Marie Tharp (30 de julio de 1920-23 de agosto de 2006) fue
una cartógrafa oceanográfica y geóloga estadounidense quien,
junto con Bruce Heezen, creó el primer mapa científico de
todo el suelo oceánico. La obra de Tharp puso de manifiesto
la existencia de la dorsal mesoatlántica y revolucionó la
comprensión científica de la deriva continental.
Tharp nació en Ypsilanti, Michigan. Su padre, William, hizo
mapas de clasificación de suelos para el Departamento de Agricultura
de los Estados Unidos. Su madre, Bertha, enseñó alemán y latín.
Tharp se graduó en la Universidad de Ohio en 1943 con grados
de bachelor en inglés y música y cuatro menores. Más tarde
recibidó el grado master en geología por la Universidad de
Míchigan antes de obtener un grado en matemáticas por la Universidad
de Tulsa mientras trabajaba como geóloga para la compañía
Stanolind Oil.
Se trasladó a Nueva York en 1948, donde obtuvo empleo con
Maurice Ewing en el Laboratorio geológico Lamont (hoy el Observatorio
terrestre Lamont-Doherty) en la Universidad de Columbia, inicialmente
como una delineante general. Allí Tharp conoció a Heezen y
en una obra temprana juntos usaron datos fotográficos para
ubicar aviones militares hundidos durante la Segunda Guerra
Mundial.
Eran tiempos de guerra y como era lógico, el petróleo era
un bien muy preciado y necesario para los barcos y los aviones
destinados a la gran guerra. Por esa razón, Tharp decidió
trabajar en la compañía Stanolind Oil durante un breve periodo
de tiempo (fue una de las “Petroleum Geology Girls”). En la
Guerra Fría los presupuestos destinados a la investigación
de los océanos se dispararon. El conocimiento de Tharp en
geología fue útil en ese momento para encontrar barcos hundidos,
y también para facilitar el trabajo a los submarinos estadounidenses.
Más tarde, empezaron a trabajar juntos para trazar la topografía
del suelo oceánico. Durante los primeros dieciocho años de
su colaboración, Heezen recogió datos a bordo del barco del
Observatorio, el Vema, y Tharp trazó mapas a partir de esos
datos, puesto que las mujeres en aquella época todavía estaban
excluidas de trabajo a bordo de barcos. Impedida de llevar
la investigación a bordo a principios de su carrera debido
a su sexo, más tarde se unió a la expedición que recogió datos
en 1965.

Tharp, independientemente, usó datos recogidos del barco
de exploración de la Institución Oceanográfica de Woods Hole
Atlantis y datos sismográficos de terremotos submarinos. Su
obra con Heezen representó el primer intento sistemático de
hacer un mapa de todo el suelo oceánico. Tharp y Heezen publicaron
su primer mapa fisiográfico del Atlántico Norte en 1957. Colaborando
con el pintor paisajista austríaco Heinrich Berann, publicaron
su mapa de todo el suelo oceánico en 1977 (que coincidió con
el año de muerte de Heezen).

Aunque durante un tiempo Heezen estuvo a favor de la hipótesis
de la expansión terrestre, bajo la dirección de Tharp se cambió
a las teorías alternativas de la tectónica de placas y la
deriva continental. Siguió trabajando en la facultad de la
Universidad de Columbia hasta 1983, después de lo cual emprendió
un negocio de distribución de mapas en South Nyack, Nueva
York durante su retiro.
Murió de cáncer en Nyack (Nueva York) el 23 de agosto de
2006.

La Institución Oceanográfica Woods Hole (en inglés Woods
Hole Oceanographic Institution) es un centro de investigación
y de educación localizado en el pueblo de Woods Hole, Massachusetts.
Se dedica al estudio de todos los aspectos de las ciencias
y las ingenierías marinas y a la formación de personal investigador
marino. Fundado en 1930, es la mayor institución independiente
de investigación oceanográfica en Estados Unidos, con unas
1.000 personas entre personal y estudiantes. La institución
se organiza en cinco departamentos, cinco institutos interdisciplinares—vida
oceánica, océano costero, océano y cambio climático, exploración
de los fondos oceánicos ( el Instituto Cooperativo para la
Investigación del Clima y del Océano ), y un centro de política
marina.

