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17 - Enero - 2021
>>>> Ser humano > Segregación XVI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Que Twitter o Facebook sean actores principales en el relato del reciente asalto al Capitolio de los Estados Unidos no debería resultar ya una sorpresa. Lo que sí ha llamado la atención ha sido el cierre de las cuentas de Donald Trump y el refugio de sus seguidores en Parler, una red social desconocida hasta ahora en España. En los últimos años se ha ido estrechando, a la vez que evidenciando, el vínculo de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería con los distintos movimientos populistas que han intentado, y a veces logrado, triunfar en las más altas esferas políticas. Estas herramientas les permite llegar de manera directa a su público objetivo (potencial votante) evitando el control de la prensa y los medios de comunicación, para que sus mensajes extremistas puedan llegar sin filtro a audiencias masivas. Por su parte, las tecnológicas tratan de crear espacios libres y a la vez cuidarlos para que no se conviertan en altavoces de falsedades o difusores de expresiones de odio o violencia.

Es en este contexto en el que se produce el choque entre Donald Trump y los gigantes digitales, cuyo último episodio fue la cancelación de las cuentas oficiales del mandatario en Twitter, Facebook e Instagram después de que sus seguidores más fanáticos asaltaran el Capitolio, pero que viene de mucho más atrás.

Ya en 2017 había mucha polémica con el uso que el presidente estadounidense hacía de las redes sociales y si vulneraba las normas de las mismas con los contenidos que compartía. Los primeros choques fuertes llegaron hace unos meses, en vísperas de las elecciones, cuando la red del pajarito invitó a sus usuarios a verificar los mensajes de Trump en los que ya hablaba de fraude en el voto por correo en el pasado mes de mayo. Una forma sutil de acusar al presidente de mentiroso. Tras el ataque al Capitolio del pasado día 6, la medida inicial de Twitter fue suspender durante 12 horas su cuenta y borrar sus últimos mensajes al entender que incitaban a la violencia, aunque sólo dos días después llegó la suspensión definitiva. Por su parte, Facebook e Instagram anunciaron que por ahora mantendrán dicha sanción hasta que termine su mandato.

Los constantes ataques de Trump a las redes más populares iniciaron un movimiento de sus seguidores a la búsqueda de nuevos espacios donde expresar sus consignas, habitualmente repletas de fake-news y teorías conspirativas. Ahí es donde surgió Parler, una herramienta similar a Twitter que se jactaba de una libertad de expresión total o de una ausencia total de control de contenido y que desde su nacimiento en 2018 se convirtió en refugio de los fieles del presidente y los afines a las extrema derecha estadounidense (alt-right). Todo ello a pesar de que el propio Trump no ha sido, por ahora, usuario activo en dicha red, pero en ella se pueden encontrar importantes figuras afines como el senador republicano Ted Cruz, con 4,9 millones de seguidores, o el popular presentador de Fox News Sean Hannity con casi 7 millones. Parler alcanzó récords de descargas favorecida por la suspensión de las redes Trump, aunque no tuvo mucho tiempo para celebrarlo ya que Google, Apple y Amazon contraatacaron con fuerza: las dos primeras eliminaron la aplicación de sus tiendas virtuales mientras que la tercera, que hospedaba sus servidores, directamente los cortó. «Tenemos nuestro software y los datos de todos listos para usar. Las declaraciones de Amazon, Google y Apple a la prensa sobre la suspensión de nuestro acceso han provocado que la mayoría de nuestros otros proveedores también abandonen su apoyo. Y la mayoría de las personas con suficientes servidores para alojarnos nos han cerrado las puertas. Actualizaremos a todos y actualizaremos a la prensa cuando estemos de nuevo online», ha afirmado su CEO, John Matze. A la hora de terminar este artículo la aplicación sigue sin funcionar y su web inaccesible.

El «corte» a Parler se produce cuando justo parecía que su uso estaba empezando a extenderse entre políticos de primera línea en España: el diputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros incluye su cuenta en su perfil de Twitter junto a otras apps como Telegram o Gab. Y hasta la diputada popular Beatriz Fanjul decidió, el reciente 9 de Enero, tomar partido de la polémica al anunciar (a través de Twitter) su llegada a Parler.

Parler es una red social creada en 2018 por el ingeniero de sistemas John Matze, su CEO actual, Rebekah Mercer -una famosa donante del Partido Republicano- y Jared Thompson. Su gran explosión no se produjo hasta la campaña electoral estadounidense de 2020. Desde el verano ha aumentado por cinco el número de usuarios. Su interfaz y su funcionamiento son similares a los de Twitter, con mensajes y consignas cortas, aunque en su caso de hasta 1.000 caracteres y con el rojo como color predominante. Los usuarios publican contenido y sus seguidores pueden verlo e interaccionar con él. También hay hashtags y archivos multimedia. La gran diferencia es que en Parler no se prohíbe el discurso de odio ni se combate la desinformación. Se puede publicar cualquier mensaje, ya sea racista, homófobo o una fake news. Eso es precisamente lo que utiliza Parler para publicitarse. Puedes decir lo que quieras y cómo quieras. “Somos la última esperanza del mundo para la libertad de expresión y la información libre”, señaló su CEO Matze el sábado por la noche después de que la app desapareciera de Google y Apple. Después llegó la decisión de Amazon de sacarla de sus servidores. “Yo creo que Amazon, Google y Apple trabajan juntas para asegurarse de que no tienen competencia”, añadió. Su futuro ahora mismo es una incógnita: primero debe encontrar un servidor nuevo y sortear a gigantes como Google y Facebook.

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El 20 de Enero de 2017, un Trump con el título de presidente calentito y el entonces vicepresidente saliente Biden se saludan, en presencia del entonces presidente Barack Obama y su esposa Michelle.

Trump buscó la nominación presidencial del Partido Reformista en 2000, pero se retiró antes de que comenzara la votación. Consideró postularse para el cargo como republicano para las elecciones de 2012, pero finalmente decidió no hacerlo. En junio de 2015, anunció oficialmente su candidatura para las elecciones de 2016, y se convirtió rápidamente en el favorito entre los diecisiete candidatos en las primarias republicanas. Sus rivales hacia el final suspendieron sus campañas en mayo de 2016, y en julio fue nominado en la Convención Republicana junto con Mike Pence como su compañero de fórmula. Su campaña recibió una cobertura mediática sin precedentes y gran atención internacional. Muchas de sus declaraciones en las entrevistas, en las redes sociales y en las manifestaciones de la campaña eran polémicas o consideradas falsas.

