Un 25 de junio de 1982 se estrenó LA COSA, el clásico de
la ciencia ficción dirigido por un John Carpenter más inspirado
que nunca. Cine de Verano no apto para todos ...
The Thing (La cosa en España, La cosa del otro mundo en México,
y El enigma de otro mundo en Argentina y varios países de
Hispanoamérica) es una película de terror de ciencia ficción
estadounidense de 1982 dirigida por John Carpenter y escrita
por Bill Lancaster. Basado en la novela de 1938 de John W.
Campbell Jr. Who Goes There?, cuenta la historia de un grupo
de investigadores estadounidenses en la Antártida que se encuentran
con la «Cosa», una forma de vida extraterrestre parasitaria
que imita a otros organismos. El grupo es superado por la
paranoia y el conflicto, comprenden que ya no pueden confiar
entre sí y que cualquiera de ellos podría ser la Cosa. Esta
protagonizada por Kurt Russell como un piloto de helicóptero
del equipo, R.J. MacReady, e incluye a A. Wilford Brimley,
T. K. Carter, David Clennon, Keith David, Richard Dysart,
Charles Hallahan, Peter Maloney, Richard Masur, Donald Moffat,
Joel Polis, y Thomas Waites en papeles secundarios.
La producción comenzó a mediados de la década de 1970 como
una fiel adaptación de la novela, después de la popular The
Thing from Another World de 1951. The Thing pasó por varios
directores y escritores, cada uno con diferentes ideas sobre
cómo enfocar la historia. El rodaje duró aproximadamente 12
semanas, a partir de Agosto de 1981, y tuvo lugar en sets
refrigerados en Los Ángeles, así como en Juneau, Alaska, y
Stewart, British Columbia. Del presupuesto de 15 millones
de dolares de la película, 1.5 millones se gastaron en los
efectos de las criaturas de Rob Bottin, una mezcla de productos
químicos, productos alimenticios, goma y piezas mecánicas
que su gran equipo convirtió en un extraterrestre capaz de
asumir cualquier forma. The Thing fue lanzado en 1982 con
críticas muy negativas, descrito como «basura instantánea»,
«un exceso miserable», y propuesto como la película más odiada
de todos los tiempos. Las críticas elogiaron los logros de
los efectos especiales y criticaron su repulsión visual, mientras
que otras se centraron en la caracterización deficiente. La
película ganó 19.6 millones durante su recorrido en cines.
Se han citado muchas razones para no haber captado a la audiencia:
la competencia de películas como E.T., el extraterrestre,
que ofrecía una visión optimista de la visita de extraterrestres;
un verano lleno de exitosas películas de ciencia ficción y
fantasía; y una audiencia, viviendo una recesión, diametralmente
opuesta al tono nihilista de The Thing. La película encontró
un público positivo cuando se estrenó en video y televisión.
En los años posteriores, se ha reevaluado como una de las
mejores películas de ciencia ficción o de terror jamás realizadas,
y ha ganado seguidores de culto. Los cineastas han notado
su influencia en su trabajo, y se ha mencionado en otros medios,
como la televisión y los videojuegos. The Thing ha generado
una variedad de productos, incluida una novela de 1982, casas
encantadas, juegos de mesa y secuelas en cómics, un videojuego
del mismo nombre, y una precuela de 2011 del mismo nombre.
Director y prota. Mito y chico Disney.
Los miembros de la estación 31 de investigación estadounidense
en la Antártida son alertados por sonidos de disparos y explosiones.
Al examinar qué está pasando, descubren que un perro de raza
alaskan malamute está siendo perseguido por un helicóptero
noruego, en el que uno de sus tripulantes dispara e intenta
matar al perro. En medio de la confusión, la incapacidad de
comunicarse en otro idioma y creyendo que los noruegos se
han vuelto locos debido a una estancia prolongada en la Antártida
se produce un enfrentamiento y los noruegos mueren a manos
de los estadounidenses. Durante la escaramuza, uno de los
estadounidenses, Bennings (Peter Maloney), es herido. Tras
el incidente, el perro es llevado a la estación, siendo encerrado
con los demás perros. Los estadounidenses intentan comunicar
el incidente por radio, pero el aparato no funciona. Debido
a esto el piloto R.J. MacReady (Kurt Russell) y el doctor
Copper (Richard Dysart) deciden ir en helicóptero a la estación
noruega para buscar alguna respuesta. Al llegar, descubren
que la estación está en ruinas, sin señales de vida. Mientras
Copper recoge cintas de vídeo y documentos, MacReady descubre
un gran bloque de hielo con una cavidad en el centro. Fuera
del campamento encuentran el cadáver calcinado de una criatura
humanoide con dos caras. Los estadounidenses llevan el cuerpo
a su campamento, donde el doctor Blair (Wilford Brimley) realiza
una autopsia. Sin embargo, lo único que descubre es que los
órganos de la criatura son los de un ser humano normal. Mientras
tanto, el perro que era perseguido por los noruegos sufre
una metamorfosis que lo transforma en una criatura deforme,
atacando a los demás perros de la estación.
Los ladridos de los animales alertan a los estadounidenses,
quienes acuden al lugar. Allí, Childs (Keith David) mata a
la criatura con un lanzallamas. Tras hacer una autopsia al
cadáver, Blair descubre que la criatura era un ser extraterrestre
que tenía la capacidad de imitar otras formas de vida y que
podría haber imitado a uno o más miembros de la estación.
Tras esto, los miembros de la estación comienzan a sospechar
entre ellos, al no estar seguros de quién es humano o quién
no. Tras el incidente del perro, utilizando el equipo y cintas
de vídeo encontradas en la estación de los noruegos, MacReady,
Norris (Charles Hallahan) y Palmer (David Clennon) descubren
un cráter en cuyo interior hay una nave espacial. Basándose
en las capas de hielo que rodean a la nave, Norris estima
que tiene por lo menos 100.000 años. Los estadounidenses se
dan cuenta de que si la criatura llega al mundo exterior podría
devorar toda la vida que existe sobre la Tierra y la batalla
se transforma en una misión tanto por su supervivencia como
por la de toda la raza humana.
Un behind the scenes en toda regla.
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Adrienne Barbeau, ex esposa de Carpenter, es la única mujer
en el elenco de la película, dando voz al ordenador con el
que MacReady juega al ajedrez al comienzo de la película.
