La pintora de 78 años Elena Osipova conoce bien
las consecuencias de una guerra. La artista nació tras el
asedio de 900 días a Leningrado, y su familia y las de sus
amigas cargaron toda su vida con las heridas que dejó la invasión
nazi. Ayer volvió a ser detenida por la policía rusa en San
Petersburgo por portar con ella sendos carteles a favor de
la paz y la destrucción de los arsenales nucleares de todo
el planeta. Y junto a ella fueron arrestadas otras 285 personas,
según las cifras que ha podido recopilar el periódico de la
ciudad, Fontanka.
El presidente Vladímir Putin anunció la invasión
de Ucrania con el pretexto de su “desmilitarización”, lo mismo
que pedía la anciana, una conocida activista que ya había
sido arrestada en abril de 2020 por salir sola a la calle
con un cartel donde denunciaba 100 años de represión en Rusia,
desde la NKVD soviética (Comisariado del Pueblo para Asuntos
Internos) al FSB (Servicio Federal de Seguridad) actual. Su
sanción, como la de muchos otros ahora, se justificó con las
restricciones por coronavirus que muy pocos cumplen en el
país.
Desde aquel año se han endurecido las condiciones
para protestar, e incluso un piquete individual con un eslogan
como “no a la guerra” puede suponer una multa o, en el peor
de los casos, la cárcel. Estos días, la Fiscalía, el Ministerio
del Interior y alcaldes como el de Moscú, Serguéi Sobianin,
habían amenazado repetidas veces con la pena de prisión a
los organizadores de las protestas.
Elena Osipova fue arrestada este miércoles por
la noche por al menos siete polícías antidisturbios ataviados
con cascos y chalecos protectores. Tras negarse a moverse,
la pintora fue forzada a caminar hacia el furgón que la sacó
de las protestas y la llevó a su casa, según dijo al diario
Bumaga la dirección general del Ministerio del Interior para
San Petersburgo. El organismo no aclaró si se abrirá un procedimiento
sancionador contra la pensionista, aunque en ese caso no sería
el primero en su contra por denunciar la represión y la guerra.
Elena Osipova recibió los aplausos de decenas
de manifestantes que estaban cerca, en pleno centro de San
Petersburgo, y no hizo el ademán en ningún momento de soltar
sus carteles, donde estaba escrito “La simpática Ucrania rechazó
en el acto las armas nucleares, mientras que en Rusia no se
han dado de baja los vehículos con ojivas nucleares desde
la guerra de Vietnam”. La activista hacía referencia así al
Tratado de Budapest de 1994, donde Kiev y Moscú firmaron la
integridad territorial de Ucrania a cambio de deshacerse de
todas las armas de destrucción masiva acumuladas desde los
tiempos de la Unión Soviética. El Kremlin, sin embargo, ha
justificado su invasión con que Ucrania podría desarrollar
un arsenal así en el futuro, y Putin activó “en modo especial
de combate” su fuerza de contención nuclear tres días después
de comenzar su ataque.
Esta no era la primera protesta de la activista
contra la guerra. El pasado 27 de febrero ya se había plantado
sola en la famosa avenida Nevski con tres carteles confeccionados
por ella misma. En uno aparecía un busto de Putin escoltado
por dos cuervos sobre una lápida donde decía en verso que
“la momia de la guerra lleva a la destrucción y a la locura
a Rusia”. En otro dibujó una madre entregando fusiles a jóvenes
vendados en un cementerio; y ella misma sostenía otra cartulina
con un mensaje sencillo: “¡Soldado! ¡Tira el arma y será un
héroe real para el país!”
Una de las principales fuentes para intuir la
represión de las manifestaciones es OVD-INFO, un portal fundado
por periodistas que recopila las detenciones de las protestas.
Las autoridades lo declararon agente extranjero recientemente
y el acceso a su página web está bloqueado en Rusia. Sus cifras
arrojaban 7.626 arrestados desde que comenzaron a caer las
bombas en Ucrania la madrugada del 24 de febrero hasta el
mediodía de este 3 marzo, jornada en la que ambas partes intentarán
negociar un alto el fuego por segunda vez.
