Que Twitter o Facebook sean actores principales en el relato
del reciente asalto al Capitolio de los Estados Unidos no
debería resultar ya una sorpresa. Lo que sí ha llamado la
atención ha sido el cierre de las cuentas de Donald Trump
y el refugio de sus seguidores en Parler, una red social desconocida
hasta ahora en España. En los últimos años se ha ido estrechando,
a la vez que evidenciando, el vínculo de las redes sociales
y las aplicaciones de mensajería con los distintos movimientos
populistas que han intentado, y a veces logrado, triunfar
en las más altas esferas políticas. Estas herramientas les
permite llegar de manera directa a su público objetivo (potencial
votante) evitando el control de la prensa y los medios de
comunicación, para que sus mensajes extremistas puedan llegar
sin filtro a audiencias masivas. Por su parte, las tecnológicas
tratan de crear espacios libres y a la vez cuidarlos para
que no se conviertan en altavoces de falsedades o difusores
de expresiones de odio o violencia.
Es en este contexto en el que se produce el choque entre
Donald Trump y los gigantes digitales, cuyo último episodio
fue la cancelación de las cuentas oficiales del mandatario
en Twitter, Facebook e Instagram después de que sus seguidores
más fanáticos asaltaran el Capitolio, pero que viene de mucho
más atrás.
Ya en 2017 había mucha polémica con el uso que el presidente
estadounidense hacía de las redes sociales y si vulneraba
las normas de las mismas con los contenidos que compartía.
Los primeros choques fuertes llegaron hace unos meses, en
vísperas de las elecciones, cuando la red del pajarito invitó
a sus usuarios a verificar los mensajes de Trump en los que
ya hablaba de fraude en el voto por correo en el pasado mes
de mayo. Una forma sutil de acusar al presidente de mentiroso.
Tras el ataque al Capitolio del pasado día 6, la medida inicial
de Twitter fue suspender durante 12 horas su cuenta y borrar
sus últimos mensajes al entender que incitaban a la violencia,
aunque sólo dos días después llegó la suspensión definitiva.
Por su parte, Facebook e Instagram anunciaron que por ahora
mantendrán dicha sanción hasta que termine su mandato.
Los constantes ataques de Trump a las redes más populares
iniciaron un movimiento de sus seguidores a la búsqueda de
nuevos espacios donde expresar sus consignas, habitualmente
repletas de fake-news y teorías conspirativas. Ahí es donde
surgió Parler, una herramienta similar a Twitter que se jactaba
de una libertad de expresión total o de una ausencia total
de control de contenido y que desde su nacimiento en 2018
se convirtió en refugio de los fieles del presidente y los
afines a las extrema derecha estadounidense (alt-right). Todo
ello a pesar de que el propio Trump no ha sido, por ahora,
usuario activo en dicha red, pero en ella se pueden encontrar
importantes figuras afines como el senador republicano Ted
Cruz, con 4,9 millones de seguidores, o el popular presentador
de Fox News Sean Hannity con casi 7 millones. Parler alcanzó
récords de descargas favorecida por la suspensión de las redes
Trump, aunque no tuvo mucho tiempo para celebrarlo ya que
Google, Apple y Amazon contraatacaron con fuerza: las dos
primeras eliminaron la aplicación de sus tiendas virtuales
mientras que la tercera, que hospedaba sus servidores, directamente
los cortó. «Tenemos nuestro software y los datos de todos
listos para usar. Las declaraciones de Amazon, Google y Apple
a la prensa sobre la suspensión de nuestro acceso han provocado
que la mayoría de nuestros otros proveedores también abandonen
su apoyo. Y la mayoría de las personas con suficientes servidores
para alojarnos nos han cerrado las puertas. Actualizaremos
a todos y actualizaremos a la prensa cuando estemos de nuevo
online», ha afirmado su CEO, John Matze. A la hora de terminar
este artículo la aplicación sigue sin funcionar y su web inaccesible.
El «corte» a Parler se produce cuando justo parecía que su
uso estaba empezando a extenderse entre políticos de primera
línea en España: el diputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros
incluye su cuenta en su perfil de Twitter junto a otras apps
como Telegram o Gab. Y hasta la diputada popular Beatriz Fanjul
decidió, el reciente 9 de Enero, tomar partido de la polémica
al anunciar (a través de Twitter) su llegada a Parler.
Parler es una red social creada en 2018 por
el ingeniero de sistemas John Matze, su CEO actual, Rebekah
Mercer -una famosa donante del Partido Republicano- y Jared
Thompson. Su gran explosión no se produjo hasta la campaña
electoral estadounidense de 2020. Desde el verano ha aumentado
por cinco el número de usuarios. Su interfaz y su funcionamiento
son similares a los de Twitter, con mensajes y consignas cortas,
aunque en su caso de hasta 1.000 caracteres y con el rojo
como color predominante. Los usuarios publican contenido y
sus seguidores pueden verlo e interaccionar con él. También
hay hashtags y archivos multimedia. La gran diferencia es
que en Parler no se prohíbe el discurso de odio ni se combate
la desinformación. Se puede publicar cualquier mensaje, ya
sea racista, homófobo o una fake news. Eso es precisamente
lo que utiliza Parler para publicitarse. Puedes decir lo que
quieras y cómo quieras. “Somos la última esperanza del mundo
para la libertad de expresión y la información libre”, señaló
su CEO Matze el sábado por la noche después de que la app
desapareciera de Google y Apple. Después llegó la decisión
de Amazon de sacarla de sus servidores. “Yo creo que Amazon,
Google y Apple trabajan juntas para asegurarse de que no tienen
competencia”, añadió. Su futuro ahora mismo es una incógnita:
primero debe encontrar un servidor nuevo y sortear a gigantes
como Google y Facebook.
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El 20 de Enero de 2017, un Trump con el título
de presidente calentito y el entonces vicepresidente
saliente Biden se saludan, en presencia del entonces
presidente Barack Obama y su esposa Michelle.
Trump buscó la nominación presidencial del Partido
Reformista en 2000, pero se retiró antes de que comenzara
la votación. Consideró postularse para el cargo como
republicano para las elecciones de 2012, pero finalmente
decidió no hacerlo. En junio de 2015, anunció oficialmente
su candidatura para las elecciones de 2016, y se convirtió
rápidamente en el favorito entre los diecisiete candidatos
en las primarias republicanas. Sus rivales hacia el
final suspendieron sus campañas en mayo de 2016, y en
julio fue nominado en la Convención Republicana junto
con Mike Pence como su compañero de fórmula. Su campaña
recibió una cobertura mediática sin precedentes y gran
atención internacional. Muchas de sus declaraciones
en las entrevistas, en las redes sociales y en las manifestaciones
de la campaña eran polémicas o consideradas falsas.
