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29 - Mayo - 2024
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El hummus bi tahina ('garbanzos con tahina'), frecuentemente simplificado a hummus es una crema de garbanzos cocidos con zumo de limón, que incluye pasta de tahina (semillas de sésamo molidas, con agua, jugo de limón y sal) y aceite de oliva, que según la variante local puede llevar además otros ingredientes como ajos o pimentón (generalmente vertido al servirse). Es un plato muy popular a lo largo y ancho de todo Oriente Medio, Italia, incluidos también Líbano, Israel, Palestina, Grecia, Siria, Armenia, Chipre y Turquía, aunque el hummus que se consume en Grecia es bastante distinto del que se encuentra en el mundo árabe y en Israel. El hummus parece tener como origen el Antiguo Egipto y su preparación era muy diferente a la actual, servida en porciones pequeñas sobre una pieza de pan de pita. En Palestina se prepara una variante del hummus bi tahina llamada msabbaha.

En árabe, hummus significa simplemente 'garbanzos'. En el mundo árabe el nombre común para este plato es garbanzos con pasta de sésamo, o musabbaha. Internacionalmente se conoce con la forma simplificada hummus.

La receta básica es una mezcla de garbanzos cocidos con tahina, ajo y zumo de limón en proporción variable, aunque una base habitual es: 500 g de garbanzos, una o dos cucharadas soperas de tahina, dos o tres cucharadas soperas de aceite de oliva, un diente de ajo y el zumo de medio limón. Se hace con ello un puré de cierta consistencia, al que se añaden sal y especias como comino, cilantro o alcaravea si se desea. En el momento de servir (frío o tibio), se añade pimentón. En ocasiones, previamente se frotan los garbanzos cocidos dentro de su agua de cocción para que se desprenda la piel, que se retira. El hummus queda entonces más fino. La fina textura de este puré hace que los cocineros de todo el mundo ofrezcan diversas variantes dependiendo de las costumbres y la sencillez. Es una preparación que se sirve habitualmente expandida en un plato y fría, acompañada de porciones de pan de pita que se emplea como elemento para mojar, o de verduras y hortalizas frescas. Algunas versiones más modernas emplean en lugar de pan pita, tortillas chip. La versión crudivegetariana simplemente sustituye los garbanzos cocidos por garbanzos germinados. Es frecuente servir este plato como un desayuno. Otras versiones añaden otros ingredientes, como aguacate o remolacha, para darle un color y un punto de sabor diferente. Es un plato muy empleado en las cocinas vegetarianas y veganas.

La Poichichade, también conocida como céserade (de ceze, "garbanzo" en occitano) es un puré de garbanzos originario del sur de Francia. Esta especialidad culinaria, similar al hummus pero sin tahini en su composición, está extendida por todo el sur de Francia. Su popularidad se debe en gran parte a la cultura ancestral del garbanzo, presente desde la Edad Media e incluso dese la Antigüedad en algunas áreas. La tradición de la poichichade está arraigada en el sur de Francia, donde el consumo de garbanzos está particularmente asociado al domingo de Ramos. En estas tierras, el garbanzo desempeña un papel central en las comidas festivas y tiene un profundo significado cultural.

La tapenade es una pasta de aceitunas machacadas con alcaparras, anchoas y aceite de oliva, típica de la Provenza. También puede llevar ajo, hierbas diversas, atún, vinagre balsámico, zumo de limón o brandy. Su nombre proviene de la palabra provenzal tapena (tápena o alcaparra). Puede hacerse con aceitunas negras o verdes.

En su libro La Cuisinière Provençale (1899), el chef francés Jean-Baptiste Reboul escribió que la tapenade fue inventada en 1880 por Meyner, chef en el restaurante "La Maison Dorée" en Marsella. Sin embargo, se sabe que las pastas a base de aceitunas ya existían previamente. Tradicionalmente, la tapenade se prepara con aceitunas negras, a las que se agregan anchoas en aceite, ajo, tomillo, alcaparras y aceite de oliva. Hay también una variante hecha con aceitunas verdes. Es un alimento popular en la cocina del sur de Francia, donde se sirve como aperitivo, untada en tostadas. También puede usarse como condimento de filetes o verduras.

Los platos a base de aceitunas con anchoas o vinagre son habituales en la cocina italiana, como se documenta en antiguos libros de cocina romanos que datan de más de mil años antes de que se acuñara la palabra occitana tapenade. Una de las primeras recetas italianas conocidas de este tipo, Olivarum conditurae, aparece en la obra de Columella Sobre la vida rural, escrita en el siglo I. Catón el Viejo (234-149 d. C.). también incluye una receta de epithyrus, un paté de aceitunas muy parecido al tapenade, en el capítulo 119 de su libro Sobre la agricultura. El uso de alcaparras es un sello distintivo de las recetas de tapenade. Los ingredientes básicos del tapenade son las aceitunas y las alcaparras. Las aceitunas (las negras son las más comunes) y las alcaparras se pican finamente, se pican o se mezclan. A continuación, añadir poco a poco el aceite de oliva hasta que la mezcla se convierta en una pasta. La tapenade suele aromatizarse de forma diferente según las regiones, añadiendo otros ingredientes como ajo, hierbas, anchoas, zumo de limón o brandy.

Se puede utilizar como aperitivo, servido sobre pan crujiente o crudité. Puede ser ingrediente de una ensalada, utilizarse como condimento y para cocinar platos de pescado.

Combinada con pasta, pescados al plancha en incluso una carne, la tapenade es una receta que nos transporta directamente a esa cocina mediterránea que tanto apetece en verano. Para lograr un sabor de diez, es ideal conseguir unas aceitunas negras y anchoas de calidad, la cantidad es poca, pero sin embargo el hacerlos con productos buenos vale la pena.

4 hojas de albahaca, medio diente de ajo. 10 alcaparras, 1 anchoa, 150 gr. de aceitunas negras. Aceite de oliva virgen extra, 80 ml.

