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13 - Julio - 2020
>>>> Ser humano > Folklore nipón

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Un kodama es un espíritu del folclore japonés que vive en un árbol (similar a las dríade de la mitología griega). También se conoce como kodama al propio árbol donde habita uno de estos espíritus. Por otro lado, el fenómeno del eco, dentro del folclore japonés, también es conocido por este nombre. La isla desprende un caracter complejo y buena muestra es la pasión por lo sobrenatural.

Los kodamas son espíritus de la mitología del Japón, habitantes de los bosques espesos. Por lo general tienen apariencia humana y cada individuo es único en su aspecto y personalidad. Se dice que pueden presentarse en formas no humanas, y pueden parecer tan hermosos o terribles como deseen. La mayoría de ellos se muestran con una apariencia adorable. Sus cuerpos, de baja estatura, son semitransparentes, verde pálido o blancuzco. En la mitología nipona se les conoce como los espíritus de los árboles en general. No necesariamente representan a un árbol en particular, aunque algunos de ellos están asociados directamente con un árbol específico. Se cree que estos espíritus pueden trasladarse a otro árbol, o renacer a través de su semilla. La mayoría de estos espíritus se disgustan ante aquellos que no tienen respeto por el medio ambiente. Si un árbol es cortado de forma irresponsable, uno o más kodamas pueden buscar venganza. La mayoría de estos espíritus son de carácter pacífico y tranquilo, les gusta compartir conocimientos y sabiduría con aquellos que saben cómo comunicarse con ellos. Los kodamas son sorprendentemente espíritus fuertes y poderosos dada su larga vida. Su comunicación con el mundo y fuerzas va más allá del entendimiento de muchos otros seres.

Hemos visto a estas criaturas, los kodamas, dentro de películas anime como ‘La Princesa Mononoke’, una de las obras maestras de Studio Ghibli. Espíritus ancestrales cuya historia se lleva escuchando desde siglos atrás y cuya residencia se encuentra exactamente en los bosques.

La mitología japonesa es un sistema extremadamente complejo de creencias. El panteón Shinto por sí solo se compone de una colección numerosa de kami ("dioses" o "espíritus" en japonés). A pesar de la influencia de la civilización china antigua, una parte muy importante de la religión y mitología japonesa son únicas. Contiene tradiciones Shinto y budistas así como creencias populares agrícolas. Por otra parte, a diferencia de la mitología griega, nórdica y egipcia, es relativamente difícil distinguir cuál es verdaderamente un "mito" para los japoneses.

Los mitos japoneses convencionales se basan en el Kojiki, en el Nihonshoki y algunos libros complementarios. El Kojiki que literalmente significa "registro de cosas antiguas" es el libro más viejo reconocido sobre mitos, leyendas, y la historia de Japón y el Nihonshoki es el segundo más antiguo. El Shintoshu explica orígenes de deidades japonesas desde una perspectiva budista mientras que el Hotsuma Tsutae registra una versión diferente sobre la mitología. Un resultado notable de la mitología japonesa es que explica el origen de la familia imperial, y les representa como descendencia divina. La palabra japonesa para Emperador en Japón, tenno, significa el "Soberano celestial".

Una de las hijas del rey dragón que vive en el fondo del mar. Utagawa Kuniyoshi (1797–1861).

Los primeros dioses convocaron dos criaturas divinas a la existencia, el macho Izanagi y la hembra Izanami, y les encargaron la creación de la primera tierra. Para ayudarles a realizar esto, se les dio a Izanagi e Izanami una lanza decorada con joyas, llamada Amenonuhoko (lanza de los cielos). Entonces, las dos deidades fueron al puente entre el Cielo y la Tierra, Amenoukihashi (puente flotante de los cielos) y agitaron el océano con la lanza. Cuando las gotas de agua salada cayeron de la punta de la lanza, formaron la isla Inojoro (auto-formada).

Descendieron del puente de los cielos e hicieron su casa en la isla. Ya que deseaban unirse construyeron un pilar llamado Amenomihashira y alrededor de él levantaron un palacio llamado Yahirodono (la habitación cuya área es de 8 brazos). Izanagi e Izanami giraron alrededor del pilar en direcciones opuestas y cuando se encontraron, Izanami, la deidad femenina, habló primero con un saludo. Izanagi pensó que esta no era la manera apropiada, sin embargo se unieron de todos modos. Tuvieron dos hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas) pero fueron mal hechos y no se consideraron dioses. Pusieron a los niños en un bote y los embarcaron al mar. Entonces les pidieron a los otros dioses una respuesta sobre lo que hicieron mal. Ellos respondieron que el dios masculino debió haber iniciado la conversación durante la "Ceremonia de Unión". Así que Izanagi e Izanami se dirigieron alrededor del pilar una vez más, y esta vez, cuando se encontraron, Izanagi habló primero y su matrimonio fue exitoso. De esta unión nacieron el ohoyashima, o las ocho grandes islas de la cadena japonesa:

- Awazi.

