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Toca ya pensar en lo que vamos a ir cocinando tras las fiestas.
Sí, platos más ligeros, elaboraciones más sencillas y recetas con
menos sustancia (quien dice sustancia dice grasa). Estas Navidades
te has comido todo lo comestible y te has bebido todo lo bebible
(y más). Ahora toca moderar un poco el pico y tratar bien a tu cuerpo
con recetas ligeras y saludables, pero no por ello aburridas.
La bisque es una sopa de marisco. Puede hacerse con langosta, bogavante,
nécoras, gambas, gambones, carabineros, cigalas y hasta con cangrejos
de río. La etimología de la palabra bisque no está clara. O procede
de Biscaye, forma francesa para ‘Vizcaya’), o de bisque, que significa
"bebida agria" en dialecto normando. Es una sopa de marisco, pero
francesa y eso significa que lleva nata. También suele usarse arroz
para espesarla. Vamos con su receta para disfrutarla calentita ahora
en enero.
Ingredientes:
- Marisco (400 gr). Zanahorias (1 o 2). Cebolla (1). Puerro (1).
Tomate maduro (3). Arroz (70 gr). Brandy (media copa). Nata líquida
(40 ml). Fumet de pescado (1 litro). Mantequilla (50 gr). Aceite
de oliva. Perejil. Sal.
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preparados en Valencia, España.
Preparación:
Pelamos el marisco que tengamos y reservamos la carne. Hacemos
un caldo con las cáscaras, agua y una pizca de sal. Reservamos.
Picamos finamente zanahoria, cebolla y puerro. Cortamos el tomate
en trozos gruesos. En una sartén, rehogamos en la mantequilla la
cebolla, el puerro y la zanahoria. Cuando estén blandas, añadimos
el tomate y cocemos 10 minutos más. Agregamos el vino blanco. Cuando
reduzca, echamos el caldo de pescado. En el momento que hierva añadimos
el arroz. Espolvoreamos perejil y dejamos hacerse a fuego bajo unos
25 minutos. La carne de marisco que reservamos al principio la rehogamos
en una sartén con aceite. Al final, echamos el coñac. Lo encendemos
para quemar el alcohol. Reservamos. Recuperamos el sofrito con arroz,
le añadimos el caldo de marisco. Mezclamos y lo trituramos con la
batidora hasta conseguir un puré. Lo pasamos por el chino por si
quedaran impurezas. Agregamos la nata y mezclamos. Al emplatar,
colocamos los trozos de marisco rehogados a modo de tropezones y
servimos caliente.
¿Pensando en tomar medidas? Comer menos y más
sano. Hacemos para ello unas sardinas con verduras al vapor, una
receta barata y ligera para recuperarnos de tanto banquete. Y para
hacerla usaremos vaporera, una como tal o una que improvisemos.
Ingredientes:
- Sardinas (4 medianas, 8 lomos). Cebolla (media).
Calabacín (medio). Tomate (1). Espinacas (medio manojo). Rúcula
o canónigos (50 gr). Aceite de oliva virgen extra. Vinagre. Sal.
Pimienta. OPCIONAL: frutos secos, patata cocida o huevo duro.
Preparación:
Limpiamos y desescamamos las sardinas. Extraemos los
dos lomos de cada una. Limpiamos y cortamos las espinacas. Cortamos
el tomate, la cebolla (en juliana) y medio calabacín (en rodajas
finas). Si tenemos vaporera: colocamos las verduras cortadas y mezcladas
en la parte baja y arriba los 8 lomos de sardina salpimentados.
Ponemos a cocer durante unos 5 minutos (dependerá de muchos factores,
así que conviene comprobar). (Si no tenemos vaporera podemos improvisarla
con un cazo con agua y un colador de pasta o usar el microondas
con mucho cuidado=midiendo los tiempos con prudencia). Hacemos una
vinagreta (que podemos tunear al gusto). Para emplatar: disponemos
primero algo de rúcula o canónigos. Encima las verduras ya cocidas
y sobre éstas los lomos de sardina. Regamos con la vinagreta y a
comer. OPCIONAL: podemos acompañarlo todo con frutos secos o una
patata cocida o un huevo duro.
Sanas, saciantes, frescas y llenas de sabor: las ensaladas
que harán del invierno un oasis vegetariano existen. El truco está
en combinar verduras cocidas y vegetales crudos para conseguir contrastes.
Vamos con una de alcachofa, manzana, y cereales integrales.
Ingredientes:
1 taza (unos 250 g) de mijo crudo. 1 bulbo de hinojo.
