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10 - Noviembre - 2021
>> Jorge Milton Conda

Jorge Milton Conda proyecta tranquilidad mientras se prepara para “subir al territorio”, escoltado por seis miembros desarmados de la guardia indígena, cuatro hombres y dos mujeres con sus respectivos bastones de mando, que no le pierden pisada. Indígena Nasa con 41 soles (años) a cuestas, padre de dos hijas, es un líder ambiental en el país más peligroso en el mundo para los ambientalistas: Colombia. A pesar de las constantes amenazas de varios grupos armados, le preocupa más la seguridad de sus acompañantes. “No es conveniente ir sin la guardia. Durante mucho tiempo, de una u otra manera, se sabía quién se movía por los territorios, pero en estos momentos es muy difícil saberlo”, explica a bordo del vehículo que asciende desde el casco urbano del municipio de Pradera, el límite de los extensos cultivos de caña de azúcar que copan esa región llana del sur del departamento del Valle del Cauca, a las montañas de profundos cañones donde se encuentra su hogar en el resguardo de Kwesx Yu Kiwe, que significa ‘territorio del agua’.

En el recorrido por caminos de tierra que transitan esporádicamente las coloridas ‘chivas’ –o buses escalera– características del campo colombiano, abundan las pintadas con las que hacen presencia las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que en otros tiempos dominaban la zona. Las comunidades Nasa de Kwesx Yu Kiwe denuncian las amenazas que sufren sus líderes por sus reparos públicos contra el trazado de una mega-carretera de casi 1.500 kilómetros –incluida en el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno de Iván Duque– que planea cruzar las tres cordilleras en que Los Andes se dividen en Colombia, desde la Orinoquía, en la frontera con Venezuela, hasta el puerto de Buenaventura, sobre el Pacífico.

Milton Conda Ipia, líder ambiental de la comunidad Nasa del municipio de Florida del departamento del Valle.

Más allá de los tramos ya construidos de una vía que se proyecta al 2035, les preocupa la parte que atravesará los páramos cercanos de Las Hermosas y las Tinajas, que podría afectar hasta 365 lagunas, según sus cálculos. “Nosotros no nos oponemos al desarrollo, pero denunciamos la afectación ambiental que supone esa carretera”, sostiene Milton mientras señala desde un puente rústico sobre el río Frayle, que baja desde el páramo, hacia una palmera en lo alto de la montaña, el punto por donde saldría la vía en uno de los trazados propuestos. “Esta afectación no va a ser solo para los pueblos indígenas, sino para el resto de la sociedad. ¿Por qué tiene que tocar los páramos? No es oposición, es una protección a la madre naturaleza y la biodiversidad”, sostiene. Para los Nasa, las lagunas son la casa de los espíritus, el lugar donde habitan sus deidades. “El agua es nuestra ley de vida. Si nos destruyen los páramos, las lagunas, van a destruir nuestros seres espirituales”, explica.

El resguardo está en los límites entre dos departamentos, el sur del Valle del Cauca y el norte del Cauca –donde habita la mayoría del pueblo Nasa–. Es un corredor estratégico para las rutas del narcotráfico por su salida al Pacífico, una zona que se ha convertido en un polvorín en la que operan un archipiélago de grupos armados ilegales, entre ellos varias disidencias de las FARC, como la columna Dagoberto Ramos, un nombre que se repite en las pintadas, además del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas del narcotráfico.

Para entrar a las comunidades hay que pasar el puesto de control de la guardia indígena, compuesta por hombres y mujeres que se encargan de la defensa colectiva de sus territorios y portan bastones de mando, con tiras azules que representan el agua y cielo; verdes por la naturaleza; amarillas por las riquezas y rojo por la sangre. “Mientras unos tienen armas, nosotros nos caracterizamos por el bastón, símbolo de autoridad, de control, de protección. Ha sido muy difícil, pero en eso nos hemos mantenido”, fieles al mandato de pelear con la palabra, afirma Milton. En otros tiempos, los grupos armados respetaban su autoridad, pero en medio de la fragmentación que ha caracterizado los cinco años transcurridos desde la firma del acuerdo de paz, el panorama es confuso. En medio del incesante asesinato de todo tipo de líderes sociales, también han enterrado a compañeros de la guardia, así como gobernadores indígenas.

