El director estadounidense Jonathan Demme, premiado
con el Óscar por su filme "El silencio de los corderos", falleció
en Nueva York en 2017, indicó una portavoz en un comunicado.
El realizador de 73 años padecía un cáncer de esófago, precisó
el texto.
Su dilatada carrera se extiende por más de cuatro
décadas con incursiones en diferentes géneros, desde un episodio
de la mítica serie "Columbo" a un documental sobre el cantante
Justin Timberlake --su último trabajo--, pasando por un filme-concierto
de los Talking Heads que se convirtió en un clásico, "Stop
Making Sense". Pero Demme se hizo conocido especialmente por
"El silencio de los corderos", protagonizada por Anthony Hopkins
y Jodie Foster y por la que ganó una estatuilla de la Academia
en 1992 como mejor director. Su siguiente cinta, "Filadelfia"
(1993), también fue aclamada y recibió el Óscar a mejor actor
para Tom Hanks, su protagonista, que encarna a un abogado
que lucha por hacer justicia después de contraer el VIH.
La noticia de la muerte de Demme, oriundo de
Long Island, Nueva York, generó inmediatamente una catarata
de reacciones en las redes sociales y los medios de comunicación
entre sus admiradores, amigos y excolegas. "Tengo el corazón
destrozado porque perdí a un amigo, un mentor, un tipo tan
singular y dinámico que se necesitaría un huracán para detenerlo",
declaró Jodie Foster, quien también fue galardonada con el
Óscar a la mejor actriz por su papel en "El silencio de los
inocentes". "Profundamente entristecida por el fallecimiento
del hombre más brillante -director, padre, amigo, activista",
escribió por su parte la actriz británica Thandie Newton en
Twitter. "Conocí a un montón de gente durante el rodaje de
'Moonlight' (Óscar a la mejor película), pero mi camarada
Demme era el más gentil, el más generoso", tuiteó también
el director Barry Jenkins. "Un hombre formidable. Tristeza",
escribió, por su parte, Thierry Frémaux, delegado general
del festival de Cannes, también en la red social. La familia
pidió que, "en lugar de flores", se hicieran donaciones a
una organización que trabaja en favor de los inmigrantes,
la ONG Americans For Immigrant Justice, con sede en Florida.
"Jonathan Demme era un gran artista, involucrado en acciones
humanitarias, un activista y un colega cálido y alentador",
reaccionó el director estadounidense Ron Howard en Twitter,
evocando el compromiso del cineasta.
En 2014, Jonathan Demme, que también era productor
y guionista, recibió de la asociación Americans For Immigrant
Justice un premio, el Holly Skolnick Human Rights Award, "por
su dedicación en la causa de los refugiados haitianos" y de
los inmigrantes en general, de acuerdo con la propia organización.
Este hombre apasionado por la música y de vida discreta dirigió
un documental sobre el periodista haitiano Jean Dominique
("The Agronomsit"), fundador de la emisora de radio independiente
Radio Haití Inter, asesinado en 2000 por razones políticas.
En su momento, también manifestó públicamente su posición
contra la actuación de Estados Unidos en Irak en 2003. Demme
debutó en el cine en la década de 1970 avalado por el productor
Roger Corman, quien también contribuyó al lanzamiento de Francis
Ford Coppola, Ron Howard, Martin Scorsese y James Cameron.
Sobre sus influencias cinematográficas, Jonathan Demme contó
a la AFP en una entrevista en 2003, haber sido brevemente
jefe de prensa a los 24 años del director francés François
Truffaut en ocasión de la premier en Estados Unidos de "La
novia vestía de negro" (1968). "Yo aún no sabía que quería
ser cineasta", dijo. "'Disparen sobre el pianista' tuvo un
profundo impacto en mí. Esta película cambió mi forma de ver
el cine".
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Demme comenzó su carrera en el mundo del cine
en la década de 1970, trabajando como director de cine independiente
y documentalista. Demme quería corregir un error. El Silencio
de los Corderos había sido ampliamente aclamada, pero también
había sido acusada de presentar el estereotipo de las personas
homosexuales como seres aterradores. El asesino Buffalo Bill
era un transexual trastornado cuyos instintos asesinos se
vinculaban explícitamente a la desviación sexual. Un día,
alguien detuvo a Demme y le preguntó cómo se sentiría si fuera
un chico gay de 14 años luchando por aceptar su sexualidad
y se le presentara a Buffalo Bill como arquetipo. La crítica
afectó a Demme, quien desconocía la tradición cinematográfica
de demonizar a las personas homosexuales hasta que se le señaló.