Por lo general la tapenade se prepara simplemente machacando los ingredientes en un mortero y añadiendo el aceite de oliva poco a poco, también para acelerar el proceso podéis hacerla en un robot de cocina con cuchillas, pero teniendo en cuenta de que no debe quedar demasiado triturada, sino una mezcla grosera. Comenzaremos partiendo el diente de ajo a la mitad y quitándole el germen de su interior para evitar que repita. Picamos las hojas de albahaca fresca con el cuchillo. En el mortero o vaso de la batidora añadimos el ajo, la albahaca, las alcaparras, el filete de anchoa y las aceitunas negras sin hueso. Seguidamente añadimos dos cucharadas de aceite de oliva reservando el resto para hacer poco a poco la emulsión. Trituramos o machacamos con el mazo del mortero añadiendo poco a poco en chorro fino el resto del aceite hasta que veamos que aún tiene textura gruesa y ya se ha emulsionado el conjunto. Reservamos en frío y servimos acompañada de pan.

La Anchoïade (o anchoyade) es una salsa elaborada a base de anchoas en salazón, ajo y aceite de oliva. Con ella se prepara un plato, también llamado anchoïade, en el que la salsa se acompaña de crudités (hortalizas crudas cortadas en bastoncitos) para mojar. Es una comida tradicional de la cocina francesa de la región de Mediodía.

El lugar de origen de la anchoïade pudo haber sido Provenza o Languedoc. La versión provenzal de la receta ya aparece compilada en La Cuisinière Provençale, publicado por el chef francés Jean-Baptiste Reboul en 1899. La receta más simple de la anchoïade lleva anchoas en salazón, aceite de oliva y vinagre blanco, pero hay numerosas variantes que incorporan aceitunas negras, coñac o tomate. La versión de Niza incluye alcaparras. El modo de preparación tradicional es machacar los ingredientes en un mortero hasta obtener una pasta homogénea, aunque hay también versiones comerciales. La anchoïade es un primer plato y un aperitivo compuesto por la salsa y una porción de crudités para mojar en ella. Puede, además, untarse en tostadas o grissini.

La olivada es una pasta para untar hecha a base de olivas, en principio negras, trinchadas con aceite de oliva, sal y si se quiere alguna especia. Se utiliza para untar en rebanadas de pan o a veces para añadirla por ejemplo, al aceite de una ensalada. Se pueden usar olivas arbequinas, empeldre o aragonesa, argullol, etc. En la Occitania mediterránea existe la versión enriquecida con anchoas y alcaparras que se llama tapenada, y otras versiones, o también , por su sencillez, se pueden encontrar en Italia y en general en toda la mediterránea. En Francia el término olivade es una marca comercial registrada.

El tzatziki es una salsa característica de las cocinas griega y turca, muy empleada en los meze, una selección de aperitivos variada que suele ir acompañado de una bebida alcohólica, como el raki en Turquía o el ouzo en Grecia. La palabra turca cacik encuentra sus orígenes en la palabra persa jaj, que se refiere a ciertas hierbas aromáticas usadas para cocinar. Esta palabra aparece en los diccionarios otomanos desde el siglo XVII.

Los principales ingredientes del tzatziki son el yogur griego, mezclado con abundante pepino rallado, aceite de oliva, jugo de limón, o vinagre, ajo y, a veces: perejil, menta, pimienta o eneldo. Se sirve en un cuenco, frío o a la temperatura idónea del yogur. Cacik es un plato de la cocina turca hecho a base de yogur, pepino, agua, y ajo. Se decora con hierbas y aceite de oliva virgen. Se puede definir como una sopa fría y es un plato generalmente consumido en verano, aunque existe su variante de invierno también. Tzatziki, la versión griega de cacik, es una salsa a base de pepino y yogur, consumida en muchos platos, especialmente de carne.

¿Viajamos a Grecia?

2 yogures griegos, un pepino, una cucharada de aceite de oliva virgen extra cucharada. Menta fresca picada dos cucharadas, dos dientes de ajo, medio limón medio. Pimienta negra molida, al gusto.

Empezamos pelando el pepino y lavándolo bien. Luego, con un rallador fino, lo rallamos hasta que quede una especie de puré de pepino. Lo salamos ligeramente y lo dejamos en un escurridor o en un colador para que vaya soltando el agua. Por otro lado, en un cuenco, mezclamos el yogur, el aceite, el diente de ajo picado, el zumo de 1/2 limón (o un poco menos), la menta picada (puede ser hierbabuena) y una pizca de sal y pimienta. Se pueden usar también yogures normales escurriendo bien el suero que tienen en un colador, aunque el resultado no es tan cremoso. Por último, incorporamos el pepino bien escurrido, removemos suavemente y servimos frío. Se puede servir inmediatamente, pero el Tzatziki griego está mejor reposado un par de horas en la nevera, para que esté más frío y un poco más denso.

Se mezcla el yogur con ajo molido y se le agrega agua y sal. Los pepinos se pelan y se cortan en cubos. Estos cubos se agregan a la mezcla y se sigue mezclando suavemente, a mano, sin dañar los pepinos. Cuando adquiere la densidad deseada se deja enfriar en el frigorífico. A la hora de servir, se le agrega un chorro de aceite de oliva virgen, sin mezclar, y se le decora con hierbas como orégano, tomillo y perejil o cilantro. Tradicionalmente, en invierno el cacik se preparaba con lechuga en vez de pepino, debido a que antiguamente no se encontraban pepinos en esta época del año. El cacik se puede consumir como una sopa de verano, al lado de platos de carne o el habitual pilav, o simplemente como un meze. En este último caso se elabora con menos agua, o agregando hielo al yogur.

Tarator es el variante del cacik en varios países del entorno de los Balcanes y antiguos integrantes del desaparecido Imperio otomano. Un plato muy similar de la gastronomía iraní se denomina djadjik.

28 - junio - 2024

Tiempo de recibir visitas. Y hacerlas.

¿Animamos la velada?

Bloody Mary: el cóctel más sanguinario.

Un cóctel que por su color sangre nos haría parecer verdaderos vampiros es el famoso Bloody Mary. Esta popular bebida hace referencia a "María la sanguinaria", nombre que recibió la reina María I de Inglaterra tras ordenar una cruel persecución contra los protestantes en el siglo XVI. Fue en los años 20, cuando el barman Fernand Pietot dio con el primer bloody mary mezclando vodka, zumo de tomate, sal, pimienta, limón y salsa Worcesteshire. El primer bar donde se sirvió en 1921 fue en el Nueva York de París. Hoy es una de las bebidas máss de moda.

