Con la llegada del Otoño el cuerpo necesita calor,
resguardarse del incipiente frío y cobijarse, por eso nos
conformamos con planes más sencillos, al calor de una chimenea
y con una bebida caliente.
El otoño es para muchos la estación de la melancolía, de
recordar ... Pero tambien es una fiesta de colores silvestres,
de abrigarse y dejarse llevar por los caminos, de paisajes
teñidos, naturaleza que se prepara para el frio.
En el bosque mas espeso o en las zonas verdes de las ciudades,
las bellas estampas que tenemos al alcance de la manos. Paisajes
de Europa donde es fácil sentirse como el mas rústico
de los seres humanos.
Foz de Arbayún, Navarra.
En la Sierra de Leyre, en un cañón escarpado que desafía
todas las leyes de la naturaleza posibles se encuentra la
Foz de Arbaiun, el tesoro de Navarra. 5,6 kilómetros de longitud
y paredes verticales de hasta 300 metros de altura. Esta es
la más impresionante de las gargantas navarras, la puerta
de entrada del Valle Salazar, que lleva el nombre del río
que lo atraviesa y que con el paso del tiempo ha ido esculpiendo
la piedra con la fuerza de sus aguas. Entre el torrente de
agua nace una rica vegetación de enebros, robles, pinos, fresnos...que
con el cambio de estación nos regalan imágenes como ésta.
En otoño se viste de cientos de colores, desde los verdes
más profundos hasta los naranjos y rojizos. Para disfrutar
de la Foz de Arabaiun puedes hacerlo desde el Mirador de Iso,
situado en la carretera NA-178, que va de Lumbier a Ezcároz.
Este es el balcón perfecto para asomarte a su belleza. Desde
él se pueden contemplar las colonias de buitres leonados que
habitan el lugar.
Parque Natural de Triglav, Eslovenia.
En la frontera entre Italia y Austria se encuentra
el Parque Natural de Triglav, el más antiguo de Europa, creado
en 1924, con 80.000 hectáreas de frondosos bosques que cambian
de color con la llegada del otoño. En los llamados Alpes julianos
hay tanta historia como exuberantes pinos y cascadas pues
fue donde se libró una de las batallas más cruentas de la
I Guerra Mundial, es por ese motivo que tiene un museo dedicado
en Kobarid, la ciudad también para amantes de los deportes
de aventura. Su cima a 2.864 m de altura, la más alta de todo
el bosque, es la que da nombre al parque. Uno de sus mayores
tesoros es el Valle Soca con su río de color verde esmeralda
que parece de cuento, o el Lago Bohinj (en la foto), un remanso
de paz y el más grande de toda Eslovenia. Agatha Christie
dijo de él que era demasiado bonito para un asesinato.
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido,
Huesca.
Huesca es la escapada otoñal por excelencia
porque tiene lo esencial para ello: pueblos con encanto, ya
sea Ainsa, Torla-Ordesa o Bestué, como naturaleza pura. A
pesar de lo que pueda parecer, la vegetación, esa que es muy
cambiante en otoño, se encuentra en los valles no en las zonas
altas del parque que son especialmente áridas. Una suerte
porque así todos podemos disfrutar de ella. La orografía del
Parque está dominada por el macizo de las Tres Sorores, el
calcáreo más alto de Europa. Su mayor elevación es el Monte
Perdido que cuenta con impresionantes valles glaciares y montañas;
mientras que el más característico es el Valle de Ordesa,
también destaca el Valle de Bujaruelo. Su ruta más popular
es la Cascada de Soaso o Cola de Caballo de 17,5 km en total,
que parte y llega a la Pradera de Ordesa. ¿Te animas a recorrerla?
Parque Natural de Thayatal, Austria.
Austria es un paraíso natural, el destino perfecto
si lo que quieres es ver cómo van dejando paso un estaciones
a otras. Thayatal, uno de los siete Parques Nacionales que
ocupan territorio austríaco, se encuentra en la Baja Austria.
