El FBI ha investigado a los 25.000 miembros de la Guardia
Nacional que se han desplazado a Washington para proteger
la toma de posesión del presidente electo Joe Biden este miércoles.
Según informa The Associated Press, oficiales del Pentágono
están preocupados por un posible ataque interno u otro tipo
de amenaza por parte de los servicios de seguridad que deben
proteger la ceremonia. El Secretario del Ejército Ryan McCarthy
dijo el domingo que los oficiales son conscientes de la amenaza
potencial y advirtió a los comandantes para que estén atentos
a cualquier problema dentro de sus filas a medida que se acerca
la toma de posesión. Hasta ahora, él y otros líderes han dicho
que no han visto ninguna evidencia de ninguna amenaza y los
oficiales han confirmado que la investigación no ha destapado
ningún problema del que no fueran conscientes previamente.
El Ejército comprueba regularmente que sus miembros activos
no tengan ninguna relación con extremistas, pero esta investigación
del FBI ha intensificado el proceso. "Estamos continuamente
realizando el procedimiento y tomando un segundo y tercer
vistazo a cada uno de los individuos asignados a esta operación",
dijo McCarthy durante una entrevista. Además, el secretario
informó de que los miembros de la Guardia Nacional también
están recibiendo entrenamiento sobre cómo identificar posibles
amenazas internas. La atención sobre posibles amenazas internas
ya era una prioridad desde los atentados del 11 de septiembre
de 2001. Sin embargo, ahora las amenazas han sido alimentadas
por los partidarios del presidente saliente Donald Trump,
militantes de extrema derecha, supremacistas blancos y otros
grupos radicales. Según McCarthy, varios miembros de las fuerzas
armadas estaban en la manifestación a favor de Trump, pero
no está claro el número ni quiénes participaron en el asalto
al Capitolio. Según la agencia AP, de momento han sido arrestados
dos miembros en servicio activo del ejército o la Guardia
Nacional. "La pregunta es, ¿son todos ellos? ¿Hay otros?",
dijo McCarthy. "Debemos ser conscientes de ello y poner en
marcha todos los mecanismos para investigar a fondo a estos
hombres y mujeres que apoyarían operaciones de este tipo".
McCarthy se graduó con una licenciatura en historia
del Instituto Militar de Virginia. Tiene una Maestría en Administración
de Empresas de la Escuela de Negocios Robert H. Smith de la
Universidad de Maryland. Ex guardabosques del ejército de
los Estados Unidos, sirvió en el 75º Regimiento de Guardabosques
durante la invasión estadounidense de Afganistán.
El general Daniel R. Hokanson, jefe de la Oficina de la Guardia
Nacional, cree que hay buenos procesos para identificar cualquier
amenaza potencial. "Si hay alguna indicación de que alguno
de nuestros soldados o pilotos están expresando opiniones
extremistas, se entrega a las fuerzas del orden o se trata
con la cadena de mando inmediatamente", ha dicho. Sin embargo,
la principal preocupación de los servicios de seguridad es
que haya un ataque de grupos armados o explosivos colocados
en la ciudad. McCarthy ha dicho que los informes de inteligencia
sugieren que hay grupos organizando mítines armados antes
del día de la toma de posesión y posiblemente también después.
Tras los disturbios de hace dos semanas, las autoridades han
tomado la decisión de mantener cercadas y cerradas al público
las inmediaciones del Capitolio este miércoles, día de la
ceremonia de toma de posesión de Joe Biden. Ningún ciudadano
podrá acceder al National Mall, únicamente podrán entrar los
medios de comunicación y el personal de seguridad. Actualmente,
el Capitolio ya se encuentra aislado por una gran valla de
dos metros de altura. Está supervisada por, entre otros, los
25.000 miembros de la Guardia Nacional, más del doble que
en las tomas de posesión anteriores.
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Washington será hoy una ciudad blindada. Mike Pence, vicepresidente
saliente de los Estados Unidos, no quiere ningún acto violento
durante la ceremonia de toma de posesión de Joe Biden. En
este sentido, el líder estadounidense ha hecho una visita
a los centenares de militares que custodian la capital del
país. Pence ha agradecido a la Guardia Nacional los esfuerzos
que están haciendo y les ha deseado suerte en un "traspaso
de poderes histórico". Histórico seguro que será porque Donald
Trump, presidente saliente, no irá a la ceremonia, algo que
solamente ha ocurrido en tres ocasiones hasta el momento.