No es seguro que fuera exactamente así, pero parece ser que fue un barman llamado Fernand Petiot, quien inventó este combinado en el Harry’s New York Bar de París en 1920, mezclando a partes iguales vodka y zumo de tomate. Posteriormente, cuando Petiot se trasladó a los Estados Unidos como jefe del Bar King Cole en el Hotel Saint Regis de Nueva York, cambió la fórmula refinando el cóctel, añadiendo sal y pimienta, zumo de limón, y toques de salsa Worthestershire (Perrins) y unas gotas de salsa Tabasco rojo.

El nombre de Bloody Mary era demasiado atrevido para la época, en especial para la clientela del hotel, por lo que el barman rebautizó el coctel como Red Snapper, aunque este nombre no es tan popular como el otro. Con ese nombre, Bloody Mary, -así se conocía a María Tudor o María I de Inglaterra-, se alude a esta princesa que se rebeló contra su padre Enrique VIII ocasionando muchas muertes que tiñeron de sangre las calles de muchas ciudades británicas. Hoy este popular combinado se consume en todo el mundo, en especial antes de la hora de comer, siendo famosas sus supuestas propiedades contra la resaca tras una noche de excesos con el alcohol, debido a su contenido en vitaminas y porque también supone volver a ingerir una pequeña cantidad de este ingrediente.

Salsa Perrins, un chorro. Salsa Tabasco, dos gotas. Pimienta negra molida (dos vueltas de molino). Caldo de carne concentrado, un chorrito (opcional). Zumo de limón, 15 ml. Hielo. Zumo de tomate, 210 ml. Vodka, 70 ml. Sal de apio, una pizca. Apio.

A la hora de condimentar este cóctel, es fundamental un buen toque de salsa Perrins, muy poco Tabasco (dos gotas) para no pasarnos de picante agresivo y dos o tres vueltas de pimienta negra que completarán el efecto picante, para que quede en su punto. Opcionalmente se puede añadir un chorrito de caldo concentrado de carne para potenciar el sabor. Agregamos también el zumo de limón, aproximadamente 15 ml y agitamos con un cubo de hielo para mezclar bien y enfriar.

Continuamos con el vodka, utilizando la medida del jigger pequeño o grande, en función de la proporción de alcohol que se desee incorporar. Lo habitual es utilizar una tercera parte de la cantidad de zumo de tomate que se vaya a usar. Para 210 ml de tomate, utilizaremos 70 ml de vodka y la proporción quedará en su punto. Para incorporar el apio y la sal, usar la sal de apio, que aporta el inconfundible sabor de la hortaliza, sin saturar (evitando de paso que su sabor nos pueda repetir). Además así incorporamos el toque salado. No obstante, para terminar la preparación, vamos a meter una ramita de apio dentro del vaso dejando que asome por fuera que servirá para remover nuestro Bloody Mary, como si fuera una cucharilla.

El jigger es un medidor de barra para medir con precisión pequeñas cantidades de líquidos, de fácil manejo y distintas capacidades.

Ya sólo falta el zumo de tomate y agitar para que esté en su punto. El barman de Soda 917 nos recomienda airear bien el Bloody Mary, lanzándolo desde la coctelera al vaso dos o tres veces para terminar sirviéndolo en la copa, finalizando con la ramita de apio fresco. En caso de añadir hielo, hay que hacerlo al terminar de servir, sin echar más de dos cubitos para que nuestro Bloody Mary no quede aguado.

La caipiriña es el cóctel nacional de Brasil, que puede presumir de tener uno de los cócteles más refrescantes del mundo. Hecha de cachaça, lima, hielo y azúcar, los brasileños acostumbran a tomar esta bebida no sólo como cóctel para la noche, sino también como aperitivo. Hay muchas variaciones de la receta original: en algunos lugares se sustituye la cachaça por vodka (caipiroska) o por el ron (caipirissima) . Un detalle importantísimo: el secreto de la caipiriña está en beberla con pajita. A veces los nombres de los cócteles son de los más curioso. Es el caso del vodka con naranja, conocido como Destornillador, uno de los cócteles que gusta a (casi) todo el mundo. Su nombre proviene de los años 50, cuando los obreros estadounidenses que trabajan en Oriente Medio utilizaban esta herrmamienta para remover la bebida a falta de pajitas. Dicen que mezcla de vitamina C con alcohol es buena para calmar dolores estomacales ...

El Cosmopolitan es uno de los cócteles más glamurosos del mundo. O al menos así lo piensan las celebrities que se vuelven locas por esta bebida de vodka con cierto matiz a fruta ácida. Madonna es una de ellas, así como Carrie Bradshaw, el personaje protagonista de la serie de televisión Sex and the City, encarnada por Sarah Jessica Parker. Su preparación es sencilla: necesitas vodka, triple seco (como Cointreau o Grand Marnier) , zumo de arándanos y zumo de lima recién exprimido. Un cóctel que triunfa en los pubs ingleses es el Brandy Alexander. Sus ingredientes: cognac, licor de cacao y crema de leche. Todo ello batido con hielo en la coctelera. Es resultado de una variación del cóctel Alexander, el cual lleva ginebra en lugar de cognac. Es un trago perfecto para después de comer. El Rusty Nail, también conocido como Clavo Oxidado, es un cóctel que reúne lo mejorcito de las bebidas escocesas. Otra tentación para los amantes del whisky: se prepara mezclando licor Drambuie y Whisky escocés en partes iguales. Tiene un sabor dulce y aromático que se lo debe al licor, hecho con whisky, miel y especias como nuez moscada. Una delicia.

Ron, zumo de piña y crema de coco son los ingredientes que se necesitan para preparar una deliciosa piña colada, uno de los combinados tropicales más demandados del mundo. Su sabor dulce y refrescante la convierten en un cóctel perfecto para el verano. Originaria de Puerto Rico, la piña colada tiene hasta su propia canción: "The Piña Colada Song", de Rupert Holmes.

La bebida oficial de Puerto Rico.

