El hummus bi tahina ('garbanzos con tahina'),
frecuentemente simplificado a hummus es una crema de garbanzos
cocidos con zumo de limón, que incluye pasta de tahina (semillas
de sésamo molidas, con agua, jugo de limón y sal) y aceite
de oliva, que según la variante local puede llevar además
otros ingredientes como ajos o pimentón (generalmente vertido
al servirse). Es un plato muy popular a lo largo y ancho de
todo Oriente Medio, Italia, incluidos también Líbano, Israel,
Palestina, Grecia, Siria, Armenia, Chipre y Turquía, aunque
el hummus que se consume en Grecia es bastante distinto del
que se encuentra en el mundo árabe y en Israel. El hummus
parece tener como origen el Antiguo Egipto y su preparación
era muy diferente a la actual, servida en porciones pequeñas
sobre una pieza de pan de pita. En Palestina se prepara una
variante del hummus bi tahina llamada msabbaha.
En árabe, hummus significa simplemente 'garbanzos'.
En el mundo árabe el nombre común para este plato es garbanzos
con pasta de sésamo, o musabbaha. Internacionalmente se conoce
con la forma simplificada hummus.
La receta básica es una mezcla de garbanzos
cocidos con tahina, ajo y zumo de limón en proporción variable,
aunque una base habitual es: 500 g de garbanzos, una o dos
cucharadas soperas de tahina, dos o tres cucharadas soperas
de aceite de oliva, un diente de ajo y el zumo de medio limón.
Se hace con ello un puré de cierta consistencia, al que se
añaden sal y especias como comino, cilantro o alcaravea si
se desea. En el momento de servir (frío o tibio), se añade
pimentón. En ocasiones, previamente se frotan los garbanzos
cocidos dentro de su agua de cocción para que se desprenda
la piel, que se retira. El hummus queda entonces más fino.
La fina textura de este puré hace que los cocineros de todo
el mundo ofrezcan diversas variantes dependiendo de las costumbres
y la sencillez. Es una preparación que se sirve habitualmente
expandida en un plato y fría, acompañada de porciones de pan
de pita que se emplea como elemento para mojar, o de verduras
y hortalizas frescas. Algunas versiones más modernas emplean
en lugar de pan pita, tortillas chip. La versión crudivegetariana
simplemente sustituye los garbanzos cocidos por garbanzos
germinados. Es frecuente servir este plato como un desayuno.
Otras versiones añaden otros ingredientes, como aguacate o
remolacha, para darle un color y un punto de sabor diferente.
Es un plato muy empleado en las cocinas vegetarianas y veganas.
La Poichichade, también conocida como céserade
(de ceze, "garbanzo" en occitano) es un puré de garbanzos
originario del sur de Francia. Esta especialidad culinaria,
similar al hummus pero sin tahini en su composición, está
extendida por todo el sur de Francia. Su popularidad se debe
en gran parte a la cultura ancestral del garbanzo, presente
desde la Edad Media e incluso dese la Antigüedad en algunas
áreas. La tradición de la poichichade está arraigada en el
sur de Francia, donde el consumo de garbanzos está particularmente
asociado al domingo de Ramos. En estas tierras, el garbanzo
desempeña un papel central en las comidas festivas y tiene
un profundo significado cultural.
La tapenade es una pasta de aceitunas machacadas
con alcaparras, anchoas y aceite de oliva, típica de la Provenza.
También puede llevar ajo, hierbas diversas, atún, vinagre
balsámico, zumo de limón o brandy. Su nombre proviene de la
palabra provenzal tapena (tápena o alcaparra). Puede hacerse
con aceitunas negras o verdes.
En su libro La Cuisinière Provençale (1899),
el chef francés Jean-Baptiste Reboul escribió que la tapenade
fue inventada en 1880 por Meyner, chef en el restaurante "La
Maison Dorée" en Marsella. Sin embargo, se sabe que las pastas
a base de aceitunas ya existían previamente. Tradicionalmente,
la tapenade se prepara con aceitunas negras, a las que se
agregan anchoas en aceite, ajo, tomillo, alcaparras y aceite
de oliva. Hay también una variante hecha con aceitunas verdes.
Es un alimento popular en la cocina del sur de Francia, donde
se sirve como aperitivo, untada en tostadas. También puede
usarse como condimento de filetes o verduras.
Los platos a base de aceitunas con anchoas o
vinagre son habituales en la cocina italiana, como se documenta
en antiguos libros de cocina romanos que datan de más de mil
años antes de que se acuñara la palabra occitana tapenade.
Una de las primeras recetas italianas conocidas de este tipo,
Olivarum conditurae, aparece en la obra de Columella Sobre
la vida rural, escrita en el siglo I. Catón el Viejo (234-149
d. C.). también incluye una receta de epithyrus, un paté de
aceitunas muy parecido al tapenade, en el capítulo 119 de
su libro Sobre la agricultura. El uso de alcaparras es un
sello distintivo de las recetas de tapenade. Los ingredientes
básicos del tapenade son las aceitunas y las alcaparras. Las
aceitunas (las negras son las más comunes) y las alcaparras
se pican finamente, se pican o se mezclan. A continuación,
añadir poco a poco el aceite de oliva hasta que la mezcla
se convierta en una pasta. La tapenade suele aromatizarse
de forma diferente según las regiones, añadiendo otros ingredientes
como ajo, hierbas, anchoas, zumo de limón o brandy.
Se puede utilizar como aperitivo, servido sobre
pan crujiente o crudité. Puede ser ingrediente de una ensalada,
utilizarse como condimento y para cocinar platos de pescado.
Combinada con pasta, pescados al plancha en
incluso una carne, la tapenade es una receta que nos transporta
directamente a esa cocina mediterránea que tanto apetece en
verano. Para lograr un sabor de diez, es ideal conseguir unas
aceitunas negras y anchoas de calidad, la cantidad es poca,
pero sin embargo el hacerlos con productos buenos vale la
pena.
4 hojas de albahaca, medio diente de ajo. 10
alcaparras, 1 anchoa, 150 gr. de aceitunas negras. Aceite
de oliva virgen extra, 80 ml.
Por lo general la tapenade se prepara simplemente
machacando los ingredientes en un mortero y añadiendo el aceite
de oliva poco a poco, también para acelerar el proceso podéis
hacerla en un robot de cocina con cuchillas, pero teniendo
en cuenta de que no debe quedar demasiado triturada, sino
una mezcla grosera. Comenzaremos partiendo el diente de ajo
a la mitad y quitándole el germen de su interior para evitar
que repita. Picamos las hojas de albahaca fresca con el cuchillo.