El examen adicional de seguridad llevado a cabo
por el FBI, en colaboración con el Servicio Secreto de Estados
Unidos, ha resultado en la decisión de apartar a una docena
de miembros de la Guardia Nacional del dispositivo de seguridad
sin precedentes desplegado para proteger la toma de posesión
de Joe Biden como presidente. La presencia de militares en
activo y jubilados, además de cenas agentes de policía entre
los manifestantes e insurgentes que hace dos semanas asaltaron
el Capitolio hizo saltar todas las alarmas y ha obligado a
hacer controles adicionales de seguridad a los 25.000 efectivos
desplegados en la capital federal, llegados de todos los rincones
del país, para proteger la jura del sucesor de Donald Trump.
Su objetivo, evitar cualquier riesgo de un ataque interno.
Entre la docena de miembros de la Guardia Nacional
retirados del dispositivo -una ínfima parte del total- figuran
dos individuos que habían realizado "comentarios o mensajes
de texto sospechosos", informó ayer un portavoz del FBI en
una rueda de prensa telefónica con periodistas. Uno de ellos
fue identificado gracias a sus colegas. El otro fue retirado
a partir de un chivatazo anónimo, informa la agencia AP. El
resto de personas fueron detectadas y apartadas de la misión
dentro del proceso mismo de control del FBI y no se ha especificado
las razones por las que se les consideró no aptos para participar.
El portavoz del FBI ha reiterado que se trata de medidas de
precaución y no había ninguna amenaza específica contra el
presidente electo. "Quiero ser muy claro: el extremismo no
está tolerado en ninguna rama del ejército de Estados Unidos",
declaró el general Daniel Hokanson, responsable de la Guardia
Nacional, un cuerpo de reservistas. Entre los participantes
en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero se ha identificado
a uno de sus miembros, un cabo de Virginia contra el que ya
se han presentado cargos.
Los ciudadanos desaparecen del centro de Washington,
ocupado por los militares:
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Biden elige a la doctora transgénero Rachel Levine
como subsecretaria de Salud. La pediatra es secretaria
de Salud de Pensilvania desde 2017. Fue confirmada por
unanimidad en el Senado estatal controlado por los republicanos:
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Se espera que Biden revierta la orden de Trump de reducir
los monumentos nacionales de Utah. Se han observado pocos
daños en el terreno a los parques desde que se redujeron en
2017. Pero los conservacionistas dicen que cuanto antes puedan
volver a protegerse adecuadamente, mejor. EL 4 DE DICIEMBRE
DE 2017, el presidente Donald Trump anunció un movimiento
sin precedentes en una presidencia que resultaría estar llena
de ellos. De pie ante el capitolio del estado de Utah en Salt
Lake City, firmó una proclamación que encogió drásticamente
dos monumentos nacionales en expansión en el sur de Utah que
sus predecesores demócratas habían establecido.
“Vine a Utah para tomar una acción muy histórica para revertir
la extralimitación federal”, dijo, mientras reducía el Monumento
Nacional Bears Ears en un 85 por ciento y el Monumento Nacional
Grand Staircase-Escalante casi a la mitad.
Sin embargo, en algún momento poco después de su toma de
posesión, se espera que el presidente Joe Biden actúe para
revertir esos cambios. "Como presidente", prometió su campaña
, "Biden tomará medidas inmediatas para revertir los ataques
de la Administración Trump a los tesoros naturales de Estados
Unidos", incluidos Bears Ears y Grand-Staircase Escalante.
Dos monumentos nacionales en Utah, Grand Staircase-Escalante
y Bears Ears, son atesorados por muchos, pero también
están en disputa política. En 2017, el presidente Trump
ordenó que los monumentos se redujeran en aproximadamente
un 46 por ciento y un 85 por ciento, respectivamente,
allanando el camino para la extracción de recursos y
provocando un desafío en los tribunales. Se espera que
la administración entrante del presidente Biden revierta
esta decisión y restaure los monumentos más grandes.
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20 de Enero - Hora española.
(14:54).
Donald Trump acaba de abandonar la Casa Blanca. Su periodo
al frente de la Presidencia de Estados Unidos ha llegado a
su fin cinco años y un asalto al Capitolio después. El magnate
republicano ha salido acompañado de su mujer, Melania Trump,
horas antes de que se produzca la toma de posesión de Joe
Biden y Kamala Harris, que serán investidos hacia las 18:00
(hora española) tras ganar los comicios presidenciales con
306 votos electorales. Precisamente, esta ceremonia de investidura
estará marcada por la ausencia de Donald Trump, que será el
cuarto presidente que no asiste al acto solemne del arranque
de mandato de su sucesor. Ya lo hicieron anteriormente John
Adams, John Quincy Adams y Andrew Johnson. A su salida, desde
la Base Andrews, ha apuntado que ha sido "muy especial" todo
lo que ha "logrado" y ha instado a sus seguidores a acordarse
de su mandato. "Acordaos de nosotros cuando veáis los números
de lo que hemos hecho. Tenemos la mayor economía del mundo.
