Con el fin del verano, la sequedad del estío se ve sustituida
por las temperaturas suaves y las lluvias de la tercera estación
del año. Un tiempo en el que el paisaje muta, cambiando los
árboles de hoja caduca su habitual verde por el ocre. Las
zonas boscosas y fluviales adquieren un aspecto espectacular
que da para aprovechar los muchos puentes que trae consigo
la época otoñal.
13 valles de España para hacer una escapada en otoño. Espacios
de gran belleza que van de Ordesa a los Picos de Europa, pasando
Málaga y el entorno de Guadarrama.
Valle del Genal, Málaga.
En el extremo sur de la Península ibérica aguarda el valle
del Genal. Se origina en la sierra de Ronda, concretamente
en Igualeja. Durante su camino hasta desembocar en el Guadiaro
deja bellas estampas protagonizadas por castaños, que son
los que en otoño aportan la clásica paleta de ocres. Como
complemento, multitud de riscos trufan el serpenteante y sombrío
recorrido de este valle de Málaga.
Vall de Boí, Lleida.
La comarca de la Alta Ribagorza es donde se
ubica este espacio asociado al río Noguera de Tor. De nuevo
está en el Pirineo, en este caso en Lleida, muy cerca del
también célebre valle de Arán. Se trata de un lugar ideal
para una escapada de otoño gracias a su combinación de vega
y montaña. Su origen glaciar hace que los desniveles sean
grandes y que posea multitud de pequeños lagos. El vall de
Sant Martí y el vall de Sant Nicolau son parte del complejo
del también conocido como valle del Bohí. Ambos comparten
la belleza con el principal. En todos ellos, además, hay una
gran riqueza arquitectónica. El estilo predominante en sus
estructuras religiosas es el románico lombardo, como el de
Santa Eulalia de Erill-la-Vall. Por si fuera poco, el vall
de Boí parte de su territorio está incluido en el impresionante
Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.
Valle de Ordesa, Huesca.
El río Arazas da forma a uno de los enclaves
más espectaculares del país. Se trata del valle de Ordesa,
en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Precisamente
desde este último bajan las aguas de esta vía fluvial. En
su camino se despliega una incomparable unión de macizos montañosos
y exuberante vegetación. Tal entorno teñido de ocre es el
protagonista perfecto para un viaje de otoño. Como base se
puede usar Torla o Fanlo. Los cercanos valles de Añisclo,
Pineta y Escuaín también forman parte del Parque Nacional.
Sin embargo, fue el valle de Ordesa el que motivó su creación
en 1918. Un lugar idílico en el que disfrutar de hayedos,
cascadas y montes. Pirineos en estado puro justo antes de
que el invierno haga acto de presencia.
Valle del río Medio, Asturias.
El siguiente de los valles de España que visitar
en otoño se encuentra en el Principado de Asturias. Se trata
del valle del río Medio. Como en los anteriores ocasiones,
los hayedos y robles hacen que este espacio resalte a partir
de septiembre. Corazón del Parque Natural de Redes, las rutas
para conocerlo arrancan en Orlé. Hay diferentes recorridos,
como el lineal que llega hasta Pendones. En todo caso, el
paisaje combina ganadería tradicional, grandes vegas, vegetación
y montaña.
Valle del Tiétar, Ávila.
La Sierra de Gredos protege al próximo de entre
los valles de España para una escapada en otoño. Gracias a
ello las temperaturas son más benignas. Arenas de San Pedro
sirve como capital en esta comarca abulense, destacando también
otras poblaciones como Candeleda. Aunque las zonas bajas descienden
hasta los 400 metros, los picos que las rodean superan en
varios casos los 2.000, por ejemplo Cerro Cabezo. Una calzada
romana demuestra que fue una importante zona de paso hacia
lo que hoy es Extremadura, muy cercana. Por su clima agradable
y el agua que aporta la Sierra de Gredos la ganadería siempre
ha sido un punto fuerte en la zona. Asimismo, las localidades
del valle del Tiétar guardan notables edificios de distintas
épocas históricas.
Valle del Lozoya, Madrid.
Una de las escapadas más socorridas y cercanas
a Madrid, también en otoño. El entorno del valle del Lozoya
contiene localidades tan bonitas como Buitrago de Lozoya.
La vía fluvial desciende desde la sierra de Guadarrama hasta
el Jarama, al que se une ya casi tocando Guadalajara. Por
tanto, es un espacio relativamente extenso en el que hay mucho
que ver tanto a nivel cultural como natural. Respecto a lo
primero, además del mencionado Buitrago, sobresale el monasterio
de Santa María en El Paular. Yendo a lo segundo, el entorno
de Peñalara y sus lagunas es de gran belleza. Asimismo, multitud
de robledales dan el necesario toque ocre a este viaje otoñal.