Las protestas de San Petersburgo siguen el mismo
patrón que en otras ciudades como Moscú. Cientos de personas
comienzan a concentrarse en el centro, en torno al histórico
edificio de Gostiny Dvor, donde actúan bandas de música callejeras.
Cuando acaban, la multitud comienza a gritar consignas contra
la guerra, y la policía comienza con sus detenciones. Las
protestas, aunque no son masivas, comienzan a dejar imágenes
que calan en el subconsciente de toda la población. Es el
caso de las fotos de dos madres y sus cinco hijos encerrados
primero en un furgón policial y después en comisaría varias
horas por haber llevado unas flores a la embajada de Ucrania
en Moscú y traído consigo un cartel donde ponía “no a la guerra”.
El partido Yábloko, uno de los pocos verdaderamente
opositores, aunque sin presencia en la Duma Estatal, ha promovido
una petición de paz que ya han firmado más de 85.000 personas.
“La retórica estatal hace pensar que está en marcha una nueva
Gran Guerra Patria, que es necesario luchar contra el fascismo,
pero a diferencia de aquella guerra, aquí nadie atacó a Rusia.
Las tropas rusas entraron en Ucrania, no al revés”, denunció
en su canal de Telegram el líder de la formación en San Petersburgo,
Borís Vishnevski, más conocido en España por ser uno de los
políticos a los que suplantaron la identidad otras personas
con nombres y rostros similares en las últimas elecciones
para robarles votos.
Yábloko fue víctima de un ataque contra su sede
en Nizhni Nóvgorod el pasado 2 de marzo. Según el partido,
“unos desconocidos destrozaron la oficina donde recogían firmas
contra la guerra de Ucrania mientras gritaban ‘¡Donetsk, Lugansk,
no abandonemos lo nuestro!’ y ‘¡Los nazis deben ser asesinados!”.
Otra figura importante que ha llamado a protestar ha sido
el opositor Alexéi Navalni, que a pesar de estar encarcelado
logró publicar una serie de mensajes en Twitter a través de
su equipo. “Que no sea estar contra la guerra. Luchemos contra
la guerra”, dijo en un mensaje para animar a manifestarse
en la calle.
Alekséi Anatólievich Navalni o Alexéi Anatólievich
Navalni es un abogado y político ruso, opositor de Vladímir
Putin. Una parte de la prensa occidental lo ha definido como
el líder de la oposición. En la actualidad está detenido en
Rusia.
Las protestas no solo se han expresado con manifestaciones
por las calles. En numerosos puntos del país han comenzado
a aparecer grafitis y carteles con el lema “No a la guerra”
que las autoridades se han afanado en retirar a toda prisa.
Uno de los que se hizo virales era un letrero enorme de San
Petersburgo con el lema pintado como si fuera sangre sobre
un fondo blanco. Su autora, Evguenia, contó a The Village
que había sido multada con 20.000 rublos (250 euros antes
de la guerra, 166 al cambio actual).
En la persecución de las protestas participa
el conocido “Centro E”, el departamento del Ministerio del
Interior “para combatir el extremismo”. Según el portal OVD-INFO,
el organismo inició una acción administrativa contra un ciudadano
de la pequeña ciudad de Vladímir, Yuri Alekséyev, por pintar
el mismo eslogan sobre una tela en mitad del campo. Sin embargo,
estas imágenes no llegan a la población porque no son difundidas
por la mayoría de la prensa rusa, afín al Kremlin. Los medios
independientes o bien tratan de sobrevivir ante las presiones
de las autoridades y borran hasta la palabra “guerra”, como
Nóvaya Gazeta; o son liquidados tras ser bloqueados por el
Gobierno por su cobertura de la guerra, como ha sido el caso
este jueves de la histórica radio Eco de Moscú tras 32 años
de ejercicio del periodismo.
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Europa estrecha el cerco a los oligarcas rusos,
que maniobran para proteger sus activos.
Los multimillonarios rusos Mikhail Fridman y
Oleg Deripaska se han convertido en dos de los primeros empresarios
importantes del país en pronunciarse contra la invasión de
Putin a Ucrania.