En el mortero o vaso de la batidora añadimos el ajo, la albahaca,
las alcaparras, el filete de anchoa y las aceitunas negras
sin hueso. Seguidamente añadimos dos cucharadas de aceite
de oliva reservando el resto para hacer poco a poco la emulsión.
Trituramos o machacamos con el mazo del mortero añadiendo
poco a poco en chorro fino el resto del aceite hasta que veamos
que aún tiene textura gruesa y ya se ha emulsionado el conjunto.
Reservamos en frío y servimos acompañada de pan.
La Anchoïade (o anchoyade) es una salsa elaborada
a base de anchoas en salazón, ajo y aceite de oliva. Con ella
se prepara un plato, también llamado anchoïade, en el que
la salsa se acompaña de crudités (hortalizas crudas cortadas
en bastoncitos) para mojar. Es una comida tradicional de la
cocina francesa de la región de Mediodía.
El lugar de origen de la anchoïade pudo haber
sido Provenza o Languedoc. La versión provenzal de la receta
ya aparece compilada en La Cuisinière Provençale, publicado
por el chef francés Jean-Baptiste Reboul en 1899. La receta
más simple de la anchoïade lleva anchoas en salazón, aceite
de oliva y vinagre blanco, pero hay numerosas variantes que
incorporan aceitunas negras, coñac o tomate. La versión de
Niza incluye alcaparras. El modo de preparación tradicional
es machacar los ingredientes en un mortero hasta obtener una
pasta homogénea, aunque hay también versiones comerciales.
La anchoïade es un primer plato y un aperitivo compuesto por
la salsa y una porción de crudités para mojar en ella. Puede,
además, untarse en tostadas o grissini.
La olivada es una pasta para untar hecha a base
de olivas, en principio negras, trinchadas con aceite de oliva,
sal y si se quiere alguna especia. Se utiliza para untar en
rebanadas de pan o a veces para añadirla por ejemplo, al aceite
de una ensalada. Se pueden usar olivas arbequinas, empeldre
o aragonesa, argullol, etc. En la Occitania mediterránea existe
la versión enriquecida con anchoas y alcaparras que se llama
tapenada, y otras versiones, o también , por su sencillez,
se pueden encontrar en Italia y en general en toda la mediterránea.
En Francia el término olivade es una marca comercial registrada.
El tzatziki es una salsa característica de las
cocinas griega y turca, muy empleada en los meze, una selección
de aperitivos variada que suele ir acompañado de una bebida
alcohólica, como el raki en Turquía o el ouzo en Grecia. La
palabra turca cacik encuentra sus orígenes en la palabra persa
jaj, que se refiere a ciertas hierbas aromáticas usadas para
cocinar. Esta palabra aparece en los diccionarios otomanos
desde el siglo XVII.
Los principales ingredientes del tzatziki son
el yogur griego, mezclado con abundante pepino rallado, aceite
de oliva, jugo de limón, o vinagre, ajo y, a veces: perejil,
menta, pimienta o eneldo. Se sirve en un cuenco, frío o a
la temperatura idónea del yogur. Cacik es un plato de la cocina
turca hecho a base de yogur, pepino, agua, y ajo. Se decora
con hierbas y aceite de oliva virgen. Se puede definir como
una sopa fría y es un plato generalmente consumido en verano,
aunque existe su variante de invierno también. Tzatziki, la
versión griega de cacik, es una salsa a base de pepino y yogur,
consumida en muchos platos, especialmente de carne.
¿Viajamos a Grecia?
2 yogures griegos, un pepino, una cucharada
de aceite de oliva virgen extra cucharada. Menta fresca picada
dos cucharadas, dos dientes de ajo, medio limón medio. Pimienta
negra molida, al gusto.
Empezamos pelando el pepino y lavándolo bien.
Luego, con un rallador fino, lo rallamos hasta que quede una
especie de puré de pepino. Lo salamos ligeramente y lo dejamos
en un escurridor o en un colador para que vaya soltando el
agua. Por otro lado, en un cuenco, mezclamos el yogur, el
aceite, el diente de ajo picado, el zumo de 1/2 limón (o un
poco menos), la menta picada (puede ser hierbabuena) y una
pizca de sal y pimienta. Se pueden usar también yogures normales
escurriendo bien el suero que tienen en un colador, aunque
el resultado no es tan cremoso. Por último, incorporamos el
pepino bien escurrido, removemos suavemente y servimos frío.
Se puede servir inmediatamente, pero el Tzatziki griego está
mejor reposado un par de horas en la nevera, para que esté
más frío y un poco más denso.
Se mezcla el yogur con ajo molido y se le agrega
agua y sal. Los pepinos se pelan y se cortan en cubos. Estos
cubos se agregan a la mezcla y se sigue mezclando suavemente,
a mano, sin dañar los pepinos. Cuando adquiere la densidad
deseada se deja enfriar en el frigorífico. A la hora de servir,
se le agrega un chorro de aceite de oliva virgen, sin mezclar,
y se le decora con hierbas como orégano, tomillo y perejil
o cilantro. Tradicionalmente, en invierno el cacik se preparaba
con lechuga en vez de pepino, debido a que antiguamente no
se encontraban pepinos en esta época del año. El cacik se
puede consumir como una sopa de verano, al lado de platos
de carne o el habitual pilav, o simplemente como un meze.
En este último caso se elabora con menos agua, o agregando
hielo al yogur.
Tarator es el variante del cacik en varios países
del entorno de los Balcanes y antiguos integrantes del desaparecido
Imperio otomano. Un plato muy similar de la gastronomía iraní
se denomina djadjik.
Tiempo de recibir visitas. Y hacerlas.
¿Animamos la velada?
Bloody Mary: el cóctel más sanguinario.
Un cóctel que por su color sangre nos haría
parecer verdaderos vampiros es el famoso Bloody Mary. Esta
popular bebida hace referencia a "María la sanguinaria", nombre
que recibió la reina María I de Inglaterra tras ordenar una
cruel persecución contra los protestantes en el siglo XVI.
Fue en los años 20, cuando el barman Fernand Pietot dio con
el primer bloody mary mezclando vodka, zumo de tomate, sal,
pimienta, limón y salsa Worcesteshire. El primer bar donde
se sirvió en 1921 fue en el Nueva York de París. Hoy es una
de las bebidas máss de moda.