- Iyo (posteriormente Shikoku).

- Ogi.

- Tsukusi (posteriormente Kyushu).

- Iki.

- Tsushima.

- Sado.

- Yamato (posteriormente Honshu).

Nótese que Hokkaido, Chishima, y Okinawa no fueron parte de Japón en los tiempos antiguos.

Crearon seis islas más y muchas deidades. Sin embargo, Izanami murió al dar a luz al infante Kagutsuchi (encarnación del fuego) o Ho-Masubi (causante del fuego). Fue enterrada en el “Monte Hiba”, en la frontera de las viejas provincias de Izumo y Hoki, cerca de Yasugi en la Prefectura de Shimane. Sumido en cólera, Izanagi mató a Kagutsuchi. Su muerte también creó docenas de deidades. Los dioses nacidos de Izanagi e Izanami son simbólicos sobre aspectos importantes de la naturaleza y la cultura, acorde a la costumbres, muchos y variados.

Izanagi se lamentó de la muerte de Izanami y emprendió un viaje a Yomi o "la tenebrosa tierra de los muertos". Izanagi encontró muy poca diferencia entre Yomi y el mundo terrenal, excepto por la oscuridad eterna. Sin embargo, esta oscuridad sofocante fue suficiente para provocarle dolor en ausencia de la luz y la vida en la tierra de arriba. Rápidamente busco a Izanami y la encontró. En un principio Izanagi no pudo verla por completo debido a que las sombras ocultaban su apariencia. Sin embargo él le pidió a ella que regresara con él. Izanami le escupió, indicándole a Izanagi que ya era demasiado tarde. Ella ya había probado el alimento del inframundo y ahora ya era una con la tierra de los muertos.

Ella no podría regresar más a la vida. Izanagi se quedó impactado por estas noticias, pero aun así renunció a ceder antes los deseos de Izanami de quedarse en la oscuridad de Yomi. Izanami aceptó volver al mundo superior, pero antes le pidió a Izanagi que le dejara tiempo para dormir y que no entrara en su dormitorio. Mientras que Izanami dormía, él tomó el peine que sostenía su largo cabello y lo encendió como una antorcha. Bajo la repentina explosión de luz, él vio la horrible forma de la una vez hermosa y agraciada Izanami. Ahora ella era una forma de carne en descomposición con gusanos y criaturas asquerosas que se deslizaban sobre su cuerpo destrozado. Gritando ruidosamente, Izanagi no tuvo control sobre su miedo y comenzó a correr, intentando volver a la vida y abandonando a su esposa muerta. Izanami se despertó llorando indignada y lo persiguió. Shikomes salvajes o las mujeres asquerosas también persiguieron al asustado Izanagi, guiadas por Izanami para atraparlo.

Yomotsu-shikome (Mujer-fea-del-inframundo), en la mitología japonesa, era una mujer vieja y fea enviada por la diosa muerta Izanami para perseguir su marido Izanagi, por haberla humillado al romper su promesa de no ver su cadáver putrefacto en el Inframundo (Yomi-no-kuni).

Pensando rápidamente, Izanagi lanzó su gorro, el cual se convirtió en un racimo de uvas negras. Las shikome tropezaron con éstas pero continuaron su búsqueda. Después, Izanagi lanzó su peine, que se convirtió en un grupo de brotes de bambú. Ahora eran las criaturas de Yomi quienes comenzaron a perseguirlo, pero Izanagi orinó en un árbol, creando un gran río que aumentó su aplomo. Desafortunadamente, todavía persiguieron a Izanagi, forzándolo a lanzar melocotones sobre ellos. Él sabía que esto no los retrasaría por mucho tiempo, pero él ya estaba casi libre, porque los límites de Yomi ahora estaban más cerca. Izanagi llegó rápidamente a la entrada y empujo un canto rodado en la boca de la caverna, la cual era la entrada a Yomi. Izanami gritó detrás de esta impenetrable barricada y le dijo a Izanagi que si él no la dejaba salir ella destruiría a 1.000 residentes vivos cada día.

Él furiosamente le contestó que entonces el daría vida a 1.500. Y de esta manera comenzó la existencia de la muerte, causada por las manos de la orgullosa Izanami, la esposa abandonada de Izanagi.