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Mientras la guerra continúa cobrándose vidas
en Ucrania, las protestas se repiten todas las tardes en casi
medio centenar de ciudades del país y la presión aumenta sobre
Putin. No solo por las voces que llegan desde la calle, sino
también desde sus propios despachos. El director del Consejo
de Asuntos de Exteriores, Andréi Kortunov, ha sido el primer
asesor del presidente en pronunciarse abiertamente contra
la guerra. “Es una vergüenza”, dijo en una entrevista concedida
a Sky News, donde instó a sentarse a negociar desde ya mismo
con Occidente.
¿Y el derecho LGTB?
Veamos el Caso Alekséyev contra Rusia.
Alekséyev contra Rusia es un caso presentado
ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la prohibición
de las marchas del Orgullo Gay en Moscú durante los años 2006,
2007 y 2008. El caso fue presentado por el activista ruso
pro derechos LGBT Nikolái Alekséyev, organizador de las marchas,
que reclamaba que la prohibición de las marchas violaba el
artículo 11 (libertad de reunión) de la Convención Europea
de Derechos Humanos. Además, reclamaba que no había recibido
un amparo judicial efectivo contra la violación del artículo
11, lo que implica el incumplimiento del artículo 13, y que
había sido discriminado por las autoridades de Moscú, violándose
el artículo 14. La primera sección del tribunal consideró
unánimemente que se habían violado los artículo 11, 13 y 14
de la Convención Europea de derechos Humanos. Su sentencia
se dictó el 21 de octubre de 2010. En enero de 2011, el Gobierno
ruso apeló la sentencia para que se reconsiderase ante la
Gran Sala según el artículo 44 (2) de la Convención.
5
- Marzo - 2022 |
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Ucrania
|
Daryna Mizina tiene 24 años y es activista de
Amnistía Internacional en Ucrania. Vive en Kiev pero cuando
se iniciaron los primeros bombardeos estaba en València, España,
de vacaciones. Vino como turista y ahora ayuda como puede
a la organización internacional desde aquí. Debía de haber
vuelto el 1 de marzo a su país, pero la guerra le ha impedido
hacerlo. Lleva tres días sin salir de casa, «me da ansiedad
no estar mirando las noticias para ver qué está pasando y
cómo están todos. Mi familia, mis compañeros, mis amigos»,
relata a la prensa en una entrevista justo antes de que vuele
a Alemania. Con todo, relata con entereza cómo la semana de
guerra empieza a pasar factura a la población. «De la adrenalina
que provoca la incertidumbre del primer día, se ha pasado
a un estado de preocupación, sin esperanza, cansancio, miedo»,
algo que cree que es «muy peligroso» para enfrentar las noticias
falsas y la información manipuladora. «La gente está cada
vez más cansada y a más cansancio más fácil es manipularla»,
lamenta.
Por eso, insiste en que, dentro de la información
masiva que recibe el pueblo ucraniano y el resto del mundo
sobre lo que ocurre en el conflicto bélico tras la invasión
de Rusia, se trate con cuidado los hechos que lleguen y solo
se tomen como buenas las fuentes oficiales.
«Eso es algo que creo que está haciendo muy
bien el pueblo ucraniano y está sabiendo reaccionar, en parte
por todo lo que el movimiento por los derechos humanos ha
hecho en el país». Recuerda que antes de la guerra no había
odio entre Ucrania y Rusia y que la gente vivía en una armonía
«reciente», se había acostumbrado a una nueva situación tras
los acontecimientos en 2014. Pero ahora, mira con preocupación
que la situación se alargue. «Me da miedo que la gente se
acostumbre a una situación que no es normal. La guerra no
es normal». Habla de que sus amigos ya conocen cómo suenan
los misiles rusos. También los ucranianos. Y saben distinguir
a qué distancia están. «No deberíamos saber eso, pero corremos
el riesgo de acostumbrarnos». Añade que no se ha de olvidar
que «tenemos unos derechos humanos y no podemos tolerar las
cosas terribles que está viviendo el pueblo ucraniano. Hemos
de proteger los derechos humanos», añade. Desde aquí, ayuda
con la recopilación de información sobre crímenes contra la
humanidad y apoya como puede la petición que ha lanzado Amnistía
Internacional para parar la agresión rusa.
¿Qué podemos hacer desde aquí? ¿Qué posición
tiene que tomar Europa? ¿Qué tipo de ayuda se debe enviar?
