dar a luz. Si la mujer mortal hace lo que le pide
el ser del otro mundo (a menudo el marido de la mujer de la
“gente oculta” que está de parto), su vida mejora invariablemente.
Sus cosechas son abundantes, sus hijos crecen fuertes y la
buena fortuna impregna todos los aspectos de su vida. Sin
embargo, si la mujer mortal rehúsa prestar su ayuda al ser
del otro mundo, su vida se tuerce, y a menudo acaba sus días
sola y desamparada. En otras palabras, la gente oculta tenía
el poder de favorecer o perjudicar el destino de un ser humano.
De todos modos, ésta no era la única forma en
que las historias de la gente oculta servían a los antiguos
islandeses para hacer más llevadera su sacrificada vida. También
les ayudaban a enfrentarse a la pérdida y la tristeza. En
muchos de los relatos de la gente oculta, los seres del otro
mundo raptan a niños mortales y se los llevan hasta su mundo
paralelo, donde los crían convenientemente. Algunos expertos
creen, no obstante, que estas historias encierran un trágico
significado. Muchos niños de la antigua Islandia se perdían.
Quizás sus padres no podían tenerlos vigilados constantemente
—después de todo, la gente podía trabajar por aquel entonces
hasta 18 horas en un día de verano, intentando sacarle el
máximo partido a esta corta estación, y se dejaba a los niños
más o menos a su aire. En ocasiones los propios niños participaban
en las labores del campo, a menudo solos, ya que a veces se
les ponía a trabajar a partir de los cinco años. Fuera cual
fuera la causa, a menudo se perdían, y teniendo en cuenta
los peligros del paisaje islandés, no resulta difícil imaginar
que los accidentes eran frecuentes, muriendo en ocasiones
ahogados en ríos, despeñados en algún acantilado o tras caer
en alguna profunda grieta creada por la lava.
¿Cómo se enfrentan unos padres al dolor por
la pérdida de un hijo cuando no existe privacidad, cuando
uno convive hasta con diez personas más en una pequeña
habitación. Quizás se decían a sí mismos que el niño se había
ido a vivir al ‘mundo oculto’, donde alguien cuidaría bien
de él (o de ella). Algunos relatos de la gente oculta eran
probablemente una forma de ayudar a la gente a superar su
dolor por la pérdida de un hijo.
Otro elemento habitual en las historias de la
gente oculta es el de las relaciones románticas y sexuales
entre mujeres mortales y hombres del otro mundo, a quienes
se llamaba ljúflingar, literalmente, “hombres amables”. En
estos relatos, la mujer se encontraba muy a menudo trabajando
en un establo de montaña, llamados sel en islandés, una estructura
rudimentaria construida cerca de los pastos de montaña, a
una distancia considerable de las granjas. Aquí era donde
se guardaban las ovejas durante el verano, y las campesinas
a menudo se quedaban viviendo en este establo durante una
temporada, solas o acompañadas de alguno de sus hijos, quienes
las ayudaban a cuidar de las ovejas en los pastos, o incluso
acompañadas de más gente, dependiendo del tamaño de la granja.
La mujer era la encargada de ordeñar a las ovejas diariamente,
y de hacer mantequilla y skyr, un lácteo islandés similar
al yogur.
En estas narraciones, las mujeres a menudo se
enamoran de hombres del otro mundo, quedándose embarazadas
de ellos. Estos hombres suelen ser muy atentos con la mujer
durante su embarazo, las asisten en el parto y finalmente
se llevan al niño para criarlo en el mundo oculto. Como toque
final, el hombre del otro mundo nunca consigue olvidar a la
mujer mortal, ni ella a él, por lo que su historia se acaba
convirtiendo en un amor atormentado y no correspondido.
A día de hoy, los expertos interpretan estos
relatos de muy diversas maneras. Una de ellas es que es posible
que desempeñaran una función similar a la de la novela rosa
o romántica en la actualidad, sirviendo como fantasías para
las mujeres solitarias que no conseguían casarse, ya que las
autoridades de la época ejercían restricciones tiránicas en
lo relacionado con los casamientos, y en estos casos los campesinos,
y más concretamente las campesinas, se encontraban decididamente
en desventaja. De este modo, las historias de amantes de otro
mundo podrían haber ayudado a las mujeres de la época a evadirse
de las duras condiciones de su vida real.