Si hay un cóctel que nunca pasa de moda ese es el Martini Dry. Sus ingredientes son siempre los mismos: Vermú Blanco, ginebra y una aceituna. Lo que cambian son las proporciones, según los gustos. De su origen se sabe poco. Hay historias que lo sitúan en Nueva York, cuando el barman del Hotel Kilmanac se lo preparaba al multimillonario Rockfeller; mientras que el pueblo Martínez, en San Francisco, reclama su paternidad. Es un cóctel perfecto como aperitivo.

Creado después de la Segunda Guerra Mundial, el cóctel Mat Tai es el padre de los conocidos tiki coktails, basados en la cultura tiki, el dios polinomio creador de vida. Es una bebida súper tropical elaborada con ron jamaicano, ron añejo, cointreau, amaretto, zumo de piña, zumo de lima y granadina. Una curiosidad: su nombre proviene de la expresión tahitiana mai tai que significa delicioso. Uno de los reyes de la coctelería cubana es el daiquiri de fresa. Se trata de una de las variantes del tradicional daiquiri que se hace a partir de ron blanco y zumo de limón criollo o lima. En este caso, se le añade a la mezcla fresas naturales. Su sabor dulce y refrescante le convierte en una buenísima opción para disfrutar frente a una caribeña playa o mientras nos relajamos en una hamaca.

Otro clásico de los combinados es el conocido como Tom Collins. Sus ingredientes son ginebra, zumo de limón recién exprimido, azúcar muy fino, soda y una rodaja de limón para decorar. Es un cóctel muy popular que aparece incluso en la pequeña y gran pantalla. Hemos visto a Ben Stiller junto a Robert de Niro comprar los ingredientes para un Tom Collins en Los Padres de Ella y a Sally Beth Draper prepara uno a Don Draper, en la segunda temporada de Mad Men. Y si recibes en casa a un amante del whisky puedes sorprenderle con el Manhattan. Elaborado con whisky (de centeno o canadiense) y vermú rojo, es perfecto para tomar como aperitivo. Según el tipo de vermouth que se utilice, el Manhattan puede ser dulce o seco. Para distinguirlos, si es seco se decora con una aceituna y limón, mientras que si es dulce se le añade una guinda.

Stiller queriendo gustar a su suegro.

El Harvey Wallbanger es un delicioso cóctel elaborado con vodka, licor Galliano y zumo de naranja. No se sabe muy bien cuál fue su origen, aunque muchos lo atribuyen al surfista californiano Tom Harvey, cuando en 1950 pidió un cocktail Destornillador con un golpe de Galliano. Así nació esta nueva bebida que hoy cuenta con exitosas variantes: The Wally Harbanger Cocktail, hecho de Bourbon, Whisky, zumo de limón y Galliano, o The Freddy Fudpucker, con tequila. Hay quien le añade incluso granadina.

Sin renegar a la riquísima Corona, los mexicanos tienen un cóctel que en muchas ocasiones es el mejor sustituto de la cerveza: la michelada. Eso sí, es una versión mucho más fuerte: aquí saboreamos el frescor de la cerveza helada, la acidez de la lima y el picante del tabasco. Hay tantas variedades como salsas utilizadas. Y dicen que es el mejor remedio para la resaca. Otro cóctel que nos regala la gastronomía mexicana es la famosa Margarita. Una delicia para los fans del tequila. La receta tradicional se prepara con tequila, jugo de limón y Triple sec, y la copa se sirve con sal sobre los bordes. La explosión de sabores está asegurada. La versión más dulce y colorida de la tradicional Margarita es la Margarita de fresa. Los ingredientes son los mismos: tequila, triple sec, jugo de limón y sal. La diferencia es que le añadimos licor de fresa y fresas naturales. El resultado afrutado es fantástico.

¿Imaginas encontrarte una cebolla en un cóctel? Tranquilo, no se han equivocado. Seguramente estés ante un cóctel Gibson. Se trata de un primo hermano del Martini Dry, con la diferencia de que la aceituna se sustituye por una cebollita perla, pequeña y con un toque dulce.

Un cocktail valenciano debe llevar naranjas ...

Los valencianos tenemos nuestro propio cóctel: el agua de Valencia. Que el nombre no te engañe, de agua tiene poco. Esta deliciosa bebida se prepara con cava o champán, zumo de naranja (de Valencia, por supuesto) , vodka y ginebra. Se dice que se sirvió por primera vez en 1959 en el Café Madrid de Valencia. Constante Gil fue su creador. Es muy refrescante y se sube rápido a la cabeza.

Cuba es cuna de uno de los cócteles más famosos del mundo: el mojito. Preparado con ron, azúcar, lima, agua mineraliada y hierba buena, esta bomba de sabor se conocía antes en Cuba como Draquecito. Su popularidad llegó con el estadounidense Ernest Hemingway, quien lo bebía diariamente en La Bodeguita del Medio, en la Habana. Aunque es habitual prepararlo con Ron Havana Club, la auténtica receta de un mojito cubano se hace con Ron Bacardi Silver. La diferencia es que el segundo ron es más seco. Un famoso cóctel que nos llega desde Milán es el Negroni. Es un combinado que se prepara en el mismo vaso: lleva Ginebra, Campari y Vermú. Se acompaña con cubitos de hielo. Picar o moler el hielo es todo un sacrilegio, ya que aguaría la mezcla. Importante servirlo en un vaso Old Fashion, ancho y bajo. Existe una variante más suave en la que la ginebra se sustituye por cava o champán. A ésta versión se la conoce como Negroni Sbagliato, Negroni incorrecto.

Hemingway en La Bodeguita del Medio.

Hay veces que las películas inspiran un cóctel. Un ejemplo es Abracadabrice, la bebida que nace de la comedia francesa Brice de Nice. Se trata de un combinado de lo más refrescante hecho con zumo de grosella, jugo de limón y Carambar. El Blue Hawaii se ve a la legua. Su color azul pitufo le convierte en uno de los cócteles tropicales más exóticos. Considerado la versión azul de la popular piña colada, este combinado lleva ron blanco, Curazao azul o Blue Tropic, zumo de naranja y zumo de piña. Cuidado no lo confundas con el Blue Hawaiian, otro combinado azul que se prepara con crema de coco. El Sidecar es otro clásico de las mejores barras de bar. Se prepara con coñac, zumo de limón y licor de naranja (Coitreau). Su origen no está claro y se encuentra entre París y Londres. Hay quien asegura que Harry MacElhone, fundador del Harry’s Bar de París y creador del famoso Bloody Mary, inventó también esta mezcla en el año 1931. Un dato: el Ritz Sidecar cóctel, del Hemingway Bar de París, es uno de los tragos más caros del mundo.