Ganó las elecciones generales del 8 de noviembre de 2016 contra la rival demócrata Hillary Clinton, y accedió a la presidencia el 20 de enero de 2017 a la edad de 70 años, por lo que ha sido el presidente con mayor edad en asumir este cargo en su país; asimismo, es el presidente con la mayor riqueza, el primero sin servicio militar ni cargo político ejercido anteriormente y el quinto en haber ganado la elección, pese haber perdido la elección por voto popular, igual que J. Q. Adams en 1824, R. B. Hayes en 1876, B. Harrison en 1888 y G. W. Bush en el 2000.

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Si hay un hombre que fue clave para que Donald Trump ganara la presidencia de Estados Unidos y se convirtiera en el inquilino número 45 de la Casa Blanca, ese fue sin duda Steve Bannon, quien fue su jefe de campaña en las elecciones de 2016. Procedente del mundo del mundo de la banca, el entretenimiento y la comunicación política, Bannon fue el principal ideólogo y estratega de la campaña que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca. Una campaña populista, racista, plagada de fake news y carente de complejos que utilizó ideas y argumentos que ningún político se había atrevido a utilizar hasta ese momento. Este modelo desvergonzado de hacer política ha sido exportado y copiado posteriormente por diversos partidos ultraconservadores de Europa y del resto del mundo. Alguno de los alumnos aventajados fueron Jail Bolsonaro en Brazil, Mateo Salvini en Italia y el partido Vox en España, a quien Bannon auguró un gran futuro en 2019. Hasta la irrupción de Trump en la presidencia de Estados Unidos, España era una excepción en Europa: era el único país en donde la ultraderecha no tenía participación en las instituciones. Poco después del triunfo del republicano, las cosas comenzaron a cambiar también en España. En las elecciones de diciembre de 2018 en Andalucía, Vox consiguió una victoria que pocos imaginaban sólo unos meses antes.

Los lazos de Bannon con el partido que lidera Santiago Abascal se iniciaron poco antes del despegue de Vox en las urnas y su entrada en las instituciones. Al menos así lo reconoció el propio estratega estratega estadounidense en una entrevista, en la que explicó: "Remontémonos al verano de 2017, cuando vinieron a verme por primera vez. Bolsonaro en Brasil tenía un 8% de intención de voto; Salvini en Italia entre un 6% y un 8%; y ellos, nada. Les dije que en un par de años estarían ahí, por lo que son el perfecto ejemplo de cómo un partido que nace de la nada puede tener un efecto significativo", manifestó Bannon.

No es difícil rastrear las similitudes entre la campaña de Trump, sus mensajes desde el momento en el que llegó a la presidencia de Estados Unidos y los que cimentaron el despegue político de Vox. De hecho, todos los seguidores de Bannon en los distintos países adoptaron una estrategia y mensajes similares para destacar en la arena política. El famoso "America first", esgrimido por Trump en su campaña electoral se transformó en manos de Vox en el slogan "primero España". Ambos han mostrado abiertamente y sin tapujos su xenofobia. Si Trump la dirigió hacia los mexicanos, de quienes decía que eran delincuentes y violadores, Abascal y sus acólitos adaptaron la misma idea como arma contra la inmigración islámica. Si Trump azuzó a las masas con la necesidad de construir un muro que los separara de México, Ortega Smith abogaba por construir un muro de hormigón en Ceuta "para que no pueda ser franqueado". Vox también copió el modelo del tándem Trump-Bannon en cuanto a las criticas al supuesto stablishment político y se atribuyeron la limpieza moral de no robar a los ciudadanos.

Bannon cayó en desgracia en agosto de 2020, cuando fue acusado de utilizar para gastos personales un millón de dólares de donaciones para construir el muro en la frontera con México. Aunque este revés dañó su campaña para exportar esa especie de "populismo obrero de extrema derecha nacionalista", tal como lo definió él mismo alguna vez, su legado permanece vivo y aún resulta útil para la ultraderecha de ambos lados del Atlántico. Una derecha que ahora parece querer renegar de sus lazos con el ideólogo norteamiricano. Recientemente el portavoz de Vox en el Congreso, Espinosa de los Monteros, afirmaba que su formación no se había reunido nunca con Bannon, a pesar de los diversos testimonios de encuentros con Herman Tertsch (eurodiputado de Vox), o con Rafael Bardají, cuando era miembro del Comité Ejecutivo de la formación ultraderechista. Los mensajes de Trump y de Vox han seguido líneas paralelas, incluso tras el ocaso de Bannon. Si Donald Trump, una vez perdida de la presidencia a manos de Biden afirmaba que "le habían robado las elecciones", Abascal denunciaba pocas horas después que el mantenimiento del Estado de Alarma en España suponía "el robo de la democracia".

La emulación de los mensajes de Trump por parte de la ultraderecha española ha sido una constante que no se ha visto frenada por los acontecimientos ocurridos esta pasado miércoles en el Capitolio, cuando cientos de manifestantes de Trump irrumpieron en la sesión del Congreso que iba a confirmar la victoria de Biden. Lejos de condenar de forma firme los ataque contra la democracia en Estados Unidos, los dirigentes de Vox han aprovechado los incidentes para acusar a la izquierda de utilizar las mismas armas que Trump para asaltar la democracia, comparando las manifestaciones pacíficas que rodearon el Congreso español en 2016 con la barbarie vivida en el país norteamericano. A pesar de los reveses y de su reciente reconocimiento de su derrota electoral, los observadores parecen estar de acuerdo en que incluso si esto supone el fin político de Trump, nada impedirá que se mantenga el denominado trumpismo. Un trumpismo que Santiago Abascal y su equipo parecen decididos a mantener, como muestran sus declaraciones comparando el asalto al Capitolio con las manifestaciones para rodear el Congreso promovidas por lo que Abascal denomina "la izquierda progre".