Grabado en el que se observa a un hombre saltando
al vacío en un precipicio mientras persigue a una mujer de
raza élfica. Ilustración de la leyenda islandesa de Hildur,
reina de los Elfos.
Existe sin embargo otra posible explicación,
más siniestra. Las mujeres que trabajaban en locales dedicados
al alojamiento eran a menudo víctimas de abusos sexuales,
ya fuera a manos de sus jefes o de campesinos de granjas cercanas.
Las leyes islandesas de la época imponían severas penas por
tener hijos fuera del matrimonio, por lo que las historias
de los ljúflingar podrían haber sido utilizadas en el pasado
para justificar embarazos no deseados. De forma aún más trágica
si cabe, el hecho de que el hombre del mundo oculto se llevara
al niño podría haber servido para encubrir casos de infanticidio,
un crimen tristemente frecuente en aquellos días, dadas las
consecuencias que conllevaban los nacimientos ilegítimos.
Los ejemplos expuestos en este artículo tienen poco que ver
con las noticias sensacionalistas de “islandeses que creen
en elfos” publicadas por los medios o por la industria turística
islandesa. De hecho, esta propaganda trivializa una trágica
y profunda realidad, pasando por alto además el importante
valor histórico y cultural que estas creencias ancestrales
atesoran para la nación islandesa.
Islandia dejó caer a sus bancos en 2008 porque resultaron
ser demasiado grandes para rescatarlos. El país sufrió,
además, la emigración más grande en 150 años. Pero la
economía se ha ido recuperando, en gran parte gracias
a la ayuda exterior del FMI, Rusia y de los países nórdicos,
a una industria pesquera pujante y a algunos polos industriales
exportadores.
Ninguna mujer volverá a cobrar menos salario que un
hombre en Islandia. El país nórdico, según la agencia
de noticias AP, es el primero en el mundo en obligar
a las empresas que demuestren que ofrecen el mismo salario
independientemente del género, la etnia, sexualidad
o nacionalidad del trabajado.
Partiendo de la bulliciosa Reykjavik,
paisajes
de otro mundo, glaciares árticos, cataratas impresionantes,
playas negras... La apabullante naturaleza islandesa.
Tenían una normativa que permitía matar
vascos. Una ley de 1615 permitía el asesinato de vascos
en el distrito de los Fiordos Occidentales de Islandia.
Se derogó en abril de 2015. La ley la promulgó el rey
danés Cristián IV y la hizo cumplir Ari Magnússon, jefe
de la región, para que sus vecinos persiguieran a los
balleneros vascos que acababan de sufrir un naufragio:
mataron a 32, la mayor masacre de la historia de Islandia.
No tiene Ejército. La importancia estratégica
militar de Islandia destaca al echar un simple vistazo
al mapa y, sin embargo, es el único país de la OTAN
que no posee fuerza militar propia.
Y una curiosidad: Reykjavik, la capital,
cuenta con un museo del pene. Aquello empezó como una
broma y ahora se ha convertido en el museo de penes
más grande del mundo.
Islandia es uno de los cinco países de
Europa que no tienen ni un solo McDonald's en sus calles.
En el país de los volcanes, desiertos, montañas y glaciares,
cerró el último establecimiento de comida rápida de
la cadena estadounidense en 2009. Pero eso no quiere
decir que sus hamburguesas hayan desaparecido de la
isla: queda una, incorrupta. En un albergue de Snotra
House, en Þykkvibær, al sur del territorio, se guarda
la reliquia culinaria en una vitrina: una hamburguesa
con queso acompañada de un paquete de patatas fritas.
Cualquiera pensaría que esos alimentos están ya más
que podridos después de una década. Todo lo contrario,
tanto las personas que acuden de todo el mundo al establecimiento,
como aquellos que se asoman a Internet (unas sorprendentes
400.000 conexiones diarias) pueden comprobar que ambos
productos aparentemente no han acusado el paso del tiempo.
Esta hamburguesa no es una hamburguesa
cualquiera, sino la última que se vendió en el país
de los volcanes y de los glaciares. La adquirió Hjörtur
Smarason, que había oído que los productos de la cadena
de comida rápida nunca se descomponían, según explicó
a AFP. Así, la guardó durante tres años en una bolsa
de plástico en su garaje. Pasó el tiempo, y nada parecía
haber alterado el estado de los alimentos. Después donó
el menú al museo nacional, que aseguró que no tenía
los medios para conservarlo, y se lo cedió a un albergue.
