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19 - Mayo - 2024
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En gastronomía se denomina salsa a una mezcla líquida de ingredientes fríos o calientes que tienen por objeto acompañar a un plato. La consistencia líquida o semilíquida de una salsa puede cubrir una muy amplia gama que puede ir desde el puré a la más líquida de un caldo. Algunos autores definen la salsa como un condimento líquido para los alimentos. Las salsas no solo afectan a las sensaciones del gusto y el olor, pueden ofrecer colores diversos que afectan a la apariencia de un plato y a veces orquestan diversas sensaciones al mismo tiempo. En los cursos de cocina tradicionales constituyen parte del primer capítulo, ya que se considera que la primera habilidad de todo cocinero debe ser la elaboración de salsas. Las cualidades especiales de una salsa elaborada reflejan las habilidades del cocinero. Las salsas admiten muchas categorías: por temperatura (frías o calientes), por sabor (dulces, picantes, agrias, etc.), por contenido (emulsionantes, ligazón, etc.), por estabilidad, etc. A pesar de todo ello, en la actualidad las salsas se venden en conserva y se encuentran disponibles en cualquier supermercado. En la alta cocina existen cocineros dentro de la organización de la cocina que están especializados en las tareas de elaboración de las diferentes salsas que se emplean en los platos. Se denominan del francés «saucier» (salsero). En este tipo de cocina se emplea la salsa a veces como un elemento decorativo en la presentación del fondo de algunos platos.

Si a estas alturas ya te has enganchado, pásate por san wikipedia ...

Una de las grandes salsas catalanas y que, además, ha dado nombre a un excepcional plato de pescado que se prepara con ella. Es una salsa de pescadores y la podemos centrar en la provincia de Tarragona, donde todavía sigue siendo un faro de referencia gastronómica obligada. El romescu, como se llama en catalán, aparece en la mayoría de cartas de restaurantes y la salsa llega a la mesa siempre que hay pescados y mariscos a la parrilla. Se trata de una salsa con ingredientes realmente modestos, fácil de preparar pero que, a la hora de la verdad, transforma los platos en delicioso manjares. Hacerla más o menos espesa es cuestión de gustos. Lo importante es que su sabor, ligeramente picante, se adapte perfectamente al plato que tenemos delante.

2 ñoras remojadas unas 4-5 horas, 1 cabeza de ajos, 3 tomates maduros, 15 g de almendras tostadas, 15 g de avellanas tostadas, 1 rebanada de pan tostado, 250 g de aceite de oliva virgen extra, 100 g de vinagre (o al gusto), 1 guindilla, pimentón dulce y sal.

Una vez bien remojadas las ñoras, sacamos las pepitas y reservamos la piel con la carne. Para asar los tomates y ajos podemos usar la lumbre, bien cubiertos de brasas en papel de aluminio, o en el horno. El horno debemos precalentarlo a unos 200ºC y poner los tomates y los ajos en bandejas a parte. Los tomates estarán listos con unos 15 o 20 minutos. Los ajos tardarán un poco menos. Una vez escalivados, sacamos la piel a los tomates y sacamos uno a uno los ajos. Limpiamos de pepitas las ñoras y reservamos la carne. Pelamos también las almendras y las avellanas tostadas. Tostamos una rebanada de pan. Ponemos todos los ingredientes en un vaso de batidora: el aceite de oliva virgen extra, el vinagre, los tomates, los ajos, las ñoras, los frutos secos, el pan y batimos a velocidad media. Finalmente añadimos una cucharadita de pimentón rojo dulce, sal y una punta de guindilla para darle un toque picante. Batimos de nuevo y vamos probando y rectificando.

La salsa sriracha es picante y procede del sureste de Asia y es muy popular en Tailandia, desde donde se ha extendido al resto del mundo, fundamentalemente en su versión americana. Su nombre proviene de la ciudad homónima ubicada en la playa Sri Racha, donde se usaba como condimento. Si la mezcláis con un poco de tomate frito o con concentrado de tomate, podréis hacer versiones más suaves.

8 guindillas, 4 dientes de ajo, 100 ml de vinagre de arroz, 1 cucharadita de salsa de pescado tailandesa (opcional), salsa de tomate opcional, 30 g de azúcar de coco o moreno.