Colombia anunciaba hace unos días el mayor golpe al narcotráfico de este siglo.

Las expectativas sobre los dividendos ambientales de ese histórico pacto entre el Gobierno y la guerrilla eran altas, pero la herencia de la guerra todavía pesa. “La paz no ha llegado, todo está más complejo”, se lamenta Milton. “No ha habido aplicabilidad de esos acuerdos”. ¿Con la guardia se siente seguro? “Personalmente, muy seguro, es la única garantía que hemos tenido”, responde, aunque enfatiza que se trata de una protección colectiva, no individual. “Frente a una situación externa, decirle que estamos seguros sería mentira”, concede de inmediato. No se explica las razones por las que el Gobierno, después de poco más de un año, le retiró en el momento más complicado el esquema de protección que le había asignado.

Milton ha documentado las múltiples amenazas que le han hecho desde hace cuatro años. Enseña en el zaguán de su casa, desde donde se escucha el rumor del río, las copias de los panfletos de los diferentes grupos armados que guarda en una carpeta de su computador. El primer panfleto, que distribuyeron en la casa del resguardo en marzo de 2018, está firmado por un grupo que se identifica de manera gaseosa como “bandas criminales” surgidas de las FARC, paramilitares, narcotraficantes “y otros que están ingresando”. En el escrito le reclaman tanto el control territorial que hace la guardia indígena como haber denunciado los megaproyectos. “No podemos dejar que se interpongan en el avance del desarrollo que necesita el país”, escriben.

La columna Dagoberto Ramos lo declara por nombre propio “objetivo militar” en otro panfleto de noviembre de 2019 dirigido a todas las comunidades indígenas y campesinas del norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca. Uno más, de mayo de 2020, también lo señala con nombre y apellido como “objetivo militar” por su labor como delegado de una comisión de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), un cargo que mantuvo hasta hace unos meses. “Deje de defender la tierra que no deja avanzar el desarrollo”, le intentan intimidar con una alusión directa a la vía Orinoquía-Pacífico, y se identifican como bandas criminales en alianza con las disidencias. Después, a principios del año pasado, dos hombres en moto, que dijeron pertenecer a los remanentes del EPL –Los Pelusos, una banda criminal que antes fue una guerrilla–, llegaron a buscarlo a su hogar para dejarle la razón de que “se quede quieto”. También se han presentado en la casa de su madre. No cedió a los chantajes. Cuando se agudizaron las amenazas, desde la ONIC le ofrecieron salir del país, pero consultó a los sabios, a los mayores, y siguió su consejo de quedarse. A las causas ambientales les sobran mártires en Colombia, identificado en los dos últimos años como el país más peligroso para defender la tierra. De los 227 asesinatos de ambientalistas registrados en 2020 en todo el mundo, 65 ocurrieron en esta esquina de Sudamérica, de acuerdo con el más reciente informe anual de la oenegé Global Witness, que considera que esos ataques suponen una “violencia endémica”. El informe destaca que los pueblos indígenas son los más afectados por la violencia, que empeoró en el año marcado por la pandemia, después de que el 2019 ya se había saldado con 64 ecologistas asesinados.

Global Witness es una ONG internacional establecida en 1993 que trabaja para romper los vínculos entre la explotación de los recursos naturales, los conflictos, la pobreza, la corrupción y los abusos de los derechos humanos en todo el mundo.

