En su primer discurso como ganador de las elecciones presidenciales
de EE UU, Donald Trump dió prioridad absoluta a la
necesidad de unificar el país, fuertemente dividido por las
elecciones, y se comprometió a ser el presidente de
todos los americanos. Donald Trump comenzó su alocución
refiriéndose a una llamada telefónica de su contrincante,
la candidata demócrata Hillary Clinton, de quién dijo "me
ha dado la enhorabuena por nuestra victoria", mientras él
la felicitó "por una gran campaña, en la que ha luchado
muy duro". Además, Trump aseguró que el pueblo americano
le debe a Clinton "gratitud por su servicio a nuestro país,
lo creo sinceramente", apuntó. El eje central de su
discurso, emotivo e improvisado, consistió en recordar
que la necesidad más inmediata pasaba por unificar al país.
Consciente de la división tan profunda que dejaban unos resultados
electorales tan reñidos, el que seria el próximo presidente
de EE UU seguró que "es tiempo de juntarnos como un
pueblo unido. Seré el presidente de todos los americanos y
esto es improtante para mí", señaló, antes de
pedir "ayuda para trabajar por unificar nuestro gran país".
El ganador de las elecciones agradeció el apoyo a sus
votantes, acto seguido, a quienes se refirió como "un
gran movimiento de trabajadores que quieren un mejor futuro
para ellos y sus familias". Más todavía, añadió,
"como un movimiento de americanos de todas las razas y religiones
que quieren un gobierno que sirva a la gente y así será".
El objetivo de Trump, según explicó él mismo, era "trabajar
juntos para reconstruir la nación y renovar el sueño americano".
Recordó cómo había construido su propio emporio
siendo capaz de "detectar el potencial" de la gente a su alrededor,
"y eso es lo que quiero hacer con nuestro país", dijo. "Cada
americano tendrá que ver cuál es su potencial (para ayudar
al país)" y se comprometió a que con él de presidente
"ningún americano se sentirá olvidado".
Sobre proyectos más concretos enumeró que trabajaria
para mejorar las ciudades, las infraestructuras "y pondremos
millones de personas a trabajar para reconstruir el país".
Entre sus prioridades citó la de ocuparse de los veteranos
de guerra, a los que dijo sentirse muy cercando durante aquella
campaña electoral. A los estadounidenses les prometió
que les haria sentirse orgullosos de su presidente. Antes
de decir que ama a su país, Trump aseguró que tenia
"un gran plan económico", que pasaba por "doblar nuestro crecimiento".
En el plano internacional, el discurso de Trump, patriótico
y proteccionista: "Nos llevaremos bien con la naciones que
se quieran llevar bien con nosotros". En tono triunfalista,
especificó que no se conformaria con nada que no sea
lo mejor para el país y recordó que pondria "los intereses
de EE UU primero", pero trataria "con todos de manera justa,
sin hostilidades ni conflictos". Ya en el capítulo de agradecimientos,
el multimillonario se acordó primero de sus padres,
después de sus hermanos, de su mujer y de sus hijos.
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La líder de la mayoría demócrata en la Cámara
Baja de EE.UU., la demócrata Nancy Pelosi, anunciaba la apertura
de un juicio político en el Congreso contra el presidente
estadounidense, Donald Trump, por presionar a Ucrania para
que investigara al ex vicepresidente Joe Biden y a su familia,
hablamos de septiembre de 2019. Un proceso complicado con
visos de no prosperar en el Congreso, ya que, pese a que los
demócratas tenian la mayoría en la Cámara Baja, luego tendría
que pasar el visto bueno del Senado, donde el predominio republicano
hizop prever que la iniciativa no prosperaria.
Ahora, las tornas han cambiado.
Tres han sido los presidentes que han afrontado
un juicio político y dos fueron absueltos: Andrew Johnson,
en 1868; y Bill Clinton, entre 1998 y 1999; y Richard Nixon,
quien renunció en 1974 al comenzar el proceso tras el escándalo
del "Watergate". El único presidente de EE.UU. que dejó el
cargo antes de terminar su segundo mandato fue el republicano
Richard Nixon (1969-1974). Por otra parte, solo dos expresidentes,
ambos demócratas, han sido sometidos a juicio político: Andrew
Johnson (1865-1869), quien entró en la Casa Blanca tras el
asesinato de Abraham Lincoln; y Bill Clinton (1993-2001),
pero ambos fueron eximidos de las acusaciones que se vertieron
en su contra. Clinton, el caso más controvertido de la edad
moderna, ocurrió a raíz del escándalo sexual de la becaria
de la Casa Blanca Monica Lewinsky en 1998, pero logró salir
airoso con el voto a favor de su inocencia de 55 de los 100
senadores respecto al cargo por perjurio, y obtuvo un empate
en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia.
Juicio de Simon Fraser de Lovat (marzo de 1747) por
«traición a la Corona» en su cambio de lealtad a la
causa jacobita durante la batalla de Culloden. El proceso
se realizó en Westminster Hall, la parte más antigua
del edificio que data del siglo xi. Fue sentenciado
a muerte.
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Un proceso de destitución (o simplemente destitución), juicio
político o, también por su variante en inglés, impeachment
designa una figura del derecho en países con un modelo de
gobierno presidencialista (por ejemplo, países anglosajones
como Estados Unidos, así como la mayoría de los basados en
el derecho continental) mediante el cual se puede hacer efectivo
el principio de responsabilidad de los servidores o funcionarios
públicos, particularmente de los más altos cargos o autoridades
—jefes de Estado, jefes de Gobierno, ministros, magistrados
de los tribunales superiores de justicia, generales o almirantes
de las fuerzas armadas—, que se realiza ante el Parlamento
o Congreso. La condena o declaración de culpabilidad del acusado
puede ocasionar su destitución e incluso su inhabilitación
para funciones similares, autorizar que sea juzgado por los
tribunales ordinarios de justicia o tener efectos meramente
políticos. En cualquier caso, la sanción o sus efectos depende
de la Constitución del país.
En el ámbito anglosajón, se refiere a la acusación o impugnación
y suele ser el inicio de un proceso de enjuiciamiento político
(generalmente en la Cámara Baja) y posteriormente juicio del
acusado (en la Cámara Alta). El individuo que ha sido objeto
de un proceso de destitución deberá hacer frente a la posibilidad
de ser condenado por una votación del órgano legislativo,
lo cual ocasionaría su destitución e inhabilitación para funciones
similares. Así, por ejemplo, aunque Bill Clinton fue objeto
de impeachment, no fue depuesto del cargo ya que fue exonerado
por el Senado. En América Latina es típico de sus sistemas
presidencialistas y su origen está vinculado al mencionado
impeachment del derecho anglosajón y al juicio de residencia
del derecho indiano. Otros nombres con los que se conoce al
proceso en el mundo hispano son procedimiento de destitución,
juicio de desafuero, proceso político, proceso de revocación
del mandato, moción de censura, juicio público, impugnación,
residenciamiento, impedimento, remoción, deposición, acusación
pública, acusación constitucional, acusación en juicio político,
vacancia o reprobación.