Poco después, acabó en una casa de huéspedes al sur
del país, donde se exhibe como un trofeo y un reclamo
publicitario, y donde ha permanecido los últimos años,
sin inmutarse.
Los responsables del establecimiento,
que se presenta como una casa acogedora en medio de
la nada y tiene en su web un epígrafe dedicado al menú
de McDonald's, destacan el interés internacional por
la última representante de la comida rápida islandesa,
muy visitada especialmente en verano. El responsable
de la casa de huépedes, Siggi Sigurdur, aseguró a la
BBC: "Es algo divertido verlo, pero te hace pensar en
lo que estás comiendo. No hay moho ni signos de deterioro,
solo el envoltorio parece viejo".
La diversidad de paisajes y su espectacularidad
han hecho que Islandia se haya convertido en un inmenso
plató de cine donde se ruedan las más extraordinarias
películas. La joya de la corona en cuanto a platós naturales
se refiere es Vatnajökull, una vasta zona blanca y montañosa
situada al sureste de Islandia formada por el glaciar
más grande de Europa. Vatnajökull está dentro del parque
natural nacional más grande de Europa, con una superficie
de 13.600 km². Aquí se han rodado películas como Tomb
Raider (2001), en la que se puede admirar laguna de
Jökulsárlon, o varias escenas de la saga James Bond,
entre ellas, Panorama para matar (1985) y Muere otro
día (2002). Y, cómo no, algunas de las más emocionantes
escenas de la serie Juegos de Tronos. Ésta se ha prodigado
por tierras islandesas y en sus distintas temporadas
ha elegido en varias ocasiones los paisajes de la isla
de "Tierra y Fuego" para ubicar las luchas por el Trono
de Hierro.
La belleza misteriosa de este paraje del
Parque Nacional de Vatnajökull, la ha convertido en
una de los escenarios preferidos para rodar películas
mágicas y de ciencia ficción como Batman Begins (2005).
Las tierras altas de Islandia tienen una
belleza singular definida por las montañas multicolor
de riolita y sus extensos campos de lava. Las formaciones
geológicas de alrededor están tintadas de tonos marrones,
rosados, verdes, azules, morados… El volcán Hekla, la
cascada Dettifoss y río Krossá son tres de sus grandes
atractivos, estos dos últimos aparecen en el filme Prometheus
de Ridley Scott (2012). También la secuela de Thor,
Thor 2 (2013), eligió este espectacular paisaje.
La vida secreta de Walter Mitty de Ben
Stiller (2013) fue grabada en gran parte en Islandia,
en lugares como la península de Snaefells, la cascada
Skógafoss, Vik y el Parque Nacional Vatnajökull. Skógafoss,
en el sur del país, es una de las visitas ineludibles
y una de las cascadas más bellas del mundo. Su estrepitosa
caída desde 60 metros de altura hace que siempre se
formen arco iris en la base.
La cuarta temporada de Juego de Tronos,
escogió el Parque Nacional Thingvellir, Patrimonio de
la Humanidad, como uno de los escenarios más importantes
de la serie. Aquí se estableció en el año 930 el Alþingi
– el parlamento nacional de Islandia– hasta 1798, que
se trasladó a Reikiavik. Ni que decir tiene que legiones
de fans repasan cada uno de los escenarios utilizados
en las numerosas ocasiones.
Para rodar la última versión de Viaje
al centro de la tierra (2008) se eligió este parque
que siempre ha sido considerado como una de las entradas
al centro de la Tierra de la famosa novela de Julio
Verne. El parque debe su nombre al glaciar Snæfellsjökull,
que es a la vez volcán. Está situado en en la alargada
península de Snaefellsnes, al oeste de la isla.
La península de Reykjanes es un
extenso campo de lava, plagado de fumarolas y géiseres,
alberga la llamada Laguna Azul, un inmenso spa geotérmico
cuyas aguas provienen de la central eléctrica de Svartsengi
y tienen una temperatura media de 37-39°C durante todo
el año. Cerca se halla la playa de Sandvik donde en
2006 se filmaron escenas de la película Banderas de
nuestros padres de Clint Eastwood.