Es un diagnóstico similar al de Tierra de Resistentes, un premiado proyecto transfronterizo que reúne a periodistas de 12 países de la región para investigar episodios de violencia contra líderes ambientales: “La devastación de los recursos naturales, el avance de grandes proyectos extractivos, el interés de grupos criminales y la ineficacia de organismos estatales han convertido a América Latina en un escenario hostil para líderes y comunidades que defienden el ambiente y sus territorios”. El blanco de casi la mitad de los episodios registrados en su base de datos –2.460 hechos victimizantes desde 2009– pertenece a alguna minoría étnica, lo que demuestra que los territorios indígenas y afrodescendientes son especialmente vulnerables.

Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo. Bañado por dos océanos, atravesado por tres cordilleras, con la mitad de su territorio tapizado por bosques y selvas tropicales, los rostros de los asediados líderes ambientales son igualmente diversos, desde el Caribe hasta el Amazonas. Uno de los más conocidos es el de Francia Márquez, una lideresa afrocolombiana del vecino departamento del Cauca que ha librado una larga lucha contra la explotación minera y ahora es aspirante presidencial. “Hay un vínculo entre la violencia armada y el modelo de desarrollo económico, eso hace que Colombia sea el país con más líderes ambientales asesinados. No hay posibilidades de acceder a la justicia y cuando lo logramos es lenta e ineficaz”, resumía este año en una entrevista con este periódico la ganadora del Premio Goldman, el Nobel ambiental. En esa geografía quebrada, visiblemente arrugada, el país alberga también la mitad de los páramos del planeta, como los que protegen Milton y la comunidad Nasa. La mayoría se encuentran en la cordillera de los Andes, y son considerados fábricas del agua, un ecosistema de alta montaña tan clave como frágil, que permite regular los flujos hídricos. Asimismo, su conservación es importante para reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Esas cumbres húmedas también han sido corredores para ese archipiélago de grupos armados que incluso después de la firma de la paz mantienen a las comunidades indígenas sometidas al fuego cruzado.

Antes de despedirse, pues debe asistir a una reunión con las autoridades indígenas sobre las extorsiones que se vienen presentando, Milton se queda pensando. “El narcotráfico, los grupos armados, los grupos criminales… ¿a quién están protegiendo? Ellos también necesitan el agua, el aire, la diversidad. ¿La ideología política dónde está realmente? No está en defensa de la vida”, se lamenta. Envía a los visitantes de regreso a Florida, custodiados por la guardia. La carretera Pacífico-Orinoquía, concluye, “sería un desastre peor que el conflicto armado que estamos sufriendo”.

18 - Enero - 2022
>> David Cucuñame

El asesinato de todo tipo de líderes sociales y en particular de los defensores del medio ambiente no se detiene en Colombia. El más reciente, el de Breiner David Cucuñame, un niño de 14 años que acompañaba a la guardia indígena en el convulso departamento del Cauca, ha conmocionado una vez más a una sociedad que sigue sumando nombres a esa trágica lista. Aunque el motivo de su asesinato aún no ha sido confirmado de manera oficial, se podría considerar el primer ambientalista asesinado en este 2022 en el país del mundo donde ocurren con mayor frecuencia estos crímenes. Una víctima más que refleja la extrema vulnerabilidad de ecologistas, indígenas y menores en comunidades sometidas al fuego cruzado de los grupos armados ilegales en muchos territorios del país.

La foto en la que el Servicio de Parques Nacionales Naturales de Colombia lamenta su asesinato muestra a Cucuñame con su bastón de mando y su chaleco de guardia indígena en medio de un páramo, rodeado de frailejones. La oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Colombia ha condenado el confuso ataque sucedido el pasado viernes en el que además falleció otra persona en la localidad de Buenos Aires.

Breiner David Cucuñame, joven de 14 años del resguardo indígena Las Delicias (Cauca), en Colombia.