No es seguro que fuera exactamente así, pero
parece ser que fue un barman llamado Fernand Petiot, quien
inventó este combinado en el Harry’s New York Bar de París
en 1920, mezclando a partes iguales vodka y zumo de tomate.
Posteriormente, cuando Petiot se trasladó a los Estados Unidos
como jefe del Bar King Cole en el Hotel Saint Regis de Nueva
York, cambió la fórmula refinando el cóctel, añadiendo sal
y pimienta, zumo de limón, y toques de salsa Worthestershire
(Perrins) y unas gotas de salsa Tabasco rojo.
El nombre de Bloody Mary era demasiado atrevido
para la época, en especial para la clientela del hotel, por
lo que el barman rebautizó el coctel como Red Snapper, aunque
este nombre no es tan popular como el otro. Con ese nombre,
Bloody Mary, -así se conocía a María Tudor o María I de Inglaterra-,
se alude a esta princesa que se rebeló contra su padre Enrique
VIII ocasionando muchas muertes que tiñeron de sangre las
calles de muchas ciudades británicas. Hoy este popular combinado
se consume en todo el mundo, en especial antes de la hora
de comer, siendo famosas sus supuestas propiedades contra
la resaca tras una noche de excesos con el alcohol, debido
a su contenido en vitaminas y porque también supone volver
a ingerir una pequeña cantidad de este ingrediente.
Salsa Perrins, un chorro. Salsa Tabasco, dos
gotas. Pimienta negra molida (dos vueltas de molino). Caldo
de carne concentrado, un chorrito (opcional). Zumo de limón,
15 ml. Hielo. Zumo de tomate, 210 ml. Vodka, 70 ml. Sal de
apio, una pizca. Apio.
A la hora de condimentar este cóctel, es fundamental
un buen toque de salsa Perrins, muy poco Tabasco (dos gotas)
para no pasarnos de picante agresivo y dos o tres vueltas
de pimienta negra que completarán el efecto picante, para
que quede en su punto. Opcionalmente se puede añadir un chorrito
de caldo concentrado de carne para potenciar el sabor. Agregamos
también el zumo de limón, aproximadamente 15 ml y agitamos
con un cubo de hielo para mezclar bien y enfriar.
Continuamos con el vodka, utilizando la medida
del jigger pequeño o grande, en función de la proporción de
alcohol que se desee incorporar. Lo habitual es utilizar una
tercera parte de la cantidad de zumo de tomate que se vaya
a usar. Para 210 ml de tomate, utilizaremos 70 ml de vodka
y la proporción quedará en su punto. Para incorporar el apio
y la sal, usar la sal de apio, que aporta el inconfundible
sabor de la hortaliza, sin saturar (evitando de paso que su
sabor nos pueda repetir). Además así incorporamos el toque
salado. No obstante, para terminar la preparación, vamos a
meter una ramita de apio dentro del vaso dejando que asome
por fuera que servirá para remover nuestro Bloody Mary, como
si fuera una cucharilla.
El jigger es un medidor de barra para medir
con precisión pequeñas cantidades de líquidos, de fácil manejo
y distintas capacidades.
Ya sólo falta el zumo de tomate y agitar para
que esté en su punto. El barman de Soda 917 nos recomienda
airear bien el Bloody Mary, lanzándolo desde la coctelera
al vaso dos o tres veces para terminar sirviéndolo en la copa,
finalizando con la ramita de apio fresco. En caso de añadir
hielo, hay que hacerlo al terminar de servir, sin echar más
de dos cubitos para que nuestro Bloody Mary no quede aguado.
La caipiriña es el cóctel nacional de Brasil,
que puede presumir de tener uno de los cócteles más refrescantes
del mundo. Hecha de cachaça, lima, hielo y azúcar, los brasileños
acostumbran a tomar esta bebida no sólo como cóctel para la
noche, sino también como aperitivo. Hay muchas variaciones
de la receta original: en algunos lugares se sustituye la
cachaça por vodka (caipiroska) o por el ron (caipirissima)
. Un detalle importantísimo: el secreto de la caipiriña está
en beberla con pajita. A veces los nombres de los cócteles
son de los más curioso. Es el caso del vodka con naranja,
conocido como Destornillador, uno de los cócteles que gusta
a (casi) todo el mundo. Su nombre proviene de los años 50,
cuando los obreros estadounidenses que trabajan en Oriente
Medio utilizaban esta herrmamienta para remover la bebida
a falta de pajitas. Dicen que mezcla de vitamina C con alcohol
es buena para calmar dolores estomacales ...
El Cosmopolitan es uno de los cócteles más glamurosos
del mundo. O al menos así lo piensan las celebrities que se
vuelven locas por esta bebida de vodka con cierto matiz a
fruta ácida. Madonna es una de ellas, así como Carrie Bradshaw,
el personaje protagonista de la serie de televisión Sex and
the City, encarnada por Sarah Jessica Parker. Su preparación
es sencilla: necesitas vodka, triple seco (como Cointreau
o Grand Marnier) , zumo de arándanos y zumo de lima recién
exprimido. Un cóctel que triunfa en los pubs ingleses es el
Brandy Alexander. Sus ingredientes: cognac, licor de cacao
y crema de leche. Todo ello batido con hielo en la coctelera.
Es resultado de una variación del cóctel Alexander, el cual
lleva ginebra en lugar de cognac. Es un trago perfecto para
después de comer. El Rusty Nail, también conocido como Clavo
Oxidado, es un cóctel que reúne lo mejorcito de las bebidas
escocesas. Otra tentación para los amantes del whisky: se
prepara mezclando licor Drambuie y Whisky escocés en partes
iguales. Tiene un sabor dulce y aromático que se lo debe al
licor, hecho con whisky, miel y especias como nuez moscada.
Una delicia.
Ron, zumo de piña y crema de coco son los ingredientes
que se necesitan para preparar una deliciosa piña colada,
uno de los combinados tropicales más demandados del mundo.
Su sabor dulce y refrescante la convierten en un cóctel perfecto
para el verano. Originaria de Puerto Rico, la piña colada
tiene hasta su propia canción: "The Piña Colada Song", de
Rupert Holmes.
La bebida oficial de Puerto Rico.
