La tortuga boba (Caretta caretta), también conocida como
tortuga caguama, cayume, o cabezona es la única especie del
género Caretta, que pertenece a la familia Cheloniidae, dentro
de la superfamilia de las tortugas marinas.
Habita en el océano Atlántico, Pacífico e Índico, así como
el Mediterráneo. Pasa la mayor parte de su vida en hábitats
marinos y estuarinos, y la hembra solo sube brevemente a la
playa para desovar. Tiene una baja tasa de reproducción; las
hembras tienen un promedio de cuatro puestas de huevos y luego
pasan por un periodo de quiescencia en el cual no ponen huevos
durante dos o tres años. Llega a la madurez sexual entre 17-33
años y tiene una longevidad de 47-67 años.
Las tortugas adultas miden en promedio unos 90 cm de largo
y tienen un peso aproximado de 135 kg, aunque también se registraron
ejemplares más grandes con una longitud de hasta 213 cm y
un peso de hasta 545 kg. El color de la piel varía desde amarillo
a marrón, y el caparazón es típicamente marrón-rojizo. La
diferencia más obvia entre machos y hembras adultos es que
los machos tienen colas más gruesas y plastrones más cortas
que las hembras. No hay dimorfismo sexual entre hembras y
machos juveniles. Es omnívoro, alimentándose principalmente
de invertebrados que viven en el lecho marino. Sus mandíbulas
son grandes y poderosas y sirven como una herramienta eficaz
para el desmantelamiento de sus presas.
Las tortugas neonatas tienen numerosos depredadores y los
huevos son especialmente vulnerables a depredadores y organismos
terrestres. Una vez que alcancen la edad adulta, su gran tamaño
limita la depredación a los grandes animales marinos, como
los tiburones. Es considerada una especie vulnerable por la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Aparejos de pesca desatendidos son responsables de muchas
muertes entre las tortugas marinas. También pueden asfixiarse
cuando son atrapados en redes de arrastre. Para reducir la
mortalidad, se implementaron dispositivos excluidores de tortugas
marinas, proporcionando una vía de escape para las tortugas.
La pérdida de playas de desove adecuadas y la introducción
de depredadores exóticos también afectan a las poblaciones.
Los esfuerzos de conservación requieren la cooperación internacional,
ya que estas tortugas vagan por vastas áreas y porque las
playas de desove críticas para su reproducción se encuentran
dispersos en varios países.
Carolus Linnaeus fue el primero en darle un
nombre binomial, Testudo caretta, en 1758. Durante los dos
siglos siguientes, surgieron treinta y cinco nuevos nombres,
entre los cuales el nombre de Caretta caretta sugerido por
Leonhard Stejneger en 1902. El nombre común "cabezona" es
una alusión a la cabeza relativamente grande de esta tortuga.
Pertenece a la familia Cheloniidae, que incluye todas las
tortugas marinas, excepto la tortuga laúd. La clasificación
subespecífica de C. caretta es objeto de debate, pero la mayoría
de los autores considera que es una sola especie polimórfica.
Estudios de genética molecular confirmaron que existe hibridación
entre C. caretta y la tortuga bastarda, la tortuga carey y
la tortuga verde. Aunque no se ha determinado el grado de
hibridación natural, existen informes de una segunda generación
de híbridos, lo que sugiere que algunos híbridos son fértiles.
Pasa la mayor parte de su vida en el mar y en
aguas costeras poco profundas. Rara vez sube a la costa, con
excepción de breves visitas de las hembras para excavar nidos
y depositar sus huevos. Los neonatos viven en capas flotantes
de algas. Adultos y juveniles viven a lo largo de la plataforma
continental, así como en los estuarios costeros poco profundos.
En el océano Atlántico noroccidental, la edad influye la preferencia
para el tipo de hábitat. Los juveniles se encuentran más frecuentemente
en los estuarios poco profundos y tienen menos acceso al mar
abierto en comparación con los adultos que no anidan. Fuera
de la temporada de desove, viven en aguas marinas con temperaturas
superficiales que oscilan entre 13,3 °C y 28,0 °C. Para hembras
anidadoras las temperaturas apropiadas oscilan entre 27 °C
y 28 °C. Los juveniles comparten su hábitat del Sargassum
con una variedad de otros organismos. Las capas de Sargassum
también son el hábitat de hasta 100 especies de animales diferentes
que son presas para la alimentación de las tortugas juveniles.
