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Seven.
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04-Agosto-2023

'Seven', la película con la que David Fincher triunfó en el año 1995 dirigiendo a Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey; podría haber tenido un cierre distinto a su mítico final. El largometraje centrado en los siete pecados capitales llegó a los cines con un impactante final que está considerado como uno de los mejores de la historia del cine. Pero en realidad fue más bien fruto de un afortunado error.

La recordada escena de "¡Qué hay en la caja!", la desesperación de Brad Pitt y su impactante decisión final formaba parte del primer borrador de la película. Pero fue descartada por el director Jeremiah Chechik, que en primera instancia iba a hacerse cargo del proyecto. Después, el borrador llegó hasta David Fincher para ver si estaba interesado en hacerse cargo de la película, pero con un error que lo cambió todo, y es que le enviaron el primer proyecto, con la mítica escena incluida. Como recuerda Andrew Kevin Walker, Fincher "expresó cierto interés" precisamente gracias a ese final, pero cuando "mencionó que había una cabeza en la caja, los creadores de la película lamentaron que le hubiesen enviado el borrador equivocado", el que fue descartado por Chechik.

Tras el error, Fincher recibió el segundo borrador, con el final completamente distinto que había ideado Jeremiah Chechik, pero le gustó más el primero y zanjó: "No, no me interesaría hacerlo". Finalmente, Fincher sí que se hizo cargo de la película, pero con el final original que habían pensado para ella y que finalmente él convirtió en uno de los más recordados de la historia del cine. Si en vez de llegarle el borrador inicial, le hubiese llegado el segundo, con la transformación de esa mítica escena final realizada por Jeremiah Chechik, David Fincher habría rechazado el proyecto de 'Seven' y jamás se habría visto ese cierre.

David Fincher llevó a las salas de cine Seven, un drama policial que traumatizó a muchos espectadores con su impactante final. Como muchas otras películas míticas, el rodaje está cargado de curiosidades que quizás no conocías. ¿Sabías que algunos de sus actores, aunque tuviesen un papel pequeño, hicieron un increíble esfuerzo para que el resultado fuese impecable? Leland Orser daba vida al joven que se ve obligado a penetrar a la prostituta víctima de la lujuria y al que encuentran completamente traumatizado en la sala de interrogatorios. Para meterse en la piel de su personaje, Orser estuvo varios días sin dormir para aparentar estar desorientado y respiraba rápidamente para poder hiperventilar durante la escena.

Otro que hizo un enorme esfuerzo fue Michael Reid MacKay, al que quizás no recuerdes porque interpretó a la víctima de Pereza. Fincher buscaba a un hombre que fuese muy delgado, en torno a los 40kg. Reid MacKay se presentó al cásting cuando ya pesaba 43,5kg y el director le dijo en broma que podría adelgazar un poco más. Cuando llegó para grabar su escena había perdido los 3,5kg que le "sobraban".

Brad Pitt también sufrió en el rodaje, aunque de manera accidental. Mientras grababan la escena en la que persigue a John Doe, Pitt se cayó a través del parabrisas de un coche y tuvo que ser operado del brazo. Casualmente, el guion de la película decía que Mills debía sufrir una lesión, aunque no en la mano.

Emblemático y altamente influencial film de la década de los 90 que, gracias a un estupendo guión de Andrew Kevin Walker, permitió que el director David Fincher despejara cualquier posible duda acerca de su talento como cineasta después de la sonora decepción que supuso su debut como realizador en «Alien³» (1992). La historia narra la investigación que dos policías (Morgan Freeman y Brad Pitt) llevan a cabo para intentar capturar a un asesino en serie, que comete crímenes relacionados con los siete pecados capitales, en una decadente ciudad de EEUU que no es identificada en ningún momento durante toda la proyección. Los resultados, casi veinte años después de su estreno, siguen siendo óptimos, gracias a que la modélica escritura está llevada a la pantalla por un realizador en estado de gracia, capaz de obtener un gran partido de sus actores (especialmente, Morgan Freeman y Kevin Spacey), narrar el film vigorosamente y, cómo no, crear una tenebrosa atmósfera en pantalla, que aúna lo mejor del clasicismo visual con la modernidad encarnada por el propio Fincher, a través de los vídeos musicales y los anuncios publicitarios. Increíblemente, sólo el montador Richard Francis-Bruce obtuvo una mención de la Academia de Hollywood por un trabajo que ahora se recuerda y se considera muy por encima de aquéllos que coparon los premios aquél año.