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E pluribus unum es una frase en latín que significa «De muchos, uno» (e «de, a partir», pluribus «muchos» [abl.], unum = «uno» [acus.]). Uno de los primeros lemas nacionales de los Estados Unidos y alude a la integración de las trece colonias británicas en Norteamérica para crear un solo país independiente, aunque hoy en día ha adquirido otro significado, dada la naturaleza plural de los Estados Unidos como consecuencia de la inmigración. El lema tiene 13 letras y fue escogido por el primer comité del Sello de los Estados Unidos en 1776, al comienzo de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Este lema había sido sugerido originalmente por Pierre Eugene DuSimitière. Cuando el Congreso Continental aprobó este lema para el sello en 1782, simultáneamente se aprobaron otros dos lemas: Annuit Coeptis («[Dios] asiente [nuestros] comienzos») y Novus Ordo Seclorum («Nuevo Orden de los Siglos [o las Eras]») En 30 de julio 1956, E pluribus unum fue reemplazado por In God We Trust («En Dios Confiamos») como el lema nacional de los Estados Unidos en la Ley Pública 851, Capítulo 795 del volumen 70, 84.º Congreso, 2ª sesión del Estatuto de los Estados Unidos y ratificado por el Título 36, Parte A, Capítulo 3, Sección 302 del Código de los Estados Unidos. A pesar del cambio realizado, ambos lemas son incluidos en las monedas estadounidenses.

Un exaltado durante el asalto al Capitolio con el lema original sobre su desquiciada cabeza.

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En los destacados de agosto de 2019 hablamos del tiroteo en El Paso. Desde la matanza de la escuela de secundaria de Columbine (Colorado), dos de cuyos estudiantes asesinaron a 12 condiscípulos y un profesor varios momentos marcaron el paso. La masacre de Newtown, la matanza de Las Vegas.

En 2018 Estados Unidos asistió asombrado en marzo del año pasado al poderoso clamor contra las armas de las marchas multitudinarias en todo el país. El activismo enérgico y desacomplejado de los jóvenes de la escuela de Parkland (Florida), atacada en febrero de ese año, con 17 muertos, logró sacar a las calles a una masa diversa en edad, raza y valores. El movimiento contra la epidemia de violencia armada consiguió su mayor movilización en años y, sobre todo, no lo hizo liderado por políticos u organizaciones de presión consolidadas desde hace tiempo.

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A mediados del siglo XIX, apareció en Estados Unidos un movimiento xenófobo y violento que veía a los inmigrantes católicos como una amenaza para los autodenominados "nativos", que eran en realidad blancos protestantes. Su existencia supone un precedente de los movimientos antielitistas y violentos de los actuales Estados Unidos.

A mediados del siglo XIX, Estados Unidos tenía casi 25 millones de habitantes, en su gran mayoría blancos, anglosajones y protestantes. Sin embargo, esta relativa homogeneidad se vio cada vez más amenazada por la gran inmigración que recibió el país. Entre 1831 y 1840 llegaron medio millón de emigrantes, un tercio de ellos católicos, que competían con los anglosajones pobres por los empleos no cualificados, lo que hizo bajar los salarios. La hambruna de Irlanda de 1845 disparó la inmigración y durante esa década, Estados Unidos recibió 1,7 millones de inmigrantes, la mitad de ellos católicos. El sentimiento antiinmigrante dio lugar a una corriente política, la de los llamados "nativos americanos" o "nativistas". En 1835 se fundó en Nueva York la Asociación Democrática de los Nativos Americanos, que obtuvo un amplio apoyo electoral. Organizaciones similares surgieron en Baltimore, Filadelfia y otras ciudades.

A veces la tensión desembocó en episodios de xenofobia y violencia como los que se registaron en Filadelfia en 1844. En la primavera y el verano de ese año, dos grandes "motines nativistas" en Filadelfia provocaron más de 20 muertos y la destrucción de dos iglesias católicas. El 6 de mayo, tras una reunio´n nativista en un barrio cato´lico, comenzaron tres di´as de disturbios que terminaron con decenas de edificios incendiados y al menos 14 muertes. La calma duro´ hasta el 5 de julio, cuando los nativistas fueron a asaltar una iglesia cato´lica y terminaron enfrenta´ndose a la milicia estatal. Un cabecilla de la revuelta aseguro´ que se habi´an hallado armas en casa de los cato´licos pobres, entregadas por "ricos conspiradores de negro corazón".

Nativistas de Filadelfia, con sombrero alto, enfrentándose a la milicia durante los disturbios de julio de 1844.

Todos estos disturbios eran protagonizados por grupos nativistas aislados que, en 1849, se unieron en una organización secreta que se extendió por varias ciudades y a cuyos seguidores se los conocía como los know nothing, "los que no saben nada". La creencia popular atribuye este nombre al carácter clandestino de la agrupación y al hecho de que, cuando se les preguntaba, sus miembros respondían "I know nothing" (yo no sé nada) sobre la organización. También hay quien explica que podría tener relación con el hecho de que pertenecían a la población más pobre y peor instruida en una época en la que la educación sólo estaba al alcance de los más pudientes, de ahí que se llamaran a sí mismos know nothing. Lo cierto es que a partir de la década de 1850 su afiliación e importancia crecieron de manera progresiva, hasta el punto de que, en 1852, la red se convirtió en un partido político que dos años más tarde tomaría el nombre de Partido Americano.

La ideología de los know nothing era populista, antielitista y conspiranoica. Acusaban a los ricos de favorecer la inmigración para conseguir mano de obra barata y relacionaban la llegada de inmigrantes con la extensión de la criminalidad. Su propaganda sostenía asimismo que la emigración católica era un caballo de Troya del papa para destruir Estados Unidos (en aquellos años, la opinión protestante identificaba el papado con el absolutismo y el antiliberalismo). Ese aspecto se refleja al inicio de la película Gangs of New York, de Martin Scorsese (2002), cuando las bandas de delincuentes se congregan para una gran batalla callejera y el líder nativista se burla de sus adversarios irlandeses preguntándoles: "¿Es éste el ejército del papa?".

Esta viñeta nativista de 1850 muestra a irlandeses y alemanes (vestidos on barriles de sus bebidas típicas,robando una urna electoral.

El programa del movimiento know nothing incluía medidas como exigir 25 años de residencia en Estados Unidos para conseguir la ciudadanía y que los cargos públicos se reservaran a los nacidos en el país. El movimiento se expandió rápidamente y en 1855 alcanzó el cénit de su poder. Gobernaban siete estados y ciudades tan importantes como Boston, Chicago o Filadelfia. También contaban con casi cincuenta representantes en el Congreso, entre diputados y senadores. Sin embargo, su declive fue tan rápido como su ascenso.