El filme Oblivion (2013) con Morgan Freeman
y Tom Cruise fue rodada en numerosas localizaciones
de Islandia como Earl, en el sur de la isla, al que
sólo se puede acceder en helicóptero. También en la
zona de géiseres de Hveravellir, en la imagen, en torno
a los lagos de Torisvatn y en el cráter del volcán inactivo
de Hrossborg. "Islandia es absolutamente impresionante",
aseguró Tom Cruise, que había viajado por primera
vez a la isla volcánica para interprertar a Jack Harper,
un integrante de una operación destinada a extraer los
últimos recursos del planeta Tierra. "Es la belleza
de la desolación. Y encajaba muy bien con la estética
que buscaba para 'Oblivion'", explicó su director
Joseph Kiosinski. Además, la película se rodó durante
la época del sol de medianoche, en la que sol permanece
durante 24 horas: "Desde el punto de vista de un director
es una oportunidad asombrosa de trabajar incontables
horas con esa hermosa luz", aseguró Kiosinski.
Entre los diferentes países en los que
se llevó a cabo el rodaje del episodio VII de
Star Wars, dirigida por J.J. Abrams, destaca Islandia,
concretamente Langjökull, posiblemente por la apariencia
casi extraterrestre de este lugar. Islandia, conformado
por géiseres, glaciares, volcanes, acantilados y cascadas
se ha convertido, en esta cinta, en el lugar idóneo
para un encuentro ficticio con humanos y especies procedentes
de otros planetas pertenecientes a la República Galáctica.
Langjökull, el punto escogido para grabar, es el segundo
glaciar más grande de la isla y muestra un paisaje cubierto
de hielo y nieve donde reina el color blanco y tonos
de azules sutilmente diferentes. Pero este lugar no
es solo lo que se ve, sino también lo que se esconde,
porque en su interior se halla la primera cueva glaciar
del mundo, con 500 metros de largo y construido a 1.260
metros sobre el nivel del mar. 30 años después de El
retorno del Jedi la fuerza regresa a Islandia.
Campos de lava, rocas horadadas, acantilados
e impresionantes cascadas, extensísimas playas y zonas
verdes, glaciares y volcanes, la isla de “Hielo y Fuego”
alberga tanta belleza y es tan especial que es posible
ubicar en ella cualquier historia. Desde las disparatadas
aventuras de Tomb Raider y James Bond a la mítica recreación
de la novela de Julio Verne Viaje al centro de la Tierra.
Pero hay más, la popularísima serie de Juego de Tronos
debe buena parte de su credibilidad escénica a haber
sido rodada en Islandia. ¿dónde sino se hubiera podido
ubicar la tierra helada y hostil que se encuentra más
allá del Muro? Para ubicar con exactitud los escenarios
de película en Islandia existe una aplicación para móviles
llamada Iceland Film Locations, disponible para iPhone
y Android. Es una audio-vídeo-guía con mapas de Google
e imágenes que muestra las películas rodadas en territorio
islandés.
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Se conoce como Guerras del Bacalao (en islandés:
Þorskastríðin; en inglés: Cod Wars) a la serie de luchas principalmente
entre Islandia y el Reino Unido por los derechos de pesca,
la preservación ambiental y la protección de su economía en
el Atlántico Norte desde los años 1950 hasta los años 1970.
En la Primera Guerra del Bacalao se alcanza
un acuerdo entre el Reino Unido e Islandia donde el Reino
Unido acepta la anexión de Islandia, mientras que Islandia
se compromete a adoptar nuevas reclamaciones ante el tribunal
internacional en La Haya.
La primera guerra del bacalao tuvo lugar en
1958, cuando Islandia amplió de forma unilateral sus límites
jurisdiccionales pesqueros en ocho millas náuticas, pasando
de las cuatro que tenía entonces a las doce millas náuticas.
Los británicos no tardaron en protestar por aquella situación,
que consideraban un atentado contra su integridad y su sector
pesquero. Islandia tiene unos caladeros que se sitúan entre
los más ricos del mundo. La razón es que ahí confluyen las
corrientes cálidas del Atlántico centro con las corrientes
frías que bajan, precisamente por su temperatura, desde las
costas polares nórdicas, en una especia de corriente de convección.
Este hecho provoca un choque de aguas a diferente temperatura
que origina una cantidad descomunal de oxígeno, caldo de cultivo
éste para la existencia del plancton marino, que a su vez
es el principal alimento de muchas especies marinas. Debido
a esto, la ampliación de los límites pesqueros soberanos por
parte de Islandia desembocó en el inicio de este conflicto
internacional. La razón de su nombre fue que el bacalao es
la principal especie por las que ambas flotas pesqueras faenaban
en esos caladeros. La situación se calmó debido a que, en
realidad, la ampliación tampoco limitaba en gran medida las
faenas de los pesqueros británicos por lo que, en un primer
momento, los británicos aceptaron las imposiciones islandesas.
