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21 - Abril - 2021
>>>> Ser humano > Segregación XXIII

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Estados Unidos asiste al final del juicio contra el expolicía Derek Chauvin por la muerte del afroamericano George Floyd con las emociones a flor de piel, de luto nacional por los recientes tiroteos de civiles armados y en plena conmoción por las últimas muertes de hombres negros cuando estaban siendo detenidos. En Brooklyn Center, un suburbio de Minneapolis (Minnesota) a 15 minutos en coche del tribunal que juzga a Chauvin, las protestas continúan por el disparo mortal a Daunte Wright, de 20 años, efectuado por una agente que trataba de arrestarlo y que, según cree la policía, confundió la pistola paralizante con la de fuego real. También en Chicago se celebran manifestaciones tras publicarse el vídeo de un chico de 13 abatido tras una persecución policial. El dramático fallecimiento de Floyd, cuyas imágenes grabadas en vídeo dieron la vuelta al mundo, provocó una movilización global contra el racismo y ha convertido este juicio en algo más que un proceso contra un agente. Eso es, sin embargo, lo que deben juzgar únicamente los 12 hombres y mujeres que forman el jurado y que costó seleccionar en un caso tan sensible y político como este.

El proceso más mediático en años, quizá en décadas, llega a su recta final este lunes con las argumentaciones finales de la Fiscalía y la defensa. Estas son las claves tras tres semanas de juicio. Un trágico día de homenaje a los caídos. El 25 de mayo de 2020, que era un lunes festivo en Estados Unidos, la policía de Minneapolis recibió la llamada del dependiente de un comercio, Cup Foods, denunciando que un hombre había comprado tabaco con un billete falso de 20 dólares. Los agentes acudieron y detuvieron a George Floyd, de 46 años, que se hallaba dentro de un automóvil aparcado junto a la tienda. En un principio, Floyd opuso resistencia, pero en poco tiempo fue doblegado. Tumbado en el suelo, boca abajo, el agente Derek Chauvin lo mantuvo inmovilizado con la rodilla sobre su nuca durante más de nueve minutos, pese a que había dejado de resistirse y gritaba que no podía respirar. En los últimos minutos la víctima estaba inerte y el agente no levantó la presión ante el estupor del público presente. Otros dos policías le ayudaron en la inmovilización y otro controlaba a los viandantes. Estos también afrontan cargos, aunque de menor gravedad, y serán juzgados más adelante. El marco legal de la inmovilización con la rodilla. El bloqueo con la rodilla sobre el cuello es una técnica legal ante un detenido que se resiste o se muestra agresivo, si bien departamentos de policía de diferentes Estados la han prohibido por violenta y por los riesgos que conlleva. En Minneapolis estaba permitida, pero la Fiscalía se ha centrado durante el proceso en que Chauvin la utilizó durante un tiempo prolongado sin que, como se ve en las grabaciones, Floyd se moviese o se mostrase peligroso. Uno de los testimonios clave del juicio ha sido precisamente el del jefe de la policía local, Medaria Arredondo, quien acusó al agente de violar la política del cuerpo: “Una vez Floyd dejó de resistirse, debió parar”. Además, también incumplió el deber de proporcionarle ayuda médica cuando se mostró inconsciente.

Drogas, asfixia y causa de la muerte. La defensa de Chauvin ha tratado de argumentar que Floyd falleció por el efecto de las drogas que había consumido y no por asfixia. El informe toxicológico recoge que el fallecido tenía en su organismo fentanilo y metanfetaminas, pero los expertos médicos aportados por la Fiscalía -un experto en el aparato respiratorio, Martin J. Tobin, y un facultativo del Departamento de Policía de Louisville, Bill Smock- sostuvieron que la muerte ocurrió por falta de oxígeno. Smock, en concreto, aseguró que el comportamiento de Floyd no era compatible con el de una persona con sobredosis de fentanilo. Por el contrario, el exjefe médico del Estado de Maryland, David Fowler, llamado a declarar por la defensa, señaló que no estaba probado que la rodilla de Chauvin hubiese provocado daños y que Floyd murió principalmente por sus problemas de corazón, aunque sí admitió que el paro cardíaco podría haberse revertido de haber recibido atención médica adecuada en los minutos posteriores tras quedar inconsciente.

Los cargos y la dificultad de condenar a un policía. Chauvin está acusado de tres cargos: homicidio imprudente en segundo grado; asesinato en segundo grado, que implica intención en el instante, pero no premeditación ni voluntad previa; y asesinato en tercer grado, que el Estado de Minnesota define como el cometido por alguien que, aunque no busca el objetivo de matar, causa muerte actuando de forma peligrosa, con una mentalidad depravada y sin cuidado por la vida humana. Pocos policías son acusados en Estados Unidos de algunos de estos delitos por hechos ocurridos en acto de servicio y menos aún, condenados. El profesor de Justicia Penal de la Universidad de Ohio, Philip M. Stinson, calculó que, desde 2005, sólo 121 han sido imputados, cuando las muertes a manos de la policía ascienden a un millar al año. El principal motivo es que, según una decisión del Tribunal Supremo de 1967, las violaciones de derecho por parte de las fuerzas del orden, cuando se llevan a cabo “de buena fe”, en una operación, gozan de “inmunidad cualificada”. En 2015, el mismo tribunal precisa que esto se aplicaría salvo que se trate de la violación de derechos “reglamentarios y constitucionales claramente establecidos”, lo que no ha solucionado el problema. Un jurado ante la historia. El reverendo neoyorquino Al Sharpton, histórico y controvertido activista por los derechos civiles, dijo poco antes de comenzar el juicio: “Chauvin está en el banquillo, pero Estados Unidos está siendo juzgado”. Eso es precisamente lo contrario que se le ha pedido al jurado, una docena de hombres y mujeres del condado de Hennepin que, en resumen, deben determinar si Chauvin causó la muerte a Floyd con su rodilla o contribuyó a ella, pero cuya decisión va a marcar la historia. El tribunal intenta elegir a los miembros de un jurado entre personas que no tienen opiniones preconcebidas sobre un caso. Esta vez ha sido imposible. La mayoría ha visto al menos fragmentos del vídeo y 10 de los 15 seleccionados (dos son suplentes y otro abandonó) admitieron tener una opinión “algo negativa” del acusado, si bien parecían moderados y se veían capaces de dejar al margen sus prejuicios.

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La policía de Chicago ha difundido un vídeo grabado recientemente en el que se ve cómo el adolescente de origen hispano Adam Toledo fue muerto a tiros por el agente Eric Stillman cuando tenía las manos en alto. La filmación, de 9 minutos y 22 segundos, fue realizada por una de las cámaras reglamentarias que llevan en su uniforme los policías, y muestra la persecución de Toledo por Stillman, primero en coche y después a pie. El agente había acudido a la zona por una denuncia de un tiroteo. Es como una película. Solo que aquí la sangre y la muerte es real. "¡Para!", grita en varias ocasiones el policía a Toledo, que llevaba una pistola y estaba huyendo por un callejón. Stillman da un empujón a un transeúnte y sigue corriendo tras Toledo que, al cabo de unos segundos, se detiene y, aunque la calidad de la grabación no permite verlo con claridad, arroja al suelo la pistola que llevaba consigo. Adam Toledo entonces se para mirando al policía y alza los brazos. "¡Para de una puta vez!" vuelve a decir el agente que, inmediatamente, dispara, a una distancia de unos cuatro o cinco metros, a Toledo, que cae al suelo herido de muerte. En el resto del vídeo se ve al policía tratando de reanimar a Adam Toledo. Pero es tarde. El adolescente no se mueve. Vestido con unas zapatillas de deporte, una sudadera azul y una gorra, con los ojos, muy abiertos y sin pestañear, y la boca, de par en par y llena de sangre, Toledo, que acaba de fallecer, parece estar en una escena de Hollywood. Pero es real.