Si hay un cóctel que nunca pasa de moda ese
es el Martini Dry. Sus ingredientes son siempre los mismos:
Vermú Blanco, ginebra y una aceituna. Lo que cambian son las
proporciones, según los gustos. De su origen se sabe poco.
Hay historias que lo sitúan en Nueva York, cuando el barman
del Hotel Kilmanac se lo preparaba al multimillonario Rockfeller;
mientras que el pueblo Martínez, en San Francisco, reclama
su paternidad. Es un cóctel perfecto como aperitivo.
Creado después de la Segunda Guerra Mundial,
el cóctel Mat Tai es el padre de los conocidos tiki coktails,
basados en la cultura tiki, el dios polinomio creador de vida.
Es una bebida súper tropical elaborada con ron jamaicano,
ron añejo, cointreau, amaretto, zumo de piña, zumo de lima
y granadina. Una curiosidad: su nombre proviene de la expresión
tahitiana mai tai que significa delicioso. Uno de los reyes
de la coctelería cubana es el daiquiri de fresa. Se trata
de una de las variantes del tradicional daiquiri que se hace
a partir de ron blanco y zumo de limón criollo o lima. En
este caso, se le añade a la mezcla fresas naturales. Su sabor
dulce y refrescante le convierte en una buenísima opción para
disfrutar frente a una caribeña playa o mientras nos relajamos
en una hamaca.
Otro clásico de los combinados es el conocido
como Tom Collins. Sus ingredientes son ginebra, zumo de limón
recién exprimido, azúcar muy fino, soda y una rodaja de limón
para decorar. Es un cóctel muy popular que aparece incluso
en la pequeña y gran pantalla. Hemos visto a Ben Stiller junto
a Robert de Niro comprar los ingredientes para un Tom Collins
en Los Padres de Ella y a Sally Beth Draper prepara uno a
Don Draper, en la segunda temporada de Mad Men. Y si recibes
en casa a un amante del whisky puedes sorprenderle con el
Manhattan. Elaborado con whisky (de centeno o canadiense)
y vermú rojo, es perfecto para tomar como aperitivo. Según
el tipo de vermouth que se utilice, el Manhattan puede ser
dulce o seco. Para distinguirlos, si es seco se decora con
una aceituna y limón, mientras que si es dulce se le añade
una guinda.
Stiller queriendo gustar a su suegro.
El Harvey Wallbanger es un delicioso cóctel
elaborado con vodka, licor Galliano y zumo de naranja. No
se sabe muy bien cuál fue su origen, aunque muchos lo atribuyen
al surfista californiano Tom Harvey, cuando en 1950 pidió
un cocktail Destornillador con un golpe de Galliano. Así nació
esta nueva bebida que hoy cuenta con exitosas variantes: The
Wally Harbanger Cocktail, hecho de Bourbon, Whisky, zumo de
limón y Galliano, o The Freddy Fudpucker, con tequila. Hay
quien le añade incluso granadina.
Sin renegar a la riquísima Corona, los mexicanos
tienen un cóctel que en muchas ocasiones es el mejor sustituto
de la cerveza: la michelada. Eso sí, es una versión mucho
más fuerte: aquí saboreamos el frescor de la cerveza helada,
la acidez de la lima y el picante del tabasco. Hay tantas
variedades como salsas utilizadas. Y dicen que es el mejor
remedio para la resaca. Otro cóctel que nos regala la gastronomía
mexicana es la famosa Margarita. Una delicia para los fans
del tequila. La receta tradicional se prepara con tequila,
jugo de limón y Triple sec, y la copa se sirve con sal sobre
los bordes. La explosión de sabores está asegurada. La versión
más dulce y colorida de la tradicional Margarita es la Margarita
de fresa. Los ingredientes son los mismos: tequila, triple
sec, jugo de limón y sal. La diferencia es que le añadimos
licor de fresa y fresas naturales. El resultado afrutado es
fantástico.
¿Imaginas encontrarte una cebolla en un cóctel?
Tranquilo, no se han equivocado. Seguramente estés ante un
cóctel Gibson. Se trata de un primo hermano del Martini Dry,
con la diferencia de que la aceituna se sustituye por una
cebollita perla, pequeña y con un toque dulce.
Un cocktail valenciano debe llevar naranjas
...
Los valencianos tenemos nuestro propio cóctel:
el agua de Valencia. Que el nombre no te engañe, de agua tiene
poco. Esta deliciosa bebida se prepara con cava o champán,
zumo de naranja (de Valencia, por supuesto) , vodka y ginebra.
Se dice que se sirvió por primera vez en 1959 en el Café Madrid
de Valencia. Constante Gil fue su creador. Es muy refrescante
y se sube rápido a la cabeza.
Cuba es cuna de uno de los cócteles más famosos
del mundo: el mojito. Preparado con ron, azúcar, lima, agua
mineraliada y hierba buena, esta bomba de sabor se conocía
antes en Cuba como Draquecito. Su popularidad llegó con el
estadounidense Ernest Hemingway, quien lo bebía diariamente
en La Bodeguita del Medio, en la Habana. Aunque es habitual
prepararlo con Ron Havana Club, la auténtica receta de un
mojito cubano se hace con Ron Bacardi Silver. La diferencia
es que el segundo ron es más seco. Un famoso cóctel que nos
llega desde Milán es el Negroni. Es un combinado que se prepara
en el mismo vaso: lleva Ginebra, Campari y Vermú. Se acompaña
con cubitos de hielo. Picar o moler el hielo es todo un sacrilegio,
ya que aguaría la mezcla. Importante servirlo en un vaso Old
Fashion, ancho y bajo. Existe una variante más suave en la
que la ginebra se sustituye por cava o champán. A ésta versión
se la conoce como Negroni Sbagliato, Negroni incorrecto.
Hemingway en La Bodeguita del Medio.
Hay veces que las películas inspiran un cóctel.
Un ejemplo es Abracadabrice, la bebida que nace de la comedia
francesa Brice de Nice. Se trata de un combinado de lo más
refrescante hecho con zumo de grosella, jugo de limón y Carambar.
El Blue Hawaii se ve a la legua. Su color azul pitufo le convierte
en uno de los cócteles tropicales más exóticos. Considerado
la versión azul de la popular piña colada, este combinado
lleva ron blanco, Curazao azul o Blue Tropic, zumo de naranja
y zumo de piña. Cuidado no lo confundas con el Blue Hawaiian,
otro combinado azul que se prepara con crema de coco. El Sidecar
es otro clásico de las mejores barras de bar. Se prepara con
coñac, zumo de limón y licor de naranja (Coitreau). Su origen
no está claro y se encuentra entre París y Londres. Hay quien
asegura que Harry MacElhone, fundador del Harry’s Bar de París
y creador del famoso Bloody Mary, inventó también esta mezcla
en el año 1931. Un dato: el Ritz Sidecar cóctel, del Hemingway
Bar de París, es uno de los tragos más caros del mundo.
