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Por su apariencia semihumana y su gestos, fue considerado el bufón
grotesco de los grandes simios. Hoy se sabe que viven en sociedades
tan extraordinariamente complejas que algunos científicos
como el holandés F. de Waal hablan de la existencia de una
auténtica "política de los chimpances".
El chimpancé es nuestro pariente vivo más próximo, con el que compartimos
el 98 por ciento de nuestro código genético. Según parece, también
compartimos un antepasado común que vivió hace entre cuatro y ocho
millones de años. Los chimpancés viven en comunidades formadas por
varias docenas de individuos, y se han habituado a vivir en las
junglas, los bosques y las sabanas de África. Aunque normalmente
caminan utilizando las cuatro extremidades (a cuatro patas), son
capaces de levantarse y caminar erguidos. También son capaces de
moverse eficazmente saltando de rama en rama por los árboles, donde
obtienen la mayor parte de su alimento. Por lo general, los chimpancés
duermen también en los árboles, en nidos hechos con hojas.
Se alimentan normalmente de frutas y plantas, aunque también comen
insectos, huevos y carne, incluida la carroña. Su dieta es sumamente
variada e incluye cientos de alimentos conocidos. Además, el chimpancé
es una de las pocas especies animales que se sirve de herramientas.
Moldean palos y los usan para hacer salir a los insectos de sus
guaridas o para sacar larvas de troncos de árbol. También utilizan
piedras para abrir frutos secos y emplean hojas a modo de esponja
para recoger agua potable. Los chimpancés son capaces incluso de
aprender algunos elementos básicos del lenguaje humano de signos.
Las hembras pueden dar a luz en cualquier época del año, generalmente
a un único vástago que vive agarrado al pelo de la madre y más tarde
se cuelga de su espalda hasta que cumple los dos años. Las hembras
son fértiles desde los 13 años, mientras que los machos no se consideran
adultos hasta cumplidos los 16. Pese a que chimpancés y humanos
están estrechamente emparentados, los simios han padecido mucho
a manos de los hombres. Estos grandes simios se hallan en peligro
de extinción y siguen estando amenazados por cazadores que trafican
con su carne y por la destrucción de su hábitat.
Cuando llamas al móvil de Rebeca Atencia suenan pájaros
en espera. “El silencio absoluto no me relaja, necesito oír aves
de fondo”. Como en el Congo. “Por la noche hay muchísimo ruido en
la selva, se escuchan cantidad de animales, pero te acostumbras
tanto a esos sonidos que dejas de oírlos”. La veterinaria gallega
lleva 16 años en el santuario de Tchimpounga, trabajando como directora
del Instituto Jane Goodall en este centro de rehabilitación para
grandes simios víctimas de la caza furtiva. “Estoy pendiente de
que me llamen para ir a rescatar a unas chimpancés en Angola …”.
Rebeca Atencia es una veterinaria española. Es la
directora del Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpouga,
en la República Democrática del Congo, dependiente del Instituto
Jane Goodall.
"Son los chimpancés quienes te eligen a ti, no tú
a ellos".
Los chimpancés de la sabana con un modelo para entender
la evolución humana. El llamado "efecto del ambiente de la sabana"
en los chimpancés resulta fundamental a la hora de reconstruir el
comportamiento de los primeros humanos, algo que podría ayudarnos
a comprender nuestra propia evolución. Los chimpancés -Pan troglodytes-
son los parientes evolutivos vivos más cercanos a nuestra especie,
ya que compartimos con ellos alrededor del 98,7 % del ADN, y tenemos
en común un ancestro que vivió hace aproximadamente entre 4,5 y
6 millones de años. A pesar de esta cercanía, estos primates carecen
de algunos de los rasgos biológicos y culturales que poseen los
seres humanos para adaptarse al calor extremo, como por ejemplo
las numerosas glándulas sudoríparas ecrinas, la falta relativa de
pelo o la capacidad de crear artefactos como recipientes de agua
o sombreros para mitigar la deshidratación e insolación.