Las autoridades indígenas le atribuyeron la autoría del ataque a grupos disidentes de la extinta guerrilla de las FARC que se apartaron del acuerdo de paz sellado hace ya más de cinco años. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) despidió al adolescente como un “cuidador de la Madre Tierra, guardián del Territorio, guardia indígena estudiantil Kiwe Thegna del resguardo de Las Delicias, niño protector de la vida, Nasa de acciones colectivas y sueños grandes”. “La muerte del joven Breiner David Cucuñame, un abanderado de la protección ambiental en su comunidad en el Cauca, nos llena de tristeza”, reaccionó el presidente Iván Duque en sus redes sociales al pedir celeridad a la Fiscalía para esclarecer los hechos. El ataque ocurrió en una zona rural del norte del Cauca cuando la guardia indígena ejercía sus labores de control territorial, después de que recibió información de la presencia de hombres armados en el resguardo. Al llegar, los disidentes les dispararon tanto a la guardia como a la comunidad, ha explicado la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN). En el lugar murió Guillermo Chicame, que era parte del esquema de seguridad del líder del resguardo Fabián Camayo, que también resultó herido. El fuego continuó, y poco después el joven Cucuñame –que según los testimonios acompañaba a su padre luego de una jornada de trabajo– fue baleado en la carretera. En los resguardos, la guardia indígena suele estar compuesta por hombres y mujeres desarmados que se encargan de la defensa colectiva de sus territorios y portan bastones de mando como símbolo de autoridad.

En otros tiempos, los grupos armados los respetaban. Sin embargo, en medio de la fragmentación que ha caracterizado la crisis de seguridad que atraviesa Colombia, tanto gobernadores indígenas como miembros de la guardia han caído también en medio del incesante asesinato de líderes sociales. Al menos 78 defensores de derechos humanos fueron asesinados el año pasado, de acuerdo con la oficina de Derechos Humanos de la ONU, una lista que encabezó el departamento del Valle del Cauca. La Defensoría del Pueblo eleva ese conteo hasta 145 líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia durante 2021. El norte del Cauca, donde habita la mayoría del pueblo Nasa, colinda justamente con el sur del Valle del Cauca y es un corredor para las rutas del narcotráfico por su salida al Pacífico, lo que ha convertido la zona en un polvorín. Allí operan un archipiélago de grupos ilegales, entre los que se encuentran varias disidencias de las FARC, además de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), bandas del narcotráfico e incluso se ha reportado la presencia de cárteles mexicanos.

Valle del Cauca es un departamento del sudoeste de Colombia. Hay una gran cantidad de playas en la costa pacífica de la región, mientras que en el interior se encuentran los Andes. Su capital es Santiago de Cali, famosa por ser un lugar de referencia para la música y los bailes de salsa. La iglesia de San Antonio está situada en lo alto de una colina y alberga una colección de figuras religiosas de madera del s. XVII. La iglesia La Merced tiene los muros encalados y data del s. XVI.

A la pesada herencia del narcotráfico y el conflicto armado, se suman los riesgos de defender causas ambientales, a las que les sobran mártires. Colombia ha sido identificado por dos años consecutivos por la oenegé Global Witness como el país más peligroso para defender la tierra. De los 227 asesinatos de ambientalistas registrados en 2020 en el mundo, 65 ocurrieron en el país sudamericano. En su más reciente informe, Global Witness subraya que los pueblos indígenas son los más afectados por la violencia. Tampoco los menores lo tienen fácil en medio del fuego cruzado. En el mismo fin de semana, el asesinato de otra niña también ha enlutado a los colombianos. Valeria Murillo, de 10 años, murió el domingo luego de ser alcanzada por las balas de pistoleros del Clan del Golfo –una banda narcotraficante– que atravesaron las paredes de madera de su casa, donde se resguardaba con su madre, en una incursión armada en el municipio de Medio San Juan, en el departamento del Chocó, sobre la franja del Pacífico. “Hacemos enfático llamado a respetar la vida y la integridad de la población civil, especialmente de niños, niñas y adolescentes”, ha suplicado la oficina de Derechos Humanos de la ONU al condenar el crimen.