Una clara es tradicionalmente un combinado de
cerveza y gaseosa a partes iguales en volumen. La añadidura
de gaseosa aclara el color de la cerveza, de ahí su nombre.
En España es entendida como cualquier mezcla de cerveza con
un refresco gaseoso de sabor dulce (con el objeto de reducir
el sabor amargo del lúpulo). Se suele servir como refresco
en los calurosos meses de verano, siendo una bebida muy popular.
En Colombia se bebe una mezcla de cerveza similar llamada
Refajo. En Estados Unidos está la Beer Shandy, combinación
de cerveza con ginger ale o con lemonade. En Chile existe
el ”Fan Schop”, que combina la bebida “Fanta” con cerveza,
igualmente se registran variantes de la mezcla con otras bebidas
de fantasía y de preferencia sabor dulce.
Quizás el combinado mas sencillo.
Al hablar de cold brew, la preparación es lo
más importante ya que para hacerlo se infusiona el café molido
a temperatura ambiente o en agua fría por un tiempo de entre
12 y 24 horas. Luego, se filtra antes de servir. Al preparar
el cold brew coffee, que es una de las formas más concentradas
de café que puedes encontrar, generalmente no se agrega más
agua al servir; lo que significa: cold brew no solo tiene
un sabor muy intenso, sino también altos niveles de cafeína,
alrededor de 200 mg. De todos modos, al preparar cold brew
en casa puedes agregarle un poco de agua si así lo deseas.
Otra alternativa que eligen muchas personas es beber su cold
brew con leche. En ambos casos, puedes prepararlo con una
cafetera
Antes de que la tendencia del cold brew estallara,
estuvo el iced coffee, que todavía sigue siendo el rey para
muchos amantes del café. ¿Sabes qué es el iced coffee o café
con hielo? El iced coffee se infusiona de la misma manera
que el café común: con agua caliente. Sin embargo, la diferencia
es que este café, a diferencia del tradicional, es vertido
sobre hielos antes de servir y por eso es una bebida helada.
Esto significa que hay dos diferencias clave entre cold brew
y iced coffee en cuanto al proceso de preparación: la temperatura
del agua y el tiempo que el café molido reposa. Al estar menos
tiempo en reposo, el iced coffee está mucho menos concentrado
que el cold brew. Además, se diluye todavía más porque se
sirve sobre hielos y, generalmente, con agua adicional. De
esta manera, un iced coffee tradicional contiene unos 165
mg de cafeína. Por último, además de diferir en la concentración
y niveles de cafeína, los sabores del cold brew y el iced
coffee son distintos. El cold brew tiene un sabor mucho más
fuerte, pero también suele ser tener un sabor menos ácido.
Esto es porque el café es extraído lentamente y con agua fría.
Ponche es el término general para una amplia
variedad de cócteles, alcohólicos o no, que pueden contener
fruta o zumos, y otras bebidas estivales como la cuerva, la
zurra, la limonada y diferentes tipos de sangría, entre otros
ponches populares tradicionales. Se sirve en recipientes grandes
y anchos llamados poncheras. Originalmente la bebida se preparaba
con 5 ingredientes principales: arrak, (aguardiente de vino
de palma) —no confundir con arac—, azúcar, limón, agua y té.
De ahí procede su nombre hindi, que fue adoptado por los marineros
de la Compañía Británica de las Indias Orientales, quienes
lo llevaron a Inglaterra, desde donde se extendió a otros
países europeos. En la cultura germánica, el ponche (o Punsch
en alemán) es una mezcla de varios jugos de fruta y especias,
a menudo con vino o licor añadido. El ponche es popular en
Alemania, así como en los Estados Unidos, donde fue llevado
por los emigrantes alemanes. La tradicional Navidad alemana
suele incluir un Feuerzangenbowle (literalmente, «bol de tenazas
de fuego»), que es un ponche hecho con vino tinto y ron ardiendo
que se vierte sobre un gran terrón de azúcar cónico colocado
sobre el cuenco.
En la cultura coreana, el sujeonggwa es un ponche
tradicional hecho a partir de caquis secos, canela y jengibre.
El ponche de frutas en México también es muy popular en la
época navideña, y contiene trozos de caña de azúcar, manzana,
guayaba, tejocotes, jamaica, tamarindo, canela y ciruelas
pasas, y usualmente se prepara para las posadas, que son las
fiestas de los nueve días previos a la Navidad, o incluso
en las preposadas, que son las fiestas anteriores a las posadas.
El ponche se sirve caliente y suele añadírsele el «piquete»,
que consiste en una porción de tequila, ron, whisky, brandy
o alguna bebida local como mezcal, charanda o raicilla. En
países del Caribe, el Pacífico y el Índico el ponche también
se toma como aperitivo antes de las comidas. En Argentina,
Uruguay y Paraguay, con motivo de las celebraciones de Navidad
y Año Nuevo, es tradicional la elaboración de clericó (del
inglés Claret Cup), un ponche a base de vino tinto y frutas
introducido en ese país por la inmigración británica. Tradicionalmente,
el mismo se sirve desde una ponchera. En Chile existe el «ponche
a la romana» —muy similar al cóctel llamado terremoto— que
se prepara con sorbete de piña y champán, y se sirve durante
las fiestas de año nuevo. Sin embargo, en sus orígenes -que
se remontan a comienzos del siglo XX- este ponche se trataba
de una preparación compleja que se preparaba con merengue
o granizado de limón.
El rebujito es una bebida popular típica de
Andalucía que suele prepararse mezclando vino manzanilla o
fino con un refresco de gaseosa con sabor a lima-limón (como
Sprite o 7 Up). No tiene valor enológico, pero su efecto refrescante
la hace apetecible. Pertenece a una larga tradición (ya registrada
en la antigua Grecia) presente en todas las regiones productoras
de vino, en las que los caldos de menor calidad se mezclan
con líquidos no alcohólicos y aromáticos para hacer más pasable
su ingesta. El rebujito es muy común en las ferias andaluzas
occidentales, como en la Feria de Abril, Feria del Caballo
de Jerez o Feria de Córdoba; así como en bastantes romerías
de la misma comunidad, como en la Romería de El Rocío. Esta
bebida se dio a conocer fuera de Andalucía Occidental a mediados
de los años 90. En parte, la mezcla se popularizó gracias
al interés de una marca de manzanilla, con el ánimo de relanzar
este producto al público más joven.
