El número de personas con rasgos narcisistas se ha multiplicado
en los últimos años en ámbitos tan diversos como la escuela,
el trabajo y la política. Fruto de ello, han aparecido terapias
anti-yo para adelgazar los egos subidos de tono. Problemas
del primer mundo. Amores que matan.
El narcisismo es el amor que dirige el sujeto a sí mismo
tomado como objeto. Alude al mito de Narciso, amor a la imagen
de sí mismo. Sigmund Freud lo introdujo en su obra, pero con
una definición más difusa. Si bien se puede aludir a una serie
de rasgos propios de la personalidad normal, el narcisismo
puede también manifestarse como una forma patológica extrema
en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno
narcisista de la personalidad, en que el paciente sobrestima
sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración
y afirmación. En su uso coloquial designa un enamoramiento
de sí mismo o vanidad basado en la imagen propia o ego. La
palabra procede del antiguo mito griego sobre el joven Narciso,
de especial hermosura, quien se enamoró insaciablemente de
su propia imagen reflejada en el agua. La psicología humanista
considera que el narcisismo patológico coincide con autoestima
baja o errónea. Desde el punto de vista psicológico y social
se puede distinguir un significado psicogenético o psicoevolutivo:
el narcisismo como un escalón necesario y ubicuo del desarrollo
de la personalidad. Andrew P. Morrison, profesor de Psiquiatría
de la Facultad de Medicina de Harvard, defiende que, en los
adultos, una razonable cantidad de narcisismo sano permite
equilibrar la percepción individual de las propias necesidades
en relación con los otros. Existe además el narcisismo patológico,
diagnóstico de uso habitual en psiquiatría y de connotaciones
negativas. Este designa un rasgo de la personalidad, caracterizado
por una baja autoestima acompañada de una exagerada sobrevaloración
de la importancia propia y de un gran deseo de admiración
por los demás. En la DSM-IV (manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana,
cuarta edición) existe un subapartado dentro de los trastornos
de personalidad denominado Trastorno narcisista de la personalidad,
(NPD), entendiéndose tal como una disfunción grave de personalidad.
Fuera del ámbito psicológico, los términos "narcisismo" y
"narcisista" son frecuentemente utilizados peyorativamente
denotando vanidad, presunción, egocentrismo o simple egocentría.
Aplicado a un grupo social es frecuentemente utilizado para
denotar elitismo o indiferencia a la difícil situación de
los demás. En las situaciones de discusión, sin embargo, estos
términos se utilizan para dibujar paralelismos entre las quejas
sobre comportamientos centrados en uno mismo y el trastorno
de personalidad narcisista más que hacia la autoestima sana.
Uno de los grandes personajes de la mitología griega, utilizado
en pleno siglo XXI como un gran referente para algunas actitudes
y aptitudes socialistas. El relato más conocido sobre el mito
de Narciso es el que Ovidio relató en su tercer libro de Las
Metamorfosis en el año 43 a. C. La tragedia comienza a gestarse
ya desde la concepción del niño Narciso, puesto que él es
fruto de la violencia sexual. Cefiso, después de raptar y
violar a la náyade Liriope, engendró en ella a un joven de
espléndida belleza, a quien dieron por nombre Narciso. Preguntado
sobre si el recién nacido tendría una larga vida, Tiresias,
el sabio capaz de predecir el futuro, contestó crípticamente
«Sí, siempre y cuando nunca se conozca a sí mismo». A lo largo
de su vida, Narciso, va a provocar grandes pasiones en hombres
y mujeres, mortales y dioses.
Cefiso es, en la mitología griega la personificación
del río Cefiso. Era hijo de Océano y Tetis y el padre
de varias figuras mitológicas. El más conocido es Narciso,
que el dios del río concibió al violar a la ninfa Liríope
después de ser atrapada entre sus olas.
Relieve votivo, en cuyo centro un niño
es presentado a Cefiso. Museo Arqueológico Nacional
de Atenas.
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No responde por su incapacidad para amar y para reconocer
al otro. Según el relato de Ovidio, entre las jóvenes heridas
por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a
Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas
palabras de todo cuanto se le dijera. Eco fue, por tanto,
incapaz de hablarle a Narciso de su amor por él, pero un día,
cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose
de sus compañeros. Cuando Narciso preguntó «¿Hay alguien aquí?»,
Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta
entre los árboles, él le gritó: «¡Ven!». Después de responder:
«Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos
abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor. Tentado
por Afrodita, al contemplar su imagen en el espejo de la superficie
del agua, sintió una fascinación por su propia imagen de la
que no pudo sustraerse. No podía tocar ni abrazar al ser que
veía reflejado en el agua, pero tampoco podía apartar su vista
de él.