Una clara es tradicionalmente un combinado de cerveza y gaseosa a partes iguales en volumen. La añadidura de gaseosa aclara el color de la cerveza, de ahí su nombre. En España es entendida como cualquier mezcla de cerveza con un refresco gaseoso de sabor dulce (con el objeto de reducir el sabor amargo del lúpulo). Se suele servir como refresco en los calurosos meses de verano, siendo una bebida muy popular. En Colombia se bebe una mezcla de cerveza similar llamada Refajo. En Estados Unidos está la Beer Shandy, combinación de cerveza con ginger ale o con lemonade. En Chile existe el ”Fan Schop”, que combina la bebida “Fanta” con cerveza, igualmente se registran variantes de la mezcla con otras bebidas de fantasía y de preferencia sabor dulce.

Quizás el combinado mas sencillo.

Al hablar de cold brew, la preparación es lo más importante ya que para hacerlo se infusiona el café molido a temperatura ambiente o en agua fría por un tiempo de entre 12 y 24 horas. Luego, se filtra antes de servir. Al preparar el cold brew coffee, que es una de las formas más concentradas de café que puedes encontrar, generalmente no se agrega más agua al servir; lo que significa: cold brew no solo tiene un sabor muy intenso, sino también altos niveles de cafeína, alrededor de 200 mg. De todos modos, al preparar cold brew en casa puedes agregarle un poco de agua si así lo deseas. Otra alternativa que eligen muchas personas es beber su cold brew con leche. En ambos casos, puedes prepararlo con una cafetera

Antes de que la tendencia del cold brew estallara, estuvo el iced coffee, que todavía sigue siendo el rey para muchos amantes del café. ¿Sabes qué es el iced coffee o café con hielo? El iced coffee se infusiona de la misma manera que el café común: con agua caliente. Sin embargo, la diferencia es que este café, a diferencia del tradicional, es vertido sobre hielos antes de servir y por eso es una bebida helada. Esto significa que hay dos diferencias clave entre cold brew y iced coffee en cuanto al proceso de preparación: la temperatura del agua y el tiempo que el café molido reposa. Al estar menos tiempo en reposo, el iced coffee está mucho menos concentrado que el cold brew. Además, se diluye todavía más porque se sirve sobre hielos y, generalmente, con agua adicional. De esta manera, un iced coffee tradicional contiene unos 165 mg de cafeína. Por último, además de diferir en la concentración y niveles de cafeína, los sabores del cold brew y el iced coffee son distintos. El cold brew tiene un sabor mucho más fuerte, pero también suele ser tener un sabor menos ácido. Esto es porque el café es extraído lentamente y con agua fría.

Ponche es el término general para una amplia variedad de cócteles, alcohólicos o no, que pueden contener fruta o zumos, y otras bebidas estivales como la cuerva, la zurra, la limonada y diferentes tipos de sangría, entre otros ponches populares tradicionales. Se sirve en recipientes grandes y anchos llamados poncheras. Originalmente la bebida se preparaba con 5 ingredientes principales: arrak, (aguardiente de vino de palma) —no confundir con arac—, azúcar, limón, agua y té. De ahí procede su nombre hindi, que fue adoptado por los marineros de la Compañía Británica de las Indias Orientales, quienes lo llevaron a Inglaterra, desde donde se extendió a otros países europeos. En la cultura germánica, el ponche (o Punsch en alemán) es una mezcla de varios jugos de fruta y especias, a menudo con vino o licor añadido. El ponche es popular en Alemania, así como en los Estados Unidos, donde fue llevado por los emigrantes alemanes. La tradicional Navidad alemana suele incluir un Feuerzangenbowle (literalmente, «bol de tenazas de fuego»), que es un ponche hecho con vino tinto y ron ardiendo que se vierte sobre un gran terrón de azúcar cónico colocado sobre el cuenco.

En la cultura coreana, el sujeonggwa es un ponche tradicional hecho a partir de caquis secos, canela y jengibre. El ponche de frutas en México también es muy popular en la época navideña, y contiene trozos de caña de azúcar, manzana, guayaba, tejocotes, jamaica, tamarindo, canela y ciruelas pasas, y usualmente se prepara para las posadas, que son las fiestas de los nueve días previos a la Navidad, o incluso en las preposadas, que son las fiestas anteriores a las posadas. El ponche se sirve caliente y suele añadírsele el «piquete», que consiste en una porción de tequila, ron, whisky, brandy o alguna bebida local como mezcal, charanda o raicilla. En países del Caribe, el Pacífico y el Índico el ponche también se toma como aperitivo antes de las comidas. En Argentina, Uruguay y Paraguay, con motivo de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, es tradicional la elaboración de clericó (del inglés Claret Cup), un ponche a base de vino tinto y frutas introducido en ese país por la inmigración británica. Tradicionalmente, el mismo se sirve desde una ponchera. En Chile existe el «ponche a la romana» —muy similar al cóctel llamado terremoto— que se prepara con sorbete de piña y champán, y se sirve durante las fiestas de año nuevo. Sin embargo, en sus orígenes -que se remontan a comienzos del siglo XX- este ponche se trataba de una preparación compleja que se preparaba con merengue o granizado de limón.

El rebujito es una bebida popular típica de Andalucía que suele prepararse mezclando vino manzanilla o fino con un refresco de gaseosa con sabor a lima-limón (como Sprite o 7 Up). No tiene valor enológico, pero su efecto refrescante la hace apetecible. Pertenece a una larga tradición (ya registrada en la antigua Grecia) presente en todas las regiones productoras de vino, en las que los caldos de menor calidad se mezclan con líquidos no alcohólicos y aromáticos para hacer más pasable su ingesta. El rebujito es muy común en las ferias andaluzas occidentales, como en la Feria de Abril, Feria del Caballo de Jerez o Feria de Córdoba; así como en bastantes romerías de la misma comunidad, como en la Romería de El Rocío. Esta bebida se dio a conocer fuera de Andalucía Occidental a mediados de los años 90. En parte, la mezcla se popularizó gracias al interés de una marca de manzanilla, con el ánimo de relanzar este producto al público más joven.

