El titular del Juzgado de Instrucción número seis de Salamanca,
Luciano Salvador, encargado del caso del conocido como niño
del Royo, dictó un auto en el que acordó suspender
la emisión de la película «Sin Hogar», basada en la vida del
pequeño Diego L. B. y producida por Zeppelin para Antena 3,
cadena que tenía previsto emitirlo a finales de 2003.
El auto se basó en «una razón tan elemental como la
de que hay que respetar la vida de un menor y dejarlo tranquilo
y en paz, dejarle crecer y desenvolverse en libertad y no
ser el centro de atención de todo el mundo», comentó el magistrado
a la prensa en su momento. Aunque fue fácil la redacción de
esta orden judicial, Salvador destacó la necesidad de que
el caso de Diego deje de ser foco de atención de los medios
de comunicación «por el bien del niño». En el auto que prohíbió
la emisión de la película, revelaba que la cinta ponia de
manifiesto claramente la identidad del pequeño y, aunque se
han cambiado los nombres, tanto del niño como del resto de
protagonistas de la historia, «está basada claramente en este
caso», según fuentes judiciales.
Según el acuerdo del magistrado de la sala 6 de la Audiencia
de Salamanca, el montaje televisivo suponia una clara intromisión
al campo de la ética y el respeto de las personas involucradas
en un caso que se arrastraba ya desde hacia varios años.
«Sin Hogar» es una producción dirigida por Joaquín Llamas,
realizador de series como «El Súper» o «Mediterráneo». La
protagonista principal es la actriz Mar Regueras. En ese momento
el pequeño Diego, de cuatro años, continuaba internado en
el centro de acogida María Dolores Pérez Lucas de la capital
salmantina, desde donde fue trasladado por los servicios sociales
después de que su madre sufriera una serie de contratiempos
en Madrid, en presencia del menor.
Joaquín Llamas se estrenó como director
en la gran pantalla con ‘Perdona si te llamo amor’.
Por otra parte, la progenitora del niño, Margarita Bernal,
pasó unos días en la cárcel de Topas, donde cumplió
un arresto de cinco fines de semana por injuriar a un magistrado.
Mientras tanto, Salvador continuó recabando la información
necesaria para pronunciarse sobre la futura situación del
niño y, para quitar o no a la madre biológica su custodia.
El caso de Diego L. B., conocido como «el niño del Royo»,
fue más allá de una disputa judicial por la tutela de un menor.
Fue una batalla. Hasta el punto de que pocos de los implicados
en aquellos hechos quieren hoy recordar lo ocurrido.
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Hay que remontarse a mayo de 1999. En enero, a los pocos
días de nacer, la Junta de Castilla y León ordenó el ingreso
de Diego en un centro de menores de Salamanca, su provincia
de nacimiento, al estimar que sus padres, Margarita y Luis,
no estaban capacitados para hacerse cargo del bebé debido
a que sufrían graves enfermedades mentales y porque no contaban
con apoyo de sus familias. El niño fue entregado a Carlos
y Raquel, una familia del municipio soriano de El Royo, en
régimen de acogimiento preadoptivo. Fueron 17 meses de felicidad
truncados por los juzgados. Margarita recurrió la decisión
y el juez ordenó el regreso del niño al centro para que estuviese
cerca de su madre biológica.
«Sucedió sin previo aviso. Fueron momentos intensos. Intentamos
solventarlo a través de todo tipo de medidas: huelgas, manifestaciones,
sentadas, reclamaciones...», recordaba Francisco Gozálvez,
abogado entonces de los padres de El Royo. «Estuve con ellos
dos años. Fue un tema que me marcó. No tuvo nada que ver con
el funcionamiento normal de un despacho». Años después
todavía lo tenia en mente. También Carlos y Raquel. Por eso
prefirieron no remover el caso. «Para ellos fue muy doloroso.
Antes de la adopción, se acogieron al trámite legal del acogimiento
preadoptivo: te dan un niño con expectativas de que la situación
se consolide en una relación paternofilial. Aparece la madre
biológica y el juez dice que la custodia hay que dársela a
ella».
Los padres preadoptivos estaban preocupados de que Diego
pudiera sufrir también algún tipo de enfermedad psiquiátrica,
pero siempre decían que «todas las enfermedades se curan con
mucho amor».
El Royo. A finales del 2000 era admitido a trámite
el recurso de los padres de acogida del niño. Unos meses después
El TC desestimó el recurso.