La Feria del Caballo es una feria que se celebra
cada mes de mayo en Jerez de la Frontera.
La sangría es una bebida alcohólica preparada
originaria de España y Portugal. Aunque existen multitud de
recetas, generalmente consiste en vino, trozos de fruta, gaseosa
(bebida industrial carbonatada incolora y saborizada con azúcar
o edulcorante), algún licor y azúcar. Se trata de una de las
bebidas más populares de la gastronomía española y comúnmente
se sirve en bares, restaurantes, chiringuitos y festivales
de todo el país. También es la bebida española con mayor proyección
internacional. La sangría tiene sus raíces históricas en el
reino de León durante la Edad Media, donde se originó la limonada
de vino, la bebida precursora. En esta época, los habitantes
del reino leonés creaban esta mezcla con vino, naranjas, limones,
azúcar y especias. La limonada de vino ha perdurado como una
bebida popular, destacando su consumo, especialmente durante
la Semana Santa. El cóctel de sangría, por otro lado, ha sido
consumido al menos desde la primera década del siglo XIX en
Ecuador. Aunque algunas teorías menos aceptadas sugieren su
origen en las Antillas cuando eran colonia británica, también
es comúnmente disfrutado en Argentina y Paraguay, gracias
a la masiva inmigración española entre 1860 y 1960.
El término mazamorra, o masamorra, se aplica
a una serie de platos populares en varios países hispanoamericanos
y España (especialmente en la provincia de Córdoba). Si bien
se trata de preparaciones muy distintas, suelen en común ser
alimentos semilíquidos de consistencia espesa. Brasil o Chile
tienen sus platillos.
La mazamorra española no se asemeja en nada
a las del continente americano. La típica de Córdoba es una
sopa fría similar al ajoblanco, pero más densa, o al salmorejo,
pero sin la inclusión del tomate. Se cree que su origen es
romano, debido a la inclusión en el tratado culinario de Apicio
de un plato elaborado de majado de pan, aceite, vinagre, agua
y ajo. Se elabora con pan, almendras crudas, ajo, aceite de
oliva, sal, vinagre y suele llevar huevo duro y aceitunas
negras en la guarnición. Su antigua presencia en la cocina
española hace probable que cediera su nombre a los majados
de Hispanoamérica (como ocurriera en otros casos, como los
alfajores y el menudo).
Para la elaboración de la versión clásica de
la mazamorra cordobesa se utilizan prácticamente los mismos
ingredientes que para el ajoblanco malagueño. No obstante,
la principal diferencia entre ambos es la textura final. Esta
debe quedar algo más espesa, como la de un salmorejo. De hecho,
se dice que la mazamorra es la predecesora del salmorejo,
pues se tiene constancia de que sus raíces se remontan a la
época romana, es decir, mucho antes de que nos trajeran los
tomates de las Américas. A la hora de servir la mazamorra
tienes varias opciones. La más habitual es acompañarla con
huevo picado y aceitunas negras, aunque también puedes ponerle
muchas otras cosas. Entre ellas desde toques dulces con pasas,
manzanas, melón o uvas, hasta salados como virutas de jamón
o pescados ahumados. ¡Tú eliges lo que te apetezca!
200 g de miga de pan del día anterior (de preferencia
pan de telera), 500 ml de agua, 100 g de almendra cruda y
sin piel, 1 diente de ajo, ½ cucharadita de sal, 2 cucharadas
de vinagre de vino blanco, 100 ml de aceite de oliva virgen
extra.
Para acompañar, 2 huevos y aceitunas
negras sin hueso al gusto.
Lo primero de todo es ponernos a quitarle la
corteza a un pan del día anterior hasta que tengamos 200 g
de miga. Después la troceamos, la ponemos en un bol y la cubrimos
con unos 500 ml de agua. Dejamos la miga en remojo unos 10
minutos para que se empape bien del agua. Pasado ese tiempo,
la pasamos al vaso de la batidora que puede ser tanto de mano
como de tipo americana. Luego echamos también el resto de
ingredientes menos el aceite. Es decir: unos 100 g de almendra
cruda sin piel, 1 diente de ajo pelado y sin el germen, ½
cucharadita de sal y 2 cucharadas de vinagre de vino blanco
(u otro vinagre suave). Ponemos la batidora en marcha y trituramos
todo a potencia máxima hasta que quede bien fino.Cuando lo
tengamos todo listo, comenzamos a añadir 100 ml de aceite
de oliva virgen extra poco a poco a la mezcla y trituramos
para que se vaya emulsionando y nos quede una textura aún
más cremosa.
La consistencia final deseada es como la del
salmorejo, no obstante la mazamorra espesa aún más al enfriarse
por lo que si lo consideramos necesario, podemos añadir un
poco más de agua. Por último, la probamos, corregimos de sal
y vinagre si hiciera falta y la guardamos en la nevera un
mínimo de dos horas para consumirla bien fresquita.
Picamos el huevo y a disfrutar ...
El ajoblanco (escrito también a veces como ajo
blanco) es una sopa fría muy popular de la gastronomía de
Andalucía (sobre todo en Málaga y Cádiz), Extremadura y Castilla-La
Mancha en la región de La Mancha.[cita requerida] Se compone
de pan, almendras molidas (en tiempos de escasez, como en
la posguerra, se ha venido usando en ciertas zonas harina
de habas secas), ajo, agua, aceite de oliva, sal y a veces
vinagre. Se suele tomar acompañado de uvas o trocitos de melón.
La porra antequerana, también conocida localmente
como porra fría o porra crúa, es una sopa fría típica de Antequera,
ciudad andaluza, y también de Málaga capital, de la provincia
de Málaga (España). Este plato basado en el salmorejo cordobés,
se elabora con tomates, pan de lebrillo, aceite, sal, pimiento
rojo, vinagre de vino blanco y ajos. Su nombre deriva del
utensilio llamado mazo, o porra, con el que se machacaban
los ingredientes en un cuenco. Se suele servir muy fría, acompañada
de jamón serrano cortado en daditos y huevo duro. También
puede presentarse con trozos de atún en aceite. Este último
ingrediente, así como el pimiento rojo, el vinagre y su mayor
consistencia es la diferencia entre la porra antequerana y
el salmorejo cordobés. El pan utilizado, el conocido como
pan cateto o de lebrillo, de miga más compacta es responsable
de que la porra sea más espesa. Se busca que la cuchara se
mantenga en pie clavada en la porra.