, pregunta este periódico. Daryna responde rápido: «Con solidaridad».
«Comparte información veraz, haz una donación a organizaciones
internacionales, firma la petición de Amnistía, aquí que es
seguro; sal a protestar pacíficamente y si vienen refugiados
ucranianos y estás en esta posición, contrata a una persona,
somos muy trabajadores», bromea. «Todo esto, aunque parezca
una nimio, puede ayudar a animar al pueblo ucraniano y mostrar
al gobierno de qué lado está la gente», dice. Relata, muy
preocupada por su familia, que su abuelo sale a regar sus
plantas y a cuidar su manzano todos los días, aunque a su
alrededor, la ciudad que conocían ya no exista.
27
- Marzo - 2022 |
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Rusia
|
Maria “Masha“ Alexandrovna Gessen es periodista,
escritor y activista de los derechos LGBT rusoestadounidense.
Masha es transgénero y de género no binario.
Nació en una familia judía moscovita que emigró
en 1981 de la URSS a los Estados Unidos. En 1991, Masha regresó
a la Rusia postsoviética y trabajó como reportera, para luego
regresar a Estados Unidos. Además de publicar libros, ha trabajado
para The New York Times, The New York Review of Books, The
Washington Post, Los Angeles Times, The New Republic, New
Statesman, Granta, Slate, Vanity Fair, Harper's Magazine,
The New Yorker y U.S. News & World Report. En 2004 se casó
con Svetlana Generalova, otra activista por los derechos LGTB
de Rusia. Luego en 2013 se casó con Darya Oreshkina. Adoptó
a su hijo mayor Vova, en un orfanato de Kaliningrado donde
había niños de madres seropositivas. Tuvo una hija biológica
llamada Yolka en 2001. Su tercer hijo nació en febrero de
2012.
Masha Gessen en el 6 Festival Internacional
del Libro de Moscú, 2011.
Cada viernes por la tarde, periodistas, medios
de comunicación, oenegés, organizaciones y blogueros revisan
ansiosos la web del Ministerio de Justicia ruso para ver si
sus nombres aparecen en la lista de ‘agentes extranjeros’.
La lista negra del Kremlin la engrosan 128 personas hasta
el momento. Recibir esta etiqueta supone estar fiscalizado
en todo momento por el Gobierno, se les permite seguir trabajando
pero deben informar al Estado en qué gastan cada céntimo de
su dinero. María Kuznetsova, portavoz de OVD-Info, la principal
organización encargada de monitorizar los detenidos durantes
las protestas antigubernamentales y Tikhon Dzyadko, periodista
y editor en jefe del canal de televisión independiente Dozhd,
ambos se enteraron por la televisión estatal (antes de que
fuera publicado oficialmente) de que sus organizaciones habían
sido calificadas como ‘agentes extranjeros’.
María Kuznetsova es la portavoz de OVD Info,
la organización que alerta de los abusos contra los rusos
que se oponen a la guerra en Ucrania, entre los que hay más
de 15.000 detenidos.
«Esta medida es totalmente política. Incluyen
en esa lista a las organizaciones y medios incómodos para
el Gobierno. Putin se quitó la careta hace más de medio año
y ahora podemos llamar a Rusia una dictadura», afirma Kuznetsova,
que tuvo que huir de Moscú a Georgia en octubre tras el señalamiento
a OVD-Info.
Los medios de comunicación que aparecen en esta
lista deben poner un aviso en cada una de sus noticias identificándose
como ‘agentes extranjeros’. Periodistas independientes han
denunciado que al colocar este aviso todos tus anunciantes
se marchan por miedo a seguir trabajando con un medio tachado
por el Gobierno. El portal de noticias ruso ‘Medusa’ perdió
el año pasado el 90% de sus anunciantes en cuanto fueron señalados
como ‘agentes extranjeros’ por el Kremlin.