Mientras tanto, en su vida privada, estaba aprendiendo de
la manera más dolorosa posible cuán diferente era el trato
hacia los miembros de la comunidad LGBT. El mejor amigo gay
de su esposa, un ilustrador llamado Juan Botas, había sido
diagnosticado con SIDA y, en cuestión de meses, había quedado
reducido a piel y huesos. Sin embargo, en los medios de comunicación,
a menudo se retrataba a las personas homosexuales como si
hubieran atraído la terrible "maldición" del SIDA por sí mismas,
como si su "estilo de vida" fuera la razón por la que su salud
estaba en peligro.
Demme estaba así molesto pero también abrumado
por la culpa. Recordaba su reacción temprana al SIDA: cómo,
junto con muchos otros, había reaccionado instintivamente
como si los afectados por la enfermedad estuvieran contaminados
y fueran impuros. "Mi esposa y yo íbamos en un tren de Manhattan
a Chicago a principios de los años ochenta", dijo a los directores
de People Like Us. "Fuimos más o menos los últimos en salir
del coche restaurante. Quedaba un hombre. El camarero preguntó:
'¿A dónde vas?' Y él dijo: 'Voy a casa... tengo SIDA'. Recuerdo
que me estremecí y hasta me asusté". Quería honrar a Botas
-quien moriría 18 meses antes del estreno de la película-
y también confrontar la ignorancia sobre el SIDA de la cual
él había sido tan culpable como cualquiera. Para hacerlo,
sintió que tenía que crear una película que apelara a los
estadounidenses promedio que consideraban la homosexualidad
como, en el mejor de los casos, antinatural, y en el peor,
mortíferamente pecaminosa, y cuyo terror al SIDA era eclipsado
solo por su falta de comprensión de la enfermedad.
Además de su carrera como director, Demme trabajó
como productor y guionista, y fue un defensor apasionado de
los derechos civiles y la justicia social. Falleció a los
73 años después de una larga batalla contra el cáncer.
Esta película fue Filadelfia, estrenada en 1993,
trata sobre la discriminación y el estigma del VIH/SIDA en
la sociedad estadounidense de los años 90. Tom Hanks interpreta
a Andrew Beckett, un abogado exitoso que es despedido de su
trabajo después de que su jefe descubre que es gay y tiene
VIH. Andrew decide demandar a la firma de abogados por discriminación
y contrata a Joe Miller (interpretado por Denzel Washington),
un abogado afroamericano que inicialmente es reacio a tomar
el caso. A medida que avanza la película, Joe comienza a comprender
la magnitud del estigma y la discriminación que enfrentan
las personas con VIH/SIDA y se compromete a ayudar a Andrew
en su lucha por la justicia. La película aborda temas como
la discriminación, la homofobia y el VIH/SIDA, y es considerada
una de las primeras películas importantes en abordar estos
temas con honestidad y humanidad. "Filadelfia" fue bien recibida
por la crítica y recibió numerosos premios, incluyendo el
Oscar a Mejor Actor para Tom Hanks.
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Nada hacía presagiar que aquel chico salido
de la factoría de Roger Corman en los 70, que se había iniciado
en la dirección con productos de «sexploitation» como «La
cárcel caliente» (1974), estaba llamado a reconfigurar el
género del «thriller» con una cinta inusual que no sólo se
ganaría el favor del público sino que conquistaría por completo
a los exigentes y a menudo conservadores académicos de Hollywood.
Los 90 serían, sin duda, su década, después
de que en los años precedentes probara fortuna en la comedia
de enredo con «Chicas en pie de guerra», «Algo salvaje» (que
supone la primera aparición en cine de Melanie Griffith) y
«Casada con todos». Fue entonces cuando cayó en sus manos
el guión que Ted Tally elaboró de la novela de Thomas Harris,
que el propio escritor había adelantado a Tally, amigo suyo,
incluso antes de publicarse. Ese era el germen de lo que sería
«El silencio de los corderos», pero lo primero que encontró
Demme fueron negativas: Michelle Pfeiffer, con quien había
trabajado en «Casada con todos», y Gene Hackman decidieron
no participar al considerar sus papeles «demasiado violentos».