1 cebolla roja (o del tipo que sea). 1 manzana verde tipo Granny
Smith. 2 tazas de rúcula. 8 alcachofas. 1 cucharadita de semillas
de sésamo. 1 cucharadita de zatar. Vinagre de manzana o zumo de
limón. Aceite de oliva virgen extra. Sal. Pimienta.
Si os da pereza poneros a pelar alcachofas o esta
receta cae en vuestras manos fuera de temporada, podéis usar corazones
de alcachofa congelados: si son de una calidad decente, el resultado
también lo será. Por muy perezosos que seáis, no os recomiendo usar
las de bote: a no ser que encontréis algunas sin ácido cítrico,
el regusto metalizado del mismo se comerá al resto de ingredientes
y os perseguirá el resto del día.
Preparación:
Hervir el mijo unos 20-25 minutos en un cazo con 2,5
tazas de agua con sal. Escurrir y dejar enfriar. Pelar las alcachofas,
abrirlas por la mitad y hacerlas al vapor durante unos 15 minutos
(o un poco más, si se quieren más blandas). Pelar la cebolla, cortarla
en juliana y ponerla en un bol con 5 cucharadas de vinagre o zumo
de limón y un poco de sal. Pasados 10 minutos, añadir el bulbo de
hinojo también cortado en juliana –reservando los tallos y las hojas–
y dejar marinar 10 minutos más. Cortar la manzana con piel en gajos
finos y preparar una vinagreta con tres cucharadas del vinagre o
limón del macerado, un poco de sal, pimienta, el zatar y cuatro
cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Montar la ensalada poniendo
una base de mijo, manzana, rúcula y la mezcla de cebolla e hinojo.
Regar con la vinagreta, añadir láminas muy finas del tallo del hinojo
y las hojas reservadas, también –si se quiere– el extra de sésamo
y servir.
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Aunque en España tenemos la costumbre de tomar las
albóndigas guisadas en diferentes tipos de salsa, fuera de aquí
–en Grecia, Turquía o Suecia, entre muchos otros lugares– es habitual
comerlas ‘en seco’, acompañadas de una salsa para mojar. Estas sabrosas
bolas de hoy, se inspiran totalmente en esta escuela albondiguística,
además de saltarse a la torera otra costumbre local española,
en lugar de freírlas, las cocinaremos en el horno o sartén tapada,
lo que las hará mucho más ligeras y jugosas.
Es importante usar contramuslo de pollo porque, además
de ser más barato que la pechuga, es bastante más jugoso, así que
no hace falta añadirle grasa para conseguir un resultado satisfactorio.
La zanahoria y la cebolla previamente doradas también aportarán
su punto de dulzura y la piel de limón la frescura cítrica, y no
hará falta mucho más para disfrutarlas como segundo plato ligerito
(o más gocho, si se acompañan de arroz, puré de patata, cuscús o
lo que se prefiera).
Puedes añadir más verduras a la ecuación siempre que
tengas claro que no van a volver la masa demasiado densa, o al revés,
deshecha y difícil de manejar, algún fruto seco, especias o aderezos
–con trocitos de cacahuete, cilantro y curry en pasta están buenísimas–,
e incluso hervirlas en agua o caldo si no tienes un horno o sartén
en condiciones cerca.
Estas albóndigas se pueden tomar perfectamente a temperatura
ambiente, así que te las puedes llevar sin problema de picnic, a
la playa o donde prefieras. Solo tendrás que cambiar la crema agria
(o yogur) por una salsa de tomate ligera –como un tomate natural
cocido con un poco aceite, y reducido hasta el punto que prefiramos–,
acompañarlas de una ensalada o tomarlas tal cual, solas, que también
están muy buenas.
Ingredientes:
- 500 g de contramuslo de pollo picado. Unos 40 g
de pan de víspera. Un trocito de pimiento rojo. 1 zanahoria. 1/4
de pimiento verde. Leche (para mojar el pan). 1 huevo. 1 chalota.
1 cebolla pequeña (½ si es grande). 1 diente de ajo. 150 g de crema
agria o yogur. 2 cucharadas de cebollino picado. Sal. La ralladura
de 1 limón. Aceite de oliva. Orégano. Pimienta.
Preparación:
Mojar el pan con la leche hasta que esté bien empapado.
Mientras, pelar y picar la cebolla, el diente de ajo, los pimientos
y la zanahoria (esta última también se puede rallar). Dorarlos en
una sartén con un poco de aceite. Mezclar bien la carne picada con
las hortalizas y el ajo dorados, el pan bien escurrido, un huevo,
sal, pimienta, la ralladura de limón y orégano al gusto. Con las
manos ligeramente húmedas, hacer unas 20 bolitas y cocinarlas unos
20 minutos en el horno a 180 grados o unos 15 en una sartén con
muy poco aceite tapadas, haciéndolas girar con cuidado de vez en
cuando una vez estén suficientemente hechas como para no romperse.