Ganó las elecciones generales del 8 de noviembre de
2016 contra la rival demócrata Hillary Clinton, y accedió
a la presidencia el 20 de enero de 2017 a la edad de
70 años, por lo que ha sido el presidente con mayor
edad en asumir este cargo en su país; asimismo, es el
presidente con la mayor riqueza, el primero sin servicio
militar ni cargo político ejercido anteriormente y el
quinto en haber ganado la elección, pese haber perdido
la elección por voto popular, igual que J. Q. Adams
en 1824, R. B. Hayes en 1876, B. Harrison en 1888 y
G. W. Bush en el 2000.
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Si hay un hombre que fue clave para que Donald Trump ganara
la presidencia de Estados Unidos y se convirtiera en el inquilino
número 45 de la Casa Blanca, ese fue sin duda Steve Bannon,
quien fue su jefe de campaña en las elecciones de 2016. Procedente
del mundo del mundo de la banca, el entretenimiento y la comunicación
política, Bannon fue el principal ideólogo y estratega de
la campaña que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca. Una
campaña populista, racista, plagada de fake news y carente
de complejos que utilizó ideas y argumentos que ningún político
se había atrevido a utilizar hasta ese momento. Este modelo
desvergonzado de hacer política ha sido exportado y copiado
posteriormente por diversos partidos ultraconservadores de
Europa y del resto del mundo. Alguno de los alumnos aventajados
fueron Jail Bolsonaro en Brazil, Mateo Salvini en Italia y
el partido Vox en España, a quien Bannon auguró un gran futuro
en 2019. Hasta la irrupción de Trump en la presidencia de
Estados Unidos, España era una excepción en Europa: era el
único país en donde la ultraderecha no tenía participación
en las instituciones. Poco después del triunfo del republicano,
las cosas comenzaron a cambiar también en España. En las elecciones
de diciembre de 2018 en Andalucía, Vox consiguió una victoria
que pocos imaginaban sólo unos meses antes.
Los lazos de Bannon con el partido que lidera Santiago Abascal
se iniciaron poco antes del despegue de Vox en las urnas y
su entrada en las instituciones. Al menos así lo reconoció
el propio estratega estratega estadounidense en una entrevista,
en la que explicó: "Remontémonos al verano de 2017, cuando
vinieron a verme por primera vez. Bolsonaro en Brasil tenía
un 8% de intención de voto; Salvini en Italia entre un 6%
y un 8%; y ellos, nada. Les dije que en un par de años estarían
ahí, por lo que son el perfecto ejemplo de cómo un partido
que nace de la nada puede tener un efecto significativo",
manifestó Bannon.
No es difícil rastrear las similitudes entre la campaña de
Trump, sus mensajes desde el momento en el que llegó a la
presidencia de Estados Unidos y los que cimentaron el despegue
político de Vox. De hecho, todos los seguidores de Bannon
en los distintos países adoptaron una estrategia y mensajes
similares para destacar en la arena política. El famoso "America
first", esgrimido por Trump en su campaña electoral se transformó
en manos de Vox en el slogan "primero España". Ambos han mostrado
abiertamente y sin tapujos su xenofobia. Si Trump la dirigió
hacia los mexicanos, de quienes decía que eran delincuentes
y violadores, Abascal y sus acólitos adaptaron la misma idea
como arma contra la inmigración islámica. Si Trump azuzó a
las masas con la necesidad de construir un muro que los separara
de México, Ortega Smith abogaba por construir un muro de hormigón
en Ceuta "para que no pueda ser franqueado". Vox también copió
el modelo del tándem Trump-Bannon en cuanto a las criticas
al supuesto stablishment político y se atribuyeron la limpieza
moral de no robar a los ciudadanos.
Bannon cayó en desgracia en agosto de 2020, cuando fue acusado
de utilizar para gastos personales un millón de dólares de
donaciones para construir el muro en la frontera con México.
Aunque este revés dañó su campaña para exportar esa especie
de "populismo obrero de extrema derecha nacionalista", tal
como lo definió él mismo alguna vez, su legado permanece vivo
y aún resulta útil para la ultraderecha de ambos lados del
Atlántico. Una derecha que ahora parece querer renegar de
sus lazos con el ideólogo norteamiricano. Recientemente el
portavoz de Vox en el Congreso, Espinosa de los Monteros,
afirmaba que su formación no se había reunido nunca con Bannon,
a pesar de los diversos testimonios de encuentros con Herman
Tertsch (eurodiputado de Vox), o con Rafael Bardají, cuando
era miembro del Comité Ejecutivo de la formación ultraderechista.
Los mensajes de Trump y de Vox han seguido líneas paralelas,
incluso tras el ocaso de Bannon. Si Donald Trump, una vez
perdida de la presidencia a manos de Biden afirmaba que "le
habían robado las elecciones", Abascal denunciaba pocas horas
después que el mantenimiento del Estado de Alarma en España
suponía "el robo de la democracia".
La emulación de los mensajes de Trump por parte de la ultraderecha
española ha sido una constante que no se ha visto frenada
por los acontecimientos ocurridos esta pasado miércoles en
el Capitolio, cuando cientos de manifestantes de Trump irrumpieron
en la sesión del Congreso que iba a confirmar la victoria
de Biden. Lejos de condenar de forma firme los ataque contra
la democracia en Estados Unidos, los dirigentes de Vox han
aprovechado los incidentes para acusar a la izquierda de utilizar
las mismas armas que Trump para asaltar la democracia, comparando
las manifestaciones pacíficas que rodearon el Congreso español
en 2016 con la barbarie vivida en el país norteamericano.
A pesar de los reveses y de su reciente reconocimiento de
su derrota electoral, los observadores parecen estar de acuerdo
en que incluso si esto supone el fin político de Trump, nada
impedirá que se mantenga el denominado trumpismo. Un trumpismo
que Santiago Abascal y su equipo parecen decididos a mantener,
como muestran sus declaraciones comparando el asalto al Capitolio
con las manifestaciones para rodear el Congreso promovidas
por lo que Abascal denomina "la izquierda progre".