22 - Agosto - 2022
>> Diana Navarro

Este lunes, en horas de la mañana, se confirmó el deceso de Diana Navarro, activista trans. Su lucha incansable por los derechos de la comunidad LGBTTIQ+ la convirtieron en un ícono para esta población en el país y para las mujeres que se dedican al trabajo sexual en Colombia, a quienes también representó. Su fallecimiento ha generado múltiples reacciones, entre ellas, las del presidente, Gustavo Petro, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Su existencia no pasó desapercibida, su nombre quedará marcado en la historia al ser uno de los principales eslabones de una causa que, todavía, mantiene en pie a miles de personas alrededor del mundo.

“Me duele profundamente el fallecimiento de Diana Navarro, maravillosa lideresa de la comunidad trans, constructora de la política pública LGBTI de Bogotá y de la política de inclusión e igualdad nacional. A su familia y comunidad mi abrazo. Honraremos sus luchas y legado”, comentó la mandataria local de la capital del país. “Diana que hizo parte de la primera dirección nacional del Polo Democrático y ayudó en los esfuerzos de la Bogotá Humana en la lucha por la igualdad, ha muerto. QEPD”, añadió, Gustavo Petro.

Se refería a sí misma como una mujer negra, marica y puta. Abogada de profesión, nació en La Guajira, pero fue llevada, con un mes de nacida, a Barranquilla. Hizo parte de la primera dirección nacional del Polo Democrático y, tal y como ella misma lo contaba, pagó sus estudios universitarios con el dinero que le dejaba su trabajo en la prostitución. Fue miembro de la ONG Conspira y de la Mesa LGBT de Bogotá. Según relató, en repetidas ocasiones, llegó al barrio Santa Fe, de Bogotá, cuando apenas tenía 14 años. Diana nunca cambió el nombre y el sexo que aparecía en su documento de identificación, por lo que en su cédula se mantenía como William Enrique Navarro San Juan.

“Tengo una posición política sobre eso. Independientemente del nombre y del sexo que aparezca, el Estado colombiano debe garantizar el ejercicio de mis derechos por lo que soy. Un documento no me hace a mi. Soy Diana Navarro, negra, marica y puta, no más”, comentó en una charla con el portal Colombianas. Aunque siempre supo que era mujer, fue hasta los 14 años que empezó a expresar su feminidad desde diferentes aspectos de su vida, entre ellos, la ropa que empezó a utilizar. Fue criada por su tía y su abuela.

Llegó a Bogotá en diciembre de 1987, de acuerdo con lo que relató a Mar de Leva Producciones. “Me fui de Barranquilla para poder ser yo. Para que nadie coaccionara mi deseo de ser yo misma. No me echaron de mi casa, yo lo decidí”, recordó en esa misma conversación. Llegó a trabajar en una peluquería, sin embargo, tiempo después salió de allí, según ella, por temas de envidia en su contra. Luego de ello, fue cuando llegaron a su vida las primeras propuestas para ejercer el trabajo sexual. “Como todo trabajador colombiano, alquila su cuerpo a raticos”, decía sobre la prostitución.

Tiempo después, y tras el fallecimiento de su pareja, a quien conoció trabajando como prostituta, se fue para Medellín y se inscribió en la universidad. Aunque no se inscribió para estudiar Derecho, decía ella, la vida la llevó a esa profesión. “Fui la primera travesti en empezar estudios profesionales en Colombia, como travesti”, relató en el especial audiovisual que le hizo Mar de Leva. Luego de recibir amenazas de muerte en la capital del departamento antioqueño y de ser víctima de un atentado, decidió volver a Bogotá para iniciar la lucha que llevó a cabo hasta el último día de su vida.

Bogotá, uno de los 10 destinos elegidos en el programa “Turismo Futuro” del BID. La iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo busca contribuir a la competitividad y sostenibilidad del sector turístico de América Latina y el Caribe (ALC). La capital colombiana fue la única ciudad del país seleccionada.