Esta película forma parte de la conocida como Trilogía
del Apocalipsis del director. El príncipe de las tinieblas
(Prince of Darkness, 1987) y completada por La cosa y En la
boca del miedo.
Un 25 de junio de 1982 se estrenó LA COSA, el clásico de
la ciencia ficción dirigido por un John Carpenter más inspirado
que nunca; una cinta que impresionó a todo el mundo con sus
efectos especiales, una banda sonora sublime de Morricone,
un héroe a la altura y una trama que dejaba al público anclado
a sus asientos. Pero, dicho esto, según Carpenter, la reacción
de la gente fue muy mala al principio. Le odiaban por haber
sacado algo tan violento y horrible.
Curiosamente, antes de que comenzara el rodaje, a Carpenter
le llegó el guión de un extraterrestre bueno pero decidió
elegir el otro camino y un tal Steven Spielberg se quedó con
él. Por supuesto, estamos hablando de la susodicha E.T. A
raíz del éxito que John Carpenter tuvo con La Noche De Halloween,
los productores de la película lo eligieron para dirigirla
pero en un principio dudaron de su capacidad y estuvieron
muy cerca de llamar a Tobe Hooper para que se encargara de
la dirección. Sin lugar a dudas, el actor que estuvo a punto
de ser Han Solo en La Guerra de las Galaxias le regaló a Carpenter
una interpretación sublime pero Kurt Russell estuvo a punto
de no interpretar a Macready ya que los actores Nick Nolte
y Jeff Bridges rechazaron el papel antes.
The Thing fue estrenada en 840 cines de Estados Unidos el
25 de Junio de 1982, siendo clasificada R por la MPAA (restringido
a menores de 17 años). El fin de semana de estreno debutó
octava en la taquilla, recaudando más de 3 millones de dólares.
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Las cosas de 'La cosa': el universo expandido y mutante del
clásico de John Carpenter.
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El «noruego» que dispara contra el perro al inicio del film
es el ayudante de dirección Larry Franco, cuñado de Kurt Russell
en aquella época, que no hablaba una palabra de noruego. Al
parecer memorizó unas pocas líneas en ese idioma que luego
chapurrea y que quieren decir algo así como «¡Apartaos, idiotas!
¡Eso no es un perro! ¡Es una especie de «cosa»…!». El extraño
sombrero de cowboy que Kurt Russell lleva puesto en los planos
generales de las secuencias de exteriores, fue una aportación
del propio actor. Puesto que todos los actores debían vestir
uniformemente con el equipo contra el frío polar, Russell
decidió llevar alguna prenda que le distinguiera de los demás,
para que el público supiera en todo momento quién es la «estrella»
del film. Las escenas de interior se rodaron en un estudio
de California donde, siguiendo instrucciones de John Carpenter,
la temperatura se reguló para que no subiera nunca de 12-15
grados C., mientras que en la calle hacía un calor de mil
demonios.
Los efectos especiales, que causaron gran impacto en su época,
son obra de Robb Bottin, quien entonces con sólo 22 años fue
pionero en el uso de «animatronics» hechos con resinas y siliconas
para crear impresionantes formas móviles tan fantásticas como
repulsivas. Su trabajo en LA COSA fue tan intenso que cayó
enfermo por agotamiento. Entre los miembros del equipo de
investigación encontramos a dos científicos, «Mac» y «Windows»,
uno de los cuales terminará reducido a cenizas por el otro
utilizando un lanzallamas. Se trata de R.J. MacReady (Russell)
y su compañero Windows (Thomas G. Waites), quien es «asimilado»
por la cosa dejando pocas opciones a nuestro protagonista.
Por supuesto tan solo se trata de una coincidencia puesto
que la primera versión del sistema operativo basado en ventanas
de Microsoft no se lanzó hasta 1985.
John Carpenter era un fanático de la película The Thing from
Another World, estrenada en 1951 y producida por Howard Hawks.
Pásate por la segunda parte de la selección
de novela corta de nuestra bibliotecaria.
En 1981, Universal Pictures ofreció a Carpenter hacer una
nueva versión de la película, pero en vez de hacer un remake
de dicha cinta, optó por adaptar el relato en que la misma
se había basado, Who Goes There? de John W. Campbell. Según
Carpenter, los aspectos que quiso resaltar en la historia
fueron la paranoia de los personajes al verse enfrentados
a una criatura que puede adoptar la apariencia de otros seres
vivos, y la importancia de la identidad. El guion de la nueva
versión fue escrito por Bill Lancaster, hijo de Burt Lancaster.
A diferencia de otras de sus películas, John Carpenter no
compuso la banda sonora de The Thing, tarea que asumió el
italiano Ennio Morricone. La música de Morricone para la cinta
siguió un estilo similar al del mismo Carpenter, optando por
sonidos minimalistas. Los efectos especiales corrieron a cargo
de un grupo liderado por Roy Arbogast, entre los cuales se
encontraban Rob Bottin, Albert Whitlock y Stan Winston. Winston
trabajó en la primera escena donde el extraterrestre da a
conocer su verdadera apariencia, que tiene lugar en una jaula
donde están unos perros de la raza malamute de Alaska.
Tras su estreno The Thing recibió comentarios diversos por
parte de la crítica cinematográfica. Roger Ebert del periódico
Chicago Sun-Times destacó los efectos especiales de la cinta,
pero criticó algunas actuaciones y ciertos elementos de la
trama. Por su parte, Vincent Canby de The New York Times se
refirió a ella como "una película tonta, deprimente y sobreproducida
[...] una obra prácticamente sin trama compuesta de muchos
efectos especiales, con actores usados simplemente como objetos
para ser cortados, acuchillados, destripados y decapitados".
Pedro Crespo del periódico ABC sostuvo que Carpenter abusaba
del sobresalto en vez de generar inquietud, lo cual terminaba
aburriendo. Pese a la disparidad de las críticas iniciales,
la película fue ganando mejores comentarios con el paso de
los años. The Thing tiene un 78% de comentarios "frescos"
en el sitio web Rotten Tomatoes, basado en un total de 45
críticas. Hay varias secciones de críticas. En una sección
votan críticos profesionales, en otras votan los usuarios
y en otra se recopilan las dos secciones de críticas. Un tomate
con la apariencia de explotado es porque la película es mala
(en la opinión de los críticos), y si el tomate es un tomate
«fresco» es porque la película está valorada a favor.