En 1856, los nativistas celebraron una convención nacional en Filadelfia en la que dieron su apoyo como candidato presidencial a Millard Fillmore, un antiguo whig (liberal) que ya había ocupado el puesto de presidente entre 1850 y 1853. Fillmore, sin embargo, no compartía el odio antiinmigrante ni anticatólico de sus aliados y su campaña fue tibia y errática. El demócrata Buchanan ganó esas elecciones y Fillmore quedó tercero.

Millard Fillmore.

Los nativistas no se recuperaron de la derrota. Su problema fue que hasta entonces habían sido un partido monotemático y al tener que definirse sobre múltiples asuntos –entre ellos el de la esclavitud– se desgarraron en disputas internas. Además, el final de la hambruna irlandesa de 1845-1849 hizo que disminuyera el flujo de inmigrantes irlandeses con lo que se desvaneció la alarma por la "invasión" católica. Sin embargo, el término know nothing siguió utilizándose en el lenguaje político norteamericano y hoy se recuerda como un precedente de movimientos similares en la historia de Estados Unidos, de rechazo a la inmigración y los extranjeros, "conspiranoicos" (como la amenaza comunista en la Guerra Fría) o antielitistas.

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¿Y si el asalto al Capitolio fue un altavoz premeditado?

El asalto al Capitolio por parte de seguidores de Donald Trump cogió a la Policía por sorpresa, pero sus autores ya habían anunciado sus intenciones. El periodista Robert Evans, que ha seguido muy de cerca las protestas acontecidas estos meses en Estados Unidos, explica que los radicales ya estaban hablando de su deseo de asaltar el Capitolio, de que Biden no había ganado las elecciones legítimamente, y que querían mantener a Trump en el poder. "La mejor forma de hacerlo era asaltar el Capitolio, detener el proceso de certificación, arrestar e, incluso, ejecutar a líderes electos, incluido el vicepresidente Mike Pence", afirma el periodista, que lleva años informando sobre la extrema derecha en el país. El día anterior al asalto, el periodista ya contó en un artículo lo que algunos de los participantes en el ataque contaban en sus redes. "Estuvieron hablando en línea sobre atacar a los periodistas, quitarles los equipos para, o bien destruirlos, o utilizarlo para emitir ellos su propio contenido", relata el experto, sobre hechos que finalmente ocurrieron. "Hablaron de llevar explosivos y se encontraron artefactos en las sedes de los comités republicano y demócrata en el Capitolio", añade. De todo lo que hablaron en internet, algunos de ellos lo llevaron a cabo, por lo que Evans cree que "no hay razón para que nadie se sorprenda por lo que ocurrió". Lo vieron periodistas como él pero no saltaron las alarmas para las fuerzas de seguridad. Algo, dice Evans, que no es nuevo. "Esto es parte de un problema de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos que viene de lejos. Las amenazas de los extremistas de extrema derecha no se toman en serio porque se percibe como más mainstream o más en línea con lo que piensan algunos de los propios agentes. Esto lleva años pasando hay algunas fuerzas de seguridad federales, particularmente el FBI, que han advertido de forma consistente sobre el extremismo de extrema derecha, pero en la policía de Estados Unidos en su conjunto no se toman en serio el problema de la extrema derecha", cuenta. De hecho, la mayor parte de ataques terroristas en Estados Unidos los perpetran grupos de extrema derecha.

Evans cree que el violento asalto al Capitolio no es el final sino el principio, y vendrán más intentos de tomar el edificio oficial. "Esto ha sido una victoria para ellos. Ganaron. Al final les sacaron, pero han tenido horas de propaganda de ellos en las oficinas de sus enemigos políticos". Esto supone, para el periodista, una poderosa arma para reclutar.

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Sobre las 14.11 horas del miércoles en el que ocurrió el asalto al Capitolio de EEUU, el vicepresidente Mike Pence fue evacuado del Senado. En ese momento, la turba pro-Trump estaba en la planta de abajo, a la que había accedido enfrentándose con la policía, escalando y rompiendo ventanas. Un grupo de asaltantes se enfrentó al agente afroamericano Eugene Goodman, que trataba de contenerlos. Mientras tanto, dentro de la cámara principal, varios agentes armados intentaban bloquear las puertas de acceso. Los asaltantes cada vez estaban más cerca. Superado en número y armado con una porra, Goodman se ve obligado a retroceder y subir las escaleras a la planta de la cámara principal del Senado. En un vídeo grabado por Igor Bobic, periodista del Congreso del Huffington Post, se ve cómo el agente sube corriendo al tiempo que intenta contener a los manifestantes. El agente gira entonces a su derecha mientras empuja al líder del grupo, que lleva una camiseta de la teoría de la conspiración QAnon.

Asaltantes partidarios de Trump en los pasillos del Senado encarándose con un policía.

Al principio, ese vídeo se viralizó como muestra del alcance del asalto, pero horas después, periodistas y expertos del Congreso destacaron la importancia de la maniobra de Goodman. "Su nombre es Eugene Goodman. Recordad su nombre. Es casi seguro que el miércoles salvó vidas", señaló Kristin Wilson, periodista que cubre Congreso para la CNN. "Frente al agente, subiendo las escaleras, hay un grupo de asaltantes. El agente mira a su izquierda. Entre esas dos sillas está la entrada al Senado. Los llevó hacia su derecha, lejos de sus objetivos".

El video viralizado en el perfil de Igor Bobic.

Según la cronología elaborada por The Washington Post, "si los asaltantes hubiesen girado a su derecha, hubiesen estado a escasos metros de la entrada principal. Al otro lado de esa puerta, si hubiesen logrado entrar al Senado, había al menos media docena de agentes armados, incluido uno con un arma semiautomática en el centro de la Cámara vigilando cada entrada".

"Mirando otra vez el vídeo que hice de la muchedumbre que asaltó el Senado, hay un momento en el que el líder del grupo mira a la derecha por un segundo antes de seguir al agente hacia la izquierda, lejos de la entrada de la Cámara", escribió días después el propio Bobic, autor del vídeo del agente, que ya tiene perfil en wikipedia.

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11 de Enero - Hora española.

(17:40).