La moción de censura contra Mariano Rajoy de 2018 se
debatió en sesiones plenarias del Congreso de los Diputados
de 31 de mayo y el 1 de junio de 2018 y provocó la caída
de su segundo Gobierno, que debió presentar su dimisión
al Rey, y la investidura de Pedro Sánchez como séptimo
presidente del Gobierno de España. La de 2018 fue la
cuarta moción de censura desde la transición española
a la democracia y la segunda presentada contra Rajoy
tras la de Unidos Podemos el año anterior, así como
la primera de toda la democracia española en prosperar.
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy,
saluda al candidato electo, Pedro Sánchez, tras la aprobación
de la moción de censura. Pedro Sánchez le sucedería
como presidente apenas 20 horas después.
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El impeachment es una antigua institución del common law
que surgió en el Siglo XIV en Inglaterra, una monarquía parlamentaria
donde la Corona nunca podía ser procesada en casos penales
o civiles. Esta inviolabilidad real se expresaba con el popular
aforismo «el rey no puede actuar ilegalmente» (the king can
do no wrong en inglés, rex non potest peccare en latín), protección
que se extendía a los agentes de la Corona, por lo que era
imposible en ese momento presentar un cargo contra la Corona
en la corte del monarca (tribunal de justicia ordinaria).
El impeachment era una elusión de esta regla: se podía presentar
una apelación ante el king in parliament (formación política
del Curia Regis, un término latino que significa "Concilio
Real" o "Corte del Rey"). Cuando el agente del rey estaba
causando daño a los súbditos, mientras ejercía sus poderes
en nombre del soberano, el monarca podía juzgar a su ministro.
De esta manera, en 1376 el Parlamento acusó de corrupción
e incapacidad a algunos ministros del rey Eduardo III y su
amante Alice Perrers.
Pronto surgió la idea de que se podía criticar la política
del rey mediante una imputación ficticia de responsabilidad:
se suponía que el agente del rey lo había desaconsejado cuando
estaba tomando su decisión. Durante el reinado de Eduardo
IV el recurso de impeachment cayó en desuso y fue suprimido
a la llegada de los reyes Tudor. Cuando Jacobo I quiso restablecer
la monarquía absoluta en 1621, Edward Coke, líder de la oposición
parlamentaria, redescubrió los procedimientos. Debido a que
el rey puede juzgar a su ministro durante el king in parliament,
Coke reconoció el riesgo de que el monarca fuese juez y parte
en el proceso. Desde el momento en que Jacobo I aceptó no
presidir el juicio, la oposición parlamentaria pudo sistematizar
los ataques contra él y su política a través de sus ministros,
sin que el rey tuviese ningún poder de control o fuese capaz
de defenderse. El uso del impeachment se convirtió en un arma
política que a largo plazo cambió la distribución del poder
entre el Parlamento y el rey. Lentamente, el régimen monárquico
moderado se transformó a lo largo de las revoluciones en un
sistema parlamentario con la aparición de la responsabilidad
política del gobierno ante el Parlamento —en 1782, los parlamentarios
obtuvieron la renuncia colectiva del gobierno dirigido por
Frederick North—, que desvaneció el poder real antes de la
era victoriana (1824-1834).
Frederick North, II conde de Guilford, más conocido por su
título de Lord North —que utilizó desde 1752, cuando su padre,
que había sido el barón de Guilford, fue elevado al rango
de conde, hasta 1790 cuando su padre falleció y North asumió
el título nobiliario— fue Primer Ministro británico entre
1770 y 1782.
El hostigamiento sistemático por parte del gabinete (de 1670
a 1680) también condujo a la creación de una oposición permanente
dentro del Parlamento, favorable de la política del rey y
opuesta al impeachment llevado a cabo por opositores contra
los ministros leales a la Corona: la aparición de partidos
políticos. Para protegerse de estos ataques sistémicos, el
rey compró un grupo de apoyo permanente para sus fines. Si
bien inicialmente había alrededor de treinta personas afines
a Carlos II durante el ministerio de Henry Danvers (1673-1679),
la corrupción se extendió entre 1721 y 1742: un tercio de
las Cámaras, así como los votantes, aceptaron sobornos mientras
Robert Walpole era ministro principal. Este último, bajo la
crítica de la oposición dirigida por Henry St John —quien
apoyaba una estricta separación de poderes y un sistema presidencial—,
desarrolló la teoría de una separación flexible de poderes,
en el que el rey y su gobierno podían recibir apoyo de los
parlamentarios. Al mismo tiempo (entre las dos revoluciones
inglesas), la responsabilidad de los ministros se transformó:
mientras que antes era personal y criminal —con mayor frecuencia,
resultaba en una pena de muerte si se perdía el juicio ante
el Parlamento—, el impeachment sistemático la convirtió en
responsabilidad política —el ministro responde por sus actos
ante el Parlamento—, para quienes ostentan el gobierno en
su conjunto (aparición del sistema parlamentario).
Además, la Cámara de los Lores sostenía originalmente que
el impeachment únicamente podía aplicarse a los miembros de
la nobleza, quienes solo serían juzgados por sus pares, mientras
que los plebeyos (en la Cámara de los Comunes) harían lo suyo
con sus pares —otros plebeyos— en un jurado. No obstante,
en 1681, los comunes declararon que tenían el derecho de acusar
a cualquiera y los lores han respetado dicha resolución. Los
funcionarios públicos que ocupaban su cargo «durante un buen
comportamiento» (during good behaviour) podían ser cesados
por mandamiento judicial de quo warranto o scire facias, edictos
que incluso fueron empleados por y contra jueces de buena
posición.
Los partidarios de St John se exiliaron principalmente en
las Trece Colonias, lo que explica en parte el establecimiento
del sistema presidencial al conseguir la independencia. Conscientes
del proceso por el cual, en 1649, Carlos I fue juzgado ante
el «Parlamento Rabadilla» del Nuevo Ejército Modelo, los delegados
a la Convención Constitucional de 1787 decidieron incluir
un procedimiento de destitución en el artículo II sección
4 de la Constitución de Filadelfia, que podría aplicarse a
cualquier funcionario del gobierno; mencionaron explícitamente
al presidente para asegurarse de que no hubiera ambigüedad.
Sin embargo, diferían las opiniones sobre las razones por
las cuales el Congreso podía iniciarlo. Los borradores iniciales
enumeraban solo la traición y el cohecho, pero George Mason
era partidario de la destitución por «mala administración».
James Madison argumentó que el proceso debería invocarse solo
en caso de conducta criminal y que un estándar de mala administración
significaría efectivamente que el presidente estaría a merced
del Senado. Entonces, los delegados adoptaron una versión
de compromiso, ideada por Mason, que estableció la acusación
por «traición, cohecho u otros delitos y faltas graves» (Treason,
Bribery, or other high Crimes and Misdemeanors) y que la condena
del Senado requiere el apoyo de una mayoría de dos tercios
de los senadores presentes.
