'Seven', la película con la que David Fincher
triunfó en el año 1995 dirigiendo a Brad Pitt, Morgan Freeman,
Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey; podría haber tenido un cierre
distinto a su mítico final. El largometraje centrado en
los siete pecados capitales llegó a los cines con un impactante
final que está considerado como uno de los mejores de la
historia del cine. Pero en realidad fue más bien fruto de
un afortunado error.
La recordada escena de "¡Qué hay en la caja!",
la desesperación de Brad Pitt y su impactante decisión final
formaba parte del primer borrador de la película. Pero fue
descartada por el director Jeremiah Chechik, que en primera
instancia iba a hacerse cargo del proyecto. Después, el
borrador llegó hasta David Fincher para ver si estaba interesado
en hacerse cargo de la película, pero con un error que lo
cambió todo, y es que le enviaron el primer proyecto, con
la mítica escena incluida. Como recuerda Andrew Kevin Walker,
Fincher "expresó cierto interés" precisamente gracias a
ese final, pero cuando "mencionó que había una cabeza en
la caja, los creadores de la película lamentaron que le
hubiesen enviado el borrador equivocado", el que fue descartado
por Chechik.
Tras el error, Fincher recibió el segundo
borrador, con el final completamente distinto que había
ideado Jeremiah Chechik, pero le gustó más el primero y
zanjó: "No, no me interesaría hacerlo". Finalmente, Fincher
sí que se hizo cargo de la película, pero con el final original
que habían pensado para ella y que finalmente él convirtió
en uno de los más recordados de la historia del cine. Si
en vez de llegarle el borrador inicial, le hubiese llegado
el segundo, con la transformación de esa mítica escena final
realizada por Jeremiah Chechik, David Fincher habría rechazado
el proyecto de 'Seven' y jamás se habría visto ese cierre.
David Fincher llevó a las salas de cine Seven,
un drama policial que traumatizó a muchos espectadores con
su impactante final. Como muchas otras películas míticas,
el rodaje está cargado de curiosidades que quizás no conocías.
¿Sabías que algunos de sus actores, aunque tuviesen un papel
pequeño, hicieron un increíble esfuerzo para que el resultado
fuese impecable? Leland Orser daba vida al joven que se
ve obligado a penetrar a la prostituta víctima de la lujuria
y al que encuentran completamente traumatizado en la sala
de interrogatorios. Para meterse en la piel de su personaje,
Orser estuvo varios días sin dormir para aparentar estar
desorientado y respiraba rápidamente para poder hiperventilar
durante la escena.
Otro que hizo un enorme esfuerzo fue Michael
Reid MacKay, al que quizás no recuerdes porque interpretó
a la víctima de Pereza. Fincher buscaba a un hombre que
fuese muy delgado, en torno a los 40kg. Reid MacKay se presentó
al cásting cuando ya pesaba 43,5kg y el director le dijo
en broma que podría adelgazar un poco más. Cuando llegó
para grabar su escena había perdido los 3,5kg que le "sobraban".
Brad Pitt también sufrió en el rodaje, aunque
de manera accidental. Mientras grababan la escena en la
que persigue a John Doe, Pitt se cayó a través del parabrisas
de un coche y tuvo que ser operado del brazo. Casualmente,
el guion de la película decía que Mills debía sufrir una
lesión, aunque no en la mano.
Emblemático y altamente influencial film de
la década de los 90 que, gracias a un estupendo guión de
Andrew Kevin Walker, permitió que el director David Fincher
despejara cualquier posible duda acerca de su talento como
cineasta después de la sonora decepción que supuso su debut
como realizador en «Alien³» (1992). La historia narra la
investigación que dos policías (Morgan Freeman y Brad Pitt)
llevan a cabo para intentar capturar a un asesino en serie,
que comete crímenes relacionados con los siete pecados capitales,
en una decadente ciudad de EEUU que no es identificada en
ningún momento durante toda la proyección. Los resultados,
casi veinte años después de su estreno, siguen siendo óptimos,
gracias a que la modélica escritura está llevada a la pantalla
por un realizador en estado de gracia, capaz de obtener
un gran partido de sus actores (especialmente, Morgan Freeman
y Kevin Spacey), narrar el film vigorosamente y, cómo no,
crear una tenebrosa atmósfera en pantalla, que aúna lo mejor
del clasicismo visual con la modernidad encarnada por el
propio Fincher, a través de los vídeos musicales y los anuncios
publicitarios. Increíblemente, sólo el montador Richard
Francis-Bruce obtuvo una mención de la Academia de Hollywood
por un trabajo que ahora se recuerda y se considera muy
por encima de aquéllos que coparon los premios aquél año.