Hemos conseguido algo que se puede considerar un milagro médico",
ha añadido.
Trump atrae a una multitud decepcionante en su último
discurso en la Base de la Fuerza Aérea Andrews a pesar de
las esperanzas de una participación masiva.
Asimismo, el presidente saliente ha calificado de "honor"
y "privilegio" su paso por la Presidencia y ha deseado "suerte
a la nueva Administración": "El futuro de este país nunca
había sido mejor, deseo a la nueva Administración toda la
suerte del mundo". También ha pronunciado unas palabras la
que ha sido la primera dama hasta ahora. Melania Trump ha
indicado que "ha sido el honor más grande" de su "vida" y
ha enviado una "bendición" al pueblo estadounidense. La llegada
del republicano al poder en el año 2016 fomentó la polarización
extrema de la sociedad estadounidense. Una fractura que tocó
techo con el conato de golpe de estado el pasado 6 de enero,
cuando el presidente arengó a sus seguidores a tomar el Capitolio.
Esto ha llevado a las autoridades estadounidenses a organizar
un dispositivo de extrema seguridad para los actos que tendrán
lugar en las próximas horas. De hecho, desde hace ya varios
días la ciudad de Washington se encuentra blindada. Según
explica el Servicio Nacional de Seguridad, la investidura
ha sido catalogada de Evento Nacional de Seguridad.
Con el helicóptero partió a Mar-a-Lago un inmueble
patrimonial, declarado Hito Histórico Nacional, ubicado en
Palm Beach, Florida, Estados Unidos. construido entre 1924
y 1927 por la heredera y socialite Marjorie Merriweather Post.
Post concibió la casa como un futuro lugar de descanso invernal
para los presidentes de Estados Unidos y otros dignatarios
extranjeros, y después de su muerte, en 1973, fue legada a
la nación. Sin embargo, los sucesivos presidentes declinaron
usar la mansión, por lo que fue devuelta a los bienes raíces
de Post en 1980 y en 1985 fue comprada por Donald Trump, quien
en 2017 se convirtió en el 45.° presidente de los Estados
Unidos.
El complejo de 126 habitaciones y 10 000 m² también contiene
el Mar-a-Lago Club, un club exclusivo con habitaciones de
invitados y un spa, entre otras comodidades. La familia Trump
mantiene su vivienda privada en un área cerrada de la casa
y los jardines.
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Para Donald Trump, la derrota en las elecciones no es solamente
una humillación política. El mandatario arriesgaba mucho más.
Las investigaciones en torno a los escándalos que han ocurrido
durante su gestión sugieren, según expertos, que el mandatario
puede enfrentar una compleja situación financiera personal,
además de procesos penales, cuando tenga que abandonar la
Casa Blanca el próximo 20 de enero. Hasta el momento, frente
a la posibilidad de una investigación criminal en su contra,
lo protege la inmunidad que le brinda el cargo: los presidentes
en ejercicio no pueden ser procesados. Sin embargo, los resultados
de las elecciones del 3 de noviembre proyectados de todo el
país le otorgaron al demócrata Joe Biden 306 votos en el Colegio
Electoral (de 538), cifra que superó con creces los
270 que necesitaba para ser proclamado ganador de la contienda.
Por su parte, Trump sumó 232 votos y sus opciones
de quedarse en el poder dependieron de que prosperasen las
denuncias de fraude que su equipo de campaña ha formulado
aunque sin presentar evidencias.
Lo que lleva a la pregunta obvia: ¿qué pasa si ya no es el
presidente?
"Creo que hay la posibilidad de que se le imputen cargos
criminales a Trump", le dice a BBC Mundo Bennett Gershman,
catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de
Pace, quien se desempeñó por una década como fiscal en el
estado de Nueva York. "Los cargos que el presidente podría
enfrentar tienen que ver con fraude bancario, fraude de impuestos,
lavado de dinero, fraude electoral", entre otros, asegura
Gershman, citando "toda la información que ha salido a la
luz en los medios sobre su conducta financiera".
Como si esto fuera poco, Trump enfrenta grandes riesgos financieros,
incluyendo, según informes de los medios estadounidenses,
una enorme deuda personal y dificultades con su imperio empresarial.
