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Kosovo.
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10-Marzo-2023

Historias entrelazadas en la Inglaterra de 1993, cuando la guerra de desintegración de la antigua Yugoslavia está en su punto álgido, lo que se traduce en llegada de refugiados. Las diferencias deportivas y políticas dan pie a situaciones de humor próximo al surrealismo en el seno de cuatro familias inglesas, cuando entran en contacto con los recién llegados; así, las diferencias entre serbios y croatas, por ejemplo, no son tan diferentes como las que existen dentro del Reino Unido, viene a decir el director y guionista bosnio Jasmin Dizdar.

Un tren de la OTAN bajo el mando de tropas estadounidenses tranporta material militar rumbo a Kosovo en 1999. Para ello deben atravesar territorio rumano. Y en Capaltina, un pueblo en medio de ninguna parte, el jefe de estación Doiaru se empeña en retener el convoy sin razón aparente. Dice que él debe hacer cumplir las leyes, y que el capitán Jones no tiene los papeles de la aduana en regla. El rudo militar fracasa a la hora de hacer entrar en razón al otro, y a la espera de dar con una solución desde el ministerio de turno, él y sus hombres se ven obligados a permanecer en el lugar... y allí entran en contacto con la población local. El cine rumano viene demostrando en los últimos tiempos una fuerte pujanza. Este film del malogrado Christian Nemescu (el joven director y guionista murió con 27 años en un accidente de automóvil, sin lograr dar a la película el toque final antes del estreno) es una muestra más de ello. Aunque de extensión algo exagerada, y un ritmo pausado que puede desanimar a parte del público, se trata de una inteligente crítica al papel que Estados Unidos viene desempeñando en el exterior, a la hora de ayudar a otros países y resolver conflictos. En efecto, el film mezcla imágenes en blanco y negro del final de la Segunda Guerra Mundial, con el relato principal en color. Las razones de tal hecho, no aclaradas hasta bien avanzado el rodaje, hablan de la imagen que a veces trasladan los americanos, donde su aura de arreglar todos los problemas imaginables como por ensalmo, suele dar paso a la decepción de las promesas fatuas. En tal aspecto, que podríamos describir como “la insoportable levedad de los yanquis”, el film conecta con títulos como Bienvenido Mr. Marshall.

Hay bastantes segundas intenciones en ese explosivo americano que se activa muchos años después de modo inesperado, en el hecho de no dar el teléfono al soldado americano, o en la coca cola olvidada en la mesa de un restaurante al final de la película. Nemescu acierta en lanzar sus críticas suavemente, tras preparar el terreno cuidadosamente. De modo que el estallido final de violencia, que los yanquis ni “huelen”, resulta bastante efectivo. Y mientras esto llega, se esfuerza en componer una interesante galería de personajes, muy humanos, presentados con sentido del humor, por ejemplo al jugar con las confusiones idiomáticas. Del lado local, aparte del jefe de estación, está su bella hija rompecorazones Monica, el alcalde que piensa que la estancia de los yanquis puede traer prosperidad al pueblo, el tímido joven enamorado, además de una pléyade bien concebida de comparsas. Y del lado americano destacan el capitán que quiere dejar el pueblo cuanto antes, que actúa con cierta arrogancia y prepotencia muy características, y el soldado que despierta el interés de Monica.

1941. Belgrado, Segunda Guerra Mundial. Marko y Petar, delincuentes y amigos, luchan contra los alemanes. Petar resulta herido y, para salvarse, se refugia en un sótano junto a un grupo de partisanos. Mientras tanto, Marko se convierte en un héroe y, terminada la guerra, será uno de los favoritos de Tito. Sin embargo, mantiene encerrado a su amigo durante veinte años asegurándole que la guerra no ha terminado; así, consigue alejarlo de Natalija, la chica que ambos aman. Cuando, por fin, Petar sale de su escondite se encuentra con otra guerra, esta vez entre serbios y bosnios; sólo ha cambiado una cosa: su país ya no existe.

Podría decirse que el film es una fiesta continuada a lo largo de sus casi tres horas de extensión. La fiesta, el folclore, es mucho más que un mero acontecimiento pasajero; más bien se entiende como una forma de vida para los personajes y un fundamento esencial de la sociedad. Kusturica comienza con una fiesta y acaba con otra fiesta (de final incierto...), y entre medias se suceden festejos continuos, incluida una boda delirante por todo lo alto que dura media hora de metraje. Este sentido de fiesta es algo que está muy arraigado en la cultura del país y en el mundo creativo del propio Kusturica, como bien deja claro en otras películas suyas, como Gato negro, gato blanco o La vida es un milagro.