Los demócratas en la Cámara de Representantes de EEUU han iniciado este lunes el proceso para un segundo juicio político al presidente saliente, Donald Trump, al presentar formalmente el cargo del que le acusan: "Incitar a la violencia contra el gobierno de EEUU" por su papel en el asalto al Capitolio el pasado miércoles.

Si la Cámara de Representantes vota a favor del impeachment, Trump será el primer presidente de la historia de EEUU en pasar dos veces por este proceso. El artículo ha sido presentado por los congresistas Ted Lieu, de California, David Cicilline, de Rhode Island, y Jamie Raskin, de Maryland. El líder demócrata en la Cámara, Steny Hoyer, ha afirmado que esperan votar el texto el miércoles.

"El presidente Trump puso en peligro grave la seguridad de EEUU y sus instituciones de Gobierno. Amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió en la transición pacífica de poder y puso en peligro a una rama del Gobierno. Traicionó su confianza como presidente perjudicando de forma manifiesta al pueblo de EEUU", señala el texto. "Por lo tanto, Donald Trump, con tal conducta, ha demostrado que seguirá siendo una amenaza para la seguridad nacional, la democracia y la Constitución si se le permite permanecer en el cargo y ha actuado de una manera sumamente incompatible con el autogobierno y el estado de derecho. Por lo tanto se justifica el impeachment, el juicio, la destitución del cargo y la descalificación para ocupar cualquier cargo de honor, confianza o beneficio en Estados Unidos". Este lunes, los demócratas también han presentado una resolución pidiendo al vicepresidente Mike Pence recurrir a la enmienda 25 de la Constitución para destituir al presidente. La resolución llama a Pence a "declarar lo que es obvio para una nación horrorizada: que el presidente es incapaz de cumplir con éxito los deberes y poderes de su cargo". La resolución no ha sido adoptada por unanimidad, por llo que se considerará de nuevo este martes.

Perfil en Twitter del congresista Ted Lieu.

12 de Enero - Hora española.

(07:40).

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decretado el estado de emergencia en el distrito de Columbia, en cuya capital, Washington D.C., se celebrará en unos días la investidura del presidente electo, Joe Biden, y donde hace menos de una semana una turba de sus simpatizantesasaltaba el emblemático edificio del Capitolio, sede del Poder Legislativo del país.

Trump ha aludido a "condiciones de emergencia" ante la inauguración presidencial para tomar esta decisión, que permite al Departamento de Seguridad Nacional y a la Agencia Nacional para el Manejo de Emergencias intervenir y ayudar a las fuerzas de seguridad de la ciudad en caso de ser necesario. La vigencia de esta decisión es hasta el 24 de enero.

En este sentido, la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, había pedido horas antes al Departamento de Seguridad Nacional reforzar la seguridad en torno al Capitolio de cara al esperado acontecimiento que inaugurará una nueva legislatura en Estados Unidos, después de que ella misma emitiera una orden para extender el estado de emergencia y el toque de queda en la capital estadounidense durante quince días más. Este anuncio se da coincidiendo con la alerta que ha emitido el FBI al resto de autoridades y agencias federales ante la posibilidad de "protestas armadas" en las diferentes capitales estatales durante los días previos a la inminente toma de posesión de Biden, prevista para el 20 de enero en la escalinata del Capitolio en Washington. Por su parte, las autoridades han informado de que dos agentes de la Policía del Capitolio han sido suspendidos y al menos otros diez están bajo investigación por su comportamiento durante el asalto a la sede del Poder Legislativo el pasado miércoles. Las acciones concretas que han motivado la suspensión son, por una parte, una fotografía -un 'selfie'- tomada por uno de los agentes junto a algunos de los asaltantes que tomaron el Capitolio, mientras que, por otra, el otro agente se puso una gorra que rezada 'Haz América grande otra vez' (MAGA, por sus siglas en inglés).

Así lo ha explicado el congresista por Ohio y presidente de un subcomité que supervisa a la Policía del Capitolio, Tim Ryan, que ha detallado como este último agente dirigió a un grupo de gente alrededor del edificio, según recoge la cadena de televisión CNN.

El papel que tuvo la Policía del Capitolio durante el asalto ha sido ampliamente cuestionado por los representantes políticos y figuras de alto nivel, ya que la manifestación de seguidores de Trump, que coincidía con la certificación en el Congreso de la victoria de Biden, se había anunciado desde hacía días y las medidas de seguridad se han puesto en entredicho. La condena a la forma de actuar de este cuerpo de seguridad motivó la dimisión de su jefe, Steven Sund. Se ha comparado la respuesta de los agentes del miércoles con la llevada a cabo durante las manifestaciones en verano frente al Capitolio con motivo del movimiento 'Black Lives Matter', cuando las protestas fueron duramente reprimidas a pesar de su carácter pacífico. En este sentido, varios miembros del partido demócrata en el Congreso han planteado las posibles simpatías que tendrían los agentes del Capitolio con los asaltantes y que, incluso, les habrían permitido el acceso al edificio, como parece que señalan los videos difundidos por redes sociales de esa jornada.

13 de Enero - Hora española.

(20:40).

Nunca un presidente de Estados Unidos había pasado por un proceso de impeachment dos veces. Ninguno había alentado a la insurrección contra el gobierno de su país. La Cámara de Representantes aprobó este miércoles la impugnación formal de Donald Trump por “incitar a la violencia contra el gobierno de Estados Unidos” con el apoyo de los congresistas demócratas y de una decena de republicanos, incluida una de las líderes del partido, Liz Cheney. La resolución también condena a Trump por intentar revertir el resultado de las elecciones de manera ilegal presionando al republicano encargado de la gestión de las elecciones en Georgia. El texto se aprobó con 232 votos a favor y 197 en contra, y es la resolución de destitución de un presidente con más apoyo bipartidista de la historia.

El voto llegó después de una sesión de debate larga y sombría, con algunos congresistas al borde de las lágrimas y la vigilancia de la guardia nacional en los pasillos. Las palabras contra el presidente fueron duras después de una semana "devastadora" en palabras de los propios republicanos. Varios congresistas de ambos partidos hablaron de cómo habían temido por sus vidas y las de sus familias.

Las palabras de Liz Cheney se repitieron a menudo en la sesión.