El Sistema Central atesora varios reductos boscosos
de hayas, protagonistas del otoño y el árbol más común del
tercio peninsular. El hayedo de Montejo, en el término de
Montejo de la Sierra, es el único que tiene la Comunidad de
Madrid, está declarado Sitio Natural de Interés Natural y
Patrimonio de la Humanidad y además pertenece a la Reserva
de la Biosfera de la Sierra del Rincón, también de la Unesco.
Apiñado a la umbría boscosa, suma 222 hectáreas con una altidud
máxima de 1.600 metros. Junto a las hayas, en el bosque se
ven robles centenarios, pinares de pino silvestre y vegetación
de ribera junto al cauce del río Jarama.
Para descubrirlo se puede optar por diversos
itinerarios. La Senda del Río es un recorrido que discurre
paralelo al Jarama y concluye en una explanada con álamos
temblones, antaño lugar de carboneros. Es la más recomendable
para familias con niños. Por su lado, la Senda de la Ladera,
también de 1,4 km, coincide en parte con el itinerario del
río, pero luego asciende por la colina dibujando un tramo
circular. Por último está la Senda del Mirador, que atraviesa
las diferentes tipos de manchas de vegetación que configuran
el hayedo de Montejo, e incluye panorámicas de la cuenca alta
del Jarama.
Valle de Sajambre, León.
El valle de Sajambre ve nacer el río Sella en
la Fuente del Infierno. De hecho, aunque los topónimos parezcan
muy distintos vienen de la misma raíz indoeuropea: Sal. Esta
significaría «aguas turbias» y hace clara referencia a la
corriente de la vía fluvial. Al sur del valle se alza el Puerto
del Pontón, mientras que en el norte se encuentra el impresionante
Desfiladero de los Beyos, entrando ya incluso en Asturias.
Oseja de Sajambre es su principal población. Conforma un bello
municipio junto a Pío, Ribota, Soto y Vierdes. El espacio
es idóneo para una escapada de otoño gracias a su vegetación,
que incluye extensos hayedos y robledales. Asimismo, es parte
esencial del sector leonés de los Picos de Europa.
El hayedo de Cuesta Fría está localiza en la
vertiente meridional de los Picos de Europa, al pie de las
cumbres calizas de los Moledizos. Se aferra a una abrupta
ladera en la cabecera del río Dobra, en la divisoria natural
con la cuenca del río Cares. La extensión, buen estado de
conservación y sus espectaculares ejemplares de hayas hicieron
que este recóndito bosque del Parque Nacional de los Picos
de Europa fuera declarado reconocido por la Unesco como uno
de los hayedos más representativos del continente europeo.
Sus árboles son testigo de lo que ocurría en el mismo territorio
pero hace cientos de miles de años. Sin embargo, y como curiosidad,
el árbol más buscado del hayedo de Cuesta Fría es un roble
imponente, cuyo perímetro alcanza los 7 metros. La forma más
fácil de acceder a Cuesta Fría es a través de la senda al
refugio de Vega de Vegabaño, situado a más de 1.400 metros
de altitud, desde la población de Soto de Sajambre.
El hayedo de Canal de Asotín se halla
en el mismo acceso a Collado Jermoso, uno de los situados
en el cacizo Central de los Picos de Europa. En el las hayas
comparten espacio con abedules, robles, acebos y tejos, que
tienen alta protección. Se trata de un bosque llamado «maduro»
por sus ejemplares centenarios, que favorecen el crecimieto
de setas y suelos tapizados de musgo y con un alto valor ecológico.
Los hayucos, que son el fruto de las hayas, son protegidas
por ser alimento de animales que habitan en la zona como el
oso. El acceso al hayedo requiere algo de práctica montañera.
Se realiza por la llamada Senda de la Rienda, un viejo sendero
utilizado antiguamente por pastores y lugareños, y que hoy
día es la vía mas usada para acceder a la zona de Collado
Jermoso. Su estado de conservación es bueno, probablemente
por su ubicación aislada. Los hayedos son típicamente atlánticos
y en León se consideran que están en el sublímite de su distribución
geográfica, una de las razones por las que la Unesco se fijó
en este enclave natural y le otorgó su reconocimiento como
Patrimonio de la Humanidad.
Cinco paseos para que te enamores del otoño en Gran
Bretaña:
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Valle del Roncal, Navarra.
