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10
- Noviembre - 2021 |
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Jorge Milton Conda
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Jorge Milton Conda proyecta tranquilidad mientras se prepara para
“subir al territorio”, escoltado por seis miembros desarmados de
la guardia indígena, cuatro hombres y dos mujeres con sus respectivos
bastones de mando, que no le pierden pisada. Indígena Nasa con 41
soles (años) a cuestas, padre de dos hijas, es un líder ambiental
en el país más peligroso en el mundo para los ambientalistas: Colombia.
A pesar de las constantes amenazas de varios grupos armados, le
preocupa más la seguridad de sus acompañantes. “No es conveniente
ir sin la guardia. Durante mucho tiempo, de una u otra manera, se
sabía quién se movía por los territorios, pero en estos momentos
es muy difícil saberlo”, explica a bordo del vehículo que asciende
desde el casco urbano del municipio de Pradera, el límite de los
extensos cultivos de caña de azúcar que copan esa región llana del
sur del departamento del Valle del Cauca, a las montañas de profundos
cañones donde se encuentra su hogar en el resguardo de Kwesx Yu
Kiwe, que significa ‘territorio del agua’.
En el recorrido por caminos de tierra que transitan esporádicamente
las coloridas ‘chivas’ –o buses escalera– características del campo
colombiano, abundan las pintadas con las que hacen presencia las
disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
que en otros tiempos dominaban la zona. Las comunidades Nasa de
Kwesx Yu Kiwe denuncian las amenazas que sufren sus líderes por
sus reparos públicos contra el trazado de una mega-carretera de
casi 1.500 kilómetros –incluida en el Plan Nacional de Desarrollo
del Gobierno de Iván Duque– que planea cruzar las tres cordilleras
en que Los Andes se dividen en Colombia, desde la Orinoquía, en
la frontera con Venezuela, hasta el puerto de Buenaventura, sobre
el Pacífico.
Milton Conda Ipia, líder ambiental de la comunidad
Nasa del municipio de Florida del departamento del Valle.
Más allá de los tramos ya construidos de una vía que se proyecta
al 2035, les preocupa la parte que atravesará los páramos cercanos
de Las Hermosas y las Tinajas, que podría afectar hasta 365 lagunas,
según sus cálculos. “Nosotros no nos oponemos al desarrollo, pero
denunciamos la afectación ambiental que supone esa carretera”, sostiene
Milton mientras señala desde un puente rústico sobre el río Frayle,
que baja desde el páramo, hacia una palmera en lo alto de la montaña,
el punto por donde saldría la vía en uno de los trazados propuestos.
“Esta afectación no va a ser solo para los pueblos indígenas, sino
para el resto de la sociedad. ¿Por qué tiene que tocar los páramos?
No es oposición, es una protección a la madre naturaleza y la biodiversidad”,
sostiene. Para los Nasa, las lagunas son la casa de los espíritus,
el lugar donde habitan sus deidades. “El agua es nuestra ley de
vida. Si nos destruyen los páramos, las lagunas, van a destruir
nuestros seres espirituales”, explica.
El resguardo está en los límites entre dos departamentos, el sur
del Valle del Cauca y el norte del Cauca –donde habita la mayoría
del pueblo Nasa–. Es un corredor estratégico para las rutas del
narcotráfico por su salida al Pacífico, una zona que se ha convertido
en un polvorín en la que operan un archipiélago de grupos armados
ilegales, entre ellos varias disidencias de las FARC, como la columna
Dagoberto Ramos, un nombre que se repite en las pintadas, además
del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas del narcotráfico.
Para entrar a las comunidades hay que pasar el puesto de control
de la guardia indígena, compuesta por hombres y mujeres que se encargan
de la defensa colectiva de sus territorios y portan bastones de
mando, con tiras azules que representan el agua y cielo; verdes
por la naturaleza; amarillas por las riquezas y rojo por la sangre.