El gazpacho andaluz es una sopa fría con varios
ingredientes como aceite de oliva, vinagre, agua, hortalizas
crudas, generalmente tomates, pepinos, pimientos y ajo. Hay
versiones antiguas que añaden a los ingredientes principales
harina de habas, naranjas amargas o almendras y no incluyen
tomate, que no se utilizó entre sus ingredientes hasta la
colonización de América. Suele servirse fresco en los meses
calurosos de verano. Su color varía desde el anaranjado pálido
al rojo, según se empleen tomates más o menos maduros (que
aportan un colorante natural denominado licopeno). El origen
del actual gazpacho es incierto, aunque tradicionalmente se
lo ha considerado un plato del interior de Andalucía, donde
el aceite de oliva y los productos de la huerta son abundantes,
y los veranos muy secos y calurosos. Por esta razón, se lo
conoce comúnmente como gazpacho andaluz. A pesar de ello,
el origen del gazpacho como plato "desmigado" es anterior
al uso de hortalizas en su elaboración y data al menos de
la época del al-Ándalus.
100 ml de aceite de oliva virgen extra, 30 ml
del vinagre de Jerez o el que más te guste, 1 Kg. de tomates
rojos bien maduros. 1 diente de ajo 150 g. de pan blanco (un
trozo), molletes andaluces o si no encontráis pan de trigo
blanco (mejor que tenga un día o dos), 1 pimiento verde grande,
1 pepino. Un pellizco de sal (esto al gusto) y agua como ingrediente
opcional. Para la guarnición: 1 cebolla pequeña, 1 tomate,
50 g de pimiento verde y 50 g de pepino. (todo en pequeños
dados).
Limpiamos bien los tomates y lavamos toda la
verdura que vamos a emplear. Hay que tener en cuenta que es
una receta que no va cocinada, y a pesar de acidificarla con
el vinagre es muy importante que todo vaya bien limpio. Cortamos
en cuartos los tomates y los añadimos a un bol grande. Pelamos
los pepinos y les cortamos los extremos. Los cortamos en trocitos
pequeños. Cortaremos del mismo modo la cebolla pelada y el
pimiento verde. Reservamos.
Cortamos el pan en trozos pequeños y le añadimos
un poco de agua, lo dejamos reposar durante unos 10 minutos.
Así ayudamos a que el pan se ablande si está muy duro y será
mucho más fácil de batir. Pelamos el diente de ajo y como
lo vamos a usar en crudo le quitamos el centro para que no
repita. Lo añadimos al bol con el tomate y las demás hortalizas.
Ponemos todo en el vaso de la batidora o un
bol grande y echamos el aceite de oliva virgen extra, vinagre
de Jerez y la sal. Trituramos con la batidora hasta que nos
quede una salsa líquida. Pasamos esta salsa por un colador
o un chino, así retiramos posibles trozos de piel y pequeñas
pepitas que hayan quedado para que nos quede lo más fino posible.
Probamos si está bien de sal y si no rectificamos con un poco
más. Sólo nos queda meterlo en la nevera y dejar que se enfríe,
en un par de horas lo tendréis bien fresquito y perfecto para
probar el mejor gazpacho. Para emplatarlo lo mejor es ponerlo
en un plato hondo o cuenco y acompañar con unas lascas de
jamón de bellota (un poquito sólo no os va a arruinar) o unos
taquitos de queso fresco tipo mozzarella. Para mí, el mejor
gazpacho se toma simplemente en vaso y ya está, directamente
para el cuerpo. Buen provecho.
En general, tanto el gazpacho como el salmorejo,
tienen mucho en común ya que son platos fríos en los que se
utiliza el tomate, el pan duro, el aceite de oliva y el ajo
como ingredientes principales. La principal diferencia es
que en el gazpacho se usa además pepino, pimiento y vinagre,
elementos que no se utilizan en la preparación del salmorejo.
El gazpacho es una sopa fría de hortalizas, aliñada con aceite
y vinagre y el salmorejo es una emulsión. Esto explica por
qué el gazpacho tiene una textura que permite beberlo en vaso
o en un tazón mientras que el salmorejo tiene una textura
que si se hace muy espeso puede ser similar a la de la mayonesa.
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La sangría de cava se ha puesto muy de moda
en los últimos años y, al igual que ocurre con la sangría
tradicional hecha con vino tinto, podemos encontrar infinidad
de recetas de sangría de cava, con variaciones en las frutas
utilizadas, las especias y los licores. Podemos usar las frutas
que más nos gusten, las que tengamos en casa o las frutas
de temporada, primando fundamentalmente los cítricos como
la naranja y el limón. Es importante que las frutas estén
maduras para que, de esta manera, sean más aromáticas. Además,
las dejaremos macerar un rato con el azúcar y los licores
antes de añadirle el cava.
El cava siempre lo añadiremos al final, para
que no pierda el gas que es el toque característico de esta
sangría. Las especias a utilizar como la canela, el clavo
o el anís estrellado son optativas y las cantidades de los
licores, podemos ajustarlas a nuestros gustos, por si la queremos
más o menos fuerte. A continuación, te contamos paso a paso
cómo hacer una sangría de cava refrescante y sabrosa para
que sorprendas a tus invitados en las fiestas más veraniegas.
1 limón, 1 naranja, 1/2 manzana, 1 rodaja de
piña, 3 fresas, 6 uvas, 60 g de azúcar. El zumo de 2 naranjas,
50 ml de brandy, 50 ml de licor de naranja, 2 ramas de canela,
700 ml de cava. Hielo en abundancia.
Comenzamos lavando y troceando las frutas, que
pondremos sin pelar y por ello es necesario lavarlas muy bien.
Cortamos 1 limón en rodajas de 1 centímetro de grosor y cada
rodaja en 4 partes. Cortamos 1 naranja de la misma manera.
Cortamos media manzana en trozos pequeños. Le retiramos la
piel y el tronco a 1 rodaja de piña y la troceamos. Cortamos
3 fresas en cuatro partes y cortamos 6 uvas por la mitad.