Además, para prosperar, la mayoría de los grandes
simios, como los chimpancés, bonobos y gorilas, necesitan franjas
de bosques frondosos en África, o el en el caso de los orangutanes,
en el sudeste asiático.Sin embargo, algunos grupos de chimpancés
sobreviven en las sabanas, zonas caracterizadas por un clima con
altas temperaturas y con precipitaciones muy estacionales y escasas.
La ecología y el modo de vida estos chimpancés dista mucho de la
de sus congéneres de la selva, y es por ello que ahora la profesora
de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona, Adriana
Hernández, ha codirigido el trabajo de un equipo internacional de
primatólogos que ha revisado la literatura científica existente
respecto al comportamiento y la ecología de los chimpancés en las
sabanas para comprender cómo se adaptan a estas condiciones extremas.
Según los investigadores, las condiciones medioambientales
de estos lugares provocarían un tipo específico de comportamientos
y respuestas fisiológicas en estos chimpancés, como descansar en
cuevas o excavar para extraer agua que no se dan en aquellos de
sus congéneres que viven en zonas boscosas, donde las condiciones
ambientales no son tan extremas. "Lo que nosotros llamamos efecto
del ambiente de la sabana tiene implicaciones importantes a la hora
de reconstruir el comportamiento de los primeros humanos que vivieron
en hábitats similares y, por lo tanto, nos ayuda a comprender mejor
nuestra propia evolución" expresa Hernández, cuyo trabajo se publica
esta semana en la revista Evolutionary Antropology bajo el título
Chimpanzees (Pan troglodytes) in savanna landscapes.
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"Es tan parecido al hombre en casi todos sus
aspectos ... Creo que ya entiende bastante inglés y soy de
la opinión de que es posible enseñarle a hablar o
hacer señas". En 1661, Samuel Pepys escribió
esta frase en su diario de trabajo después de algunos días
observando un simio, posiblemente un chimpancé, llegado a
Inglaterra desde África.
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Las hembras de chimpancé consuelan más que los machos.
Científicos españoles y estadounidenses analizaron los datos comportamentales
recogidos durante más de una década de dos grupos de chimpancés
del Centro Nacional de Investigación de Primates Yerkes en Atlanta
(EE UU). La investigación, que se basó en más de 3.000 casos,
demostró que familiares y amigos suelen consolar al chimpancé,
víctima de un conflicto, pero son sobre todo las hembras las que
consuelan más a menudo.
En los años 70, Frans de Waal, coautor del estudio
e investigador holandés en la Universidad Emory de Atlanta (EE UU),
demostró que cuando un chimpancé (Pan troglodytes) pierde un conflicto
o una lucha, otros individuos del grupo se acercan a él y le abrazan,
besan o espulgan. Esto es conocido como consolación. El fenómeno
se olvidó hasta los años 90 cuando fue relacionado con expresiones
de empatía.
Los chimpancés han reforzado su memoria «como acto
de supervivencia» a lo largo de su evolución y ahora presentan una
capacidad retentiva «superior» a la humana, ya que no han desarrollado
el lenguaje, según un estudio científico. Así lo explicó
en 2019 el primatólogo japonés, Tetsuro Matsuzawa, durante la presentación
de los resultados de un estudio sobre primates en la jornada Evolución
de la mente humana vista desde el estudio de la mente de un chimpancé,
de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición
Ecológica. Las investigaciones elaboradas por Matsuzawa señalan
que los chimpancés «superan» a los humanos en tareas «sencillas»
de memoria y que, además, los realizan «con más facilidad y rapidez».
«Creíamos que éramos los seres más inteligentes, pero
una sola prueba lo cambia todo», comentó el primatólogo.
Los humanos hemos desarrollado el lenguaje presionados por nuestro
hábitat, según Matsuzawa, en lo que ha identificado como «hipótesis
de intercambio cognitivo», por el contrario, los chimpancés se han
visto obligados a reforzar la capacidad de retención para «reconocer
dónde está el sustento».
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