En América Latina, el juicio de residencia de la época colonial,
que tenía por objeto conocer el desempeño de los funcionarios
públicos, fue incorporado a las cartas magnas de la nuevas
repúblicas y, con el tiempo, tomó elementos del impeachment
estadounidense, lo que creó instrumentos para hacer efectiva
la responsabilidad constitucional del gobierno.
Dilma Rousseff argumentando su defensa ante el Senado Federal
del Brasil en el juicio político de su proceso de destitución
(30 de agosto de 2016).
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Deliberación durante las fases de audiencia en el Senado
de los Estados Unidos sobre la solicitud de juicio político
contra Andrew Johnson (16 de mayo de 1868).
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¿Como funciona en distintas jurisdicciones? Algunos
ejemplos.
La Dieta Federal (Bundestag) y el Consejo Federal (Bundesrat)
pueden acusar al presidente si ha violado deliberadamente
la ley federal. Si la Dieta Federal o el Consejo Federal aprueban
el proceso contra el presidente, el caso pasa al Tribunal
Constitucional Federal, que decidirá si el presidente es culpable
de los cargos y, si confirma la resolución, lo destituirá.
Dicho órgano también tiene el poder de cesar a los jueces
federales que hayan quebrantado intencionalmente los principios
básicos de la Ley Fundamental de Alemania o una Constitución
estatal. El procedimiento de juicio político está regulado
en el artículo 61 de la Ley Fundamental. No existe un proceso
formal de destitución para el canciller; sin embargo, la Dieta
Federal puede reemplazarlo en cualquier momento votando en
una moción de censura constructiva (artículo 67), evento que
solo ha ocurrido en 1972 y 1982 (la segunda es la única que
tuvo éxito, con la salida de Helmut Schmidt y elección de
Helmut Kohl). Junto con el canciller depuesto, cesan los ministerios
federales, aunque el presidente puede solicitar que continúen
provisionalmente hasta la designación de un sucesor (artículo
69).
La Constitución de la Nación Argentina establece en su artículo
53 la potestad a la Cámara de Diputados de acusar ante la
Senado «al presidente, vicepresidente, al jefe de gabinete
de ministros, a los ministros y a los miembros de la Corte
Suprema, en las causas de responsabilidad que se intenten
contra ellos, por mal desempeño o por delito en el ejercicio
de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber
conocido de ellos y declarado haber lugar a la formación de
causa por la mayoría de dos terceras partes de sus miembros
presentes». El presidente de la Corte Suprema de Justicia
dirige el Senado en el juicio al jefe de Estado. En el caso
de que el Senado decida por la mayoría de dos tercios de votos
sobre todos los cargos antes mencionados o sobre alguno de
ellos (artículo 59), se declarará al acusado incurso en la
destitución de su empleo, conforme al artículo 60 de la Constitución.
De acuerdo con el artículo 142 de la Ley Constitucional Federal
de Austria, el Parlamento puede presentar la llamada «acusación
ministerial» (Ministeranklage) contra el presidente o los
otros órganos administrativos superiores, como el canciller,
miembros de los ministerios federales, gobiernos estatales
y consejos provinciales ante el Tribunal Constitucional, cuya
condena es la destitución el cargo y, en circunstancias particularmente
agravantes, perder los derechos políticos —como el derecho
a presentarse a las elecciones—; en caso de violaciones menores
de la ley, el Tribunal Constitucional puede limitarse a determinar
que ha habido una infracción. La Ley Constitucional Federal
establece en el artículo 60 párrafo 6 que el presidente puede
ser removido por referéndum, que se lleva a cabo si la Asamblea
Federal (Bundesversammlung) así lo solicita. Para este propósito,
el canciller convocará a la Asamblea Federal si el Consejo
Nacional (Nationalrat) ha resuelto dicha solicitud. La decisión
del Consejo Nacional requiere la presencia de al menos la
mitad de los miembros y una mayoría de dos tercios de los
votos emitidos. Tal decisión del Consejo Nacional impide al
presidente ejercer más su cargo. El rechazo a la destitución
en el referéndum se considera la nueva elección del presidente
y tiene como resultado la disolución y nuevos comicios del
Consejo Nacional. También en este caso, el mandato completo
del presidente no puede exceder los doce años.
Según los artículos 51 y 85 de la Constitución del Brasil,
el presidente de la República, los gobernadores y los alcaldes,
así como sus respectivos subalternos, pueden ser acusados
por la Cámara de Diputados y juzgados y destituidos por el
Senado. La Constitución exige que dos tercios de los diputados
voten a favor de la destitución y el mismo porcentaje de los
senadores la respalden con una condena en el juicio posterior.
Tras la sentencia, el titular del cargo tiene suspendidos
sus derechos políticos por ocho años, lo que le impide postularse
a cualquier cargo durante ese tiempo. El procedimiento está
definido por la Lei do Impeachment 1.079/1950. En 1955, la
Cámara de Diputados y el Senado destituyeron de los presidentes
João Café Filho y Carlos Luz, aunque no se siguió la citada
ley especial porque los congresistas consideraron que la situación
era extremadamente grave, con un alto riesgo de guerra civil,
y finalizó los juicios en cuestión de horas, sin dar a los
acusados el derecho a defenderse en ambas cámaras, casos poco
conocidos por la población brasileña.
En 1992, Fernando Collor de Mello renunció a la presidencia
en medio de un proceso de juicio político. Sin embargo, el
Senado votó para condenarlo y prohibirle ocupar cualquier
cargo durante ocho años, ante la evidencia de soborno y apropiación
indebida. En 2016, Dilma Rousseff enfrentó acusaciones de
mala gestión presupuestaria y fue sometida a juicio político
en la Cámara de Diputados y destituida por sentencia del Senado;
fue reemplazada por el vicepresidente Michel Temer, quien
había servido de presidente interino mientras el caso estaba
en revisión en el Senado.
El artículo 178 de la Constitución de Colombia determina
una atribución especial de la Cámara de Representantes. En
el artículo 175, se establecen las reglas para los juicios
en ese órgano. El juicio en la Corte Suprema de Justicia sigue
las normas de procedimiento previstas en la ley 600 de 2000,
según lo dispuesto en el artículo 533 de la Ley 906 de 2004.
La sentencia SU-431 de 2015 de la Corte Constitucional estableció
que el juicio político no solo debía adelantarse cuando se
investigara la responsabilidad de penal del jefe de Estado,
entre otros funcionarios, sino también cuando se investigara
su responsabilidad fiscal o disciplinaria.
La acusación constitucional es un proceso constitucional,
de naturaleza jurídico-política, contemplado por el ordenamiento
jurídico chileno, y seguido ante el Congreso Nacional, para
hacer efectiva la responsabilidad de altos funcionarios públicos.
El procedimiento se dirige contra las autoridades taxativamente
señaladas en la Constitución, por haber incurrido en alguna
infracción constitucional, predeterminada por ésta, que justifica
su destitución o inhabilitación para el ejercicio del cargo
u otra función pública. La figura ha sido regulada por la
Constitución Política de 1828, de 1833, de 1925 y de 1980.