Izanagi se fue a purificar después de recuperarse de su descenso a Yomi. Mientras se desnudaba y se quitaba los adornos de su cuerpo, cada artículo que él dejaba caer al suelo formó una deidad. Incluso surgieron más dioses cuando él se sumergió en el agua para lavarse. Los más importantes fueron creados de su rostro una vez que éste se lo lavó:

- Amaterasu (encarnación del sol) de su ojo izquierdo.

- Tsukuyomi (encarnación de la luna) de su ojo derecho.

- Susanoo (encarnación del viento o de la tormenta) de su nariz.

Izanagi se dispuso a dividir el mundo entre ellos con Amaterasu heredando los cielos, Tsukuyomi tomando el control de la noche y la luna y el dios tormenta Susano'o poseyendo los mares.

Amaterasu, la poderosa diosa del sol de Japón, es la deidad más conocida de la mitología japonesa. Sin embargo, su incontrolable hermano Susano'o, es igualmente infame y aparece en varios cuentos.

Una historia dice del comportamiento imposible de Susano'o contra Izanagi. Izanagi, cansado de las quejas repetidas de Susano'o, lo desterró al Yomi. Susano'o a regañadientes lo consintió pero tenía asuntos pendientes que atender primero. Él fue a Takamanohara (cielo) a despedirse de su hermana, Amaterasu. Amaterasu conocía que su imprevisible hermano no tenía ninguna buena intención en mente y se preparaba para la batalla. "¿Con qué propósito has venido aquí?" pregunto Amaterasu. "Para decir adiós," contestó Susano'o. Pero ella no creyó sus palabras y solicitó una competencia para probar su buena fe. El desafío fue fijado en cuanto a quién produciría el niño divino más noble. Amaterasu hizo a tres mujeres de la espada de Susano'o, mientras que Susano'o hizo a cinco hombres de la cadena de ornamento de Amaterasu. Amaterasu otorgó el título a los cinco hombres hechos de sus pertenencias. Por lo tanto, atribuyeron a las tres mujeres a Susano'o. Es suficiente con decir, que ambos dioses se declararon vencedores. La insistencia de Amaterasu en su demanda condujo Susano'o a campañas violentas que alcanzaron su clímax cuando él lanzó un potro medio desollado -un animal sagrado para Amaterasu- en la sala donde Amaterasu tejía, causando la muerte de uno de sus asistentes.

Amaterasu huyó y se ocultó en la cueva llamada el Iwayado. Mientras que la encarnación del sol desapareció en la cueva, la oscuridad cubrió el mundo. Todos los dioses y diosas en turno, trataron de convencer a Amaterasu para que saliese de la cueva, pero ella los rechazó a todos. Finalmente, el kami de la festividad, Ame-no-Uzume, tramó un plan. Ella colocó un gran espejo de bronce en un árbol, frente a la cueva de Amaterasu. Luego Uzume se arropó en flores y hojas y volcó una tina de baño, y comenzó a bailar sobre ella, percusionando la tina con sus pies. Finalmente, Uzume se deshizo de las hojas y flores y bailó desnuda. Todos los dioses masculinos se hartaron de reír. Cuando ella se asomó después de su larga estancia en la oscuridad, un rayo de la luz llamado "amanecer" escapó y Amaterasu se deslumbró por su propio reflejo en el espejo. El dios Ame-no-Tajikarawo la sacó fuera de la cueva y ésta fue sellada con una cuerda sagrada [shirukume].

Rodeada por la festividad, la depresión de Amaterasu desapareció y ella accedió a devolver su luz al mundo. Desde entonces Uzume fue conocida como el kami del amanecer y también como el de la festividad.

Amaterasu O-Mikami o Amaterasu Okami es la diosa del Sol en el sintoísmo y antepasada de la familia imperial de Japón según los preceptos de dicha religión. También conocida como ohiru-menomuchi-no-kami, su nombre significa ‘diosa gloriosa que brilla en el cielo’. Es una de las deidades sintoístas (megami) más importantes.