En otra versión del mito, uno de los menospreciados por Narciso
se queja a los dioses y Némesis, la diosa de la venganza,
se encarga de castigar su orgullo. De cualquier modo, Narciso,
subyugado por la bella imagen de sí mismo que le devolvía
el río, se retrajo de toda posible relación amorosa con otros
seres, e incluso de atender sus propias necesidades básicas,
y su cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en
la flor narciso, una flor tan hermosa como embriagante. Mientras
tanto, Eco, consumida de melancolía, se retiró a una cueva
donde su cuerpo también se consumió, quedando de ella solo
una voz sin forma que repite, en la lejanía, la última frase
o sílaba que se pronuncie.
Las personas que sufren algún grado de Trastorno Narcisista
de la Personalidad exportan su manera de ser autosuficiente
y los aires de grandiosidad más allá del entorno familiar.
Habitualmente son individuos que se desarrollan en la vida
y sacan partido de su manera de pensar sobre sí mismas. Es
frecuente que las personas narcisistas no se sientan nada
cómodas cuando tienen que viajar en transporte público o cuando
tienen que ingresar en un hospital, porque tenderán a pensar
que merecen un mejor trato o se quejarán si no les conceden
ciertos privilegios. En el caso de que tengan un buen trabajo,
suelen emplear su dinero para comprar relojes, zapatos, ropa
o coches deportivos de alto standing, porque consideran que
son merecedores de estos distintivos: su estatus y la imagen
de éxito es muy importante para un narcisista.
El discurso del narcisista tiende a ser autorreferencial.
La persona narcisista espera que sus palabras reciban una
atención superior; no es raro que sean petulantes hablando
sobre sí mismos, sobre su vida, su opinión (indiscutible)
sobre las cosas, exigiendo atención plena a todo lo que dice.
Aunque estamos acostumbrados a ver personas de perfil narcisista
en la televisión o en el cine y podemos incluso considerarlos
graciosos y excéntricos, lo cierto es que el trato personal
rutinario con una persona con Trastorno Narcisista de la Personalidad
puede resultar irritante. Además de su conducta egocéntrica
también se caracterizan por ser personas muy rencorosas, y
suelen mantener actitudes de resentimiento y venganza hacia
los demás. Suelen disfrutar haciendo sentir mal a otras personas,
de este modo engrosan su ego y su sentimiento de superioridad.
Son competitivos y si creen que alguien puede hacerles sombra,
intentarán socavar el prestigio y la reputación de esa persona.
Las personas con trastorno de personalidad narcisista probablemente
creen que no tienen ningún problema; por lo tanto, no suelen
buscar tratamiento. Si lo hacen, suele ser por síntomas de
depresión, uso de alcohol o drogas u otro problema de salud
mental. Lo que perciben como insultos a la autoestima podría
dificultarles la aceptación y el seguimiento del tratamiento.
Si se reconocen aspectos de la personalidad que se corresponden
con el trastorno de personalidad narcisista, la posibilidad
de acercarse a un profesional de salud mental o a un médico
es recomendable. Obtener un tratamiento adecuado puede ayudar
a tener una vida más plena y agradable. No se sabe cuál es
la causa del trastorno de la personalidad narcisista. Al igual
que el desarrollo de la personalidad y de otros trastornos
de salud mental, probablemente, la causa del trastorno de
la personalidad narcisista sea compleja. El trastorno de la
personalidad narcisista puede asociarse con el entorno, malas
relaciones entre padres e hijos, ya sea por exceso de devoción
o exceso de críticas que no están en sintonía con la experiencia
del niño, por genética, es decir, por características heredadas
o por un factor neurobiologico, la conexión entre el cerebro,
la conducta y el pensamiento. El trastorno de la personalidad
narcisista afecta más a los hombres que a las mujeres y, por
lo general, comienza en la adolescencia o a principios de
la adultez. Si bien algunos niños pueden manifestar rasgos
de narcicismo, esto puede ser típico de la edad, por lo que
no significa que padecerán el trastorno de la personalidad
narcisista. Si bien se desconoce la causa del trastorno de
la personalidad narcisista, algunos investigadores creen que,
en el caso de los niños biológicamente vulnerables, una crianza
sobreprotectora o negligente puede influir. La genética y
la neurobiología también pueden intervenir en la manifestación
del trastorno de la personalidad narcisista.