Algunas de las presas, como hormigas, moscas, pulgones, saltamontes,
y escarabajos, son transportadas por el viento a estas zonas.
Presas endémicas de las capas de Sargassum incluyen percebes,
pequeñas larvas de cangrejo, huevos de peces y colonias de
hidrozoos. Mamíferos marinos y peces comerciales, como atún,
lampuga y medregal, también habitan en las capas de Sargassum.
La tortuga boba es una especie 'cosmopolita' al igual
que el resto de tortugas marinas. Su alimentación es
oportunista y en su dieta podemos encontrar crustáceos,
moluscos, poríferos, cefalópodos y otros invertebrados.
Suelen vivir en solitario y únicamente se juntan durante
el período reproductivo. Los individuos adultos no suelen
sobrepasar en el Mediterráneo los 100cm de caparazón
(espaldar) y suelen pesar alrededor de 90 kg. Poseen
un caparazón de color pardo-rojizo, y se identifican
gracias a sus cinco pares de escudos costales, con el
primer par (extremo anterior) más pequeño y a sus dos
uñas en cada una de las aletas. Poseen una cabeza grande
y triangular con dos pares de escamas prefrontales.
El plastrón (caparazón de la parte inferior) posee tres
pares de escudos inframarginales.
El Oceanogràfic cuenta con un Centro de Recuperación
de animales marinos, el 'ARCA del Mar' (Área de Recuperación
y Conservación de Animales del Mar), el cual recoge
y acoge las tortugas que se encuentran varadas en las
playas o en el mar por cualquier motivo (ingestión de
plásticos o anzuelos, enmallamiento con redes de pesca,
colisión con embarcación de recreo, etc).
Tras una llamada al 112 (teléfono al que se debe llamar
en el caso de encontrar una tortuga herida), la Conselleria
de Infraestructures, Territori i Medi Ambient junto
con el Oceanogràfic se hacen cargo de estos animales,
dándoles atención veterinaria y cuidados individualizados
hasta que está totalmente recuperada y puede volver
al mar.
Puedes observar a la tortuga boba en las instalaciones
de Mediterráneo, Océanos y Templados del Oceanogràfic,
en caso de que algún ejemplar de tortuga marina ya recuperado
en el ARCA esté esperando ser reintroducido al medio
natural. Si quieres conocer esta instalación, apúntate
a la actividad 'El otro lado del acuario' o 'Entrenador
por un día'.
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Tiene una distribución cosmopolita, reproduciéndose
en el más amplio rango geográfico de toda las tortugas marinas.
Habita en el océano Atlántico, Índico y Pacífico y el mar
Mediterráneo. En el océano Atlántico, la mayor concentración
se produce a lo largo de la costa sudeste de América del Norte
y en el golfo de México. Son muy pocos los ejemplares que
viven a lo largo de las costas atlánticas europeas y africanas.
El sitio de desove más frecuentado es Florida, con más de
67.000 nidos anuales. Las zonas de desove se extienden hasta
el norte de Virginia, el sur de Brasil, y tan al este como
Cabo Verde. Las islas de Cabo Verde son el único sitio de
desove significativo en el lado oriental del Atlántico. En
el Atlántico la zona para buscar alimentos se extiende de
Canadá hasta Brasil. En el océano Índico, busca alimentos
a lo largo de las costas de África, de la península Arábiga
y del mar Arábigo. A lo largo de la costa africana, anida
desde el archipiélago de Bazaruto en Mozambique hasta el estuario
de Santa Lucia en Sudáfrica. El mayor sitio de desove en el
océano Índico es Omán en la península Arábiga, que alberga
alrededor de 15.000 nidos, y representa la segunda zona de
desove de tortugas bobas en el mundo. La costa de Australia
Occidental es otra área de desove notable, con 1000-2000 nidos
por año. En el océano Pacífico viven en zonas templadas y
tropicales. Se alimentan en el mar de China Oriental, el Pacífico
suroccidental, y a lo largo de la península de Baja California.