Susano'o, que fue exiliado del cielo, llegó a la Provincia Izumo (ahora parte de la Prefectura de Shimane). Al llegar se encontró a un viejo y a su esposa sollozando al lado de su hija. La vieja pareja explico que, originalmente, tuvieron ocho hijas quiénes fueron devoradas una a una, cada año, por el dragón llamado Yamata-no-orochi ("serpiente de ocho picos", de la cual se decía se originó de Kosi que es ahora la región Hokuriku). El terrible dragón tenía ocho cabezas y ocho colas. Kusinada o Kushinada-Hime (princesa del arroz blanco) era la última de las ocho hijas. Susano'o, que se dio cuenta inmediatamente de la relación de la vieja pareja con la diosa del sol Amaterasu, ofreció su ayuda en pago de la mano de su hermosa hija. Los padres aceptaron y Susano'o transformó a Kushinada en un peine y la ocultó en su pelo. También ordenó construir una cerca alrededor de la casa, con ocho puertas abiertas en la cerca, ocho mesas colocadas en cada puerta, ocho barriles colocados en cada mesa y cada uno de los barriles llenados con licor de arroz elaborado ocho veces. El dragón Orochi, al llegar al lugar, quedó fascinado por el licor, lo bebió y durante el estupor que le produjo, Susano'o lo asesinó y un río cercano se tornó rojo con la sangre del dragón. Cuando Susano'o cortó el dragón en pedazos, encontró una excelente espada en su cola, tan dura que su propia espada no la había podido cortar. Posteriormente la espada fue presentada a Amaterasu y la llamaron “Ame no Murakumo no Tsurugi” (más tarde llamada Kusanagi). Esta espada sería la protagonista en muchos otros cuentos posteriores.

Yamata-no-Orochi (lit. gran serpiente dividida en ocho) es un monstruo de la mitología japonesa. Está descrito en los libros sintoístas Kojiki y Nihonshoki como una deidad que vivía en la zona llamada Torikami, en el país de Izumo. Aunque también se dice que es una versión japonesa de la hidra de Lerna. Tiene ocho cabezas y ocho colas, por lo cual se le llama "Yamata". "Orochi" significa "serpiente gigante", y suele venerarse como la deidad de la montaña en el sintoísmo. Susanoo matando al Yamata no Orochi, por Toyohara Chikanobu.

Onamuji (también conocido como Okuninushi) era un descendiente de Susanowo. El, junto con sus muchos hermanos, compitió por la mano de la princesa Yakami de Inaba. Mientras viajaba de Izumo a Inaba para cortejarla, los hermanos se encontraron un conejo desollado yaciendo en una playa. Al ver esto le dijeron al conejo que se bañase en la playa y se secara con el viento en una alta montaña, el conejo les creyó y sufrió en agonía. Onamuji, quien se reía a espaldas de sus hermanos, llegó y vio al conejo dolorido y mando al conejo a bañarse en agua fresca y cubrirse con un polvo de la flor gama (cattail). El conejo sanado, quien en realidad era una deidad, le informo a Onamuji que el seria quien desposaría a la Princesa Yakami. Las pruebas de Onamuji fueron muchas y murió en dos ocasiones por sus celosos hermanos. En las dos ocasiones su madre Kusanda-hime lo salvaría. Perseguido por sus enemigos, él se aventuró al reino de Susanowo donde él se encontró con la hija del vengativo dios, Suseri-hime. Susanowo probaría a Onamuji en varias ocasiones pero al final, Susanowo aprobó al joven muchacho y predijo su victoria contra sus hermanos. Aunque la tradición Yamato atribuye la creación de las islas japonesas a Izanagi y a Izanami, la tradición Izumo dice que Onamuji, junto con un dios enano llamado Sukunabiko, contribuirían o por lo menos acabarían la creación de las islas de Japón.

Miyako, paraíso tropical en el sur de Japón. Al margen de las creencias sobre su origen.

Ninigi, nieto de Amaterasu, conoció a la Princesa Konohana-sakuya (símbolo de las flores), la hija de Yamatumi (amo de las montañas). Ellos se enamoraron y Ninigi pidió a Yamatumi la mano de su hija. El padre estuvo tan complacido que ofreció la mano de sus dos hijas, Iwanaga (símbolo de piedra) y Sakuya (símbolo de flores). Pero Ninigi solo se casó con Sakuya y rehusó a Iwanaga. "Iwanaga está bendecida con la eternidad y Sakuya con la prosperidad", Yamatumi dijo en lamentación, "al rehusar a Iwanaga, tu vida será breve de ahora en adelante". Debido a esto, Ninigi y sus descendientes se hicieron mortales. Sakuya concibió de noche y Ninigi dudo de ella. Para probar la legitimidad de sus niños, Sakuya juro por su suerte y se arriesgó; ella incendio su habitación mientras daba luz a sus tres hijos y debido a esto, Ninigi reconoció su castidad. Los nombres de los niños fueron Hoderi, Hosuseri, y Howori.

Amaterasu ordenó a su nieto Ninigi gobernar sobre los suelos. Ella le dio tres tesoros sagrados:

- El collar magatama de Yasakani no magatama (ahora situado en el palacio imperial).

- El espejo de bronce de Kata no kagami (ahora en el templo de Ise).

- La espada Kusanagi (una posible réplica que ahora está en el templo de Atsuta, Nagoya).