Ya en la capital colombiana, en el 2008, fue nombrada por trabajadoras sexuales como su representante. Según ella, no le temía a enfrentarse a la autoridad para defender sus derechos y los de sus colegas. “Yo soy capaz de enfrentarme a un alcalde local”, destacó. De allí nació el grupo Girasol, para luego crear la corporación Opción: por el derecho a ser y el deber de hacer. “Ahí solo trabajábamos putas y maricas”, detalló. Gracias a su labor, se logró que ese sector de Bogotá, el barrio Santa Fe, desde la calle 19, costado norte; a la calle 24, costado sur; de la avenida Caracas, costado occidental; y la carrera 17, costado oriental, se declarara una zona de alto impacto, lo que permitió que se autorizara el uso de la misma para la prostitución.

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En el 2014, 25 defensores ambientales fueron asesinados en Colombia. Así lo estableció el informe ¿Cuántos más? de la organización Global Witness en el que se reportaron en el mundo 116 asesinatos de ambientalistas de los cuales 88 ocurrieron en Latinoamérica. El top de países latinoamericanos en 2015, donde ocurrieron el mayor número de asesinatos es encabezado por Brasil con 29 asesinatos, seguido de cerca por Colombia con 25, Honduras con 12, Perú con 9 y Guatemala con 5. Además de los 88 asesinatos de activistas ambientales en Latinoamérica 39 correspondieron a miembros de comunidades indígenas que luchaban por la defensa de sus territorios ancestrales.

Daniel Humberto Sánchez Avendaño, joven colombiano de 19 años, miembro del Colectivo Socio ambiental juvenil Cajamarcuno (COSAJUCA), organización de jóvenes activistas del medio ambiente, fue asesinado el 7 de octubre de 2014. Daniel había reportado ser víctima de acosos y su organización había recibido amenazas constantes por su campaña en contra de la exploración a cielo abierto de la mina La Colosa. La Colosa era uno de los conflictos sociambientales más graves del país, y la situación de los activistas ambientales allí no mejoraba, solo unas pocas semanas antes la Red de Comités Ambientales del Tolima emitió un nuevo comunicado en el que denunciaban que recibieron nuevas amenazas hacia la integridad de sus miembros. Estos son solo algunos de los muchos casos de ambientalistas amenazados y asesinados en el país por emprender acciones en defensa de sus territorios y sus recursos naturales.

La grave problemática ambiental que vive Colombia y en general América Latina, y el alto número de conflictos socioambientales que se presentan, hace que los ambientalistas sean especialmente vulnerables a numerosos tipos de violaciones a sus derechos. Además de los atentados que han cobrado numerosas vidas, se ha visto como activistas ambientales son objeto de graves amenazas, violencia física, criminalización, persecución y restricción a sus libertades. Quizás una puerta de esperanza para remediar esta situación es el proceso regional de negociación de un convenio que proteja los derechos al acceso a la información, a la participación y a la justicia en asuntos ambientales en el continente. Este proceso se inició en el 2012 durante la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sostenible (Rio +20), donde varios Estados de Latinoamérica suscribieron la Declaración sobre la Aplicación del Principio 10 de la Declaración de Rio de 1992, el cual establece que el mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, el acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente y el acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos. Colombia se sumó a esta declaración en el 2013.

Los activistas ambientales contarían con un marco de protección más fuerte y con garantías internacionales que obliguen a los Estados a tomar cartas en el asunto y adoptar medidas de protección. Es innegable que los Estados de Latinoamérica no pueden lograr un desarrollo sostenible mientras en sus territorios las personas que trabajan por la protección del medio ambiente son asesinadas. Es urgente que se adopten medidas concretas y se asuman compromisos claros en torno a la protección de los defensores ambientales. De no ser así cada año seguiremos preguntándonos ¿Cuántos más?