La revisión de 2011.
James Berardinelli de Reelviews escribió que el filme "es
uno de esos remakes poco comunes que se mantienen fieles a
la premisa original pero hacen algo único con el concepto";
destacó además la atmósfera de paranoia que rodea a los personajes.
Los sitios web Filmsite.org y Film.com la incluyeron entre
las mejores películas de 1982, y está entre las 250 cintas
mejor evaluadas en IMDb por los usuarios. Por su parte, la
Chicago Film Critics Association la ubicó en el puesto número
17 de las películas más terroríficas de la historia. En 2008,
la revista Empire llevó a cabo una encuesta entre lectores
y críticos de cine para seleccionar las 500 mejores películas
de todos los tiempos, y The Thing fue ubicada en el puesto
289. Al año siguiente, Entertainment Weekly la incluyó entre
las 20 películas más terroríficas de todos los tiempos.
En Junio de 1982 Alan Dean Foster publicó una novela homónima
basada en el guion de la película. A partir de 1991, la editorial
Dark Horse publicó cuatro cómics que narraban los acontecimientos
posteriores a la película. Los títulos de los cómics fueron:
The Thing From Another World, The Thing From Another World:
Climate of Fear, The Thing From Another World: Eternal Vows,
y The Thing From Another World: Questionable Research. La
empresa Computer Artworks lanzó en 2002 The Thing, un videojuego
que tiene lugar después de los acontecimientos de la película
y en el que se visitan la mayoría de escenarios que se muestran
en esta, incluyendo la base estadounidense y noruega. El juego
fue lanzado para PlayStation 2, Xbox y PC, y se comenzó a
trabajar en una segunda parte de este, pero finalmente fue
cancelada. En Enero de 2010 la revista Clarkesworld Magazine
publicó un relato de Peter Watts titulado The Things, que
narra la historia de la película desde la perspectiva de la
criatura alienígena. Estuvo nominado a un premio Hugo en la
categoría de mejor relato corto.
El rermake de 1982.
Los premios Hugo (Hugo Awards en el original en inglés) son
un conjunto de galardones otorgados anualmente a las mejores
obras de ciencia ficción o —en menor medida— de fantasía publicadas
durante el año natural previo, así como a otros méritos relacionados
con dichos géneros alcanzados durante el mismo periodo de
tiempo. Los premios reciben su nombre en honor a Hugo Gernsback,
inventor del propio término "ciencia ficción" y fundador de
la revista pionera en el género Amazing Stories. Hasta 1992
los premios eran oficialmente conocidos como Science Fiction
Achievement Awards, pero dicha denominación se abandonó en
favor de la más ampliamente usada de Hugos. La organización
y supervisión de los premios corre a cargo de la Sociedad
Mundial de Ciencia Ficción (WSFS), organizadora de la Convención
Mundial de Ciencia Ficción (Worldcon), en cuyo seno la ceremonia
de entrega de los premios Hugo ocupa un lugar prominente.
En Octubre de 2017 salió al mercado The Thing: infection
at outpost 31, un juego de mesa basado en la película, cuyo
objetivo, que los jugadores sientan la tensión mostrada en
la película mientras que intentan descubrir a los infectados
y estos intentan escapar o infectar a todos los demás.
El 14 de Octubre de 2011 se estrenó una película homónima
que narra los acontecimientos previos a los mostrados en la
cinta de John Carpenter. La precuela fue dirigida por Matthijs
van Heijningen Jr. y protagonizada por Mary Elizabeth Winstead
y Joel Edgerton, entre otros. En esta película se muestran
todo lo que sucedió en la estación Thule desde el descubrimiento
de la nave espacial en el hielo hasta que dos supervivientes
noruegos persiguen al perro infectado que aparece al inicio
de la película original, conectando así el final de esta película
con el inicio de la original de John Carpenter. La película
no recibió críticas muy favorables, teniendo un 5,2 de nota
en la página web filmaffinity, 6,2 en IMDb y 4,2 en la puntuación
de la audiencia de Rotten Tomatoes.
A mediados de 2016, muchos medios se hacían eco de un vídeo
donde John Carpenter charlaba con los alumnos de la New York
Film Academy. Cuando una de las asistentes preguntó al maestro
su opinión sobre 'Halloween, el origen', remake que Rob Zombie
firmó de su clásico 'La noche de Halloween', su respuesta
no dejó indiferente a nadie: "Mintió sobre mí, dijo que fui
muy frío con él cuando me contó que iba a hacerla. Nada más
lejos de la realidad. Le dije: 'Haz que sea tu película, tío.
Esto ahora es tuyo. No te preocupes por mí'. Le apoyé, no
sé por qué mintió ese pedazo de mierda, no tenía motivos para
hacerlo". Meses después de aquello, la repercusión
mediática en el mundillo, y una nueva batalla abierta entre
defensores de ambos realizadores, se hizo patente. Esto llegó
a oídos del propio Carpenter que, como hombre del siglo XXI
que es, aclaró la situación en Twitter:
"A todos los fascinados con la disputa JC/RZ, son noticias
viajas. Hablamos el domingo, hemos enterrado el hacha de guerra.
Olvidémoslo".
En Mayo de este año el Festival de Cannes 2019 se
inaguró con la premiere de 'Los muertos no mueren'.
Su director, Jim Jarmusch, citó a John Carpenter como una
de sus referencias e inspiraciones a la hora de crear películas,
y es por esta y otras muchas razones por lo que el Festival
ha rendido su más personal homenaje al cineasta norteamericano,
otorgándole el premio Golden Coach debido a su contribución
al cine como director de películas como 'La Noche de Halloween'
o 'La Cosa'.
Así, Carpenter, también conocido por otros clásicos como
'Están vivos', recibía este premio otorgado por el gremio
de directores franceses en la ceremonia de apertura del famoso
festival. El maestro del terror dijo en el evento que se ha
sentido fascinado por el cine desde que vio la forma en que
los personajes emergían de los rayos de luz de un proyector
en su primera experiencia viendo una película a los 3 años,
momento en que vio a Katharine Hepburn y Humphrey Bogart en
'La reina de África'.