La invasión de Rusia a Ucrania ha dejado ver
los graves problemas que tiene Vladímir Putin con la libertad
de expresión. La persecución es tan bestial que aunque muchos
ciudadanos rusos ya están considerados como ‘agentes extranjeros’,
ahora por la ley ‘anti-fake’ han tenido que huir del país
por la imposibilidad de realizar su trabajo informativo. Es
el caso de Tikhon Dzyadko, director de Dozhd. «Fuimos declarados
‘agentes extranjeros’ en agosto, pero las cosas cambian tan
rápido que eso fue importante cuando existíamos, ya no», confiesa
a ABC tras la decisión el pasado 5 de marzo de suspender la
transmisión del canal de televisión porque «no podían exponer
a ningún periodista a ser arrestado». La cadena crítica con
Putin ha sido una de las últimas incorporaciones a esta lista
por recibir financiación del extranjero. ‘Meduza’, uno de
los medios independientes más leídos del país, también se
encuentra en el registro. El Kremlin ha tachado a medios y
periodistas bajo polémicos argumentos. La revista digital
crítica con el Gobierno ‘Republic’ recibió la etiqueta porque
supuestamente varias embajadas occidentales en Moscú compraron
el periódico y el otro caso es el del periodista independiente
que recibió dinero por su cumpleaños de su abuela en Ucrania
y también fue considerado como ‘agente extranjero’.
Los hermanos Dzyadko de Rusia lideran la oposición.
Nikolay Voroshilov, portavoz de la organización
Comité de asistencia cívica, explica que fueron señalados
porque reciben dinero de la Agencia para los refugiados de
la ONU (Acnur). «Es absurdo porque Rusia es uno de los países
fundadores de Naciones Unidas», comenta. Rusia es uno de los
países que más ahoga la actividad de los medios de comunicación.
En el informe sobre libertad de expresión de Reporteros Sin
Fronteras aparece en la cola de la lista. El concepto de ‘agentes
extranjeros’ se introdujo en la legislación rusa en 2012 en
un intento del Kremlin de controlar cualquier tipo de información.
Ese año, se contempló que se podía llamar así a ONG’s y activistas
de derechos humanos que recibieran fondos del exterior. En
2017, se incluyó a los medios de comunicación y desde el año
pasado se pueden señalar a particulares.
07
- Octubre - 2022 |
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Nobel
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El Premio Nobel de la Paz 2022 se ha acordado
de la guerra entre Ucrania y Rusia. La organización ha otorgado
el premio a la organización rusa de derechos humanos Memorial
y la organización ucraniana Centro para las Libertades Civiles,
por "promover durante muchos años el derecho a criticar el
poder y proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos",
también se premia al activista y preso político Ales Bialiatski
de Bielorrusia.
Los laureados del Premio de la Paz representan
a la sociedad civil en sus países de origen.
Les han elegido, según ha comunicado la Academia
sueca, porque "han realizado un esfuerzo extraordinario para
documentar los crímenes de guerra, los abusos de los derechos
humanos y el abuso de poder. Juntos demuestran la importancia
de la sociedad civil para la paz y la democracia"
Ales Bialiatski fue uno de los iniciadores del
movimiento democrático que surgió en Bielorrusia a mediados
de la década de 1980. Ha dedicado su vida a promover la democracia
y el desarrollo pacífico en su país de origen. Entre otras
cosas, fundó la organización Viasna (Primavera) en 1996 en
respuesta a las polémicas reformas constitucionales que otorgaron
poderes dictatoriales al presidente y que desencadenaron manifestaciones
generalizadas. Viasna brindó apoyo a los manifestantes encarcelados
y sus familias. En los años siguientes, Viasna evolucionó
hasta convertirse en una organización de derechos humanos
de base amplia que documentó y protestó contra el uso de la
tortura por parte de las autoridades contra los presos políticos.
Bialiatski estuvo encarcelado de 2011 a 2014. Tras manifestaciones
a gran escala contra el régimen en 2020, fue arrestado nuevamente.
Sigue detenido sin juicio. A pesar de las tremendas dificultades
personales, Bialiatski no ha cedido ni un centímetro en su
lucha por los derechos humanos y la democracia en Bielorrusia.
Alés Bialiatski es un activista político ruso
nacionalizado bielorruso.