Kusturica refuerza el surrealismo de Underground y Gato negro, gato blanco, en esta denuncia de la terquedad y el odio que llevó a la guerra de Bosnia. El cineasta asegura que cuando supo del inicio del conflicto, se sintió tan conmocionado como el ingeniero que protagoniza el film. Se trata de Luka, un padre de familia serbio que vive con su esposa Jadranka y Milos, el hijo de ambos, en un pueblecito que prepara la construcción del ferrocarril. Cuando estalla la guerra, Jadranka se fuga con un músico, mientras que el chico, Milos, es hecho prisionero. Mientras aguarda el regreso de su familia, Luka es designado por el ejército serbio guardián de Sabaha, una rehén musulmana de la que se enamora. Y aunque todo es alocado y disparatado, como es habitual, Kusturica compone imágenes recargadas, ricas en detalles y objetos estrafalarios. Y todo al ritmo de la música estilo “unza-unza”, tan típica de su cine, que esta vez corre a cargo de la No Smoking Orchestra, de la que el mismo cineasta forma parte, junto con su hijo Stribor, que interpreta un pequeño papel en el film.

Lazar regresa a su pueblo tras una larga ausencia. Y encuentra su casa ocupada por Jasna, una mujer separada, que tiene una hija pequeña autista. Lazar se identificará con la niña, pues como ella, también se siente en otro mundo, marcado por el horror de una matanza durante la guerra de la antigua Yugoslavia. La relación con las dos mujeres puede ser la medicina que necesita para que cicatricen sus heridas. El director serbio Goran Paskaljevic utiliza la obra de teatro que representa la niña, Sueño de una noche de verano de Shakespeare, para señalar que todo resulta ser efímero, puro encantamiento. Dura y deprimente película, bien rodada, que no deja un resquicio a la esperanza: los sueños, sueños son.

Valiosa serie documental de la BBC sobre la desintegración de la antigua Yugoslavia, tiene el mérito de estar realizada casi al tiempo en que se alcanzaba la paz tras una lamentable guerra donde las expresiones limpieza étnica, genocidio y crímenes de guerra fueron de obligado uso. A partir de la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, se describe cómo los artificiales nexos de unión entre grupos étnicos muy diferentes –serbios, croatas y musulmanes– se rompen. En algunos casos, Eslovenia, se produce una separación pacífica, pero sueños como el de a Gran Serbia, y la realidad de territorios donde están presentes minorías –Croacia, y sobre todo, Bosnia– dan lugar a una horrible lucha armada, con momentos terribles como los de los bombardeos en el mercado de Saravejo, y la limpieza étnica en Srebenica. La exposición de los hechos es clara, y se trata de describir con cierta objetividad la posición de unos y otros. Pero como las actuaciones no son muy honrosas en algunos casos, se entiende la suspicacia y recelo que provoca esta serie en algunos espectadores, sobre todo cuando son de las nacionalidades afectadas. Gran valor como documento de la serie lo tienen los testimonios de los principales responsables políticos, pues hablan los presidentes serbio (Slobodan Milosevic), croata (Franjo Tudjman), bosnio (Alija Izetbegovic) y montenegrino (Momir Bulatovic), además del líder serbio en Bosnia Radovan Karadzic, los mediadores americanos Richard Holbrooke y Warren Christopher, o el general francés de Naciones Unidas Philippe Morillon, o el diplomático español José María Mendiluce. El conjunto ofrece una foto bastante completa de lo que ocurrió en Los Balcanes.

Un general, criminal de guerra en la antigua Yugoslavia, es detenido. Tres años después, cuando arranca su juicio en el Tribunal de La Haya, el caso parece venirse abajo por el suicidio de un testigo principal, cuya declaración contenía algunos agujeros importantes, no bien estudiados en la fase procesal. Lo que provoca la ira de la fiscal Hannah, que ahora debe encontrar pruebas en una carrera contra el reloj para que no se le escape el acusado. Podría ser clave el testimonio de la hermana del suicida, casada y con un niño, que tiene terror a contar lo que sabe. La película de Hans-Christian Schmidt es más interesante por lo que cuenta, que por su ejecución. El cineasta alemán opta por un enfoque realista, casi documental, sin excesos hollywoodienses. Lo que está bien... hasta cierto punto, pues la decisión de renunciar a una partitura musical se nos antoja desacertada, el resultado es demasiado frío. De modo que el dramatismo queda en las solas manos de los actores, entre los que brilla sobre todo Anamaria Marinca De todos modos, se plantean con verosimilitud los dilemas de un tribunal que puede buscar una solución de compromiso en un caso que impide que se haga verdadera, o al menos total, justicia. En efecto, se combinan las dificultades técnicas -la falta de pruebas- con las cuestiones políticas, las presiones de estilo mafioso o el deseo de mantener el prestigio del alto tribunal.