'La noche de Halloween' fue la película que lo lanzó a la
fama, una modesta producción que recaudó millones en taquilla
y de la que Carpenter guarda un buen recuerdo. "Dijeron que
era una porquería, y que yo no tenía ni idea de dirigir actores.
Sin embargo, cuando semanas más tarde se estrenó en Nueva
york, hubo un crítico que la puso por las nubes y entonces
empezó a estar bien considerada". Y aunque el propio Carpenter
es fuente de inspiración para muchos jóvenes cineastas, este
también tiene sus propios ídolos, citando a Dario Argento,
George A. Romeo y Tobe Hooper como los grandes maestros del
terror para él.
‘La noche de Halloween’ arrasó en la
taquilla de 2018. La noche de Halloween' de 1978 con la de
2018: así han cambiado Michael Myers y Laurie Strode.
No cabe duda de que si hablamos de cine fantástico y de terror
en las décadas de los 70 y 80, un nombre que no podría faltar
es el de John Carpenter, toda una institución en el género
y leyenda viva que, pese a llevar años de retiro, sigue muy
presente en la actualidad gracias a las revisiones y remakes
que, a partir de sus grandes éxitos, se siguen realizando.
Nacido en Nueva York, en 1948, mamó desde la más tierna niñez
buen cine clásico, siendo especial amante de los westerns
dirigidos por dos grandes maestros como John Ford y Howard
Hawks, influencias que, de una manera u otra, encontraríamos
en su obra, así como de clásicos de la ciencia ficción de
serie B, con El enigma de otro mundo (Christian Nyby, Howard
Hawks, 1951), a la cabeza. Abandonó sus estudios en la University
of Southern California's School of Cinematic Arts, que había
comenzado en 1968, para perseguir su sueño de convertirse
en realizador, dirigiendo su ópera prima, Dark Star (1974),
modestísima sátira de ciencia ficción en la que ya ejerció
de hombre orquesta, produciendo, componiendo la música (algo
que repetiría en la mayoría de sus películas), editando y
co-escribiendo el guion junto a Dan O'Bannon, responsable,
años después del libreto de Alien, el 8º pasajero (Ridley
Scott, 1979). Sin ser ninguna maravilla, esta primera obra
ya dio muestras de lo que Carpenter podría llegar a ofrecer
con un presupuesto limitado pero mucha creatividad, abriéndole
las puertas a producciones más relevantes.
La nave estelar Dark Star se dedica a destruir planetas inestables
para dejar listos para colonizar sectores enteros de la galaxia.
Pero después de varios años la astronave padece numerosas
averías (aún no reparadas) y sus tripulantes están al borde
de su salud mental. Al afrontar una lluvia de meteoritos,
las comunicaciones de la Dark Star quedan seriamente afectadas,
en especial las que permiten al mando de la nave darle órdenes
a las bombas inteligentes planetarias. Ahora, a punto de culminar
otra misión, las averías provocan que la bomba número 20 entre
en rebelión y decida explotar sin desprenderse de la nave.
La tripulación, desesperada, deberá intentar dialogar con
la bomba y convencerla de que aborte la cuenta regresiva;
mientras, el tiempo corre.
Fue su segundo trabajo, el thriller claustrofóbico Asalto
a la comisaría del distrito 13 (1976), el que brindó el primer
éxito de crítica de su carrera, mientras que, con su tercera
película, La noche de Halloween (1978), se consolidó como
uno de los cineastas más prometedores de la época. Aquel slasher
se convirtió en un enorme éxito de taquilla que dio lugar
a numerosas secuelas y sucedáneos, y hoy está considerado
uno de los clásicos intocables del cine de terror moderno.
Con la protagonista de aquella, Jamie Lee Curtis, volvió a
repetir dos años después en otra joyita del género como La
niebla (1980), pero, entre ambas películas, Carpenter había
incursionado con éxito en la televisión con dos telefilmes
tan distinguidos como la hitchcockiana Alguien te está espiando
(1978) y el biopic Elvis (1989), donde trabajó por primera
vez con quien se convertiría en su actor fetiche, Kurt Russell.
La carrera de uno no se entendería sin la participación del
otro, ya que ambos colaboraron en títulos tan emblemáticos
como 1997: Rescate en Nueva York (1981), La cosa (1982), Golpe
en la pequeña China (1986) o 2013: Rescate en L.A. (1996).
Durante la primera mitad de la década de los 80 conoció el
éxito comercial con la mayoría de sus películas, adaptando
con acierto a Stephen King en Christine (1983) y entregando
una fantasía extraterrestre tan entrañable como la de Starman
(1984).
La película "The Thing", dirigida por John Carpenter,
inicialmente fue duramente criticada y menospreciada,
pero con el tiempo se convirtió en un clásico y en una
de las mejores películas de la historia. Protagonizada
por Kurt Russell y con los impresionantes efectos especiales
de Rob Bottin, se estrenó en 1982.
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Pero tras el batacazo comercial sufrido con una de sus producciones
más caras, Golpe en la pequeña China, el director decidió
apartarse de las grandes productoras y volver a sus orígenes
independientes, facturando obras de coste mucho más humilde
que, sin embargo, ayudaron a seguir granjeando su fama de
cineasta de culto. A este periodo pertenecen El príncipe de
las tinieblas (1987), En la boca del miedo (1994), El pueblo
de los malditos (1995) –competente revisitación del clásico
homónimo de Wolf Rilla, a partir de la novela de John Wyndham–,
Están vivos (1988), Vampiros (1998) –estupendo acercamiento
al tema del vampirismo, protagonizado por un James Woods en
su salsa–, Fantasmas de Marte (2001) –imposible suerte de
western espacial con Natasha Henstridge, Jason Statham, Ice
Cube y Pam Grier en el reparto– y Encerrada (2010), su último
trabajo hasta la fecha, un thriller psicológico bastante mal
recibido por la crítica pero no del todo desdeñable. En medio,
Carpenter se permitió rodar una comedia fantástica para Warner,
Memorias de un hombre invisible (1992), a mayor gloria del
cómico Chevy Chase, que se saldó con un sonoro fracaso, a
pesar de contar con unos efectos especiales bastante destacados,
y codirigió junto a Tobe Hooper el telefilme de episodios
de terror Bolsa de cadáveres (1993). También realizó, en sus
últimos años de actividad, dos de los más celebrados capítulos
de la serie de antologías terroríficas Masters of Horror:
El fin del mundo en 35 mm (2005) y Pro-Vida (2006). Este 2018,
John Carpenter volvia a estar de actualidad gracias al sorprendente
éxito crítico y comercial de la secuela de La noche de Halloween
dirigida por David Gordon Green.