Recogerían el guante Anthony Hopkins y Jodie Foster como el
lascivo, inteligente, astuto Hannibal Lecter, el caníbal,
y la joven inspectora del FBI Clarice Starling, una de las
primeras heroinas del cine de género, encargada de rastrear
a un asesino en serie con la ayuda del retorcido Lecter.
Los cara a cara de ambos, en planos cerrados,
asfixiantes, la propia crudeza de los diálogos y algunas imágenes
icónicas (la autopsia, la máscara de Hannibal) y ese «ten
con ten» profesional de dos actores que a partir de ahí impulsarían
definitivamente sus carreras, fueron los ingredientes principales
que contribuyeron a crear un fenómeno alrededor de este filme,
que logró recaudar 272 millones respecto a los 19 que había
costado. Aquel mismo año, en la gala de los Oscar, cosechó
las cinco estatuillas más importantes: película, director,
actor, actriz y guión, un hito que antes sólo habían logrado
«Sucedió una noche» (1934) y «Alguien voló sobre el nido del
cuco» (1975).
El recuerdo del ilustrador Juan Botas (Gijón,
1958) estuvo muy presente para su gran amigo Jonathan Demme
a la hora de abordar y tratar una de sus películas más conocidas,
"Philadelphia". Botas murió víctima del sida el 24 de agosto
de 1992 en Nueva York. Había contraído la enfermedad en 1989.
Antes de fallecer codirigió un documental sobre un grupo de
seropositivos, él incluido, y que fue producido por Demme.
Alumno del gran diseñador gráfico Milton Glaser (creador del
famoso "Amo Nueva York", con quien trabajó entre 1983 y 1986,
Botas publicó sus trabajos en "Newsweek", "The New York Times"
y "Vogue". Aunque en su momento se especuló con que el personaje
de Antonio Banderas, novio del protagonista encarnado por
Tom Hanks (que ganó un "Oscar"), estaba inspirado en Juan
Botas, la película, más que tomar prestadas partes de la vida
del ilustrador, fue un homenaje a quien Demme consideraba
"un gran amigo. Pude ser testigo del coraje y espiritualidad,
e incluso del sentido del humor con el que afrontó una enfermedad
tan devastadora. He tratado de honrar su heroísmo".
23
- Julio - 2023 |
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R. Oppenheimer
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Todo apuntaba a que la película iba a causar
sensación, pues detrás de ella está un cineasta como Christopher
Nolan, tan proclive a presentar, en sus siempre espectaculares
y complejos filmes, asuntos que tienen que ver con la dimensión
del tiempo de índole físico-matemática. Así, Cillian Murphy
encabeza el reparto de «Oppenheimer», junto a una pléyade
impresionante de otras estrellas del cine norteamericano.
La cinta cuenta cómo el físico trabajó y lideró el proceso
que llevaría a la invención de la bomba atómica. Con este
planteamiento, vemos al personaje sufrir remordimientos frente
a semejante arma, pues no en vano se mostró contrario a ella
el resto de sus años. Nolan ha adaptado el libro «Prometeo
americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer»
(traducción de Raquel Marqués García), que publicaron en 2005
Kai Bird y Martin J. Sherwin y que les valió el premio Pulitzer
al año siguiente. Y no es para menos a tenor del extraordinario
trabajo de estos investigadores, el primero un autor especializado
en las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y en las relaciones
entre Estados Unidos y Oriente Próximo, y el segundo –muerto
en 2021–, experto en armas nucleares y profesor universitario.
A raíz de haberse pasado treinta años entrevistando a familiares,
amigos y colegas de Oppenheimer, o de rebuscar información
en archivos del FBI, se fue haciendo esta biografía que es
a la vez un análisis del periodo de la Guerra Fría y la conformación
política y cultural estadounidense moderna.