“Mientras unos tienen armas, nosotros nos caracterizamos por el
bastón, símbolo de autoridad, de control, de protección. Ha sido
muy difícil, pero en eso nos hemos mantenido”, fieles al mandato
de pelear con la palabra, afirma Milton. En otros tiempos, los grupos
armados respetaban su autoridad, pero en medio de la fragmentación
que ha caracterizado los cinco años transcurridos desde la firma
del acuerdo de paz, el panorama es confuso. En medio del incesante
asesinato de todo tipo de líderes sociales, también han enterrado
a compañeros de la guardia, así como gobernadores indígenas.
Colombia anunciaba hace unos días el mayor golpe al narcotráfico
de este siglo.
Las expectativas sobre los dividendos ambientales de ese histórico
pacto entre el Gobierno y la guerrilla eran altas, pero la herencia
de la guerra todavía pesa. “La paz no ha llegado, todo está más
complejo”, se lamenta Milton. “No ha habido aplicabilidad de esos
acuerdos”. ¿Con la guardia se siente seguro? “Personalmente, muy
seguro, es la única garantía que hemos tenido”, responde, aunque
enfatiza que se trata de una protección colectiva, no individual.
“Frente a una situación externa, decirle que estamos seguros sería
mentira”, concede de inmediato. No se explica las razones por las
que el Gobierno, después de poco más de un año, le retiró en el
momento más complicado el esquema de protección que le había asignado.
Milton ha documentado las múltiples amenazas que le han hecho desde
hace cuatro años. Enseña en el zaguán de su casa, desde donde se
escucha el rumor del río, las copias de los panfletos de los diferentes
grupos armados que guarda en una carpeta de su computador. El primer
panfleto, que distribuyeron en la casa del resguardo en marzo de
2018, está firmado por un grupo que se identifica de manera gaseosa
como “bandas criminales” surgidas de las FARC, paramilitares, narcotraficantes
“y otros que están ingresando”. En el escrito le reclaman tanto
el control territorial que hace la guardia indígena como haber denunciado
los megaproyectos. “No podemos dejar que se interpongan en el avance
del desarrollo que necesita el país”, escriben.
La columna Dagoberto Ramos lo declara por nombre propio “objetivo
militar” en otro panfleto de noviembre de 2019 dirigido a todas
las comunidades indígenas y campesinas del norte del Cauca y el
sur del Valle del Cauca. Uno más, de mayo de 2020, también lo señala
con nombre y apellido como “objetivo militar” por su labor como
delegado de una comisión de la Organización Nacional Indígena de
Colombia (ONIC), un cargo que mantuvo hasta hace unos meses. “Deje
de defender la tierra que no deja avanzar el desarrollo”, le intentan
intimidar con una alusión directa a la vía Orinoquía-Pacífico, y
se identifican como bandas criminales en alianza con las disidencias.
Después, a principios del año pasado, dos hombres en moto, que dijeron
pertenecer a los remanentes del EPL –Los Pelusos, una banda criminal
que antes fue una guerrilla–, llegaron a buscarlo a su hogar para
dejarle la razón de que “se quede quieto”. También se han presentado
en la casa de su madre. No cedió a los chantajes. Cuando se agudizaron
las amenazas, desde la ONIC le ofrecieron salir del país, pero consultó
a los sabios, a los mayores, y siguió su consejo de quedarse. A
las causas ambientales les sobran mártires en Colombia, identificado
en los dos últimos años como el país más peligroso para defender
la tierra. De los 227 asesinatos de ambientalistas registrados en
2020 en todo el mundo, 65 ocurrieron en esta esquina de Sudamérica,
de acuerdo con el más reciente informe anual de la oenegé Global
Witness, que considera que esos ataques suponen una “violencia endémica”.
El informe destaca que los pueblos indígenas son los más afectados
por la violencia, que empeoró en el año marcado por la pandemia,
después de que el 2019 ya se había saldado con 64 ecologistas asesinados.
Global Witness es una ONG internacional establecida en 1993 que
trabaja para romper los vínculos entre la explotación de los recursos
naturales, los conflictos, la pobreza, la corrupción y los abusos
de los derechos humanos en todo el mundo.