Manifestantes protestan por la muerte de Adam Toledo, a principios de Abril, en Chicago.

La muerte de Adam Toledo, que se produjo el 29 de marzo, amenaza con volver a encender las tensiones raciales y sociales en Estados Unidos por la actuación de las fuerzas de la policía de ese país. La grabación fue difundida cuando continuaba en la ciudad de Minneapolis, no muy lejos de Chicago, el juicio contra el policía Dereck Chauvin, que en mayo causado causó la muerte por asfixia del afroamericano George Floyd, en un incidente que desencadenó la mayor oleada de violencia racial de Estados Unidos en 52 años. En estos días se han difundido otros dos casos - uno en Minneapolis, el otro en Virginia - que, para los críticos de la actuación policial, revelan el presunto sesgo racista y violento de los agentes. En esta ocasión, la familia de Toledo ha pedido a sus conciudadanos que "expresen de manera pacífica" su rechazo a la acción de Stillman, que ha sido relevado de su cargo.

Derek Chauvin permanecerá en una unidad segregada de máxima seguridad en prisión, mientras espera sentencia, según informó un portavoz de la cárcel, luego de que un jurado lo declarara culpable del homicidio de George Floyd este martes. El mismo día lo trasladaron a la prisión estatal de Minnesota, en Oak Park Heights, donde esperará su sentencia, dijo la portavoz del Departamento de Correcciones, Sarah Fitzgerald. Esa instalación se encuentra en Stillwater, a unos 38 kilómetros al este del centro de Minneapolis. Allí, a Chauvin se le ubicó en una unidad de control administrativo. Es decir, una unidad segregada de máxima seguridad que está separada de la población general de la prisión, dijo Fitzgerald.

«Está en estado de ‘segregación administrativa’ por su seguridad», escribió Fitzgerald a CNN en un correo electrónico. «La segregación administrativa se utiliza cuando la presencia de alguien en la población general (de la prisión) es un problema de seguridad», añadió. La portavoz agregó que Chauvin está en la prisión por un acuerdo entre la Oficina del Sheriff del condado de Hennepin y el Departamento de Correccionales de Minnesota.

Chauvin será sentenciado en unas ocho semanas —aproximadamente en la segunda semana de junio—, indicó este martes el juez Peter Cahill. La fecha precisa está por anunciarse. El expolicía tenía libertad bajo fianza desde octubre, pero Cahill la revocó tras el veredicto de culpabilidad. Por lo que ahora esperará su sentencia en prisión.

Peter Cahill es el juez en el juicio de Derek Chauvin. Fue nombrado miembro del Cuarto Circuito Judicial en 2007 y ha ganado la reelección en tres ocasiones. Su mandato actual expira en 2027, según su perfil en el sitio web de la Rama Judicial de Minnesota.

Cahill tiene más de 30 años de experiencia ejerciendo el derecho en Minnesota y ha enseñado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Minnesota, la Facultad de Derecho Mitchell Hamline y la Facultad de Derecho de la Universidad de St. Thomas, según su perfil. Cahill decidirá la sentencia de Chauvin en junio.

Cahill ha ganado notoriedad y «elogios» en su labor en el juicio contra Chauvin, según reportó The New York Times. Quienes lo conocen lo han descrito como un juez «audaz y decisivo», «cordial y respetuoso». En el mediático caso por la muerte de George Floyd, el juez de Minnesota inculcó a los miembros del jurado el imperativo de separar sus puntos de vista sobre la raza y Chauvin de las pruebas y la evidencia que los fiscales entregaran en la sala del tribunal. El juez estaba perturbado cuando la ciudad de Minneapolis anunció un acuerdo civil de US$ 27 millones con la familia de Floyd antes del juicio. Según The New York Times, ese acuerdo «generó temores de que el jurado se dejara influir», y también generó temores de que podría influir en «el fallo de una corte de apelaciones sobre los cargos contra Chauvin». Este martes, el juez Cahill hizo un llamado para que funcionarios no hiciera comentarios «irrespetuosos» sobre el juicio y sobre su función como administradores de justicia, sobre todo por la naturaleza mediática del mismo. «Me gustaría que los funcionarios electos dejaran de hablar sobre este caso, especialmente de una manera que es irrespetuosa al estado de derecho y al poder judicial y nuestra función», dijo Cahill. «Creo que si quieren dar su opinión, deben hacerlo de forma respetuosa y coherente con su juramento a la Constitución, de respetar una rama de gobierno coigual».

El juez ya se había pronunciado de una manera similar en junio de 2020, cuando se realizaban las audiencias preliminares del caso. Cahill hizo un llamado a los abogados o funcionarios relacionados en el juicio para que no hicieran comentarios en público sobre los méritos del caso, posibles pruebas o culpabilidad o inocencia, aunque no emitió una orden de silencio formal. El juez del caso amonestó tanto a la fiscalía como a la defensa para asegurarse de que cualquier persona sobre la que tengan influencia cese cualquier comentario público indebido. Cahill también ofreció una advertencia severa, indicando que cualquier declaración pública inapropiada adicional sobre el caso podría resultar en un cambio de lugar a otro lugar que no sea Minneapolis, aunque al final el juicio se llevó a cabo en la ciudad. También, en «un hecho sin precedentes», según NPR, Cahill permitió que ingresaran cámaras a la corte para trasmitir la totalidad del juicio ya que por la pandemia de covid-19 el espacio en la corte era muy reducido. «La única forma de reivindicar el derecho constitucional de los acusados ??a un juicio público y los derechos constitucionales de los medios y el público de acceso a los juicios penales es permitir la cobertura de audio y video del juicio», dijo el juez. Y sus decisiones en otros casos también le han dado una alta credibilidad como juez. Como en 2015, cuando Cahill desestimó los cargos contra los organizadores de una marcha de Black Lives Matter, diciendo que la protesta fue pacífica. Y en 2019, le dio casi la máxima sentencia a un prominente entrenador de patinaje sobre hielo por abuso sexual, reportó The New York Times.

Arte urbano del graffitero dominicano Jesús Cruz Artiles en el Mauerpark de Berlín.

El juez Peter Cahill dijo este martes que pasarán otras ocho semanas antes de Derek Chauvin sea sentenciado. Y aunque el expolicía tenía libertad bajo fianza desde octubre, Cahill la revocó tras el veredicto, por lo que ahora esperará la sentencia en la cárcel. Cahill dijo que el tribunal examinaría los argumentos escritos de Derek Chauvin «dentro de una semana» y emitiría conclusiones fácticas al respecto. Luego ordenarán un informe de investigación previo a la sentencia, que debe terminarse «en cuatro semanas». Eso será seguido por una sesión informativa sobre el informe de la investigación previa a la sentencia dentro de seis semanas y «dentro de ocho semanas tendremos sentencia». Ahora vienen meses decisivos para Peter Cahill en un caso donde la familia de Floyd espera se haga justicia, pues la decisión del juez podría «ser un gran paso hacia adelante para encontrar justicia en Estados Unidos», como dijo el presidente Joe Biden este martes.

La sentencia de Chauvin dependerá de varios factores. Entre ellos, las pautas de sentencia establecidas por el estado y también si es el juez decide ir más allá de esas directrices debido a ciertas circunstancias. Técnicamente, Chauvin podría enfrentar hasta 40 años de prisión por homicidio no intencional en la comisión de delito grave, hasta 25 años por homicidio no intencional con desprecio por la vida y hasta 10 años por homicidio accidental. Sin embargo, Chauvin no tiene antecedentes penales. Por lo que, de acuerdo a las pautas de sentencia del estado, la condena hipotética por homicidio no intencional en la comisión de delito grave y homicidio no intencional con desprecio por la vida es de 12,5 años. El juez deberá decidir en última instancia si dictar una sentencia entre 10 años y ocho meses, y 15 años para cada cargo. El homicidio accidental conlleva una sentencia hipotética de cuatro años para alguien sin antecedentes, de acuerdo con las directrices. El criterio del juez puede variar entre los tres años y cinco meses a los cuatro años y ocho meses.