Sus instalaciones en tierra se encuentran a una milla y
media de distancia del Campus de Quissett.
El grueso de los fondos de la Institución provienen de subvenciones
y contratos de la Fundación Nacional para las Ciencias estadounidense
y de otras agencias gubernamentales, incrementadas por donaciones
y contribuciones privadas. En una atmósfera interdisciplinar
que educa en el descubrimiento, el personal científico, ingenieril
y estudiantil colaboran en explorar las fronteras del conocimiento
sobre el planeta Tierra. Desarrollan teorías, ponen ideas
a prueba, construyen instrumentación para su uso marino y
recolectan datos sobre diversos ambientes marinos. El trabajo
se realiza en todos los océanos del mundo y su amplia agenda
investigadora incluye: actividad geológica profunda en el
seno de la tierra; poblaciones vegetales, animales y microbianas
y sus interacciones en el océano; erosión costera; circulación
oceánica; y cambio climático global. Los buques que gestiona
portan personal científico investigador en los océanos del
mundo.
Su flota incluye tres grandes buques oceanográficos (el R/V
Atlantis, el R/V Knorr, y el R/V Oceanus), embarcaciones costeras
incluido el R/V Tioga, el sumergible tripulado para inmersiones
profundas Alvin, el vehículo por control remoto por cable
Jason/Medea, y vehículos autónomos submarinos como el Explorador
Béntico Autónomo (ABE) y el SeaBED. La Institución oferta
estudios de grado y de postgrado en prácticamente todas las
áreas de las Ciencias del Mar. Existen varios programas de
becas de investigación y de aprendizaje y la titulación es
acreditada por un programa conjunto con el Instituto Tecnológico
de Massachusetts (MIT) o la Institución misma. También se
ofrecen otros programas de extensión y educación informal
al público en general a través de su Centro de Exposiciones
y de sus visitas estivales. La Institución tiene un programa
de voluntariado y un programa de simpatizantes.

En 1927 una comisión de la Academia Nacional de las Ciencias
concluyó que era hora de "considerar la participación de los
Estados Unidos de América en un programa mundial de investigación
oceanográfica". Las recomendaciones de la comisión estableciendo
la creación de un laboratorio de investigación permanente
en la Costa Este para "culminar la oceanografía en todas sus
ramas" llevaron a la fundación en 1930 de la Institución Oceanográfica
Woods Hole. Una ayuda de 3 millones de dólares de la Fundación
Rockefeller financió el trabajo estival de una docena de científicos
y científicas, la construcción de un edificio para laboratorios
y el encargo de un buque oceanográfico, el velero de 142 pies
Atlantis, cuya silueta aún permanece en el logo de la Institución.
La Institución creció considerablemente para la realización
de investigaciones significativas relacionadas con la defensa
durante la Segunda Guerra Mundial, y con posterioridad en
cuanto a personal, a flota investigadora y a relevancia científica.
A lo largo de los años su personal científico ha realizado
descubrimientos sobre los océanos que han contribuido a mejorar
el comercio, la salud, la seguridad y la calidad de vida.