La Feria del Caballo es una feria que se celebra cada mes de mayo en Jerez de la Frontera.

La sangría es una bebida alcohólica preparada originaria de España y Portugal. Aunque existen multitud de recetas, generalmente consiste en vino, trozos de fruta, gaseosa (bebida industrial carbonatada incolora y saborizada con azúcar o edulcorante), algún licor y azúcar. Se trata de una de las bebidas más populares de la gastronomía española y comúnmente se sirve en bares, restaurantes, chiringuitos y festivales de todo el país. También es la bebida española con mayor proyección internacional. La sangría tiene sus raíces históricas en el reino de León durante la Edad Media, donde se originó la limonada de vino, la bebida precursora. En esta época, los habitantes del reino leonés creaban esta mezcla con vino, naranjas, limones, azúcar y especias. La limonada de vino ha perdurado como una bebida popular, destacando su consumo, especialmente durante la Semana Santa. El cóctel de sangría, por otro lado, ha sido consumido al menos desde la primera década del siglo XIX en Ecuador. Aunque algunas teorías menos aceptadas sugieren su origen en las Antillas cuando eran colonia británica, también es comúnmente disfrutado en Argentina y Paraguay, gracias a la masiva inmigración española entre 1860 y 1960.

29 - junio - 2024

El término mazamorra, o masamorra, se aplica a una serie de platos populares en varios países hispanoamericanos y España (especialmente en la provincia de Córdoba). Si bien se trata de preparaciones muy distintas, suelen en común ser alimentos semilíquidos de consistencia espesa. Brasil o Chile tienen sus platillos.

La mazamorra española no se asemeja en nada a las del continente americano. La típica de Córdoba es una sopa fría similar al ajoblanco, pero más densa, o al salmorejo, pero sin la inclusión del tomate. Se cree que su origen es romano, debido a la inclusión en el tratado culinario de Apicio de un plato elaborado de majado de pan, aceite, vinagre, agua y ajo. Se elabora con pan, almendras crudas, ajo, aceite de oliva, sal, vinagre y suele llevar huevo duro y aceitunas negras en la guarnición. Su antigua presencia en la cocina española hace probable que cediera su nombre a los majados de Hispanoamérica (como ocurriera en otros casos, como los alfajores y el menudo).

Para la elaboración de la versión clásica de la mazamorra cordobesa se utilizan prácticamente los mismos ingredientes que para el ajoblanco malagueño. No obstante, la principal diferencia entre ambos es la textura final. Esta debe quedar algo más espesa, como la de un salmorejo. De hecho, se dice que la mazamorra es la predecesora del salmorejo, pues se tiene constancia de que sus raíces se remontan a la época romana, es decir, mucho antes de que nos trajeran los tomates de las Américas. A la hora de servir la mazamorra tienes varias opciones. La más habitual es acompañarla con huevo picado y aceitunas negras, aunque también puedes ponerle muchas otras cosas. Entre ellas desde toques dulces con pasas, manzanas, melón o uvas, hasta salados como virutas de jamón o pescados ahumados. ¡Tú eliges lo que te apetezca!

200 g de miga de pan del día anterior (de preferencia pan de telera), 500 ml de agua, 100 g de almendra cruda y sin piel, 1 diente de ajo, ½ cucharadita de sal, 2 cucharadas de vinagre de vino blanco, 100 ml de aceite de oliva virgen extra.

Para acompañar, 2 huevos y aceitunas negras sin hueso al gusto.

Lo primero de todo es ponernos a quitarle la corteza a un pan del día anterior hasta que tengamos 200 g de miga. Después la troceamos, la ponemos en un bol y la cubrimos con unos 500 ml de agua. Dejamos la miga en remojo unos 10 minutos para que se empape bien del agua. Pasado ese tiempo, la pasamos al vaso de la batidora que puede ser tanto de mano como de tipo americana. Luego echamos también el resto de ingredientes menos el aceite. Es decir: unos 100 g de almendra cruda sin piel, 1 diente de ajo pelado y sin el germen, ½ cucharadita de sal y 2 cucharadas de vinagre de vino blanco (u otro vinagre suave). Ponemos la batidora en marcha y trituramos todo a potencia máxima hasta que quede bien fino.Cuando lo tengamos todo listo, comenzamos a añadir 100 ml de aceite de oliva virgen extra poco a poco a la mezcla y trituramos para que se vaya emulsionando y nos quede una textura aún más cremosa.

La consistencia final deseada es como la del salmorejo, no obstante la mazamorra espesa aún más al enfriarse por lo que si lo consideramos necesario, podemos añadir un poco más de agua. Por último, la probamos, corregimos de sal y vinagre si hiciera falta y la guardamos en la nevera un mínimo de dos horas para consumirla bien fresquita.

Picamos el huevo y a disfrutar ...

El ajoblanco (escrito también a veces como ajo blanco) es una sopa fría muy popular de la gastronomía de Andalucía (sobre todo en Málaga y Cádiz), Extremadura y Castilla-La Mancha en la región de La Mancha.[cita requerida] Se compone de pan, almendras molidas (en tiempos de escasez, como en la posguerra, se ha venido usando en ciertas zonas harina de habas secas), ajo, agua, aceite de oliva, sal y a veces vinagre. Se suele tomar acompañado de uvas o trocitos de melón.

La porra antequerana, también conocida localmente como porra fría o porra crúa, es una sopa fría típica de Antequera, ciudad andaluza, y también de Málaga capital, de la provincia de Málaga (España). Este plato basado en el salmorejo cordobés, se elabora con tomates, pan de lebrillo, aceite, sal, pimiento rojo, vinagre de vino blanco y ajos. Su nombre deriva del utensilio llamado mazo, o porra, con el que se machacaban los ingredientes en un cuenco. Se suele servir muy fría, acompañada de jamón serrano cortado en daditos y huevo duro. También puede presentarse con trozos de atún en aceite. Este último ingrediente, así como el pimiento rojo, el vinagre y su mayor consistencia es la diferencia entre la porra antequerana y el salmorejo cordobés. El pan utilizado, el conocido como pan cateto o de lebrillo, de miga más compacta es responsable de que la porra sea más espesa. Se busca que la cuchara se mantenga en pie clavada en la porra.