Sin embargo, los fiscales han pedido una sentencia más severa que la que ofrecen las pautas. En dos solicitudes presentadas el año pasado, los fiscales dijeron que cinco factores agravantes justifican el aumento de la sentencia. Estas condiciones incluyen que Floyd era especialmente vulnerable, que fue tratado con especial crueldad y que había niños presentes cuando se cometieron los delitos.

"¿Es ese el valor de un hombre negro?, ¿20 US$?". La pregunta en 2020 del hermano de George Floyd, Philonise Floyd, que habló ante un comité de la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos. "Depende de ustedes asegurarse de que su muerte no fue en vano", dijo.

Si el juez acepta y aplica los factores agravantes, la sentencia de Chauvin se ubicaría en una parte superior del rango legal. Las condenas por los tres delitos probablemente se cumplirían al mismo tiempo, no de forma consecutiva. «Generalmente, cuando un acusado es condenado por múltiples delitos actuales… podría esperarse la sentencia simultánea», de acuerdo a las pautas.

Se espera que los otros tres policías que enfrentan cargos por la muerte de Floyd sean juzgados en conjunto en agosto. Tou Thao, Thomas Lane y J. Alexander Kueng fueron acusados de cargos por instigación y complicidad en homicidio no intencional en la comisión de un delito grave e instigación y complicidad en homicidio accidental.

Horas después de que Derek Chauvin fuera declarado culpable de homicidio, familiares de George Floyd dijeron que podían volver a respirar. «Con solo escuchar esas palabras, culpable y culpable y culpable de todos los cargos, ese será un momento que siempre tendré dentro de mí», dijo a CNN el hermano de Floyd, Philonise Floyd. «Esto es monumental, esto es histórico, este es un momento crucial en la historia».

Y mientras multitudes en los Estados Unidos celebraron el veredicto, muchos le recordaron a la nación que hay un largo camino por delante para el trabajo sobre la justicia racial. Entre ellos se encontraban familiares que dicen que nunca vieron justicia después de que sus seres queridos murieron luego de encuentros con la policía.

Después del terrible asesinato de George Floyd, artistas pintan murales en homenaje a él y como forma de protesta.

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El padre de Elijah McClain, LaWayne Mosley, dijo que aunque nada traerá de vuelta a Floyd o McClain, estaba «feliz por la familia de George Floyd de que los agentes que lo mataron hayan sido responsabilizados». McClain, un hombre negro de 23 años, murió en agosto de 2019, tres días después de que la policía de Aurora, Colorado, lo detuviera, lo sometiera a una retención carotídea y le inyectaran ketamina. No se presentaron cargos contra los agentes porque, como escribió el fiscal de distrito el año pasado, los fiscales carecían de pruebas para demostrar que los agentes causaron la muerte de McClain o que su uso de la fuerza no estaba justificado. Esta semana, el abogado de Mosley dijo que si bien la familia estaba «satisfecha» por el resultado del martes, «los fiscales de Colorado no han mostrado el mismo compromiso de responsabilizar a los agentes por el asesinato de civiles». «Hasta ahora, no hemos visto ningún cargo contra quienes asesinaron a Elijah McClain, un joven negro inocente que caminaba a casa ocupándose de sus propios asuntos», dijo la abogada Mari Newman en un comunicado. «Y, a diferencia de la ciudad de Minneapolis, que reconoció sus propios fracasos al despedir a los agentes que mataron a George Floyd y proporcionó algún remedio a la familia del Sr. Floyd, Aurora, Colorado, continúa negando la responsabilidad por matar a Elijah McClain, se niega a despedir a todos los agentes que mataron a Elijah McClain y no intervinieron para detener el escandaloso uso de la fuerza en su contra, y no ha proporcionado ningún remedio a la familia de Elijah».

Elijah Jovan McClain era un masajista negro de 23 años de Aurora, Colorado, que murió después de que la policía lo sometiera a un estrangulamiento y los paramédicos lo sedaran.

En una publicación de Facebook después del anuncio del veredicto, la madre de Breonna Taylor tuvo un mensaje breve pero poderoso: «Gracias a Dios». Taylor, una aspirante a enfermera de 26 años, fue asesinada a tiros por agentes de Louisville en su propia casa durante una redada policial fallida en marzo de 2020. Uno de los tres agentes implicados en la muerte de Taylor fue acusado de cargos de peligro injustificado en primer grado. No fue acusado de causar su muerte, sino de disparar «sin sentido y a ciegas» en su apartamento. Se declaró inocente. Los otros dos agentes que también dispararon durante la redada no fueron procesados. La madre de Taylor, Tamika Palmer, publicó más tarde el martes en Twitter que «esto no ha terminado». «Hoy se ha hecho justicia pero no (hemos terminado) luchando por justicia para todas las víctimas y familias (que) no han recibido la suya», escribió.

Breonna Taylor, de 26 años, era una empleada de la salud y trabajaba en emergencias. Más de 60 detenidos en 2020 en Louisville en las protestas por el asesinato de Breonna Taylor Taylor, de 25 años, fue asesinada en su propia casa en marzo cuando tres policías vestidos de civil entraron en su domicilio, por error, confundiendo a su novio con otra persona.

Anthony Scott, el hermano de Walter Scott, dijo que un veredicto de culpabilidad por sí solo «no es justicia». «Floyd, Walter y todos los demás hashtags están muertos. Se han ido. ¿Es eso justicia? … Es un sentido de justicia, pero están muertos. Nunca podremos traerlos de vuelta otra vez», dijo a WCIV, afiliada de CNN. Walter Scott, un hombre negro de 50 años, recibió un disparo mortal en la espalda en 2015 por un oficial de policía de Carolina del Sur. Estaba desarmado y huía del oficial después de una parada de tráfico por una luz trasera rota. El video del teléfono celular de un transeúnte capturó al oficial disparándole a Scott por la espalda. En 2017, el agente fue sentenciado a 20 años en una prisión federal. Esta semana, un juez federal rechazó su moción para anular la sentencia de prisión. «Ahora, que estamos recibiendo la verdad por la que hemos estado atravesando desde siempre, y viendo la verdad que hemos estado viendo en la vigilancia policial en Estados Unidos, esto no es nada nuevo para nosotros. Simplemente está saliendo a la luz», dijo Anthony Scott a la afiliado el martes. Y aunque la condena de Chauvin ayudará tanto a la familia de Floyd como al país a comenzar a sanar, Scott dijo que «no consiguió el cambio que necesitamos en Estados Unidos».

El 4 de abril de 2015, Walter Scott recibió un disparo mortal en North Charleston, Carolina del Sur, por Michael Slager, un oficial de policía de North Charleston. Slager había detenido a Scott por una luz de freno que no funcionaba. Slager fue acusado de asesinato después de que apareció un video que lo mostraba disparando a Scott por detrás mientras éste huía, lo que contradecía el informe de Slager sobre el incidente. La diferencia racial llevó a muchos a creer que el tiroteo fue por motivos raciales, lo que generó una controversia generalizada.

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Siete casos de muertes violentas de ciudadanos negros que han generado grandes protestas en EE.UU.

2020 — George Floyd, Minneapolis, Minnesota.