Cartografía de fondos oceánicos de Marie Tharp.
En febrero de 2008, la Dra. Susan K. Avery se convirtió en
la nueva presidenta y directora de la institución. La Dra.
Avery, una física atmosférica, es la novena persona que ocupa
el cargo en sus 77 años de historia, y la primera mujer. La
Institución ha mantenido una larga y controvertida colaboración
empresarial con la compañía cazatesoros Odyssey Marine. Asimismo,
ha sido polémica su participación en la localización del galeón
San José en Colombia para la explotación comercial del yacimiento
por el gobierno del presidente Santos y una empresa privada.
Durante dos años y medio, el proyecto del presidente
colombiano Juan Manuel Santos para excavar el galeón
San José estuvo protegido por el secreto de Estado.
Desde que a finales de abril de 2018 se conoció el contrato
con la empresa Maritime Archaeology Consultants Switzerland
(MACS), muchas han sido las preguntas y pocas las respuestas.
Su «staff» estaba formado por conocidos cazatesoros.
Su accionariado estaba controlado por una firma -Trans
Siberian Ltd- desde el paraíso fiscal de las Islas Caimán,
algo incompatible con una gestión transparente de un
proyecto de Estado.
Finalmente y por motivos legales se suspendió.
El legendario galeón San José fue hundido por una flota
de corsarios ingleses el 8 de junio de 1708 en cercanías
de Cartagena de Indias, hacia donde se dirigía cargado,
según crónicas de la época, con cerca de 11 millones
de monedas de ocho escudos en oro y plata, que había
recogido en la feria de Portobelo (Panamá). Desde el
anuncio del hallazgo del galeón, en diciembre de 2015,
surgieron disputas entre España y Colombia por la titularidad
del San José, ya que el país europeo adució que
la Unesco le amparaba pues se trataba de un "barco de
Estado".

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La Institución opera varios buques oceanográficos, propiedad
de la Marina de los Estados Unidos, de la Fundación Nacional
para las Ciencias, o de la Institución. La Institución comparte
además con el MBL una gran biblioteca con trabajos relacionados
con temas marinos.


El cráter lunar Tharp lleva este nombre en su memoria.
Tharp es un pequeño cráter de impacto situado en el
hemisferio sur de la cara oculta de la Luna. Entre las
formaciones más próximas a Tharp se encuentran los cráteres
Pavlov al noroeste; Holetschek en el este-noreste; Seidel
en el este-sureste y Jules Verne en el sur.

Su contorno es casi circular, con una
cornisa en la parte suroeste, posiblemente formada por
la confluencia de dos cráteres. Su brocal aparece alisado,
con un alto albedo. En el fondo del cuenco aparecen
una serie de marcas, aunque sin estructuras notables.
Debe su nombre a la geóloga y oceanógrafa Marie Tharp
(1920-2006), homenajeada por la Unión Astronómica Internacional
según una resolución aprobada el 30 de marzo de 2015.
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La tectónica de placas es una teoría que explica la forma
en que está estructurada la litosfera (porción externa más
fría y rígida de la Tierra). La teoría da una explicación
a las placas tectónicas que forman parte de la superficie
de la Tierra y a los deslizamientos que se observan entre
ellas en su movimiento sobre el manto terrestre fluido, sus
direcciones e interacciones. También explica la formación
de las cadenas montañosas (orogénesis). Así mismo, da una
explicación satisfactoria al hecho de que los terremotos y
los volcanes se concentran en regiones concretas del planeta
(como el Cinturón de Fuego del Pacífico) o a la ubicación
de las grandes fosas submarinas junto a islas y continentes
y no en el centro del océano.
Las placas tectónicas se desplazan unas respecto de otras
con relativa lentitud, a una velocidad nunca perceptible sin
instrumentos, pero con tasas bastante diferentes. La mayor
velocidad se da en la dorsal del Pacífico Oriental, cerca
de la Isla de Pascua, a unos 3400 km de Chile continental,
con una velocidad de separación entre placas de más de 15
cm/año y la más lenta se da en la dorsal ártica, con menos
de 2,5 cm/año. Dado que se desplazan sobre la superficie finita
de la Tierra, las placas interaccionan unas con otras a lo
largo de sus fronteras o límites provocando intensas deformaciones
en la corteza y litosfera de la Tierra, lo que ha dado lugar
a la formación de grandes cadenas montañosas (por ejemplo
las cordilleras de Himalaya, Alpes, Pirineos, Atlas, Urales,
Apeninos, Apalaches, Andes, entre muchos otros) y grandes
sistemas de fallas asociadas con estas (por ejemplo, el sistema
de fallas de San Andrés).