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Algunos nombres hoy reconocidos, surgieron del
universo Carpenter.
Hoy un clásico menor y casi olvidado del cine
de aventuras de los ochenta, esta versión urbana de "Tras
el corazón verde" (Romancing the Stone, 1984) -héroe simpático
y caradura al rescate de la chica con unos gángsters pisándoles
los talones-, mantiene con mucha dignidad el modesto encanto
'vintage' del cine inocente, ligero y despreocupado de su
época. Pese a ello en su estreno la 20th Century Fox no fue
capaz de repetir el éxito de la mencionada cinta de Michael
Douglas y Kathleen Turner: parece que Kurt Russell y Kim Cattrall
-famosa luego por ser Samantha en la serie "Sexo en Nueva
York"- no conquistaron al público, y "Golpe en la pequeña
China" fue un fracaso de taquilla.
Jack Burton (Kurt Russell) es un camionero que,
en el barrio chino de San Francisco, le gana una gran cantidad
de dinero a Wang Chi (Dennis Dun). Éste lo convence para que,
antes de cobrar el dinero, lo lleve al aeropuerto a recoger
a su prometida Miao Yin. Cuando la chica es secuestrada por
unos gángsteres chinos, Jack, que se propone rescatarla, entrará
en el tenebroso mundo de Lo Pan, un mago que tiene 2.000 años
y que gobierna sin piedad el mundo de los espíritus. Esquivando
demonios y haciendo frente a temores incomprensibles, Jack
lucha a su manera en los oscuros dominios de Lo Pan en una
loca carrera para salvar a la chica.
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La conocida como Trilogía del Apocalipsis del director –completada
por La cosa y En la boca del miedo– tuvo su ecuador en esta
producción con la que volvía a sus orígenes más humildes,
escarmentado por la mala experiencia con los grandes estudios
y el varapalo económico de Golpe en la pequeña China. Desde
la productora Alive Films levantó un proyecto que recuperaba
las constantes de su cine más personal, aquel en el que un
grupo de variopintos personajes queda atrapado en un lugar
cerrado y asediado por la amenaza externa de turno. En esta
ocasión, el escenario de pesadilla es el sótano de una iglesia
abandonada de Los Angeles y el enemigo a batir por el sacerdote
encarnado por Donald Pleasence y los estudiantes allí involucrados
en un proyecto científico es, ni más ni menos, que el mismísimo
Satán y un ejército de vagabundos convertidos en zombies,
capitaneados por el cantante Alice Cooper. Muchos rostros
habituales de las películas de Carpenter (Victor Wong y Dennis
Dun llegaban de protagonizar junto a Kurt Russell Golpe en
la pequeña China) se dejan ver en una película que bebe, de
manera nada disimulada, de una fuente como es el serial de
la BBC sobre Quatermass y, más concretamente, de la cinta
de la Hammer ¿Qué sucedió entonces? (Quatermass and the Pit,
Roy Ward Baker, 1967), y que posee esas atmósferas opresivas
que tan bien manejaba el realizador en sus mejores trabajos,
así como algunas imágenes perturbadoras (todas las relacionadas
con el eclipse de sol y el uso de todo tipo de insectos en
las escenas más terroríficas) que hacen de este filme un pequeño
placer para los aficionados al género satánico.
Yee Keung Victor Wong, conocido artísticamente
como Victor Wong, fue un actor y periodista estadounidense
de ascendencia china. Wong protagonizó numerosos papeles secundarios
durante la década de los 80 y 90.
Después del éxito de taquilla de Christine,
Carpenter fue fichado por Michael Douglas, en categoría de
productor, para una cinta de encargo que podría considerarse
una de las más impersonales del maestro y, al mismo tiempo,
también de las más pulidas a nivel de guion, interpretaciones
y acabado formal. Un proyecto que nacería con la firme intención
de apuntarse al carro del triunfo cosechado por E.T., el extraterrestre
(Steven Spielberg, 1982), presentando otra historia, escrita
por Bruce A. Evans y Raynold Gideon, centrada en la figura
del alienígena de buen corazón extraviado en nuestro planeta
y perseguido por las fuerzas del gobierno sin escrúpulos,
contraponiéndose a la amenazante visión del depredador venido
del espacio ofrecida por el propio Carpenter en La cosa. Jeff
Bridges consiguió una nominación al Oscar como mejor actor
por su encarnación de entidad extraterrestre reencarnada en
el cuerpo del difunto esposo del personaje encarnado por Karen
Allen, actriz que vivía las mieles del éxito gracias a su
papel de Marion en En busca del arca perdida (Steven Spielberg,
1981). Starman es un filme de ciencia ficción que destaca
por su humanidad y el trasfondo romántico del relato, así
como por unos efectos especiales que, 35 años después, continúan
sorprendiendo manteniéndose frescos. También fue una de las
contadas ocasiones en las que John Carpenter delegó las labores
musicales en otro profesional, algo que se agradece, ya que
la banda sonora de Jack Nitzsche es ciertamente memorable.
La película fue aplaudida por la mayor parte de la crítica
(aunque hubo quien la tildó de demasiado blanda) y gozó de
la popularidad suficiente como para propiciar una serie de
televisión homónima, protagonizada por Robert Hays.
La única película de John Carpenter que ha sido
nominada a un Premio de la Academia fue 'Starman', de 1984.
Jeff Bridges conseguía estar nominado a Mejor Actor Protagonista
y ahora, décadas después, el actor parece querer volver a
retomar su papel en tan mítica cinta. Pero pongámonos en situación;
en la película Bridges dio vida a Starman, un ser del espacio
exterior que llega a la cabaña de una joven viuda, Jenny Hayden
(Karen Allen), donde toma la apariencia de su difunto marido.
El extraterrestre convence a esta para que le lleve a Arizona,
ya que si no llega a su nave nodriza antes de tres días, morirá.