“El presidente de Estados Unidos convocó a esta turba, les juntó y encendió la llama de este ataque. Todo lo que sucedió después es su obra. Nada de esto habría pasado sin el presidente. El presidente podría haber intervenido de manera inmediata y enérgica para parar la violencia. No lo hizo”, dijo Cheney, que es la tercera en el liderazgo del partido republicano en la Cámara y una de las representantes del estado de Wyoming. "Nunca hubo una traición mayor de un presidente de Estados Unidos a su cargo y a su juramento de la Constitución". La congresista es la hija del ex vicepresidente Dick Cheney y una republicana conservadora (se enfrentó a su propia hermana, que es lesbiana, por el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo). Liz Cheney también rechazó el intento de algunos de sus colegas de cuestionar el resultado de las elecciones. En el mitin justo antes del asalto del Capitolio, Trump dijo que había que “deshacerse” de congresistas como Cheney. "Como ha dicho Liz Cheney" fue una muletilla usada este miércoles a menudo por congresistas demócratas en sus intervenciones durante el debate en la Cámara. También votaron a favor del impeachment del presidente de su partido los republicanos John Katko, de Nueva York, Fred Upton y Peter Meijer, de Michigan, Adam Kinzinger, de Illinois, Tom Rice, de Carolina del Sur, Anthony Gonzalez, de Ohio, David Valadao, de California, y Jaime Herrera Beutler y Dan Newhouse, del estado de Washington. Kevin McCarthy, el líder de la minoría republicana en la Cámara, dijo que el presidente "carga con la responsabilidad de los ataques de la turba en el Capitolio", pero decidió votar en contra de la resolución por la cercanía del fin del mandato del presidente, dentro de una semana. La mayoría de los republicanos que intervinieron en la Cámara defendieron al presidente y evitaron referirse a la violencia en el Capitolio. El congresista Jim Jordan, de Ohio, incluso lanzó una petición para obligar a Cheney a dimitir. Jordan se quejó de que los demócratas estaban "cancelando" a su presidente. Uno de los últimos actos de Trump será condecorar a Jordan con la medalla de la libertad, un honor reservado a grandes personajes de la política y la cultura del país. Los republicanos tenían libertad de voto, la práctica común en los partidos de Estados Unidos, pero, a diferencia de lo habitual, los líderes del partido no hicieron presión ni campaña a favor de ninguna postura. "Examinad vuestra conciencia", les pidió Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de los Representantes. "¿La guerra del presidente contra la democracia respeta la Constitución?" "El presidente ha incitado a la insurrección, la revuelta armada, contra nuestro país", dijo Pelosi en relación a la turba de seguidores de Trump que asaltaron el Capitolio y plantaron bombas caseras en las sedes de los partidos. Cinco personas murieron, entre ellas un policía. Los republicanos que votaron a favor del impeachment rompieron con su propio pasado y marcaron un pequeño hito: la de este miércoles ha sido la resolución de destitución con más apoyo de los congresistas del mismo partido del presidente. Hace un año ningún miembro republicano de la Cámara votó a favor del primer impeachment a Trump por abuso de poder y obstrucción del Congreso por la presión al presidente de Ucrania para que le ayudara en su campaña contra Joe Biden. Tres demócratas votaron entonces en contra. En diciembre de 2019, la Cámara aprobó la resolución por 230 votos contra 197 en el cargo de abuso de poder y 229 votos contra 198 en el de obstrucción al Congreso. En febrero de 2020, el Senado rechazó los cargos y sólo el senador Mitt Romney rompió filas con su partido.

Con esta votación, y pase lo que pase, Trump ya ha sido impugnado (“impeached”) en este juicio político previsto por la Constitución y que no excluye demandas penales o civiles en los tribunales ordinarios cuando termine su mandato como presidente el 20 de enero a las 12 de la mañana. El presidente ya está siendo investigado por la fiscalía de Washington por su discurso en el mitin del 6 de enero animando a sus seguidores a marchar al Capitolio y mostrar “fuerza” para “no perder” su país, y por sus tuits asegurando falsamente que había ganado las elecciones y prometiendo que la concentración en Washington sería “salvaje”. “Si no lucháis como locos (“like hell” en inglés), os vais a quedar sin país”, les dijo a sus seguidores unos minutos antes de que lanzaran el asalto al Capitolio. El juicio político es, en cualquier caso, un símbolo para los estadounidenses. "Un segundo impeachment a Trump es la manera de crear un registro histórico que recuerde este insulto a la democracia", dice Rick Perlstein, historiador y experto en la evolución de la derecha estadounidense desde los años 50, en una entrevista con elDiario.es.

La mayoría de los ciudadanos, entre ellos una minoría de republicanos, apoyan ahora este proceso de destitución. Tal y como está previsto por la Constitución, la reprobación del presidente pasa ahora al Senado, que ejerce de tribunal político y decide si el presidente debe de ser destituido. En este caso, ya que las sesiones del Senado están suspendidas hasta después de la toma de posesión del nuevo presidente, el debate y votación sobre la culpabilidad de Trump será cuando ya no esté en el cargo. Ahora bien, el Senado también puede votar sobre la inhabilitación de Trump para un cargo público de por vida.

Para la condena política del presidente es necesario el apoyo de dos tercios de los senadores presentes. El nuevo Senado tras las elecciones está compuesto por 50 senadores demócratas y 50 republicanos, con el voto de calidad de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris. Para condenar al presidente, si todos los senadores estuvieran presentes, sería necesario el voto a favor de 17 republicanos. Si hubiera senadores ausentes, harían falta menos votos para aprobar la condena. De momento, media docena de senadores han condenado las acciones del presidente y creen que deberían tener consecuencias: Romney, de Utah, Lisa Murkowski, de Alaska, Pat Toomey, de Pensilvania, Ben Sasse, de Nebraska, Joni Ernst, de Iowa, y Susan Collins, de Maine. Mitch McConnell, el líder de los republicanos en el Senado y hasta ahora presidente de la cámara alta, está a favor del proceso de impeachment según el New York Times, pero este miércoles dijo que aún no ha decidido cómo votará. Ningún senador republicano ha dicho claramente que vaya a votar a favor de la condena a Trump. La CBS preguntó a todos los senadores republicanos y nueve contestaron que votarán en contra El proceso de destitución de Estados Unidos viene de la tradición inglesa por una norma del siglo XIV. En Reino Unido ya no se usa, pero así se quedó en la Constitución de Estados Unidos. Alexander Hamilton, secretario del Tesoro y fundador del país muy preocupado por el posible ascenso al poder de tiranos, explicó que el impeachment era “un método de investigación nacional de la conducta de los hombres públicos” que pudieran haber violado “la confianza pública”. En la historia de Estados Unidos, sólo dos presidentes han sido formalmente impugnados por la Cámara de Representantes: Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1998. En ambos casos, el Senado votó a su favor después. En 1974, Richard Nixon dimitió antes de que votara la Cámara de Representantes cuando se dio cuenta de que estaba perdiendo el apoyo de sus colegas republicanos.