El diario The New York Times dijo que en los próximos cuatro
años Trump tiene que pagar más de US$300 millones en préstamos,
en momentos en que algunas de sus inversiones personales no
pasan por el mejor momento.
Bennett Gershman es profesor de derecho en la Universidad
Pace. Anteriormente fue asistente del fiscal de distrito en
la Oficina del Fiscal de Distrito de Manhattan y asistente
del fiscal general especial en la Oficina del Fiscal Especial
del Estado de Nueva York. También es autor de Conducta indebida
de la fiscalía , así como de Error de juicio penal y mala
conducta .
Y tras la derrota, tal vez sus acreedores sean menos flexibles
a la hora de exigir el pago de esas obligaciones. La Casa
Blanca ha actuado como una barrera frente a los problemas
legales y financieros del mandatario, advierten sus críticos.
Con la desaparición de esa muralla, Trump puede afrontar días
difíciles. El presidente asegura haber sido víctima de numerosas
conspiraciones por parte de sus enemigos para acusarlo falsamente
de haber cometido crímenes antes y durante su tiempo en el
poder.
Trump niega de manera tajante haber cometido cualquier falta.
Y subraya el haber salido airoso de las investigaciones que
ha llevado a cabo el Departamento de Justicia en torno a los
numerosos escándalos que han enmarcado su gestión, así como
del juicio político que le realizó el Congreso a comienzos
de este año. Pero todos esos procesos partían de la base de
la inmunidad presidencial frente a los procesos penales. El
Departamento de Justicia ha dicho en repetidas ocasiones que
un mandatario no puede ser procesado penalmente mientras ocupe
el cargo. No obstante, esas investigaciones podrían ser la
base de nuevas actuaciones judiciales contra Trump, le dicen
expertos a BBC Mundo. "Ya sabemos que puede enfrentar acusaciones
de fraude electoral, ya que el fiscal federal del Distrito
Sur de Manhattan en efecto ya nombró [tácitamente a Trump]
como co-conspirador junto a Michael Cohen", asegura Gershman.
El experto se refiere a la investigación federal contra el
exabogado personal de Trump, Cohen, quien en 2018 se declaró
culpable de irregularidades electorales durante la campana
de 2016 relacionadas con pagos efectuados a la actriz porno
Stormy Daniels, quien alega haber tenido un affaire con el
presidente.
La actriz Stormy Daniels estuvo en el centro de uno de los
escándalos que afectaron al presidente.
Durante la investigación contra Cohen, la fiscalía describió
en su acusación oficial a un entonces candidato presidencial,
al que designaron como "Individuo 1", supuestamente relacionado
con esa actividad criminal. Los medios estadounidenses asumieron
universalmente que la fiscalía se refería en ese momento a
Trump. En su momento, el hecho fue noticia nacional. El 7
de diciembre de 2018, The New York Times titulaba: "Fiscales
dicen que Trump dirigió pagos ilegales durante la campaña".
Agregaba el diario que "fiscales federales dijeron que el
presidente Trump dirigió pagos ilegales para evitar un potencial
escándalo sexual que amenazaba sus posibilidades de ganar
la Casa Blanca en 2016, poniendo el peso del Departamento
de Justicia detrás de las acusaciones previamente realizadas
por su exabogado".
Gershman dice que cabe suponer que "pueda haber otros cargos
por obstrucción a la justicia" a partir de los resultados
del llamado informe Mueller. En 2019, el fiscal especial Robert
Mueller entregó su investigación sobre las acusaciones de
interferencia del gobierno ruso en la campaña presidencial
estadounidense de 2016. Dicho informe no encontró prueba concluyente
de que la campaña del entonces candidato Trump estuviera deliberadamente
colaborando con el gobierno ruso. Sin embargo, el informe
documentó una serie de actuaciones controversiales del mandatario
en respuesta a esa investigación. Mueller manifestó entonces
que el Congreso estadounidense debía decidir si le seguía
un "impeachment" o juicio político a Trump por supuesta obstrucción
de justicia, ya que el presidente tenía inmunidad frente a
los canales normales de la justicia penal.
En esa ocasión, el Congreso se abstuvo de abrirle un juicio
político a Trump, aunque sí lo hizo meses después por un caso
distinto, esta vez ante versiones que decían que el presidente
había intentado manipular al gobierno de Ucrania para que
investigara supuestas irregularidades cometidas por Hunter
Biden, el hijo del presidente electo Joe Biden. En diciembre
de 2019 la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata,
acusó formalmente a Trump, pero en febrero siguiente, el Senado,
de mayoría republicana, lo absolvió. Trump fue apenas el tercer
mandatario estadounidense en la historia en enfrentar un impeachment.