Rodada inmediatamente después de El príncipe
de las tinieblas, Están vivos es una satírica cinta
que podría considerarse una de las más personales y críticas
de toda la filmografía del cineasta. Adaptación del relato
Eight O’Clock in the Morning, de Ray Nelson, Están vivos nos
presenta la delirante odisea a contrarreloj de un humilde
trabajador de la construcción (encarnado por la antigua estrella
de lucha libre Roddy Piper) que descubre, de manera casual,
la terrible conspiración alienígena que sacude a la humanidad.
Gracias a unas gafas que encuentra será capaz de ver la auténtica
identidad que se oculta tras importantes personalidades de
la vida social y política del país y cómo estas manipulan
a los ciudadanos, sirviéndose de mensajes subliminales lanzados
desde los medios de comunicación, para convertirlos en una
raza de esclavos. A través del enésimo relato de ciencia ficción
paranoica, en la estela de grandes clásicos como La guerra
de los mundos (Byron Haskin, 1953) o La invasión de los ladrones
de cuerpos (Don Siegel, 1956), Carpenter aprovecha para realizar
unas sangrantes reflexiones sobre el poder alienante de la
televisión y el consumismo, cada vez más imperante, durante
la década de los 80, sirviéndose de un sentido del humor bastante
negro y multitud de referencias cinéfilas –no solo enclavadas
en el género fantástico, ya que hay una pelea de cinco minutos
de duración entre Piper y Keith David que homenajea directamente
a El hombre tranquilo (John Ford, 1956)–, y logrando una de
esas obras que van ganando adeptos con el paso de los años,
hasta el punto de lograr el estatus de culto que en su momento
le fue negado.
“La guerra de los mundos”: 120 años de la
invasión que cambió la manera de entender el universo La gran
novela de H.G. Wells constituye un clásico imprescindible
de la ciencia ficción al plantear por primera vez al hombre
como un ser inferior y sirvió como modelo para otras obras
cumbre del género en el siglo XX. Su influencia en la cultura
pop.
Planteado inicialmente como un western místico
por Gary Goldman y David Z. Weinstein, el guión de Golpe en
la pequeña China fue reescrito por W. D. Richter para trasladar
la historia a la actualidad y funcionar como secuela de su
inclasificable cinta de culto de 1984 Las aventuras de Buckaroo
Banzai. Finalmente, desechado también este proyecto, se contrató
a Carpenter para sacar adelante esta alocada, excesiva y divertidísima
aventura a la que el director añadió diversas aportaciones
personales, dando como resultado uno de los híbridos más curiosos
del cine de los 80. El cine de artes marciales, la comedia,
el romance, la fantasía, mucho de mitología china y una estética
de cómic pulp deudora de Fu Manchú son los ingredientes primordiales
de esta historia sobre un fanfarrón camionero, Jack Burton
(uno de esos personajes bombón que solo Kurt Russell podían
resolver con tanto carisma), enfrentado al villano Lo Pan
y sus señores de la Muerte en el corazón del Barrio Chino
de San Francisco, para conseguir rescatar a la novia de su
amigo, una china de ojos verdes, antes de que sea sacrificada
en un ritual donde el brujo dejaría de ser un fantasma para
recuperar su cuerpo físico. Golpe en la pequeña China es un
verdadero placer culpable, repleto de vibrantes escenas de
acción (las escenas en las que aparecen los Tres Tormentas
son espectaculares), criaturas monstruosas y efectos especiales
de lo más vistosos, en donde el ritmo trepidante logra camuflar
un guion sin pies ni cabeza. Carpenter tuvo que enfrentarse,
además, a las presiones del estudio, rodando y montando la
película a toda prisa para adelantarse al estreno de otra
fantasía de similares características, El chico de oro (Michael
Ritchie, 1986), producida por Paramount Pictures. La crítica
la masacró sin piedad y la taquilla, con 11 millones de dólares
recaudados, fue tan desastrosa que el director decidió volver
a sus proyectos independientes. Aun así, los años la han colocado
como uno de sus trabajos más queridos por los fans.
De todos los personajes que Kurt Russell interpretó a las
órdenes de Carpenter sin duda, el más emblemático siempre
será el de Serpiente Plissken, antihéroe de vuelta de todo,
criminal desencantado del ser humano a quien se le encomendaba
la misión de rescatar, en el plazo de 24 horas, al mismísimo
presidente de los Estados Unidos, después de que su avión
se estrellase en el centro de un Manhattan convertido en la
prisión de alta seguridad más grande del mundo, en la que
los mayores despojos de la sociedad campan a sus anchas. Este
es, a grandes rasgos, el argumento de uno de los grandes clásicos
del cineasta, 1997: Rescate en Nueva York, alucinante relato
de ciencia ficción en su modalidad de futuros distópicos,
donde, una vez más, hay lugar para buenas dosis de crítica
al militarismo y a la política de la belicista administración
Reagan, ofreciendo una imagen de los gobernantes del país
moralmente decadente. Pese a la economía de medios, el director
se las arregló para confeccionar una maravillosa aventura
de serie B que bebía, sin ningún tipo de complejo, de géneros
tan diversos como la acción urbana de The Warriors (Walter
Hill, 1979), la fantasía post-apocalíptica de la saga Mad
Max y muchos ingredientes de western, tanto en la ambientación
como en el dibujo de muchos de sus destartalados personajes
secundarios. De hecho, una de las leyendas de aquel polvoriento
género, Lee Van Cleef, forma parte del brillante reparto que
incluye a otros habituales del universo carpenteriano como
Donald Pleasence o Adrienne Barbeau, que venía de protagonizar
el título anterior de Carpenter, La niebla. Como curiosidad,
cabe destacar que un James Cameron que se iniciaba en el cine
trabajó en la elaboración de los decorados de esta película,
con resultados brillantes, ya que la ambientación de esa Nueva
York derruida y poblada de psicópatas y criminales es uno
de sus aspectos más destacados. 1997: Rescate en Nueva York
fue un gran éxito de público, recaudando más de 50 millones
de dólares en taquilla, y conoció una tardía secuela, 2013:
Rescate en L.A. (1996), que, pese sus puntuales aciertos,
no consiguió estar a la altura del título de culto original.
