Tras la caída de Mussolini y el fin de la Segunda Guerra
Mundial, Italia y su industria cinematográfica quedaron en
ruinas. Fue entonces cuando surgió un movimiento cinematográfico
que cambiaría la historia del cine para siempre: el neorrealismo
italiano. Obsesionados con mostrar la realidad y con escasos
medios para filmarla, sus realizadores transformaron los modos
de filmar pero, sobre todo, la manera de concebir el cine.
Desde los años 20 del siglo pasado y hasta 1945, debido al
régimen dictatorial que sufría el país, el cine italiano estuvo
sometido a una enorme censura. Las películas realizadas durante
el mandato de Mussolini no tenían permitido mostrar realidades
sociales, como la pobreza o la delincuencia, viéndose obligadas
a dar la imagen de una nación intachable en sus múltiples
películas, históricas y musicales.
A la izquierda, bombardeos sobre el barrio de San Lorenzo
en Roma. A la derecha, la Basílica de San Lorenzo en Roma
tras los bombardeos del 19 de julio de 1943.
Ossessione (1942, Visconti) es considerada por algunos estudiosos
como la primera película de este movimiento, aunque no existe
consenso sobre ello. Me limitaré a señalar que se trata de
la obra que abre camino a la nueva manera de hacer cine de
los italianos, una importante obra de transición que desafía
a la censura. Será en Roma, città aperta (Rossellini, 1945)
donde al fin podremos hablar de un claro neorrealismo italiano.
A partir de los años 50 el cine en Italia comenzará a evolucionar,
alejándose paulatinamente del neorrealismo. Una cierta estabilidad
política y económica, el aumento en el presupuesto para las
producciones, o la reconstrucción de estudios que habían sido
abandonados o destruidos (Cinecittà entre ellos), facilitarán
el cambio de gusto en los espectadores, que desearán ya encontrarse
con películas de un tinte más optimista y esperanzador. Esta
búsqueda de cierto optimismo será la que llevé al fracaso
Umberto D. (1952, De Sica), película con la que, para muchos,
finaliza el neorrealismo italiano.
"Querido señor Rossellini: He visto sus dos filmes,
Roma, ciudad abierta y Paisà [...]. Estoy dispuesta a acudir
para hacer una película con usted. Ingrid Bergman.” Así empezó
una de las historias más sonadas del mundo del cine de la
segunda mitad del siglo XX. A la vez que en la Europa de posguerra
se estaba gestando una revolución cinematográfica que resultaría
en el Neorrealismo italiano, la actriz sueca Ingrid Bergman,
con una afianzada carrera en Hollywood, quiso expandir sus
horizontes profesionales y envió esta carta al director Roberto
Rossellini en 1949. Se convirtieron en pareja casi en el mismo
momento de empezar el rodaje de la que sería la primera de
sus cinco películas juntos, Stromboli (1950). En la imagen
se puede ver a la pareja en abril de 1949, no lo habían confirmado
todavía pero su complicidad indicaba que la relación iba más
allá de lo profesional. El director dejaba atrás a su mujer,
su hija y su amante. Y la actriz, quien al final de su carrera
había ganado tres Óscars, también había dejado a su familia
en Estados Unidos, por lo que fue duramente juzgada por la
opinión pública. Tuvieron un hijo y pocos años después se
separaron. Ella retomó su carrera cinematográfica, en la que
aún cosecharía grandes éxitos y reconocimientos por su gran
trabajo como actriz.
El neorrealismo italiano posee unas características propias
que lo diferencian de todo lo que hasta entonces se había
realizado en el cine, siendo el movimiento más cercano a la
realidad social de su momento. Se convirtió en documento de
toda una época, mostrando la cotidianidad de las personas
y de sus problemas tras el fin de la guerra. Una de sus principales
características fue la austeridad patente en sus obras. Se
debía a las condiciones en las que se rodaban sus películas,
con escaso presupuesto, e incluso lograban por medio de este
aspecto austero un mayor acercamiento al espectador. La escasez
de medios condujo a los realizadores a las calles, al mismo
tiempo que llevó a sus gentes de a pie a la gran pantalla.
A falta de estudios disponibles, los escenarios naturales
fueron los más utilizados en sus películas. Además, la contratación
de actores no profesionales nos remite de nuevo a esa doble
condición presente en su austeridad: es tanto efecto del bajo
presupuesto como causa generadora de un mayor realismo.
Germania, anno zero.
Por último cabe destacar la importancia de las historias
y sus personajes en este cine. Son historias cercanas a la
realidad del espectador del momento, aunque lo más importante
en ellas son sus personajes. Los sentimientos de sus protagonistas
poseen una mayor relevancia que la trama en sí, siendo el
diálogo un elemento de gran peso para estas películas, donde
se utilizan distintos dialectos para dotarlas de mayor realismo.
El realismo que persiguen sus autores también se consigue
en parte gracias a la técnica, con acciones sin corte en escenas
que se fragmentan lo mínimo posible.
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La ópera prima del neorrealismo italiano. Inicia la
trilogía de la guerra de Rossellini (junto a Paisà y
Germania, anno zero). Presenta historias verdaderas
de diferentes personajes tras la ocupación nazi de Roma.
Obtuvo la Palma de Oro en Cannes y una nominación al
mejor guión en los Oscar.