Hay expertos que creen que Trump podría afrontar cargos derivados
de la investigación que llevó a cabo el fiscal especial Robert
Mueller.
Como presidente, Trump podría en principio autoperdonarse
por cualquier violación a las leyes federales que hubiese
cometido, aunque no hay antecedentes en la historia del país
de una situación semejante. En cambio, sí ha ocurrido que
un mandatario que enfrenta la posibilidad de cargos criminales
salga del cargo y sea perdonado por su sucesor. Ese fue el
caso en 1974 cuando Richard Nixon renunció después del escándalo
de corrupción de Watergate, y su entonces vicepresidente y
sucesor en el cargo, Gerald Ford, le extendió un perdón judicial
total.
Nixon es hasta ahora el único presidente en la historia de
EE.UU. que ha recibido un perdón total.
"Hay muy poca probabilidad de que Trump enfrente cargos federales,
pues es de esperar que se autoperdone", le dice a BBC Mundo
Norman Ornstein, experto del American Enterprise Institute,
un centro de investigación política de línea conservadora.
En un escenario de derrota electoral, si Trump no se atreve
a autoamnistiarse, dice Ornstein, el mandatario tendría algún
incentivo para renunciar al cargo antes del final de su periodo,
que se cumple el 20 de enero de 2021. En ese escenario hipotético
extremo, el actual vicepresidente Mike Pence quedaría a cargo
para completar los días finales del periodo presidencial y
podría perdonar a Trump por anticipado de cualquier crimen
a nivel federal que hubiese podido cometer. Pero las potenciales
dificultades legales de Trump no terminan ahí, asegura Ornstein.
Los medios estadounidenses han estado ventilando la posibilidad
de que, aparte de cargos federales, Trump también enfrente
cargos criminales a nivel local, le recuerda a BBC Mundo el
exfiscal Gershman.
Detractores del presidente han colgado carteles que piden
su arresto frente a la Casa Blanca.
El 1 de noviembre, la publicación The New Yorker se unía
a muchos otros medios estadounidenses discutiendo un escenario
en el que el fiscal de Nueva York Cyrus Vance, quien ha estado
investigando los negocios privados del presidente, podría
eventualmente acusarlo de irregularidades relacionadas con
su pasado como magnate inmobiliario. En eso concurre Ornstein,
quien le dice a BBC Mundo: "Hay investigaciones agresivas
en curso por el Fiscal General del Estado de Nueva York y
el Fiscal del Distrito de la Ciudad de Nueva York sobre irregularidades
de impuestos y de otra índole potencialmente cometidas antes
de que Trump fuese presidente". A diferencia de los cargos
federales, los de nivel local no son susceptibles de perdón
presidencial.
Los expertos insisten en que no hay seguridad de que las
autoridades decidan emprender estas acciones en contra de
Trump, incluso si creyesen que existe evidencia para justificarlo.
Ya en 1974 el gobierno de la época decidió que enjuiciar a
Nixon solo extendería la agonía del escándalo de Watergate,
y, alegando conveniencia nacional, prefirió perdonarlo. Al
respecto, Joe Biden dijo el pasado 6 de agosto en una entrevista
que, en caso de ser elegido presidente, ni se opondría ni
impulsaría un proceso penal contra Trump, dejando esa decisión
enteramente a los fiscales del Departamento de Justicia. Si
esos fiscales federales, o los del estado de Nueva York, finalmente
deciden adelantar un proceso contra Trump, no será una situación
que se resuelva rápidamente. Por cuenta de los litigios previos,
un juicio fácilmente podría tomar meses o incluso años en
comenzar, le dice Gershman a BBC Mundo Si fuera encontrado
culpable por cargos como los que se han discutido, Trump podría
enfrentar una pena "de años, no de meses" en prisión, advierte
el académico. "La ley aplica para todos", recuerda Gershman.
Ornstein, por su parte, sospecha que los fiscales de Nueva
York seguirán adelante con sus investigaciones contra Trump.
"No creo que terminen sus esfuerzos contra Trump cuando deje
su cargo. Trump es vulnerable, y lo sabe", le dice Ornstein
a BBC Mundo.
Norman Jay Ornstein es un politólogo estadounidense y académico
residente en el American Enterprise Institute, un grupo de
expertos conservadores de Washington D.C. Es coautor de Es
incluso peor de lo que parece: cómo el sistema constitucional
estadounidense chocó con la nueva política del extremismo.