Con En la niebla, el maestro vuelve a incidir
en el cine de terror que tan buenos resultados le brindó en
La noche de Halloween con otra cinta protagonizada por la
estrella de aquella, una Jamie Lee Curtis convertida en reina
del grito de la época. En esta ocasión se aleja del slasher
para adentrarse en unos terrenos más clásicos y perturbadores,
los de un relato fantasmagórico con claros ecos de Historias
de la Cripta y de la película británica The Crawling Eye (Quentin
Lawrence, 1958) e influencias de escritores como Edgar Allan
Poe (la película se abre con una cita suya), Lovecraft o Arthur
Machen. La niebla nos traslada a una pequeña población costera
de California, Antonio Bay, sobre la que existe la leyenda
de que pesa una ancestral maldición: cada 100 años, una espesa
niebla recorrerá sus calles, trayendo en su interior los espíritus
de unos marineros que murieron de manera violenta como consecuencia
de la codicia de los habitantes del lugar, y estos se cobrarán
venganza. Ya la escena de apertura, con John Houseman relatando
la historia a un grupo de niños a la luz de una hoguera, logra
poner los vellos de punta. El director y su co-guionista Debra
Hill nos regalan un cuento de horror de atmósfera oscura y
onírica, cargado de momentos para el recuerdo (esa Adrienne
Barbeau trepando a lo más alto del faro, perseguida por los
marineros zombies; el potentísimo clímax final en la iglesia),
magistralmente acompañado de una de las bandas sonoras más
inquietantes jamás compuestas por Carpenter, y que cuenta
con la presencia secundaria de la veterana Janet Leigh, madre
de Jamie Lee en la vida real y protagonista del mítico asesinato
en la ducha de Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). Estamos
ante uno de esos títulos considerados “menores” en el momento
de su estreno, pero que, sin embargo, han logrado alcanzar
la categoría de clásicos con el devenir de los años, gracias
a las reivindicaciones de su ejército de fans. Fue un gran
éxito de taquilla, recaudando veinte veces su modesto presupuesto
de un millón de dólares, y conoció un remake, Terror en la
niebla (Rupert Wainwright, 2005), absolutamente infumable.
Curtis y Carpenter.
Después de un par de proyectos considerados
(muy merecidamente) menores, como la comedia Memorias de un
hombre invisible y el telefilme Bolsa de cadáveres, Carpenter
sorprendió con una de sus obras más redondas, esta En la boca
del miedo que venía a culminar su extraordinaria Trilogía
del Apocalipsis. Con la inestimable colaboración de Michael
De Luca en la escritura del guion, el director entrega una
alucinante historia, de evidentes reminiscencias de los relatos
de H.P. Lovecraft, que sumerge al espectador en el imprevisible
universo creado por Sutter Cane, un escritor de novelas de
terror cuyo éxito de ventas le ha convertido en un fenómeno
sociológico, y que, de la noche a la mañana, desaparece sin
dejar rastro antes de entregar la que sería su última obra,
In the Mouth of Madness, provocando una inexplicable oleada
de violencia entre los fanáticos de sus novelas. Es entonces
cuando entra en escena el detective John Trent (Sam Neill
en una de los mejores trabajos de su carrera, justificadamente
al borde de la sobreactuación, ya que su personaje va cayendo
en una espiral de autodestrucción y locura), contratado por
la editorial para dar con el paradero del escritor. Los pasos
del incrédulo investigador (en el fondo, sospecha de que todo
el asunto forma parte de una elaborada campaña de promoción)
le llevan hasta el pueblo de Hobb's End, teóricamente solo
real en la mente de Cane, donde comienza a experimentar todo
tipo de fenómenos paranormales, terroríficas alucinaciones
y manifestaciones de ese Mal abstracto que tanto le gusta
representar a Carpenter a través de múltiples formas. En la
boca del miedo, a pesar de su condición de serie B, es una
película de género absolutamente genial, repleta de imágenes
oníricas y perturbadoras, y que cuenta con una elegante dirección
artística –en este sentido, estamos ante una de las obras
más cuidadas del cineasta– y unos excelentes efectos especiales
que, en el diseño de algunas de las criaturas demoníacas que
nos brinda, recuerdan a los de La cosa. La crítica volvió
a reconciliarse con uno de los grandes creadores de pesadillas,
hasta el punto que la prestigiosa revista francesa Cahiers
du cinéma lo incluyó como uno de los mejores diez títulos
de 1995.
Dos años después de estrenarse con Dark Star,
la verdadera prueba de fuego para el director llegaría con
su segunda incursión tras las cámaras. El productor J. Stein
Kaplan contrató los servicios de la joven promesa para levantar
una película de explotación con un ínfimo presupuesto de 100.000
dólares, dándole, eso sí, absoluta libertad creativa. Así
nació Asalto a la comisaría del distrito 13, un tenso thriller
de acción protagonizado por un policía novato que recibe la
misión de supervisar el traslado de una comisaría de Los Ángeles
a un nuevo edificio y que se ve inmerso en una angustiosa
pesadilla cuando, después de que un furgón de prisioneros
(entre ellos, Napoleón Wilson) realice una parada allí para
pasar la noche, un ejército de sanguinarios pandilleros rodee
el lugar con la intención de dar caza al padre de una niña
asesinada que mató a uno de ellos como venganza y también
encuentra refugio en la comisaría. La historia de esta unión
de policías y reclusos para hacer frente a un enemigo común,
esos pandilleros que se adelantaron a aquella corriente de
violencia urbana que encontraría uno de sus máximos exponentes
en The Warriors (Walter Hill, 1979), sirvió a Carpenter como
excusa para rendir tributo a uno de sus westerns favoritos,
Río Bravo (Howard Hawks, 1959), donde el Sheriff encarnado
por John Wayne también se atrincheraba en su oficina, junto
a un grupo de colaboradores, para impedir la liberación del
preso al que custodian, a manos de los secuaces de su hermano
terrateniente, antes de que las autoridades lleguen para llevárselo.