En el procedimiento participan, eventualmente, las dos cámaras
del Congreso, actuando la Cámara de Diputados como acusadora
y el Senado como jurado. En la historia de Chile, cerca de
cien acusaciones constitucionales han sido presentadas, de
las cuales 20 han terminado siendo acogidas, 4 de ellas durante
la vigencia de la Constitución de 1980.
En dos oportunidades se han presentado acusaciones constitucionales
contra un presidente de la República durante el ejercicio
de su cargo, la primera en contra de Carlos Ibáñez del Campo
en 1956 —que fue rechazada por la Cámara de Diputados— y la
segunda en contra de Sebastián Piñera en 2019, en que la Cámara
de Diputados aprobó una cuestión previa, teniéndose en definitiva
por no presentada.
De acuerdo con el artículo 65 cláusula 1 de la Constitución
de Corea del Sur, la Asamblea Nacional puede destituir al
presidente, el primer ministro u otros miembros del Consejo
de Estado, los miembros de la Corte Suprema y la Corte Constitucional
si alguno viola la carta magna u otras leyes del deber oficial.
La cláusula 2 establece que el proyecto de juicio político
se propone con un tercio o más del total de miembros de la
Asamblea Nacional y requerirá una votación mayoritaria, por
dos tercios o más del total, para ser aprobado. Este artículo
también establece que cualquier persona contra la cual se
haya aprobado una moción de destitución será suspendida del
ejercicio de su poder hasta que se haya realizado el juicio
político y no se extenderá más allá del cese del cargo público,
asegurándose de no eximir al acusado de responsabilidad civil
o penal. Dos presidentes han sido acusados desde la fundación
de la sexta República de Corea y la adopción de la actual
Constitución en 1987.
La Asamblea Nacional destituyó a Roh Moo-hyun en 2004, pero
el proceso fue anulado por la Corte Constitucional. En 2016
Park Geun-hye fue destituida por la Asamblea Nacional y, el
10 de marzo de 2017, la Corte Constitucional confirmó la sentencia;
fue relevada provisionalmente en el cargo por el primer ministro
Hwang Kyo-ahn a la espera de nuevas elecciones.
En 2004, Roh Moo-hyun fue destituido por la Asamblea Nacional
de Corea del Sur, pero la sentencia fue anulada por la Corte
Constitucional, que lo reinstaló en el cargo.
Según el artículo 121 de la Constitución de Costa Rica, entre
las funciones de la Asamblea Legislativa están:
- 9) Admitir o no las acusaciones que se interpongan contra
quien ejerza la Presidencia de la República, Vicepresidentes,
miembros de los Supremos Poderes y Ministros Diplomáticos,
declarando por dos terceras partes de votos del total de la
Asamblea si hay o no lugar a formación de causa contra ellos,
poniéndolos, en caso afirmativo, a disposición de la Corte
Suprema de Justicia para su juzgamiento.
- 10) Decretar la suspensión de cualquiera de los funcionarios
que se mencionan en el inciso anterior, cuando haya de procederse
contra ellos por delitos comunes.
Además, el artículo 151 establece que el presidente y los
vicepresidentes no podrán ser juzgados penalmente hasta que
la Asamblea Legislativa haya declarado «haber lugar a formación
de causa penal».
La Asamblea Nacional de Ecuador, de acuerdo al artículo 129
de la Constitución, tiene entre sus atribuciones autorizar
con la votación de las dos terceras partes de sus integrantes,
el enjuiciamiento penal de la Presidenta o Presidente o de
la Vicepresidenta o Vicepresidente de la República, cuando
la autoridad competente lo solicite fundadamente. Según el
artículo 120, el enjuiciamiento político del jefe de Estado
procede en caso de «delitos contra la seguridad del Estado»,
«delitos de concusión, cohecho, peculado o enriquecimiento
ilícito» y «delitos de genocidio, tortura, desaparición forzada
de personas, secuestro u homicidio por razones políticas o
de conciencia», previo dictamen de admisibilidad de la Corte
Constitucional, sin necesidad de enjuiciamiento penal previo.
El artículo 130 indica que la Asamblea Nacional podrá destituir
al presidente en caso de «arrogarse funciones que no le competan
constitucionalmente, previo dictamen favorable de la Corte
Constitucional» y «por grave crisis política y conmoción interna».
En ambos casos requiere el voto favorable de dos terceras
partes de la Asamblea Nacional.
El artículo 131 regula el enjuiciamiento político para «ministras
o ministros de Estado, o de la máxima autoridad de la Procuraduría
General del Estado, Contraloría General del Estado, Fiscalía
General del Estado, Defensoría del Pueblo, Defensoría Pública
General, Superintendencias, y de los miembros del Consejo
Nacional Electoral, Tribunal Contencioso Electoral, Consejo
de la Judicatura y Consejo de Participación Ciudadana y Control
Social, y de las demás autoridades que la Constitución determine».
En 1997, el presidente Abdalá Bucaram fue destituido por
el Congreso por cargos de corrupción e incapacidad mental,
en un proceso controvertido y no contemplado en la Constitución
de entonces.
En el artículo 155 de la Constitución de El Salvador se menciona
la posibilidad de «remoción» del presidente y vicepresidente
de la República, que alude vagamente a las atribuciones de
la Asamblea Legislativa en el artículo 131.
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En el caso de Estados Unidos, el gobierno federal en base
al artículo I de la Constitución de los Estados Unidos estipula
que los altos funcionarios del Gobierno federal pueden ser
procesados por mandato de la Cámara de Representantes, mientras
que el Senado tiene el poder exclusivo de juzgarlos.
A nivel federal, el proceso de destitución se resume en tres
fases:
1.- El Congreso comienza la investigación, que generalmente
se realiza en el comité judicial de la Cámara de Representantes,
aunque no es imperativo que esta la inicie. Por ejemplo, la
investigación contra Richard Nixon comenzó en el comité judicial
del Senado. De la misma forma, los hechos que llevaron al
proceso de destitución de Bill Clinton se descubrieron por
primera vez en el curso de una investigación realizada por
el fiscal especial Kenneth Starr.
2.- Por mayoría simple de los presentes y votantes, la Cámara
de Representantes debe aprobar los artículos del juicio político,
que constituyen el alegato formal o acusaciones. Tras su aprobación,
el imputado queda oficialmente «acusado» (impeached).
3.- El Senado juzga al acusado. En el caso de la destitución
del presidente de los Estados Unidos, el presidente de la
Corte Suprema dirige los procedimientos. Para la destitución
de cualquier otro funcionario, la Constitución no dice quién
preside, lo que sugiere que esta función recae en el vicepresidente
de los Estados Unidos, presidente ex officio del Senado. La
sentencia en el Senado requiere la concurrencia de una mayoría
de dos tercios de los presentes. La condena es la destitución
del cargo.
