Casablanca es considerada una de las mejores
películas de la historia. Estrenada en 1942, dirigida por
Michael Curtiz y protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid
Bergman, se llevó tres Oscar, encumbró a sus actores y pasó
a ser considerada como una de las grandes historias de amor
del celuloide. Sin embargo hoy en día y echando la vista
atrás, sabemos que Casablanca es una película a medio camino
entre el mito y la realidad. El director y los actores principales
de Casablanca eran ampliamente conocidos en Hollywood cuando
se rodó la película, pero lo cierto es que ninguno de ellos
fue consciente de que el film iba a convertirse en todo
un clásico. Un cúmulo de casualidades hizo que así fuera,
encumbrando una película que evoca a la ciudad marroquí
aunque ni una sola de sus escenas fuera rodada en ella.
La película es una historia que sabe combinar
a la perfección tres de las grandes temáticas del cine:
el amor, la guerra y la política. El drama se desarrolla
en Casablanca, durante la Segunda Guerra Mundial. La ciudad
se ha convertido en lugar de encuentro de todos los que
huyen del nazismo y de la que es difícil salir si tu nombre
está en la lista de la Gestapo. Es lo que le ocurre a Víctor
Laszlo. La única esperanza para Laszlo es Rick Blaine, el
propietario de uno de los más concurridos cafés de la ciudad
y ex amante de su esposa Ilsa Lund, quien ofrece a Rick
quedarse con él a cambio de un visado para su marido. Rick
debe decidir si es fiel al idealismo que siempre ha regido
su vida o se queda con la mujer de sus sueños, a la que
siempre ha amado.
Todas las escenas de la película están situadas
en la ciudad de Casablanca, aunque por aquella época estaba
muy lejos de poseer el glamour con el que aparece en la
película. De hecho, muchos piensan que la Casablanca que
se describía en el film en realidad se parecía más a Tánger,
que por entonces gozada de un status internacional parecido
al que se reflejaba en el film. Son muchos los turistas
que acuden a Casablanca con la intención de visitar el café
de Rick. Imposible encontrarlo porque la película fue rodada
íntegramente en EE.UU. Todas las escenas fueron filmadas
en los estudios de la Warner en California, con escenarios
en gran parte reciclados de otras películas. La única que
se rodó en exteriores fue la del aeropuerto y para ello
se utilizó un aeródromo de Los Ángeles. Muchos cinéfilos
se sienten desilusionados cuando conocen esta realidad,
pero ¿qué sería del cine sin el apoyo de la imaginación?
El hecho de llevar el nombre de Casablanca
sin que la película fuera rodada en Marruecos es solo una
más de las grandes anécdotas que han contribuido a encumbrar
la película. Aunque el film tuvo una buena cogida de público
y crítica en su estreno, lo cierto es que vio aumentada
su fama cuando la sala de cine The Brattle, en Cambridge
(Massachusetts) decidió reprogramarla durante tres semanas
al año. Los estudiantes de Harvard comenzaron a asistir
a los reestrenos imitando el glamouroso estilo de vestir
de los años 40. Los medios locales y nacionales se hacían
eco del evento año tras año y la película permanecía siempre
en el imaginario colectivo hasta el punto de llegar a ser
calificada por Billy Wilder como “la película más amada
de la historia”. Como curiosidad, antes de ofrecer a Bogart
el papel de Rick se pensó en Clark Gable y posteriormente
en Ronald Reagan, cuyo nombre llegó a aparecer como protagonista
en los primeros materiales promocionales que se distribuyeron
a la prensa.
Por su parte, el papel de Ilsa estaba escrito
para Rita Hayworth, aunque posteriormente se pensó en Anna
Sheridan o en Hedy Lamarr para el personaje. A pesar de
ello, los guionistas consideraron que la sueca Ingrid Bergman
tenía la calidez, la ternura y el brillo necesarios para
la interpretación del personaje y por este motivo fue finalmente
elegida. La química entre Bogart y Bergman era más que evidente,
aunque en todas las escenas en las que aparecen juntos él
está subido a un cajón, invisible a los ojos del espectador,
ya que el actor era 20 centímetros más bajo que la actriz.
La ciudad de Casablanca se preparó
en 2012 para recibir a los turistas cinéfilos que quisieran
celebrar en la ciudad marroquí el 70 aniversario de la clásica
película del cine americano.
Otro de los grandes mitos que se caen cuando
analizamos la película pertenece a las frases que la han
hecho célebre. En realidad, ni en el film original ni en
el doblado se escucha decir “Tócala otra vez, Sam”. Lo que
en realidad le dice Ilsa a Sam, el pianista más famoso de
la historia del cine, es “Tócala una vez, Sam, en recuerdo
de los viejos tiempos”. En cuanto a la famosa frase “Creo
que esto es el comienzo de una gran amistad”, se incorporó
una vez finalizada la grabación, por deseo de un productor
de la Warner. Realmente la improvisación fue una tónica
en la película. El guion iba cambiando a medida que se desarrollaba
el rodaje. Ni siquiera los actores sabían si Ilsa finalmente
se quedaría con Rick o con Víctor, algo que desorientaba
incluso a la propia actriz, que constantemente pedía que
alguien le revelara el final para poder interpretar mejor
a su personaje.
Casablanca ocupa el tercer puesto de la lista
de “Las 100 películas que todo el mundo debería ver” según
el Instituto de Cine Estadounidense. Quizá sea por la calidad
de los diálogos, la inquietante fotografía del film, la
sugerente interpretación de los actores y la brillantez
en su dirección, pero lo cierto es que, pese a todas las
anécdotas y curiosidades que circulan alrededor de la película,
o quizá incluso por ellas, es considerada hoy todo un clásico.
