El activista argelino Mohamed Benhalima ha sido
detenido en Zaragoza esta semana por la Policía Nacional y
trasladado, por orden judicial, al Centro de Internamiento
de Extranjeros (CIE) Zapadores de Valencia donde está pendiente
de ser extraditado a Argelia. Amnistía Internacional ha pedido
al Gobierno que no sea expulsado por el riesgo de sufrir malos
tratos y torturas si vuelve a Argelia.
La Campaña por el cierre de los Centros de Internamiento
de Extranjeros (CIEs NO) reclamó este jueves al Ministerio
de Interior que paralice de forma inmediata la deportación
de Mohamed Benhalima, activista argelino que huyó a España
en 2019 para solicitar asilo después de denunciar la corrupción
del gobierno de su país.
El Gobierno rechaza su solicitud de protección
internacional y dicta su expulsión a Argelia "a pesar de que
corre riesgo de ser detenido y torturado, tal como sucedió
con otro activista argelino deportado en agosto del pasado
año y documentan diferentes organizaciones internacionales",
denuncia la campaña. Mohamed Benhalima fue internado ayer
por la tarde en el CIE de Zapadores para proceder a su expulsión
después de que le fuera incoado un procedimiento sancionador
por estancia irregular.
El activista huyó a nuestro país en 2019 tras
enterarse de que estaba siendo buscado por haber participado
en el movimiento de protesta Hirak y haber denunciado la corrupción
de los altos mandos militares; desde entonces ha solicitado
asilo sin éxito en España y Francia.
Pese a ello, organizaciones en defensa de los
Derechos Humanos como Amnistía Internacional ha documentado
el uso de tortura y otros malos tratos por parte de las autoridades
argelinas en varios casos de activistas detenidos en los últimos
años por participar en protestas pacíficas: “en la actualidad
hay al menos 290 presos encarcelados por motivos políticos
en Argelia, que están recluidos en prisión preventiva abusiva
o condenados por su activismo pacífico", señala la entidad.
La Campaña CIEsNO denuncia que la expulsión de Mohamed Benhalima
a Argelia podría suponer su detención e ingreso en una prisión
de máxima seguridad, donde varias personas encarceladas por
participar en las mismas protestas relatan haber sido maltratadas
y torturadas.
Su expulsión, continúa la campaña, supondría
una vulneración del Derecho Internacional y del principio
de no devolución, que asegura que aquellas personas cuya vida
pudiera correr riesgo en su país de origen no sea deportada.
Imagen de archivo del CIE de Zapadores de Valencia.
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Aminetu Haidar, conocida activista saharaui
que dedicó toda su vida a luchar por un Sáhara libre. Fue
secuestrada por Marruecos y encarcelada en una cárcel secreta
donde sufrió torturas durante 4 años.
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Coincide en el tiempo con el giro diplomático
del Gobierno de España respecto a la autonomía del Sahara,
que ha provocado una convulsión política en el país.
Marruecos anunciaba este viernes por la tarde
que Pedro Sánchez había comunicado al rey Mohamed VI que España
apoyaba la propuesta marroquí de autonomía para al Sahara,
que apenas contempla unas cuantas competencias para los saharauis,
pero en ningún caso su independencia, como ellos reclaman.
Una propuesta muy alejada de la que plantean las distintas
resoluciones de las Naciones Unidas, que instan a la celebración
de un referéndum de determinación del pueblo saharaui pactada
por ambas partes.
La decisión de España, que ha sido defendida
este sábado por el ministro de Presidencia, Félix Bolaños,
ha provocado indignación en el Frente Polisario y entre muchos
saharauis.
Uno de ellos, un joven llamado Taleb Alisalem,
que ha compartido en Twitter su enfado con la decisión del
Gobierno y particularmente con Pedro Sánchez, a quien ha enviado
el siguiente mensaje:
“Tengo la nacionalidad saharaui por nacimiento
y la nacionalidad española por origen, Sánchez me acaba de
despojar de ambas al decir que lo más ideal para los saharauis
es ser “una autonomía de Marruecos”.
Un tuit que se ha hecho viral en apenas unas
horas, con más de 16.400 ‘me gusta’ y en el que vemos a este
joven mostrar sus dos pasaportes, saharaui y español.
El Sahara Occidental o Sáhara Occidental es
una región del norte de África situada en el extremo occidental
del desierto del Sahara, a orillas del océano Atlántico. Es
uno de los diecisiete territorios no autónomos bajo supervisión
del Comité Especial de Descolonización de la Organización
de las Naciones Unidas, con el fin de terminar el colonialismo.