En el artículo II se mencionan los presuntos crímenes para
iniciar un impeachment contra el presidente, vicepresidente
y «todos los funcionarios civiles», los cuales son «traición,
cohecho u otros delitos y faltas graves» (Treason, Bribery,
or other high Crimes and Misdemeanors). Debido a que el significado
preciso de la frase «delitos y faltas graves» no está definido
en la propia Constitución, el cumplimiento se rige por la
interpretación del Congreso, especialmente desde que la Corte
Suprema decidió en la sentencia de Nixon v. United States
(1993) que no tiene autoridad para determinar si el Senado
«juzgó» adecuadamente a un acusado. No obstante, el Congreso
ha identificado tres tipos generales de conducta que constituyen
motivos de juicio político, aunque estas categorías no deben
entenderse como exhaustivas:
1) exceder o abusar indebidamente de los poderes de su cargo.
2) comportamiento incompatible con la función y el propósito
del cargo.
3) uso indebido del cargo para un propósito inapropiado o
beneficio personal.50? El citado artículo también prohíbe
al presidente utilizar su poder de perdón federal en casos
de juicio político. La vigesimoquinta enmienda de la Constitución
corrigió el teórico vacío legal en la sucesión si el presidente
es «depuesto de su cargo» (removal of the President from office).
El fiscal especial Kenneth Starr testificando en noviembre
de 1998 ante el comité judicial de la Cámara de Representantes
sobre su investigación de la relación del presidente Clinton
con Monica Lewinsky.
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Donald Trump fue elegido el 8 de noviembre de 2016 con el
respaldo de 306 votos electorales frente a los 232 que recibió
Hillary Clinton. Tras cuatro años, el magnate recogió el testigo
del demócrata Barack Obama (2009-2017) con una política, postura,
actitud y discurso completamente distintos y, desde que entró
en el Despacho oval -incluso antes-, así como durante los
cuatro años que ha dirigido el país, ha protagonizado incontables
polémicas.
Guerra con el exdirector del FBI.
La campaña fue una de las más intensas conocidas, en medio
de investigaciones del FBI sobre emails con información confidencial
del país enviados desde cuentas no protegidas de Clinton,
así como sobre la supuesta injerencia rusa en los comicios,
a favor de la elección de Trump. Finalmente, el nacido en
un barrio del distrito neoyorquino de Queens llamado Jamaica,
y pese a que tanto los sondeos como los resultados bien avanzada
la noche decían lo contrario, ganó las elecciones de Estados
Unidos. Pero, entre todas las polémicas y decisiones, ¿Qué
ha marcado el mandato de Donald Trump?
A principios del pasado noviembre se estrenó la serie
'The Comey Rule' ('La Ley Comey'), sobre la guerra entre el
exdirector del FBI James Comey y el presidente Trump. Sin
embargo, es cierto que explica al detalle cómo se desarrolló
la investigación contra los emails de Hillary Clinton, la
injerencia rusa en los comicios de 2016 y la relación entre
la institución y la Administración Trump. Trump admiraba a
Comey, o eso decía, y se lo comunicó en varias ocasiones.
Comey era un republicano reconocido -al llegar al cargo dejó
de votar-, pero trabajó para que el FBI no pareciese parcial.
No obstante, a su llegada a la Casa Blanca, Trump trató de
interferir en decisiones de la agencia de investigación criminal.
Tal y como narra Comey, se negó y esa negativa provocó una
guerra personal que acabó con el despido inmediato y sin avisar
del exdirector del FBI. Trump, por su parte, aseguró que fue
una recomendación del fiscal y que había perdido la confianza
en él. Las investigaciones provocaron la dimisión de varios
altos cargos de su Gobierno días después de ser elegido.
Robert Mueller, el hombre imperturbable que ha marcado
la era Trump El fiscal de la trama rusa combatió con
los marines en Vietnam, se plantó ante el presidente
Bush y asumió la dirección del FBI tan solo una semana
antes del 11-S
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Condenar la violencia de la ultraderecha.
Uno de los primeros controvertidos momentos a los que se
tuvo que enfrentar en el cargo fue a una oleada de incidentes
ocurridos en Charlottesville (Virginia). Las protestas tuvieron
origen en la propuesta de retirar la estatua del General Robert
E. Lee -luchó en la guerra civil en el bando de los Estados
Confederados, favorables a la esclavitud-. En estas, apareció
un grupo en contra de la marcha de ultraderechistas cuando,
un hombre se lanzó con su coche contra estos, atropellando
a la multitud y provocando la muerte de una persona e hiriendo
a otras 19.
El presidente Trump tardó en condenar la violencia por parte
de los neonazis y, cuando lo hizo, condenó lo que llamó la
violencia de "muchos lados", achacando los incidentes a ambas
partes. Sus declaraciones fueron duramente criticadas por
demócratas y republicanos por no rechazar las acciones de
los ultranacionalistas, algo que provocó que muchos supremacistas
blancos comenzasen a sentirse identificados con el magnate.
La manifestación Unite the Right (inglés: Unite the
Right rally, literalmente «manifestación Unid a la Derecha»;
también conocida como manifestación de Charlottesville
o Disturbios en Charlottesville), fue un mitin de extrema
derecha que tuvo lugar en Charlottesville, Virginia
del 11 al 12 de agosto de 2017. Su objetivo inicial
era oponerse a la eliminación de una estatua de Robert
E. Lee del Parque de la Emancipación. El organizador
Nathan Damigo dijo que la manifestación tenía la intención
de unificar el movimiento nacionalista blanco en los
Estados Unidos. Los manifestantes incluyeron supremacistas
blancos, nacionalistas blancos, neoconfederados, miembros
del Klan, neonazis y varias milicias. Los manifestantes
corearon lemas racistas y antisemitas, llevaban rifles
semiautomáticos, esvásticas, banderas de batalla confederadas
y pancartas antimusulmanas y antisemitas.
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Cumbre con Putin.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, tachó en abril de
2018 de "agresión contra un Estado soberano" el ataque de
Estados Unidos y sus aliados contra Siria, y acusó a Washington
de ayudar con su acción a los terroristas que actúan en el
país árabe. Tan solo unos meses después, se celebró la primera
cumbre Estados Unidos-Rusia. Tuvo lugar el 16 de julio de
2018 en Helsinki (Finlandia), dos años después de acusar al
país de Putin de interferir en las elecciones presidenciales
de 2016. Tras la cumbre, en la rueda de prensa, Trump se negó
a reconocer que Rusia interfirió en las presidenciales. En
ese momento, en el que el magnate esquivó reconocer la injerencia
rusa, aún se investigaban los hechos. Además, tres días antes,
12 oficiales de la Inteligencia rusa fueron inculpados por
filtrar correos del Partido Demócrata.
'Impeachment'.
"Las acciones del presidente han vulnerado seriamente la
Constitución", aseguró la presidenta de la Cámara de Representantes
del país, Nancy Pelosi, en septiembre de 2019. Se refería
al escándalo político derivado de una conversación telefónica
que Trump mantuvo en julio de ese año con el presidente de
Ucrania, Volodímir Zelenski. En concreto, se acusó al magnate
de "abuso de poder" y "obstrucción al Congreso" y se le juzgó
a través de lo denominado 'impeachment'.