Es un diagnóstico similar al de Tierra de Resistentes, un premiado
proyecto transfronterizo que reúne a periodistas de 12 países de
la región para investigar episodios de violencia contra líderes
ambientales: “La devastación de los recursos naturales, el avance
de grandes proyectos extractivos, el interés de grupos criminales
y la ineficacia de organismos estatales han convertido a América
Latina en un escenario hostil para líderes y comunidades que defienden
el ambiente y sus territorios”. El blanco de casi la mitad de los
episodios registrados en su base de datos –2.460 hechos victimizantes
desde 2009– pertenece a alguna minoría étnica, lo que demuestra
que los territorios indígenas y afrodescendientes son especialmente
vulnerables.
Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo. Bañado
por dos océanos, atravesado por tres cordilleras, con la mitad de
su territorio tapizado por bosques y selvas tropicales, los rostros
de los asediados líderes ambientales son igualmente diversos, desde
el Caribe hasta el Amazonas. Uno de los más conocidos es el de Francia
Márquez, una lideresa afrocolombiana del vecino departamento del
Cauca que ha librado una larga lucha contra la explotación minera
y ahora es aspirante presidencial. “Hay un vínculo entre la violencia
armada y el modelo de desarrollo económico, eso hace que Colombia
sea el país con más líderes ambientales asesinados. No hay posibilidades
de acceder a la justicia y cuando lo logramos es lenta e ineficaz”,
resumía este año en una entrevista con este periódico la ganadora
del Premio Goldman, el Nobel ambiental. En esa geografía quebrada,
visiblemente arrugada, el país alberga también la mitad de los páramos
del planeta, como los que protegen Milton y la comunidad Nasa. La
mayoría se encuentran en la cordillera de los Andes, y son considerados
fábricas del agua, un ecosistema de alta montaña tan clave como
frágil, que permite regular los flujos hídricos. Asimismo, su conservación
es importante para reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
Esas cumbres húmedas también han sido corredores para ese archipiélago
de grupos armados que incluso después de la firma de la paz mantienen
a las comunidades indígenas sometidas al fuego cruzado.
Antes de despedirse, pues debe asistir a una reunión con las autoridades
indígenas sobre las extorsiones que se vienen presentando, Milton
se queda pensando. “El narcotráfico, los grupos armados, los grupos
criminales… ¿a quién están protegiendo? Ellos también necesitan
el agua, el aire, la diversidad. ¿La ideología política dónde está
realmente? No está en defensa de la vida”, se lamenta. Envía a los
visitantes de regreso a Florida, custodiados por la guardia. La
carretera Pacífico-Orinoquía, concluye, “sería un desastre peor
que el conflicto armado que estamos sufriendo”.
18
- Enero - 2022 |
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David Cucuñame
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El asesinato de todo tipo de líderes sociales y en particular de
los defensores del medio ambiente no se detiene en Colombia. El
más reciente, el de Breiner David Cucuñame, un niño de 14 años que
acompañaba a la guardia indígena en el convulso departamento del
Cauca, ha conmocionado una vez más a una sociedad que sigue sumando
nombres a esa trágica lista. Aunque el motivo de su asesinato aún
no ha sido confirmado de manera oficial, se podría considerar el
primer ambientalista asesinado en este 2022 en el país del mundo
donde ocurren con mayor frecuencia estos crímenes. Una víctima más
que refleja la extrema vulnerabilidad de ecologistas, indígenas
y menores en comunidades sometidas al fuego cruzado de los grupos
armados ilegales en muchos territorios del país.
La foto en la que el Servicio de Parques Nacionales Naturales de
Colombia lamenta su asesinato muestra a Cucuñame con su bastón de
mando y su chaleco de guardia indígena en medio de un páramo, rodeado
de frailejones. La oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos
de Naciones Unidas en Colombia ha condenado el confuso ataque sucedido
el pasado viernes en el que además falleció otra persona en la localidad
de Buenos Aires.
Breiner David Cucuñame, joven de 14 años del resguardo indígena
Las Delicias (Cauca), en Colombia.
