Aunque nació en un país sin poder militar, el
médico costarricense Carlos Umaña sabe mucho sobre las armas
nucleares que hay actualmente en el mundo. Y de los peligros,
no solo de que sean usadas, sino de que sean activadas por
accidente, error humano o hackeo. De hecho, Umaña es uno de
los grandes referentes en la lucha para eliminar los arsenales
nucleares, un camino que para él pasa por estigmatizarlos
y concientizar sobre el riesgo de la retórica actual. "Jugar
al más valiente con armas nucleares es algo increíblemente
peligroso que nos tiene absolutamente a todo el mundo al borde
de un precipicio", afirma. Copresidente de la Asociación Internacional
de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (que ganó
el Premio Nobel de la Paz en 1985), él mismo obtuvo ese galardón
en 2017 junto a ICAN, la Campaña Internacional para la Abolición
de las Armas Nucleares, a la que pertenece.
La invasión de Rusia a Ucrania ha reavivado
los temores de una destrucción masiva, en un mundo cada vez
más conectado y vulnerable. ¿Es la vez que más próximos hemos
estado de una guerra nuclear? Son varios los expertos que
concuerdan con este análisis. El hecho más famoso sería el
Reloj del Apocalipsis del Boletín de Científicos Atómicos,
que este año y debido a esta guerra está apuntando a menos
90 segundos de la medianoche, es decir, es el riesgo más alto
de la historia. Este es un reloj que mide el riesgo de una
destrucción catastrófica en manos humanas y ha variado en
la historia. Mientras más cerca de la medianoche, mayor el
peligro. En 1963, a consecuencia de la crisis de los misiles
en Cuba, estuvo en menos 7 minutos. Luego en 1983 estuvo a
menos 2 minutos, y al final de la Guerra Fría a menos 14 minutos.
El Reloj del Apocalipsis llegó este año al punto
más cercano a la medianoche, la hora simbólica en el que la
humanidad llega a su fin.
Este activista contra las armas nucleares apunta
que, «de las 12.000 armas nucleares que hay en el mundo, unas
1.800 están en alerta máxima, es decir, están apuntando a
ciudades y están listas para ser detonadas en minutos». «Es
una situación bastante preocupante», advierte, al tiempo que
señala que «si salimos ilesos» de esta situación, «tiene que
conducirnos al desarme nuclear». Así, considera que «lo bueno
de todo esto, si que hay que buscar algo bueno, es que la
gente está abriendo los ojos sobre lo que significa realmente
tener armas nucleares».
En su opinión, «esta crisis actual no es algo
casual, no es porque Putin sea una persona particular» sino
que «es la consecuencia lógica de lo que implica la tenencia
de las armas nucleares». «Esta amenaza existencial tenemos
que eliminarla de una vez por todas y necesitamos un cambio
de paradigma y para ese cambio de paradigma necesitamos que
se involucre la mayor cantidad de gente posible», sentencia.
Desde 2013, su trabajo se ha centrado en hacer
campaña para concienciar sobre el impacto humanitario de las
armas nucleares y en conseguir el apoyo social y político
para el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares
(TPAN). Ha trabajado estrechamente con gobiernos, incluso
como parte de la delegación costarricense, en varias conferencias
gubernamentales relacionadas con armas nucleares, y también
ha organizado conferencias regionales y mesas redondas con
políticos, activistas y redes regionales de organizaciones
por la paz.
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