George Floyd, un hombre negro, de 46 años, murió después de que el agente Derek Chauvin, de la Policía de Minneapolis, le pusiera una rodilla en el cuello durante más de ocho minutos. Chauvin fue despedido y luego acusado de dos cargos de homicidio involuntario. Chauvin está detenido y se espera su comparecencia en corte la próxima semana. Este miércoles, el fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, aumentó los cargos contra el exagente de la Policía de Minneapolis Derek Chauvin a homicidio sin premeditación. También acusó a los otros tres agentes involucrados en el incidente de ayudar e incitar el homicidio sin premeditación. Antes de su muerte, Floyd suplicó por su vida diciéndole a los policías que no podía respirar. El hombre había sido arrestado luego de que la Policía recibiera una llamada de emergencia en la que se denunciaba que el hombre había pagado con un billete falso en una tienda de comestibles y se había marchado. Un día después de la muerte de George Floyd, cientos de personas se reunieron en la misma intersección donde Floyd fue inmovilizado y luego marcharon a una comisaría policial para protestar por su muerte. Los manifestantes corearon “Sin justicia no hay paz” y “No puedo respirar”. Durante la primera semana se han registrado protestas masivas en varias ciudades de Estados Unidos, con enfrentamientos entre policías y manifestantes, toques de queda y despliegue de la Guardia Nacional en varias ciudades. También se registraron incendios y saqueos en varias ciudades.

2015 — Freddie Gray, Baltimore.

El 12 de abril de 2015, la Policía de Baltimore arrestó a Freddie Gray por un cargo relacionado con armas. La Policía dice que cuando Gray vio a la patrulla, ese día, empezó a correr. En cuestión de minutos, lo alcanzaron y lo arrestaron luego de encontrarle un cuchillo en su bolsillo. Pero el abogado de la familia de Gray dijo, en ese entonces, que la Policía no tenía ninguna causa probable para perseguirlo, pero lo persiguió cuando “comenzó a correr por ser negro”. En el video de un testigo se escuchaba a Gray gritando mientras los agentes lo llevan a la camioneta de transporte de prisioneros, que además hizo varias escalas. Después de llegar a la estación policial, lo transfirieron a una clínica de traumatismos con la que resultó ser una lesión medular mortal. Gray cayó en coma y murió una semana después. El 24 de abril, la Policía de Baltimore reconoce que Gray no recibió atención médica oportuna después de su arresto y que no le abrocharon el cinturón de seguridad mientras lo transportaban en una camioneta de la Policía. El 27 de abril, estallan las protestas en las calles de Baltimore durante el funeral de Gray. Al menos 20 agentes resultan heridos cuando la policía y los manifestantes chocan en las calles. Un video muestra a la policía con equipo antidisturbios refugiarse detrás de un vehículo blindado, mientras los manifestantes les arrojan piedras. La oficina del gobernador de Maryland, Larry Hogan, declara el estado de emergencia y activa la Guardia Nacional para contener los disturbios. El 21 de mayo de 2015, un jurado investigador de Baltimore acusa a seis agentes por la muerte de Freddie Gray. Los agentes enfrentaron varios cargos que van desde homicidio involuntario hasta imprudencia temeraria. Goodman, el conductor de la camioneta de transporte de prisioneros, enfrentaría la acusación más severa: homicidio intencional con malicia implícita. Seis agentes estuvieron involucrados en aquel arresto: el teniente Brian Rice, de 41 años; el agente Caesar Goodson, de 45 años; la sargento Alicia White, 30; el agente William Porter, 25; el agente Garrett Miller, 26 años, y el agente Edward Nero, 29. Todos fueron suspendidos el 21 de abril de 2015. Los juicios se realizaron entre noviembre de 2015 y julio de 2016. Los policías involucrados en el caso de Gray fuero absueltos de todos los cargos. El 10 de agosto de 2016, una investigación del Departamento de Justicia encuentra que el Departamento de Policía de Baltimore se involucra en prácticas inconstitucionales que conducen a tasas desproporcionadas de detenciones, registros y arrestos de personas de raza negra. El informe también encuentra uso excesivo de la fuerza contra menores y personas con discapacidades mentales.

2015 – Laquan McDonald, Chicago.

El 20 de octubre de 2014, el agente de la Policía de Chicago Jason Van Dyke dispara y mata a Laquan McDonald, de 17 años. McDonald estaba armado con un cuchillo de más de 7 centímetros y tenía la droga PCP, conocida como polvo de ángel en su organismo, según informes de toxicología. Sin embargo, no estaba amenazando a nadie de cerca, y estaba al menos a tres metros de la persona más cercana. Según un portavoz del sindicato de la Policía, un agente le dijo a McDonald que dejara caer el cuchillo, pero no lo hizo. Más tarde, una autopsia mostró que a McDonald le dispararon 16 veces. En abril de 2015, la ciudad llega a un acuerdo con la familia de McDonald para pagar una indemnización de US$ 5 millones. Más de un año después de la muerte de McDonald, en noviembre de 2015, un juez de Chicago ordena a la ciudad que publique el video de la cámara del policía que muestra el tiroteo. Durante meses, la ciudad luchó contra los intentos de publicar el video, diciendo que podría poner en peligro cualquier investigación en curso. La decisión es el resultado de una solicitud del periodista independiente Brandon Smith, con base en la Ley de Libertad de Información. Pero al conocerse el video, cientos de manifestantes protestaron en las calles de Chicago, con algunos enfrentamientos entre manifestantes y agentes de la Policía. Entre tanto, el agente Van Dyke es acusado de asesinato y tras un largo juicio, en octubre de 2018 fue declarado culpable de homicidio intencional y de otros 16 cargos de agresión agravada con arma de fuego. Sin embargo, fue absuelto del cargo de conducta inapropiada de un agente. En enero de 2019, es sentenciado a seis años y nueve meses de prisión por el asesinato de McDonald. Ese mismo año, la Junta de Policía de Chicago anuncia que cuatro agentes —el sargento Stephen Franko, la agente Janet Mondragon, el agente Daphne Sebastian y el agente Ricardo Viramontes— fueron despedidos por encubrir el tiroteo mortal de McDonald. No enfrentaron cargos. En su fallo, la junta concluyó que los agentes violaron su «deber al describir la supuesta amenaza planteada por el señor McDonald de una manera exagerada, al tiempo que omitieron hechos relevantes que respaldan la conclusión opuesta. La impresión general basada en esta información selectiva es engañosa y falsa». Y en octubre de 2019, el inspector general de Chicago, Joseph Ferguson, publica un informe que detalla un encubrimiento que involucra a 16 agentes y supervisores.

La muerte de Laquan McDonald parecía otro caso más de un policía que le disparaba a un joven en Estados Unidos, hasta que un informante hizo una llamada telefónica. Un año después, la ciudad recién se está recuperando del estremecedor caso.

2014 – Eric Garner, Nueva York.

El 17 de julio de 2014 muere Eric Garner, un hombre negro, de 43 años, después de que el agente Daniel Pantaleo lo derriba al piso, durante un arresto, agarrándolo del cuello, en una maniobra prohibida por el Departamento de Policía, por sospechas de vender cigarrillos ilegalmente. Garner fue inmovilizado en el suelo por varios agentes. Minutos antes de su muerte, Garner, quien era asmático, les decía a los policías «No puedo respirar». El incidente quedó grabado un un teléfono celular. Garner murió más tarde ese mismo día. El primero de agosto de 2014, un médico forense de Nueva York dictaminó que la muerte de Garner fue un homicidio. Las protestas por la muerte de Garner empezaron cuando el 3 de diciembre de ese año, un jurado investigador decide no acusar a Pantaleo. Las protestas estallaron en Nueva York, Washington, Filadelfia y Oakland. Los manifestantes coreaban las últimas palabras de Garner: «¡No puedo respirar!» En julio de 2015, las autoridades de Nueva York acuerda indemnizar a la familia de Garner por US$ 5,9 millones. Cuatro años más tarde, el 16 de julio de 2019, el Departamento de Justicia anuncia que no presentará cargos federales contra Pantaleo, y en agosto de ese año, la Policía de Nueva York anuncia que el agente de policía fue despedido y no recibirá su pensión, algo por lo que Pantaleón demandó a la ciudad de Nueva York ante la Corte Suprema de Manhattan.

2014 — Michael Brown, Ferguson, Missouri.