Abrimos las guindillas para retirar las venas centrales y las pepitas. Colocamos las guindillas, los ajos pelados y el vinagre en un frasco y dejamos reposar durante la noche para hacer una fermentación que bajará la potencia del picante y aportará deliciosos matices. Opcionalmente podemos añadir una cucharadita de salsa de pescado. Al día siguiente, ponemos la mezcla en el vaso de la batidora, añadimos el azúcar y trituramos para obtener una papilla. Lo pasamos a un cazo y dejamos hervir a fuego lento entre cinco a diez minutos. Retiramos del fuego y dejamos que se enfríe. Volvemos a triturar y obtendremos esta deliciosa salsa sriracha. Opcionalmente se puede mezclar con un poco de salsa de tomate.

El ajoperejil tiene la capacidad de realzar el sabor de nuestros platos de una manera única. Aunque se comercializa en seco (lo podéis encontrar en cualquier supermercado), el ajoperejil casero, elaborado con ingredientes frescos, no tiene parangón. Podemos usar los ingredientes que más nos gusten y ajustar cantidades al gusto.

2 cabezas de ajos, 1 manojo grande de perejil muy fresco, aceite de oliva virgen extra.

Pelados los dientes de ajo y limpio el perejil, picamos en una picadora con golpes secos y cortos, para que no se forme un puré, y bajando los restos que se peguen a las paredes. Si el vaso de la picadora es pequeño, será más sencillo picar los ingredientes en dos o tres veces. Se le puede añadir aceite de oliva virgen extra, pero también se puede dejar tal cual. Cualquiera de las dos fórmulas es perfectamente válida a la hora de usarlo en cocina, ya sea de forma inmediata o para recetas futuras.

El mojo rojo es una salsa tradicional, que se elabora con base de aceite, vinagre y ajo, es seña de identidad de la gastronomía canaria. Popularmente se dividen en mojos rojos y verdes, suaves y picones (o picantes). En cualquier caso los mojos verdes se suelen servir con pescados y mariscos suaves, mientras que los rojos acompañan otros alimentos de sabor más intenso o las tradicionales papas arrugadas.

4 dientes de ajo pelados, 2 rebanadas finas de pan duro tostado, 50 g de pimiento rojo asado sin pepitas ni piel, 50 ml de aceite de oliva virgen extra suave o girasol, 15 ml de vinagre, 3 g de sal, 3 g de pimienta negra molida, 3 g de comino, 1 cayena (opcional), 3 g de pimentón picante.

Escurrimos los pimientos asados, pero reservamos parte de su jugo por si quisiéramos ajustar el punto de espesor del mojo más tarde. Introducimos en el vaso de una batidora de mano junto con la sal, la pimienta, el pimentón y el comino. Agregamos el vinagre, la pimienta de cayena (solo si se quiere un mojo picante, en caso contrario se prescinde de ella) y el aceite elegido, este último en cantidad suficiente para cubrir los ingredientes anteriores. Trituramos. Probamos y lo ajustamos si fuera necesario añadiendo más sal, pimienta, comino, etc. Si el mojo está muy espeso, añadimos un poco de jugo de pimiento y trituramos de nuevo.

La salsa barbacoa resulta deliciosa con, por ejemplo, unas costillas asadas para darles un toque extra de sabor. Si os gusta con un punto picante añadirle en vez de todo pimentón dulce una pizca del picante que más os agrade. Si podéis comprar humo líquido le dará ese toque tan típico de las salsas comerciales, pero también es deliciosa sin él.

1 cebolleta, 15 g de azúcar moreno, 1 diente de ajo pelado, 30 g de kétchup. 15 g de tomate concentrado, 15 g de salsa Worcestershire, 30 g de miel, 10 g de pimentón dulce, 15 ml de aceite de oliva virgen extra, humo líquido (opcional), sal y pimienta negra.

Comenzaremos colocando al fuego una sartén con el aceite de oliva, añadimos la cebolleta picada menuda y el diente de ajo con el azúcar moreno. Lo sofreímos todo durante unos minutos hasta que comience a caramelizar. Salpimentamos. Retiramos del fuego. Añadimos el ketchup, el concentrado de tomate, la salsa Worcestershire, la miel y el pimentón. Mezclamos y trituramos con una batidora.

La raita o raitha es una elaboración típica de la cocina india y otras regiones del sureste asiático. Consiste en combinar yogur con algún vegetal, normalmente también especias, hierbas y/o aceite. Puede adoptar muchas formas diferentes según la consistencia, y admite multitud de variantes. La de pepino es una de las más típicas, sencillas, frescas y versátiles.

1/2 pepino mediano, 250 ml de yogur natural, 1 chile verde fresco, 1/2 cucharadita de azúcar, 25 g de hojas de cilantro fresco, 1/4 cucharadita de sal.