La falla de San Andrés es una falla transformante
continental que discurre por unos 1300 km a través del
estado de California, en Estados Unidos y Baja California,
en México. Forma el límite tectónico entre la placa
Norteamericana y la placa del Pacífico y su desplazamiento
relativo es horizontal dextral.
La más temida y peligrosa del mundo.
De acuerdo con los estudios realizados
sobre esta extensión, es referente de tragedia, de pánico,
de terror. Dos factores han contribuido a esto: El devastador
terremoto de San Francisco que ocurrió en el año 1906
y a que la falla abarca todo el estado de California,
uno de los más poblados del mundo. Y el director del
Centro Sísmico del Sur de California, Thomas Jordan,
advirtió que está "cargada y lista para temblar".
Jordan hizo referencia al gran terremoto en el sur de
California en 1857, una sacudida de 7.9 grados en la
escala Ritcher, tras 159 años de aparente tranquilidad.
Para Thomas, se acerca la hora de un gran terremoto.
De acuerdo con un informe del Servicio
Geológico de Estados Unidos (USGS) en 2008, se alertó
sobre un sismo de magnitud 7.8 grados con origen en
la región sur de la falla de San Andrés, que podría
causar más de 1,800 muertes, 50,000 heridos y 200,000
millones de dólares en daños. Dos minutos de pánico.
Un estudio presentado hace unos años especuló con que
el "Big One" o "gran terremoto" que se anuncia para
el sur de California podría ser más devastador de lo
que se cree.
"La información con la que trabajamos
los científicos indica que el extremo sur de la falla
de San Andrés es en la que es más probable que se produzca
un gran terremoto en los próximo 30 años", señaló
en conversación con los medios Jennifer Andrews, sismóloga
del Instituto de Tecnología de California (Caltech).
"La parte media de la falla se rompió hace unos 160
años y la parte norte en 1906, provocando el terremotos
de San Francisco. La parte sur de la falla no se ha
quebrado en cerca de tres siglos y sabemos que durante
este tiempo la tensión se ha ido acumulando".