El 9 de agosto de 2014, durante una confrontación, un agente de la Policía de Ferguson le dispara a un hombre negro desarmado de 18 años: Michael Brown. Ese día y hasta el día siguiente, aproximadamente 1.000 manifestantes protestan por la muerte de Brown en el área de Ferguson, una manifestación que se vuelve violenta, por lo que la policía lanza gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a la multitud. El 15 de agosto, la Policía identifica al agente responsable de la muerte de Brown como Darren Wilson, de 28 años, pero en noviembre, un jurado investigador decide no acusar a Wilson del tiroteo en el que murió Brown, a pesar de que los documentos mostraban que agente disparó 12 veces contra el joven. Las protestas estallan después de la audiencia en Ferguson y en el resto del país. En el aniversario de la muerte de Brown, en 2015, se congregan manifestaciones en su mayoría pacifica durante el día. Pero después del anochecer, empiezan las confrontaciones entre la policía y los manifestantes, los negocios fueron saqueados y al día siguiente se declara estado de emergencia en St. Louis, con un saldo de 56 detenidos. En junio de 2017, la familia llegó a un acuerdo con la ciudad de Ferguson para obtener una indemnización por la muerte de Brown. El juez del caso, Richard Webber, dijo que el acuerdo fue «una compensación razonable y justa«. Es en este momento cuando el movimiento Black Lives Matter aumenta su visibilidad con las protestas de Ferguson.

Seis disparos, dos de ellos en la cabeza, acabaron con la vida del joven afroamericano Michael Brown, cuya muerte desató disturbios en la población estadounidense de Fersugon (Misuri), según la autopsia privada realizada.

2012 — Trayvon Martin, Sanford, Florida.

El grupo Black Lives Matter surgió tras el tiroteo de Trayvon Martin, un joven negro de 17 años, quien murió en 2012 a manos de George Zimmerman, cuando regresaba caminando a la casa de la prometida de su padre en Sanford, Florida, tras parar en una tienda a comprar unos bocadillos. Zimmerman, un capitán de vigilancia del vecindario en Sanford, Florida, llamó al 911, la noche del 26 de febrero de 2012, para denunciar a «una persona sospechosa» en el vecindario. Se le indicó que no saliera de su camioneta ni se acercara a esa la persona, pero él ignora las instrucciones. Momentos después, los vecinos informan haber escuchado disparos. Zimmerman reconoció que le disparó a Martin, alegando que fue en defensa propia. En un informe policial, el agente Timothy Smith escribe que Zimmerman estaba sangrando por la nariz y la parte posterior de la cabeza. Zimmerman fue absuelto del tiroteo fatal contra Martin y en 2019 demandó a la familia de Martin, así como a los fiscales del caso y a las autoridades estatales, por considerar que una conspiración para incriminarlo y quiere una reparación por daños de más de US$ 100 millones. El caso de Martin no es brutalidad policial, pero también generó fuertes protestas en EE.UU. por la decisión a favor de Zimmerman.

1991 — Rodney King, Los Ángeles.

El 3 de marzo de 1991, varios agentes policiales de Los Ángeles golpearon al conductor Rodney King después de una persecución policial a alta velocidad por el condado de Los Ángeles. George Holliday grabó en video los golpes desde el balcón de su departamento. El video muestra a la policía golpeando a King más de 50 veces con sus bastones. Más de 20 agentes están presentes en la escena, principalmente de la Policía de Los Ángeles. King sufre 11 fracturas y otras lesiones. En mayo, un jurado investigador se niega a acusar a los 17 policías que se mantuvieron al margen de la golpiza de King. Entonces estallan los disturbios en el centro y sur de Los Ángeles. El entonces gobernador, Pete Wilson, declara el estado de emergencia y llama a la Guardia Nacional. Los disturbios en los siguientes días dejan más de 50 muertos y casi US$ 1.00 millones en daños a la propiedad. El primero de mayo de 1992, King hace un emotivo pedido de calma: «Solo quiero decir, ¿podemos llevarnos bien? ¿Podemos llevarnos bien? ¿Podemos dejar de hacer que sea horrible para las personas mayores y los niños?». Pero en agosto de 1992, un jurado federal devuelve las acusaciones contra los agentes Stacey Koon, Lawrence Michael Powell, Timothy Wind y Theodore Briseno por violar los derechos civiles de King. En abril de 1993, Koon y Powell son condenados por violar los derechos civiles de King y más adelante sentenciados a 30 meses de prisión. Wind y Briseno son declarados inocentes. No se registran disturbios tras el veredicto. En 1994, una corte federal le otorga a King US$ 3,8 millones en daños compensatorios en una demanda civil contra la Ciudad de Los Ángeles. King había exigido US$ 56 millones… US$ 1 millón por cada golpe de los agentes. El 17 de junio de 2012, Rodney King fue encontrado muerto en su piscina, a los 47 años. Tras una llamada al 911 por parte de su prometida, agentes lo encontraron en el fondo de la piscina, lo sacaron y le hicieron reanimación cardiopulmonar hasta que llegaron los paramédicos. Fue declarado muerto en un hospital local después, según la Policía. No hubo signos preliminares de un acto criminal, según la Policía, ni tampoco lesiones obvias en el cuerpo de King.

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El 5 de julio de 2016, Alton Sterling , un hombre negro de 37 años, fue asesinado a tiros a quemarropa por dos agentes del Departamento de Policía de Baton Rouge en Baton Rouge, Louisiana . Los oficiales intentaban controlar los brazos de Sterling, y Sterling recibió un disparo mientras supuestamente buscaba la pistola cargada en el bolsillo de su pantalón.

El 6 de julio de 2016, Philando Castile, afroamericano de 32 años, recibió un disparo mortal durante una parada de tráfico por el oficial de policía Jeronimo Yanez del departamento de policía de St. Anthony en el área metropolitana de Minneapolis-Saint Paul.

El 22 de noviembre de 2014, Tamir Rice, un niño afroamericano de 12 años, fue asesinado en Cleveland, Ohio, por Timothy Loehmann, un policía blanco de 26 años. Rice llevaba una réplica de una pistola de juguete; Loehmann le disparó casi inmediatamente después de llegar a la escena. Dos oficiales, Loehmann y Frank Garmback, de 46 años, respondían a una llamada de la policía sobre un hombre que tenía un arma. Una persona que llamó informó que un hombre estaba apuntando "con una pistola" a personas al azar en el Cudell Recreation Center, un parque de la ciudad de Cleveland. Al comienzo de la llamada y nuevamente en el medio, dice que la pistola "probablemente sea falsa". Hacia el final de la llamada de dos minutos, la persona que llama afirma que "probablemente sea un menor de edad", pero esta información no se transmitió a los agentes Loehmann y Garmback en el despacho inicial.

El 6 de septiembre de 2018, la oficial de patrulla del Departamento de Policía de Dallas, Amber Guyger, que estaba fuera de servicio, entró en el apartamento de Dallas, Texas, del contable de 26 años Botham Jean y le disparó fatalmente. Guyger dijo que había entrado en el apartamento creyendo que era suyo y que le disparó a Jean creyendo que era un ladrón. Guyger no fue arrestado durante varios días, y luego solo fue acusado de homicidio, lo que generó desconfianza en el proceso e indignación por el asesinato de un ciudadano negro desarmado. Esto resultó en protestas y acusaciones de prejuicio racial. Dos meses después, el cargo se elevó a asesinato. Más de un año después, el 1 de octubre de 2019, Guyger fue declarado culpable de asesinato. Al día siguiente, recibió una sentencia de diez años de prisión.

The Washington Post ha rastreado tiroteos desde 2015, informando más de 5,000 incidentes desde que comenzó su rastreo. La base de datos también puede clasificar a las personas en varias categorías, incluida la raza, la edad, el arma, etc. Para 2019, informó un total de 1.004 personas asesinadas a tiros por la policía. Alrededor de 2015-2016, el periódico The Guardian manejó su propia base de datos, The Counted , que rastreaba los asesinatos cometidos en Estados Unidos por la policía y otras agencias de aplicación de la ley, incluidos disparos, armas Taser, accidentes automovilísticos y muertes bajo custodia.