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E pluribus unum es una frase en latín
que significa «De muchos, uno» (e «de, a partir», pluribus
«muchos» [abl.], unum = «uno» [acus.]). Uno de los primeros
lemas nacionales de los Estados Unidos y alude a la
integración de las trece colonias británicas en Norteamérica
para crear un solo país independiente, aunque hoy en
día ha adquirido otro significado, dada la naturaleza
plural de los Estados Unidos como consecuencia de la
inmigración. El lema tiene 13 letras y fue escogido
por el primer comité del Sello de los Estados Unidos
en 1776, al comienzo de la Guerra de la Independencia
de los Estados Unidos. Este lema había sido sugerido
originalmente por Pierre Eugene DuSimitière. Cuando
el Congreso Continental aprobó este lema para el sello
en 1782, simultáneamente se aprobaron otros dos lemas:
Annuit Coeptis («[Dios] asiente [nuestros] comienzos»)
y Novus Ordo Seclorum («Nuevo Orden de los Siglos [o
las Eras]») En 30 de julio 1956, E pluribus unum fue
reemplazado por In God We Trust («En Dios Confiamos»)
como el lema nacional de los Estados Unidos en la Ley
Pública 851, Capítulo 795 del volumen 70, 84.º Congreso,
2ª sesión del Estatuto de los Estados Unidos y ratificado
por el Título 36, Parte A, Capítulo 3, Sección 302 del
Código de los Estados Unidos. A pesar del cambio realizado,
ambos lemas son incluidos en las monedas estadounidenses.
Un exaltado durante el asalto al Capitolio con el lema
original sobre su desquiciada cabeza.
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En los destacados de agosto de 2019 hablamos del tiroteo
en El Paso. Desde la matanza de la escuela de secundaria
de Columbine (Colorado), dos de cuyos estudiantes asesinaron
a 12 condiscípulos y un profesor varios momentos marcaron
el paso. La masacre de Newtown, la matanza de Las Vegas.
En 2018 Estados Unidos asistió asombrado en marzo del
año pasado al poderoso clamor contra las armas de las
marchas multitudinarias en todo el país. El activismo
enérgico y desacomplejado de los jóvenes de la escuela
de Parkland (Florida), atacada en febrero de ese año,
con 17 muertos, logró sacar a las calles a una masa
diversa en edad, raza y valores. El movimiento contra
la epidemia de violencia armada consiguió su mayor movilización
en años y, sobre todo, no lo hizo liderado por políticos
u organizaciones de presión consolidadas desde hace
tiempo.
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A mediados del siglo XIX, apareció en Estados Unidos un movimiento
xenófobo y violento que veía a los inmigrantes católicos como
una amenaza para los autodenominados "nativos", que eran en
realidad blancos protestantes. Su existencia supone un precedente
de los movimientos antielitistas y violentos de los actuales
Estados Unidos.
A mediados del siglo XIX, Estados Unidos tenía
casi 25 millones de habitantes, en su gran mayoría blancos,
anglosajones y protestantes. Sin embargo, esta relativa homogeneidad
se vio cada vez más amenazada por la gran inmigración que
recibió el país. Entre 1831 y 1840 llegaron medio millón de
emigrantes, un tercio de ellos católicos, que competían con
los anglosajones pobres por los empleos no cualificados, lo
que hizo bajar los salarios. La hambruna de Irlanda de 1845
disparó la inmigración y durante esa década, Estados Unidos
recibió 1,7 millones de inmigrantes, la mitad de ellos católicos.
El sentimiento antiinmigrante dio lugar a una corriente política,
la de los llamados "nativos americanos" o "nativistas". En
1835 se fundó en Nueva York la Asociación Democrática de los
Nativos Americanos, que obtuvo un amplio apoyo electoral.
Organizaciones similares surgieron en Baltimore, Filadelfia
y otras ciudades.
A veces la tensión desembocó en episodios de
xenofobia y violencia como los que se registaron en Filadelfia
en 1844. En la primavera y el verano de ese año, dos grandes
"motines nativistas" en Filadelfia provocaron más de 20 muertos
y la destrucción de dos iglesias católicas. El 6 de mayo,
tras una reunio´n nativista en un barrio cato´lico, comenzaron
tres di´as de disturbios que terminaron con decenas de edificios
incendiados y al menos 14 muertes. La calma duro´ hasta el
5 de julio, cuando los nativistas fueron a asaltar una iglesia
cato´lica y terminaron enfrenta´ndose a la milicia estatal.
Un cabecilla de la revuelta aseguro´ que se habi´an hallado
armas en casa de los cato´licos pobres, entregadas por "ricos
conspiradores de negro corazón".
Nativistas de Filadelfia, con sombrero alto,
enfrentándose a la milicia durante los disturbios de julio
de 1844.
Todos estos disturbios eran protagonizados por
grupos nativistas aislados que, en 1849, se unieron en una
organización secreta que se extendió por varias ciudades y
a cuyos seguidores se los conocía como los know nothing, "los
que no saben nada". La creencia popular atribuye este nombre
al carácter clandestino de la agrupación y al hecho de que,
cuando se les preguntaba, sus miembros respondían "I know
nothing" (yo no sé nada) sobre la organización. También hay
quien explica que podría tener relación con el hecho de que
pertenecían a la población más pobre y peor instruida en una
época en la que la educación sólo estaba al alcance de los
más pudientes, de ahí que se llamaran a sí mismos know nothing.
Lo cierto es que a partir de la década de 1850 su afiliación
e importancia crecieron de manera progresiva, hasta el punto
de que, en 1852, la red se convirtió en un partido político
que dos años más tarde tomaría el nombre de Partido Americano.
La ideología de los know nothing era populista,
antielitista y conspiranoica. Acusaban a los ricos de favorecer
la inmigración para conseguir mano de obra barata y relacionaban
la llegada de inmigrantes con la extensión de la criminalidad.
Su propaganda sostenía asimismo que la emigración católica
era un caballo de Troya del papa para destruir Estados Unidos
(en aquellos años, la opinión protestante identificaba el
papado con el absolutismo y el antiliberalismo). Ese aspecto
se refleja al inicio de la película Gangs of New York, de
Martin Scorsese (2002), cuando las bandas de delincuentes
se congregan para una gran batalla callejera y el líder nativista
se burla de sus adversarios irlandeses preguntándoles: "¿Es
éste el ejército del papa?".
Esta viñeta nativista de 1850 muestra a irlandeses
y alemanes (vestidos on barriles de sus bebidas típicas,robando
una urna electoral.
El programa del movimiento know nothing incluía
medidas como exigir 25 años de residencia en Estados Unidos
para conseguir la ciudadanía y que los cargos públicos se
reservaran a los nacidos en el país. El movimiento se expandió
rápidamente y en 1855 alcanzó el cénit de su poder. Gobernaban
siete estados y ciudades tan importantes como Boston, Chicago
o Filadelfia. También contaban con casi cincuenta representantes
en el Congreso, entre diputados y senadores. Sin embargo,
su declive fue tan rápido como su ascenso.