Fue introducido en la lista de los territorios no autónomos
el 15 de diciembre de 1960 a través de la resolución 1542
(XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando
todavía era una provincia española.
08
- Marzo - 2023 |
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Argelia
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No siempre el rostro (¡y el pelo!) de las mujeres
en los países "musulmanes" ha sido tan tapado y ocultado.
Dos décadas antes de que sus derechos empezaran a sufrir un
inimaginable retroceso, millones de mujeres de esta zona del
planeta luchaban en las filas de los partidos progresistas
o movimientos de liberación nacional por la igualdad, democracia
política, económica y social. Una de las más destacadas fue
la argelina Djamila Boupacha (1938), partisana veinteañera
del Frente de Liberación Nacional (FLN) que combatió contra
la ocupación francesa. El mundo la conoció cuando fue arrestada
en 1959, acusada de planear un atentado, y sentenciada a muerte
por guillotina. Su testimonio de torturas que ella y sus compañeras
habían sufrido fue estremecedor: violaciones, incluso con
objetos punzantes, descargas eléctricas, golpes y humillaciones.
No consiguieron doblegarla. Aun se pueden ver las imágenes
de los soldados franceses exhibiendo las cabezas cortadas
de los partisanos argelinos, al puro estilo del "Estado Islámico",
mostrando la barbarie de los invasores. Una campaña internacional
en la que participaron Simone de Beauvoir y Pablo Picasso
consiguió convertir su condena a muerte en cadena perpetua,
aunque fue liberada en 1962 con la independencia de Argelia.
La independencia no cambió la naturaleza clasista
ni sexista del estado argelino. Los nuevos gobernantes invitaron
a las mujeres a regresar a las cocinas: las argelinas se enfrentaban
a un patriarcado nacionalista, que utilizaba tanto la opresión
religiosa como la explotación de las clases trabajadoras para
impedir una sociedad justa e igualitaria. A finales de los
80 la mitad de las argelinas eran analfabetas. Mantener el
poder de las fuerzas oscurantistas religiosos (sobre todo
desde el Código de la Familia) fue uno de los motivos del
ascenso de los grupos de extrema derecha como el FIS y el
GIA, quienes desmantelaron en los años 90 los derechos conquistados
por las mujeres: hasta autorizaron a los maridos a votar por
sus esposas. Cientos de mujeres fueron asesinadas por los
fanáticos, entre ellas Katia Bengana, de 17 años, por negarse
a llevar el hiyab.
Aunque hoy la tasa de alfabetización de las
mujeres ha subido al 73% y ocupan el 31% de los escaños del
parlamento, sólo hay una general del ejército, a la vez que
la tasa del desempleo femenino es del 41%. También siegue
pendiente acabar con leyes religiosa que: consideran a la
mujer un ser discapacitada mental que necesita de un tutor
varón para realizar un sin fin de gestiones, mantienen la
humillante poliginia, niegan el derecho al domicilio conyugal
a la mujer, a la guarda de los hijos, y a la libertad de vestimenta.
Las mentes tribalistas utilizan las maldades del colonialismo
occidental para tachar cualquier hecho moderno y liberador,
de ser "occidental" y automáticamente diabólico: ¡llevar vaqueros
es sinónimo de ser agente EEUU! Hasta han inventado el término
"feminismo blanco-colonial" para cohibir a las mujeres que
exigen su derecho a la igualdad salarial, a la libertad reproductiva,
a hacer deporte, cantar, bailar, etc., ignorando que dichos
logros son frutos y la suma de siglos de lucha de todas las
mujeres del mundo. El sexismo "benévolo" es una apología al
patriarcado protector que considera a la mujer el "sexo débil"
a la que habría que respetar su "diferencia biológica". "El
cuerpo de la mujer no es el habitáculo de la honra de nadie",
afirma una campaña en defensa del uso de bikini en las playas
de Argelia. Las autoridades ejercen un sutil sexismo al negar
la exclusión de la mujer a determinados puestos, ya que en
teoría puede acceder a casi todos, aunque luego se les asigna
roles de género tradicionales, puestos de menor rango, menor
sueldo y más sacrificado, y todo ello con el fin de mantenerlas
dependientes de los hombres. A las mujeres de vanguardia como
Djamila hoy le acompañan millones de mujeres que son conscientes
de que la liberación de la mujer no sólo requiere un profundo
trabajo tanto entre los hombres como las mujeres, sino un
cambio del sistema del poder.
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