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Uno de los principios sagrados de la democracia estadounidense es que el Ejército es apolítico y leal sólo a la Constitución. Pero ante la tensión política generada por la invasión del Capitolio por parte de los seguidores de Donald Trump, los líderes militares han considerado necesario hacer un recordatorio. "La violenta protesta en Washington D.C. el 6 de enero fue un asalto directo al Congreso, al edificio del Capitolio y a nuestro proceso constitucional", dice una circular dirigida a los miembros del Ejército y firmada por los siete generales y el almirante que conforman el Estado Mayor Conjunto. "Cualquier acto contra el proceso constitucional no solo atenta contra nuestras tradiciones, valores y juramento; también va en contra de la ley", agrega la nota, publicada este martes.

Los analistas aseguran que se trata de un mensaje insólito por parte de los líderes de las ramas militares del Ejército, aunque se enmarca en este clima de tensión que vive el país.

"Estamos viviendo un momento excepcional y esto es una prueba", dice a BBC Mundo el mayor general retirado Dana Pittard. "Nuestra república está atravesando un momento peligroso. Lo que dice el Estado Mayor Conjunto no es excepcional: básicamente repite su juramento a la Constitución", dice por su parte a BBC Mundo Peter Feaver, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Duke y experto en Defensa. "Pero lo que es excepcional es que sientan la necesidad de decirlo y que las tropas necesiten que se lo recuerden", agrega el autor del libro "Armed Servants: Agency, Oversight, and Civil-Military Relations" (Servidores públicos armados: acción, supervisión y relaciones cívico-militares").

La Guardia Nacional resguardó el Congreso el miércoles durante el impeachment a Donald Trump.

Miles de simpatizantes de Trump invadieron el Congreso el 6 de enero en el momento en el que se certificaba el triunfo de Joe Biden en las presidenciales del 3 de noviembre. El asalto por parte de ciudadanos que creen -como sostiene Trump- que hubo un fraude en las elecciones provocó la muerte de cinco personas. Este miércoles Trump, quien cederá el poder el 20 de enero, se convirtió en el primer presidente de la historia de EE.UU. en ser sometido a un segundo impeachment. En este último proceso se lo acusa de "incitación a la insurrección".

Una semana después de los hechos, el Ejército rompió su silencio. El secretario de Defensa interino, Chris Miller, ya había condenado el asalto la pasada semana, pero el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, aún no había hablado.

Y, según la agencia Reuters, no lo había hecho porque quería mantenerse alejado de la política. De acuerdo a medios locales, muchos soldados habían expresado en privado su preocupación por la falta de dirección tras lo que muchos ven como un ataque a la democracia.

Mark Milley es el jefe del Estado Mayor Conjunto.

El silencio de Milley contrastó con su presencia en un paseo junto a Trump en junio del año pasado después de que la Guardia Nacional y agentes de policía dispersaran a un grupo de manifestantes pacíficos que estaban cerca de la Casa Blanca protestando por la muerte del afroestadounidense George Floyd. Ahora, con el Ejército de nuevo en el punto de mira tras el asalto al Capitolio, Milley y el resto de altos mandos militares consideraron clave hacer un recordatorio a pocos días de que Biden asuma como su comandante en jefe. "El derecho a la libertad de expresión y de reunión no dan a nadie el (derecho) de recurrir a la violencia, la sedición y la insurrección", dice la circular hecha pública el martes. El Pentágono está trabajando junto al FBI para ver si hay miembros en activo del Ejército entre los asaltantes del Capitolio, y también para saber si alguno de los 10.000 efectivos de la Guardia Nacional que reforzarán la toma de posesión de Biden el día 20 requiere una mayor investigación. "El Ejército es un reflejo de la sociedad a la que sirve y por eso hay diferentes creencias. Y hay que asegurarse de que no haya gente ahí fuera que quiera derrocar a nuestro gobierno", dice el mayor general retirado Dana Pittard.

Según Pittard, la circular tiene un doble destinatario: la tropa y el público en general. "En lo interno seguro que hay gente que de alguna manera puede simpatizar con la insurrección. Será una minoría, por supuesto, pero con la circular se deja claro que es inaceptable", afirma el exmilitar, que admite que eso puede ser preocupante. Este jueves se reportó que grupos de extremistas armados tienen como objetivo la toma de posesión de Biden la próxima semana. "Y en lo externo, se quiere que la gente sepa que nuestra tradición, que ha funcionado tan bien, es que el Ejército no puede ser usado como un arma política interna, no puede tomar partido", agrega. "Obviamente hay una preocupación de que la gente no haya entendido completamente el papel del Ejército".

Miembros de la Guardia Nacional descansan dentro del Congreso durante la jornada en la se votó el impeachment al presidente Donald Trump.

"El Ejército no debe lealtad a un individuo, y debe enfatizarse de nuevo. Por eso el Estado Mayor publicó esa carta", afirma Pittard. Richard K. Betts, director del Instituto Saltzman de Estudios de Guerra y Paz de la Universidad de Columbia, coincide con Pittard, pero agrega un destinatario más: el presidente. "Es una señal a Trump para que no abuse de la Constitución poniendo al Ejército de su lado en un intento ilegítimo de anular la elección presidencial", dice Betts a BBC Mundo.

Durante el gobierno de Trump ha habido momentos en los que la tradicional neutralidad política de los uniformados, algo que Pittard define como un "valor sagrado", ha sido sometida a una gran presión. "El presidente Trump intentó sin éxito que el Ejército le sea leal a él en lugar de a la Constitución. Muchos otros líderes populistas y autoritarios en el mundo lo han intentado. Pero el Ejército de Estados Unidos se ha resistido", dice Feaver. Quizás el momento de mayor tensión fue cuando Trump hizo que en junio del año pasado la Guardia Nacional participara en el dispositivo de seguridad contra las protestas contra el racismo que despertó la muerte del afroestadounidense George Floyd. Floyd murió mientras era detenido con violencia por policías blancos.