Las autoridades indígenas le atribuyeron la autoría del ataque
a grupos disidentes de la extinta guerrilla de las FARC que se apartaron
del acuerdo de paz sellado hace ya más de cinco años. El Consejo
Regional Indígena del Cauca (CRIC) despidió al adolescente como
un “cuidador de la Madre Tierra, guardián del Territorio, guardia
indígena estudiantil Kiwe Thegna del resguardo de Las Delicias,
niño protector de la vida, Nasa de acciones colectivas y sueños
grandes”. “La muerte del joven Breiner David Cucuñame, un abanderado
de la protección ambiental en su comunidad en el Cauca, nos llena
de tristeza”, reaccionó el presidente Iván Duque en sus redes sociales
al pedir celeridad a la Fiscalía para esclarecer los hechos. El
ataque ocurrió en una zona rural del norte del Cauca cuando la guardia
indígena ejercía sus labores de control territorial, después de
que recibió información de la presencia de hombres armados en el
resguardo. Al llegar, los disidentes les dispararon tanto a la guardia
como a la comunidad, ha explicado la Asociación de Cabildos Indígenas
del Norte del Cauca (ACIN). En el lugar murió Guillermo Chicame,
que era parte del esquema de seguridad del líder del resguardo Fabián
Camayo, que también resultó herido. El fuego continuó, y poco después
el joven Cucuñame –que según los testimonios acompañaba a su padre
luego de una jornada de trabajo– fue baleado en la carretera. En
los resguardos, la guardia indígena suele estar compuesta por hombres
y mujeres desarmados que se encargan de la defensa colectiva de
sus territorios y portan bastones de mando como símbolo de autoridad.
En otros tiempos, los grupos armados los respetaban. Sin embargo,
en medio de la fragmentación que ha caracterizado la crisis de seguridad
que atraviesa Colombia, tanto gobernadores indígenas como miembros
de la guardia han caído también en medio del incesante asesinato
de líderes sociales. Al menos 78 defensores de derechos humanos
fueron asesinados el año pasado, de acuerdo con la oficina de Derechos
Humanos de la ONU, una lista que encabezó el departamento del Valle
del Cauca. La Defensoría del Pueblo eleva ese conteo hasta 145 líderes
sociales y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia
durante 2021. El norte del Cauca, donde habita la mayoría del pueblo
Nasa, colinda justamente con el sur del Valle del Cauca y es un
corredor para las rutas del narcotráfico por su salida al Pacífico,
lo que ha convertido la zona en un polvorín. Allí operan un archipiélago
de grupos ilegales, entre los que se encuentran varias disidencias
de las FARC, además de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional
(ELN), bandas del narcotráfico e incluso se ha reportado la presencia
de cárteles mexicanos.
Valle del Cauca es un departamento del sudoeste de Colombia. Hay
una gran cantidad de playas en la costa pacífica de la región, mientras
que en el interior se encuentran los Andes. Su capital es Santiago
de Cali, famosa por ser un lugar de referencia para la música y
los bailes de salsa. La iglesia de San Antonio está situada en lo
alto de una colina y alberga una colección de figuras religiosas
de madera del s. XVII. La iglesia La Merced tiene los muros encalados
y data del s. XVI.
A la pesada herencia del narcotráfico y el conflicto armado, se
suman los riesgos de defender causas ambientales, a las que les
sobran mártires. Colombia ha sido identificado por dos años consecutivos
por la oenegé Global Witness como el país más peligroso para defender
la tierra. De los 227 asesinatos de ambientalistas registrados en
2020 en el mundo, 65 ocurrieron en el país sudamericano. En su más
reciente informe, Global Witness subraya que los pueblos indígenas
son los más afectados por la violencia. Tampoco los menores lo tienen
fácil en medio del fuego cruzado. En el mismo fin de semana, el
asesinato de otra niña también ha enlutado a los colombianos. Valeria
Murillo, de 10 años, murió el domingo luego de ser alcanzada por
las balas de pistoleros del Clan del Golfo –una banda narcotraficante–
que atravesaron las paredes de madera de su casa, donde se resguardaba
con su madre, en una incursión armada en el municipio de Medio San
Juan, en el departamento del Chocó, sobre la franja del Pacífico.
“Hacemos enfático llamado a respetar la vida y la integridad de
la población civil, especialmente de niños, niñas y adolescentes”,
ha suplicado la oficina de Derechos Humanos de la ONU al condenar
el crimen.