Trump se convertía entonces en el tercer presidente del país
que recibiría un juicio político y que veía tambaleado su
mandato. Finalmente, el 5 de febrero de 2020, el Senado le
absolvió de ambos cargos -con 52 votos contra 48 y 53 frente
a 47-, donde los republicanos tenían mayoría.
Una 'foto' con Kim Jong-un.
La relación con otros mandatarios también ha marcado la presidencia
de Trump. En concreto, una de las fotografías más buscadas
fue la del primer encuentro entre el magnate y el líder norcoreano
Kim Jong-un. Ambos se reunieron el 30 de junio de 2019 en
suelo norcoreano, en la zona desmilitarizada en la frontera
entre las dos Coreas. Trump era el primer presidente en ejercicio
en hacerlo.
No obstante, la tensión no se relajó demasiado. Pyongyang
abogó por una desnuclearización gradual junto al levantamiento
progresivo de las sanciones económicas, una propuesta que
Washington tachó de inaceptable y que rechazó rotundamente
hasta que el gobierno norcoreano eliminase su programa nuclear,
de misiles y de armas químicas y biológicas.
Dura guerra comercial con China.
La disputa transatlántica en la OMC comenzó hace 15 años,
por ello, gane un candidato u otro en estas elecciones, la
competencia con el país asiático por ser la primera potencia
mundial continuará. La organización determinó que el constructor
aeronáutico estadounidense Boeing perdió el equivalente a
los 6.900 millones de euros en ventas potenciales debido a
subsidios ilegales que Gobiernos de la Unión Europea dieron
a su rival europeo Airbus, otro de los fabricantes de aviones
más grande del mundo. Por ello, EEUU considera que la Unión
Europea da mucha subvención a Airbus y esta dejaba en desventaja
y "dañó durante años a la industria aeroespacial" y a los
trabajadores de la compañía norteamericana, manifestó el jefe
de Comercio Exterior. Además de esto, Francia, Alemania, España
y el Reino Unido ofrecieron a Airbus financiación a un tipo
de interés más bajo que los del mercado, lo que dio la posibilidad
a la compañía desarrollar modelos más recientes y avanzados.
Sin embargo, aunque la disputa tiene origen hace muchos años,
lo cierto es que durante la era Trump se ha recrudecido debido
a la batalla de los aranceles, las acusaciones de espionaje
y el veto a la china Huawei, a la venta de armas por parte
de EEUU a Taiwán, así como las acusaciones directas del magnate
a China de ser el culpable de la pandemia de coronavirus.
El muro de México.
Existe una valla construida por Estados Unidos en su frontera
con México con el objetivo de impedir la inmigración ilegal
y el narcotráfico. Su construcción se inició en 1994, en el
gobierno de Bill Clinton, pero se dio más relevancia al ser
una de las importante promesas de campaña de Trump. En concreto,
se comprometió a construir un muro y en repetidas ocasiones
reiteró que México pagaría por su construcción. Por su parte,
el presidente mexicano Enrique Peña Nieto rechazó esa afirmación
y aseguró en varias ocasiones que "México no pagaría ningún
muro". Por esta razón, Trump, pidió al mandatario mexicano
que cancelara su viaje al país. El 10 de mayo de 2018, el
secretario interino de Defensa anunció que destinaría una
partida de 1.500 millones de dólares para la construcción
de 130 kilómetros de muro, donde casi cerca de 604 millones
formaban parte de la ayuda a las fuerzas armadas en Afganistán.
La polémica continúa cuatro años después, cuando Trump, en
plena campaña para su reelección, ha afirmado que el muro
pronto estará listo y que México está pagando por él. "Ya
hemos construido 480 kilómetros del muro fronterizo", dijo
Trump el 28 de agosto en un mitin en New Hampshire.
Más de 5.400 menores han sido separados de sus padres en
la frontera con México desde julio de 2017, más de 200 tenían
menos de cinco años. Este mes de octubre se supo que, a día
de hoy, los padres de 545 niños separados en la frontera no
han podido ser encontrados.
Fin a los tratados.
En política exterior, Trump ha seguido su agenda de 'America
First' ('América primero'), una política populista que enfatiza
el nacionalismo estadounidense. Retiró a los Estados Unidos
de las negociaciones comerciales del Acuerdo Transpacífico
de Cooperación Económica y el Acuerdo de París sobre cambio
climático. Además, retiró al país del Acuerdo sobre el programa
nuclear de Irán. Finalmente, el 1 de febrero de 2019 anunció
que abandonaba el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango
Intermedio, tratado bilateral con Rusia, acordado en 1987
con la URSS.
Contra los medios y las 'fake news'.
Respondiendo a una llamada de 'The Boston Globe', más de
300 periódicos, desde grandes diarios hasta pequeños semanarios
locales, se unieron para recordar a los lectores el valor
de la prensa libre de Estados Unidos. El objetivo era crear
un frente común contra los ataques a los periodistas del presidente,
que llegó a llamar a la prensa "el enemigo del pueblo estadounidense".
Trump, que llegó a tildar a los comunicadores de "locos lunáticos",
vetó la entrada al periodista de la cadena de televisión estadounidense
'CNN' Jim Acosta, con quien protagonizó un enfrentamiento
verbal. Tras un pequeño choque entre Acosta y Trump, el periodista
ha intentado formular una última pregunta sobre la investigación
por la injerencia rusa. "Ya está bien (...) Quitadle el micro",
sentenció Trump. "You are a rude, terrible person" ("Eres
un grosero, una persona terrible"), llegó a decir al periodista,
uno de los ataques a los medios críticos con sus políticas,
informaciones que no ha cesado de tildar de 'fake news'.
Negación del coronavirus.
Una de las posturas más férreas del mandatario la ha mostrado
durante su gestión de la crisis del coronavirus. Se ha mantenido
firme en negar la crudeza de la enfermedad, aunque tanto él
como Melania Trump la hayan pasado, ha rechazado el uso de
mascarilla y se ha mofado de su contrincante, Joe Biden, por
darle tanta relevancia a un virus que ha convertido al país
norteamericano con mayor número de muertos y contagios. Una
de las mayores polémicas llegó el 23 de abril, cuando Trump
instó a ingerir o inyectar productos desinfectantes para combatir
la pandemia. El Centro para el Control de Envenenamientos
de Nueva York recibió 100 llamadas por daños con productos
desinfectantes y envenenamientos en un periodo de cuatro días
después de la sugerencia del presidente.
Estados Unidos alcanzó a principios del pasado noviembre,
la cifra de 9.282.362 casos confirmados del coronavirus y
la de 231.486 fallecidos, de acuerdo con el recuento independiente
de la Universidad Johns Hopkins. Pese a que Nueva York ya
no es el estado con un mayor número de contagios, sí sigue
como el más golpeado en cuanto a muertos con 33.539. Tan solo
en la ciudad de Nueva York han muerto 24.017 personas. A Nueva
York le siguen en número de fallecidos Texas (18.533), California
(17.679), Florida (16.834) y Nueva Jersey (16.357). Otros
estados con un gran número de muertos son Illinois (10.093),
Massachusetts (10.023), Pensilvania (8.812), Georgia (7.999)
o Michigan (7.716).