El operador encargado de fotografiar el relato
fue el francés de origen iraní Darius Khondji [ASC, AFC],
en aquél entonces conocido sobre todo por su trabajo en
la película de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet «Delicatessen»
(1991). Al mismo tiempo, Khondji había comenzado a labrarse
una carrera como director de fotografía publicitario y algunas
fuentes indican que fue en uno de estos trabajos donde coincidió
con Fincher y éste le ofrecíó su primer trabajo en suelo
americano. Desde entonces, Khondji se ha establecido como
uno de los operadores más prestigiosos de las últimas décadas,
trabajando para una inmensa variedad de directores a ambos
lados del atlántico, muchas veces con estilos muy diferentes:
Alan Parker («Evita»), Sydney Pollack («The Interpreter»),
Woody Allen («Anything Else», «Midnight in Paris», «Magic
in the Moonlight»), Michael Haneke (remake de «Funny Games»,
«Amour«), Wong Kar Wai («My Blueberry Nights»), Danny Boyle
(«The Beach»), Roman Polanski («The Ninth Gate») o Bernardo
Bertolucci («Stealing Beauty») o James Gray («The Immigrant«)
convirtiéndose en una suerte de Sven Nykvist moderno, por
la variedad de los proyectos que ha acometido y el prestigio
de los cineastas que han requerido sus servicios.
La fotografía de «Se7en» se inspira, en palabras
del propio operador, en la iluminación de Gordon Willis
para el film de Alan J. Pakula «Klute» (1971), así como
en el enérgico trabajo de cámara de Owen Roizman para la
película de William Friedkin «The French Connection» (1971)
y en la serie de fotografías de Robert Frank «The Americans».
El diseñador de producción Arthur Max -que poco después
inició además una larga colaboración con otro estilista
visual como Ridley Scott- escogió un buen número de localizaciones
del centro de Los Ángeles en las que recrear el ambiente
sórdido descrito en el guión, así como una paleta de color
muy restringida, dominada por colores negros, grises y marrones
oscuros. También -a la vista de los resultados- es muy posible
que Fincher, que ya había recomendado a Khondji que visionara
los citados films de Pakula y Friedkin (e incluso también
«The Exorcist«), se sintiera influenciado por el alto contraste
y la opresiva atmósfera lluviosa del trabajo de Jordan Cronenweth
en «Blade Runner» (1982), operador que era el ídolo del
director, con el que colaboró en diversos trabajos y al
que convocó para rodar «Alien³», cuyo rodaje tuvo que abandonar
prematuramente -Alex Thomson le sustituyó- debido a la enfermedad
de Parkinson que finalmente acabaría con su vida.