Los primeros dos fueron hechos para sacar a Amaterasu de Iwayado. El último fue encontrado en el cuerpo del dragón Yamata no Orochi. De estos tres, el espejo es el símbolo de Amaterasu. Los tres juntos constituyen los Tesoros Imperiales de Japón. Ninigi y su compañía bajaron a la tierra y llegaron a Himuka, allí él fundó su palacio.

Hoderi vivió de la pesca en el mar mientras que su hermano Howori vivió de la caza en las montañas. Un día, "Howori" le pidió a su hermano intercambiar los papeles por un día. "Howori" intento pescar, pero no pudo conseguir nada y además perdió el anzuelo que su hermano le presto. Hoderi acuso implacablemente a su hermano y no aceptó sus disculpas. Mientras que "Howori" estaba sentado en una playa, perplejamente dolorido, Shihotuti le dijo que viajara en un barco llamado el Manasikatuma y que se dirigiera a cualquier sitio que le llevará la corriente. Después de este consejo, Howori llegó a la casa de Watatumi (amo de los mares). Allí él conoció a Toyotama, hija de Watatumi y se casó con ella. Después de tres años de la unión, recordó a su hermano y su anzuelo, entonces le habló a Watatumi sobre él. Watatumi pronto encontró el anzuelo en la garganta de una brema y se lo dio Howori. Watatumi también le dio dos bolas mágicas, Sihomitutama, que podía causar una inundación, y Sihohirutama, que podía causar un reflujo y lo mando a la tierra, junto con su novia. Mientras Toyotama daba a luz, ella le pidió Howori que no la mirase durante su parto. Sin embargo, Howori, lleno de curiosidad, miró furtivamente, y la vio transformada en un tiburón en el momento que nació su hijo, Ugaya. Enterada de esto, Toyotama desapareció en el mar y no volvió pero ella confió a su hermana Tamayori sobre su vivo deseo por Howori. Ugaya se casó con su tía Tamayori y tuvieron cinco hijos, incluyendo a Ituse y Yamatobiko.

En la mitología japonesa, Yamasachi-hiko se casó con la hija del dios del mar, y nace un niño nombrado Ugaya-fukiaezu. Ugaya-fukiaezu tenía 4 hijos. Pero su segundo y tercero hijo viajaron a otros lugares. Más adelante el primero y cuarto hijo lucharon por unificar Japón e Iwarebiko se convertiría en el primer emperador y pasó a llamarse emperador Jinmu que conquista la tierra de Yamato. En esta línea está la casa imperial de Japón. El primer emperador legendario de Japón fue Iwarebiko. El estableció el trono en 660 a. C.

Algunos de los personajes del folclore japonés son muy recurrentes en la cultura japonesa actual, como en el manga y anime, la literatura, el cine, etc. Las criaturas que pueden transformarse en humanos se conocen como hengeyokai. A pesar de la transformación, permanecen rasgos de su auténtico ser, por ejemplo, en los ojos o carácter.

- Kitsune: El zorro es considerado un ser astuto, y travieso. Tiene el poder de transformarse en mujeres jóvenes que suele utilizar para hacer travesuras, en otras ocasiones, el animal desempeña funciones de fiel guardián, amiga, amante o esposa. Se le asocia al dios shinto Inari, incluso se le ofrecen ofrendas como si fuera una deidad.

- Tanuki: Es una especie de mapache japonés, o perro mapache, al que se le atribuyen poderes sobrenaturales, los poderes del mapache son considerados divertidos. En el folclore japonés, los mapaches japoneses tienen la habilidad de cambiar su apariencia, pudiendo adoptar la forma de una persona.

- Nekomata: Cuando un gato llega a la edad de 10 años, se creía que su cola se iba dividiendo hasta que se hacían dos. Los Nekomatas son capaces de transformarse en mujeres por lo regular ancianas, que si están mucho tiempo con los seres humanos provocan pestes, enfermedades, etc.

- Orochi: Se creía que la serpiente también podía transformarse en seres humanos.

Mención aparte para duendes, fantasmas y espíritus ...

- Buruburu: Fantasma del miedo.

- Hitotsume-kozo: Duende que adopta la apariencia de un joven monje budista con un solo ojo.

- Ippon Datara: Cíclope monópedo.

- Kitsune: Literalmente "fuego de zorro", es el aliento inflamado de un zorro.

- Nopperabou: mujer sin rostro.

- Rokurokubi: Mujer del cuello largo. Por la noche puede alargar el cuello tanto como quiera.

- Yuki-onna: Hermosa mujer de las nieves cuyo aliento glacial hiela todo lo que toca.

- Zashiki Warashi Karakasakozou: Sombrilla o Parasol con un ojo y una pierna humana en lugar de mango (se suele representar calzando una sandalia de madera en el pie).