Las principales zonas de desove se encuentran en el este de
Australia y en Japón; la Gran Barrera de Coral es considerado
una importante zona de desove. Ocasionalmente anidan en Vanuatu
y Tokelau. La isla de Yakushima es el sitio más importante,
con tres zonas de desove visitadas por el 40 % de todas las
tortugas bobas del área. Después de anidar, las hembras suelen
buscar alimentos en el mar de China Oriental, mientras que
la zona de bifurcación de la extensión del corriente de Kuroshio
ofrece importantes zonas de alimentación para los neonatos
y juveniles. Las poblaciones del Pacífico oriental se concentran
en la costa de Baja California, donde el afloramiento oceánico
crea zonas de alimentación para las tortugas juveniles y subadultas.
El Oceanogràfic de Valencia lucha por recuperar la
tortuga boba.
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A lo largo de la cuenca del Pacífico oriental
los sitios de desove son raros. El análisis de polimorfismo
de secuencia de ADN y los estudios de seguimiento sugieren
que el 95 % de la población a lo largo de la costa del Pacífico
de América nacen en las islas japonesas en el Pacífico occidental.
Las tortugas son transportadas por las corrientes predominantes
en toda la longitud del Pacífico norte, una de las rutas de
migración más largas entre los animales marinos. Se ha sospechado
durante mucho tiempo la existencia del viaje de regreso a
las playas natales en Japón, a pesar de que cruza agua clara
con pocas oportunidades de alimentación. La primera prueba
de la existencia del viaje de retorno provenía de una hembra
adulta llamada Adelita, equipada con un dispositivo de seguimiento
por satélite, que hizo el viaje de 14.500 km a través del
Pacífico desde México en 1996. Adelita fue el primer animal
que fue seguido cruzando una cuenca oceánica. El mar Mediterráneo
es una guardería para los juveniles, así como un lugar común
para los adultos en la primavera y los meses de verano. Casi
el 45 % de la población juvenil del Mediterráneo es originario
del océano Atlántico. Las zonas de alimentación se encuentran
principalmente en el mar de Alborán y el mar Adriático. La
principal zona de desove del Mediterráneo es Grecia, con más
de 3.000 nidos por año. Las costas de Chipre y Turquía son
también sitios de desove comunes.
Aunque se carece de pruebas concretas, las tortugas marinas
actuales probablemente tienen un ancestro común que se remonta
hasta el período Cretácico. Así como todas las otras tortugas
marinas, excepto la tortuga laúd, la tortuga boba pertenece
a la antigua familia Cheloniidae que apareció hace 40 millones
de años. De las seis especies de Cheloniidae existentes, la
tortuga boba está más estrechamente relacionada con la tortuga
bastarda, tortuga golfina y la tortuga carey que con la tortuga
plana y la tortuga verde. Hace aproximadamente tres millones
de años, durante la época del Plioceno, América Central emergió
del mar, aislando las corrientes marinas entre el Atlántico
y el Indo-Pacífico. El desvío de las corrientes oceánicas
dio lugar a cambios climáticos y la Tierra entró en un ciclo
glacial. El afloramiento de agua fría alrededor del cabo de
Buena Esperanza y la reducción de la temperatura del agua
en el cabo de Hornos formaron barreras de agua fría que impidieron
la migración de las tortugas. Esto resultó en el aislamiento
completo de las poblaciones del Atlántico y las del Pacífico.
Durante la Edad de Hielo más reciente, las playas del sudeste
de América del Norte eran demasiado frías para los huevos
de las tortugas marinas. A medida que la Tierra comenzó a
calentarse, las tortugas bobas ampliaron su área de distribución
hacia el norte, colonizando las playas del norte. Debido a
esto, las tortugas que anidando entre Carolina del Norte y
el norte de Florida representan una población genéticamente
diferente de las del sur de Florida. Las distintas poblaciones
de tortugas bobas tienen diferencias genéticas y características
únicas. Por ejemplo, las tortugas bobas del Mediterráneo son
más pequeñas, en promedio, que las del océano Atlántico. Las
tortugas bobas del Atlántico Norte y del Mediterráneo son
descendientes de colonizadores originarios de Maputalandia
en Sudáfrica, y los genes de estos colonizadores sudafricanos
todavía están presentes en las poblaciones actuales.