La llamada "edad del pavo" contiene
rasgos narcisistas.
El neurólogo austriaco Sigmund Freud (1856-1939) y
padre del psicoanálisis introdujo el concepto de narcisismo
en su ensayo de 1914 Introducción del narcisismo. En
psicoanálisis, se entiende por narcisismo una forma
de estructuración de la personalidad y una etapa del
desarrollo del ser humano. Distinguen los psicoanalistas
dos tipos: el narcisismo primario de los primeros meses
de la existencia y donde el niño dirige toda sus energías
a la satisfacción de sus necesidades. De una manera
general, se refiere, con el término de narcisismo primario,
al momento en que el niño se toma a sí mismo como objeto
de amor, antes de elegir objetos externos. Todo su erotismo
o energía libidinal es autodirigida y el mundo exterior
no existe.
El narcisismo secundario, es un concepto que refiere
en la extensa obra freudiana a dos ideas distintas:
- a) Una forma de designar estados mentales patológicos
(narcisismo esquizofrénico, por ejemplo, o en la «neurosis
narcisista», que es el modo como Freud denominó inicialmente
las psicosis, también a lo que hoy se llamaría depresiones
mayores o endógenas) donde la investidura libidinal
que previamente estaba puesta en objetos recae ahora,
regresivamente sobre el yo.
- b) Una estructura estable (Yo realidad definitivo),
donde no hay psicosis, porque existe equilibrio desde
el punto de vista económico (flujo de energía psíquica
libidinal). Las investiduras (catexis) estarían repartidas
armónicamente entre los sistemas y los objetos; desde
el punto de vista tópico se puede afirmar que el componente
estructural «ideal del yo» y superyó definitivo, se
generan a partir del llamado sepultamiento del Complejo
de Edipo.
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Se estima que en la población general la prevalencia
a lo largo de la vida es del 1 %, y en las poblaciones
clínicas está entre el 2 y el 16 %. Entre el 50 y 75 %
de las personas diagnosticadas son varones. |
Resulta desconcertante para muchos el hecho de que el narcisista
suela exhibir una aparente autoestima formidable y, socialmente,
aparece como una persona muy segura, sabedora de lo que quiere
y completamente resuelta. En realidad, con ello el narcisista
está camuflando su vacío interno, su carencia real de autoestima.
En la infancia temprana de estos individuos, se encuentra
a menudo una actitud indiferente o minusvaloradora por parte
de sus progenitores, lo cual les deja una inseguridad que
tratan de compensar por medio de una autoevaluación exagerada,
irreal e inflada. Algunos clínicos explican la personalidad
narcisista sobre la base de una carencia emocional temprana
producida por una madre o padre emocionalmente frío o indiferente
o con una agresividad encubierta hacia su hijo. La consecuencia
es que los narcisistas necesitan mirarse continuamente en
el espejo de los demás para saber quiénes son y, al descubrir
una pésima imagen de sí mismos, se ven en la necesidad de
ocultarla y esconderla.
Desarrollan entonces en compensación una imagen artificialmente
sobrevalorada hasta lo patológico. Las personas inteligentes,
sanas, que se percatan de la artimaña, o que simplemente son
más valiosas o agraciadas que ellas se convierten entonces
para el narcisista en una amenaza para esa imagen artificial
con la que el narcisista sustenta su autoestima, por lo que
su comportamiento con ellos es manipulativo y, cuando la manipulación
no surte efecto, perseguidor. También se le atribuye a una
infancia con excesivos alagos por padres que vacían su frustración
en posibles talentos del niño, por lo que crece pensando que
es superior a los demás. En la actualidad, se le asocia a
factores genéticos.
Los sujetos narcisistas poseen una autoestima muy vulnerable,
siendo por esto muy sensible al "ultraje" de la crítica o
la frustración; en relación con esto, las críticas pueden
llegar a obsesionarles y hacer que se sientan hundidos y vacíos.
Otro síntoma es el deterioro de sus relaciones sociales como
consecuencia de su pretenciosidad y necesidad constante de
admiración. Otro síntoma es la incapacidad para arriesgar
nada por la posibilidad de frustración que eso conlleva. En
el ámbito social los narcisistas naufragan. Las demás personas
solo cuentan para ellos como posible fuente de gratificación,
devolviendo la imagen de sí mismos cuya carencia les atormenta
y que anhelan insaciablemente. Por ello suelen elegir profesiones
que les proporcionen notoriedad social, reconocimiento o incluso
fama.