El realizador bosnio Danis Tanovic se dio a conocer en 2001, cuando ganó el premio al mejor Guión en Cannes, el Globo de Oro y el Óscar a la mejor película extranjera por En tierra de nadie, tragicomedia enmarcada en la guerra que asoló la ex Yugoslavia. Tras abordar otras temáticas en El infierno y la fallida Triage, Tanovic regresa al conflicto bélico que sacudió a su país en esta adaptación de la novela homónima de Ivica Dikic. Él mismo se ha encargado de adaptar el guión. Cirkus Columbia transcurre a principios de los 90, tras la caída del régimen comunista y antes del inicio de la contienda. Divko Buntic, bosnio que ha vivido exiliado durante dos décadas en Alemania, ha hecho fortuna y aprovecha el cambio de gobierno para regresar a su localidad natal, con su Mercedes de lujo, su gato de la suerte Bonny y Azra, la joven y atractiva novia que se ha buscado tras abandonar a su esposa. Nada más llegar consigue que el alcalde le devuelva su antigua casa, tras echar de mala manera a la mujer a la que Buntic amaba antes de su partida, con la que tuvo un hijo al que nunca ha conocido. Tanovic utiliza el pueblo donde transcurre la acción como una especie de microcosmos que resume a grandes rasgos la compleja situación que derivó en la sangrienta tragedia. Critica de forma muy inteligente todo lo que dio pie a la guerra, en especial las secuelas de un régimen comunista autoritario e implacable, a unos políticos oportunistas capaces de cualquier cosa por estar en el poder y que les den dinero, ultranacionalistas con ideario peligroso, empresarios sin escrúpulos capaces de comprar lo que sea, etc. Inicia Tanovic la cinta con humor, y poco a poco todo deriva hacia un final de enorme tensión dramática.

En el Sarajevo devastado por la guerra, un poeta se encuentra solo, después de que su mujer y su hija hayan sido evacuadas. Un día descubre a dos niños, uno de ellos sordomudo, que han perdido a todos sus familiares y le cuentan que sólo tienen una tía que vive refugiada en Alemania. El poeta decide acompañar a los muchachos en un viaje en busca de su tía. Uno de los más desgarradores documentos que describen la guerra en la ex Yugoslavia, con toda clase de detalles. Se hizo con numerosos premios internacionales, entre ellos el de Mejor película en el Festival de Cine de Tokio de 1997.

Gemma es una mujer que logró escapar del terrible asedio a Sarajevo con su hijo recién nacido, tras haber perdido allí a su marido, con el que vivió una gran historia de amor. Dieciséis años después, regresa a Sarajevo con su hijo para que visite la ciudad en la que nació y descubra al padre que nunca llegó a conocer.

Gemma, una mujer italiana ya madura, viaja junto a su hijo adolescente a Sarajevo, con motivo de una exposición fotográfica de quien fuera el amor de su vida. Se agolpan los recuerdos de su juventud, en los años de la Olimpiada de invierno, cuando le servía de guía Gojco, un lugareño, la amistad con sus amigos, componentes de lo más parecido a una alegre comuna, y el apasionado amor por Diego, un fotógrafo alegre e idealista, que parecía irradiar únicamente felicididad. Adaptación de la ambiciosa novela de Margaret Mazzantini, a cargo de la propia autora, esposa de Sergio Castellitto, director de la cinta además de intérprete de un pequeño papel. En su segundo film tras la cámara Castellitto repite con la actriz con la que debutó en No te muevas, Penélope Cruz, que hace un notable trabajo, además de que su maquillaje como mujer envejecida está muy logrado. La idea de Volver a nacer es tejer un tapiz donde se imbrique la trayectoria personal de Gemma, en la que tienen importante presencia varios hombres -su actual marido, un carabinero; su hijo adolescente; el primer esposo; el fotógrafo Diego; el guía Gojco; e incluso su padre-, con el trágico devenir de un Sarajevo castigado de modo atroz por los horrores que la guerra lleva siempre consigo. A Castellitto le queda grande el amplio lienzo que maneja en Volver a nacer, donde importan el paisaje general y el pequeño detalle. Tiene interés su esfuerzo por abordar los deseos de paternidad y maternidad a toda costa, las dificultades para aceptar lo que niega la naturaleza, y la ironía final que muestra que del horror puede salir algo hermoso. Pero los giros resultan alambicados, triples saltos mortales que no se sabe muy adónde quieren ir a parar; en cambio muchos personajes -el mismo de Castellitto o el fugaz primer marido de Gemma- y situaciones son levísimas pinceladas. Se agradecen las nobles intenciones, pero como a Angelina Jolie con En tierra de sangre y miel, da la sensación de que lo que pretende Castellitto, no le sale.