22
- Agosto - 2022 |
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Diana Navarro
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Este lunes, en horas de la mañana, se confirmó
el deceso de Diana Navarro, activista trans. Su lucha incansable
por los derechos de la comunidad LGBTTIQ+ la convirtieron
en un ícono para esta población en el país y para las mujeres
que se dedican al trabajo sexual en Colombia, a quienes también
representó. Su fallecimiento ha generado múltiples reacciones,
entre ellas, las del presidente, Gustavo Petro, y la alcaldesa
de Bogotá, Claudia López. Su existencia no pasó desapercibida,
su nombre quedará marcado en la historia al ser uno de los
principales eslabones de una causa que, todavía, mantiene
en pie a miles de personas alrededor del mundo.
“Me duele profundamente el fallecimiento de
Diana Navarro, maravillosa lideresa de la comunidad trans,
constructora de la política pública LGBTI de Bogotá y de la
política de inclusión e igualdad nacional. A su familia y
comunidad mi abrazo. Honraremos sus luchas y legado”, comentó
la mandataria local de la capital del país. “Diana que hizo
parte de la primera dirección nacional del Polo Democrático
y ayudó en los esfuerzos de la Bogotá Humana en la lucha por
la igualdad, ha muerto. QEPD”, añadió, Gustavo Petro.
Se refería a sí misma como una mujer negra,
marica y puta. Abogada de profesión, nació en La Guajira,
pero fue llevada, con un mes de nacida, a Barranquilla. Hizo
parte de la primera dirección nacional del Polo Democrático
y, tal y como ella misma lo contaba, pagó sus estudios universitarios
con el dinero que le dejaba su trabajo en la prostitución.
Fue miembro de la ONG Conspira y de la Mesa LGBT de Bogotá.
Según relató, en repetidas ocasiones, llegó al barrio Santa
Fe, de Bogotá, cuando apenas tenía 14 años. Diana nunca cambió
el nombre y el sexo que aparecía en su documento de identificación,
por lo que en su cédula se mantenía como William Enrique Navarro
San Juan.
“Tengo una posición política sobre eso. Independientemente
del nombre y del sexo que aparezca, el Estado colombiano debe
garantizar el ejercicio de mis derechos por lo que soy. Un
documento no me hace a mi. Soy Diana Navarro, negra, marica
y puta, no más”, comentó en una charla con el portal Colombianas.
Aunque siempre supo que era mujer, fue hasta los 14 años que
empezó a expresar su feminidad desde diferentes aspectos de
su vida, entre ellos, la ropa que empezó a utilizar. Fue criada
por su tía y su abuela.
Llegó a Bogotá en diciembre de 1987, de acuerdo
con lo que relató a Mar de Leva Producciones. “Me fui de Barranquilla
para poder ser yo. Para que nadie coaccionara mi deseo de
ser yo misma. No me echaron de mi casa, yo lo decidí”, recordó
en esa misma conversación. Llegó a trabajar en una peluquería,
sin embargo, tiempo después salió de allí, según ella, por
temas de envidia en su contra. Luego de ello, fue cuando llegaron
a su vida las primeras propuestas para ejercer el trabajo
sexual. “Como todo trabajador colombiano, alquila su cuerpo
a raticos”, decía sobre la prostitución.
Tiempo después, y tras el fallecimiento de su
pareja, a quien conoció trabajando como prostituta, se fue
para Medellín y se inscribió en la universidad. Aunque no
se inscribió para estudiar Derecho, decía ella, la vida la
llevó a esa profesión. “Fui la primera travesti en empezar
estudios profesionales en Colombia, como travesti”, relató
en el especial audiovisual que le hizo Mar de Leva. Luego
de recibir amenazas de muerte en la capital del departamento
antioqueño y de ser víctima de un atentado, decidió volver
a Bogotá para iniciar la lucha que llevó a cabo hasta el último
día de su vida.
Bogotá, uno de los 10 destinos elegidos en el
programa “Turismo Futuro” del BID. La iniciativa del Banco
Interamericano de Desarrollo busca contribuir a la competitividad
y sostenibilidad del sector turístico de América Latina y
el Caribe (ALC). La capital colombiana fue la única ciudad
del país seleccionada.