La organización de derechos humanos Memorial
fue establecida en 1987 por activistas de derechos humanos
en la antigua Unión Soviética que querían asegurarse de que
las víctimas de la opresión del régimen comunista nunca fueran
olvidadas. Es la organización de derechos humanos más grande
de Rusia. Durante las guerras de Chechenia, Memorial recopiló
y verificó información sobre abusos y crímenes de guerra perpetrados
contra la población civil por parte de las fuerzas rusas y
prorrusas. En 2009, la jefa de la sucursal de Memorial en
Chechenia, Natalia Estemirova, fue asesinada a causa de este
trabajo. En diciembre de 2021, las autoridades decidieron
liquidar por la fuerza a Memorial y cerrar definitivamente
el centro de documentación. Los cierres se hicieron efectivos
en los meses siguientes, pero las personas detrás de Memorial
se niegan a cerrar. En un comentario sobre la disolución forzada,
el presidente Yan Rachinsky declaró: “Nadie planea darse por
vencido”.
El Centro para las Libertades Civiles se fundó
en Kiev en 2007 con el propósito de promover los derechos
humanos y la democracia en Ucrania. El centro ha tomado una
posición para fortalecer la sociedad civil ucraniana y presionar
a las autoridades para hacer de Ucrania una democracia de
pleno derecho. Desde la invasión rusa la invasión rusa de
Ucrania en febrero de 2022, el Centro para las Libertades
Civiles se ha comprometido a identificar y documentar los
crímenes de guerra rusos contra la población civil ucraniana.
En colaboración con socios internacionales, el centro está
desempeñando un papel pionero con miras a hacer que los culpables
rindan cuentas por sus crímenes.
21
- Octubre - 2022 |
>>
Rusia
|
Según las estimaciones, cerca de un millón de
rusos han abandonado su país desde el inicio de la guerra,
en un éxodo que aumentó tras el llamado a filas de Vladímir
Putin el pasado 21 de setiembre. Muchos se han marchado hacia
Turquía, donde intentan reconstruir sus vidas. Desde aprender
el idioma local a abrir nuevos negocios, los rusos que se
han exiliado buscan mirar al futuro.
Seriozha no se lo pensó ni un segundo cuando
vio, en la televisión, que el presidente ruso, Vladímir Putin,
anunciaba la movilización parcial en su país y el llamado
a filas de los hombres de entre 18 y 60 años. Antes de que
pudiesen cerrarse las fronteras, este joven compró el primer
billete que pudo y, en pocos días, abandonó su Rusia natal.
Como él, cientos de miles de rusos han hecho lo mismo durante
las últimas semanas, desde el 21 de setiembre, cuando Putin
anunció que empezaba el reclutamiento forzoso.
“No planeo de ninguna forma volver a Rusia en
un futuro cercano hasta que no haya un cambio. Así que estando
fuera no me importa ya demasiado si recibo el llamado a filas.
De hecho, que pase puede que me ayude a conseguir una visa
para quedarme seguro en otro sitio”, explica Seriozha, que
llegó hace dos semanas a Estambul, donde planea quedarse.
Las calles del centro de la gran metrópoli turca se han llenado
ahora de rusos, algunos de los cuales abren cafeterías, librerías
y centros de idioma para los miles que han llegado y que aún
llegan.
Turquía y Rusia acuerdaron una zona de seguridad
en el noreste de Siria en 2019.
“Tengo ocho amigos que recibieron el llamado
a filas. Pero como yo, se fueron, así que no es un problema
muy grande. Pero tengo otros amigos que fueron llamados y
fueron al centro de reclutamiento. Allí les forzaron a firmar
los documentos. Ahora no pueden salir de Rusia”, explica Ígor,
otro joven ruso, que hace unos días recibió un mensaje en
su teléfono en el que se le pedía, a él también, que acudiese
a la oficina de reclutamiento. “Pregunté a mi madre si había
llegado a casa una carta escrita pidiendo mi presencia y no
ha llegado nada. No sé si será alguien que intenta estafarme
o si el mensaje es cierto, pero la verdad es que conozco a
20 personas de mi pueblo que han sido llamadas a filas. Es
terrorífico”, dice Ígor, que escapó de Rusia el 28 de setiembre.
Él, a diferencia de Seriozha, lo hizo en bicicleta, a través
de la frontera con Finlandia. Desde ahí viajó a Estambul.