A finales del pasado septiembre EEUU superaba
los 200.000 muertos por covid en pleno repunte de los contagios.
Desde que el 21 de enero un hombre en la treintena
que regresó a Seattle procedente de China se convirtiera
en el primer caso de coronavirus en el país norteamericano,
Donald Trump ha basado sus políticas a menudo sobre
tres ejes: en primer lugar, la politización del virus;
en segundo término, la negación de la realidad o la
minusvaloración de la gravedad de la situación; y, por
último, el empleo de medidas impactantes y de demostración
de fuerza, pero al margen del criterio científico para
atajar la epidemia. Entre estas últimas, su empeño en
forzar al país a la apertura mucho antes de que la transmisión
del virus estuviera relativamente bajo control, en una
versión un tanto cínica de aquél ¡Es la economía, estúpido!,
de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992.
Desde abril, Estados Unidos ha sumado millones de parados
cada semana hasta superar los 40 millones y una tasa
de desempleo por encima del 10%. Son las tasas de paro
más elevadas desde la Gran Recesión y han llegado tras
el pleno empleo técnico en que vivió el país entre octubre
del año pasado y febrero (un desempleo varado en un
nimio 3,5%). Pero las elecciones presidenciales eran
en noviembre, las encuestas daban a Trump una y otra
vez por debajo del candidato demócrata Joe Biden y el
entonces presidente queria agarrarse como a un clavo
ardiendo a cualquier cosa que oliese a buenos números
económicos. Aunque fuera, como está sucediendo, a costa
de que se disparen los contagios por coronavirus y las
muertes por covid-19.
A primeros de marzo, Donald Trump firmó el primer paquete
de ayudas por la pandemia del coronavirus, financiado
con 8.000 millones de dólares, una cifra que parecía
entonces elevada. Después llegaron otros tres. Entre
los cuatro suman ya unos tres billones de dólares. El
quinto paquete ya ha sido aprobado por el Congreso y
está esperando a ser debatido en el Senado, la cámara,
de mayoría republicana, que será la encargada de su
aprobación final. Sin embargo, todo ese músculo financiero
se está centrando en sostener sobre todo a los grandes
sectores económicos y no tanto en las familias y la
clase trabajadora, lo que está aumentando enormemente
las desigualdades sociales en el país en medio de la
pandemia.
El 38% de los hospitalizados por Covid-19
son adultos jóvenes.
Ante el extraordinario repunte de casos que se está
produciendo en el país que, siguiendo las recomendaciones
de Donald Trump, abrieron sus economías a principios
de junio, el presidente, lejos de reconocer que las
cosas están empeorando, hace justo lo contrario con
un argumento que desafía cualquier lógica: ''Los casos
están subiendo porque hacemos más pruebas que ningún
otro país. Si hiciéramos menos, ¡habría menos casos!'',
exclamó el 23 de junio, en declaraciones recogidas por
la cadena CNBC. Sin embargo, la misma cadena reveló
que en junio se realizaron 478.000 test diarios de media,
una cifra que en mayo era de 345.000. Esto implica que
en junio se han hecho un 38% más de pruebas de detección
del coronavirus. Sin embargo, si en mayo la media de
casos diarios fue de 20.000, la media diaria de junio
no fue un 38% más de positivos, sino el doble: junio
cerró con 40.000 positivos al día confirmados. Una cifra
que sube sin freno puesto que julio ya alcanzó
los 60.000 casos cada 24 horas.
Las llamadas de Trump a la reapertura y volver a la
vida normal, a pesar del incremento de casos, no se
quedaron sólo en eso, en palabras. El presidente pasó
a los hechos y dio su primer mitin en la era del coronavirus
el 22 de junio en Tulsa, Oklahoma. No salió bien. En
el recinto hubo bastantes asientos vacíos. Pero Trump
no cejó en su empeño. Tres días después dobló la apuesta
y dio otro, esta vez en Phoenix, Arizona. En este evento
sí logró reunir a muchos asistentes, muchísimos de ellos
sin mascarilla: ni éstas ni el distanciamiento social
eran obligatorios. El propio Trump ha desacreditado
las mascarillas y él mismo tardó en aparecer
públicamente con una.
Claro que unos días más tarde de estos mítines, dos
empleados de la campaña de Trump y dos agentes del servicio
secreto dieron positivo por coronavirus. En realidad,
el presidente y los organizadores del evento eran perfectamente
conscientes de todo. Según la CNN, los asistentes a
los eventos tuvieron que firmar un documento que renunciaban
a demandar a Trump o las compañías organizadoras de
su campaña si contraían el virus. ''Al asistir al mitin,
usted y cualquier invitado asumen voluntariamente todos
los riesgos relacionados con la exposición a la covid-19
y acuerdan no responsabilizar a Donald J. Trump for
President, Inc.; BOK Center; ASM Global; ni a ninguno
de sus afiliados, directores, funcionarios, empleados,
agentes, contratistas o voluntarios por cualquier enfermedad
o lesión [puesto que] existe un riesgo inherente de
exposición al covid-19 en cualquier lugar público donde
haya personas presentes'', decía el descargo de responsabilidad
presentado a los asistentes.
22 de junio en Tulsa, Oklahoma.
El 18 de mayo, contradiciendo cualquier recomendación
médica y sin ningún resultado que lo avalara, Trump
anunció que estaba tomando por su cuenta y riesgo hidroxicloroquina.
Dijo que lo había tomado todos los días durante una
semana y media. No sólo no hay ninguna evidencia de
que el medicamento funcione contra la covid-19 sino
que un estudio publicado ha alertado de que en algunos
casos puede causar problemas cardíacos. Antes de su
anuncio, Trump llevaba varias semanas reclamando insistentemente
en sus ruedas de prensa y a través de su cuenta de Twitter
a las autoridades sanitarias que usaran ese medicamento
para luchar contra la covid-19. La insistencia en la
hidroxicloroquina sugería que había algún tipo de interés
oculto en no usar el medicamento para curar a la gente.
La teoría de la conspiración ha sido una de las defensas
más usadas por Trump para avalar su gestión (asentó
la base de esta estrategia en sus ataques a la OMS y
cuando llamó al coronavirus ''el virus chino'').
El veto anunciado a los estudiantes se sumaba al veto
de entrada a las personas procedentes de multitud de
países del mundo, una herramienta que Trump estaba usando
para frenar la inmigración al país usando como excusa
el coronavirus, siempre en la figura del enemigo exterior
que potencialmente puede importar el virus al país y
poner en peligro la vida de los norteamericanos, a pesar
de que Estados Unidos es uno de los países del mundo
donde la pandemia está más descontrolada. El primer
país que sufrió el veto fue China el 2 de febrero, entonces
centro mundial de la pandemia. Trump, en su estrategia
de culpar a un enemigo exterior, no ha dejado de llamar
al coronavirus, “virus chino” o Kung Flu (un juego de
palabras con flu, el término inglés para la gripe).