Este paisaje fronterizo con la República Checa sorprende por
sus ríos curvilíneos, por sus ruinas y fortalezas entre la
vegetación salvaje. Se trata de uno de los parques mejor conservados
desde que en el año 2000 fuera declarado espacio protegido.
A pesar de ser el más pequeño de Austria con 1.300 hectáreas,
el Valle de Thayatal está formado por ríos caudalosos, lagos,
praderas silvestres y acantilados. Justo al lado se encuentra
la ciudad de Hardegg, fundada en 1290, tal y como su nombre
indica, es “una casa sólida en el bosque”. Hoy en día, uno
de sus principales monumentos es la fortificación, el Castillo
de Hardegg, construido en el siglo X.
Parque Natural de Plitvice, Croacia.
¿Parque Natural o paraíso del agua? Plitvice
(Nacionalni Park Plitvicka jezera) cuenta con 16 pequeños
lagos donde va a parar el agua de arroyos y cascadas, la mayor
de ellas de 75 metros de altura en caída libre. En ellos el
agua cambia de color constantemente y da vida a numerosas
especies endémicas. La cualidad única de este paisaje es su
bosque de hayedos, que conforma el 85% de sus 30.000 hectáreas;
el resto lo forman abetos y pinos. Este espacio natural declarado
Patrimonio Universal por la Unesco en 1979 se encuentra a
unos 450 km de la ciudad de Dubrovnik, pero resulta una excursión
imprescindible si visitas Croacia. Hay numerosos hoteles y
restaurantes en la zona para disfrutar del parque, al que
es normal dedicarle al menos dos días.
Schwarzwald o Selva Negra, Alemania.
La Selva Negra es uno de los pulmones verdes
de Alemania que se encuentra en la región de Baden-Wurtemberg.
La poblan lagos, pueblos de postal, castillos, casas de cuco
a tamaño real y frondosas y verdes montañas que cambian de
color en otoño. Hochschwarzwald, el "bosque negro", puede
ser el escenario perfecto de una escapada otoñal por varias
razones. Feldberg, Belchen, Schauinsland y Herzogenhorn, sus
montañas más altas, son todo un tesoro para amantes de la
naturaleza, el senderismo, alpinismo, etc., de hecho hay numerosas
rutas para recorrer este paisaje. Solo Feldberg, la primera
de ellas, alcanza los 1.493 m de altura, siendo el pico más
alto de las cadenas montañosas alemanas. Por su parte, Schluchsee
y Titisee son los lagos más grandes, y Dachsberg el municipio
rodeado de naturaleza ideal para los que buscan un retiro
de descanso.
Fageda d'en Jordà, Cataluña.
La Fageda d’en Jordà es un paraje muy peculiar
porque su inmenso hayedo nace sobre la colada de la lava del
Volcán Croscat, en un terreno llano donde sus árboles alcanzan
una altitud inusual en la Península Ibérica pues superan los
550 m. Su localización no es menos interesante... Este hayedo
centenario ocupa unas 4,8 hectáreas del Parque Natural de
la Garrotxa. En sus alrededores aparecen iglesias románicas,
fuentes naturales, pequeños pueblos y hasta 21 volcanes como
el de Santa Margarida. El otoño es la estación más popular
para la Fageda d’en Jordà, por ello hay que madrugar si se
quiere disfrutar de este paisaje “en la intimidad”. Existen
numerosas rutas de senderismo para recorrerla, la más significativa
es la circular que empieza en el Área de Can Serra (Gl-524
de Olot a Santa Pau), sigue por la Fageda hasta los volcanes
de Puig de la Costa, Volcà del Torrent y Volcà de Santa Margarida.
La ruta finaliza en el Volcá de Croscat. Es un itinerario
sencillo, que dispone de numerosos servicios desde alojamiento
a restaurantes.
Las Secuoyas del Monte Cabezón, Cantabria.