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Lucas Villa, recibió ocho disparos en una protesta pacífica en 2021, en la ciudad colombiana de Pereira.Acabó falleciendo tras permanecer seis días en estado crítico y convertirse en símbolo de una de las peores crisis sociales del país que dejaba varias decenas de muertos. Villa, de 37 años, murió en el Hospital Universitario San Jorge, en esa ciudad del oeste del país, y el ataque que sufrió representaba una de las peores agresiones a los manifestantes pacíficos de las movilizaciones que comenzaron el 28 de abril contra el Gobierno del presidente Iván Duque.

"Acompañamos a la familia Villa con profunda tristeza tras la noticia del fallecimiento de Lucas", dijo Duque a través de su cuenta de Twitter al confirmar el deceso del manifestante. Villa era estudiante universitario de Ciencias del Deporte y participó de manera activa en las protestas de los últimos días, coreando eslóganes de forma pacífica, bailando y motivando al resto de sus compañeros para rechazar la reforma tributaria, primero, y la brutalidad policial y otras políticas gubernamentales una vez que esta fue retirada por el Gobierno.

El joven se encontraba, junto a otros manifestantes, protestando de forma pacífica en el viaducto que comunica en Pereira, capital del departamento de Risaralda, con la vecina Dosquebradas, cuando personas vestidas de civil en una moto abrieron fuego hiriendo de gravedad a dos personas, a Villa y a Andrés Clavijo, quien despertó este fin de semana en el hospital, y a una más en la pierna. "Repito lo que conversé con Mauricio, su padre, que sea esta la oportunidad para unirnos y manifestar nuestro rechazo a la violencia. A los responsables todo el peso de la ley", agregó Duque.

El nombre de Villa fue enarbolado por miles de colombianos que conservaban la esperanza de que se recuperara y que a través del arte pidieron justicia para que atentados como los que sufrió no se repitan en el país. En algunos videos grabados antes del ataque, se ve a Lucas bailando en las calles, saludando a agentes de la Policía y vociferando mensajes como "nos están matando". En varias partes del país surgieron múltiples denuncias de intimidaciones a manifestantes por parte de hombres armados supuestamente opuestos al vandalismo y en algunos casos incluso atacados a tiros desde vehículos de alta gama, como ocurrió con Villa.

Las muertes de Alison Salazar el 13 de mayo de 2021 en el marco del Paro Nacional en Colombia, Dilan Cruz Medina y Javier Ordóñez tienen relación con los polémicos CAI (Comando de Acción Inmediata) y el Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD),

Angie Lorena Solano Cortes, estudiante de la maestría en Historia en la Universidad de San Martín fue implicada injustamente en el atentado del 17 de enero del 2019 en Bogotá y capturada en Manizales el pasado 2 de julio de 2020. Vivía en Buenos Aires desde febrero del año 2019, donde estaba estudiando la maestría en Historia en la Universidad de San Martín después de haber terminado la Licenciatura en Educación Comunitaria con énfasis en Derechos Humanos en la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Había viajado durante el receso de verano a Colombia y no pudo regresar a Argentina a continuar sus estudios por motivos de la pandemia y la cancelación de los vuelos.

En su labor de pedagoga, venía realizando acompañamiento a la primera infancia como voluntaria en un Centro de Atención Integral para la Inclusión (CAII) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como activista social, comprometida con la transformación de la sociedad y la defensa de los Derechos Humanos, participaba de acciones del movimiento feminista y acompañaba distintos procesos de organización de colombianos en Argentina.

12 - Marzo - 2023
>> Charlotte Schneider

A través de las redes sociales del Departamento para la Prosperidad Social, se informó de la llegada de Charlotte Schneider Callejas como la nueva directora regional para Bogotá de esa entidad. Su nombramiento ha sido destacado ampliamente por diversos colectivos, pues Charlotte, además de ser una mujer trans, es activista por los derechos de las mujeres, de la comunidad LGBTIQ+ y diferentes grupos étnicos. ¿Quién es y qué labores cumplirá?