Ya en la capital colombiana, en el 2008, fue
nombrada por trabajadoras sexuales como su representante.
Según ella, no le temía a enfrentarse a la autoridad para
defender sus derechos y los de sus colegas. “Yo soy capaz
de enfrentarme a un alcalde local”, destacó. De allí nació
el grupo Girasol, para luego crear la corporación Opción:
por el derecho a ser y el deber de hacer. “Ahí solo trabajábamos
putas y maricas”, detalló. Gracias a su labor, se logró que
ese sector de Bogotá, el barrio Santa Fe, desde la calle 19,
costado norte; a la calle 24, costado sur; de la avenida Caracas,
costado occidental; y la carrera 17, costado oriental, se
declarara una zona de alto impacto, lo que permitió que se
autorizara el uso de la misma para la prostitución.
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En el 2014, 25 defensores ambientales fueron
asesinados en Colombia. Así lo estableció el informe ¿Cuántos
más? de la organización Global Witness en el que se reportaron
en el mundo 116 asesinatos de ambientalistas de los cuales
88 ocurrieron en Latinoamérica. El top de países latinoamericanos
en 2015, donde ocurrieron el mayor número de asesinatos es
encabezado por Brasil con 29 asesinatos, seguido de cerca
por Colombia con 25, Honduras con 12, Perú con 9 y Guatemala
con 5. Además de los 88 asesinatos de activistas ambientales
en Latinoamérica 39 correspondieron a miembros de comunidades
indígenas que luchaban por la defensa de sus territorios ancestrales.
Daniel Humberto Sánchez Avendaño, joven colombiano
de 19 años, miembro del Colectivo Socio ambiental juvenil
Cajamarcuno (COSAJUCA), organización de jóvenes activistas
del medio ambiente, fue asesinado el 7 de octubre de 2014.
Daniel había reportado ser víctima de acosos y su organización
había recibido amenazas constantes por su campaña en contra
de la exploración a cielo abierto de la mina La Colosa. La
Colosa era uno de los conflictos sociambientales más graves
del país, y la situación de los activistas ambientales allí
no mejoraba, solo unas pocas semanas antes la Red de Comités
Ambientales del Tolima emitió un nuevo comunicado en el que
denunciaban que recibieron nuevas amenazas hacia la integridad
de sus miembros. Estos son solo algunos de los muchos casos
de ambientalistas amenazados y asesinados en el país por emprender
acciones en defensa de sus territorios y sus recursos naturales.
La grave problemática ambiental que vive Colombia
y en general América Latina, y el alto número de conflictos
socioambientales que se presentan, hace que los ambientalistas
sean especialmente vulnerables a numerosos tipos de violaciones
a sus derechos. Además de los atentados que han cobrado numerosas
vidas, se ha visto como activistas ambientales son objeto
de graves amenazas, violencia física, criminalización, persecución
y restricción a sus libertades. Quizás una puerta de esperanza
para remediar esta situación es el proceso regional de negociación
de un convenio que proteja los derechos al acceso a la información,
a la participación y a la justicia en asuntos ambientales
en el continente. Este proceso se inició en el 2012 durante
la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sostenible (Rio +20),
donde varios Estados de Latinoamérica suscribieron la Declaración
sobre la Aplicación del Principio 10 de la Declaración de
Rio de 1992, el cual establece que el mejor modo de tratar
las cuestiones ambientales es con la participación de todos
los ciudadanos interesados, el acceso adecuado a la información
sobre el medio ambiente y el acceso efectivo a los procedimientos
judiciales y administrativos. Colombia se sumó a esta declaración
en el 2013.
Los activistas ambientales contarían con un
marco de protección más fuerte y con garantías internacionales
que obliguen a los Estados a tomar cartas en el asunto y adoptar
medidas de protección. Es innegable que los Estados de Latinoamérica
no pueden lograr un desarrollo sostenible mientras en sus
territorios las personas que trabajan por la protección del
medio ambiente son asesinadas. Es urgente que se adopten medidas
concretas y se asuman compromisos claros en torno a la protección
de los defensores ambientales. De no ser así cada año seguiremos
preguntándonos ¿Cuántos más?