- Kuchisake onna: mujer con la boca cortada que regresó para vengarse.

- Futakuchi-onna: mujer con dos bocas.

Yuki-onna es representada como una mujer alta, hermosa, de largos cabellos, que se manifiesta en una noche nevada.

Los yurei son fantasmas japoneses. Como sus similares occidentales, se piensa que son espíritus apartados de una pacífica vida tras la muerte debido a algo que les ocurrió en vida, falta de una ceremonia funeraria adecuada, o por cometer suicidio. Usualmente aparecen entre las dos de la madrugada y el amanecer, para asustar y atormentar a aquellos que les ofendieron en vida, pero sin causar daño físico.

Tradicionalmente, son femeninos, y están vestidos con una mortaja, un kimono funerario, blanco y abrochado al revés. Normalmente carecen de piernas y pies (en el teatro tradicional se simula esto con un kimono más largo de lo normal), y frecuentemente están acompañados por dos fuegos fatuos (hi-no-tama en japonés), de colores azul, verde o púrpura. Estas llamas fantasmales son partes separadas del fantasma más que espíritus independientes. Los yurei también suelen tener un trozo triangular de papel o tela (llamados en japonés hitaikakushi, en su frente. Varios son representados con cabello largo y negro. Como muchos monstruos del folklore japonés, los yurei pueden ser repelidos con ofuda, escrituras sintoístas santificadas. Por otro lado, los fantasmas vengativos, llamados goryo, tradicionalmente maldicen a una persona o un lugar como un acto de venganza por algo que se les hizo en vida. De ese modo, decir "te maldigo" es una amenazante frase dicha en un momento de ira. Un yurei también puede aparecer para castigar a los descendientes o parientes del finado cuando no se han llevado a cabo los correspondientes ritos funerarios, tatari o tataru. Monjes budistas y ascetas son en ocasiones contratados para llevar a cabo rituales en aquellas muertes inusuales o desgraciadas que pueden llevar a la aparición de un fantasma vengativo, de un modo similar a un exorcismo. En ocasiones estos fantasmas son deificados para aplacar sus espíritus.

Mientras que todos los fantasmas japoneses se llaman yurei, dentro de esa categoría hay varios tipos específicos de fantasmas, clasificados principalmente por la manera que murieron o su razón de volver a la tierra:

- Onry: Son fantasmas vengativos que vuelven del purgatorio por un mal hecho a ellos durante su vida.

- Ubume: Es el fantasma de una madre que murió durante el parto, o murió dejando niños pequeños. Estos yurei suelen regresar para cuidar de sus hijos y a menudo les traen dulces.

- Goryo: Son fantasmas vengativos de la clase aristocrática, en especial aquellos que fueron martirizados.

- Funayurei : Son los fantasmas de los que fallecieron en el mar.

- Zashiki-warashi: Son fantasmas de niños, más traviesos que peligrosos.

- Fantasmas guerreros: Veteranos de las guerras Genpei que cayeron en batalla. Aparecen casi exclusivamente en el teatro No.

- Fantasmas seductores: Es el fantasma de un hombre o una mujer quienes después de muertos inician un romance con un humano vivo.

"El fantasma de Oyuki" de Maruyama Okyo, una pintura de una mujer yurei, (un tradicional fantasma japonés), 1733-1795, fundador de la escuela de pintura Maruyama-Shijô.

Algunas localizaciones famosas por supuestamente ser frecuentadas por yureis son el castillo de Himeji, frecuentado por el fantasma de Okiku, y Aokigahara, un bosque al fondo del monte Fuji, que es desde finales del siglo XX una localización popular para cometer suicidio. Un onryo particularmente de gran alcance, Oiwa, se dice que puede traer la venganza sobre cualquier actriz que la interprete en una adaptación de teatro o de película de su historia, por lo que para evitarlo suelen visitar antes su tumba para presentarle respeto. El artista Maruyama Okyo pintó el primer ejemplo gráfico de un yurei tradicional en su obra titulada "El fantasma de Oyuki".

Desde los años 90 se han puesto de moda películas y series en Japón teniendo como tema central las historias de fantasmas. Las primeras películas de yureis eran adaptaciones de las más famosas obras kaidan existentes en el teatro Kabuki, tales como Botan Doro en 1910, y Yotsuya Kaidan en 1912. Nuevas versiones de estos kaidan populares se siguieron filmando a una por década. Las películas de Yurei se fueron adaptando a las varias tendencias en el cine japonés a través de los años, hasta que hubo un nuevo auge en los años 90 que incluso traspasó fronteras, y así la popularidad del llamado J-Horror llevó la imagen del yurei más allá de Japón haciéndola conocida a partir del año 2000 en la cultura popular de los países occidentales.