Mapa de homicidios policiales en los Estados Unidos en 2018.

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“Gracias a los teléfonos inteligentes, tantos estadounidenses han visto las injusticias raciales que los estadounidenses negros han sufrido por generaciones”, dijo la vicepresidenta de EE.UU. Kamala Harris en un mensaje a la nación antes de dar paso al presidente Biden. Ambos se refirieron al veredicto contra el expolicía Derek Chauvin, declarado culpable de todos los cargos por la muerte de George Floyd. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., pronunció un emotivo discurso.

El discurso que Biden pronunció después de que un jurado de Minneapolis condenara al exagente de policía Derek Chauvin por los tres cargos que se le imputaban por la muerte de George Floyd no fue diferente de los numerosos discursos que Biden ha pronunciado a lo largo de sus cinco décadas de vida pública: tan emotivo, anecdótico y sencillo que parecía más improvisado de lo que probablemente era. En resumen, no fue un discurso «presidencial» a la nación, sino una charla de «Joe» a la gente. A toda la gente. Más aún, fue un discurso de «Joe» que, con su doble expresión de alivio y determinación, fue muy adecuado para abordar un veredicto que, por muy lógico e inevitable que pareciera dadas las pruebas y los testimonios que lo precedieron, tomó a mucha gente por sorpresa, especialmente a los afroestadounidenses, cuyas expectativas de justicia en el uso violento, y a menudo mortal, de la fuerza policial excesiva contra personas negras desarmadas se han visto perpetuamente frustradas en los tribunales.

Biden prometió en su campaña electoral del año pasado que ayudaría a cambiar las cosas. Hasta ahora, lo ha hecho a su manera, sin tapujos. Y al llamar por teléfono a la familia de George Floyd casi inmediatamente después del veredicto, y antes de aparecer ante las cámaras para pronunciar su discurso, el presidente presentó una prueba de que no se trataba de anotarse puntos políticos, sino de compartir y curar el dolor profundo de otros. Cuando Biden habló de la conexión emocional que había establecido con la joven hija de Floyd, hasta el punto de repetir y coincidir con lo que ella le había dicho a su padre: «Papá, has cambiado el mundo», la evidente apelación a la sensibilidad le hizo parecer más sincero, más humano… y más compasivo. Más, digamos, «Joe». Considere también la maravilla de que un presidente blanco de Estados Unidos, de 78 años, no solo mencione las palabras «racismo sistémico», sino que insista en que sea purgado de una vez por todas de la vida estadounidense. Entre otras cosas, hace que uno se pregunte si esta perspectiva surgió a raíz de la abierta y no tan abierta intolerancia dirigida contra el primer presidente afroestadounidense durante los ocho años en que Biden fue vicepresidente de Barack Obama. Sea como sea, la voluntad de Biden de hablar de la reforma a la policía y de restaurar la confianza de los negros estadounidenses en el proceso judicial fue un indicador inequívoco de lo mucho que habían cambiado las cosas.

Si hubo un momento en las declaraciones de Biden que pareció incongruente y desvinculado de su momento, fue su insistencia en la protesta legítima y no violenta y su condena de la violencia en las manifestaciones suscitadas por la muerte de Floyd y otros. Dado que las perspectivas de una reacción violenta se redujeron considerablemente con la decisión del jurado, cabe preguntarse por qué era necesario en ese momento concreto hacer tales advertencias. Parecía como si la expresión de alivio del presidente hubiera sido interrumpida por parte de otro discurso totalmente diferente que esperaba pronunciar anoche si las cosas hubieran ido por otro lado. O también podría haber sido la forma en que Biden se dirigió a los Departamentos de Policía y a sus partidarios, señalando que, sean cuales sean las reformas que busque en el ámbito policial, no va a interferir en la aplicación adecuada y razonable de la ley. Hay que tener en cuenta, una vez más, que el presidente lleva casi 50 años tratando de abrirse camino en ambos lados del Congreso.

Insistieron tanto Biden como el fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, tras el veredicto, que por muy buena que fuera la noticia de la condena de Chauvin, era solo el principio. Tienen razón. Pero es un comienzo diferente a lo que hemos estado acostumbrados hasta ahora.

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Sellos, tabaco y leche orgánica. Camisetas, carcasas de teléfono y bonos para el autobús. Comida halal, mexicana y de Oriente Próximo. Aceitunas y queso. El matrimonio Abumayyaleh emigró de Palestina a Minneapolis en los años setenta con muchas ganas y bastantes hijos, hasta cuatro. Una vez aquí, tuvieron muchos más, seis, y cuando ya eran 10 abrieron una tienda enorme en una esquina en el sur de la ciudad donde venden de todo y ha salido en los telediarios de todo el planeta. El 25 de mayo pasado, George Floyd entró en Cup Foods, como se llama el establecimiento, y pagó sus cigarrillos con un billete de 20 dólares falso, así que uno de los dependientes llamó a la policía y lo que vino después fue ese arresto brutal justo enfrente del comercio que acabó en muerte y desató la cólera. El cruce de calles donde murió Floyd se ha convertido en un santuario y la tienda, en tierra condenada. Cada día reciben amenazas de muerte por teléfono, de números procedentes de diferentes puntos del país. Las llamadas al boicoteo del negocio persisten casi un año después, y el chico que puso sobre aviso del billete falso, que tiene 19 años y acababa de estrenarse en el trabajo cuando ocurrió la tragedia, no ha vuelto por allí.

Adam Abumayyaleh, de 31 años, el menor de los hermanos, cuenta tras el mostrador: “La mayor parte de la gente de Minneapolis es razonable y entiende que nosotros no tenemos la culpa, que hicimos lo correcto, pero otra gente no lo ve igual”. El primero al que costó convencer de eso fue al propio dependiente, Christopher Martin, que en cuanto murió Floyd acudió a su jefe hecho un mar de lágrimas asegurando que todo había sido por él. Esa culpa también lo acompañó al testificar en el juicio: “Si simplemente no hubiese aceptado el billete, esto se podría haber evitado”, dijo. Martin tomó el billete y, cuando Floyd abandonó la tienda, al darse cuenta de que era falso, salió a buscarlo y advertírselo a instancias de su jefe. Como Floyd lo ignoró, el responsable pidió a otro empleado que llamase a la policía. El chico, según Adam, “teme por su vida y no quería ni ir al tribunal”. Es domingo, 18 de abril, y lo que ahora se llama coloquialmente la “plaza George Floyd” se ha llenado de nuevo de manifestantes y activistas, que aguardan las deliberaciones del jurado que debe decidir si el agente Derek Chauvin es culpable de asesinato de Floyd.