Justo en el límite con Francia, en la zona más
alta del Pirineo navarro, se encuentra un hermoso bosque caducifolio
prácticamente inalterado. Se conoce como el Rincón de Belagua,
y se ha convertido en el ecosistema más relevante del Valle
del Roncal. Otro de los valles de España para una escapada
en otoño en la triple frontera entre Francia, Huesca y Navarra.
Ubicado en esta última, acoge el pico navarro más alto, la
Mesa de los Tres Reyes. Uno de sus mayores atractivos es el
hayedo de Aztaparreta, Patrimonio de la Humanidad. Dicho bosque
muestra su mejor cara con la caída de la hoja. Es asimismo
parte de uno de los puntos clave del valle de Roncal, el valle
de Belagua. Con acceso desde Isaba, es el único de origen
glacial en el territorio navarro.
Los bosques de Aztaparreta, 100 hectáreas entre
hayas y abetales, fueron declarados en 2017 Patrimonio de
la Humanidad junto a otras zonas europeas. El hayedo se sitúa
en una zona poblada desde el neolítico, como atestiguan diversos
conjuntos de dólmenes como el de Arrako. Las tupidas hayas
y pinares de pino negro, que se agarran con fuerza a las rocas,
son el refugio de sarrios, urogallos, perdices nivales y rapaces
como águilas reales y quebrantahuesos. Larra-Aztaparreta también
está catalogada como Zona de Especial Protección para las
Aves.
La Selva de Irati es una extensa mancha verde
de 17 hectáreas que abrazan los ríos Anduña y Zatoia. Flanqueada
por montes de mediana altura, la elevada pluviosidad origina
un paisaje frondoso lleno de arroyos y torrentes que se abren
paso por un relieve escabroso. En él destacan hayedos como
el de Lizardoia, sumergido en esta «selva» navarra y declarado
Patrimonio de la Humanidad. Se ubica más exactamente entre
los montes de La Cuestión y Zabaleta, una zona poco frecuentada,
gracias a lo cual se mantiene virgen y protegida como Reserva
Integral. Son hectáreas de bosque donde las hayas más altas
superan los 40 metros de altura y surgen mezcladas con abetos.
La excursión para descubrirlo comienza junto a las Casas de
Irati, el centro de visitantes del espacio natural, situada
a 23 km de Ochagavía. Se llega desde esta localidad navarra
por la carretera NA-2012. Desde el parking hay que tomar el
sendero que se dirige hacia la Cascada del Cubo por el GRT-9.
Es un camino accesible, aunque en algunos tramos hay que cruzar
riachuelos y arroyos. Justo en el momento en que el sendero
se divide en tres tramos, hay que tomar el camino del centro,
que será el que nos adentre en el espectacular bosque de hayas
de Lizardoia.
Isaba es uno de los siete bellos pueblos que
conforman el Valle del Roncal, en el Pirineo Navarro. Se encuentra
junto al Valle de Belagua, rodeado por un verde e impresionante
entorno natural de praderas, bosques, ríos y grandes montañas.
El pueblo es realmente espectacular, con sus estrechas calles
empedradas donde surgen las casas de piedra y madera con tejados
muy inclinados, para que la nieve no se acumule durante los
meses de invierno. No faltan lugares de interés monumental,
como la Iglesia de San Cipriano, del siglo XVI; la Ermita
de Idoia, a un kilómetro del pueblo; la Ermita de Belén, del
siglo XVIII; la Ermita de Arrako, a 10 kilómetros del municipio;
dos puentes románicos y el Puente de Otsindundua, del siglo
XVI. Para conocer a fondo la idiosincrasia el pueblo podremos
visitar la Casa de la Memoria. En cuanto a actividades, el
senderismo es el plan estrella, contando con rutas como la
de Isaba-Belagua-Arrakogoiti, de casi 15 kilómetros; la Ruta
Isaba-Burgui, de 22,5 kilómetros, o la Ruta Isaba- Uztarroz,
de 7,2 kilómetros. Y los aficionados a los deportes de invierno
cuentan con la estupenda estación de esquí nórdico de Larra-Belagua.
Valle del río Oribio, Lugo.
Quizá este sea el espacio más fácil de recorrer
de toda la lista. La razón es que por el pasa el Camino de
Santiago Francés. Ya sea en una escapada de otoño exclusiva
o como parte de la peregrinación, las sendas que recorren
el valle del río Oribio, más tarde llamado Sarria, están perfectamente
marcadas. Para andarlo hay que partir de Triacastela y avanzar
siguiendo las señales que indican la ruta por San Xil. Los
corredores entre robles y castaños dan paso a coquetos prados
verdes. Sus desniveles son suaves, por lo que la dificultad
del recorrido es baja. Asimismo, diversas aldeas y pueblos
gallegos jalonan los senderos, dando la posibilidad de reposar.