Por qué la victoria de Kamala Harris también es una
victoria para las madres científicas. Shyamala, la madre
de la próxima vicepresidenta de EE UU, es un modelo
a seguir para las científicas que son madres:
Kamala Harris (izquierda); su hermana pequeña, Maya,
y su madre, Shyamala Gopalan, en 1970.
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Desde el 'look' de Bernie Sanders hasta la confusión
con Ivanka Trump y Lady Gaga: las anécdotas de la investidura
de Joe Biden. Guillermo Fesser narra desde Estados Unidos
los detalles que han marcado el juramento de bandera
del nuevo presidente, Joe Biden: "Es un momento en el
que lo que hace falta es cerrar heridas".
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Los críticos del presidente Donald Trump han alertado durante
meses que en la elección de hoy en Estados Unidos hay algo
especial en juego: la propia república. Se trata de alarmas
que quizás hayamos escuchado en elecciones de otros países,
pero que resultan extraordinarias para EE.UU., la nación más
poderosa del mundo. El candidato presidencial demócrata, Joe
Biden, ha dicho en distintas ocasiones que en el voto irá
la democracia o la personalidad del país. "Esta es la elección
más importante en mucho, mucho tiempo", dijo Biden este mes.
Veamos entonces lo que ha dicho el veterano halcón republicano
John Bolton, quien sirvió por más tiempo como asesor de seguridad
nacional de Trump, al señalar que éste supone un "peligro
para la república". "Espero que (la historia) lo recuerde
como un presidente de un mandato que no sumió al país de manera
irremediable en una espiral descendente que no podamos recordar.
Podemos superar un mandato", indicó Bolton en junio a la cadena
ABC News. "Dos mandatos, me preocupan más". La cuestión, por
lo tanto, es cuán diferente serían otros cuatro años de gobierno
de Trump y por qué la posibilidad de su reelección inquietó
a muchos.
El presidente ha evitado presentar un plan concreto de gobierno
para un segundo mandato. Esto no sólo va a contramano de lo
que suele ocurrir en las campañas electorales de EE.UU., sino
que es llamativo en un país enfrentado a una pandemia de coronavirus
que ya ha matado a más de 228.000 personas y causó su peor
colapso económico en décadas.
John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump, indicó
que una reelección del presidente seria peligrosa.
Lo que Trump planteaba en grandes términos era lograr una
vacuna para frenar el avance descontrolado del covid-19 en
el país y volver a la senda de crecimiento previa a la crisis,
cuando el desempleo estaba en mínimos históricos. "Tenemos
que hacer que nuestro país sea totalmente exitoso, como lo
era antes de que llegara la plaga de China", dijo el mandatario
en su último debate con Biden el pasado Octubre. "El éxito
nos unirá; estamos en el camino del éxito". Trump también
advirtió que un triunfo de Biden sería demoledor para
EE.UU. porque hundiría la economía con regulaciones e impuestos
de "izquierda radical", y lanzó fuertes ataques contra
sus críticos (de Bolton dijo que es "un idiota" que "todo
lo que quería hacer era lanzar bombas a todos"). Pero la falta
de propuestas nuevas de parte de Trump contrastó incluso
con su campaña de 2016, cuando entró a la política como empresario
de bienes raíces y presentador de realitys con promesas concretas
y polémicas como renegociar el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) o retirar a EE.UU. del acuerdo climático
de París, cosas que hizo, o construir un muro a lo largo de
toda la frontera con México, lo cual no cumplió.
"¡Construye el muro! ¡Construye el muro! ¡Construye
el muro!". Este fue uno de los cánticos más repetidos
por los fervientes seguidores de Donald Trump en sus
mítines de campaña por la presidencia en 2016. Rápidamente,
el "infranqueable, grande y hermoso muro" que iba a
construir Trump en la frontera entre Estados Unidos
y México se convirtió en una de las promesas bandera
de su candidatura. La propuesta venía acompañada, además,
de otro compromiso: México iba a pagar los costos de
la ambiciosa obra.
"Ya hemos construido 300 millas (480 kilómetros) del
muro fronterizo", exclamó Trump el 28 de agosto en un
mitin en New Hampshire, recién terminada la Convención
Nacional Republicana.
"El muro pronto estará listo y nuestros números en
la frontera son los mejores de la historia. Por cierto,
México está pagando por el muro, por si no lo sabían",
añadió el mandatario. Desde entonces, en todos sus actos
de campaña, incluidos los de Florida y Pensilvania en
su reaparición tras el contagio de covid-19, Trump insistió
en estas dos ideas: que el muro avanzaba rápidamente
y que la factura estaba del lado mexicano. ¿Son verídicas
estas cifras? ¿Cuál es la situación actual del muro?