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Lucas Villa, recibió ocho disparos en una protesta
pacífica en 2021, en la ciudad colombiana de Pereira.Acabó
falleciendo tras permanecer seis días en estado crítico y
convertirse en símbolo de una de las peores crisis sociales
del país que dejaba varias decenas de muertos. Villa, de 37
años, murió en el Hospital Universitario San Jorge, en esa
ciudad del oeste del país, y el ataque que sufrió representaba
una de las peores agresiones a los manifestantes pacíficos
de las movilizaciones que comenzaron el 28 de abril contra
el Gobierno del presidente Iván Duque.
"Acompañamos a la familia Villa con profunda
tristeza tras la noticia del fallecimiento de Lucas", dijo
Duque a través de su cuenta de Twitter al confirmar el deceso
del manifestante. Villa era estudiante universitario de Ciencias
del Deporte y participó de manera activa en las protestas
de los últimos días, coreando eslóganes de forma pacífica,
bailando y motivando al resto de sus compañeros para rechazar
la reforma tributaria, primero, y la brutalidad policial y
otras políticas gubernamentales una vez que esta fue retirada
por el Gobierno.
El joven se encontraba, junto a otros manifestantes,
protestando de forma pacífica en el viaducto que comunica
en Pereira, capital del departamento de Risaralda, con la
vecina Dosquebradas, cuando personas vestidas de civil en
una moto abrieron fuego hiriendo de gravedad a dos personas,
a Villa y a Andrés Clavijo, quien despertó este fin de semana
en el hospital, y a una más en la pierna. "Repito lo que conversé
con Mauricio, su padre, que sea esta la oportunidad para unirnos
y manifestar nuestro rechazo a la violencia. A los responsables
todo el peso de la ley", agregó Duque.
El nombre de Villa fue enarbolado por miles
de colombianos que conservaban la esperanza de que se recuperara
y que a través del arte pidieron justicia para que atentados
como los que sufrió no se repitan en el país. En algunos videos
grabados antes del ataque, se ve a Lucas bailando en las calles,
saludando a agentes de la Policía y vociferando mensajes como
"nos están matando". En varias partes del país surgieron múltiples
denuncias de intimidaciones a manifestantes por parte de hombres
armados supuestamente opuestos al vandalismo y en algunos
casos incluso atacados a tiros desde vehículos de alta gama,
como ocurrió con Villa.
Las muertes de Alison Salazar el 13 de mayo
de 2021 en el marco del Paro Nacional en Colombia, Dilan Cruz
Medina y Javier Ordóñez tienen relación con los polémicos
CAI (Comando de Acción Inmediata) y el Escuadrón Móvil Anti
Disturbios (ESMAD),
Angie Lorena Solano Cortes, estudiante de la
maestría en Historia en la Universidad de San Martín fue implicada
injustamente en el atentado del 17 de enero del 2019 en Bogotá
y capturada en Manizales el pasado 2 de julio de 2020. Vivía
en Buenos Aires desde febrero del año 2019, donde estaba estudiando
la maestría en Historia en la Universidad de San Martín después
de haber terminado la Licenciatura en Educación Comunitaria
con énfasis en Derechos Humanos en la Universidad Pedagógica
Nacional de Colombia. Había viajado durante el receso de verano
a Colombia y no pudo regresar a Argentina a continuar sus
estudios por motivos de la pandemia y la cancelación de los
vuelos.
En su labor de pedagoga, venía realizando acompañamiento
a la primera infancia como voluntaria en un Centro de Atención
Integral para la Inclusión (CAII) de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Como activista social, comprometida con la transformación
de la sociedad y la defensa de los Derechos Humanos, participaba
de acciones del movimiento feminista y acompañaba distintos
procesos de organización de colombianos en Argentina.
12
- Marzo - 2023 |
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Charlotte Schneider
|
A través de las redes sociales del Departamento
para la Prosperidad Social, se informó de la llegada de Charlotte
Schneider Callejas como la nueva directora regional para Bogotá
de esa entidad. Su nombramiento ha sido destacado ampliamente
por diversos colectivos, pues Charlotte, además de ser una
mujer trans, es activista por los derechos de las mujeres,
de la comunidad LGBTIQ+ y diferentes grupos étnicos. ¿Quién
es y qué labores cumplirá?