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Según la mitología sintoísta relatada en el Kojiki, el libro más antiguo que se conserva sobre la historia de Japón, Yomi o Yomi-no-kuni es el nombre más común por el cual es conocido el inframundo (el lugar donde viajan las almas de los difuntos tras la muerte) en la cultura japonesa. Literalmente, la palabra yomi significa "manantial amarillo" o "manantial sulfuroso", mientras que la palabra Yomi-no-kuni, se podría traducir como "La tierra de Yomi" o, de forma no tan literal, "El país de Yomi". Yomi es comparable al Érebo griego o al Sheol hebreo, y es el lugar donde se retiró Izanami, diosa primordial y esposa del dios Izanagi, tras su muerte. Izanagi la siguió, pero no la pudo rescatar porque Izanami ya había probado el alimento del inframundo que le impedía poder volver al mundo terrenal. Desesperado, Izanagi regresó y tras llevar a cabo un rito de purificación creó a Amaterasu, la diosa del Sol; a Susanoo, el dios del mar, las tormentas y las batallas, y a Tsukuyomi, el dios de la Luna.

En el mito japonés, Yomi no se describe como un lugar de castigo eterno y de torturas perpetúas. Allí, los difuntos vagan eternamente viviendo una existencia oscura y gris donde el alma experimenta momentos sombríos, aunque su vida terrenal hubiera sido perfecta. La mayoría de los expertos coinciden en que la representación de Yomi tuvo su origen en las tumbas antiguas en la era feudal, donde se dejaban los cuerpos para que se descompusieran (con el tiempo, Yomi también se convertiría en uno de los infiernos de la mitología budista). Ubicado bajo tierra, Yomi forma parte de una triada: una región terrenal llamada Ashihara no Nakatsukuni (traducido literalmente como La Tierra Central de las Llanuras de Caña); otra situada en el cielo, Takamanohara o Takamagahara, (que se puede traducir como La Alta Llanura Celestial), y finalmente Yomi no Kuni, región que se encuentra bajo tierra y que se traduce literalmente como La Tierra de Yomi.

Los pecadores sufren de un modo indecible en uno de los infiernos budistas. Pergamino del siglo XII.

Mucho más infernal que el Yomi no Kuni de la mitología sintoísta es el Jigoku, el inframundo del budismo japonés. Jigoku es un mundo terrorífico, envuelto en llamas, donde habitan malvados demonios y se impone a los pecadores castigos inhumanos. Los infiernos budistas se representan en los Jigoku Zoshi o pergaminos del infierno, expuestos en el Museo Nacional de Tokio, el Museo Nacional de Nara y en la primera y segunda edición del llamado Pergamino del Infierno de la familia Masuda, y fueron pintados en el siglo XII, en el período Heian. En ellos se describen, tanto a través de las imágenes como de la escritura, las desagradables situaciones que pueden sufrir los pecadores tras la muerte en el caso de que no hayan llevado una vida correcta según los cánones budistas. Se cree que estos pergaminos fueron pintados a instancias del emperador Go-Shirakawa, conocido por haber acumulado una vasta colección de manuscritos.

El pergamino que se conserva en el Museo Nacional de Tokio consta de cuatro pinturas que muestran distintos infiernos: Hakkaru jigoku, Kamatsuchu jigoku, Unkamu jigoku y Uenkaseki jigoku. Mientras que el pergamino del Museo Nacional de Nara está ilustrado con siete pinturas que recrean múltiples infiernos, con nombres de lo más explícitos: Infierno de excremento, Infierno de medidas, Infierno del mortero de hierro, Infierno del gallo llameante, Infierno de la nube de arena negra, Infierno de pus y sangre e Infierno de zorros y lobos. El rollo de la familia Masuda consta también de siete pinturas que muestran avernos terribles: Infierno del elefante llameante, Infierno de los sonidos chillones, Infierno de las llamas que disparan, Infierno del desollado, Infierno de las heces hirvientes, Infierno del desmembramiento e Infierno de la montaña de hierro. Algunos investigadores consideran que tanto el pergamino del Museo Nacional de Tokio como el del Museo Nacional de Nara, junto con otros textos como Gaki Zoshi (Pergamino de fantasmas hambrientos), Yamai no Soshi (Pergamino de Enfermedades y deformidades), y Hekija-e (Pergamino exorcista), forman parte del llamado Rokudo-e, o Pinturas de los Seis Reinos, donde se expresan las miserias del mundo terrenal.

Estatuas de demonios en el santuario de Noboribetsu, en la isla de Hokkaido.