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Con esta obra Vittorio de Sica pasa de actor a director.
Narra la historia de un hombre al que, en su primer
día de trabajo, le roban la bicileta, un medio indispensable
para realizar su tarea. El actor protagonista de una
angustiosa búsqueda por la ciudad de Roma era, en la
vida real, un obrero. Consiguió el Globo de Oro y el
BAFTA a la mejor película extranjera, así como la nominación
al mejor guión en los Oscar.
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Cierra su trilogía de la guerra, siendo la más pesimista
de las tres películas. Rossellini nos muestra el mundo
en ruinas de la realidad italiana desde los ojos de
un niño, con un trágico final sin cabida en Hollywood
en su época. De nuevo el horror de la guerra es protagonista,
como ya ocurría en Roma, città aperta.
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Giuseppe de Santis retrata la vida de quienes trabajan
en los arrozales del norte de Italia. Su protagonista
inicia un viaje hacia un lugar nuevo, donde poder ganarse
la vida en los arrozales. Su argumento le valió una
nominación para los Oscar. Como curiosidad, fue durante
el rodaje de esta película cuando la actriz Silvana
Mangano conoció al que sería más tarde su marido, el
famoso productor Dino de Laurentis.
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En este caso supone una excepción dentro del enorme
realismo presente en estas películas. Considerada como
“cuento neorrealista”, se aleja del habitual mensaje
pesimista gracias a lo entrañable de su fantasía. Un
joven huérfano, Toto, vive en los suburbios de Milán,
lugar cuyos habitantes se verán forzados a abandonar
tras el hallazgo de petróleo en la zona. Obtuvo la Palma
de Oro en Cannes.
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Más allá de esa frontera que marca el fin del neorrealismo
en 1952, es la obra maestra que supone la conclusión
de este período para numerosos autores. Catapultará
a la fama mundial a la pareja formada por Giulietta
Masina y Federico Fellini. La joven Gelsomina acompaña
al mezquino Zampanò (Anthony Quinn) en una gira circense.
Fellini había colaborado con Rossellini en el guión
de Roma, città aperta, siendo en La Strada donde llevará
a cabo un homenaje a sus dos pasiones: el neorrealismo
italiano y el mundo del circo y el espectáculo.
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El árbol de los zuecos (en italiano: L'albero degli
zoccoli; en Milanés L'albor d'i socui - Arbur di socur)
es una película italiana estrenada en 1978, escrita
y dirigida por Ermanno Olmi, que trata sobre la vida
cotidiana de un grupo de campesinos de la región de
Lombardía a finales del siglo xix. La película contiene
muchos elementos del Neorrealismo italiano, como el
acento puesto en las vidas de los sectores más pobres
y humildes, y la utilización de campesinos locales reales
en lugar de actores profesionales. Obtuvo catorce premios
internacionales, incluyendo la Palma de Oro en el Festival
Internacional de Cine de Cannes de 1978 y el Premio
César a la mejor película extranjera. La versión original
de la película está hablada en bergamasco, dialecto
del lombardo. La película incluye escenas de distintas
costumbres campesinas, y entre ellas se muestra la matanza
real de animales, como la evisceración de un cerdo todavía
vivo. En una entrevista realizada por el American Film
Institute, Al Pacino destacó a este filme como una de
sus películas favoritas.
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Rocco e i suoi fratelli es un ejemplo de cómo el neorrealismo
italiano y sus características sobrepasan las fronteras
de su tiempo. Visconti retrata la evolución de una familia
del sur en Milán, presentando la historia con crudo
realismo social. Alain Delon protagoniza esta historia
que, si bien queda lejos del neorrealismo en tiempo,
se muestra muy cercana en la manera de concebir y presentar
el cine.
Hablamos de esta película en esta misma sección.
Paola Cortellesi reinterpreta con su esperanzadora
'Siempre nos quedará mañana' el cine neorrealista y
la comedia "alla’italiana" en clave feminista. La actriz
Paola Cortellesi, popular por sus comedias –ahí está
'Como pez fuera del agua' (R. Milani, 2017)–, ha elegido,
sin embargo, para su debut como directora un crudo melodrama,
con algún alivio de humor. Un film que ha sido una sensación
en Italia, donde ha batido en taquilla y espectadores
a éxitos internacionales como 'Barbie'. Cortellesi reinterpreta,
con un guion ágil, que firma con Furio Andreotti y Giulia
Calenda, el cine neorrealista y la comedia alla’italiana
en clave feminista. Los personajes están bien definidos;
las interpretaciones, ajustadas, y la dirección artística
y la fotografía, cuidadas.
Roma, año 1946. Delia tiene tres hijos y está casada
con el malhumorado Ivano, que no la trata demasiado
bien. Tras la guerra, ambos luchan por sacar a su familia
adelante con varios trabajos mal pagados. Pero un día,
una maravillosa noticia les alborota: Marcella, la hija
mayor, acaba de comprometerse con Giulio, un chico muy
simpático de buena familia. Delia está muy ilusionada
con este nuevo comienzo que traerá un futuro mejor para
todos. Sin embargo, recibe una misteriosa carta que
promete cambiar los planes de toda la familia para siempre.
'Siempre nos quedará mañana' superó a 'Barbie' y ha
pasado de los cinco millones de espectadores en Italia,
una película en blanco y negro y ambientada en los años
posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Ahora en cines.
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