El libro se abre avanzando uno de los momentos
más críticos de la vida de Oppenheimer, cuando, un poco antes
de la Navidad de 1953, se dirigía a casa de su abogado, en
Washington D.C., tras haber recibido una carta proveniente
del presidente de la Comisión de Energía Atómica. En ella,
se le comunicaba que, «tras volver a revisar su historial
y sus filiaciones políticas, se lo declaraba una amenaza para
la seguridad nacional»; de este modo, se le especificaban
treinta y cuatro cargos «que iban desde lo absurdo (“consta
que en 1940 usted figuraba como contribuyente de los Amigos
del Pueblo Chino”) hasta lo político (“desde el otoño de 1949
en adelante mostró una fuerte oposición al desarrollo de la
bomba de hidrógeno”)». Visto así, la trayectoria de Oppenheimer
es la de un ascenso meteórico y una caída devastadora. Bird
y Sherwin exploran tal cosa y además consiguen mostrar la
personalidad y pensamientos de un Oppenheimer que, desde que
se lanzaron las bombas atómicas en suelo nipón, «albergaba
la vaga sensación de que en su camino lo esperaba algo oscuro
y ominoso».
Era el tiempo en que se cernía el anticomunismo
en los Estados Unidos de la posguerra, lo que derivó, en su
caso, en que le pincharan los teléfonos de su casa y de su
despacho, o que la prensa publicara infamias con respecto
a su pasado. No en vano, como apuntan los autores, «las actividades
izquierdistas que había llevado a cabo en la década de 1930
en Berkeley, combinadas con la oposición que había mostrado
en la posguerra ante los planes de las Fuerzas Aéreas, que
pretendían lanzar bombas atómicas de forma masiva y estratégica
–planes que él calificaba de genocidas–, enfurecieron a muchas
figuras poderosas de Washington, entre los que se encontraban
J. Edgar Hoover, el director del FBI».
«Prometeo americano» nos introduce en la vida
de Oppenheimer desde su infancia en Nueva York hasta Los Álamos
y, cómo, en paralelo, vio la forma en que la ciencia evolucionó
de forma extraordinaria desde su juventud; primero, vemos
el modo en que se forma como estudiante en Gotinga, Alemania,
en el emergente campo de la física cuántica, «una ciencia
nueva que adoraba y de la que hacía proselitismo», y a continuación
lo veremos en la Universidad de California (Berkeley) mientras
el país vive la Gran Depresión y se va notando el advenimiento
del fascismo.
En aquel 1954 que contempló la desesperación
de Oppenheimer al verse humillado y señalado en plena época
de McCarthy, acababa una vida profesional que lo había llevado
a una colosal fama. Y es que «era el Prometeo de Estados Unidos,
“el padre de la bomba atómica”, el hombre que había liderado
la empresa de arrebatar a la naturaleza el impresionante fuego
del sol para dárselo a su país en tiempos de guerra. Después
había hablado con sensatez acerca de sus peligros y con esperanza
acerca de sus beneficios potenciales». Pero ya su voz estaba
silenciada. Así, los autores estudian cómo el científico fue
primero alabado y luego defenestrado por la misma prensa,
por los mismos políticos. El lector podrá conocer su querencia
por la literatura y la química, su paso por los Laboratorios
Cavendish de Cambridge, cuando la física clásica iba a ser
sustituida por la cuántica, o sus peripecias como mujeriego.
Una de sus amantes, la psiquiatra, médico y reportera Jean
Tatlock, induciría a Oppenheimer a compartir sus ideas antifascistas
y simpatizar con el Partido Comunista. Tal compromiso político
acabaría siendo un toque de atención para él, al notar que
ello podía perjudicar su reputación, de modo que abandonó
esa relación y el activismo para acabar teniendo una vida
apacible junto a la que se convertiría en su esposa, Kitty
Harrison.
Hiroshima después de la primera bomba atómica
lanzada por Estados Unidos el 6 de agosto de 1945.
Pásate por el resumen temático
>> Intro.