Desde el punto de vista freudiano de la psicopatología,
la estructuración de una personalidad narcisística, implica
una detención o fijación del desarrollo de la persona
a etapas infantiles de profunda gratificación o en una
regresión del individuo a estos períodos, por su incapacidad
para tolerar y enfrentar los retos y fracasos que la maduración
y la vida le imponen. |
La personalidad narcisista se caracteriza por un patrón grandioso
de vida, que se expresa en fantasías o modos de conducta que
incapacitan al individuo para ver al otro. La visión de las
cosas del narcisista es el patrón al cual el mundo debe someterse.
Para los narcisistas, el mundo se guía y debe obedecer a sus
propios puntos de vista, los cuales considera irrebatibles,
infalibles, autogenerados. Las cosas más obvias y corrientes,
si se le ocurren al narcisista, deben ser vistas con admiración
y se emborracha en la expresión de las mismas. Hay en el narcisista
una inagotable sed de admiración y adulación. Esta necesidad
lo incapacita para poder reflexionar tranquilamente y valorar
serenamente la realidad. Vive más preocupado por su actuación,
en cuanto al efecto teatral y reconocimiento externo de sus
acciones, que en la eficacia real y utilidad de las mismas.
En resumen, las personas narcisistas, aun cuando pueden poseer
una aguda inteligencia, esta se halla obnubilada por esa visión
grandiosa de sí mismas y por su hambre de reconocimiento.
Llama la atención, entonces, cómo muchas personas pudiendo
ser exitosas, productivas y creativas, someten su vida a aduladoras
mediocridades. Cuando los narcisistas ejercen posiciones de
poder, se rodean de personas, que por su propia condición,
son inferiores a él o ella, y de otras, que le harán la corte
solo en función de un interés mezquino. Ellas, drogadas por
su discurso auto-dirigido, no son capaces de reflexionar y
escuchar lo que el mundo externo les grita. Por otro lado,
la personalidad narcisista es, en sí misma, es una forma de
supervivencia. Hemos visto en el mito cómo Narciso es el producto
de una acción terrible. La personalidad narcisista nace de
una violencia, de un terrible trauma, de una herida inferida
al individuo en sus primeras etapas del desarrollo o antes,
cuando la herida es la madre y ella trasmite al hijo su resentimiento,
su dolor, su rabia y su temor. Se refugia, el traumatizado,
en su propia imagen de grandiosidad, ello le permite elevar
su maltrecha auto-estima y sentirse un poco mejor consigo
mismo. Su hambre insaciable de reconocimiento se alimenta
en la admiración y la adulación de quienes lo circundan.
El narcisista es una persona que puede ser muy exitosa,
en cuanto al brillo externo se refiere. No se plantea dudas
en cuanto a la realidad de sus ideas, sean estas brillantes
o no. Así vemos cómo personas con una inteligencia mediocre
y una cultura pobre, escalan posiciones sorprendentes, para
ellas el recapacitar no existe. Aún las más insulsas ideas
son expresadas con un espíritu mesiánico, se enamoran de las
ideas de otros y las hacen propias sin la más mínima consideración
moral ni ética. Estos últimos logran capitalizar a una horda
de narcisistas depresivos que creen, ingenuamente, en la verdad
expresada por el pseudo-maestro. Ellos lo seguirán fielmente,
no importa cuán errado esté.
Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena
mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre
a su dueño fiel pero importuno, escribe Miguel Hernández,
retratando esta suerte de personalidad del narcisista
depresivo, siempre fiel, signada por la tristeza derrotada,
que busca, con más ahínco que éxito, alguien en quién
creer, alguien en quien confiar el remedio a sus miserias.
De estas melancólicas soledades esperanzadas se nutre
el Narcisismo. La simbiosis se completa con la satisfacción
a medias, con un hueco de hambre y sed, que nunca se llega
a colmar. El recurso de la mitología nos brinda la imagen
para la comprensión de la conducta y el mito de Narciso
es concluyente en la terrible frase del oráculo: «El niño
tendrá larga vida si nunca se observa a sí mismo». Así,
en la no reflexión es donde puede sobrevivir este personaje.
Sin embargo, Narciso, en castigo a su ser desalmado, es
transformado en una planta que da unas flores muy bellas,
de olor nauseabundo y estéril de fruto. El mito nos dice
que en este tipo de personas hay, a pesar de su apariencia,
algo que huele muy mal. |
La DSM-IV divide los trastornos de la personalidad en tres
grupos basándose en la similitud de los síntomas. Esta agrupación
categoriza al trastorno narcisista de la personalidad dentro
del grupo B (trastornos o desórdenes dramáticos, emocionales,
o erráticos) de trastornos de la personalidad.