Las estimaciones apuntan a que, desde el inicio
de la guerra en Ucrania —en febrero de este año— en torno
a un millón de rusos ha abandonado su país; cerca de la mitad
de ellos se habría marchado tras el reclutamiento forzoso.
“Seguramente sean muchos más”, dice Ígor. “Cuando el Ejército
te hace firmar los papeles de reclutamiento, te quitan el
pasaporte. Mucha gente está escapando de forma ilegal, colándose
en la frontera”, dice este joven. “Incluso gente que antes
apoyaba lo que la propaganda estatal le decía, ahora ya no
quiere apoyar lo que ocurre con sus acciones ni sus propias
vidas —explica Eva Rapoport, activista rusa residente en Estambul
y responsable en esta ciudad de la oenegé ‘The Ark’, que intenta
ayudar a los rusos que huyen de su país—. Nadie quiere seriamente
ir (a Ucrania) y luchar. Las posibilidades de sobrevivir y
volver vivo o sin traumas o sin heridas graves son muy bajas”.
“Hay mucha gente que nos contacta online para que les ayudemos
a salir y que tiene en sus perfiles la letra ‘Z’ —el símbolo
de la “operación especial” rusa—. Y creo que se merecen algún
tipo de ayuda y entendimiento porque repetir la propaganda
oficial no puede ser una ofensa punible con la muerte e ir
a la guerra a morir”, asegura Rapoport.
17
- Noviembre - 2022 |
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Rusia
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“El precio del silencio es inaceptable": las
cartas que el activista ruso Vladimir Kara-Murza envió a la
BBC desde prisión.
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Me enfrento a 10 años de cárcel por una publicación
de Instagram.
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12
- Abril - 2023 |
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Rusia
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Un activista ruso que reveló detalles sobre
los entierros de los mercenarios del Grupo Wagner muertos
en Ucrania tuvo que abandonar Rusia. Vitaly Votanovsky, que
empezó a documentar las muertes de soldados rusos en la guerra
de Ucrania vigilando los cementerios de su región natal, huyó
del país el 4 de abril tras recibir numerosas amenazas de
muerte. Habló con la BBC desde la capital de Armenia, Ereván.
El año pasado, Vitaly pasó su cumpleaños número 50 en una
celda.
El exoficial del ejército ruso había salido
a protestar ese día con una camiseta que llevaba inscrito
el mensaje: "¡No a Putin!" y "¡No a la guerra!". Las fotos
con su atuendo están incluidas en documentos judiciales oficiales
que mostró a la BBC.
"Por ese abrigo me cayeron 20 días de cárcel",
dice.
En Krasnodar, Vitaly no es conocido por sus
protestas callejeras, sino por documentar tumbas. Fue la primera
persona que descubrió un cementerio en el pequeño pueblo de
Bakinskaya, en la región de Krasnodar, que muchos ahora identifican
como el cementerio de Wagner. Aquí es donde el grupo mercenario,
de notoria brutalidad, entierra a muchos de sus muertos procedentes
de Ucrania, hombres que no tienen parientes o cuyos cadáveres
no han sido reclamados. Ha pasado de ser el cementerio de
un pequeño pueblo a convertirse en un camposanto enorme, con
varias zonas nuevas para albergar al número cada vez mayor
de muertos. Ahora hay guardias de seguridad patrullando las
instalaciones. El pasado jueves, el jefe de Wagner, Yevgeny
Prigozhin, visitó el cementerio de la aldea de Bakinskaya
y declaró que planeaba convertirlo en un monumento conmemorativo
"para las generaciones futuras". El jefe del grupo mercenario
admitió que el cementerio se ha ampliado y añadió que "así
es la vida".
Vitaly empezó a viajar por la región de Krasnodar
en mayo de 2022 y visitó cada uno de los cementerios para
registrar el número de caídos. "Necesitaba demostrar a la
gente que estaba ocurriendo una catástrofe", me dice Vitaly,
"que la gente estaba muriendo aquí, cerca de ellos". "Necesitaba
demostrar a la gente que la guerra afecta a todos y a todo".
El jefe del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin
(segundo por la derecha), ha visitado el lugar.
Registró minuciosamente los nombres y datos
de todas las tumbas que encontró. Cuando huyó de Rusia a principios
de este mes, su base de datos contenía más de 1.300 nombres,
que incluían sólo a los muertos de la región de Krasnodar.