Pero lo más jugoso será conocer los antecedentes
de la bomba atómica en los años cuarenta, con un Oppenheimer
como director del laboratorio armamentístico del complejo
militar de Los Álamos. El objetivo era un proyecto, denominado
Manhattan, que al comienzo, a ojos del físico, podía contribuir
a la paz mundial; y lo cierto es que estaba pensada para derrotar
al ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. Pero entonces
Alemania se rindió y la bomba empezó a ser concebida para
otro destino: intimidar a soviéticos y japoneses. Hubo una
primera prueba, en secreto, en el desierto en julio de aquel
año, y la demostración de fuerza del artefacto fue de tales
dimensiones, que Oppenheimer dijo a un colega: «Ahora somos
todos unos hijos de puta». Era el comienzo de sus dudas y
al fin de su arrepentimiento. Esta actitud, que empezaba a
cuestionar su labor, con el punto de inflexión del lanzamiento
de bombas de uranio sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto,
le hará verse contra las cuerdas: «Truman tenía una curiosidad
natural por conocer al famoso físico, de quien sabía, por
la fama que lo precedía, que era una figura elocuente y carismática»,
pero se indignó cuando este le espetó: «Señor presidente,
siento que tengo las manos manchadas de sangre». Sin embargo,
esta franqueza le supuso ser llevado a juicio; no se podía
permitir que «nadie se desviara de las posiciones más conservadoras
en asuntos nucleares», de tal manera que Oppenheimer pasaba
a ser sospechoso. Había sido un héroe y un patriota, para
luego convertirse en prácticamente un traidor. Pero entonces,
en el plano internacional, su imagen gozó de cierta reparación,
dado que pasó a ser algo aún más atractivo: un científico
mártir, como Galileo».
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Cassidy se centra en la aportación científica.
Monk, en su conflictiva vida interior.
Aquel coronel de Inteligencia y antiguo entrenador
de fútbol americano se quedó atónito. Ante él se encontraba
el director del proyecto científico más importante y secreto
de la historia de la humanidad y ese hombre, con su característica
seguridad en sí mismo, le estaba confesando abiertamente que
unos amigos suyos que actuaban como intermediarios del cónsul
soviético en San Francisco le habían pedido información acerca
de las actividades que estaban desarrollando en Los Álamos.
"Por supuesto es traición, aunque a mí me parecería bien la
idea de que el comandante en jefe comunicara a los rusos que
estamos trabajando en este asunto". Aquel hombre era el físico
estadounidense Robert Oppenheimer y "este asunto" era la bomba
atómica que su laboratorio buscaba a toda velocidad para hacerse
con ella antes que los nazis y ganar la Segunda Guerra Mundial.
Aquella conversación grabada en secreto fue otra bomba de
efecto retardado que 10 años después, en la década de los
cincuenta —en plena caza de brujas anticomunista—, hundiría
a quien hasta ese momento era uno de los grandes héroes de
EE.UU.
Los Álamos: el laboratorio de la bomba atómica
se marchita.
El funesto interrogatorio al que el ladino e
implacable cazador de comunistas coronel Pash sometió al director
científico del proyecto Manhattan —el director militar era
el general Leslie Groves— sirve de clave de bóveda a una impresionante
biografía que se alzó con el Pulitzer, que al fin podremos
leer traducida al español casi dos décadas después de su publicación
en inglés y en la que se basa la nueva película de Christopher
Nolan a estrenar este 2023: Prometeo americano: el triunfo
y la tragedia de J. Robert Oppenheimer (Debate). Los autores,
Kai Bird y el fallecido Martin J. Sherwin, dedicaron 30 años
de investigación de archivos, entrevistas, análisis de cintas
y hallazgos documentales a la biografía del hombre que, como
el Prometeo de la tragedia griega, robó el fuego del sol a
los dioses dando lugar al arma más mortífera nunca descubierta
para después, sobrecogido por los efectos destructores de
su propia invención, dedicar el resto de su vida a luchar
contra la proliferación nuclear.
"Curiosamente, desde que se arrojaron las bombas
atómicas en Hiroshima y Nagasaki, Oppenheimer albergaba la
vaga sensación de que en su camino lo esperaba algo oscuro
y ominoso. Unos años antes, a finales de la década de 1940,
cuando se había convertido en una figura verdaderamente emblemática
en la sociedad estadounidense, como el científico y el consejero
político más respetado y admirado de su generación —había
incluso aparecido en la portada de las revistas Time y Life—,
leyó el relato La bestia en la jungla, de Henry James. Se
quedó impresionado por esa narración obsesiva de egolatría
atormentada en la que al protagonista lo persigue la premonición
de que 'algo raro y extraordinario', posiblemente prodigioso
y terrible, le sucedería 'tarde o temprano'. Fuera lo que
fuera, estaba seguro de que lo 'arrollaría".