Refriega entre el HMS Scylla y el Odinn en la
Tercera Guerra del Bacalao.
En 1972, catorce años después del primer suceso,
los islandeses, presionados por la merma de los recursos pesqueros
y de sus caladeros, decidieron unilateralmente volver a ampliar
sus límites jurisdiccionales pesqueros hasta las 50 millas
náuticas, con lo que se generó un conflicto de mayores dimensiones.
Pese a la adversidad, los británicos lograron presionar diplomáticamente
a los islandeses para que concedieran la entrada de sus pesqueros
dentro de sus límites, en zonas concretas y bajo la promesa
de no superar la cifra de capturas anuales de 130 000 t de
bacalao. Dicho acuerdo tuvo una vigencia de dos años.
Durante 1974, los ricos caladeros islandeses
ya empezaban a sufrir una importante merma. A ello había que
sumarle que la economía islandesea era, por aquel entonces,
extremadamente dependiente del sector pesquero. En la actualidad
lo sigue siendo, pero en menor medida. Estos factores provocaron
que los islandeses rompieran el acuerdo firmado con los británicos
dos años antes. En 1975, Islandia fijó unos límites jurisdiccionales
pesqueros de exclusión de 200 millas náuticas. Tras el anuncio
desplegó seis barcos guardacostas y dos patrulleros de la
policía. Sin embargo, los pesqueros británicos habían recibido
permiso por parte de su gobierno de faenar dentro de ese límite.
Los islandeses optaron por romper las redes de pesca, tanto
por parte de las autoridades como por parte de los propios
pesqueros islandeses. El Reino Unido envió veintidós fragatas
de guerra que tenían la misión de proteger a sus cuarenta
pesqueros mientras faenaban. Durante las incursiones pesqueras
británicas dentro de los límites marcados por los islandeses,
hubo otros altercados entre guardacostas islandeses y fragatas
británicas. El argumento islandés se vio reforzado por la
celebración de una conferencia extraordinaria por parte de
las Naciones Unidas con objeto de revisar las Leyes del Mar
y de intentar poner fin al conflicto que se había desatado.
La conferencia concluyó dando su apoyo a la política de ampliación
de límites llevada a cabo por parte de Islandia. Hubo un factor
importante que jugó a favor de Islandia. En plena guerra fría,
la base militar de Keflavík, ocupada por la OTAN, era un emplazamiento
estratégico para controlar el tráfico de submarinos nucleares
soviéticos en el Atlántico Norte. Islandia clausuró la base
hasta que no se resolviera el altercado. La presión internacional
en contra de los británicos fue notable.
Expansión de la zona económica exclusiva de
Islandia.
Las guerras terminaron el 2 de julio de 1976
con la aceptación británica de las condiciones impuestas.
Con ellas, se redujo el número de pesqueros británicos autorizados
en los caladeros islandeses a un máximo de veinticuatro y
un límite de capturas anuales de 50 000 t, casi una tercera
parte de lo que venían capturando hasta entonces. La zona
económica exclusiva de 200 millas náuticas fue reconocida
internacionalmente el 14 de noviembre de 1994, luego de ser
acordadas en la tercera conferencia de la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del mar en 1982.
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Tres reportajes sobre la evolución política de
Islandia tras el estallido social en respuesta a la
crisis:
El país se negó a rescatar a la banca e investigó y
encarceló a políticos, lo que le convirtió en una referencia
en un clima de protesta internacional. Se pusieron en
marcha mecanismos participativos en Internet, partidos-sátira
que ganaron en la capital y experimentos de democracia
directa con desigual resultado.
La Constitución colaborativa que quería cambiar para
siempre las reglas del juego El gobierno acató las demandas
de la calle e impulsó un proceso constitucional dirigido
por la ciudadanía para reescribir la ley suprema del
país. El proyecto de ley resultante fue criticado por
su carácter "amplio y difuso" y careció del apoyo parlamentario
necesario para ser aprobado en 2013.
De cuando el Partido Pirata estuvo a punto de gobernar
un país. De las protestas por la crisis surgió una demanda
de partidos ciudadanos de carácter antiestablishment
y anticorrupción. Las encuestas llegaron a dar al Partido
'Pirata' un 43% del voto, pero en las elecciones generales
no obtuvieron los apoyos necesarios.
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