Hace más de 45 años que activistas y periodistas
bajo ocupación marroquí sufren maltratos, vigilancia, allanamientos,
arrestos, torturas y desapariciones por el hecho de ser saharauis
y defender sus derechos. Sin embargo, desde el pasado 13 de
noviembre de 2020 la situación no ha parado de recrudecerse.
Ese día Marruecos rompió, en el paso fronterizo de Guerguerat
[al sur del Sáhara Occidental], el acuerdo de alto el fuego
que había firmado con el Frente Polisario 29 años atrás. Desde
entonces, activistas y periodistas afincados en el Sáhara
Occidental ocupado han denunciado el estado militar y policial
en el que viven.
"Nos recuerda a lo que ocurrió en 2010 e incluso
la situación actual parece peor" relataba entonces Nazha Elkhalidi,
periodista de Equipe Media en El Aaiún. En 2010, las autoridades
marroquíes arrasaron el campamento saharaui de Gdeim Izik,
a escasos kilómetros de El Aiaún, contabilizándose cerca de
una veintena de fallecidos y centenares de heridos y desaparecidos.
Después de aquello, las ciudades del Sáhara Occidental se
convirtieron en una prisión para activistas y periodistas
saharauis. Cuando Nazha aludió al año 2010 se
refiería a casos como el de Sultana Khaya. Desde principios
de 2021, vídeos y fotos agitan las redes sociales mostrando
el maltrato y la tortura que sufre esta mujer activista en
su propia casa.
Sultana Khaya vive en la ciudad saharaui de
Bojador y es la presidenta de la Liga Saharaui para la Defensa
los DDHH y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales.
Fue una de sus fundadoras en el año 2010 –no es casualidad
el año de creación– pero comenzó a ser una activa defensora
de los Derechos Humanos muchos años antes.
El 19 de noviembre de 2020 cuando volvió de
España tras realizarse unos reconocimientos médicos, habían
pasado seis días desde que Marruecos rompiera el alto el fuego.
"Me detuvieron en un puesto de control a la entrada de Bojador
y me registraron de una manera muy humillante" recordaba Sultana.
Los agentes marroquíes le ordenaron que cuando llegara a casa
se encerrase y se aislase. Le aseguraron que si intentaba
contactar con algún saharaui correría graves riesgos. "Les
dije que me dedicaba a defender los derechos de mi pueblo
y que me arrestaran ya, si era lo que querían". Sostiene que
uno de los agentes le amenazó diciéndole que si no cumplía
sus órdenes lo que iba a hacerle "no lo sabe ni Dios".
Antes de que llegara a su casa, un grupo de
policías marroquíes la inspeccionaron por si alguien estuviera
esperándola. "Fue ahí cuando agredieron a mi madre empujándola
contra la pared provocándole una herida en la espalda y otra
en la cabeza" afirma Khaya. Su madre tiene 84 años. No dejaron
que la acompañara al hospital de El Aiaún porque estaba bajo
arresto domiciliario. Desde aquel momento un grupo de agentes
marroquíes vigila su casa permanentemente para impedir que
salga al exterior.
El día siguiente a su llegada, sus sobrinas
y su hermana fueron a visitarla. Tuvieron un enfrentamiento
con la policía porque les impidieron entrar. Agredieron a
su hermana dándole un porrazo en la cabeza y abriéndole una
brecha. No dejaron que fuera al hospital. Hicieron una videollamada
con una médica española y esa fue la única atención sanitaria
que recibió. Desde entonces, todos los días se han repetido
situaciones similares.
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Eneko Gerrikabeitia, director de la fundación
Mundubat, viajó el viernes pasado, 10 de diciembre de 2021,
a Madrid, para recibir el premio otorgado por la Asociación
Pro Derechos Humanos de España (APDHE) a la activista saharaui
Sultana Khaya. Sultana Sid Brahim Khaya, es una mujer activista
defensora de los derechos humanos del Sahara Occidental, presidenta
de la ‘Liga Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos
y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales’. Lo hizo
junto con María Carrión, directora ejecutiva de FiSahara y
cofundadora de Nomads HRC, ya que Khaya, no pudo disfrutar
del honor de recibir su premio en persona: permanece bajo
un arresto domiciliario impuesto sin ningún tipo de orden
judicial por Marruecos, cercada por más de un año en su casa
familiar, en la ciudad ocupada de Bojador, Sáhara Occidental.