Extremadamente inteligente e imaginativo, Oppenheimer
también había sido un hombre muy de izquierdas a quien la
derrota republicana en la Guerra civil española dejó una profunda
huella y que, si bien no llegó a militar nunca en el Partido
Comunista de EEUU, sí simpatizó con sus objetivos como la
mayoría de sus amigos y compañeros de la Universidad de Berkeley
así como su propia mujer Kitty. Y fue en ese contexto, pocas
semanas antes de partir al desierto de Nuevo México para ponerse
al frente del laboratorio que debía conseguir la fusión del
átomo con fines militares antes que Alemania, cuando un incidente
en principio insignificante en la cocina de la casa de Eagle
Hill donde vivía el físico con su familia acabaría por trastocar
toda su vida posterior. Hoy se conoce como el caso Chevalier.
11
- Agosto - 2023 |
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Rachel Carson
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Rachel Louise Carson (27 de mayo de 1907 - 14
de abril de 1964) fue una bióloga marina y conservacionista
estadounidense que, a través de la publicación de Primavera
silenciosa en 1962 y otros escritos, contribuyó a la puesta
en marcha de la moderna conciencia ambiental. Carson comenzó
su carrera como limnóloga en el U.S. Bureau of Fisheries,
a partir de la década de los años 1950, se dedicó a tiempo
completo a su actividad como escritora naturalista. Su obra
The Sea Around Us fue ampliamente elogiada y supuso un gran
éxito de ventas. Por esta obra ganó el National Book Award,
alcanzando reconocimiento como escritora de talento y seguridad
económica. Su siguiente libro, The Edge of the Sea, y la reedición
revisada de su primer libro, Under the Sea Wind, también fueron
superventas. Esta trilogía explora la vida en los océanos
desde las costas hasta las profundidades. A finales de los
años 1950, Carson viró su atención hacia la conservación,
especialmente hacia los problemas que ella consideraba que
eran causados por el uso de pesticidas sintéticos. El resultado
fue el libro Primavera Silenciosa (1962), el cual llevó a
un nivel sin precedentes la preocupación sobre el medio ambiente
en la conciencia colectiva de la sociedad estadounidense.
Primavera Silenciosa también se encontró con la feroz oposición
de empresas químicas, impulsó un cambio en la política nacional
sobre pesticidas, lo que llevó a una prohibición a nivel nacional
del DDT y otros pesticidas, e inspiró un movimiento ambiental
de base que llevó a la creación de la Agencia de Protección
Ambiental de los Estados Unidos. Carson fue premiada a título
póstumo con la Medalla Presidencial de la Libertad por Jimmy
Carter.
Vivió sus primeros años en la granja de su familia
en Springdale, Pensilvania, justo a orillas del río Allegheny.
Desde muy joven fue una ávida lectora y pasaba su tiempo libre
explorando las 26 hectáreas de la granja familiar. Comenzó
a escribir historias a los ocho años (normalmente relacionadas
con animales) y publicó su primera historia en la revista
St. Nicholas Magazine a los once años. Disfrutaba leyendo
esa revista además de los trabajos de Beatrix Potter y las
novelas de Gene Stratton-Porter. A los diez años ya había
leído a Herman Melville, Joseph Conrad y Robert Louis Stevenson.
El mundo natural, en particular el océano, era el tema común
de su literatura favorita.
Carson asistió al colegio Springdale hasta el
décimo curso y después completó la escuela secundaria en el
cercano Instituto Parnassus de Pensilvania en 1925, graduándose
la primera de su promoción entre otros cuarenta y cinco estudiantes.
En el Pennsylvania College for Women (actualmente Universidad
de Chatham), al igual que en la escuela secundaria, llevaba
una vida solitaria. Impulsada por sus inquietudes literarias,
inició un major en Lengua y literatura inglesa, pero enseguida
cambió la especialidad de sus estudios por Biología, aunque
siguió colaborando para el suplemento literario del periódico
estudiantil. Aunque fue admitida para acceder a la Universidad
Johns Hopkins, fue obligada a permanecer en el Pennsylvania
College for Women otro año más debido a dificultades económicas.