Casablanca y su famosa escena de la ruleta.
En 2012 se cumplió el 70 aniversario
en la gran pantalla, que el día de Acción de Gracias de
1942 tuvo su estreno mundial en el antiguo Teatro Warner
Hollywood, donde ahora se encuentra la iglesia Times Square.
No son pocos los artistas y filósofos, a lo largo de la
historia, que piensan que la calidad de una obra de arte
tiene una directa relación con el control que se tenga de
la misma en todas las etapas de su concepción, construcción
y reproducción; y de la capacidad de bajar la intervención
del azar y la incertidumbre a niveles lo mas cercanos a
cero. Tal razonamiento encuentra en Casablanca la perfecta
excepción, donde al final casi todo se hizo de una manera
diferente a la inicialmente planificada, que se empezó a
rodar sin tener el guion terminado y con observaciones de
los comités de censura de la época, donde la elección del
elenco pasó por varios cambios y decisiones a último momento,
donde hubo cambio de quien dirigiría la película, donde
hasta el título estuvo sujeto a dudas y cambios de último
momento, donde apenas y casi por suerte quedó elegida la
canción emblemática, donde se cambiaron el presupuesto,
el cronograma y hasta el tamaño del proyecto.
Una obra de las que los hermanos Warner solo
tenían la referencia de que se trataba de un proyecto más
(el numero 410) con un presupuesto estándar; pero que poco
a poco, tal vez gracias a la alineación de los astros, o
a felices coincidencias, o quizás a la plena confianza que
siempre tuvo el productor Hal B. Wallis en el proyecto y
que lo tuvo que defender innumerables veces a capa y espada,
o tal vez gracias a la gran libertad que tuvo esta vez su
director Michael Curtiz, debido a las mas de 140 películas
que ya tenía hechas; o gracias a la efervescencia bélica
y patriótica que se vivía en esos años; creció en importancia
y transcendencia hasta convertirse en una de las obras mas
importantes de la historia del cine.
Su nombre completo era Harold Brent Wallis,
y nació en Chicago, Illinois el 19 de octubre de 1898. Era
el menor de tres hijos y tenía dos hermanas mayores: Minna
Wolovitz (1893-1986), una agente de talentos de Hollywood,
y Juel Wolovitz (1895-1953). Sus padres eran judíos Ashkenazi
de la región de Suwalki del Zarato de Polonia, que entonces
era parte del Imperio Ruso y ahora es Polonia. El futuro
productor y sus hermanas eventualmente cambiaron su apellido
a Wallis.
Los estudios Warner Bros atrasaron su estreno
comercial para enero del 1943, para no cruzarse en los premios
Oscar con Días sin huellas de Billy Wilder; y efectivamente,
al año siguiente ganaron tres premios; al recoger la estatuilla
a la mejor película se levantaron por separado y apresurados
Jack Warner y Hal B. Wallis. Llegó primero el menor de los
hermanos Warner y recogió el premio, dejando al productor
en el pasillo del teatro con las manos vacías y un resentimiento
que no se le fue nunca. Creo que el valor de la película
radica en que a pesar de los tiempos de gran polarización
entre los aliados y las potencias del eje en eso tiempos;
el “Rick’s Cafe Americain”, es como la última frontera real
e imaginaria del territorio bélico, ahí todo está lleno
de grises, todos coincidían y estaban obligados a convivir,
a hacer negocios y tranzas; un lugar donde nadie está libre
de culpa, lleno de complicidades.
La actriz francesa Madeleine Lebeau, última
sobreviviente del elenco de la famosa película murió en
2016 en España a los 92 años. En Casablanca, Lebeau
interpreta a Yvonne, la amante desdeñada de Rick (Humphrey
Bogart). - "¿Dónde estabas la pasada noche?", le pregunta
a su amante.
En los estudios de Hollywood no se recrearon
locaciones de l-Dár al-Baída (Casablanca en Marruecos) sino
que se creó un universo ficticio que coincidía más con el
imaginario que tenían millones de espectadores frente a
la guerra, que la imagen de propaganda hecha por los ejércitos
y sus departamentos de Estado. La historia es un melodrama
que transcurre casi todo en una sola locación, lleno de
inverosímiles, subrayados y desmedidos; pero que extrañamente
son capaces de crear la magia de la representación. Podemos
ver cómo a pesar de su cinismo y sus fechorías, Rick (Humphrey
Bogart) en el fondo tiene su corazón y sus principios. A
Lisa capaz de mostrar lo que siente sin decir ni una sola
palabra, ni inmutar su belleza. Podemos ver como una canción
cala dentro de sus personajes. Los tiempos han cambiado,
el cine ha cambiado y nosotros también hemos cambiado. La
cinta ha sufrido el paso de tantos años. Como dice la letra
de la canción principal de la película: As time goes by
(El tiempo pasa); “No debes olvidar un beso es siempre un
beso, y las cosas fundamentales adquieren su valor a medida
que pasa el tiempo”. O como más ajustadamente lo dijo -o
escribió- el gran Guillermo Cabrera Infante a 14 años después
de su estreno: “Hablar – ¿o escribir?- de Casablanca es
como mirar una vieja fotografía: ahí es uno, pero de alguna
manera ése no es uno; por el medio está el recuerdo, el
tiempo pasado y la renovada presencia fotográfica, ganada
su batalla al tiempo, pero perdiéndola, porque el tiempo
no pasa: pasa uno por él y como en un estrecho pasadizo
de zarzas de deja la piel en sus espinas…”.
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