La Asamblea Ciudadana por Torrelavega concedió
este año el V Premio Esther García a la lucha popular
a la activista saharaui Sultana Khaya. Este galardón, que
es entregado cada año por la formación asamblearia, tiene
por objeto «premiar a personas, asociaciones o colectivos
que se hayan distinguido por su lucha en defensa de los derechos
ciudadanos, sociales y laborales, en sintonía con los valores
que representaba nuestra compañera Esther García, pudiendo
ser premiadas personas o entidades de cualquier lugar del
mundo». El jurado de aquella edición, formado por todos los
miembros de la organización que quisieron participar, y en
una asamblea extraordinaria decidieron otorgar este premio,
que consiste en un reconocimiento público y en la entrega
de una talla original donada y realizada por ArtAkanto, en
favor de la activista saharaui Sultana Khaya.
La lucha de Sultana por la libertad se remonta
a 2007 cuando en su oposición a la policía marroquí, siendo
estudiante universitaria, perdió un ojo a causa de los golpes
recibidos en una manifestación por los derechos de su pueblo.
Desde entonces hasta ahora la activista ha continuado con
su lucha.
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Cada vez que Sultana intenta salir de casa los
agentes le bloquean la puerta. "Vivo en una prisión", asegura
Khaya. Pese a los plásticos negros que le han puesto en las
ventanas lleva tres meses haciendo fotos y vídeos para transmitir
al mundo lo que está pasando alrededor de su casa. "Siempre
me intentan agredir o quitar el teléfono pero he podido documentar
este arresto domiciliario" sostiene orgullosa Sultana.
Gracias al activismo y a la persistencia de
Khaya se ha formado un equipo multidisciplinar que trabaja
para denunciar su agonía ante la comunidad internacional.
"Estoy contactando con varios organismos internacionales para
intentar contar mi situación y romper este bloqueo mediático",
afirma con rotundidad Sultana. Organizaciones como Front Line
Defenders, Democracy Now o incluso la misma Equipe Media han
publicado diversos informes que acreditan el maltrato y la
tortura que están viviendo desde hace meses la activista y
su familia.
Tone Sørfonn Moe es una de las personas que
forman parte de este equipo multidisciplinar. "Estamos en
contacto frecuente con Sultana para documentar las violaciones
que se están cometiendo contra ella y contra toda su familia",
afirma. Es jurista noruega y trabaja de forma voluntaria con
el Comité Noruego de Apoyo al Sáhara Occidental. "El movimiento
de solidaridad que trabaja con los territorios ocupados del
Sáhara Occidental está formado por personas de todo el mundo,
con diferentes orígenes y nacionalidades. Intentamos cooperar
lo más ampliamente posible" asiente Tone.
"Docenas de policías y unidades de inteligencia
marroquíes han sitiado el hogar con el objetivo de infligir
dolor y miedo en la familia y, en última instancia, silenciar
la voz de Sultana pero también la de la comunidad saharaui
en general", sentencia la jurista noruega.
Tone tiene claro que el arresto domiciliario
de Khaya "se ve agravado por actos arbitrarios de violencia
excesiva, amenazas e intimidaciones". Relata que el pasado
13 de febrero, Sultana agitaba una gran bandera desde su azotea
cuando el comisario de policía de Bojador, Hakim Amer, lanzó
una piedra y la golpeó en la cabeza. "Los vídeos y fotografías
del asalto y de las heridas en la cabeza de Khaya se volvieron
virales. Al día siguiente, decenas de mujeres saharauis se
acercaron al hogar familiar en solidaridad alegando que ellas
también eran miembros de la familia Khaya", sostiene. Fueron
golpeadas por la policía. Mientras Sultana protestaba por
su arresto domiciliario, el mismo oficial de policía la golpeó
en la nuca con una porra y volvió a desmayarse. Asimismo,
la jurista denuncia que esta misma semana decenas de saharauis
han intentado traspasar las líneas policiales para visitar
a la familia Khaya y todos se han encontrado con violencia.
"Ahora, Sultana sigue sufriendo un dolor insoportable debido
a sus heridas, especialmente después de haber sido golpeada
con una piedra dejándola mareada con dificultades para levantarse
y para ver", apunta Tone.
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