El operador encargado de fotografiar el relato fue el francés de origen iraní Darius Khondji [ASC, AFC], en aquél entonces conocido sobre todo por su trabajo en la película de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet «Delicatessen» (1991). Al mismo tiempo, Khondji había comenzado a labrarse una carrera como director de fotografía publicitario y algunas fuentes indican que fue en uno de estos trabajos donde coincidió con Fincher y éste le ofrecíó su primer trabajo en suelo americano. Desde entonces, Khondji se ha establecido como uno de los operadores más prestigiosos de las últimas décadas, trabajando para una inmensa variedad de directores a ambos lados del atlántico, muchas veces con estilos muy diferentes: Alan Parker («Evita»), Sydney Pollack («The Interpreter»), Woody Allen («Anything Else», «Midnight in Paris», «Magic in the Moonlight»), Michael Haneke (remake de «Funny Games», «Amour«), Wong Kar Wai («My Blueberry Nights»), Danny Boyle («The Beach»), Roman Polanski («The Ninth Gate») o Bernardo Bertolucci («Stealing Beauty») o James Gray («The Immigrant«) convirtiéndose en una suerte de Sven Nykvist moderno, por la variedad de los proyectos que ha acometido y el prestigio de los cineastas que han requerido sus servicios.

La fotografía de «Se7en» se inspira, en palabras del propio operador, en la iluminación de Gordon Willis para el film de Alan J. Pakula «Klute» (1971), así como en el enérgico trabajo de cámara de Owen Roizman para la película de William Friedkin «The French Connection» (1971) y en la serie de fotografías de Robert Frank «The Americans». El diseñador de producción Arthur Max -que poco después inició además una larga colaboración con otro estilista visual como Ridley Scott- escogió un buen número de localizaciones del centro de Los Ángeles en las que recrear el ambiente sórdido descrito en el guión, así como una paleta de color muy restringida, dominada por colores negros, grises y marrones oscuros. También -a la vista de los resultados- es muy posible que Fincher, que ya había recomendado a Khondji que visionara los citados films de Pakula y Friedkin (e incluso también «The Exorcist«), se sintiera influenciado por el alto contraste y la opresiva atmósfera lluviosa del trabajo de Jordan Cronenweth en «Blade Runner» (1982), operador que era el ídolo del director, con el que colaboró en diversos trabajos y al que convocó para rodar «Alien³», cuyo rodaje tuvo que abandonar prematuramente -Alex Thomson le sustituyó- debido a la enfermedad de Parkinson que finalmente acabaría con su vida.