Cantabria es vida, ya sea para practicar baños
de bosque o una escapada en contacto con la tierra, siempre
sanará tu cuerpo y mente. Uno de los enclaves cántabros que
más energía desprende son las Secuoyas del Monte Cabezón,
monumento natural en el municipio de Cabezón de la Sal. Este
bosque es excepcional porque se trata de una especie americana
poco común en Cantabria y en España. Sus principales características
son su longevidad -alza tu vista, estos árboles tienen un
millar de años-, y su rápido crecimiento, en sus primeros
cuatro años de vida pueden crecer hasta 1,80 m anuales. Además
la Sequoia Sempervirens florece al final del invierno, sus
piñas verdes se convierte en rojizas cuando llega el otoño,
creando un paisaje único. Para llegar hasta él debes dirigirte
hasta el pueblo de Comillas y desde allí tomar algunas de
las rutas de senderismo indicadas.
Lago Balatón, Hungria.
El lago más grande del centro de Europa es también
el lugar preferido de los húngaros para pasar sus vacaciones
estivales. El lago se alimenta de las aguas del río Zala y
en la orilla norte se divisan pequeñas montañas en cuyas laderas
encontrarás los mejores viñedos de Hungría. Durante el verano,
las playas artificiales, de arena, y las naturales, de rocas
y hierba, se llenan de gente con ganas de pescar, nadar, hacer
‘windsurf’ o surcar las aguas en lancha motora. Por la noche,
la fiesta no tiene fin en los bares y discotecas de la villa
de Siófok. Eso sí, si quieres disfrutar de un buen festival
de música electrónica, mejor que te alojes en Zamárdi, lugar
donde se celebra el Balaton Sound desde el 2007.
Islas Lofoten, Noruega.
¿Por qué viajar a las Islas Lofoten de Noruega
en otoño? Por muchas razones de peso: el clima es frío pero
no demasiado, no hay tantos turistas como en verano y sus
paisajes cambian del verde al naranja, amarillo y rojizo.
En pocos lugares la naturaleza es extremadamente bella y llena
de contrastes: montañas, fiordos, pueblos pesqueros, islas
y hasta incluso playas -imagina una playa noruega en otoño-.
Antes de que el invierno apague la luz del país (literalmente)
debes ver sus auroras boreales, tomar una taza de café compartiendo
el momento, pues los noruegos son muy aficionados a ello,
o hacer una ruta de senderismo por la montaña Glomtind. ¿O
que tal un road trip por sus carreteras y pueblos? Henningsvaer
es uno de los más bonitos, perfecto para una buena cata de
mariscos y pescado fresco.
Breenhold Gardens, Australia.
Breenhold Gardens comprende 45 hectáreas de
exuberantes jardines, zonas verdes y matorrales nativos. En
los últimos 40 años se han plantado varios miles de árboles
exóticos e indígenas y arbustos en flor. Las variedades del
hemisferio norte se mezclan con helechos nativos y eucaliptos.
Seis jardines individuales con paredes de piedra, varios con
piscinas, son puntos de interés en Breenhold. Una serie
de cortavientos de bosque de pinos que se extienden a lo largo
de un kilómetro adyacente al Parque Nacional brindan protección
contra los ocasionales vientos de alta montaña. Esta área
exterior presenta una serie de senderos de arbustos en terrazas
y caminatas por el bosque que contrastan con los jardines
más formales en la meseta de arriba. También hay impresionantes
vistas sobre el adyacente Parque Nacional Blue Mountains desde
varios miradores de Breenhold.
Lago Blausee, Suiza.
El lago de un azul intenso y cristalino es de
cuento y perfecto para hacer fotos. Los niños pasarán también
un buen rato tirando pan a los peces, que sin ningún miedo
se acercan al acecho del festín. Con columpios y toboganes,
los pequeños podrán desfogarse mientras sus padres preparan
una suculenta y sabrosa barbacoa en los grills que hay dispuestos
para ello. Encontraréis contenedores con madera y papel de
periódico para encender fuego en un momento. Eso sí, acordaros
de llevar mechero o cerillas.
Las mesas estratégicamente colocadas alrededor
del lago, facilitan mucho la comida sin dejar de controlar
a los más pequeños. El parque queda delimitado por el río
Kander y por el puente que lo salva. A partir de aquí para
los más activos se pueden hacer caminatas hasta Frutigen o
Kandersteg, los pueblos entre los que está ubicado el Blausee.
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