Vitaly identificó las tumbas de los hombres que habían muerto
en la guerra -en contraposición a las muertes civiles normales-
preguntando a la población local y estudiando las coronas
de flores y las fotos de las tumbas. En diciembre de 2022,
el activista fue a Bakinskaya para fotografiar tumbas de soldados
regulares. Pero mientras estaban allí, los trabajadores del
cementerio les dijeron a Vitaly y a su colega que estaban
enterrando a mercenarios de Wagner muertos en combate. "Cuando
estuvimos allí, ya había 48 tumbas de Wagner. La siguiente
vez que fuimos, unos días después, había 95 tumbas. Luego
164. Luego unas 270", dice. Vitaly volvió una y otra vez para
documentar los números y nombres de los muertos. Le pregunto
si sabe quiénes eran. "Era obvio que eran convictos y mercenarios",
me dice. "Los reclutaron en las cárceles. Los periodistas
investigaron los nombres y averiguaron por qué habían ido
a la cárcel".
Pero Vitaly no sólo documentaba a los combatientes
de Wagner fallecidos en el cementerio de Bakinskaya. Siguió
vigilando a los militares muertos en todos los cementerios
de la región de Krasnodar. Y lo que encontró le impactó. "El
hecho es que, desde diciembre de 2022, las pérdidas rusas
en el campo de batalla se multiplicaron varias veces", dice
Vitaly, citando las estadísticas que ha recopilado en Krasnodar.
"Las muertes simplemente se han disparado. Y recientemente,
en los cementerios, las tumbas han sido todas de soldados
movilizados y chicos de Wagner. Ha habido muy pocos [soldados
profesionales]". Varias agencias de inteligencia occidentales
han afirmado que el ejército ruso se está quedando sin hombres.
El año pasado, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció
una "movilización parcial" en Rusia: cientos de miles de hombres
fueron reclutados por las fuerzas armadas y enviados al frente
en Ucrania. La última cifra oficial de muertos proporcionada
por el ejército ruso fue en septiembre de 2022, cuando el
ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, dijo que 5.937 soldados
habían muerto en Ucrania. Los cálculos sobre las pérdidas
totales varían, pero la mayoría de los funcionarios estadounidenses
y europeos calculan el número de muertos rusos en bastante
más de 60.000.
El cementerio del pequeño pueblo de Krasnodar
se ha ido extendiendo a medida que aumentaba el número de
muertos.
Vitaly empezó a recibir amenazas hace muchos
meses. "En cuanto publiqué mi primer post sobre tumbas, empezaron
las amenazas. A raudales. Empecé guardándolas todas, pero
fueron tantas que dejé de hacerlo. 'Te mataremos, te estrangularemos'.
"En enero, alguien telefoneó y me ofreció 'un sitio en el
cementerio'", explica Vitaly. "Hubo tres llamadas de ese tipo:
yo recibí dos y mi chófer, Viktor, una". La BBC ha recibido
copias de las amenazas de muerte y una grabación de la llamada
telefónica. En ella, un hombre identificado disfraza su amenaza
como una llamada en frío de una empresa que vende parcelas
en cementerios y ataúdes. Insiste de forma escalofriante en
que: "Ahora es el momento de que pienses en el final de tu
vida". El activista afirma que la gota que colmó el vaso llegó
la semana pasada. "Pasaba por delante de una comisaría de
policía en Krasnodar y un agente [me reconoció]. Me dijo:
'Prepárate. Ya viene'. Se refería a la reacción del Estado
[a]... las entrevistas que estaba concediendo. Ya tenían suficiente
para abrir un caso penal grave contra mí". Vitaly escapó a
Armenia y ahora planea pedir asilo político en Alemania. Le
pregunto por qué las autoridades no quieren que gente como
él publique información sobre Wagner y sobre las bajas rusas
en la guerra. "Para nuestro Estado son estadísticas aterradoras",
afirma Vitaly, "y el pueblo ruso no conoce las cifras reales.
Yo quería mostrar a la gente la magnitud real del desastre.
"Si la gente se enterara de las verdaderas cifras de pérdidas
en el campo de batalla, se volverían locos".
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