En 1856, los nativistas celebraron una convención
nacional en Filadelfia en la que dieron su apoyo como candidato
presidencial a Millard Fillmore, un antiguo whig (liberal)
que ya había ocupado el puesto de presidente entre 1850 y
1853. Fillmore, sin embargo, no compartía el odio antiinmigrante
ni anticatólico de sus aliados y su campaña fue tibia y errática.
El demócrata Buchanan ganó esas elecciones y Fillmore quedó
tercero.
Millard Fillmore.
Los nativistas no se recuperaron de la derrota.
Su problema fue que hasta entonces habían sido un partido
monotemático y al tener que definirse sobre múltiples asuntos
–entre ellos el de la esclavitud– se desgarraron en disputas
internas. Además, el final de la hambruna irlandesa de 1845-1849
hizo que disminuyera el flujo de inmigrantes irlandeses con
lo que se desvaneció la alarma por la "invasión" católica.
Sin embargo, el término know nothing siguió utilizándose en
el lenguaje político norteamericano y hoy se recuerda como
un precedente de movimientos similares en la historia de Estados
Unidos, de rechazo a la inmigración y los extranjeros, "conspiranoicos"
(como la amenaza comunista en la Guerra Fría) o antielitistas.
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¿Y si el asalto al Capitolio fue un altavoz premeditado?
El asalto al Capitolio por parte de seguidores de Donald
Trump cogió a la Policía por sorpresa, pero sus autores ya
habían anunciado sus intenciones. El periodista Robert Evans,
que ha seguido muy de cerca las protestas acontecidas estos
meses en Estados Unidos, explica que los radicales ya estaban
hablando de su deseo de asaltar el Capitolio, de que Biden
no había ganado las elecciones legítimamente, y que querían
mantener a Trump en el poder. "La mejor forma de hacerlo era
asaltar el Capitolio, detener el proceso de certificación,
arrestar e, incluso, ejecutar a líderes electos, incluido
el vicepresidente Mike Pence", afirma el periodista, que lleva
años informando sobre la extrema derecha en el país. El día
anterior al asalto, el periodista ya contó en un artículo
lo que algunos de los participantes en el ataque contaban
en sus redes. "Estuvieron hablando en línea sobre atacar a
los periodistas, quitarles los equipos para, o bien destruirlos,
o utilizarlo para emitir ellos su propio contenido", relata
el experto, sobre hechos que finalmente ocurrieron. "Hablaron
de llevar explosivos y se encontraron artefactos en las sedes
de los comités republicano y demócrata en el Capitolio", añade.
De todo lo que hablaron en internet, algunos de ellos lo llevaron
a cabo, por lo que Evans cree que "no hay razón para que nadie
se sorprenda por lo que ocurrió". Lo vieron periodistas como
él pero no saltaron las alarmas para las fuerzas de seguridad.
Algo, dice Evans, que no es nuevo. "Esto es parte de un problema
de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos que viene de
lejos. Las amenazas de los extremistas de extrema derecha
no se toman en serio porque se percibe como más mainstream
o más en línea con lo que piensan algunos de los propios agentes.
Esto lleva años pasando hay algunas fuerzas de seguridad federales,
particularmente el FBI, que han advertido de forma consistente
sobre el extremismo de extrema derecha, pero en la policía
de Estados Unidos en su conjunto no se toman en serio el problema
de la extrema derecha", cuenta. De hecho, la mayor parte de
ataques terroristas en Estados Unidos los perpetran grupos
de extrema derecha.
Evans cree que el violento asalto al Capitolio no es el final
sino el principio, y vendrán más intentos de tomar el edificio
oficial. "Esto ha sido una victoria para ellos. Ganaron. Al
final les sacaron, pero han tenido horas de propaganda de
ellos en las oficinas de sus enemigos políticos". Esto supone,
para el periodista, una poderosa arma para reclutar.
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Sobre las 14.11 horas del miércoles en el que ocurrió
el asalto al Capitolio de EEUU, el vicepresidente Mike
Pence fue evacuado del Senado. En ese momento, la turba
pro-Trump estaba en la planta de abajo, a la que había
accedido enfrentándose con la policía, escalando y rompiendo
ventanas. Un grupo de asaltantes se enfrentó al agente
afroamericano Eugene Goodman, que trataba de contenerlos.
Mientras tanto, dentro de la cámara principal, varios
agentes armados intentaban bloquear las puertas de acceso.
Los asaltantes cada vez estaban más cerca. Superado
en número y armado con una porra, Goodman se ve obligado
a retroceder y subir las escaleras a la planta de la
cámara principal del Senado. En un vídeo grabado por
Igor Bobic, periodista del Congreso del Huffington Post,
se ve cómo el agente sube corriendo al tiempo que intenta
contener a los manifestantes. El agente gira entonces
a su derecha mientras empuja al líder del grupo, que
lleva una camiseta de la teoría de la conspiración QAnon.
Asaltantes partidarios de Trump en los pasillos del
Senado encarándose con un policía.
Al principio, ese vídeo se viralizó como muestra del
alcance del asalto, pero horas después, periodistas
y expertos del Congreso destacaron la importancia de
la maniobra de Goodman. "Su nombre es Eugene Goodman.
Recordad su nombre. Es casi seguro que el miércoles
salvó vidas", señaló Kristin Wilson, periodista que
cubre Congreso para la CNN. "Frente al agente, subiendo
las escaleras, hay un grupo de asaltantes. El agente
mira a su izquierda. Entre esas dos sillas está la entrada
al Senado. Los llevó hacia su derecha, lejos de sus
objetivos".
El video viralizado en el perfil de Igor Bobic.
Según la cronología elaborada por The Washington Post,
"si los asaltantes hubiesen girado a su derecha, hubiesen
estado a escasos metros de la entrada principal. Al
otro lado de esa puerta, si hubiesen logrado entrar
al Senado, había al menos media docena de agentes armados,
incluido uno con un arma semiautomática en el centro
de la Cámara vigilando cada entrada".
"Mirando otra vez el vídeo que hice de la muchedumbre
que asaltó el Senado, hay un momento en el que el líder
del grupo mira a la derecha por un segundo antes de
seguir al agente hacia la izquierda, lejos de la entrada
de la Cámara", escribió días después el propio Bobic,
autor del vídeo del agente, que ya tiene perfil en wikipedia.
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11 de Enero - Hora española.
(17:40).
Los demócratas en la Cámara de Representantes
de EEUU han iniciado este lunes el proceso para un segundo
juicio político al presidente saliente, Donald Trump, al presentar
formalmente el cargo del que le acusan: "Incitar a la violencia
contra el gobierno de EEUU" por su papel en el asalto al Capitolio
el pasado miércoles.