Cinco personas que se van a ver afectadas por un acto trágico y heroico que se vivió en pleno conflicto étnico entre serbios, croatas y musulmanes. En 1993, Un joven soldado serbio va a intentar salvar a un civil bosnio al que unos compañeros quieren pegar una paliza. Tras quince años, esta película narra cómo ha marcado las vidas del padre, la novia y el mejor amigo del soldado, incluyendo al hombre al que salvó ¿Habrán sido capaces de superar el trauma? ¿Seguirán frustrados con ganas de venganza? Esta película ha sido dirigida por Srdan Golubovic. Está protagonizada por Aleksandar Bercek, Leon Lucev y Nebojsa Glogovac.

Adaptación a la ficción del libro de Arturo Pérez-Reverte donde contaba sus experiencias como corresponsal de guerra, poniendo de vuelta y media a muchos de sus colegas. Ambientada en la antigua Yugoslavia, sigue las tribulaciones de un reportero y su cámara, que traban relación con una colega argentina en Sarajevo. Aunque hay algunas escenas muy dinámicas, en general da una visión bastante blanda de lo que supone cubrir un conflicto de esa envergadura.

Conflicto de Los Balcanes. El guardián de un zoológico procura que la guerra no afecte a los animales que tiene a su cuidado. Pero pronto tendrá que ocuparse de las personas: un niño de 10 años y su madre, que le piden refugio. El film se inspira en hechos reales ocurridos en Kuwait tras la invasión iraquí, cuando los leones del zoo vagaban por las calles provocando el terror. Una imagen que nos hace preguntarnos quién es más animal, si las fieras del zoo o el hombre sembrando la destrucción por doquier.

Sharkey es un tipo involucrado en el tráfico de niños. Un día recoge a Vlado, un huérfano de la guerra de Bosnia que busca una vida mejor. Los dos viajarán por el depauperado país salvando obstáculos y peligros y fortaleciendo entre ellos unos sinceros lazos de amistad y cariño. Bob Hoskins protagoniza este drama polaco que ahonda con particular humanidad en las fatales consecuencias de la guerra. Destaca la música de Michal Lorenc.

Daniel Calparsoro cambia los tercios a que nos tiene acostumbrados (Salto al vacío, Asfalto) y nos introduce en las vicisitudes de un grupo de soldados españoles, que hacen no se sabe bien qué en Bosnia. Con ayuda del periodista Juan Cavestany en el guión, Calparsoro se centra en los omnipresentes agobios de los protagonistas, sin ofrecer un solo momento de relajo para humanizarlos.

Jean-Luc Godard ambienta esta película en una de sus ciudades predilectas: Sarajevo. En este film una compañía francesa de teatro se propone reprentar en la capital de Bosnia-Herzegovina, pero es capturada y sus miembros son reclouidos como prisioneros de guerra.

Film que a partir de un hecho real, se atreve a mirar con algo de humor la guerra de la antigua Yugoslavia. Cuando Croacia se declara independiente, un grupo de soldados croatas se queda atrapado en las instalaciones militares de la antigua federación en una isla del Adriático, y rehúsa entregarlas a la milicia local.

Cinta que sigue las peripecias de un comando de élite croata en la guerra de la antigua Yugoslavia. Los intentos de recuperar los cuerpos de tres compañeros caídos sacan a flote algunos de su traumas, a veces el peor enemigo puede ser uno mismo.

Una especie de parábola tragicómica en el contexto de la guerra de la antigua Yugoslavia. Dos viejos amigos, un musulmán y un serbio, ocupan sendas camas de un hospital de Belgrado, donde recuerdan su infancia, y el túnel que supuestamente unía Zagreb y Belgrado, y que según les contaban estaba habitado por un ogro. La complicada estructura de flash-backs ayuda a reflexionar sobre el horror bélico.

Cinta serbia que reflexiona sobre los efectos de los conflictos bélicos en la juventud, en el contexto de la guerra de los Balcanes. Sigue a tres adolescentes que tratan de evadirse del horror a través de su imaginación. Pero claro, la cruda realidad está allí.

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