El gazpacho andaluz es una sopa fría con varios ingredientes como aceite de oliva, vinagre, agua, hortalizas crudas, generalmente tomates, pepinos, pimientos y ajo. Hay versiones antiguas que añaden a los ingredientes principales harina de habas, naranjas amargas o almendras y no incluyen tomate, que no se utilizó entre sus ingredientes hasta la colonización de América. Suele servirse fresco en los meses calurosos de verano. Su color varía desde el anaranjado pálido al rojo, según se empleen tomates más o menos maduros (que aportan un colorante natural denominado licopeno). El origen del actual gazpacho es incierto, aunque tradicionalmente se lo ha considerado un plato del interior de Andalucía, donde el aceite de oliva y los productos de la huerta son abundantes, y los veranos muy secos y calurosos. Por esta razón, se lo conoce comúnmente como gazpacho andaluz. A pesar de ello, el origen del gazpacho como plato "desmigado" es anterior al uso de hortalizas en su elaboración y data al menos de la época del al-Ándalus.

100 ml de aceite de oliva virgen extra, 30 ml del vinagre de Jerez o el que más te guste, 1 Kg. de tomates rojos bien maduros. 1 diente de ajo 150 g. de pan blanco (un trozo), molletes andaluces o si no encontráis pan de trigo blanco (mejor que tenga un día o dos), 1 pimiento verde grande, 1 pepino. Un pellizco de sal (esto al gusto) y agua como ingrediente opcional. Para la guarnición: 1 cebolla pequeña, 1 tomate, 50 g de pimiento verde y 50 g de pepino. (todo en pequeños dados).

Limpiamos bien los tomates y lavamos toda la verdura que vamos a emplear. Hay que tener en cuenta que es una receta que no va cocinada, y a pesar de acidificarla con el vinagre es muy importante que todo vaya bien limpio. Cortamos en cuartos los tomates y los añadimos a un bol grande. Pelamos los pepinos y les cortamos los extremos. Los cortamos en trocitos pequeños. Cortaremos del mismo modo la cebolla pelada y el pimiento verde. Reservamos.

Cortamos el pan en trozos pequeños y le añadimos un poco de agua, lo dejamos reposar durante unos 10 minutos. Así ayudamos a que el pan se ablande si está muy duro y será mucho más fácil de batir. Pelamos el diente de ajo y como lo vamos a usar en crudo le quitamos el centro para que no repita. Lo añadimos al bol con el tomate y las demás hortalizas.

Ponemos todo en el vaso de la batidora o un bol grande y echamos el aceite de oliva virgen extra, vinagre de Jerez y la sal. Trituramos con la batidora hasta que nos quede una salsa líquida. Pasamos esta salsa por un colador o un chino, así retiramos posibles trozos de piel y pequeñas pepitas que hayan quedado para que nos quede lo más fino posible. Probamos si está bien de sal y si no rectificamos con un poco más. Sólo nos queda meterlo en la nevera y dejar que se enfríe, en un par de horas lo tendréis bien fresquito y perfecto para probar el mejor gazpacho. Para emplatarlo lo mejor es ponerlo en un plato hondo o cuenco y acompañar con unas lascas de jamón de bellota (un poquito sólo no os va a arruinar) o unos taquitos de queso fresco tipo mozzarella. Para mí, el mejor gazpacho se toma simplemente en vaso y ya está, directamente para el cuerpo. Buen provecho.

En general, tanto el gazpacho como el salmorejo, tienen mucho en común ya que son platos fríos en los que se utiliza el tomate, el pan duro, el aceite de oliva y el ajo como ingredientes principales. La principal diferencia es que en el gazpacho se usa además pepino, pimiento y vinagre, elementos que no se utilizan en la preparación del salmorejo. El gazpacho es una sopa fría de hortalizas, aliñada con aceite y vinagre y el salmorejo es una emulsión. Esto explica por qué el gazpacho tiene una textura que permite beberlo en vaso o en un tazón mientras que el salmorejo tiene una textura que si se hace muy espeso puede ser similar a la de la mayonesa.

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La sangría de cava se ha puesto muy de moda en los últimos años y, al igual que ocurre con la sangría tradicional hecha con vino tinto, podemos encontrar infinidad de recetas de sangría de cava, con variaciones en las frutas utilizadas, las especias y los licores. Podemos usar las frutas que más nos gusten, las que tengamos en casa o las frutas de temporada, primando fundamentalmente los cítricos como la naranja y el limón. Es importante que las frutas estén maduras para que, de esta manera, sean más aromáticas. Además, las dejaremos macerar un rato con el azúcar y los licores antes de añadirle el cava.

El cava siempre lo añadiremos al final, para que no pierda el gas que es el toque característico de esta sangría. Las especias a utilizar como la canela, el clavo o el anís estrellado son optativas y las cantidades de los licores, podemos ajustarlas a nuestros gustos, por si la queremos más o menos fuerte. A continuación, te contamos paso a paso cómo hacer una sangría de cava refrescante y sabrosa para que sorprendas a tus invitados en las fiestas más veraniegas.

1 limón, 1 naranja, 1/2 manzana, 1 rodaja de piña, 3 fresas, 6 uvas, 60 g de azúcar. El zumo de 2 naranjas, 50 ml de brandy, 50 ml de licor de naranja, 2 ramas de canela, 700 ml de cava. Hielo en abundancia.

Comenzamos lavando y troceando las frutas, que pondremos sin pelar y por ello es necesario lavarlas muy bien. Cortamos 1 limón en rodajas de 1 centímetro de grosor y cada rodaja en 4 partes. Cortamos 1 naranja de la misma manera. Cortamos media manzana en trozos pequeños. Le retiramos la piel y el tronco a 1 rodaja de piña y la troceamos. Cortamos 3 fresas en cuatro partes y cortamos 6 uvas por la mitad.