Mientras, hacer la salsa mezclando el cebollino picado –reservar
un poco para decorar– la chalota también picada muy fina, la crema
agria, un pellizo de sal, una generosa cantidad de pimienta y un
chorrito de zumo de limón. Servir las albóndigas calientes, tibias
o a temperatura ambiente acompañadas de la salsa.
El gazpacho no está contraindicado en días de recorte
calórico, siempre que reduzcas la cantidad de aceite y evites tomártelo
con una barra de pan en barquitos. Este de mango es fresquísimo,
y la guarnición que lleva también es ligerita.
Ingredientes:
Gazpacho:
- 1 kg. de tomate de pera muy maduro. 2 mangos maduros.
1 cebolleta. 150 ml. de aceite de oliva virgen extra. 3 cucharadas
de vinagre de Jerez. Sal.
Guarnición:
- 200 gr. de colas de gambas. 2 dientes de ajo. 1
cucharadita rasa de pimentón picante. 1 cucharadita de mezcla china
de cinco especias (en su defecto, mezcla de jengibre, clavo, canela
y anís). Aceite de girasol. Sal.
Preparación:
Cocer un minuto las colas de las gambas en agua con
bastante sal. Es importante que no se pasen. Pelarlas y ponerlas
en un bol pequeño. Añadirles las especias, los dientes de ajo pelados
y aplastados con la hoja de un cuchillo, una pizca de sal y abundante
aceite de girasol. Mezclar bien, tapar y reservar en la nevera.
Triturar a fondo todos los ingredientes del gazpacho. Si queda muy
espeso, añadirle hielo o agua muy fría y volver a triturar. Pasarlo
por el chino si se quiere fino. Dejar reposar en la nevera un mínimo
de tres horas. Remover las gambas y desechar los ajos. Corregir
de sal el gazpacho y servirlo bien frío acompañado de del marisco.
Unas berenjenas marinadas a las que la autora somete
a un procedimiento peculiar. Tras cortarlas en rodajas gruesas,
en vez del tradicional salado sobre colador para que suelten el
amargor las pone media hora en agua con abundante sal para ablandarlas
y conseguir así una textura más tierna.
The Slow Mediterranean Kitchen, de Paula Wolfert
es un perfecto autorregalo.
La marinada que propone el libro tiene algún ingrediente
difícil de encontrar por estos lares, como el verjus o agraz, así
que la puedes cambiar a tu gusto. De cualquier forma, recomiendo
adaptarla al gusto del cocinero: lo básico es la técnica de asado
de la berenjena y la presencia de un líquido ácido y aceite en la
marinada. A partir de ahí, libertad creativa total para añadir hierbas,
especias u otros ingredientes.
Ingredientes:
- 2 berenjenas. 1 diente de ajo. 1 trozo pequeño de
jengibre fresco. 1 lima. 1 cucharada de albahaca fresca picada.
1 cucharada de menta fresca picada. Aceite de oliva extra virgen.
Azúcar. Pimienta negra recién molida. y sal. Queso rallado o yogur
griego (opcional).
Preparación:
Cortar las berenjenas en rodajas de un centímetro
aproximadamente, y ponerlas media hora en un bol con agua y abundante
sal. Ponerles un plato o algún peso encima para que estén sumergidas
del todo. Precalentar el horno a 180 grados. Aceitar una bandeja
de horno y repartir las berenjenas sobre ella en una sola capa.
Hornear 20 minutos, darles la vuelta y repetir el proceso 20 15
minutos más, o hasta que estén tiernas y un poco doradas. Mientras,
preparar la marinada mezclando 3 cucharadas de aceite, 1 cucharada
de zumo de lima, el ajo y el jengibre cortados en trozos lo suficientemente
grandes para que se puedan retirar, 1/2 cucharadita rasa de azúcar,
la menta y la albahaca. Cuando las berenjenas estén frías, ponerlas
en un bol grande, verter la marinada por encima y mezclar con suavidad.
Extenderlas sobre una fuente o plato grande con todo el líquido,
salpimentar, cubrir con plástico o papel de aluminio y dejar en
la nevera un mínimo de tres horas (mejor de un día para otro). Sacarlas
de la nevera una media hora antes de comerlas para que se templen.
Servir con queso rallado por encima o con yogur griego batido y
aderezado con un poco de menta o eneldo.
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