Lavamos y rallamos el pepino. Escurrimos sobre un colador, apretando con la palma de la mano, para que suelte sus jugos. Despepitamos el chile y picamos finamente. Si no encontramos chile verde fresco podemos usar un pellizco de chile molido. Mezclamos el yogur natural con el pepino, el chile picado, el azúcar y la sal en un recipiente hondo y removemos bien para integrar. Servimos con las hojas de cilantro fresco repartidas por la superficie.

La composición de esta mostaza casera lleva unos cuantos ingredientes que, por lo general, a aquel que le guste añadir especias a su cocina suele tener en la despensa. Si os tenéis que hacer con alguno de ellos, que no os importe, pues son de larga conservación, así que seguro que les podéis dar salida para varias repeticiones de esta receta u otras preparaciones.

55 g de semillas de mostaza amarilla, 80 ml de vinagre de vino blanco, 80 ml de vinagre de sidra o manzana, 15 ml de miel o sirope vegetal, 1 cucharadita de cúrcuma molida, 15 ml de salsa Worcestershire, 1/2 cucharadita de sal.

Comenzaremos añadiendo las semillas de mostaza en un bol de cristal, vertemos por encima el vinagre, el vino blanco, el sirope o miel, la cúrcuma y la sal. Tapamos con un film y dejamos macerar tres días en la nevera.

Una sencilla y aromática salsa con frutos rojos se puede preparar con antelación, incluso congelar. Pero si optáis por ello, no añadáis la mantequilla hasta después de calentarla antes de servir, pues su función es la de aportar brillo y untuosidad a la salsa, algo que se perdería si recalentamos la salsa después de añadir la mantequilla.

150 g de cebolla blanca, 30 g de azúcar, 80 g de frutos rojos o del bosque, 100 ml de vino de Oporto, 200 ml de caldo de verduras, pimienta negra molida, sal, aceite de oliva virgen extra, 15 g de mantequilla.

Pelamos y cortamos finamente la cebolla. Calentamos un par de cucharadas de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y pochamos la cebolla junto con el azúcar, a fuego muy suave durante 10 minutos. Si tapamos la cazuela la cocción será más uniforme y rápida. Añadimos los frutos rojos. Nosotros hemos utilizado frutos congelados, pero también se pueden usar arándanos, grosellas, moras, frambuesas y fresas frescos. Subimos la potencia del fuego y, cuando alcance el punto de ebullición, regamos con el vino de Oporto. Dejamos reducir. Añadimos el caldo y llevamos nuevamente a ebullición. Cocemos durante 10 minutos a fuego medio antes de triturar y pasar por un chino o colador. Probamos el punto de sabor y ajustamos con una pizca de sal y pimienta negra si lo consideramos necesario. Añadimos la mantequilla y removemos hasta fundir.

En esta sabrosísima salsa de nueces combinamos el fruto seco con chalota, ajo y caldo casero, para conseguir una salsa que resulta de lo más ideal para carnes. Si a esos ingredientes añadimos queso parmesano, una vez terminada la elaboración, obtenemos una salsa de nueces perfecta para condimentar platos de pasta.

150 g de nueces con cáscara, 2 chalotas, 500 ml de caldo de carne casero (o pollo), 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, 15 g de harina, 1 diente de ajo, sal y pimienta negra.

Pelamos las nueces y las tostamos ligeramente en la sartén. Picamos la chalota y el ajo, y los pochamos a fuego lento en una sartén con dos cucharadas de aceite de oliva. Salpimentamos y añadimos una cucharada rasa de harina, removiendo como para quitar el sabor a crudo y formando un roux. Agregamos el caldo de pollo casero -puedes usar también caldo de verduras si lo prefieres- y las nueces, dejando que todo se mezcle bien y llevamos a ebullición. Después bajamos el fuego y cocinamos durante cinco minutos más. Trituramos la salsa con la batidora y le damos el nivel de consistencia deseado, añadiendo un poco más de caldo si fuera necesario, si vemos que nos queda demasiado espesa.

Aunque hay muchas versiones de este aliño típico de la popular ensalada César, la más extendida hoy en día es una mayonesa muy ligera, aderezada con limón, anchoas, salsa Worcestershire (que también lleva anchoas), sal y pimienta. Hace una sorprendente y deliciosa pareja con todo tipo de alimentos cocinados a la barbacoa, tanto carnes y pescados como verduras. Como lleva huevo crudo, hay que extremar las precauciones y servirla rápidamente, o refrigerar y consumir a las pocas horas.