Charlotte Schneider Callejas es especialista en estudios Feministas y de Género de la Universidad Nacional de Colombia. En su hoja de vida resaltan más de 30 años de experiencia profesional entre Cuba y Colombia. Es bioquímica egresada de la Facultad de Biología de la universidad de la Habana. Nació en Cuba, sin embargo, es nacionalizada colombiana. Fue secretaria trans para América Latina Asociación Internacional de LGBTI, de la que fue secretaria trans para América Latina.

Según resalta el portal de Mujeres en Movimiento, Charlotte cuenta con experiencia en movilidad activa (ciclismo urbano, caminata, etc), género, seguridad vial, seguridad personal, participación ciudadana, comunicación, accesibilidad universal y participación laboral.

“Bienvenida Charlotte Schneider Callejas como directora regional Bogotá. Activista por los derechos de las mujeres, sectores LGBTI y grupos étnicos”, esribió en Twitter la portavocía del Departamento para la Prosperidad Social acerca de la nueva directora. “Profundas felicitaciones a nuestra querida compañera lideresa trans Charlotte Callejas, quien representa luchas de muchos sectores excluidos, que mejor que ella para liderar en Bogotá la inclusión social desde el gobierno del cambio”, añadieron desde la Unión Patriótica.

Así mismo, se resalta que ha trabajado en los sectores público, privado, academicos y sociedad civil. Llegó a Colombia, dice una nota publicada en El Espectador, luego de salir de Cuba en el año 2000. Según relata el texto, a causa de la violencia que se ejercía en su isla natal sobre la población diversa, decidió refugiarse en Colombia. El nombre de Charlotte Schneider Callejas se convirtió en noticia cuando, en el año 2017, le ganó una reclamación a la administración y logró que la Corte Constitucional le reconociera que durante nueve años estuvo en la Secretaría de Salud por prestación de servicios, aún y cuando su labor requería ser contratada bajo un contrato de perfil técnico.

“En una reunión, mi jefe me informó que no continuaba. Me asombré. Llevaba tantos años y mis contratos siempre fueron terminados a satisfacción. ¿Por qué?, le pregunté. Respondió que mi salida obedecía a una decisión política y a que tenía otro contrato de prestación de servicios con la Secretaría de Integración Social”, comentó. “Esta decisión les puede cambiar la vida a funcionarios públicos que están bajo prestación de servicios sin reunir los requisitos. Sistemáticamente han vulnerado los derechos de los contratistas. Muchas personas, entre ellas mis compañeras, me han dicho que van a aprovechar este fallo para abordar los suyos. Algunas llevan 12 años trabajando así”, añadió.

Es la primera mujer trans es ocupar este cargo. Es especialista en estudios Feministas y de Género de la Universidad Nacional de Colombia.

Uno de los principales temas de la agenda del presidente, Gustavo Petro, tal y como lo prometió, tiene que ver con la construcción de paz y defensa de derechos humanos no solo de líderes y lideresas sociales, sino también de comunidades vulnerables, incluyendo a la LGBTIQ+. De hecho, esa es una de las seis banderas de su plan de gobierno llamado ‘Colombia, potencia mundial de la vida’: reducir los casos de violencia contra las mujeres y reunir esfuerzos para eliminar las brechas de género y agresiones contra gais, lesbianas, personas trans, no binarias y queer. Tanto el mandatario como la vicepresidenta Francia Márquez plantearon, desde la campaña, reforzar las políticas públicas de género para reducir los casos de violencia contra la comunidad. Si bien ya existe la Ley 1448 de 2011 (de Víctimas y Restitución de Tierras), la cual cuenta con un enfoque de género, argumentaron que no era suficiente; por ello, el gobierno manifestó iniciar con el despliegue “de un plan de choque para el desarrollo y la prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres”.

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