La frontera entre Estados Unidos y México tiene una
longitud de 3.142 kilómetros. Antes de que Trump llegara
a la Casa Blanca, había barreras o vallas de separación
en un tercio de la frontera, unos 1.050km.
En las zonas más urbanas, las barreras están hechas
para impedir el paso de peatones y vehículos. Las vallas
son de diversos tipos: en algunos segmentos son paneles
de chapa o acero corrugado, en otras partes hay una
malla de alambre o varias superpuestas, y en ciertos
sectores, hay barras verticales que miden entre 5,5
y 9,1 metros de altura colocadas sobre cemento y separadas
por pequeños espacios.
En las áreas más remotas, el gobierno usa "cercas vehiculares",
que son postes de madera cruzados (generalmente obtenidos
de las vías ferroviarias) que impiden el paso de vehículos
pero que pueden ser superados por peatones. En el puesto
fronterizo entre San Diego y Tijuana, las vallas se
adentran hasta 100 metros en el mar y están hechas por
materiales resistentes al óxido y la corrosión salina.
El muro o valla separa a San Diego y Tijuana y se adentra
unos 100 metros en el mar.
En el resto de la frontera, donde hay zonas montañosas,
desiertos, humedales y canales en torno al río Bravo
(o río Grande), no existe una estructura hecha por el
ser humano: la naturaleza forma su propia barrera. En
algunos puntos, la frontera tiene dos o hasta tres capas
de barreras, una detrás de otra. Las autoridades se
refieren a ellas como barreras primarias, secundarias
y terciarias.
Durante la campaña de 2016, Trump prometió
construir el muro a lo largo de toda la frontera. Posteriormente
aclaró que solo cubriría la mitad, dado que la naturaleza
se encarga del resto. Las dificultades para encontrar
financiación para el muro retrasaron los planes del
presidente. A mediados de 2019 la Corte Suprema autorizó
al gobierno a usar US$2.500 millones del Pentágono para
fortificar la frontera con México. A unas semanas de
las elecciones y con más de tres años y medio de gobierno
en la espalda, Trump se jactó de que el muro
estaba prácticamente listo.
The Art of the Deal", demuestra que no
sigue sus propios consejos en su batalla por sellar
la frontera con México. Una guía práctica para negociar
(que en realidad fue escrita por Tony Schwartz).
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Lo que parece claro es que esta elección en EE.UU., más que
una disyuntiva entre dos programas, se ha vuelto un voto a
favor o en contra del presidente y su estilo de gobierno.
Y esto es lo que desveló a muchos: la idea de que Trump,
si era reelecto, se sentiria legitimado para dar rienda suelta
a sus impulsos, sin tener que someterse otra vez a las urnas
personalmente.
"La preocupación que tengo, hablando como republicano conservador,
es que una vez que terminen las elecciones, si el presidente
gana, desaparezca la restricción política", dijo Bolton. "Y
como no tiene una base filosófica, no se sabe qué pasará en
un segundo mandato". Julian Zelizer, un historiador presidencial
en la Universidad de Princeton, señala que en EE.UU. "no hay
mucha evidencia de presidentes que hagan lo que quieran" en
sus segundos mandatos y, en cambio, sí hubo varios que trabajaron
más cerca con el Congreso y la oposición. Pero, ¿seria ese
el caso de Trump? Zelizer no está seguro y observa que el
presidente ha mostrado poca disposición a adaptar su agenda
para alcanzar acuerdos amplios.
Trump se mantuvo con una base firme de apoyo a su gestión
de alrededor de 40% según encuestas. Finalmente obtuvo 74,2
millones de votos. 2,8 millones de votantes menos que su rival
demócrata.
"Creo que la gran diferencia sería realmente su falta de
voluntad para cambiar de rumbo como hicieron otros presidentes,
y que él tan solo redoblaría lo que sería un período bastante
disfuncional de cuatro años, sin mucho progreso en la legislación",
dice Zelizer a BBC Mundo.
Aunque las encuestas señalaban que Biden aventajaba al presidente
a nivel nacional, la elección se esperaba en varios estados
"péndulo", como acabó sucediendo, y la simple perspectiva
de una repetición del gobierno de Trump es una pesadilla para
una parte de EE.UU. La oposición demócrata centró su
campaña en la respuesta del mandatario a la crisis del coronavirus,
y sus reiterados intentos de relativizar la gravedad de la
pandemia, contradecir a expertos o sugerir soluciones sin
base científica. Pero al mandatario le reprochaban muchas
otras cosas, como avivar tensiones políticas y raciales, rodearse
de asesores que acabaron procesados por diferentes delitos,
o promover investigaciones contra sus rivales políticos.