2 huevos, 2 cucharadas de zumo de limón, 4 anchoas, un chorrito de salsa Worcestershire, sal y pimienta negra.

En un vaso de batidora, echa los huevos, las anchoas, el zumo de limón, un chorrito de salsa Worcestershire, y una cantidad generosa de pimienta negra recién molida. Bate la salsa y pruébala. Las anchoas son muy saladas, por lo que es mejor echar sal después, para no pasarnos. También podemos echar alguna anchoa extra si nos gusta que quede algo más fuerte.

El pesto es un condimento o salsa típica originaria de la Liguria (Italia). Su ingrediente principal es la albahaca (Ocimum basilicum) o mejor, albahaca genovesa. Además de la albahaca, se muelen piñones y ajo, todo ello aderezado con queso parmesano y/o queso de oveja (pecorino, dependiendo de las tradiciones locales), y aceite de oliva. La palabra «pesto» viene del genovés pestare, que significa machacar o moler en un mortero, que es la forma en que tradicionalmente se prepara esta salsa. «Pesto» es un término genérico para cualquier cosa que se haga machacando; por eso la palabra se usa para varios pestos en Italia. No obstante, el pesto alla genovese («pesto genovés») sigue siendo el pesto más popular en Italia y el resto del mundo. Debido a la inmigración, Costa Rica, Perú y Francia tienen sus variantes.

Albahaca fresca, sólo las hojas 100 g. Queso Parmesano 200 g. Piñones 75 g. Diente de ajo 2. Aceite de oliva virgen extra. 160 ml. Sal.

Separamos las hojas de albahaca del tallo (no lo utilizamos porque amarga y estropea el resultado), las lavamos y secamos a conciencia. Para ello, las extendemos sobre una hoja de papel absorbente de cocina, colocamos otra hoja encima y presionamos ligeramente con la palma de la mano, con cuidado de no romper ninguna hoja.

Eliminar toda el agua es un paso imporantante, así que hay que tomárselo con calma. La albahaca es una planta muy delicada que tiene a oxidarse con facilidad. Cualquier gota de agua o cualquier desgarro de las hojas producirá un cambio en el color de nuestro pesto, volviéndolo oscuro en lugar de quedar verde brillante y claro. Mientras las hojas de albahaca se secan, pelamos los dientes de ajo, los cortamos en dos, a lo largo, y retiramos el gérmen. Tostamos los piñones en una sartén, sin aceite. Colocamos todos los ingredientes en el vaso de un robot de cocina, junto con la mitad del aceite y una pizca de sal, y trituramos. Cuando hayamos obtenido una papilla y no se aprecien trozos de piñones ni de albahaca, dejamos de triturar para añadir el resto del aceite. Trituramos de nuevo, sólo para integrar el aceite, y ya tenemos nuestra salsa de pesto de albahaca listo para utilizar.

El pesto de albahaca es una salsa muy versátil. Para acompañar pastas, aliñar ensaladas, como sustituto de la salsa de tomate en pizzas o untada sobre rebanadas de pan con huevo revuelto por encima.

Y para acabar ...

¿Qué podemos añadir sobre el kétchup? Es una salsa de tomate especiada que tiene muchos adeptos o casi adictos, sobre todo entre la gente joven, y está considerada como la salsa más popular del mundo, demasiado asociada a la comida rápida. Es una salsa ideal para barbacoas, hamburguesas, perritos calientes y papatas fritas, pero también acompaña muy bien a platos de huevos, como tortillas o huevos fritos.

1 kg de tomates maduros, 1 cebolla, 1 pimiento verde, 1 diente de ajo, 50 g de azúcar moreno, 70 ml de vinagre de manzana, 3 g de sal, 3 g de pimentón dulce, 3 g de mostaza en polvo, 1 pizca de canela, 1 pizca de pimienta negra, 1 pizca de clavo molido (opcional), 1 guindilla (opcional).

Lava los tomates y el pimiento. Corta en trozos grandes los tomates y coloca en un cazo grande antiadherente. Añade el pimiento en trozos, sin semillas, la cebolla en trozos y el diente de ajo pelado. Cuece a fuego lento unos 40 minutos, o hasta que todo quede muy tierno. Tritura la mezcla usando la batidora, hasta que quede muy fino. Añade las especias, el azúcar y el vinagre. Acaba la cocción una hora a fuego lento, removiendo con frecuencia. Pasa directamente a los frascos esterilizados o un tupper hermético bien limpio, deja enfriar y tapa bien.

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