Por consiguiente, con estas influencias, es lógico que la fotografía de «Se7en» destaque inmediatamente por sus grandes niveles de oscuridad. Khondji, como ya hiciera Willis veinticinco años antes, no parece sentirse incómodo utilizando unas cuantas fuentes integradas en los decorados para realizar el verdadero trabajo de iluminación, suplementándolas con potentes linternas en manos de los actores en dos o tres secuencias de gran importancia, bien con un poco de relleno procedente de fluorescentes o luz rebotada, o a través de HMIs que penetran por las ventanas y siempre se sitúan fuera de los decorados. Es un aproximamiento en el que las luces iluminan las estancias, pero casi nunca la posición concreta de los actores, ofreciendo así un aspecto muy realista pues éstos se mueven constantemente entre zonas de luz y de sombra. En muchos momentos, como por ejemplo en la escena del crimen de la gula, la subexposición es tan grande que se sugiere mucho más de lo que se muestra, dejando que sea la mente del espectador la que recree lo que la oscuridad no le ha permitido contemplar. Todos los interiores, con la excepción de la comisaría, iluminada cenitalmente a través de fluorescentes, resultan increíblemente opresivos, amenazadores y desasosegantes, con sus enormes niveles de penumbra, aspecto monocromático (muchas secuencias parecen rodadas en blanco y negro), altísimo contraste y su apariencia sucia y contrastada. La estética únicamente se rompe, en parte, en la famosa escena final, fuera de la ciudad, en mitad de la nada y a plena luz del día, rodada con el sol bajo incidiendo lateralmente sobre los actores y posiblemente, filtros polarizadores para conseguir una mayor saturación de los cielos y de los colores.

El actor Kevin Spacey ha recibido recientemente en un tribunal de Londres el mejor regalo de cumpleaños que podría desear, con una sentencia absolutoria de la cadena de acusaciones sexuales entre 2001 y 2013 denunciadas por cuatro hombres. Tras casi un mes de juicio, el intérprete estadounidense rompió a llorar después de escuchar que el jurado lo declaraba inocente de los nueve cargos que afrontaba, la mayoría, siete, de agresión sexual. Como colofón a un mediático proceso y sin apenas contener la emoción, el ganador de dos Oscar se llevó una mano hasta el pecho, miró a los doce miembros que lo acababan de exonerar y gesticuló con la boca hasta dos veces “gracias”.

En una época en que las herramientas de corrección digital de la imagen aún no habían irrumpido en el mundo del cine, Khondji tuvo que ingeniárselas para conseguir toda la estética fotoquímicamente. El operador utilizó tres emulsiones Kodak: 5201 (50D), de alto contraste, grano fino y mucha saturación, para la escena exterior que cierra el film, así como la otras dos emulsiones de 200 ASA bajo luz de tungsteno; 5287, de bajo contraste y amplia latitud de exposición y otra 5293, cuyo contraste era más prominente, alternándolas en función de las diferentes escenas a retratar. Una vez rodado el film, lo que hizo Khondji fue aplicar una retención de los haluros de plata durante el revelado (Bleach-by-pass), de forma que el contraste se incrementase notablemente, los colores perdieran saturación, los negros fuesen mucho más profundos y el grano también se hiciera más visible.

Para el trabajo de cámara, igual de preciso que el de iluminación, siguiendo su modelo de «The French Connection», se utilizó frecuentemente una cámara Aaton al hombro, situada muy frecuentemente cercana a los actores con una óptica Panavision Primo 27mm (Fincher consultó a Khondji si prefería utilizar una Arri con ópticas Cooke S2/S3, como éste hacía en Europa, pero éste prefirió probar los equipos americanos). Así se transmite mucha energía, garra e inmediatez en la puesta en escena, con una escasa profundidad de campo fruto de rodar frecuentemente entre T/2 y T/2.8, con los rostros afeados por el angular y los fondos desenfocados. Otras escenas están rodadas de forma más clásica, con la cámara fija o en vías de travelling, focales medias y logradas composiciones, pero frecuentemente Fincher introduce ángulos muy inusuales (como el contrapicado lateral del primer encuentro entre los personajes de Freeman y Pitt), que siempre contribuyen a favor de la atmósfera malsana e inquietante que destila la totalidad del metraje.