Si la Cámara de Representantes vota a favor
del impeachment, Trump será el primer presidente de la historia
de EEUU en pasar dos veces por este proceso. El artículo ha
sido presentado por los congresistas Ted Lieu, de California,
David Cicilline, de Rhode Island, y Jamie Raskin, de Maryland.
El líder demócrata en la Cámara, Steny Hoyer, ha afirmado
que esperan votar el texto el miércoles.
"El presidente Trump puso en peligro grave la
seguridad de EEUU y sus instituciones de Gobierno. Amenazó
la integridad del sistema democrático, interfirió en la transición
pacífica de poder y puso en peligro a una rama del Gobierno.
Traicionó su confianza como presidente perjudicando de forma
manifiesta al pueblo de EEUU", señala el texto. "Por lo tanto,
Donald Trump, con tal conducta, ha demostrado que seguirá
siendo una amenaza para la seguridad nacional, la democracia
y la Constitución si se le permite permanecer en el cargo
y ha actuado de una manera sumamente incompatible con el autogobierno
y el estado de derecho. Por lo tanto se justifica el impeachment,
el juicio, la destitución del cargo y la descalificación para
ocupar cualquier cargo de honor, confianza o beneficio en
Estados Unidos". Este lunes, los demócratas también han presentado
una resolución pidiendo al vicepresidente Mike Pence recurrir
a la enmienda 25 de la Constitución para destituir al presidente.
La resolución llama a Pence a "declarar lo que es obvio para
una nación horrorizada: que el presidente es incapaz de cumplir
con éxito los deberes y poderes de su cargo". La resolución
no ha sido adoptada por unanimidad, por llo que se considerará
de nuevo este martes.
Perfil en Twitter del congresista Ted Lieu.
12 de Enero - Hora española.
(07:40).
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
ha decretado el estado de emergencia en el distrito de Columbia,
en cuya capital, Washington D.C., se celebrará en unos días
la investidura del presidente electo, Joe Biden, y donde hace
menos de una semana una turba de sus simpatizantesasaltaba
el emblemático edificio del Capitolio, sede del Poder Legislativo
del país.
Trump ha aludido a "condiciones de emergencia"
ante la inauguración presidencial para tomar esta decisión,
que permite al Departamento de Seguridad Nacional y a la Agencia
Nacional para el Manejo de Emergencias intervenir y ayudar
a las fuerzas de seguridad de la ciudad en caso de ser necesario.
La vigencia de esta decisión es hasta el 24 de enero.
En este sentido, la alcaldesa de Washington,
Muriel Bowser, había pedido horas antes al Departamento de
Seguridad Nacional reforzar la seguridad en torno al Capitolio
de cara al esperado acontecimiento que inaugurará una nueva
legislatura en Estados Unidos, después de que ella misma emitiera
una orden para extender el estado de emergencia y el toque
de queda en la capital estadounidense durante quince días
más. Este anuncio se da coincidiendo con la alerta que ha
emitido el FBI al resto de autoridades y agencias federales
ante la posibilidad de "protestas armadas" en las diferentes
capitales estatales durante los días previos a la inminente
toma de posesión de Biden, prevista para el 20 de enero en
la escalinata del Capitolio en Washington. Por su parte, las
autoridades han informado de que dos agentes de la Policía
del Capitolio han sido suspendidos y al menos otros diez están
bajo investigación por su comportamiento durante el asalto
a la sede del Poder Legislativo el pasado miércoles. Las acciones
concretas que han motivado la suspensión son, por una parte,
una fotografía -un 'selfie'- tomada por uno de los agentes
junto a algunos de los asaltantes que tomaron el Capitolio,
mientras que, por otra, el otro agente se puso una gorra que
rezada 'Haz América grande otra vez' (MAGA, por sus siglas
en inglés).
Así lo ha explicado el congresista por Ohio
y presidente de un subcomité que supervisa a la Policía del
Capitolio, Tim Ryan, que ha detallado como este último agente
dirigió a un grupo de gente alrededor del edificio, según
recoge la cadena de televisión CNN.
El papel que tuvo la Policía del Capitolio durante
el asalto ha sido ampliamente cuestionado por los representantes
políticos y figuras de alto nivel, ya que la manifestación
de seguidores de Trump, que coincidía con la certificación
en el Congreso de la victoria de Biden, se había anunciado
desde hacía días y las medidas de seguridad se han puesto
en entredicho. La condena a la forma de actuar de este cuerpo
de seguridad motivó la dimisión de su jefe, Steven Sund. Se
ha comparado la respuesta de los agentes del miércoles con
la llevada a cabo durante las manifestaciones en verano frente
al Capitolio con motivo del movimiento 'Black Lives Matter',
cuando las protestas fueron duramente reprimidas a pesar de
su carácter pacífico. En este sentido, varios miembros del
partido demócrata en el Congreso han planteado las posibles
simpatías que tendrían los agentes del Capitolio con los asaltantes
y que, incluso, les habrían permitido el acceso al edificio,
como parece que señalan los videos difundidos por redes sociales
de esa jornada.
13 de Enero - Hora española.
(20:40).
Nunca un presidente de Estados Unidos había
pasado por un proceso de impeachment dos veces. Ninguno había
alentado a la insurrección contra el gobierno de su país.
La Cámara de Representantes aprobó este miércoles la impugnación
formal de Donald Trump por “incitar a la violencia contra
el gobierno de Estados Unidos” con el apoyo de los congresistas
demócratas y de una decena de republicanos, incluida una de
las líderes del partido, Liz Cheney. La resolución también
condena a Trump por intentar revertir el resultado de las
elecciones de manera ilegal presionando al republicano encargado
de la gestión de las elecciones en Georgia. El texto se aprobó
con 232 votos a favor y 197 en contra, y es la resolución
de destitución de un presidente con más apoyo bipartidista
de la historia.
El voto llegó después de una sesión de debate
larga y sombría, con algunos congresistas al borde de las
lágrimas y la vigilancia de la guardia nacional en los pasillos.
Las palabras contra el presidente fueron duras después de
una semana "devastadora" en palabras de los propios republicanos.
Varios congresistas de ambos partidos hablaron de cómo habían
temido por sus vidas y las de sus familias.
Las palabras de Liz Cheney se repitieron a menudo
en la sesión.