El MDE (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales) en inglés, el DSM (Diagnostic and Statistical
Manual of Mental Disorders), editado por la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría (en inglés, American Psychiatric
Association (APA), es un sistema de clasificación de los
trastornos mentales que proporciona descripciones claras
de las categorías diagnósticas, con el fin de que los
clínicos e investigadores de las ciencias de la salud
puedan diagnosticar, estudiar e intercambiar información
y tratar los distintos trastornos. |
Estos trastornos de personalidad tienen en común un sentimiento
excesivo de la propia importancia. Así se incluyen también
en este grupo el trastorno límite de la personalidad, el trastorno
histriónico de la personalidad y el trastorno antisocial de
la personalidad. Sin embargo, la ICD-10 (Clasificación Internacional
de Trastornos Mentales y de Comportamiento, publicada por
la OMS en Ginebra, en 1992) considera al Trastorno Narcisista
de la personalidad (TNP) como "un trastorno de personalidad
que no encaja en ningún subapartado específico", y relega
a la categoría conocida como "Otros trastornos específicos
de personalidad", que incluye también a los trastornos de
personalidad excéntrico, "inquieto", inmaduro, pasivo-agresivo,
y psiconeurótico.
El TNP se caracteriza por un patrón generalizado de grandiosidad
(en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración
y carencia de empatía, con un comienzo en la adultez temprana
y presente en una variedad de contextos, indicado por cinco
(o más) de los siguientes:
- Tiene un sentido grandioso de su propia importancia.
- Lo absorben fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez,
belleza, o amor ideal.
- Se considera especial y único: sólo puede ser comprendido
por, y sólo debería asociarse con, otras personas especiales
o de alto estatus personal o institucional.
- Requiere excesiva admiración (es un síntoma que denota
una baja autoestima y una gran preocupación por hacer bien
el trabajo y por cómo son vistos por los demás).
- Tiene un sentido exagerado y no equitativo de sus propios
derechos. Piensa que se le debe todo. Tiene un sentido de
"categoría" con irrazonables expectativas de un trato especialmente
favorable o de una aceptación automática de sus deseos.
- En sus relaciones interpersonales es explotador. Se aprovecha
de los demás para conseguir sus propios fines (espera que
se les dé todo lo que desee, sin importar lo que ello suponga
para los demás, y puede asumir que los demás están totalmente
interesados en su bienestar).
- Carece de empatía y es reacio a reconocer o identificar
las necesidades y sentimientos de los demás.
- Es frecuentemente envidioso de los demás o cree que los
demás le tienen envidia (pueden llegar a devaluar a personas
que hayan recibido una felicitación al pensar que ellos son
más merecedores de la misma).
- Muestra actitudes y comportamientos arrogantes y altivos
o prepotentes.
Se ha sugerido que el trastorno narcisista de la personalidad
(TNP) puede estar relacionado con mecanismos de defensa de
la persona frente a la vergüenza. Gabbard sugiere que el TNP
puede presentar dos subtipos. Observó los del tipo "inadvertido",
(oblivious) con un comportamiento caracterizado por grandiosidad,
arrogancia e inmutabilidad frente a la crítica ajena como
a los sentimientos de los demás. Distinguió, además, un subtipo
"hipervigilante", como vulnerables, hipersensibles y avergonzados.
Sugirió que los sujetos del tipo inadvertido presentan un
ego grande, poderoso y grandioso en espera de ser admirado,
envidiado y apreciado, lo cual está en antítesis con el ego
debilitado e internalizado que se esconde en un estado general
de vergüenza, del cual el sujeto quiere defenderse. Sin embargo,
en el subtipo hipervigilante, el sujeto, en lugar de defenderse
contra el sentimiento de devaluación, está obsesionado con
él, neutralizando esta sensación viendo a los demás como abusadores
injustos. Jeffrey Young, que acuñó el término terapia de los
esquemas (encuadrada en la terapia racional emotiva conductual),
técnica originalmente desarrollada por Aaron T. Beck (1979),
también relaciona la vergüenza con el TNP. Él ve el llamado
esquema defectivo como un esquema nuclear en el TNP, próximo
a los esquemas de deprivación emocional y de derechos.
