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12 - Febrero - 2023
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La Guerra Civil griega suele considerarse uno de los puntos de partida de la Guerra Fría. Incluso los sectores monárquicos griegos, después de la derrota del KKE, vieron este hecho como una victoria para el sector occidental. Como se ha destacado antes, el conflicto griego sirvió para que EEUU y la URSS (aunque con una relevancia mucho menor) iniciasen una serie de apoyos a fin de la imposición de su «sistema». En este caso, fue el sector favorable a Estados Unidos el que ganó.

La guerra civil griega (1946-1949) ha sido considerada como el primer conflicto de la Guerra Fría. En ella se enfrentaron fuerzas comunistas contra fuerzas conservadoras y monárquicas respaldadas por Gran Bretaña primero y Estados Unidos después.

Las convulsiones políticas griegas se remontan a la década de los años treinta del siglo pasado. Primero la rivalidad entre monárquicos y republicanos y, luego, entre partidarios y detractores de la dictadura del general Metaxas que había instaurado en 1935 un régimen de derechas similar al que instauraría Franco en España. En 1941 Italia invadió Grecia por su cuenta y riesgo, siendo derrotada por los griegos. Hitler no tuvo más remedio que acudir en ayuda de sus aliados italianos e invadió el país, dividiéndolo después en zonas de influencia que repartió con Italia y Bulgaria.

Durante la IIª Guerra Mundial el mayor peso de la lucha contra la ocupación nazi lo había llevado el Frente de Liberación Nacional (EAM) cuyo brazo armado, el ELAS, estaba ampliamente controlado por los comunistas. Por su parte, el rey Jorge II se había exiliado y patrocinaba un gobierno en el exilio presidido por George Papandreu. Este gobierno estaba apoyado básicamente por los militares monárquicos, algunos de los cuales habían permanecido en Grecia luchando contra el Eje mediante la creación de otro grupo guerrillero –el Ejército Griego Nacional Democrático (EDEL)–, y los británicos, que seguían considerándose una gran potencia capaz de controlar el Mediterráneo para lo cual Grecia era fundamental.

A pesar de los recelos, el EAM aceptó participar en un gobierno de concentración. La Conferencia del Líbano de Mayo del 1944 permitió que el Partido Comunista entrara en un gobierno de concentración presidido por George Papandreu, a pesar de que no contaron con ningún ministerio relevante. En ese mismo año, el Acuerdo de Caserta ponía a los guerrilleros comunistas bajo el mando de los británicos. Cuando se llegó al final de la IIª Guerra Mundial la situación era claramente dicotómica: el ELAS, que controlaba de forma efectiva el territorio griego, y un gobierno de concentración que respetaba la monarquía y que se sostenía principalmente con el apoyo británico, pues la mayoría de la población griega mostraba un claro rechazo de la monarquía. Como salida al estancamiento de la situación se acordó –Pacto de Varkiza (febrero de 1945)– la celebración de elecciones bajo la supervisión de los Aliados. Estas se celebrarían en marzo de 1946 sin participación de la izquierda que las boicoteó. El acuerdo también contemplaba la amnistía para los detenidos y la celebración de un referéndum para restaurar la monarquía.

Tropas del ELAS. En ellas la participación femenina fue relevante.

La postura represora del gobierno de Papandreu y la no aceptación del resultado electoral por parte del ELAS hicieron inevitable la guerra civil. El Ejército y las milicias de extrema derecha, apoyados por los británicos, impusieron una política de terror indiscriminado. A pesar de ello, la aceptación popular del gobierno era mínima y su incapacidad para resolver la grave situación económica –crisis de subsistencias y elevada inflación– le iba privando de apoyos sociales. En esos momentos, los comunistas encarnaban la esperanza de una renovación política y social. Además, las guerrillas comunistas se mantenían en sus posiciones sin que el Ejército pudiera desalojarlas, aunque la aplicación de una política de terror contra terratenientes, empresarios, funcionarios e, incluso, socialistas y centristas, les enajenó el respaldo de una parte de la población que los había apoyado hasta entonces.