Allí mismo, al otro lado del escaparate de la tienda, es donde Chauvin mantuvo el cuello del hombre bajo su rodilla durante nueve angustiosos minutos. Toda la zona se ha convertido ahora en un tapiz de flores, pancartas, fotografías y mensajes. Ya no se pide justicia solo para Floyd, sino para las decenas de hombres negros muertos por balas de la policía en los últimos años, pero él se convirtió en un icono global contra el racismo y todos aguardan un punto de inflexión con este juicio. Adam, que regenta la tienda con su hermano Mahmoud, apunta: “Si lo declaran no culpable, tendremos que cerrar durante mucho tiempo”. Los Abumayyaleh pasaron días duros tras la tragedia, días en los que se quemaron negocios por doquier en el centro de la ciudad y muchos comercios exhibían carteles con el lema “Propietario negro” que recordaban tiempos macabros de segregación racial. Les costó volver a abrir. Hicieron una primera intentona en junio, apenas unas semanas después del desastre, pero las protestas los obligaron a cerrar a los dos días. Se hicieron con un portavoz, Jamar Nelson, afroamericano, que forma parte de una entidad vecinal contra la violencia y ha tratado de proteger a la familia de la ira irracional que ha despertado el caso Floyd contra el comercio. En agosto reabrieron de nuevo, pero las ventas nunca se han recuperado. Adam no cree que lo hagan mientras las calles siguen cortadas. El futuro del negocio es una incógnita. Algunas entidades creen que ese local ya no debería funcionar nunca más como tienda y se debería reconvertir en un museo o centro cultural en memoria de Floyd y en defensa de los derechos civiles, pero no ha aparecido aún ningún filántropo con dinero para hacerlo. “No ha habido proposiciones serias sobre eso”, dice Adam. Por el contrario, afirma: “Recibimos amenazas a diario”. Cup Foods no ha sido un remanso de paz durante sus 31 años de andadura. La policía ha vigilado de cerca a sus clientes y sus alrededores, pues en los años noventa era una zona de venta de drogas y la policía les pidió colaboración para evitar la vida turbia que generaba alrededor. Pero las cosas habían mejorado con los años, asegura el dueño, el barrio era más tranquilo y, al mismo tiempo, la gentrificación no se los había llevado por delante. Floyd era un cliente habitual; ese mismo día, en la tienda, saludó de forma afable a los dependientes. Minneapolis, pese a tener más de 400.000 habitantes, es una ciudad de viejos conocidos. El propio Floyd y el agente Chauvin habían trabajado como guardias de seguridad de forma simultánea en la misma discoteca. Sus destinos se encontraron por última vez en Cup Foods, y con ellos, el de la familia Abumayyaleh.

La nota de prensa que el Departamento de Policía de Minneapolis publicó en su página web la noche del 25 de mayo de 2020, pocas horas después de la muerte de George Floyd, se titulaba así: “Un hombre fallece a consecuencia de un incidente médico durante una interacción policial”. En los párrafos siguientes se relata que el individuo se había “resistido físicamente” tras salir del automóvil, que los agentes habían sido capaces de esposarlo y “se dieron cuenta de que estaba sufriendo algún problema médico”, de modo que llamaron a una ambulancia que le llevó al hospital del condado, donde “murió poco después”. “No se usaron armas”, se decía en la nota. “No hubo agentes heridos”. Al día siguiente, el mismo Departamento publicó un escueto añadido: “Al surgir información adicional disponible, se ha determinado que el FBI colabore en esta investigación”. Lo que pasó entre un mensaje y el otro fue la publicación del vídeo de Darnella Frazier, una joven de entonces 17 años que aquel lunes festivo se encontraba en la calle donde detuvieron a Floyd, tomó su teléfono móvil y se puso a grabar y grabar durante los nueve minutos y 29 segundos que duró la agonía y muerte de Floyd asfixiado bajo la rodilla del agente Derek Chauvin mientras repetía, hasta 27 veces, que no podía respirar. El veredicto de este martes, por el cual fue declarado culpable de los tres cargos de homicidio a los que se enfrentaba, no hubiese sido posible sin esas imágenes publicadas en Facebook que tumbaron la versión policial. Es lo que clamaba buena parte de las personas que se echaron a la calle a celebrar la decisión y lo que expresó abiertamente el gobernador de Minnesota, Tim Walz: “Ese vídeo, y creo que los saben muchas personas, es tal vez la única razón por la que Derek Chauvin irá a prisión”. Fueron varios los peatones que ese día grabaron partes de lo ocurrido y durante el juicio se visionaron horas y horas de distintos vídeos, pero el plano secuencia que grabó Frazier fue la prueba capital de este hito en la lucha contra brutalidad policial. El suyo fue uno de los testimonios que más se recordarán de este juicio. Sus palabras, como las de otros muchos testigos, mezclaban culpa e impotencia. “Me he pasado noches enteras en vela”, dijo en el estrado, “pidiendo y pidiendo perdón a George Floyd por no haber hecho más, por no haberme interpuesto físicamente y haber intentado salvar su vida”. “Pero no es lo que yo debería haber hecho, sino lo que él [el agente Chauvin] debería haber hecho”.

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Cuando ella, también afroamericana, miraba a Floyd, dijo en su declaración, podía ver a cualquiera de los hombres de su familia allí representados, a su padre, su tío, su hermano o su primo. La crudeza de lo ocurrido ese 25 de mayo ante la tienda Cup Foods provocó, mucho antes del juicio, una condena mayoritaria e insólita de los cuerpos policiales de todo el país, empezando por el mismo jefe del Departamento de Minneapolis. Ese responsable, un hombre negro llamado Medaria Arradondo, dio las gracias por la difusión de ese vídeo y animó a los ciudadanos a grabar y pedir ayuda ante situaciones de semejante abuso. En declaraciones a la prensa, el pasado junio, dijo: “Graben, graben, por supuesto. Graben, llamen. Llamen a un amigo. Griten. Llamen al 911, necesitamos un supervisor en el lugar de los hechos. La comunidad desempeña un papel fundamental”. Estados Unidos vio una imagen muy fea de sí mismo en ese vídeo, observó cómo cuatro miembros de sus fuerzas de seguridad, a plena luz del día y rodeados de testigos, eran capaces de aprisionar hasta la muerte a un hombre inmóvil y desarmado que clamaba que no podía respirar mientras el público presente pedía inútilmente que parase. Lo vio Estados Unidos y lo vio el mundo. Nada más conocer la decisión del jurado, la joven, de ahora 18 años, escribió en su cuenta de Facebook: “He llorado mucho, durante la última hora mi corazón ha latido muy rápido y tenía mucha ansiedad”. “Hicimos justicia a George Floyd”, añadió. En las celebraciones de la tarde por el veredicto, abundaban carteles con la pregunta: “¿Cuántos otros [muertos] no habrán sido grabados?”. Esa es, en el fondo, la pregunta que queda tras este capítulo de la historia judicial de Estados Unidos. Mientras el presidente estadounidense, Joe Biden, denunció el “racismo sistémico” existente en el país, muchas organizaciones policiales consideran a Chauvin una manzana podrida que no representa un problema estructural en las fuerzas del orden. El presidente de la Asociación de la Policía de Nueva York, Patrick J. Lynch, señaló en un comunicado: “Lo que hizo Derek Chauvin no fue una acción policial, fue asesinato. El jurado ha hablado y él pagará las consecuencias. Ahora es el momento de una discusión franca sobre el trabajo policial y la seguridad ciudadana que empieza con los verdaderos retos que afrontamos en las calles”.

El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, anunció el miércoles que el Departamento de Justicia abrirá una investigación global sobre las prácticas del cuerpo de policía de Minneapolis, para dilucidar si, más allá del caso Floyd, las acciones inconstitucionales o ilegales son habituales. Desde hace años, los agentes llevan cámaras en los coches y adosadas a los uniformes que recogen sus operaciones más controvertidas y, en buena medida, explican la fuerza que el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) ha adquirido, pero ninguna de esas imágenes ha impactado tanto al mundo como las que Darnella Frazier recogió con su móvil.

Los 30 minutos previos al mortal arresto de George Floyd salen a la luz en el juicio por primera vez. En la grabación de la tienda se aprecia cómo el afroamericano compró tabaco supuestamente con un billete falso. El registro de la cámara del uniforme de un agente desvela que le apuntaron con una pistola para que se bajara del coche.

El periodista y corresponsal en Estados Unidos Guillermo Fesser analiza en El Intermedio las claves del juicio por el asesinato de George Floyd a manos de un policía y asegura que se trata de "un referéndum nacional al racismo y al comportamiento policial".

Trump amenaza con volver a presentarse a las elecciones de EEUU: "Lo estoy viendo muy en serio, más allá de la seriedad".