El esquema defectivo se compensa con tres modos de esquema
(estrategias de emulación):
- Rendición: Escoge acompañantes críticos o significativos.
Esto le coloca en una situación de inferioridad.
- Evitación: Evita compartir pensamientos y sentimientos
"vergonzosos" con los acompañantes o personas significativas
por temor al rechazo.
- Sobrecompensación: Se comporta de una forma crítica o superior
con los demás. Trata de superarlo mediante el perfeccionismo.
Así podemos especular que lo que ocurre en el desarrollo
del individuo también ocurre en el proceso de formación de
las sociedades. Las sociedades pasan por una etapa de narcisismo
primario, como cuando las hordas bárbaras, invadiendo a Europa,
se interesan sólo en sus necesidades instintuales, no reconocen
al otro o a los otros y pasando a fuego y cuchillo por encima
de pueblos y civilizaciones, las destruyen. Siendo estos últimos
pueblos, posiblemente más sofisticados, se plantean dudas
y son incapaces de entender la violencia desatada por las
necesidades aniquilatorias de los más primitivos, esto signará
su destino. Por otra parte, diversos filósofos y sociólogos,
han caracterizado la segunda mitad del siglo XX y lo que va
del XXI como una época 'narcisista'. Esta caracterización
se refiere a algunas características de lo que también ha
dado por ser llamado 'posmodernidad': ante el fracaso de la
mayoría de las estructuras sociales de la modernidad, y especialmente
después de las 2 guerras mundiales, parece que Occidente entró
en un proceso de metamorfosis, conducido por un proceso de
personalización, en el que el narcisismo juega un papel clave.
Especialmente, sociólogos como Christopher Lasch o Gilles
Lipovetsky, han dedicado libros enteros a las nuevas características
sociales de la posmodernidad, entre las cuales están: cultura
del yo, expresivismo y énfasis en la exteriorización de la
persona, desierto social y pérdida del sentido, indiferencia
ante cualquier realidad que implique tomar postura, apatía
total de la juventud, disolución de la política y preferencia
por el ámbito privado en todos los sentidos, sobreinformación,
consumo, democratización del conocimiento, y muchos otros
factores que hacen posible hablar de la posmodernidad como
una época 'narcisista' pues, a través del excesivo culto al
yo, la identidad personal y su afirmación está muriendo: en
la medida en que todos los procesos se democratizan y se da
un énfasis tan terrible a la afirmación del yo genuino, éste
termina por diluirse en una multitud de 'yoes'.
Freud, en La civilización y sus descontentos, enuncia:
«Es posible reunir a un considerable número de gente
en amor mutuo, siempre que haya otra gente dejada fuera
para recibir las manifestaciones de su agresividad».
Y Erich Fromm, en Anatomía de la destructividad humana
(1973), dice: El narcisismo colectivo es una de las
fuentes más importantes de agresión humana y sin embargo,
como todas las demás formas de agresión defensiva, es
reacción a un ataque contra intereses vitales. Difiere
de otras formas de agresión defensiva en que el narcisismo
intenso en sí es un fenómeno semipatológico. Considerando
las causas y la función de sangrientas y crueles matanzas
en masa como las ocurridas entre hindúes y musulmanes
en el momento de la partición de la India o entre los
musulmanes bengalíes y sus gobernantes pakistaníes,
vemos que el narcisismo colectivo desempeña ciertamente
un papel considerable, cosa nada sorprendente si tomamos
en cuenta que nos las habemos con las poblaciones virtualmente
más pobres y miserables del mundo entero.
En su libro Desórdenes de la personalidad en la Vida
Moderna, Theodore Millon y Roger Davis afirman que el
narcisismo patológico está reservado a «los nobles y
los ricos», y que «parece haber ganado prominencia sólo
en el siglo XX». De acuerdo con ellos, el narcisismo
podría estar asociado con niveles superiores en la escala
de necesidades de Maslow. Según ellos, «los individuos
de naciones menos adelantadas... están demasiado ocupados
tratando (de sobrevivir)... para comportarse de una
forma arrogante y grandiosa». Sin embargo, en opinión
de Sam Vaknim (Malignant self-love) el narcisismo es
un fenómeno ubicuo debido a que cada ser humano, independientemente
de la naturaleza o la cultura, desarrolla un narcisismo
sano tempranamente en su vida. El narcisismo sano se
convierte en patológico cuando se produce el abuso,
y el abuso es un comportamiento humano universal. Por
"abuso" entiende el rechazo a reconocer las fronteras
emergentes del individuo.
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