“El presidente de Estados Unidos convocó a esta
turba, les juntó y encendió la llama de este ataque. Todo
lo que sucedió después es su obra. Nada de esto habría pasado
sin el presidente. El presidente podría haber intervenido
de manera inmediata y enérgica para parar la violencia. No
lo hizo”, dijo Cheney, que es la tercera en el liderazgo del
partido republicano en la Cámara y una de las representantes
del estado de Wyoming. "Nunca hubo una traición mayor de un
presidente de Estados Unidos a su cargo y a su juramento de
la Constitución". La congresista es la hija del ex vicepresidente
Dick Cheney y una republicana conservadora (se enfrentó a
su propia hermana, que es lesbiana, por el derecho al matrimonio
entre personas del mismo sexo). Liz Cheney también rechazó
el intento de algunos de sus colegas de cuestionar el resultado
de las elecciones. En el mitin justo antes del asalto del
Capitolio, Trump dijo que había que “deshacerse” de congresistas
como Cheney. "Como ha dicho Liz Cheney" fue una muletilla
usada este miércoles a menudo por congresistas demócratas
en sus intervenciones durante el debate en la Cámara. También
votaron a favor del impeachment del presidente de su partido
los republicanos John Katko, de Nueva York, Fred Upton y Peter
Meijer, de Michigan, Adam Kinzinger, de Illinois, Tom Rice,
de Carolina del Sur, Anthony Gonzalez, de Ohio, David Valadao,
de California, y Jaime Herrera Beutler y Dan Newhouse, del
estado de Washington. Kevin McCarthy, el líder de la minoría
republicana en la Cámara, dijo que el presidente "carga con
la responsabilidad de los ataques de la turba en el Capitolio",
pero decidió votar en contra de la resolución por la cercanía
del fin del mandato del presidente, dentro de una semana.
La mayoría de los republicanos que intervinieron en la Cámara
defendieron al presidente y evitaron referirse a la violencia
en el Capitolio. El congresista Jim Jordan, de Ohio, incluso
lanzó una petición para obligar a Cheney a dimitir. Jordan
se quejó de que los demócratas estaban "cancelando" a su presidente.
Uno de los últimos actos de Trump será condecorar a Jordan
con la medalla de la libertad, un honor reservado a grandes
personajes de la política y la cultura del país. Los republicanos
tenían libertad de voto, la práctica común en los partidos
de Estados Unidos, pero, a diferencia de lo habitual, los
líderes del partido no hicieron presión ni campaña a favor
de ninguna postura. "Examinad vuestra conciencia", les pidió
Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de los Representantes.
"¿La guerra del presidente contra la democracia respeta la
Constitución?" "El presidente ha incitado a la insurrección,
la revuelta armada, contra nuestro país", dijo Pelosi en relación
a la turba de seguidores de Trump que asaltaron el Capitolio
y plantaron bombas caseras en las sedes de los partidos. Cinco
personas murieron, entre ellas un policía. Los republicanos
que votaron a favor del impeachment rompieron con su propio
pasado y marcaron un pequeño hito: la de este miércoles ha
sido la resolución de destitución con más apoyo de los congresistas
del mismo partido del presidente. Hace un año ningún miembro
republicano de la Cámara votó a favor del primer impeachment
a Trump por abuso de poder y obstrucción del Congreso por
la presión al presidente de Ucrania para que le ayudara en
su campaña contra Joe Biden. Tres demócratas votaron entonces
en contra. En diciembre de 2019, la Cámara aprobó la resolución
por 230 votos contra 197 en el cargo de abuso de poder y 229
votos contra 198 en el de obstrucción al Congreso. En febrero
de 2020, el Senado rechazó los cargos y sólo el senador Mitt
Romney rompió filas con su partido.
Con esta votación, y pase lo que pase, Trump
ya ha sido impugnado (“impeached”) en este juicio político
previsto por la Constitución y que no excluye demandas penales
o civiles en los tribunales ordinarios cuando termine su mandato
como presidente el 20 de enero a las 12 de la mañana. El presidente
ya está siendo investigado por la fiscalía de Washington por
su discurso en el mitin del 6 de enero animando a sus seguidores
a marchar al Capitolio y mostrar “fuerza” para “no perder”
su país, y por sus tuits asegurando falsamente que había ganado
las elecciones y prometiendo que la concentración en Washington
sería “salvaje”. “Si no lucháis como locos (“like hell” en
inglés), os vais a quedar sin país”, les dijo a sus seguidores
unos minutos antes de que lanzaran el asalto al Capitolio.
El juicio político es, en cualquier caso, un símbolo para
los estadounidenses. "Un segundo impeachment a Trump es la
manera de crear un registro histórico que recuerde este insulto
a la democracia", dice Rick Perlstein, historiador y experto
en la evolución de la derecha estadounidense desde los años
50, en una entrevista con elDiario.es.
La mayoría de los ciudadanos, entre ellos una
minoría de republicanos, apoyan ahora este proceso de destitución.
Tal y como está previsto por la Constitución, la reprobación
del presidente pasa ahora al Senado, que ejerce de tribunal
político y decide si el presidente debe de ser destituido.
En este caso, ya que las sesiones del Senado están suspendidas
hasta después de la toma de posesión del nuevo presidente,
el debate y votación sobre la culpabilidad de Trump será cuando
ya no esté en el cargo. Ahora bien, el Senado también puede
votar sobre la inhabilitación de Trump para un cargo público
de por vida.
Para la condena política del presidente es necesario
el apoyo de dos tercios de los senadores presentes. El nuevo
Senado tras las elecciones está compuesto por 50 senadores
demócratas y 50 republicanos, con el voto de calidad de desempate
de la vicepresidenta Kamala Harris. Para condenar al presidente,
si todos los senadores estuvieran presentes, sería necesario
el voto a favor de 17 republicanos. Si hubiera senadores ausentes,
harían falta menos votos para aprobar la condena. De momento,
media docena de senadores han condenado las acciones del presidente
y creen que deberían tener consecuencias: Romney, de Utah,
Lisa Murkowski, de Alaska, Pat Toomey, de Pensilvania, Ben
Sasse, de Nebraska, Joni Ernst, de Iowa, y Susan Collins,
de Maine. Mitch McConnell, el líder de los republicanos en
el Senado y hasta ahora presidente de la cámara alta, está
a favor del proceso de impeachment según el New York Times,
pero este miércoles dijo que aún no ha decidido cómo votará.