Así pues, mediante el empleo de una iluminación de bajos niveles y muy alto contraste, diversas emulsiones, un color controlado férreamente por el diseñador de producción y técnicas de laboratorio, Khondji creó portensosas imágenes que aúnan el aspecto realista y relativamente simple de sus modelos, con la estilización propia del operador al que tanto admiraba el director, con unas texturas y profundidad de negros que, a continuación, se pusieron de moda durante varios años en el cine de Hollywood y que aún hoy en día se muestran plenamente vigentes. Por su parte, Fincher se destapó finalmente como un realizador muy metódico y preciso, con una gran capacidad narrativa pero también con el ingenio necesario para usar en la misma todo el talento visual que sus numerosos videoclips, anuncios y su debut en la dirección habían sugerido, así como sus propias influencias al servicio de un film inusualmente sucio, oscuro y arriesgado para los habituales planteamientos Hollywoodenses. Y cómo no, cómo buen director, obtuvo el máximo partido de sus talentosos colaboradores, los cuales, hasta la fecha, nunca han rendido mejor. Como curiosidad, cabe mencionar que Harris Savides [ASC] realizó labores de fotografía adicional e incluso aparece en el film como un operador del 911, mientras que el futuro operador Claudio Miranda [ASC] fue el gaffer de Khondji y Jeff Cronenweth [ASC] trabajó en la segunda unidad. Por supuesto, todos ellos han seguido trabajando con mucho éxito a las órdenes de Fincher en otros films, como «Zodiac», «Benjamin Button» o «The Social Network», respectivamente. Nominada por la American Society of Cinematographers (ASC) a la mejor fotografía del año pero, increíblemente, ignorada por la Academia de Hollywood.

Las referencias culturales de Seven.

Brad Pitt se consideraba a sí mismo como una persona con poco sentido de la moda, y quería que su personaje reflejara precisamente un estilo pobre y bastante desarreglado por lo que él mismo compró en un tienda de segunda mano la ropa y las corbatas que usó para la película. Brad Pitt le decía a Gwyneth Paltrow mientras filmaban la película que ella era la única luz que había en medio esa historia tan tétrica y oscura. Pitt contaba que en medio de las filmaciones Paltrow era lo único que lo hacía sonreír ya que la historia era tan oscura que tenía que estar demasiado serio y eso lo tensionaba demasiado. Ni Brad Pitt ni Morgan Freeman sabían realmente que Kevin Spacey iba a interpretar el papel del misterioso asesino, ya que Fincher quería que la sensación de sorpresa de ellos fuera algo genuino. Pitt dijo que cuando vio actuando a Kevin Spacey fue un momento tan potente para él que realmente se sintió intimidado por el actor. Ciertamente esta película tiene un gran impacto visual debido a la representación de los homicidios y su simbolismo de los 7 pecados capitales, pero la película iba a ser mucho más fuerte inclusive y visualmente perturbadora cuando en un principio el director David Cronenberg era quien iba a llevar a cabo la dirección de esta historia.

David Fincher contó que su principal objetivo para esta película era crear un ambiente tan tensionante como el que se siente en la obra maestra del terror "El Exorcista" dirigida por William Friedkin. Morgan Freeman ha tenido una extensa carrera en el cine llena de increíbles personajes, pero siempre ha dicho que sin duda esta es una de las películas por las que quiere ser recordado. David Fincher contó que quedó increíblemente impresionado por la forma en la que Freeman y Pitt interpretaron a sus personajes desde la primera lectura del guión ya que no tuvo que darles ningún tipo de instrucción para que actuaran justo como él tenía a sus personajes en mente. La productora New Line quería que el final de la película fuera cambiado por algo menos trágico y oscuro, pero Morgan Freeman y Brad Pitt se opusieron rotundamente a esto ya que esto arruinaría por completo el verdadero impacto de la historia. Fueron grabados dos finales pero finalmente el memorable y trágico que todos recordamos es sin dudas uno de los mejores de la historia del cine. El aspecto de la película no fue algo hecho en postproducción ni con ningún filtro de computadora, sino que la misma cinta con la que se filmó fue pasada por un proceso químico para que se viera oscura y descolorida. "Seven" ha sido considerada una de las películas más influyentes de la historia del cine moderno, y su legado ha sido tal que todos los directores que hoy en día se dedican a hacer películas del género thriller tienen a esta obra como su principal referente.

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