Pero el genio del realizador no se detiene ahí y la manera
en que está tratada la amenaza exterior al edificio está más
próxima al cine de terror que al de acción. Las influencias
de La noche de los muertos vivientes (George A, Romero, 1968)
son más que evidentes, tanto por la sensación de claustrofobia
y creciente terror que va inundando el relato como en esos
asesinos sedientos de sangre cuyas imágenes no difieren demasiado
a la de aquellos zombies. Asalto a la comisaría del distrito
13 ha alcanzado la categoría de título de culto, manteniendo
intactos, 43 años después, su increíble atmósfera opresiva
y unas altas dosis de violencia que le valieron la calificación
R en el momento de su estreno, algo que dificultó su carrera
comercial en Estados Unidos, donde fue recibida por la crítica
de forma un tanto tibia. Sin embargo, fue en Europa donde
la cinta encontró su público (sobre todo a raíz de su paso
por el Festival de Cine de Londres), comenzando una reivindicación
hacia ella que la ha llevado hasta lo que es hoy, una pieza
fundamental para conocer mejor el universo carpenteriano.
Como buena obra de referencia, conocería su consiguiente remake,
la no del todo desdeñable Asalto al distrito 13 (Jean-François
Richet, 2005).
El cine slasher, o simplemente el slasher, es
un subgénero del cine de terror producido en el contexto del
así llamado cine de explotación. El término mismo, slasher,
es un anglicismo derivado de la palabra «slash» («cuchillada»
o «corte» en inglés). La característica habitual de este subgénero
es la presencia de un psicópata que asesina brutalmente a
adolescentes y jóvenes que se encuentran fuera de la supervisión
de algún adulto. La mayoría de las veces las víctimas están
envueltas en situaciones sexuales o consumo de drogas. El
éxito de público de este tipo de películas ha tenido como
consecuencia la producción de numerosas secuelas.
Han pasado más de cuatro décadas desde que Carpenter
dirigiera su película más famosa, La noche de Halloween, una
de aquellas obras que revolucionaron el género de terror en
la década de los 70 y crearon multitud de secuelas e imitaciones.
Imposible olvidar cómo, aquella noche de Halloween de 1963,
en la pequeña ciudad de Haddonfield, Illinois, un Michael
Myers de solo 6 años se enfundó una máscara de payaso e hizo
partícipe al espectador, a través del uso de la cámara subjetiva,
de cómo asesinó a sangre fría a su hermana mayor. Este prólogo
tan impactante fue tan solo el comienzo de la leyenda. Una
excelente película que sería una de las precursoras del subgénero
slasher, teniendo la inteligencia de priorizar el suspense
por encima de los excesos de hemoglobina. El cineasta sabía
cómo aterrorizar al espectador sin recrearse en lo obvio,
sirviéndose de un elegante manejo de la cámara y una música,
compuesta por él mismo, capaz de poner los vellos de punta.
La odisea de Laurie Strode (una jovencísima Jamie Lee Curtis
en el papel que la hizo famosa) y sus amigas durante la noche
de Halloween de 1978, asediadas por un psicópata asesino enmascarado
mientras desempeñan sus funciones como niñeras celebró el
40 aniversario de su triunfal estreno (recaudó unos 70 millones
de dólares cuando costó la modestísima cifra de 300.000, todo
un ejemplo de rentabilidad) en plena forma. Ni la multitud
de secuelas que vinieron después (a cual peor) ni la competencia
de otros títulos de similares características, con Viernes
13 (Sean S. Cunningham, 1980) a la cabeza, han logrado ensombrecer
las generosas cualidades cinematográficas de un filme que
también se benefició de una estupenda interpretación de Donald
Pleasence (desde entonces sería uno de los actores fetiche
del realizador) en el rol del Dr. Sam Loomis, el psiquiatra
que trataba a Michael durante su reclusión en un sanatorio
para enfermos mentales y que llegó a la conclusión de que
el joven, más que un loco común, era la encarnación de la
maldad en su estado más puro. Él y Laurie son dos personajes
emblemáticos del cine de terror, perfecta representación de
la lucha sin cuartel contra Michael Myers, instalado en las
últimas décadas como uno de los “monstruos” más icónicos de
la gran pantalla que, lejos de desaparecer de nuestras vidas,
promete seguir dando mucha guerra, a la vista de los formidables
resultados de su secuela homónima.
La obra maestra indiscutible dentro de la filmografía
de Carpenter sería, como no podía ser de otra forma, el remake
de una pequeña joya de la ciencia ficción clásica como El
enigma de otro mundo (1951), donde su admirado Howard Hawks
planificó y supervisó un rodaje dirigido por Christian Nyby.
Universal Pictures confió en él para tan importante empresa
y fue todo un acierto, ya que con La cosa nos encontramos
ante uno de esos escasos ejemplos de revisión que supera los
logros de la obra original que le sirve de base. Bill Lancaster
se encargó del guion, a partir de la novela de John W. Campbell,
de una terrorífica historia que nos trasladaba a una apartada
estación de investigación de la Antártida, donde un grupo
de investigadores (entre los que vuelve a aparecer Kurt Russell)
se verá acosado por un ente de origen extraterrestre que,
después de haber permanecido enterrado en la nieve durante
más de cien mil años, despierta para sembrar el miedo y la
muerte. Uno de los mayores aciertos de la cinta reside en
la conseguidísima sensación de angustia y paranoia que se
crea entre los compañeros de encierro, enfrentados a la incertidumbre
de no saber bajo qué identidad se esconde el monstruo en cada
momento. La capacidad de cambiar de apariencia de este, supuso
todo un reto para los encargados de los efectos especiales,
entre los que estuvieron nombres tan ilustres en este campo
como Stan Winston y Rob Bottin, que lograron unos resultados
asombrosos. Las diferentes transformaciones de la cosa, muy
sanguinolentas y explícitas (el filme logró la calificación
R por su alto contenido violento) creadas de manera artesanal,
mantienen todo el impacto en la actualidad. Por su parte,
el maestro Ennio Morricone compuso una música absolutamente
inquietante, siguiendo el estilo de Carpenter, que subrayaba
aún más esa atmósfera opresiva que caracteriza al filme, más
cercana a la construida por Ridley Scott en Alien el 8º pasajero
(1979) que a la del clásico al que rinde tributo. La cosa
contó con un presupuesto bastante generoso para los que solía
manejar el director, 15 millones de dólares, pero su rendimiento
en taquilla no fue todo lo satisfactorio que los estudios
hubieran deseado (menos de 20 millones de la misma moneda),
y es que el público de 1982 prefirió dejarse seducir por un
tipo de visitante intergaláctico más bondadoso, el ofrecido
por E.T., el extraterrestre.
Walt Disney y su ojo certero.
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