Son solo 18 kilómetros hasta Sarria, en los que la naturaleza
destaca sobre el resto. Además, desde dicha localidad es sencillo
volver al punto inicial de la ruta en bus. Por todo ello,
el de Oribio es uno de los valles de España más recomendables
para visitar este otoño.
Valle del Jerte, Cáceres.
Aunque su fama sea más primaveral, gracias a
la floración de los cerezos, la tercera estación del año es
también muy interesante en el valle del Jerte. La abundancia
de agua es una de las principales características de este
espacio natural. Tanto en las zonas ribereñas como serranas,
el verde de los frutales pasa a amarillo y rojo. Un espectáculo
conocido como «Otoñada» que es celebrado tanto en las zonas
ribereñas como serranas de la zona. La «Otoñada» se extiende
entre octubre y diciembre. Los municipios locales llevan a
cabo multitud de actividades relacionadas con ella. Otra de
las razones para que este sea uno de los valles de España
para hacer una escapada en otoño es su intrincada orografía.
Las gargantas se suceden en un entorno montañoso responsable
de la forma en «V» del valle.
Valle del Ungría, Guadalajara.
Continuando con los valles de España para hacer
una escapada en otoño hay que mirar a Guadalajara. Allí se
encuentra uno de los parajes más espectaculares de esta época
del año, el valle del Ungría. Su final se encuentra cerca
de la capital alcarreña, en Lupiana. Por otra parte, el río
y su valle nacen en Fuentes de la Alcarria, Brihuega. En su
recorrido destacan barrancos, choperas, enormes álamos y pueblos
que crecieron gracias al agua y los molinos del Ungría. Como
un corte en altiplanos, este desconocido entorno permite conocer
la Alcarria.
La Tejera Negra se enmarca dentro del Parque
Natural Sierra Norte de Guadalajara. Zona de hayas rodeadas
de robles melojos y pinares de repoblación, el nombre de este
espacio natural deriva de las antiguas tejeras de color verde
oscuro, casi negro, que se extendían por la zona. El hayedo
en sí se halla en el municipio de Cantalojas, envuelto por
la sierra de Ayllón, en el nordeste de la provincia de Guadalajara.
Está considerado uno de los hayedos más meridionales de Europa,
que crece refrescado por las cabeceras altas de los ríos Lillas
y Zarzar. A la belleza del colorido de sus hojas en otoño
se suman los rojizos y violáceos de moras, frambuesas o arándanos,
frutos del bosque que crecen en los arbustos cercanos. Las
excursiones por el hayedo discurren entre una atmósfera de
cuento, por las brumas, el musgo que tapiza troncos y ramas,
las setas que despuntan del suelo y el silencio que todo lo
envuelve.
Valle del Pas, Cantabria.
En tierras cántabras se despliega el valle del
Pas, recorrido por el río del mismo nombre. Dio nombre a los
pasiegos, pastores que realizaban trashumancias cortas desde
Espinosa de los Monteros, en Burgos, hasta vegas como la del
Pas, Miera o Pisueña. Estos habitaban las zonas altas, desarrollando
una peculiar arquitectura en piedra y cultura. En la parte
baja hay impresionantes muestras de románico, como la Colegiata
de Santa Cruz de Castañeda. Conviene evitar la lluvia en la
medida de lo posible para disfrutar de las panorámicas que
ofrecen miradores como el de la Braguía.
Valle de Ansó, Huesca.
La localidad de Ansó da nombre al valle. Es
considerada uno de los pueblos más bonitos de España. Su arquitectura
típica pirenaica y peculiar dialecto justifican en sí mismas
el viaje a esta aislada zona. Anexo al valle del Roncal, comparte
con este la Mesa de los Tres Reyes y el tributo de las tres
vacas. Por tanto, presenta la gran oportunidad de realizar
una visita conjunta junto al espacio navarro.
Valle de Albaida, Valencia.
Sorprenderá sin duda la blancura de una tierra
que los árabes del siglo VIII dieron en llamar al-Bayda, “la
Blanca”; el ensimismamiento de un valle con más de treinta
pueblos, cobijados por un hermoso recinto de sierras, de donde
manan fuentes copiosas y en donde gozaréis de espléndidas
vistas y de umbrías llenas de plantas aromáticas. Hablamos,
en efecto, de una de las comarcas que más han sabido conservar
el carácter de lo autóctono, de lo mediterráneo, de lo valenciano.