Ningún senador republicano ha dicho claramente que vaya a
votar a favor de la condena a Trump. La CBS preguntó a todos
los senadores republicanos y nueve contestaron que votarán
en contra El proceso de destitución de Estados Unidos viene
de la tradición inglesa por una norma del siglo XIV. En Reino
Unido ya no se usa, pero así se quedó en la Constitución de
Estados Unidos. Alexander Hamilton, secretario del Tesoro
y fundador del país muy preocupado por el posible ascenso
al poder de tiranos, explicó que el impeachment era “un método
de investigación nacional de la conducta de los hombres públicos”
que pudieran haber violado “la confianza pública”. En la historia
de Estados Unidos, sólo dos presidentes han sido formalmente
impugnados por la Cámara de Representantes: Andrew Johnson,
en 1868, y Bill Clinton, en 1998. En ambos casos, el Senado
votó a su favor después. En 1974, Richard Nixon dimitió antes
de que votara la Cámara de Representantes cuando se dio cuenta
de que estaba perdiendo el apoyo de sus colegas republicanos.
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Uno de los principios sagrados de la democracia
estadounidense es que el Ejército es apolítico y leal sólo
a la Constitución. Pero ante la tensión política generada
por la invasión del Capitolio por parte de los seguidores
de Donald Trump, los líderes militares han considerado necesario
hacer un recordatorio. "La violenta protesta en Washington
D.C. el 6 de enero fue un asalto directo al Congreso, al edificio
del Capitolio y a nuestro proceso constitucional", dice una
circular dirigida a los miembros del Ejército y firmada por
los siete generales y el almirante que conforman el Estado
Mayor Conjunto. "Cualquier acto contra el proceso constitucional
no solo atenta contra nuestras tradiciones, valores y juramento;
también va en contra de la ley", agrega la nota, publicada
este martes.
Los analistas aseguran que se trata de un mensaje
insólito por parte de los líderes de las ramas militares del
Ejército, aunque se enmarca en este clima de tensión que vive
el país.
"Estamos viviendo un momento excepcional y esto
es una prueba", dice a BBC Mundo el mayor general retirado
Dana Pittard. "Nuestra república está atravesando un momento
peligroso. Lo que dice el Estado Mayor Conjunto no es excepcional:
básicamente repite su juramento a la Constitución", dice por
su parte a BBC Mundo Peter Feaver, profesor de Ciencia Política
en la Universidad de Duke y experto en Defensa. "Pero lo que
es excepcional es que sientan la necesidad de decirlo y que
las tropas necesiten que se lo recuerden", agrega el autor
del libro "Armed Servants: Agency, Oversight, and Civil-Military
Relations" (Servidores públicos armados: acción, supervisión
y relaciones cívico-militares").
La Guardia Nacional resguardó el Congreso el
miércoles durante el impeachment a Donald Trump.
Miles de simpatizantes de Trump invadieron el
Congreso el 6 de enero en el momento en el que se certificaba
el triunfo de Joe Biden en las presidenciales del 3 de noviembre.
El asalto por parte de ciudadanos que creen -como sostiene
Trump- que hubo un fraude en las elecciones provocó la muerte
de cinco personas. Este miércoles Trump, quien cederá el poder
el 20 de enero, se convirtió en el primer presidente de la
historia de EE.UU. en ser sometido a un segundo impeachment.
En este último proceso se lo acusa de "incitación a la insurrección".
Una semana después de los hechos, el Ejército
rompió su silencio. El secretario de Defensa interino, Chris
Miller, ya había condenado el asalto la pasada semana, pero
el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley,
aún no había hablado.
Y, según la agencia Reuters, no lo había hecho
porque quería mantenerse alejado de la política. De acuerdo
a medios locales, muchos soldados habían expresado en privado
su preocupación por la falta de dirección tras lo que muchos
ven como un ataque a la democracia.
Mark Milley es el jefe del Estado Mayor Conjunto.
El silencio de Milley contrastó con su presencia
en un paseo junto a Trump en junio del año pasado después
de que la Guardia Nacional y agentes de policía dispersaran
a un grupo de manifestantes pacíficos que estaban cerca de
la Casa Blanca protestando por la muerte del afroestadounidense
George Floyd. Ahora, con el Ejército de nuevo en el punto
de mira tras el asalto al Capitolio, Milley y el resto de
altos mandos militares consideraron clave hacer un recordatorio
a pocos días de que Biden asuma como su comandante en jefe.
"El derecho a la libertad de expresión y de reunión no dan
a nadie el (derecho) de recurrir a la violencia, la sedición
y la insurrección", dice la circular hecha pública el martes.
El Pentágono está trabajando junto al FBI para ver si hay
miembros en activo del Ejército entre los asaltantes del Capitolio,
y también para saber si alguno de los 10.000 efectivos de
la Guardia Nacional que reforzarán la toma de posesión de
Biden el día 20 requiere una mayor investigación. "El Ejército
es un reflejo de la sociedad a la que sirve y por eso hay
diferentes creencias. Y hay que asegurarse de que no haya
gente ahí fuera que quiera derrocar a nuestro gobierno", dice
el mayor general retirado Dana Pittard.
Según Pittard, la circular tiene un doble destinatario:
la tropa y el público en general. "En lo interno seguro que
hay gente que de alguna manera puede simpatizar con la insurrección.
Será una minoría, por supuesto, pero con la circular se deja
claro que es inaceptable", afirma el exmilitar, que admite
que eso puede ser preocupante. Este jueves se reportó que
grupos de extremistas armados tienen como objetivo la toma
de posesión de Biden la próxima semana. "Y en lo externo,
se quiere que la gente sepa que nuestra tradición, que ha
funcionado tan bien, es que el Ejército no puede ser usado
como un arma política interna, no puede tomar partido", agrega.
"Obviamente hay una preocupación de que la gente no haya entendido
completamente el papel del Ejército".
Miembros de la Guardia Nacional descansan dentro
del Congreso durante la jornada en la se votó el impeachment
al presidente Donald Trump.
"El Ejército no debe lealtad a un individuo,
y debe enfatizarse de nuevo. Por eso el Estado Mayor publicó
esa carta", afirma Pittard. Richard K. Betts, director del
Instituto Saltzman de Estudios de Guerra y Paz de la Universidad
de Columbia, coincide con Pittard, pero agrega un destinatario
más: el presidente. "Es una señal a Trump para que no abuse
de la Constitución poniendo al Ejército de su lado en un intento
ilegítimo de anular la elección presidencial", dice Betts
a BBC Mundo.
Durante el gobierno de Trump ha habido momentos
en los que la tradicional neutralidad política de los uniformados,
algo que Pittard define como un "valor sagrado", ha sido sometida
a una gran presión. "El presidente Trump intentó sin éxito
que el Ejército le sea leal a él en lugar de a la Constitución.
Muchos otros líderes populistas y autoritarios en el mundo
lo han intentado. Pero el Ejército de Estados Unidos se ha
resistido", dice Feaver. Quizás el momento de mayor tensión
fue cuando Trump hizo que en junio del año pasado la Guardia
Nacional participara en el dispositivo de seguridad contra
las protestas contra el racismo que despertó la muerte del
afroestadounidense George Floyd. Floyd murió mientras era
detenido con violencia por policías blancos.