La tortuga boba es la tortuga con caparazón duro más grande
del mundo. Los adultos tienen un rango de peso medio de 80
a 200 kg y una longitud de 70 a 95 cm. El peso máximo registrado
es de 545 kg y la longitud máxima registrada del caparazón
es 213 cm. La cabeza y la parte superior del caparazón tiene
un color que puede variar desde amarillo-naranja hasta marrón-rojizo,
mientras que el plastrón (parte inferior) es típicamente de
color amarillo pálido. El cuello y los costados de la tortuga
son de color marrón en la parte superior y amarillo en los
lados y la parte inferior. El caparazón sirve como armadura
externa, aunque las tortugas bobas no pueden retractar sus
cabezas o patas en la misma. Se divide en dos secciones: el
carapacho (o espaldar) y el plastrón. El caparazón se compone
de grandes placas o escudos. Por lo general, 11 o 12 pares
de escudos marginales bordean el carapacho. Cinco escudos
vertebrales corren por la línea media del carapacho, la cual
está bordeada por cinco pares de escudos costales. El escudo
nucal se encuentra a la base de la cabeza. El carapacho se
conecta con el plastrón por tres pares de escudos inframarginales.
El plastrón tiene escudos apareados gulares, humerales, pectorales,
abdominales, femorales y anales. El dimorfismo sexual sólo
es aparente en los adultos. Los machos adultos tienen colas
y garras más largas que las hembras. El plastrón de los machos
es más corto que el de las hembras, presumiblemente para acomodar
la cola más grande de los machos. El caparazón de los machos
es más ancho y menos abombado que el de las hembras, y los
machos suelen tener cabezas más grandes. No es posible determinar
el sexo de los juveniles y subadultos por su anatomía externa,
sino por medio de la disección, laparoscopia (una operación
realizada en el abdomen), examen histológico (anatomía celular),
y ensayos radioinmunológicos (estudio inmunológico con radiomarcaje).
Las glándulas lagrimales que se encuentran detrás de cada
ojo permite mantener un equilibrio osmótico al eliminar el
exceso de sal obtenido por la ingestión de agua de mar. En
tierra, la excreción del exceso de sal da la falsa impresión
de que la tortuga está llorando.
Las tortugas bobas observadas en cautividad
como en la naturaleza son más activas durante el día. En cautiverio,
las actividades cotidianas están divididas entre nadar y descansar
en el fondo del acuario. Durante el descanso, tiende sus patas
delanteras hasta la posición de natación. Permanecen inmóviles,
con los ojos abiertos o medio cerrados y son fácilmente alertados
mientras se encuentran en este estado. De noche, los cautivos
duermen en la misma posición, pero con los ojos bien cerrados,
y son lentos para reaccionar. Pasan hasta el 85 % del día
sumergidos, los machos siendo buceadores más activos que las
hembras. La duración promedio de las inmersiones es de 15-30
minutos, pero pueden permanecer sumergidos durante hasta cuatro
horas. Juveniles y adultos tienen diferentes métodos de natación.
Los juveniles mantienen sus extremidades anteriores presionadas
hacia los lados del caparazón, y se propulsan por patadas
con sus miembros traseros. A medida que los juveniles maduran,
este método de natación es progresivamente reemplazado con
el método de alternancia de las extremidades practicado por
los adultos, y dependen completamente de este método de natación
al alcanzar la edad de un año. La temperatura del agua afecta
el metabolismo de las tortugas marinas. Temperaturas entre
13 y 15 °C inducen letargía. Cuando la temperatura baja hasta
aproximadamente 10 °C, adquiere una postura flotante, aturdida
por el frío. Sin embargo, los juveniles son más resistentes
al frío y no quedan aturdidos hasta que las temperaturas caen
por debajo de 9 °C. La migración permite evitar la exposición
al frío.
Temperaturas de agua más altas causan un aumento
en el metabolismo y ritmo cardíaco. La temperatura del cuerpo
aumenta con mayor rapidez en aguas más cálidas que se reduce
en aguas más frías; su máximo térmico crítico es actualmente
desconocido. Aunque la agresión entre hembras es muy raro
entre los vertebrados marinos, es bastante común entre las
tortugas bobas. La agresión ritualizada escala de una postura
de amenaza pasiva hasta el combate. El conflicto entre hembras
se produce principalmente por el acceso a las zonas de alimentación.
La escalación del conflicto típicamente sigue cuatro etapas.