Una vez tengamos la fruta troceada, la echamos
en la jarra en la que prepararemos la sangría. Añadimos 60
g de azúcar y el zumo de 2 naranjas.
A continuación, echamos los licores: 50 ml de
brandy y 50 ml de licor de naranja. Añadimos 2 ramas de canela,
mezclamos todo con cuidado y lo dejamos macerar como mínimo
1 hora en la nevera, o hasta el momento de servir la sangría.
En el momento de servir, añadimos 700 ml de cava y hielo en
abundancia hasta llenar la jarra, lo cual dependerá de su
tamaño. Removemos un poco con una cuchara alargada y la servimos
para saborearla bien fresquita y siempre con moderación, pues
se sube con tanta facilidad como baja de lo rica que está.
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Piyaz es sinónimo de restaurante casero en Turquía,
siempre condenado a acompañar koftes. Sin embargo, puede ser
un plato único si le pones cariño. Además, esta ensalada resiste
en un táper allá donde vayas a refugiarte del calor, que el
cuerpo en verano necesita comida fresquita para equilibrar
las toneladas de bravas, fritos y bocadillos de la playa.
El piyaz, cebolla en farsi, tiene las judías blancas como
base, pero como siempre, hay varias opciones y derivadas.
Preferiblemente, hierve las alubias después de una noche en
remojo para que queden más al dente y no tan machacadas como
las de bote. También puedes comprarlas en conserva, refrigeradas
o de cocedero, si tienes la suerte de que sean habituales
en la zona donde vives. A esto añade tres ingredientes más:
cebolla, huevo duro -siempre en cuartos y por encima- y perejil.
Al ser un plato sencillo, es tu momento para
invertir en buenos productos: un buen vinagre y aceite van
a multiplicar el sabor en cada papila gustativa. Si encima
los has agitado bien en un botecito hasta que hayan emulsionado,
mejor: no tengas miedo con la cantidad, que se note la vinagreta.
Una derivada más untuosa es la de Antalya, una ciudad en el
sur de Turquía donde se le añade tomate, los huevos en este
caso picados, y un buen chorreón de salsa hecha con tahini,
judías machacadas y zumo de limón.
En los libros de cocina de Apicio —cocinero
y autor del siglo I que resumió en diez tomos todo el saber
culinario de su época— no aparece nada que indique que el
jamón se servía con melón. Sí se hallan higos secos y frescos
en la cocción del jamón desalado, pero no para acompañarlo
en su servicio. Ni tampoco en los libros De re rustica de
Columela, también del siglo I, en los que se encuentran las
instrucciones prolijas para salar perniles de cerdo y conservarlos,
hay indicaciones de cómo servirlos. Es en Arte cisoria de
D. Enrique de Villena, cuando se puede considerar la primera
noticia de esta combinación fresca y veraniega. Esta obra
de 1423, sobre el manejo de los instrumentos de corte y las
formas de trinchado de los alimentos, es también muy útil
por la información que incluye de platos de cocina o de formas
de servicio de los preparados, como en este caso.
El autor explica, por un lado, en el capítulo
de los vegetales y frutas, que los melones se cortan en rodajas
con un cuchillo pequeño (el cañivete) a lo largo. La pulpa
del melón se corta entonces en trozos de bocado, para que
se puedan comer de una vez o de dos a lo sumo, y se separa
de la piel de la fruta por debajo hasta lo más verde. Para
que los comensales pudieran llevarse a la boca los bocados
de los que habla el autor, define muy bien, con dibujos de
su propia mano, lo que llama “brocas”, que no son otra cosa
que tenedores. Antes del invento refinado de los tenedores,
los señores comían pinchando los bocados con el cañivete,
como se puede ver en la escena de un banquete de un señor
en el tapiz de Bayeux, del siglo XI.
Tapiz de Bayeux en el que los sirvientes preparan
un banquete para Guillermo I (El Conquistador) (1027-87) y
el obispo Odón bendice la comida y el vino.
Las brocas que define Villena, que se hacen
por lo común de plata y oro, demuestra que se utilizaban en
la mesa, no en la cocina, y de dos tipos principales, con
dos y con tres puntas, por un lado, y el mango en ambas con
una punta para los bocados más pequeños, como la del cañivete,
aún en uso. Lo más interesante llega cuando Villena habla
del corte del puerco, pues dice que cuando sea salado —los
perniles eran entonces las presas más apreciadas para salar—
se debe cortar en piezas pequeñas, con su grasa cuando la
tuviera, y bien delgadas, “e muchas sean de ello fecho”, es
decir, como ahora, muchas lonchitas pequeñas y finas. Termina
sus explicaciones sobre el corte del puerco salado, el jamón,
diciendo que cuando se sirva con calabazas —melones—, el corte
debe ser como el indicado más arriba.
Página 102 del 'Manuscrito Arte del Cortar del
Cuchillo', donde aparecen las ilustraciones de las brocas.
Los melones se confundieron en su denominación
por su parecido con las calabazas, que en aquella época eran
de forma oblonga, piel verde o blancuzca, a veces rayada,
y pulpa blanca. No se trata de las calabazas americanas, anaranjadas
la mayoría, que aún no habían llegado. Las de este lado del
Atlántico nunca se comían crudas, sino en letuarios (fruta
el almíbar) o encurtidas. Casi doscientos años después, Francisco
Martínez Montiño al comienzo de su Arte de cocina, pastelería,
bizcochería y conseruería (1611) incluye una serie de menús
para banquetes en las cuatro estaciones del año. En Una comida
por el mes de mayo, inicia la nómina de platos a servir en
la primera vianda con Perniles con los principios, para seguir
con otros platos y, tras la tercera vianda. Entre las frutas
que se han de servir se encuentran los melones. Lo mismo indica
el autor tras la nómina de platos de que se compone una Merienda,
que comienza con Perniles asados y, aunque no detalla las
frutas a ofrecer, sí dice que “se sabe, que se ha de servir
de todo lo que se hallare conforme al tiempo en que se hiciera
la merienda”, lo que confirma que se puede incluir el melón
en su temporada. El cocinero práctico, de autor anónimo de
1890 y en edición de Maxtor de 2010, incluye en su Primer
almuerzo del mes de agosto el melón junto al jamón, además
de salchichas, tortilla —no sé sabe si de patata—, manteca
y rabanitos y otras viandas.
No es necesario explicar la preparación.
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