Casas tradicionales de llaurador (labrador), con sus portales
de madera de mobila; ermitas insólitas y cautivadoras; callejones
islámicos; palacios señoriales y castillos de roca. Delicias
de pastelería y platos tradicionales. La mayor parte de los
valldalbaidins vive de la industria (textil, plástico, vidrio,
mueble…), que es el verdadero motor económico del valle.
New Hampshire, EEUU.
Una forma divertida de disfrutar del paisaje
del norte de New Hampshire es dar un paseo en un tren, con
salidas y llegadas en estaciones históricas en pueblos de
las región, repleta de montañas y lagos. Se ofrecen
excursiones en tren de primavera a otoño y en autocares históricos
y renovados. Es una excursión encantadora para todos, desde
niños hasta abuelos.
New Hampshire, estado de Nueva Inglaterra, Estados
Unidos, se caracteriza por las ciudades pintorescas y las
amplias extensiones de naturaleza. En el norte, el Bosque
Nacional de la Montaña Blanca es conocido por las áreas para
deportes de invierno y el Monte Washington, la cima más alta
de la región, con un ferrocarril de cremallera que asciende
a su cumbre. En las Montañas Blancas también hay alces, osos
negros y una parte del Sendero de los Apalaches.
El Ferrocarril de cremallera Mount Washington,
el Tren Cena Café Lafayette o el Ferrocarril escénico de Conway
son estupendas opciones.
Los mejores 5 trenes de otoño en Nueva Inglaterra.
Todos a bordo para disfrutar de la emoción del otoño
en los históricos rieles de Nueva Inglaterra.
El tren Notch de Conway Scenic Railroad atraviesa el
follaje de White Mountain.
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Desde Oban a Fort Williams, comiendo haguis y bebiendo
cerveza. Niebla y lluvia. Si te pierdes es probable
que tengas que pararte a preguntar en una granja. Te
invitarán a té caliente. Y esos incomodos
bordillos que delimitan las estrechas carreteras que
unen los pueblos en las highlands. Si consigues encontrar
Fort Williams donde se rodo Harry Poter a pies del Ben
Nevis, disfrutaras de un paisaje inigualable en Otoño.
Todo un emblema del país, el Ben Nevis
destaca de manera imponente en el horizonte de las Highlands
con 1.345 metros de altura, coronándose como el pico
más alto del Reino Unido. Cada año, esta elevación atrae
a miles de turistas de todo el mundo, unos más aventureros
que otros, para ofrecerles un paisaje inigualable desde
sus múltiples rutas de senderismo.
Su etimología sigue siendo discutida,
ya que, mientras que la palabra “beinn” es comúnmente
utilizada para referirse a “montaña”, “nibheis” puede
presentar diferentes interpretaciones. De esta manera,
la elevación podría traducirse como “Montaña Maligna”
o “Montaña del Cielo”. Situada en las Highlands a tan
solo 11 km de distancia de Fort William, Ben Nevis está
formada, sobre todo, por roca ígnea de hace aproximadamente
400 millones de años, y su cima es en realidad la cúpula
derrumbada de un antiguo volcán. Sus escarpados caminos,
sumados a la climatología adversa han hecho que mereciese
su respeto por parte de locales y turistas. Incluso
en el año 1911, fue protagonista de un spot publicitario
para la marca de automóviles Ford, la cual puso a prueba
su modelo T en dicha montaña para demostrar su versatilidad
y resistencia.
Ben Nevis siempre fue admirada por personalidades
de todo tipo, siendo mencionada, por ejemplo, en un
soneto de John Keats, quien llegó a su cima en el año
1818, describiendo la experiencia como “escalar diez
Catedrales de San Pablo sin la ventaja de unas escaleras”.
También fue pintada en acuarela por la reina Victoria,
que condujo desde el castillo de Iverlochy, donde estuvo
alojada en el año 1873, hasta los pies del macizo acompañada
de la princesa Beatriz para observarlo en todo su esplendor.
El primer registro que se tiene de un ascenso a la montaña,
sin embargo, pertenece al año 1771, por James Robertson.
Este botánico de Edimburgo sólo escribió tres oraciones
en su diario, sin dejar muy claras las razones por las
cuales decidió realizar esa peligrosa excursión, aunque
se especula que formaba parte de su expedición por los
Montes Grampianos en búsqueda de especímenes para el
Edinburgh’s College Museum.
3 rutas para subir a la montaña más alta
del Reino Unido:
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