Charlotte Schneider Callejas es especialista
en estudios Feministas y de Género de la Universidad Nacional
de Colombia. En su hoja de vida resaltan más de 30 años de
experiencia profesional entre Cuba y Colombia. Es bioquímica
egresada de la Facultad de Biología de la universidad de la
Habana. Nació en Cuba, sin embargo, es nacionalizada colombiana.
Fue secretaria trans para América Latina Asociación Internacional
de LGBTI, de la que fue secretaria trans para América Latina.
Según resalta el portal de Mujeres en Movimiento,
Charlotte cuenta con experiencia en movilidad activa (ciclismo
urbano, caminata, etc), género, seguridad vial, seguridad
personal, participación ciudadana, comunicación, accesibilidad
universal y participación laboral.
“Bienvenida Charlotte Schneider Callejas como
directora regional Bogotá. Activista por los derechos de las
mujeres, sectores LGBTI y grupos étnicos”, esribió en Twitter
la portavocía del Departamento para la Prosperidad
Social acerca de la nueva directora. “Profundas felicitaciones
a nuestra querida compañera lideresa trans Charlotte Callejas,
quien representa luchas de muchos sectores excluidos, que
mejor que ella para liderar en Bogotá la inclusión social
desde el gobierno del cambio”, añadieron desde la Unión Patriótica.
Así mismo, se resalta que ha trabajado en los
sectores público, privado, academicos y sociedad civil. Llegó
a Colombia, dice una nota publicada en El Espectador, luego
de salir de Cuba en el año 2000. Según relata el texto, a
causa de la violencia que se ejercía en su isla natal sobre
la población diversa, decidió refugiarse en Colombia. El nombre
de Charlotte Schneider Callejas se convirtió en noticia cuando,
en el año 2017, le ganó una reclamación a la administración
y logró que la Corte Constitucional le reconociera que durante
nueve años estuvo en la Secretaría de Salud por prestación
de servicios, aún y cuando su labor requería ser contratada
bajo un contrato de perfil técnico.
“En una reunión, mi jefe me informó que no continuaba.
Me asombré. Llevaba tantos años y mis contratos siempre fueron
terminados a satisfacción. ¿Por qué?, le pregunté. Respondió
que mi salida obedecía a una decisión política y a que tenía
otro contrato de prestación de servicios con la Secretaría
de Integración Social”, comentó. “Esta decisión les puede
cambiar la vida a funcionarios públicos que están bajo prestación
de servicios sin reunir los requisitos. Sistemáticamente han
vulnerado los derechos de los contratistas. Muchas personas,
entre ellas mis compañeras, me han dicho que van a aprovechar
este fallo para abordar los suyos. Algunas llevan 12 años
trabajando así”, añadió.
Es la primera mujer trans es ocupar este cargo.
Es especialista en estudios Feministas y de Género de la Universidad
Nacional de Colombia.
Uno de los principales temas de la agenda del
presidente, Gustavo Petro, tal y como lo prometió, tiene que
ver con la construcción de paz y defensa de derechos humanos
no solo de líderes y lideresas sociales, sino también de comunidades
vulnerables, incluyendo a la LGBTIQ+. De hecho, esa es una
de las seis banderas de su plan de gobierno llamado ‘Colombia,
potencia mundial de la vida’: reducir los casos de violencia
contra las mujeres y reunir esfuerzos para eliminar las brechas
de género y agresiones contra gais, lesbianas, personas trans,
no binarias y queer. Tanto el mandatario como la vicepresidenta
Francia Márquez plantearon, desde la campaña, reforzar las
políticas públicas de género para reducir los casos de violencia
contra la comunidad. Si bien ya existe la Ley 1448 de 2011
(de Víctimas y Restitución de Tierras), la cual cuenta con
un enfoque de género, argumentaron que no era suficiente;
por ello, el gobierno manifestó iniciar con el despliegue
“de un plan de choque para el desarrollo y la prevención y
eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres”.
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