El gobierno conservador no tardó en solicitar más ayuda a Gran Bretaña quien, a su vez, incapaz de afrontar tal reto, la pidió a Estados Unidos. Los norteamericanos respaldaron desde marzo de 1947 al nuevo ejército monárquico con armamento, dinero y formación, enviando incluso tropas a finales de ese año. Esta actuación estadounidense hay que contextualizarla en la aplicación de la doctrina Truman –respaldo incondicional a aquellos pueblos amenazados por fuerzas comunistas o revolucionarias–. Por el contrario, la ayuda de la URSS al brazo armado del Partido Comunista griego (KKE) fue muy reducida, pues Stalin consideraba muy difícil la implantación de un régimen comunista si se implicaban en contra Gran Bretaña y Estados Unidos. De hecho, la URSS no tenía ninguna pretensión en el conflicto griego. Grecia era la moneda de cambio del líder soviético en la geopolítica posterior a la IIª Guerra Mundial; a cambio de ceder en Grecia tendría las manos libres en Polonia. La principal ayuda a los guerrilleros provino, entonces, de los países comunistas más próximos: Albania, Bulgaria, Turquía y especialmente Yugoslavia.

Churchill de visita en Grecia, 1945.

A pesar de la ayuda de Estados Unidos, las guerrillas comunistas se expandieron por toda Grecia, llegando a las cercanías de Atenas. Este espíritu expansivo se frenó a partir del estallido en junio de 1948 de las disensiones entre Stalin y Tito. Mientras este último pretendía que el KKE continuara con la lucha en territorio griego –quería evitar una Grecia anticomunista y hostil en el sur de sus fronteras–, Stalin prefirió asegurar su influencia en la Europa ocupada por el Ejército Rojo y no inmiscuirse en el conflicto griego. Como la influencia soviética predominaba entre los dirigentes comunistas griegos, Tito cerró su frontera y frenó la ayuda. Ello disminuyó la operatividad de los guerrilleros. Paralelamente, a partir de enero de 1949, el Ejército griego inició una fuerte ofensiva que acabó derrotando a los guerrilleros comunistas, muchos de los cuales se refugiaron en Albania y Bulgaria. El 16 de octubre de 1949 la jefatura del KKE, exiliada en Albania, ordenó el cese de hostilidades.

La victoria gubernamental alineó a Grecia en el bando occidental durante la Guerra Fría. De hecho, fue Gran Bretaña la primera potencia en intervenir militarmente para imponer un gobierno por la fuerza en uno de los países liberados del nazismo. Luego le seguiría la URSS. El conflicto civil griego se consideró el primer ejemplo tanto del ansia expansionista del comunismo como de la capacidad occidental para frenarla. Una interpretación sesgada puesto que ya hemos visto el desinterés de Stalin por la actuación de los comunistas griegos. Lo que sí es cierto es que la guerra contra los guerrilleros comunistas y la intervención norteamericana contribuyeron a asentar en la oficialidad del Ejército una mentalidad conservadora y anticomunista que se prolongaría en el tiempo y que acabaría manifestándose en la llamada Dictadura de los Coroneles de 1967. El conflicto demostró también que Gran Bretaña ya no era la gran potencia de antaño. Su dependencia de Estados Unidos fue palpable en este conflicto. Sin embargo, el resultado del mismo impulsó la posterior entrada de Grecia en la OTAN, reequilibrando la situación estratégica en el mar Egeo así como su control occidental.

Tropas estadounidenses en Grecia, 1948.

La guerra civil prolongó en Grecia el ciclo bélico iniciado en 1940 con la invasión italiana. Casi una década de enfrentamientos armados destruyó buena parte de las infraestructuras, arruinó la economía y obligó a la emigración a muchos griegos –con destinos principales a Estados Unidos y a Australia–. Grecia tardaría mucho en recuperarse de los estragos causados por el prolongado conflicto

La victoria del gobierno conservador significó el mantenimiento de la represión de la izquierda hasta finales de los años cincuenta. Unos 100.000 detenidos políticos poblaron las cárceles griegas durante esa década; las formaciones comunistas o socialistas fueron prohibidas. La sociedad griega quedó polarizada durante mucho tiempo y la normalización de la misma sólo comenzaría a partir de 1974.

Las guerras civiles, entre griegos, ocupan un grueso volumen en la historia de esa nación. Incluso hay un friso, en uno de los templos del conjunto monumental de la Acrópolis, el de Icteria, que se refiere a una de ellas. Sin embargo, pocas tuvieron la carga sangrienta de la que comenzó el 12 de febrero de 1946, y que habría de prolongarse, con unas pesadísimas consecuencias de dolor, odios y muerte hasta tres años más tarde.

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