El icónico edificio central de
CALTECH.
El terremoto de 1989, cuando la falla
de San Andrés liberó un poco de su energia, duró
unos 15 segundos y fue el primero en los Estados Unidos
en ser transmitido en directo por la televisión.
Y desde finales de 2019 Los californianos
pueden descargar en sus teléfonos móviles una aplicación
de alerta temprana de terremotos, la primera que abarca
todo un estado de EE.UU. "Nada puede reemplazar a las
familias que tienen un plan para terremotos y otras
emergencias", dijo el gobernador de California, Gavin
Newsom, en un comunicado. "Sabemos que el Big One (el
gran terremoto) puede estar a la vuelta de la esquina.
Recomiendo a todos los californianos que descarguen
esta aplicación y se aseguren de que su familia esté
preparada para el terremoto", añadió. La aplicación
"MyShake" fue diseñada por científicos de la Universidad
de California Berkeley, los mismos que desarrollaron
ShakeAlertLA, un sistema de alerta temprana de terremotos
para residentes del condado de Los Ángeles que funciona
desde enero del 2019.
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El contacto por fricción entre los bordes de las placas es
responsable de la mayor parte de los terremotos. Otros fenómenos
asociados son la creación de volcanes (especialmente notorios
en el cinturón de fuego del océano Pacífico) y las fosas oceánicas.
Las placas tectónicas se componen de dos tipos distintos de
litosfera: la corteza continental, más gruesa, y la corteza
oceánica, la cual es relativamente delgada. A la parte superior
de la litosfera se la conoce como Corteza terrestre, nuevamente
de dos tipos (continental y oceánica). Esto significa que
una placa litosférica puede ser continental, oceánica, o bien
de ambos tipos, en cuyo caso se denomina placa mixta. Uno
de los principales puntos de la teoría propone que la cantidad
de superficie de las placas (tanto continental como oceánica)
que desaparecen en el manto a lo largo de los bordes convergentes
de subducción está más o menos en equilibrio con la corteza
oceánica nueva que se está formando a lo largo de los bordes
divergentes (dorsales oceánicas) a través del proceso conocido
como expansión del fondo oceánico. También se suele hablar
de este proceso como el principio de la "cinta transportadora".
En este sentido, el total de la superficie en el globo se
mantiene constante, siguiendo la analogía de la cinta transportadora,
siendo la corteza la cinta que se desplaza gracias a las fuertes
corrientes convectivas de la astenosfera, que hacen las veces
de las ruedas que transportan esta cinta, hundiéndose la corteza
en las zonas de convergencia, y generándose nuevo piso oceánico
en las dorsales. La teoría también explica de forma bastante
satisfactoria la forma como las inmensas masas que componen
las placas tectónicas se pueden "desplazar", algo que quedaba
sin explicar cuando Alfred Wegener propuso la teoría de la
Deriva Continental, aunque existen varios modelos que coexisten:
Las placas tectónicas se pueden desplazar porque la litósfera
tiene una menor densidad que la astenosfera, que es la capa
que se encuentra inmediatamente inferior a la corteza. Esto
hace que las placas "floten" en la astenosfera y el magma
líquido más caliente va hacia arriba y el más frío hacia abajo,
generando una corriente que mueve las placas. Las variaciones
de densidad laterales resultan en las corrientes de convección
del manto, mencionadas anteriormente. Se cree que las placas
son impulsadas por una combinación del movimiento que se genera
en el fondo oceánico fuera de la dorsal (debido a variaciones
en la topografía y densidad de la corteza, que resultan en
diferencias en las fuerzas gravitacionales, arrastre, succión
vertical, y zonas de subducción). Una explicación diferente
consiste en las diferentes fuerzas que se generan con la rotación
del globo terrestre y las fuerzas de marea del Sol y de la
Luna. La importancia relativa de cada uno de esos factores
queda muy poco clara, y es todavía objeto de debate.

La expansión terrestre o crecimiento de la Tierra es
una vieja teoría, obsoleta desde finales de la década
de 1960, según la cual los desplazamientos de los continentes
y la evolución de la litosfera son la consecuencia, al
menos en parte, de un aumento significativo y acelerado
de la superficie y, por lo tanto, del volumen de la Tierra.
Y a la inversa, el enfriamiento geofísico global fue la
hipótesis de que varias características podrían explicarse
por la contracción de la Tierra. |
La deriva continental es el desplazamiento de las masas continentales
unas respecto a otras. Esta teoría fue desarrollada en 1912
por el alemán Alfred Wegener a partir de diversas observaciones
empírico-racionales, pero no fue hasta la década de 1960,
con el desarrollo de la tectónica de placas, cuando pudo explicarse
de manera adecuada el movimiento de los continentes. La teoría
de la deriva continental fue propuesta originalmente en 1912
por el meteorólogo y geofísico alemán Alfred Wegener (1880-1930),
quien la formuló basándose, entre otras cosas, en la manera
en que parecían encajar las formas de los continentes a cada
lado del océano Atlántico, como África y Sudamérica, de lo
que ya se habían percatado anteriormente Benjamin Franklin
y otros. También tuvo en cuenta la distribución de ciertas
formaciones geológicas y del registro fósil de los continentes
septentrionales, que manifestaba que podían haber compartido
floras y faunas en tiempos geológicos anteriores. Con esos
datos, Wegener calculó que el conjunto de los continentes
actuales estuvieron unidos en un pasado remoto de la Tierra,
formando un supercontinente, denominado Pangea, que significa
«todo tierra» en griego. Este planteamiento fue inicialmente
descartado por la mayoría de sus colegas, ya que su teoría
carecía de un mecanismo para explicar la deriva de los continentes.
En su tesis original, propuso que los continentes se desplazaban
sobre otra capa más densa de la Tierra, que conformaba los
fondos oceánicos y que se prolongaba bajo ellos, de la misma
forma en que se desplaza una alfombra. Sin embargo, la enorme
fuerza de fricción implicada motivó el rechazo de la explicación
de Wegener y la puesta en suspenso, como hipótesis interesante
pero no probada, de la idea del desplazamiento continental.
En síntesis, la deriva continental es el desplazamiento lento
y continuo de las masas continentales.