¿Qué hicieron Carlos y Raquel? «Nosotros no queríamos que
se acatara la sentencia», dijo el abogado. A las sentadas
y manifestaciones se unieron apoyos al otro lado del Atlántico:
firmas, páginas webs, asociaciones... No querían perderlo.
«Si iban a llevarse a Diego de forma violenta, nuestra intención
era ocupar la iglesia del pueblo. Finalmente no fue necesario.
Pero estaban hundidos, rotos». Tras su internamiento, el niño
fue entregado a María Antonia, una tía materna del niño. Como
explica el informe elaborado por la ONG Prodeni, tras las
«continuas irrupciones y amenazas de la madre», María Antonia
entregó el niño a Protección de Menores. Pese a los informes
desfavorables –en una ocasión, Margarita no había devuelto
al pequeño tras una salida del centro. En 2002 el juez le
otorgó la custodia a Margarita. La paz se quebró en abril
de 2003, cuando su padre, Luis, fue detenido por prender fuego
a la vivienda familiar y condenado a cumplir pena en un psiquiátrico
de Alicante.
Margarita fue localizada en Madrid, junto a Diego, en precarias
condiciones. Según los periódicos, estaba mendigando. Una
vez más, el pequeño ingresó en Salamanca. En El Royo no daban
crédito. Y menos cuando el juez decidió devolver al niño a
Margarita a finales de aquel año, siendo ratificada la decisión
por la Audiencia Provincial.
Ya en la Navidad de 2005, la madre biológica llamó al 112,
aduciendo que Diego le estaba amenazando con un tenedor y
que le había partido un diente. Finalmente, en 2007, por cuarta
y última vez, y debido a su continuado absentismo escolar
–llegó a intervenir la Guardia Civil–, Diego fue internado
en Salamanca. «Lo primero que se hizo mal fue dar al niño
en acogimiento preadoptivo sin tener la certeza plena de que
la madre no iba a aparecer», dijo Gozálvez. «La madre estaba
en un centro psiquiátrico, incapacitada... no iba a poder
ejercer», añadió.
El psiquiatra Blas Bombín, que atendió a Diego, cree que
estas vivencias pueden acarrear «un tremendo desajuste emocional,
que puede tener otras consecuencias: déficit de atención,
trastornos del desarrollo de la personalidad, conductas evasivas...».
Sobre la estancia prolongada en un centro, opina que «algunos
niños encuentran una solución, y otros sufren un trauma psicológico.
Depende de factores educacionales, genéticos...». Durante
esos años, apunta, a los menores se les procura «una formación
adecuada, psicológica y cultural, para insertarse en la sociedad».
Carlos y Raquel siguieron intentando recuperarlo. «Diego sigue
vivo en sus corazones, pero llegó un momento en que la situación
era insostenible. Recurrimos la resolución del juzgado, interpusimos
un recurso ante el Supremo, ante el Constitucional... Lo gracioso
es que no nos los admitieron porque decían que no éramos parte
del procedimiento; sólo acogedores preadoptivos». Ahora la
pareja tiene una hija de 16 años. Pero, ¿mantienen contacto
con Diego? «No han tenido ningún tipo de contacto personal,
pero saben perfectamente en qué estado se encuentra. Siempre
se interesan».
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En la película, Jaime es un niño de dos
años que vive en un Centro de Acogida porque su madre biológica,
Consuelo, padece un trastorno mental y su padre biológico,
Rafael, es alcohólico y esquizofrénico. Nada más nacer, el
pequeño Jaime es trasladado a una institución con el fin de
buscarle una familia adoptiva que pueda ocuparse de él. Rosa
y David llevan varios años casados, pero los hijos no llegan.
Cuando inician los trámites de adopción no pueden imaginar
que un bebé de tan solo cuatro meses vaya a cruzarse en su
camino.
Enrique Villén, en un fotograma del telefilme.
Producido por Zeppelin para Antena 3 y basado
en hechos reales, forma parte de una trilogía junto a “Bichos
raros” y “La historia de Estrella”. La cinta está dirigida
por Joaquín Llamas (“Pasión adolescente”) y protagonizada
por Mar Regueras, más conocida por su papel en la serie de
televisión “El comisario”, Alberto Jiménez y Ana Wagener,
que ya trabajaron juntos en “El bola”.
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