Por consiguiente, con estas influencias, es
lógico que la fotografía de «Se7en» destaque inmediatamente
por sus grandes niveles de oscuridad. Khondji, como ya hiciera
Willis veinticinco años antes, no parece sentirse incómodo
utilizando unas cuantas fuentes integradas en los decorados
para realizar el verdadero trabajo de iluminación, suplementándolas
con potentes linternas en manos de los actores en dos o
tres secuencias de gran importancia, bien con un poco de
relleno procedente de fluorescentes o luz rebotada, o a
través de HMIs que penetran por las ventanas y siempre se
sitúan fuera de los decorados. Es un aproximamiento en el
que las luces iluminan las estancias, pero casi nunca la
posición concreta de los actores, ofreciendo así un aspecto
muy realista pues éstos se mueven constantemente entre zonas
de luz y de sombra. En muchos momentos, como por ejemplo
en la escena del crimen de la gula, la subexposición es
tan grande que se sugiere mucho más de lo que se muestra,
dejando que sea la mente del espectador la que recree lo
que la oscuridad no le ha permitido contemplar. Todos los
interiores, con la excepción de la comisaría, iluminada
cenitalmente a través de fluorescentes, resultan increíblemente
opresivos, amenazadores y desasosegantes, con sus enormes
niveles de penumbra, aspecto monocromático (muchas secuencias
parecen rodadas en blanco y negro), altísimo contraste y
su apariencia sucia y contrastada. La estética únicamente
se rompe, en parte, en la famosa escena final, fuera de
la ciudad, en mitad de la nada y a plena luz del día, rodada
con el sol bajo incidiendo lateralmente sobre los actores
y posiblemente, filtros polarizadores para conseguir una
mayor saturación de los cielos y de los colores.
El actor Kevin Spacey ha recibido recientemente
en un tribunal de Londres el mejor regalo de cumpleaños
que podría desear, con una sentencia absolutoria de la cadena
de acusaciones sexuales entre 2001 y 2013 denunciadas por
cuatro hombres. Tras casi un mes de juicio, el intérprete
estadounidense rompió a llorar después de escuchar que el
jurado lo declaraba inocente de los nueve cargos que afrontaba,
la mayoría, siete, de agresión sexual. Como colofón a un
mediático proceso y sin apenas contener la emoción, el ganador
de dos Oscar se llevó una mano hasta el pecho, miró a los
doce miembros que lo acababan de exonerar y gesticuló con
la boca hasta dos veces “gracias”.
En una época en que las herramientas de corrección
digital de la imagen aún no habían irrumpido en el mundo
del cine, Khondji tuvo que ingeniárselas para conseguir
toda la estética fotoquímicamente. El operador utilizó tres
emulsiones Kodak: 5201 (50D), de alto contraste, grano fino
y mucha saturación, para la escena exterior que cierra el
film, así como la otras dos emulsiones de 200 ASA bajo luz
de tungsteno; 5287, de bajo contraste y amplia latitud de
exposición y otra 5293, cuyo contraste era más prominente,
alternándolas en función de las diferentes escenas a retratar.
Una vez rodado el film, lo que hizo Khondji fue aplicar
una retención de los haluros de plata durante el revelado
(Bleach-by-pass), de forma que el contraste se incrementase
notablemente, los colores perdieran saturación, los negros
fuesen mucho más profundos y el grano también se hiciera
más visible.
Para el trabajo de cámara, igual de preciso
que el de iluminación, siguiendo su modelo de «The French
Connection», se utilizó frecuentemente una cámara Aaton
al hombro, situada muy frecuentemente cercana a los actores
con una óptica Panavision Primo 27mm (Fincher consultó a
Khondji si prefería utilizar una Arri con ópticas Cooke
S2/S3, como éste hacía en Europa, pero éste prefirió probar
los equipos americanos). Así se transmite mucha energía,
garra e inmediatez en la puesta en escena, con una escasa
profundidad de campo fruto de rodar frecuentemente entre
T/2 y T/2.8, con los rostros afeados por el angular y los
fondos desenfocados. Otras escenas están rodadas de forma
más clásica, con la cámara fija o en vías de travelling,
focales medias y logradas composiciones, pero frecuentemente
Fincher introduce ángulos muy inusuales (como el contrapicado
lateral del primer encuentro entre los personajes de Freeman
y Pitt), que siempre contribuyen a favor de la atmósfera
malsana e inquietante que destila la totalidad del metraje.