La teoría de la deriva continental, junto con la de la expansión
del fondo oceánico, quedaron incluidas en la teoría de la
tectónica de placas, nacida en los años 1960 a partir de investigaciones
de Robert Dietz, Bruce C. Heezen, Marie Tharp, Harry Hess,
Maurice Ewing, Tuzo Wilson y otros. Según esta teoría, el
fenómeno del desplazamiento sucede desde hace miles de millones
de años gracias a la convección global en el manto (exceptuando
la parte superior rígida que forma parte de la litosfera),
de la que depende que la litosfera sea reconfigurada y desplazada
permanentemente. Se trata en este caso de una explicación
consistente, en términos físicos, que aunque difiere radicalmente
acerca del mecanismo del desplazamiento continental, es igualmente
una teoría movilista, que permitió superar las viejas interpretaciones
fijistas de la orogénesis (geosinclinal y contraccionismo)
y de la formación de los continentes y océanos. Por esto,
Wegener es considerado, con toda justicia, su precursor y
por el mismo motivo ambas teorías en ocasiones son erróneamente
consideradas una sola.
Jimena Quirós, la primera oceanógrafa española. Con
solo 22 años ganó unas oposiciones y se incorporó al
laboratorio del Instituto Español de Oceanografía, convirtiéndose
en la primera científica de la historia de la institución.
Jimena Quirós Fernández y Tello nació en la ciudad
de Almería el 5 de diciembre de 1899. Era la hija pequeña
de José María Quirós Martín, un ingeniero que había
llegado desde Madrid a Almería como agente de explosivos
para la minería, y Carmen Fernández-Tello, una cualificada
docente que abrió un colegio privado en la ciudad. Gracias
a esta actividad, la profesora mantuvo a toda su prole
después de que el padre abandonara a la familia poco
tiempo después del nacimiento de Jimena. Jimena se trasladó
a Madrid en 1917 para estudiar Ciencias en la entonces
Universidad Central. Como para muchas estudiantes de
la época, la Residencia de Señoritas fue el lugar en
el que vivió y se relacionó con mujeres relevantes de
los mundos de la cultura, la ciencia y la política de
la primera mitad de siglo XX: Maruja Mallo, María Zambrano,
Clara Campoamor, Matilde Huici y Victoria Kent fueron
algunas de ellas.
Su interés por la oceanografía fue creciendo y, en
abril de 1920 y mientras continuaba con sus estudios,
comenzó a trabajar como alumna interna en el Instituto
Español de Oceanografía (IEO), centro fundado en 1914
y dedicado a la investigación en ciencias del mar.

Comité de la XII Conferencia Internacional
de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias
(1928). De izquierda a derecha: Loreto Tapia, Jimena
Quirós (sentada), Matilde Huici, Conrada Calvo, María
Arapalis, Clara Campoamor y Josefina Soriano.
Se licenció en Ciencias con premio extraordinario
en 1921 y, unos meses después, se convirtió en la primera
científica española en embarcar en una campaña oceanográfica.
La expedición, a cargo del IEO, tuvo lugar a bordo del
buque Giralda, duró un mes y recorrió las costas españolas
del Mediterráneo. Jimena trabajó como ayudante del oceanógrafo
y naturalista francés Julien Thoulet. A su regreso,
y con solo 22 años, ganó unas oposiciones y se incorporó
al laboratorio del IEO en Baleares. Fue la primera científica
de la historia de la institución. En 1922 viajó a los
laboratorios situados en Málaga para investigar sobre
la biología de los moluscos. De este estudio nació su
primer artículo científico, Algunos moluscos comestibles
de la provincia de Málaga, publicado en el Boletín de
Pescas del IEO en 1923. Fue el primer artículo en el
área de ciencias del mar que firmaba una mujer en España.
En esta publicación, Jimena detallaba la biología de
más de cuarenta especies, y notificaba además el agotamiento
de algunas en zonas de pesca de la Bahía de Málaga.