El presidente clamó entonces por el fin de las
protestas que vinculó con la "izquierda radical". En ese contexto
se produjo el paseo de Trump con Milley, vestido con uniforme
de campaña, para hacerse una foto frente a una iglesia que
había sido vandalizada durante las protestas cerca de la Casa
Blanca.
Mark Milley (a la izquierda) se disculpó por
su presencia en un polémico paseo de Trump en medio de las
protestas por racismo el año pasado.
Eso sucedió después de semanas de cuestionamientos
de algunos militares por la forma en la que Trump había respondido
a las protestas con el despliegue de la Guardia Nacional.
La presencia junto a Trump de Milley, el oficial de más alto
rango del Ejército, fue vista como si los altos mandos validaran
la gestión de Trump de las protestas. El jefe militar admitió
después que se había equivocado. "No debería haber estado
allí. Mi presencia en ese momento y en ese ambiente creó una
percepción de los militares involucrados en la política interna",
dijo. En aquel momento el presidente se planteaba incluso
invocar la Ley de Insurrección de 1807 para desplegar tropas
en servicio activo en todo el país para sofocar las protestas,
una línea que varios militares estadounidenses dijeron que
no cruzarían.
Donald Trump ha mantenido por momentos tensión
con el Ejército.
Militares y sobre todo exmilitares reaccionaron
entonces, como ahora, para recordar la fidelidad del Ejército
únicamente a la Constitución, no a un partido ni a un presidente.
"El principio de que el Ejército es leal a la Constitución
y de que nunca se involucra en política se ha fortificado
con el tiempo por la estabilidad de nuestras instituciones
políticas", afirma a BBC Mundo el profesor Betts. "Esa estabilidad
se ha visto sacudida en la era Trump, pero no se ha roto",
agrega. "Al comienzo de su presidencia pensaba que los generales
del Ejército eran sus empleados y se le ha debido recordar
periódicamente que el sistema estadounidense no funciona así".
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El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump,
concedió ayer al rey Mohamed VI de Marruecos la Legión
de Honor en el grado de Comandante en Jefe, en una ceremonia
privada, según informó la Secretaría de Prensa de la
Casa Blanca en un comunicado. La condecoración, reservada
a jefes de estado o gobierno, se otorga a Mohamed VI
por haber consolidado su alianza con Estados Unidos
durante su reinado en todos los ámbitos y por "su visión
y valentía personal, que han dado nueva forma al paisaje
de Oriente Medio y el norte de África y propiciado una
nueva era de seguridad y prosperidad".
El rey Mohamed VI en febrero del 2019.
El comunicado se refiere específicamente a la decisión
de Mohamed VI de restablecer las relaciones diplomáticas
con Israel, anunciada por el monarca el pasado diciembre
en un acuerdo tripartito que incluyó el reconocimiento
de EE.UU. de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
La condecoración fue entregada a la embajadora de Marruecos
en EE.UU. y prima del soberano alauí, la princesa Lala
Joumala, en una ceremonia privada de la que no se conocen
más detalles. Si EE.UU. ha tenido siempre, incluso desde
la Guerra Fría, a Marruecos como un aliado seguro, en
los últimos años esta alianza ha ido consolidándose
en los ámbitos político, económico y militar, y ha sido
la administración de Trump la que la ha llevado más
lejos al alinearse con la llamada "marroquinidad" del
Sáhara.
Es difícil saber si la próxima administración de Joe
Biden podrá revertir el paso dado por Trump al respecto,
pero los observadores consideran que no será su primera
prioridad al tener otras cuestiones internacionales
más urgentes que tratar, como la cuestión palestina,
las relaciones con China o el cambio climático, entre
otras. Además, retirar el reconocimiento a la soberanía
marroquí en el Sáhara sería mal visto en Marruecos,
un país para el que el Sáhara es la "causa nacional".
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Fiscales federales de Estados Unidos han dicho
que los asaltantes del Capitolio tenían la intención de "capturar
y asesinar a funcionarios electos", según informa The Guardian.
Los fiscales han escrito esto en la petición de detención
para Jacob Chansley, el seguidor de la teoría de la conspiración
QAnon que iba disfrazado de bisonte y con un gorro de cuernos.
El informe de su detención, escrito por los abogados del Departamento
de Justicia de Arizona, revela que Chansley dejó una nota
para el vicepresidente saliente Mike Pence advirtiendo: "Es
solo cuestión de tiempo, la justicia está llegando". Los fiscales
consideran que hay "pruebas sólidas, incluidas las propias
palabras y acciones de Chansley en el Capitolio, que sostienen
que la intención de los asaltantes del Capitolio era capturar
y asesinar a cargos electos del Gobierno de Estados Unidos".
En el caso de Chansley, los fiscales han dicho
que los cargos "implican la participación activa en una insurrección
que intenta derrocar violentamente al gobierno de los Estados
Unidos". También han sugerido que sufre de abuso de drogas
y enfermedades mentales y le han dicho al juez que representa
un grave riesgo de fuga. "Chansley ha hablado abiertamente
sobre su creencia de que es un extraterrestre, un ser superior,
y que está aquí en la Tierra para ascender a otra realidad",
han escrito los fiscales. En la última semana, el Departamento
de Justicia ha presentado más de 80 casos penales en relación
con los violentos disturbios en el Capitolio incitados por
el presidente saliente Donald Trump. Muchos de ellos han sido
localizados fácilmente por el FBI, que ya tiene más de 200
sospechosos, en parte gracias a las fotos y vídeos publicados
en las redes sociales.
Manifestantes pro-Trump asaltan los terrenos
del Capitolio de los Estados Unidos, en Washington, DC, Estados
Unidos, el 6 de enero de 2021.
Uno de los acusados es un bombero retirado,
Robert Sanford, que lanzó un extintor de incendios a la cabeza
de un oficial de policía, y otro, Peter Stager, está acusado
de golpear a otro agente con el asta de una bandera estadounidense.
Tras los disturbios de la semana pasada, las autoridades han
tomado la decisión de mantener cercadas y cerradas al público
las inmediaciones del Capitolio el próximo 20 de enero, día
de la ceremonia de toma de posesión de Joe Biden. Ningún ciudadano
podrá acceder al National Mall, únicamente podrán entrar los
medios de comunicación y el personal de seguridad. Actualmente,
el Capitolio ya se encuentra aislado por una gran valla de
dos metros de altura y la supervisión, entre otros, de la
Guardia Nacional.
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