En Jigoku gobierna un dios llamado Emma-o, que es el encargado de juzgar a los muertos mediante un registro en el que se han anotado todos sus pecados. Emma-o vive en un castillo de plata y oro con las paredes recubiertas de joyas y perlas, protegido por dieciocho generales y sus soldados, además de demonios y unos hombres con cabeza de caballo. El pecador condenado permanecerá en una o varias de las dieciséis regiones de fuego o hielo a las que Emma-o lo enviará hasta que vuelva a renacer o bien sea salvado por la intervención de bodhisattvas, aquellos que están destinados a iluminarse, en respuesta a las oraciones de los vivos, en cuyo caso renacerá en la Tierra o en un paraíso celestial. Emma-o se representa siempre con una expresión feroz, va tocado con una gorra de juez chino y sostiene una maza. Este iracundo dios juzga las almas de los hombres, mientras que su hermana juzga las almas de las mujeres. Para llevar a cabo su examen a los muertos recibe la ayuda dos cabezas incorpóreas que descansan sobre unos pilares que lo flanquean. Una es una cabeza femenina, llamada Miru-me, que tiene el poder de percibir las faltas más secretas del pecador, mientras que la cabeza masculina, llamada Kagu-hana, puede detectar cualquier fechoría que éste haya cometido en su vida. Sin embargo, si tras haber cometido el crimen el pecador hizo una peregrinación a los treinta y tres santuarios de Kwannon, podía alcanzar el perdón.

El terrible dios Emma-o Juzga las almas de los muertos. Para ello se ayuda de un registro que contiene los pecados cometidos por cada uno de ellos.

La regiones más oscuras de la mitología y el folclore japoneses están habitadas por una gran cantidad de demonios que protagonizan historias mitológicas y leyendas (y que, en la actualidad, bajo la influencia sobre todo del anime/manga y de los videojuegos han traspasado las fronteras de Japón). Hoy en día, se siguen llevando a cabo rituales y festivales destinados a alejar a muchos de los demonios más terroríficos, como los amanojaku, demonios capaces de adivinar los deseos más oscuros del ser humano y usar esos mismos deseos en su contra; los duendecillos de agua de origen chino llamados kappa; los jinmenju, unos arboles cuyos frutos se asemejan a una cabeza humana; los kodama asociados con los espíritus de los árboles y los bosques; los joro-gumo, arañas gigantes que pueden transformarse en una mujer hermosa y seducir a cualquier hombre; los mu-onna, espíritus sin rostro que surgen del dolor de una madre al perder a su hijo...

Dibujo que muestra una aparición fantasmal. Libro sobre cuentos de Japón editado en Londres en 1919.

Tambien están los uwam, seres incorpóreos que viven en casas antiguas o abandonadas; los tengu, unos entes malvados asociados con la guerra, pero que en muchas leyendas son vistos como protectores que viven cerca de las montañas; los nopperabo, fantasmas sin rostro que caminan por las calles oscuras con la mirada fija en el suelo; la yamamba una criatura con aspecto de anciana que a veces ayuda a quienes se pierden en los bosques a encontrar su camino a casa, aunque otras veces se come a los humanos que encuentra, y finalmente están los shinigami, palabra que literalmente significa "dios de la muerte", que inducen en el ser humano el deseo de acabar con su vida.

J-Horror (Japanese Horror) (que en español quiere decir terror japonés) es un término utilizado para referirse a las películas de terror japonesas. A diferencia de la mayoría de producciones occidentales, el J-horror tiende a centrarse en el terror psicológico y la tensión, con la intervención de fantasmas y poltergeists. El origen del J-Horror se remonta a los relatos clásicos e historias de fantasmas del Período Edo y la Era Meiji, conocidas como kaidan. Diversos elementos de estos cuentos populares tradicionales han sido utilizados en el cine.

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Representación de un fantasma. Dibujo. Segunda mitad del siglo XVIII.

Las leyendas urbanas de terror más conocidas en Japón, que aunque no están protagonizadas por demonios, tienen una estrecha relación con estos seres malvados: la terrorífica historia de Kuchisake-onna, "la mujer de la boca cortada", que fue mutilada por su marido y regresó en forma de espíritu maligno; Teke Teke, una joven que quedó partida por la mitad tras caer a las vías del tren y que recibe su nombre del ruido que hace al arrastrarse; Aka Manto, un espíritu malvado que aparece mientras la gente se encuentra en el baño. O el aterrador Hachisakusama, un espíritu que fue encerrado en pequeñas estatuas para contenerlo, pero logró escapar y se aparece como una mujer alta con sombrero, vestido y una larga cabellera que la cubre completamente... y que se lleva a los niños consigo.

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