Tras finalizar esta investigación, regresó
a la sede del IEO en Madrid y continuó con su formación.
En 1925, M. Adrien Robert, profesor de la Sorbona (París),
impartió un curso de biología marina en el IEO. Interesada
por el tema, Jimena fue a trabajar durante el verano
en el Laboratorio de la Universidad de París y en la
Estación Biológica de Roscoff en la costa septentrional
de Bretaña (Francia).
En 1926 la joven investigadora consiguió
una beca de un año para incorporarse al Laboratorio
de Fisiografía de la Universidad de Columbia en Nueva
York (EE. UU.). Allí, tutorizada por algunos de los
mejores científicos de la época, estudió geografía física
de la atmósfera y los océanos. En 1930, tras la caída
de la dictadura de Primo de Rivera, Jimena comenzó a
militar en el Partido Republicano Radical Socialista.
A partir de 1932 presidió el Comité Femenino del partido
en su afán por conseguir la igualdad de los derechos
de las mujeres. En mayo de 1932 fue destinada al Cantábrico
para obtener datos oceanográficos. Durante tres meses
y a diario, la científica tomaba medidas de temperatura,
transparencia y salinidad del agua en una estación en
el interior de la bahía de Santander y otra en el exterior.
La investigadora constataba en sus informes los errores
metodológicos en las directrices que le habían dado
para los muestreos, siendo muy crítica con el trabajo
que se había realizado en los últimos años en la bahía.
De hecho, cambió por completo el diseño del proyecto.
A su regreso, por desavenencias con algunas personas
del IEO, le abrieron un expediente disciplinario del
que fue exculpada a mediados de 1934 debido a la falta
de fundamento de las acusaciones. En junio de 1933,
en pleno proceso de discrepancia con el IEO, Jimena
obtuvo su título de profesora para institutos de enseñanza
secundaria y ejerció durante un curso como profesora
de Historia Natural en el Instituto Nacional Nuevo de
Bilbao. Solventado este problema, finales de 1934 regresó
a Madrid y se reincorporó al IEO, hasta el comienzo
de la Guerra Civil, momento en el que el Gobierno de
la República le pidió volver a ejercer como profesora
de instituto.
Tras finalizar la Guerra, el bando nacional
ordenó a Jimena regresar a Madrid y comparecer ante
el Ministerio de Marina, que comenzó a investigarla.
En octubre de 1940 le comunicaron su cese definitivo
al considerarla «de ideas izquierdistas, por haber pertenecido
al Partido Radical Socialista desde su fundación, haber
tomado parte en las deliberaciones y debates del Congreso
del Partido y, al producirse el Alzamiento, continuar
haciendo manifestaciones de la misma ideología y, en
relación con los dirigentes del Frente Popular, haber
recibido diferentes cargos, predominantemente culturales».
A partir de ese momento consiguió sobrevivir impartiendo
clases particulares en una academia privada y cuidando
de su madre. En 1966, Jimena Quirós emprendió otra –la
última– batalla legal para exigir su reingreso en el
IEO. Obtuvo su rehabilitación tres años más tarde, aunque
siguió reclamando todos sus derechos, consiguiendo el
reconocimiento de sus trienios incluyendo los años en
los que estuvo cesada en la institución. Falleció en
Madrid, en 1983.
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