El presidente clamó entonces por el fin de las protestas que vinculó con la "izquierda radical". En ese contexto se produjo el paseo de Trump con Milley, vestido con uniforme de campaña, para hacerse una foto frente a una iglesia que había sido vandalizada durante las protestas cerca de la Casa Blanca.

Mark Milley (a la izquierda) se disculpó por su presencia en un polémico paseo de Trump en medio de las protestas por racismo el año pasado.

Eso sucedió después de semanas de cuestionamientos de algunos militares por la forma en la que Trump había respondido a las protestas con el despliegue de la Guardia Nacional. La presencia junto a Trump de Milley, el oficial de más alto rango del Ejército, fue vista como si los altos mandos validaran la gestión de Trump de las protestas. El jefe militar admitió después que se había equivocado. "No debería haber estado allí. Mi presencia en ese momento y en ese ambiente creó una percepción de los militares involucrados en la política interna", dijo. En aquel momento el presidente se planteaba incluso invocar la Ley de Insurrección de 1807 para desplegar tropas en servicio activo en todo el país para sofocar las protestas, una línea que varios militares estadounidenses dijeron que no cruzarían.

Donald Trump ha mantenido por momentos tensión con el Ejército.

Militares y sobre todo exmilitares reaccionaron entonces, como ahora, para recordar la fidelidad del Ejército únicamente a la Constitución, no a un partido ni a un presidente. "El principio de que el Ejército es leal a la Constitución y de que nunca se involucra en política se ha fortificado con el tiempo por la estabilidad de nuestras instituciones políticas", afirma a BBC Mundo el profesor Betts. "Esa estabilidad se ha visto sacudida en la era Trump, pero no se ha roto", agrega. "Al comienzo de su presidencia pensaba que los generales del Ejército eran sus empleados y se le ha debido recordar periódicamente que el sistema estadounidense no funciona así".

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El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, concedió ayer al rey Mohamed VI de Marruecos la Legión de Honor en el grado de Comandante en Jefe, en una ceremonia privada, según informó la Secretaría de Prensa de la Casa Blanca en un comunicado. La condecoración, reservada a jefes de estado o gobierno, se otorga a Mohamed VI por haber consolidado su alianza con Estados Unidos durante su reinado en todos los ámbitos y por "su visión y valentía personal, que han dado nueva forma al paisaje de Oriente Medio y el norte de África y propiciado una nueva era de seguridad y prosperidad".

El rey Mohamed VI en febrero del 2019.

El comunicado se refiere específicamente a la decisión de Mohamed VI de restablecer las relaciones diplomáticas con Israel, anunciada por el monarca el pasado diciembre en un acuerdo tripartito que incluyó el reconocimiento de EE.UU. de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. La condecoración fue entregada a la embajadora de Marruecos en EE.UU. y prima del soberano alauí, la princesa Lala Joumala, en una ceremonia privada de la que no se conocen más detalles. Si EE.UU. ha tenido siempre, incluso desde la Guerra Fría, a Marruecos como un aliado seguro, en los últimos años esta alianza ha ido consolidándose en los ámbitos político, económico y militar, y ha sido la administración de Trump la que la ha llevado más lejos al alinearse con la llamada "marroquinidad" del Sáhara.

Es difícil saber si la próxima administración de Joe Biden podrá revertir el paso dado por Trump al respecto, pero los observadores consideran que no será su primera prioridad al tener otras cuestiones internacionales más urgentes que tratar, como la cuestión palestina, las relaciones con China o el cambio climático, entre otras. Además, retirar el reconocimiento a la soberanía marroquí en el Sáhara sería mal visto en Marruecos, un país para el que el Sáhara es la "causa nacional".

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Fiscales federales de Estados Unidos han dicho que los asaltantes del Capitolio tenían la intención de "capturar y asesinar a funcionarios electos", según informa The Guardian. Los fiscales han escrito esto en la petición de detención para Jacob Chansley, el seguidor de la teoría de la conspiración QAnon que iba disfrazado de bisonte y con un gorro de cuernos. El informe de su detención, escrito por los abogados del Departamento de Justicia de Arizona, revela que Chansley dejó una nota para el vicepresidente saliente Mike Pence advirtiendo: "Es solo cuestión de tiempo, la justicia está llegando". Los fiscales consideran que hay "pruebas sólidas, incluidas las propias palabras y acciones de Chansley en el Capitolio, que sostienen que la intención de los asaltantes del Capitolio era capturar y asesinar a cargos electos del Gobierno de Estados Unidos".

En el caso de Chansley, los fiscales han dicho que los cargos "implican la participación activa en una insurrección que intenta derrocar violentamente al gobierno de los Estados Unidos". También han sugerido que sufre de abuso de drogas y enfermedades mentales y le han dicho al juez que representa un grave riesgo de fuga. "Chansley ha hablado abiertamente sobre su creencia de que es un extraterrestre, un ser superior, y que está aquí en la Tierra para ascender a otra realidad", han escrito los fiscales. En la última semana, el Departamento de Justicia ha presentado más de 80 casos penales en relación con los violentos disturbios en el Capitolio incitados por el presidente saliente Donald Trump. Muchos de ellos han sido localizados fácilmente por el FBI, que ya tiene más de 200 sospechosos, en parte gracias a las fotos y vídeos publicados en las redes sociales.

Manifestantes pro-Trump asaltan los terrenos del Capitolio de los Estados Unidos, en Washington, DC, Estados Unidos, el 6 de enero de 2021.

Uno de los acusados es un bombero retirado, Robert Sanford, que lanzó un extintor de incendios a la cabeza de un oficial de policía, y otro, Peter Stager, está acusado de golpear a otro agente con el asta de una bandera estadounidense. Tras los disturbios de la semana pasada, las autoridades han tomado la decisión de mantener cercadas y cerradas al público las inmediaciones del Capitolio el próximo 20 de enero, día de la ceremonia de toma de posesión de Joe Biden. Ningún ciudadano podrá acceder al National Mall, únicamente podrán entrar los medios de comunicación y el personal de seguridad. Actualmente, el Capitolio ya se encuentra aislado por una gran valla de dos metros de altura y la supervisión, entre otros, de la Guardia Nacional.

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