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Estados Unidos asiste al final del juicio contra el expolicía Derek Chauvin por la muerte del afroamericano George Floyd con las emociones a flor de piel, de luto nacional por los recientes tiroteos de civiles armados y en plena conmoción por las últimas muertes de hombres negros cuando estaban siendo detenidos. En Brooklyn Center, un suburbio de Minneapolis (Minnesota) a 15 minutos en coche del tribunal que juzga a Chauvin, las protestas continúan por el disparo mortal a Daunte Wright, de 20 años, efectuado por una agente que trataba de arrestarlo y que, según cree la policía, confundió la pistola paralizante con la de fuego real. También en Chicago se celebran manifestaciones tras publicarse el vídeo de un chico de 13 abatido tras una persecución policial. El dramático fallecimiento de Floyd, cuyas imágenes grabadas en vídeo dieron la vuelta al mundo, provocó una movilización global contra el racismo y ha convertido este juicio en algo más que un proceso contra un agente. Eso es, sin embargo, lo que deben juzgar únicamente los 12 hombres y mujeres que forman el jurado y que costó seleccionar en un caso tan sensible y político como este. El proceso más mediático en años, quizá en décadas, llega a su recta final este lunes con las argumentaciones finales de la Fiscalía y la defensa. Estas son las claves tras tres semanas de juicio. Un trágico día de homenaje a los caídos. El 25 de mayo de 2020, que era un lunes festivo en Estados Unidos, la policía de Minneapolis recibió la llamada del dependiente de un comercio, Cup Foods, denunciando que un hombre había comprado tabaco con un billete falso de 20 dólares. Los agentes acudieron y detuvieron a George Floyd, de 46 años, que se hallaba dentro de un automóvil aparcado junto a la tienda. En un principio, Floyd opuso resistencia, pero en poco tiempo fue doblegado.

Tumbado en el suelo, boca abajo, el agente Derek Chauvin lo mantuvo inmovilizado con la rodilla sobre su nuca durante más de nueve minutos, pese a que había dejado de resistirse y gritaba que no podía respirar. En los últimos minutos la víctima estaba inerte y el agente no levantó la presión ante el estupor del público presente. Otros dos policías le ayudaron en la inmovilización y otro controlaba a los viandantes. Estos también afrontan cargos, aunque de menor gravedad, y serán juzgados más adelante. El marco legal de la inmovilización con la rodilla. El bloqueo con la rodilla sobre el cuello es una técnica legal ante un detenido que se resiste o se muestra agresivo, si bien departamentos de policía de diferentes Estados la han prohibido por violenta y por los riesgos que conlleva. En Minneapolis estaba permitida, pero la Fiscalía se ha centrado durante el proceso en que Chauvin la utilizó durante un tiempo prolongado sin que, como se ve en las grabaciones, Floyd se moviese o se mostrase peligroso. Uno de los testimonios clave del juicio ha sido precisamente el del jefe de la policía local, Medaria Arredondo, quien acusó al agente de violar la política del cuerpo: “Una vez Floyd dejó de resistirse, debió parar”. Además, también incumplió el deber de proporcionarle ayuda médica cuando se mostró inconsciente.

Drogas, asfixia y causa de la muerte. La defensa de Chauvin ha tratado de argumentar que Floyd falleció por el efecto de las drogas que había consumido y no por asfixia. El informe toxicológico recoge que el fallecido tenía en su organismo fentanilo y metanfetaminas, pero los expertos médicos aportados por la Fiscalía -un experto en el aparato respiratorio, Martin J. Tobin, y un facultativo del Departamento de Policía de Louisville, Bill Smock- sostuvieron que la muerte ocurrió por falta de oxígeno. Smock, en concreto, aseguró que el comportamiento de Floyd no era compatible con el de una persona con sobredosis de fentanilo. Por el contrario, el exjefe médico del Estado de Maryland, David Fowler, llamado a declarar por la defensa, señaló que no estaba probado que la rodilla de Chauvin hubiese provocado daños y que Floyd murió principalmente por sus problemas de corazón, aunque sí admitió que el paro cardíaco podría haberse revertido de haber recibido atención médica adecuada en los minutos posteriores tras quedar inconsciente. Los cargos y la dificultad de condenar a un policía. Chauvin está acusado de tres cargos: homicidio imprudente en segundo grado; asesinato en segundo grado, que implica intención en el instante, pero no premeditación ni voluntad previa; y asesinato en tercer grado, que el Estado de Minnesota define como el cometido por alguien que, aunque no busca el objetivo de matar, causa muerte actuando de forma peligrosa, con una mentalidad depravada y sin cuidado por la vida humana. Pocos policías son acusados en Estados Unidos de algunos de estos delitos por hechos ocurridos en acto de servicio y menos aún, condenados. El profesor de Justicia Penal de la Universidad de Ohio, Philip M. Stinson, calculó que, desde 2005, sólo 121 han sido imputados, cuando las muertes a manos de la policía ascienden a un millar al año.

La justicia racial estadounidense sigue siendo un trabajo en progreso, pero hoy la vida de George Floyd importaba.

El principal motivo es que, según una decisión del Tribunal Supremo de 1967, las violaciones de derecho por parte de las fuerzas del orden, cuando se llevan a cabo “de buena fe”, en una operación, gozan de “inmunidad cualificada”. En 2015, el mismo tribunal precisa que esto se aplicaría salvo que se trate de la violación de derechos “reglamentarios y constitucionales claramente establecidos”, lo que no ha solucionado el problema. Un jurado ante la historia. El reverendo neoyorquino Al Sharpton, histórico y controvertido activista por los derechos civiles, dijo poco antes de comenzar el juicio: “Chauvin está en el banquillo, pero Estados Unidos está siendo juzgado”. Eso es precisamente lo contrario que se le ha pedido al jurado, una docena de hombres y mujeres del condado de Hennepin que, en resumen, deben determinar si Chauvin causó la muerte a Floyd con su rodilla o contribuyó a ella, pero cuya decisión va a marcar la historia. El tribunal intenta elegir a los miembros de un jurado entre personas que no tienen opiniones preconcebidas sobre un caso. Esta vez ha sido imposible. La mayoría ha visto al menos fragmentos del vídeo y 10 de los 15 seleccionados (dos son suplentes y otro abandonó) admitieron tener una opinión “algo negativa” del acusado, si bien parecían moderados y se veían capaces de dejar al margen sus prejuicios.

Donald Trump alcanzó la presidencia de los Estados Unidos en 2016, año durante el cual las grandes divisiones raciales, culturales y económicas de la nación se hicieron más evidentes. El mismo año en que George Georgiou (Londres, 1961) recorrió el país con el fin de fotografiar a las multitudes que se daban cita en los variados desfiles que tenían lugar a lo largo y ancho de su geografía. Entre junio y noviembre el fotógrafo atravesó 14 estados, 24 ciudades. Asistiría a un total 26 festejos. No era esta la primera vez que el británico recorría el país. Lo había hecho cinco años atrás; de viaje con su mujer, la fotógrafa Vanessa Winship, mientras esta preparaba un libro sobre la América contemporánea. “Cuando uno atraviesa en coche las distintas poblaciones de Estados Unidos apenas observa vida en la calle. De forma que la imagen que tiende a hacerse del lugar es una fantasía. Llega a conocer el lugar únicamente a través de su reputación. La comunidad local permanece invisible”, señala el autor británico. Es en los desfiles donde las comunidades se dejan ver. Individuo tras individuo, uno a uno, de comunidad en comunidad, los asistentes a estos eventos celebrados a lo largo y ancho del país componen el retrato de una nación en tiempo turbulentos.

Americans Parade, es el resultado de este periplo, viene a formar parte de la decimocuarta edición del Festival Internacional de la Imagen Getxophoto. Bajo el lema “A la calle”, el festival presenta 20 exposiciones que exploran el espacio público como escenario de protesta, como lugar de encuentro y reconocimiento mutuo, y como campo de experimentación y de reflexión, tal y como apunta su nuevo comisario, Jon Uriarte (actual comisario digital de la galería londinense The Photographers´ Gallery).

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