Una vez tengamos la fruta troceada, la echamos en la jarra en la que prepararemos la sangría. Añadimos 60 g de azúcar y el zumo de 2 naranjas.

A continuación, echamos los licores: 50 ml de brandy y 50 ml de licor de naranja. Añadimos 2 ramas de canela, mezclamos todo con cuidado y lo dejamos macerar como mínimo 1 hora en la nevera, o hasta el momento de servir la sangría. En el momento de servir, añadimos 700 ml de cava y hielo en abundancia hasta llenar la jarra, lo cual dependerá de su tamaño. Removemos un poco con una cuchara alargada y la servimos para saborearla bien fresquita y siempre con moderación, pues se sube con tanta facilidad como baja de lo rica que está.

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Piyaz es sinónimo de restaurante casero en Turquía, siempre condenado a acompañar koftes. Sin embargo, puede ser un plato único si le pones cariño. Además, esta ensalada resiste en un táper allá donde vayas a refugiarte del calor, que el cuerpo en verano necesita comida fresquita para equilibrar las toneladas de bravas, fritos y bocadillos de la playa. El piyaz, cebolla en farsi, tiene las judías blancas como base, pero como siempre, hay varias opciones y derivadas. Preferiblemente, hierve las alubias después de una noche en remojo para que queden más al dente y no tan machacadas como las de bote. También puedes comprarlas en conserva, refrigeradas o de cocedero, si tienes la suerte de que sean habituales en la zona donde vives. A esto añade tres ingredientes más: cebolla, huevo duro -siempre en cuartos y por encima- y perejil.

Al ser un plato sencillo, es tu momento para invertir en buenos productos: un buen vinagre y aceite van a multiplicar el sabor en cada papila gustativa. Si encima los has agitado bien en un botecito hasta que hayan emulsionado, mejor: no tengas miedo con la cantidad, que se note la vinagreta. Una derivada más untuosa es la de Antalya, una ciudad en el sur de Turquía donde se le añade tomate, los huevos en este caso picados, y un buen chorreón de salsa hecha con tahini, judías machacadas y zumo de limón.

En los libros de cocina de Apicio —cocinero y autor del siglo I que resumió en diez tomos todo el saber culinario de su época— no aparece nada que indique que el jamón se servía con melón. Sí se hallan higos secos y frescos en la cocción del jamón desalado, pero no para acompañarlo en su servicio. Ni tampoco en los libros De re rustica de Columela, también del siglo I, en los que se encuentran las instrucciones prolijas para salar perniles de cerdo y conservarlos, hay indicaciones de cómo servirlos. Es en Arte cisoria de D. Enrique de Villena, cuando se puede considerar la primera noticia de esta combinación fresca y veraniega. Esta obra de 1423, sobre el manejo de los instrumentos de corte y las formas de trinchado de los alimentos, es también muy útil por la información que incluye de platos de cocina o de formas de servicio de los preparados, como en este caso.

El autor explica, por un lado, en el capítulo de los vegetales y frutas, que los melones se cortan en rodajas con un cuchillo pequeño (el cañivete) a lo largo. La pulpa del melón se corta entonces en trozos de bocado, para que se puedan comer de una vez o de dos a lo sumo, y se separa de la piel de la fruta por debajo hasta lo más verde. Para que los comensales pudieran llevarse a la boca los bocados de los que habla el autor, define muy bien, con dibujos de su propia mano, lo que llama “brocas”, que no son otra cosa que tenedores. Antes del invento refinado de los tenedores, los señores comían pinchando los bocados con el cañivete, como se puede ver en la escena de un banquete de un señor en el tapiz de Bayeux, del siglo XI.

Tapiz de Bayeux en el que los sirvientes preparan un banquete para Guillermo I (El Conquistador) (1027-87) y el obispo Odón bendice la comida y el vino.

Las brocas que define Villena, que se hacen por lo común de plata y oro, demuestra que se utilizaban en la mesa, no en la cocina, y de dos tipos principales, con dos y con tres puntas, por un lado, y el mango en ambas con una punta para los bocados más pequeños, como la del cañivete, aún en uso. Lo más interesante llega cuando Villena habla del corte del puerco, pues dice que cuando sea salado —los perniles eran entonces las presas más apreciadas para salar— se debe cortar en piezas pequeñas, con su grasa cuando la tuviera, y bien delgadas, “e muchas sean de ello fecho”, es decir, como ahora, muchas lonchitas pequeñas y finas. Termina sus explicaciones sobre el corte del puerco salado, el jamón, diciendo que cuando se sirva con calabazas —melones—, el corte debe ser como el indicado más arriba.

Página 102 del 'Manuscrito Arte del Cortar del Cuchillo', donde aparecen las ilustraciones de las brocas.

Los melones se confundieron en su denominación por su parecido con las calabazas, que en aquella época eran de forma oblonga, piel verde o blancuzca, a veces rayada, y pulpa blanca. No se trata de las calabazas americanas, anaranjadas la mayoría, que aún no habían llegado. Las de este lado del Atlántico nunca se comían crudas, sino en letuarios (fruta el almíbar) o encurtidas. Casi doscientos años después, Francisco Martínez Montiño al comienzo de su Arte de cocina, pastelería, bizcochería y conseruería (1611) incluye una serie de menús para banquetes en las cuatro estaciones del año. En Una comida por el mes de mayo, inicia la nómina de platos a servir en la primera vianda con Perniles con los principios, para seguir con otros platos y, tras la tercera vianda. Entre las frutas que se han de servir se encuentran los melones. Lo mismo indica el autor tras la nómina de platos de que se compone una Merienda, que comienza con Perniles asados y, aunque no detalla las frutas a ofrecer, sí dice que “se sabe, que se ha de servir de todo lo que se hallare conforme al tiempo en que se hiciera la merienda”, lo que confirma que se puede incluir el melón en su temporada. El cocinero práctico, de autor anónimo de 1890 y en edición de Maxtor de 2010, incluye en su Primer almuerzo del mes de agosto el melón junto al jamón, además de salchichas, tortilla —no sé sabe si de patata—, manteca y rabanitos y otras viandas.

No es necesario explicar la preparación.

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