Así pues, mediante el empleo de una iluminación
de bajos niveles y muy alto contraste, diversas emulsiones,
un color controlado férreamente por el diseñador de producción
y técnicas de laboratorio, Khondji creó portensosas imágenes
que aúnan el aspecto realista y relativamente simple de
sus modelos, con la estilización propia del operador al
que tanto admiraba el director, con unas texturas y profundidad
de negros que, a continuación, se pusieron de moda durante
varios años en el cine de Hollywood y que aún hoy en día
se muestran plenamente vigentes. Por su parte, Fincher se
destapó finalmente como un realizador muy metódico y preciso,
con una gran capacidad narrativa pero también con el ingenio
necesario para usar en la misma todo el talento visual que
sus numerosos videoclips, anuncios y su debut en la dirección
habían sugerido, así como sus propias influencias al servicio
de un film inusualmente sucio, oscuro y arriesgado para
los habituales planteamientos Hollywoodenses. Y cómo no,
cómo buen director, obtuvo el máximo partido de sus talentosos
colaboradores, los cuales, hasta la fecha, nunca han rendido
mejor. Como curiosidad, cabe mencionar que Harris Savides
[ASC] realizó labores de fotografía adicional e incluso
aparece en el film como un operador del 911, mientras que
el futuro operador Claudio Miranda [ASC] fue el gaffer de
Khondji y Jeff Cronenweth [ASC] trabajó en la segunda unidad.
Por supuesto, todos ellos han seguido trabajando con mucho
éxito a las órdenes de Fincher en otros films, como «Zodiac»,
«Benjamin Button» o «The Social Network», respectivamente.
Nominada por la American Society of Cinematographers (ASC)
a la mejor fotografía del año pero, increíblemente, ignorada
por la Academia de Hollywood.
Las referencias culturales de Seven.
Brad Pitt se consideraba a sí mismo como una
persona con poco sentido de la moda, y quería que su personaje
reflejara precisamente un estilo pobre y bastante desarreglado
por lo que él mismo compró en un tienda de segunda mano
la ropa y las corbatas que usó para la película. Brad Pitt
le decía a Gwyneth Paltrow mientras filmaban la película
que ella era la única luz que había en medio esa historia
tan tétrica y oscura. Pitt contaba que en medio de las filmaciones
Paltrow era lo único que lo hacía sonreír ya que la historia
era tan oscura que tenía que estar demasiado serio y eso
lo tensionaba demasiado. Ni Brad Pitt ni Morgan Freeman
sabían realmente que Kevin Spacey iba a interpretar el papel
del misterioso asesino, ya que Fincher quería que la sensación
de sorpresa de ellos fuera algo genuino. Pitt dijo que cuando
vio actuando a Kevin Spacey fue un momento tan potente para
él que realmente se sintió intimidado por el actor. Ciertamente
esta película tiene un gran impacto visual debido a la representación
de los homicidios y su simbolismo de los 7 pecados capitales,
pero la película iba a ser mucho más fuerte inclusive y
visualmente perturbadora cuando en un principio el director
David Cronenberg era quien iba a llevar a cabo la dirección
de esta historia.
David Fincher contó que su principal objetivo
para esta película era crear un ambiente tan tensionante
como el que se siente en la obra maestra del terror "El
Exorcista" dirigida por William Friedkin. Morgan Freeman
ha tenido una extensa carrera en el cine llena de increíbles
personajes, pero siempre ha dicho que sin duda esta es una
de las películas por las que quiere ser recordado. David
Fincher contó que quedó increíblemente impresionado por
la forma en la que Freeman y Pitt interpretaron a sus personajes
desde la primera lectura del guión ya que no tuvo que darles
ningún tipo de instrucción para que actuaran justo como
él tenía a sus personajes en mente. La productora New Line
quería que el final de la película fuera cambiado por algo
menos trágico y oscuro, pero Morgan Freeman y Brad Pitt
se opusieron rotundamente a esto ya que esto arruinaría
por completo el verdadero impacto de la historia. Fueron
grabados dos finales pero finalmente el memorable y trágico
que todos recordamos es sin dudas uno de los mejores de
la historia del cine. El aspecto de la película no fue algo
hecho en postproducción ni con ningún filtro de computadora,
sino que la misma cinta con la que se filmó fue pasada por
un proceso químico para que se viera oscura y descolorida.
"Seven" ha sido considerada una de las películas más influyentes
de la historia del cine moderno, y su legado ha sido tal
que todos los directores que hoy en día se dedican a hacer
películas del género thriller tienen a esta obra como su
principal referente.
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