También fue fustigado, incluso por militares, por haberse
ido a sacar una foto en una iglesia cercana a la Casa Blanca
después que la policía dispersara a la fuerza una protesta
pacífica en la zona. Y distintos activistas se inquietaron
por la posibilidad de que un nuevo gobierno de Trump acentuase
las desregulaciones ambientales y políticas migratorias como
la separación de familias inmigrantes en la frontera con México
o las restricciones a quienes buscan asilo en EE.UU. "Las
señales claras del presidente Trump en esta campaña por un
segundo mandato dejan ver que no sólo va a seguir imponiendo
políticas para menoscabar los derechos", dijo Erika Guevara-Rosas,
directora para América de Amnistía Internacional, a BBC Mundo.
"Además busca transformar totalmente el aparato legal y de
política pública sobre temas de migración y asilo en EE.UU.",
agregó. "Eso sí es sumamente preocupante".
La separación de familias de inmigrantes en la frontera de
EE.UU. con México durante el gobierno de Trump causó indignación
internacional.
Por otro lado, Trump encontró durante su primer mandato límites
derivados del equilibrio de poderes en EE.UU. La Corte Suprema
de Justicia emitió algunos fallos recientes contrarios a la
voluntad del presidente en temas como la inmigración o el
acceso de fiscales a sus declaraciones de impuestos. Y el
Congreso sometió a Trump a un impeachment por abuso de poder
y otros cargos de los que fue absuelto en febrero por la mayoría
republicana que controlaba el Senado. Pero Trump ya nombró
a tres jueces de la Corte Suprema y muchos temian que, si
era reelecto, la nueva supermayoría conservadora que habría
consolidado en el máximo tribunal sintonizase mejor con la
agenda del presidente.
Otros preveían que el riesgo de un conflicto institucional
aumentaría en un segundo mandato de Trump si el Congreso fuera
controlado totalmente por la oposición demócrata.
Eric Posner, profesor de derecho en la Universidad de Chicago,
sostenia que "hay buenas razones para preocuparse por un segundo
mandato de Trump" y mencionó la degradación de la independencia
política que solían tener departamentos de gobierno como los
de Justicia y Seguridad Interior, o el Servicio Exterior de
EE.UU. Pero este académico, autor del libro "El manual del
demagogo: la batalla por la democracia estadounidense desde
los fundadores hasta Trump", señaló también que el
presidente nunca se rehusó a obedecer las órdenes judiciales
ni buscó obtener poderes extra del Congreso, como hizo el
líder ultranacionalista húngaro Viktor Orbán durante la pandemia.
"Soy escéptico de que él vaya a crear una dictadura. No creo
que Trump tenga tanto poder, que tenga suficiente apoyo popular
o que las otras instituciones del gobierno cedan ante una
destrucción real de la democracia", dijo Posner a BBC Mundo.
"Trump tiene mucho más interés en sí mismo, hambre de poder
y una cierta ignorancia sobre nuestras tradiciones constitucionales
que presidentes anteriores", observaba. "Pero aún pienso que
estará limitado por nuestras instituciones". Sin embargo,
tan sólo la idea de poner esas instituciones a nuevas pruebas
también causó escalofríos a los críticos del presidente.
José Andrés reparte alimentos entre los militares que
custodian el Capitolio. El chef asturiano, que participará
en la ceremonia de investidura de Joe Biden, apoya estos
días a la Guardia Nacional en Washington con su ONG
World Central Kitchen:
Nancy Pelosi y José Andrés, el pasado sábado en Washington.
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En la víspera de la investidura de Joe Biden como presidente
de Estados Unidos, el proceso de traspaso de poder sigue
dejando escenas insólitas. Después de más de dos meses
sin aceptar los resultados de las elecciones del 3 de
noviembre, el presidente Donald Trump optó por despedirse
del cargo con un video de casi 20 minutos. En su discurso,
en el que le deseó suerte al nuevo gobierno, Trump no
pronunció una sola vez el nombre de su sucesor. Una
actitud que está en línea con el hecho de que en todo
este tiempo de transición, Trump no ha felicitado a
Biden por su triunfo ni lo ha invitado al Despacho Oval
de la Casa Blanca, como es tradición.
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