Finalmente se graduó magna cum laude. Después
de un curso de verano en el Marine Biological Laboratory,
continuó sus estudios en Zoología y Genética en la Universidad
Johns Hopkins en el otoño de 1929. Formada como bióloga, continuó
estudiando su maestría en Zoología que terminó en junio de
1932. Habría intentado estudiar un doctorado, pero en 1934
Carson se vio obligada a dejar la Universidad Johns Hopkins
para tomar un puesto de profesora a tiempo completo para ayudar
a la economía familiar. En 1936, tras la muerte de su padre,
entró al servicio de la Administración de Pesca y Vida Salvaje
(U. S. Fish and Wildlife Service), para la que ejerció como
autora de textos divulgativos, incluidos guiones radiofónicos.
Publicó muchos artículos y varios libros sobre temas marinos,
que llegaron a tener mucho éxito entre los críticos y el público
general. Habiéndose mudado por razones familiares al campo
de Maryland empezó a observar los devastadores efectos que
los pesticidas, sobre todo el DDT, tenían sobre la vida silvestre.
Animada también por el hecho que funcionarios,
científicos y activistas habían desarrollado la misma preocupación,
inició la elaboración de su obra más influyente, Primavera
silenciosa, que vio la luz al cabo de cuatro años, en 1962.
Es notable la oposición que recibió aún antes de su publicación,
tanto por instancias oficiales como por la industria, llegando
a ser acusada de comunista. El libro tuvo una enorme influencia,
proporcionando unidad y fuerza a lo que hasta entonces era
una conciencia incipiente y dispersa, ayudando a que se cristalizara
el movimiento ecologista.
Primavera silenciosa (1962), de la bióloga marina
y zoóloga estadounidense Rachel Louise Carson (1907-1964),
es un libro que es preciso conocer ya que aborda uno de los
problemas más graves que produjo el siglo XX: la contaminación
que sufre la Tierra. Utilizando un lenguaje transparente,
el rigor propio del mejor análisis científico y ejemplos estremecedores,
Carson denunció los efectos nocivos que para la naturaleza
tenía el empleo masivo de productos químicos como los pesticidas,
el DDT en particular. Se trata, por consiguiente, de un libro
de ciencia que va más allá del universo científico para adentrarse
en el turbulento mundo de "lo social". Su trascendencia fue
tal que hoy está considerado uno de los principales responsables
de la aparición de los movimientos ecologistas a favor de
la conservación de la naturaleza. De hecho, Primavera silenciosa
consiguió lo que pocos textos científicos logran: iluminar
nuestros conocimientos de procesos que tienen lugar en la
naturaleza y despertar el interes de la sociedad tanto por
la ciencia que es necesaria para comprender lo que sucede
en nuestro planeta, como por la situación presente y futura
de la vida que existe en el.
Carson murió a los 56 años por un cáncer de
mama, antes de ver realizadas las consecuencias que contribuyeron
al cambio en la legislación y en la conciencia pública. En
este último sentido, su obra marca el momento en que socialmente
se comprende que la naturaleza es un todo complejo, cuyas
partes están intrincadamente relacionadas y que las consecuencias
indirectas de cualquier acción, también para la salud humana,
son difíciles de predecir y deben ser vigiladas. La mayor
crítica que ha recibido confirma precisamente este punto de
vista; se refiere a que la prohibición del uso del DDT dio
lugar a una recuperación de las elevadas tasas de morbilidad
por malaria anteriores a su introducción. Lo cual, generó
un fuerte debate mediado por intereses económicos, sociales
y ambientales. En todo caso, la obra y el testimonio de Rachel
Carson fue la que ayudó a la creación, años después de su
muerte, de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos
(Environmental Protection Agency), a controlar el uso del
DDT y de otros pesticidas, a la celebración del Día de la
Tierra, a las leyes que se dictaron en muchos países del planeta
sobre pesticidas, insecticidas, fungicidas, rodenticidas y
productos similares y al desarrollo del movimiento filosófico
y político que hoy es conocido como ecologismo.
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