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Invasión a Venezuela.
En agosto de 2018, durante una reunión en la Oficina Oval,
Donald Trump hizo una pregunta que sobresaltó a sus asesores:
dado que la situación en Venezuela amenaza la seguridad regional,
¿Por qué Estados Unidos no puede invadir el país sudamericano?
El relato procedió de un alto cargo del gobierno familiarizado
con lo que se dijo entonces, que habló bajo condición de anonimato.
En febrero de 2020, Donald Trump dijo en el discurso anual
ante el Congreso sobre el Estado de la Unión que la "tiranía"
del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela sería "aplastada".
En ese acto, el republicano presentó a Guaidó, quien estuvo
presente, como "el verdadero y legítimo presidente" de Venezuela.
Estados Unidos, junto a otros 50 países, reconocieron a Juan
Guaidó como presidente de Venezuela cuando él se autoproclamó
mandatario de aquel país.
¿Millonario paga menos impuestos que docente?
Según The New York Times, Donald Trump pagó
sólo 750 dólares en impuestos sobre la renta el año en que
se postuló para presidente y en su primer año en la Casa Blanca,
siendo en total 1500 dólares desde que llegó a la presidencia.
Sobre ese tema, Trump fue cuestionado en el primer debate
presidencial y se limitó a responder que durante 2016 y 2017
pagó "millones de dólares" en impuestos sobre la renta. Joe
Biden pidió a Trump mostrar su declaración de impuestos, a
lo que el republicano prometió hacerlo en "cuanto esto termine",
el demócrata lamentó que haya pagado menor cantidad en comparación
a un profesor.
Acoso sexual.
Durante la campaña presidencial de 2016, Donald
Trump fue acusado por varias mujeres de acoso sexual, a todos
los señalamientos el republicano las calificó de falsas. Una
empleada de la campaña electoral de Donald Trump, demandó
al mandatario por su "conducta sexualmente depredadora" al
besarla sin su consentimiento minutos antes de un mitin en
Florida en 2016. La demandante, Alva Jonhson, aseguró que
Trump la tomó de la mano y se acercó a su rostro y, aunque
ella giró la cabeza para evitar el contacto en la boca, finalmente
Trump la besó en la comisura de los labios. Otro caso fue
el de Summer Zervos, una antigua participante del programa
de televisión de Trump "El Aprendiz", quien acusó a Trump
de haber tenido insinuaciones sexuales hacia ella cuando lo
conoció en el Beverly Hills Hotel en Los Ángeles en 2007 para
discutir oportunidades en su carrera. Trump se le acercó agresivamente
durante el encuentro y le tocó el seno, pero ella lo rechazó.
Eliminar el DACA, el plan frustrado de Trump.
En 2017, Trump quiso poner fin al plan migratorio
conocido como DACA, que ha protegido de la deportación a 800
mil jóvenes indocumentados, aunque en 2020 el Tribunal Supremo
frenó dicha acción al calificarla como ilegal. El programa
Acción Diferida para los Llegados en la Infancia ("Deferred
Action for Childhood Arrivals") otorga permisos de estadía
y trabajo de dos años, renovables, a quienes llegaron a Estados
Unidos ilegalmente cuando eran niños. En plena campaña presidencial
de 2020, Trump prometió que se encargarian del DACA y de los
dreamers, pero bajo un sistema de méritos y de forma legal.
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El presidente saliente Donald Trump ha anunciado
hoy en Twitter que no acudirá a la toma de posesión del demócrata
Joe Biden el próximo 20 de enero en Washington. "A todos aquellos
que han preguntado, no iré a la inauguración el 20 de enero",
ha dicho. La última vez que un presidente saliente no acudió
a la ceremonia fue hace 152 años. Andrew Johnson fue el último
presidente que rompió esta tradición en el año 1869 con su
sucesor Ulysses S. Grant, con quien tenía grandes diferencias,
según informa The Washington Post. Otra característica que
une a Trump y Johnson es que los dos han sido sometidos a
un impeachment por parte del Congreso, un proceso por el que
solo han pasado tres presidentes en la historia –el tercero
es Bill Clinton–.
Andrew Johnson tampoco fue el primero. John
Adams abandonó Washington a las cuatro de la mañana el día
de la toma de posesión de Thomas Jefferson en 1801. Su hijo,
el presidente John Quincy Adams tampoco acudió a la toma de
posesión de su sucesor, Andrew Jackson, en 1829. Trump no
ha reconocido hasta este viernes su derrota. "El Congreso
ha certificado el resultado (de las elecciones). Una nueva
Administración llegará al poder el 20 de enero. Ahora me centraré
en asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y
sin problemas", ha afirmado tras el asalto al Congreso de
este miércoles. Antes del asalto, el presidente arengó a los
manifestantes. Después, justificó sus acciones: "Esto es lo
que pasa cuando se despoja tan descaradamente a grandes patriotas
de una aplastante victoria electoral sagrada". Cinco personas
han fallecido en el ataque al Capitolio.
Y 30 horas condena el "atroz" ataque.
"Han profanado la sede de la democracia. Pagarán por ello".
"Los manifestantes que se infiltraron en el Capitolio han
profanado la sede de la democracia. A aquellos que se implicaron
en actos de violencia y destrucción: ustedes no representan
a nuestro país. Y a aquellos que rompieron la ley: pagarán
por ello", dijo Trump en Twitter después de que la red social
levantase la suspensión de 12 horas de su cuenta. Trump calificó
como "atroz" el asalto al Capitolio, se mostró "indignado
por la violencia, la ilegalidad y el caos", apostó "por restaurar
la calma" y destacó que "Estados Unidos siempre será una nación
de ley y orden". Este discurso de Trump contrasta con el "les
queremos, váyanse a casa" que dijo mientras sus seguidores
más radicales asaltaban el Capitolio de Washington.
Trump a sus seguidores: "Nuestro increíble viaje
no ha hecho más que comenzar". "Mi campaña vigorosamente persiguió
cada entrada ilegal para impugnar los resultados. Mi único
objetivo era asegurar la integridad del voto. Luché por defender
la democracia estadounidense", se justificó Donald Trump.
En su despedida Trump apuntó que "a todos mis maravillosos
seguidores: sé que están decepcionados, pero también quiero
que sepan que nuestro increíble viaje no ha hecho más que
comenzar". Trump al fin reconoce el triunfo de Biden y garantiza
una transición "tranquila". El Congreso ha certificado el
resultado de las elecciones. Una nueva Administración llegará
al poder el 20 de enero. Ahora me centraré en asegurar una
transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas",
dijo Donald Trump. "Es el momento de curar heridas y de la
reconciliación, apuntó el todavía presidente de Estados Unidos.
Quizás se adivine un futuro candidato
Trump dentro de un nuevo partido. Seguidores no le faltan.
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