En primera instancia, el contacto inicial es estimulado por
señales visuales o táctiles. En segunda instancia, se produce
la confrontación, empezando con confrontaciones pasivas caracterizadas
por movimientos circulares amplios. La confrontación agresiva
comienza cuando una de las tortugas deja de circular y enfrenta
directamente a su adversario. En tercera instancia, se inicia
el combate cuando las tortugas muerden las mandíbulas del
adversario. La etapa final involucra la separación, sea mutua,
con ambas tortugas nadando en direcciones opuestas, sea cuando
una de las tortugas está siendo perseguida hasta fuera de
la zona disputada. La escalación es determinada por varios
factores, como niveles hormonales, el desgaste de energía,
los resultados esperados, y la importancia del sitio. En todas
las etapas, una cola vertical muestra la voluntad de escalar,
mientras que una cola enroscada muestra la voluntad de someterse.
Como mayor agresión es metabólicamente costoso y potencialmente
debilitante, es mucho más probable que el conflicto solo se
intensifique si involucra acceso a buenas zonas de alimentación.
También se ha observado agresión en cautiverio. Aparentemente
las tortugas son animales territoriales, y muestran un comportamiento
agresivo frente a otras tortugas bobas, e incluso frente a
otras especies de tortugas marinas.
¿Y tú, qué miras?
La tortuga boba tiene numerosos depredadores,
especialmente en el periodo temprano en su vida. Depredadores
de huevos y neonatos incluyen gusanos oligoquetos, escarabajos,
larvas de moscas, hormigas, larvas de la avispa parasitaria,
moscas de la carne, cangrejos, serpientes, gaviotas, córvidos,
zarigüeyas, osos, ratas, armadillos, mustélidos, zorrillos,
cánidos, procionidos, gatos, cerdos, y seres humanos. Durante
la migración desde sus nidos hasta el mar, las crías son depredados
por larvas de dípteros, cangrejos, sapos, lagartos, serpientes,
aves como fregatas y otros aves, y mamíferos. En el océano,
los depredadores de los nenonatos incluyen peces, por ejemplo,
peces loro y morenas, y cangrejos portúnidos. Es más raro
que los adultos sean atacados debido a su gran tamaño, pero
pueden ser presa de tiburones, retenes, y orcas. Hasta el
40 % de las hembras anidadoras tienen heridas que fueron probablemente
causadas por ataques de tiburones. Las hembras que desovan
son atacadas por moscas de la carne, perros salvajes y seres
humanos. Mosquitos de los pantanos salados también pueden
molestar a las hembras durante el desove. En Australia, la
introducción del zorro rojo (Vulpes vulpes) por los colonos
ingleses en el siglo XIX, dio lugar a una reducción significativa
de las poblaciones de C. caretta. Durante la década de 1970,
la depredación de huevos de tortuga destruyó de hasta el 95
% de todos las puestas establecidas en una sección costera
en el este de Australia. Se ha logrado reducir ese impacto
mediante una campaña agresiva para eliminar los zorros en
los años 1980 y 1990. Sin embargo, se estima que durará hasta
el año 2020 antes de que las poblaciones alcanzarán
una recuperación completa de pérdidas tan dramáticas. A lo
largo de la costa sureste de los Estados Unidos, el mapache
(Procyon lotor) es el depredador más destructivo de los sitios
de anidación. En algunas playas de Florida se registraron
tasas de mortalidad de casi el 100 % de todas las puestas
establecidas en una temporada. Esto se atribuyó a un aumento
de las poblaciones del mapache, que florecieron en entornos
urbanos. Esfuerzos para proteger los sitios de anidación cubriéndolas
con una malla metálica redujo significativamente el impacto
de la depredación de huevos de tortugas marinas por los mapaches.
En Bald Head Island en Carolina del Norte, se utilizaron cajas
de malla de alambre para cubrir los nidos confirmados para
evitar que sean excavados por zorros rojos y otros depredadores.
Una nueva preocupación asociada con la protección con materiales
de acero es la interferencia con el desarrollo normal del
sentido magnético de los neonatos debido a la utilización
de alambre ferroso, que puede perturbar la capacidad de las
tortugas de navegar correctamente. Se están realizando esfuerzos
para encontrar un material no magnético que permita evitar
que los depredadores roan a través de la barrera.
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